La decisión

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Se dirigió con decisión a la casa de Hilmar y cuando estaba a punto de llegar, este abrió la puerta y lo miró con cara de pocos amigos bloqueándole la entrada.

—Apártate —le advirtió y Hilmar lo hizo por lo que entró en una habitación en penumbra muy similar a su propia cabaña si no fuese por el desorden y por la figura que descansaba en la cama. El humano—. Y ahora la explicación.

—No hay nada que... —comenzó, cuando la ver su expresión, se detuvo—. Es un humano.

—No me digas —le pidió con sarcasmo—. Ya sé que es un humano. Un humano que conoces lo suficiente como para traerlo aquí a pesar de saber que eso te causaría problemas con Sujan, un oso que no es famoso por su carácter tranquilo, y cuidarlo a pesar de que no sabes hacer una sopa decente. Lo cual significa que lo conoces de cuando estuviste con los humanos. Ahora los demás —exigió.

—Tienes razón, lo conocí cuando estuve con los humanos, él también vivía en la misma casa donde me encerraron, era... —comenzó cuando aquel chico gimió al despertar—. Rishi —lo llamó y al oírlo él frunció el ceño ya que "Rishi". ¿Aquel chico era el dueño del nombre que escuchó decir tantas veces a Hilmar decir en sueños? Aquello no le gustaba.

—¿Sar? —Escuchó que preguntaba el chico débil mirando alrededor cuando se detuvo al ver a Hilmar—. Sar —lo llamó al verlo levantándose de la cama, pero, al hacer aquello, lo único que consiguió fue caer al suelo al perder el conocimiento de nuevo. Al parecer los humanos eran tan débiles como se decía, pensó disgustado viendo como Hilmar lo metía en la cama.

—¿Podrías volver después? —le pidió.

—Hilmar... —comenzó, cuando se detuvo—. Está bien, volveré después —asintió saliendo disgustado transformándose en zorro antes de marcharse corriendo del pueblo y es que ¿por qué tenía Hilmar aquella expresión cuando miraba a aquel chico? Ni lo entendía, ni quería entenderlo.





Miró el suelo perdido en sus pensamientos. Habían pasado dos semanas desde que el humano llegó, tiempo suficiente como para que se recuperase y fuese capaz de empezar a moverse, lo cual planteaba un problema y por eso estaban allí. Aquel chico era un humano y, según sus leyes, deberían expulsarlo, pero Hilmar habló con Baem solicitando asilo en su nombre y asegurando que él se haría cargo de que no molestase a nadie.

Y aquella era la razón por la que estaban reunidos delante de la casa de Baem todos los habitantes del pueblo, porque debían decidir si lo permitían o no. Según la explicación de Hilmar, aquel chico no podía regresar con los suyos porque estos lo matarían, algo que planteaba la pregunta de qué delito había cometido. Que no era un delito de sangre, fue demostrado poco antes cuando, al quemar galen, las ramas sagradas, el humo no se acercó a él, dirigiéndose con su pesadez característica a los depredadores para envolverlos. Y aunque ahora todos estaban interesados en saber cuál era la razón por la que tuvo que huir a un lugar tan peligroso para los humanos, dado que todos tenían algún secreto que guardar, permanecieron en silencio hasta que Baem dio permiso para hablar, momento en el que todo se llenó de preguntas y quejas ya que nadie deseaba a alguien de su especie en el pueblo y con cada palabra, aquel humano se encogía detrás de Hilmar, el cual escuchaba todo aquello sin reaccionar.

—Si no aceptan al humano, Hilmar se irá con él —le advirtió Nalbrek a su lado.

—Lo sé —murmuró disgustado sin mirarlo. Por alguna razón, Hilmar estaba decidido a proteger a aquel humano y eso significaba que, si el humano era rechazado, Hilmar lo seguiría—. Ese chico, ¿es el destinado de Hilmar? —le preguntó y Nalbrek asintió haciendo que él chasquease la lengua, disgustado. Un humano—. Tampoco es como si creyese en lo que dices —murmuró.

—¿Entonces por qué me preguntas? —inquirió haciendo que él lo mirase antes de ignorarlo mirando hacia delante—. Ese humano es necesario para Hilmar, de igual manera que Hilmar lo es para el humano. Su unión nació hace mucho y el paso del tiempo y la distancia solo la ha fortalecido.

