Contando historias del pasado

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—Creo que te debo una disculpa —le dijo Andros cuando el olor de Nalbrek desapareció.

—¿Disculpa? —le preguntó sin entender mientras se sentaban de nuevo.

—Por la actitud de Nal. Al parecer, no te ha contado demasiado sobre sí mismo o nuestra familia y eso es culpa mía. Fui muy estricta con él desde niño para que no dijese nada, así que le resulta difícil contarle cosas incluso a su pareja.

—El que tenga una razón no me ayuda, pero imagino que no puedo hacer nada sobre cómo es —añadió.

—Es un buen chico. Después de todo lo crie yo. Pero tiene varios detalles en los que trabajar. Y dado que es culpa mía, pensé en explicarte algunas cosas mientras él está fuera. Cuando está presente, tiene tendencia a interrumpirme —añadió lúgubre.

—Agradecería cualquier información —admitió. Costaba demasiado averiguar cualquier cosa sobre aquel lobo.

—Lo cierto es que yo tampoco puedo contarte demasiado —comenzó.

—Genial —Al parecer no era solo la manera en que había sido educado.

—No me malinterpretes, si he hecho que Nal se marche, es para hablar contigo. Es tan solo que, como debes imaginar, el que lo trajese aquí responde a una razón poderosa.

—¿Corre peligro?

—Ahora no —negó mirándolo sonriente—. Pero, aun así, cuanto más tarden en encontrarlo, será mejor para él. Incluso desearía que no lo hiciesen en caso de ser posible.

—No lo entiendo —admitió.

—No te preocupes. Es tan solo que hasta ahora era peligroso que otros lobos lo encontrasen y aunque quiero pensar que ya está a salvo de ellos, no puedo descartar por completo que tenga problemas si lo encuentran. Después de todo, siempre han encontrado una manera de... —comenzó para sí misma cuando se detuvo al darse cuenta de lo que está diciendo.

—Si está en peligro, debería saberlo.

—Si os encuentran, tú eres todo lo que necesita para estar protegido de ellos y cualquier cosa que intenten hacerle.

—No es por quitarme valor, pero solo soy un zorro. No hay mucho que pueda hacer contra un lobo, mucho menos contra una manada.

—Eres tú. Eso es más que suficiente. Todo lo que necesita Nal. Tan solo deberás estar ahí y nadie podrá hacerle nada —le aseguró con una sonrisa.

—Haré lo que pueda —aceptó por fin—. ¿Y en cuanto a los padres de Nalbrek? —prosiguió al ver que no iba a conseguir nada más.

—Eso también es algo muy personal —comenzó Andros haciendo que él suspirase frustrado—. Pero te explicaré lo que pueda. En mi familia siempre han existido dos ramas: una a la que pertenecía la madre de Nalbrek, muy unida al clan, y luego la mía, lobos solitarios que acabábamos marchándonos y alejándonos de la manada. Bueno, más que dos ramas, sería más correcto decir que, a veces, nacía alguien como yo. Aquello no agradaba al resto de la manada, pero no me importaba y aunque al principio intentaron evitar que me marchase, cuando se descubrió que era estéril, me dejaron irme al considerarme inútil. Comencé a viajar, pasando cada vez más tiempo fuera, pero desarrollé un vínculo muy fuerte con Gerna.

—¿Gerna?

—La madre de Nalbrek. No te ha dicho su nombre— adivinó al ver su cara y cuando él negó suspiró—. Pero imagino que no me puedo quejar. Fui yo quien pasó horas insistiendo en que no dijese el nombre de su madre.

—¿En tal caso es mejor que lo mantenga en secreto?

—Hay bastantes posibilidades de que recibáis una visita incómoda si se sabe quién es la madre de Nalbrek y preferiría que esa visita nunca tenga lugar si fuese posible. No va a ser agradable.

—¿Por qué?

—Cosas de lobos —contestó haciendo un ademán para quitarle importancia—. Pero volvamos a Gerna. No nos criamos juntas, tan solo la vi en contadas ocasiones cuando pero cuando comencé a marcharme, al regresar, ella siempre quería escuchar mis historias haciendo que nos acercásemos poco a poco. Como sabrás, los lobos solitarios no son muy apreciados por la manada, y dado que nuestro alejamiento es progresivo, los primeros años pueden ser muy difíciles. Los míos fueron mucho más fáciles gracias a Gerna, ya que sabía que, al volver, habría alguien esperándome, que no me rechazaría. Creo que a ella le gustaban mis historias porque nunca se le permitió salir de la ciudad, de su casa, destinada a unirse a un alfa y tener hijos para... —se detuvo.