—Genial —murmuró.

—Todo lo contrario que la nuestra.

—Nosotros no tenemos relación —le recordó entre dientes mirándolo cuando al ver como sonreía se volvió hacia delante de nuevo. Era mejor ignorarlo. Vio como Baem se levantaba haciendo que todo quedase en silencio mientras esperaban expectantes al llegar el momento de la verdad.

—Las razones de todos han sido escuchadas y ha llegado el momento de la decisión. Que cada uno elija —anunció, por lo que se levantó sin dudar saliendo del grupo de espectadores y dirigiéndose al espacio situado delante de ellos. En medio del espacio se hallaba Baem con Aron a un lado y Sarnat al otro y, delante del trío, estaban, sentados frente a frente, Hilmar a la izquierda con el humano detrás y Sujan a la derecha. Avanzó sin dudar hasta ponerse detrás de Hilmar sentándose con las piernas cruzadas. No es que le agradase que el humano se quedase allí, pero le agradaba aún menos la perspectiva de pensar que Hilmar lo seguiría para protegerlo.

—Gracias —murmuró Hilmar—. A los dos.

—Es la primera vez que le encuentro una ventaja al hecho de que me sigas a todas partes —admitió sin volverse.

—No te preocupes, dentro de poco dejaré de seguirte yo y empezarás a seguirme tú a mí —le aseguró haciendo que él pudiese los ojos en blanco. Ahí iban de nuevo, cuando, al ver que el humano lo miraba, le enseñó los colmillos mientras gruñía haciendo que este se volviese con rapidez hacia delante mientras se pegaba más a Hilmar. Humanos, pensó despectivo chasqueando la lengua, disgustado.

Observó cómo la gente comenzaba a levantarse y a situarse bien detrás de Sujan bien detrás de Hilmar dependiendo de con quien estuviesen de acuerdo. Y más gente de la que en un principio creyó, se situó detrás de Hilmar, algo que tenía mucho que ver con su decisión y es que, si él, como su mejor amigo, apoyaba a Hilmar en su decisión, eso hacía que para los demás fuese más fácil confiar en él.

Vio como el número de personas que esperaba disminuía a medida que se decidían por una de las dos opciones hasta que, por fin, todos habían elegido.

—La decisión ha sido tomada. Se queda —anunció Baem y todos comenzaron a levantarse entre comentarios mientras el humano suspiraba de alivio. Tan teatral. Vio como Hilmar se levantaba tendiéndole la mano al humano para ayudarlo a levantarse, haciendo que él bufase cuando, al ir a levantarse, vio que Nalbrek le tendía la mano

—¿Qué haces? —le preguntó mirándolo sin entender.

—Ayudarte a levantarte —contestó Nalbrek.

—Tú eres tonto —negó con la cabeza mientras se levantaba mirándolo de arriba abajo.

—Hilmar lo hizo y el humano parecía feliz.

—Ni tú eres Hilmar, ni yo soy un inútil humano para que tengas que ayudarme a levantarme —le recordó molesto.

—No entiendo por qué a Hilmar le funcionan estas cosas y a mí no... —murmuró Nalbrek pensativo.

—Te lo acabo de decir, porque tú no eres Hilmar —le recordó cuando escuchó a alguien reírse y al mirar vio al humano que los miraba divertido hasta que se detuvo.

—Perdón, es tan solo que pensaba que hacéis muy buena pareja —se disculpó incómodo.

—Yo lo mato —decidió dirigiéndose hacia el humano.

—Estate quieto —le advirtió Nalbrek sujetándolo.

—Suéltame —exigió. Malditos lobos, ¿por qué tenían tanta fuerza?

—No hasta que te calmes.

—¿Por qué está tan molesto? —escuchó que preguntaba el humano—. ¿Acaso no son pareja?

—No.

—Sí —contestaron Nalbrek y él a la vez.

—Por más que te empeñes no somos pareja. Y suéltame.

—Es cierto que no lo somos, pero lo seremos. Y no te soltaré, no quiero que Hilmar te hiera por accidente cuando defienda al humano de ti. Así que solo puedo hacer una cosa —murmuró y lo siguiente que supo, era que se lo cargaba al hombro.