—¿La madre de Nalbrek tenía la misma capacidad que él?

—Sí, pero nunca la mencionó. Aquello era un tema tabú en mi familia, sobre todo cuando estaban presentes miembros sin esa capacidad como yo y, para ser sincera, en esa época prefería saber lo menos posible. Algo de lo que me arrepentí después, cuando tuve que hacerme cargo de mi sobrino. Su madre me dio algunas indicaciones, pero no pudo explicarme demasiado.

—¿Puede decirme algo más de la madre de Nalbrek?

—Que tenía más carácter del que debería y que tomó algunas decisiones equivocadas por una buena razón, pero imagino que mi sobrino no te habrá contado lo que pasó cuando nació y que querrás saberlo —añadió.

—Siento curiosidad, pero ahora que la tengo delante no sé hasta qué punto es correcto preguntar algo tan personal cuando Nalbrek no está aquí —admitió.

—Bueno, eres parte de la familia y tienes derecho a saberlo. La madre de Nal tuvo complicaciones graves durante el parto, aquello, unido a la epidemia, hizo que no sobreviviese. Nalbrek estuvo muy grave también, fue un milagro que sobreviviese y aproveché eso para traerlo aquí. Todos en el clan piensan que él murió como su madre y tantos otros bebes.

—¿Y el padre?

—Oficialmente no tiene padre. Yo sé quién es y Nalbrek también, pero creo que esta es una de esas cosas que debería decirte él. Lo siento.

—No importa. ¿Su padre sabe de su existencia?

—Su padre sí, pero solo su padre. Después de dejar a Nalbrek aquí, fui a verlo para explicarle la situación, ya que Gerna no le dijo nada a él ni a nadie. Ella quería mantenerlo en secreto de todos, solo me lo contó a mí al final, pero, cuando murió, pensé que era mejor que el padre lo supiese. Este también considero mejor ocultarlo, así que no se lo dijimos a su familia.

—Así que ni la familia de su madre ni de su padre saben de su existencia —murmuró y Andros asintió.

—La familia del padre nunca hubiese permitido que viviese de haber sabido de su existencia. En cuanto a mi familia... nacer en mi familia, sobre todo en la rama de Gerna, significa estar sujeto a muchas obligaciones y reglas. Su madre siempre soñó con ser libre, con que su hijo lo fuese y pudiese elegir su destino.

—Comprendo.

Aunque existía una imagen romántica sobre los lobos y su pertenencia a las manadas como una gran familia feliz, él sabía que aquello no era tan fácil. Traiciones y conspiraciones para llegar a ser el líder de la manada, utilizar a otros miembros del clan, sobre todo a los más fuertes o destacados, como peones sacrificables por la propia ambición era algo mucho más común de lo que querían reconocer. Había conocido a más de un lobo que huyó lejos de su clan después de perderlo todo por culpa de un alfa que se aprovechó de su posición para usarlo como escalón y subir. Gente que quería, a toda costa, evitar que sus descendientes tuviesen que pasar por eso, si es que conseguían sacarlos con vida y no se convirtieron también en parte de lo que se sacrificó por el ego de alguien. Por eso podía imaginarse lo ocurrido, sobre todo si se trataba de una familia con tradición de guerreros, pero no de líderes.

—Así que lo trajo aquí para darle la oportunidad de ser libre.

—No pude hacer nada por Gerna, así que, aunque Nal nació muy débil, decidí sacarlo de ese lugar y, una vez que sobrevivió, pensé que se merecía la oportunidad de ser algo más que una marioneta de la manada.

—Y por eso ocultó que era una mujer —adivinó y es que no era común ver a una loba solitaria.

—Sí y no. Cuando estaba alejándome de la ciudad de los lobos estaba tan preocupada por mantener a Nal vivo, por encontrar un lugar seguro donde lo aceptaran, que no pensaba en nada más. Solo iba de un lado a otro intentando mantenerme lejos de las grandes poblaciones para no dejar pistas, hablando con poca gente y siempre a distancia por temor a que contagiasen a Nal, que aún estaba demasiado débil, y cuando me di cuenta, todo el mundo parecía haber llegado a la conclusión de que era un hombre que viajaba solo, lo cual ayudó a que no me encontrasen, de manera que seguí con el engañó pidiéndole a Baem que no dijese nada sobre mí. Lo más difícil fue convencer a Nal.