—Eres lobo muerto —le advirtió cambiando a zorro e iba a morderlo cuando este lo cogió de la nuca inmovilizándolo. Malditos instintos.

—Haz el favor de tranquilizarte— le pidió Nalbrek, cuando se detuvo poniéndose serio soltándolo y él se volvió también levantándose en su forma humana. Sujan estaba allí, delante de Hilmar y el humano y, por su cara, era evidente que no estaba de acuerdo con el resultado de la reunión.

—Vamos, humano —murmuró él cogiéndolo de la muñeca y empujándolo para ponerlo detrás—. Y no te muevas— le advirtió entre dientes y él vio como el humano asentía antes de encogerse poniéndose detrás de él. Aunque los humanos tenían fama de estúpidos, este parecía ser lo bastante inteligente como para saber que la situación no era ninguna broma.

—¿Qué quieres? —exigió Hilmar con falsa calma.

—El humano —contestó Sujan.

—El humano se queda conmigo —le recordó Hilmar erizando los pelos.

—¿Acaso crees que me importa lo que tú quieras?

—El humano se queda conmigo, el pueblo ha dado permiso —repitió Hilmar

—Tú quédate con el humano —le advirtió Nalbrek a él antes de avanzar para situarse junto a Hilmar

—Pero ¿qué...? —comenzó cuando chasqueó la lengua disgustado y es que Nalbrek tenía razón. Un zorro no era rival para un oso, pero Sujan tenía amigos, amigos que podían aprovechar la confusión para intentar llevarse al humano y contra estos, él sí que podía hacer algo, pensó mirando al hurón y a la ardilla que no perdían a su presa de vista—. No te alejes de mí humano, sino quieres conocer a Sujan y sus garras más de cerca —le advirtió y este se acercó a él. Sí, era listo, pensó disgustado.

—No me importa lo que el pueblo haya dicho, el humano es mío –replicó Sujan transformándose en un enorme oso pardo de más de dos metros de alto que se irguió sobre sus patas traseras haciendo que los que quedaban en la plaza huyesen y es que todos sabían que no existía nada más peligroso que un oso furioso.

—Inténtalo —lo retó Hilmar transformándose en un lobo negro que gruñó mostrando sus colmillos amenazador y Nalbrek lo imitó cambiando a un lobo de pelaje castaño.

—Tengo que darle las gracias —murmuró y es que, gracias a Nalbrek, Hilmar tenía una oportunidad.

—De nada —escuchó que decía Nalbrek en su cabeza. Se le había olvidado que aquel lobo tenía muy buen oído. Y él también, pensó cuando escuchó algo acercándose, por lo que se transformó en zorro interponiéndose.

—Hola, Norhu, ¿quieres jugar? —le preguntó mostrándole los colmillos y este se transformó en hurón.

—Claro, zorrito —asintió dispuesto a saltar sobre él.

—Basta —resonó la voz de Baem en su cabeza haciendo que se congelase en el sitio y no fue el único, volviéndose todos hacia el impresionante oso que se alzaba en medio de la plaza. Incluso el humano se volvió hacia allí a pesar de que no podía oír la "voz" de Baem—. ¿Qué creéis que estáis haciendo? Las peleas con forma de animal están prohibidas en este pueblo —les advirtió haciendo que todos bajasen las orejas guardando las colas inconscientemente—. Sujan, tú pediste esta reunión. Yo te la di y este es el resultado. El pueblo habló y tú tienes que aceptarlo —le advirtió con dureza cuando se detuvo—. Entiendo lo que sientes por los humanos —comenzó de nuevo más suave—. Pero tienes que comprender que no puedes pasarte el resto de tu vida culpando a cualquier humano que encuentres de algo que pasó hace tanto.

—Pero los humanos, ellos... —comenzó Sujan.

—Lo sé. Pero este humano era un niño cuando eso pasó. No puedes matarlo por algo en lo que no tuvo nada que ver. Tienes que empezar a aceptarlo y esta ocasión es tan buena como cualquiera.

—No, nunca lo haré —se negó marchándose corriendo.