—Conociéndolo, encuentro sorprendente que no lo hiciese —admitió.

—Solía ser muy obediente con respecto a los secretos, creo que de manera instintiva sabía que era algo muy importante. Lo único que me preocupaba era que te lo contase a ti. Siempre le costó mucho trabajo entender que existían cosas que no te podía contar a pesar de ser su pareja destinada.

—Pues mantuvo el secreto a la perfección —le aseguró.

—Y ahora es tu turno —lo azuzó.

—¿Mi turno?

—Yo te he contado las cosas con respecto a nuestra familia. Sé que no todo, pero espero que entiendas que la parte que falta, le corresponde hacerlo a Nal, ya que es su vida. Y a mí me gustaría saber algo más de ti y tu familia —le explicó—. He escuchado rumores, pero preferiría oírlo de ti.

—No hay mucho que contar —comenzó ya que era justo. De igual manera que él quería saber cosas de la familia de Nalbrek, era normal que su familia quisiese saber cosas de él—. Mis padres se emparejaron, pero cuando me madre quedó embarazada, resultó ser una madre sobreprotectora, por lo que mi padre acabó teniendo que marcharse ante el temor de que mi madre lo matase.

Aunque no era muy común, en algunos casos las hembras, al quedar embarazadas, se volvían muy protectoras con sus hijos no permitiendo que nadie se acercase, tan solo, hijas, madres o hermanas. Era algo que no tenía nada que ver con el tipo de animal, aunque algunas eran más propensas que otras, y su madre fue una de ellas

—Por lo que me contó mi padre y la gente del pueblo, este intentó acercarse varias veces, pero mi madre lo atacaba, así que, para evitar un accidente, mi padre se acabó marchando. Fui criado solo por mi madre sin conocer a nadie más hasta que, al cumplir los cuatro años, me encontraron herido en el bosque, cerca de la casa de mi madre. Yo no recuerdo nada y mi madre tampoco, pero, al parecer, me atacó al quedar embarazada de nuevo y yo me las arreglé para escapar o quizás solo me asustó para que me fuese, no lo sé. Buscaron a mi padre durante varios meses, pero este se había marchado años antes y dado que no tenía familia que se hiciese cargo de mí, buscaron un lugar donde me acogiesen y acabé aquí.

—¿Has vuelto a ver a tus padres?

—A mi madre no. Por lo que sé, después de marcharme yo, nació una niña que tiene su mismo problema. Ambas convivieron mientras mi madre tenía dos hijos más hasta que, cuando fue mi hermana la que se quedó embarazada, echó a mi madre y poco después esta murió por las heridas, así que no pude verla. Las siguientes dos niñas no tenían ese problema, así que fueron enviados lejos, como yo, y nunca llegué a conocerlas. En cuando a mi padre, cuando llevaba tres años aquí supo lo ocurrido y vino a buscarme, pero cuando escuché que tenía pareja y un hijo preferí quedarme aquí. Después de todo, solo era un desconocido al que nunca había visto. Me lo he encontrado varias veces en mis viajes, pero es algo incómodo para los dos. Así que mi única familia es Nalbrek —murmuró pensativo—. Es preocupante —se lamentó.

—Nal es muy leal.

—Es un lobo —asintió y es que, si algo caracterizaba a los lobos, era su lealtad.

—No es solo eso —negó—. Dau, antes de que Nal venga, ¿podría pedirte un favor?

—Si está en mi mano —aceptó.

—¿Recuerdas que te dije que la madre de Nal murió por complicaciones durante el parto que empeoraron por la epidemia? —Él asintió—. Nal, él... él siempre se ha sentido culpable por eso. Creo que el que tú le digas que no es culpa suya, lo ayudaría a aceptar lo que pasó, que él no tiene ninguna responsabilidad. Te agradecería que le ayudases a asimilar lo ocurrido, quién es. Que entienda que nada de eso fue culpa suya.

—Lo intentaré. Aunque no sé si me hará caso —añadió.

—Desde luego que lo hará. Eres su compañero destinado. Gracias por aceptar a Nal.

—No tiene por qué darlas. Mi parte animal lo aceptó, así que imagino que debo ser yo quien le dé las gracias por salvarlo.

—¿A pesar de que les dijese a todos que tú eres su pareja?

—A pesar de eso —añadió lúgubre—. Yo me haré cargo de él —le aseguró serio.

—Gracias.







Ya sabéis un poco más de Nal y de Dawi y cómo acabaron en este pueblo perdido  💖

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