—Y en cuanto a vosotros... —comenzó volviéndose hacia ellos.

—Lo sentimos —dijeron los tres a la vez bajando aún más la cabeza.

—Entiendo que os sintieseis amenazados, pero cambiar a vuestra forma animal solo empora las cosas, ya deberíais saberlo —les recordó.

—Lo sentimos —repitieron los tres con la cabeza baja.

—Regresad a vuestra forma humana y marchaos —les advirtió Baem severo regresando a su forma humana y ellos obedecieron. Se dirigió a sus pantalones poniéndoselos cuando vio al humano correr hacia Hilmar para abrazarse a él.

—Esta noche, déjame dormir en tu casa —le pidió Nalbrek acercándose.

—No —lo rechazó.

—¿Por qué no? —le preguntó poniéndose los pantalones también.

—Porque no —repitió—. Vete a tu casa.

—Es tarde, prefiero dormir aquí y regresar mañana.

—¿Y por qué tiene que ser en mi casa?

—Porque después de lo ocurrido hoy con Sujan, nadie querrá invitarme para evitarse problemas, así que solo quedas tú.

—¿Y Hilmar?

—¿Hilmar? —le preguntó señalando a la pareja que hablaba en una actitud algo más que sospechosa—. Ni se te ocurra —le advirtió sujetándolo cuando iba a ir a separar a aquellos dos.

—Suéltame —le advirtió.

—Muy bien, si es lo que quieres, seguiremos donde lo dejamos —asintió Nalbrek cargándoselo al hombro de nuevo.

—¿Qué te crees que haces? —exigió mientras Nalbrek se dirigía a su casa.

—Ir a tu casa para dormir, y te advierto que, si te conviertes en zorro, te volveré a coger de la nuca y llevarte como a las crías.

—¿Sabes? Haciendo esto, no vas a conseguir que te admita como pareja —le advirtió.

—No te preocupes, estamos destinados —negó haciendo que él suspirase cuando al ver su espalda, lo mordió—. Los dientes humanos no me hacen nada, pero si quieres ir acostumbrándote a mi olor, no me importa, puedes seguir. —Al oírlo chasqueó la lengua, disgustado ya que era cierto, ahora toda la boca y la nariz olía a Nalbrek.

—¿Estás seguro de que no son pareja? —escuchó que le preguntaba el humano a Hilmar.

—No lo somos —le gritó molesto—. Solo está loco.

—Yo no estoy loco —negó Nalbrek.

—¿Cómo ha podido oírme? —le preguntó el humano a Hilmar sorprendido.

—Porque tiene muy bien oído —contestó Hilmar.

—Desde luego que lo tengo, no soy sordo, así que dejad de hablar de mí —les advirtió.

—Es muy gracioso —escuchó que decía cuando, al ver como lo miraba, se tapó la boca.

—Vamos —lo sujetó Nalbrek cuando iba a bajarse mientras avanzaba por el pueblo.





Corrió rápido detrás de los conejos, cada vez más. Aquel olor... sin duda serían muy sabrosos. Sintió como la boca se le hacía agua mientras seguía corriendo cuando cayó al suelo comenzando a reírse mientras se tumbaba bocarriba viendo el cielo azul. Cerró los ojos suspirando mientras disfrutaba de la tranquilidad cuando sintió una opresión en el pecho, al principio ligera, imperceptible, pero la sensación comenzó a hacerse cada vez más y más fuerte. Intentó abrir los ojos, moverse, pero no podía, era como si algo lo estuviese sujetando, luchó con más fuerza hasta que, por fin, consiguió abrir los ojos encontrándose con el techo de su cabaña. Por un momento lo miró desorientado hasta que se dio cuenta de que aquello había sido un sueño y, al mirar, vio la razón de aquel sueño tan extraño.

—Quítate de encima, lobo estúpido —exigió empujándolo y es que Nalbrek no solo se había convertido en lobo, sino que estaba durmiendo con la cabeza y las patas delanteras sobre él, por lo que no se podía mover.

—Eres demasiado escandaloso por la mañana— le advirtió Nalbrek abriendo un ojo para mirarlo.

—Eso es porque no me dejas respirar —replicó intentando quitárselo de encima.

—Entendido —murmuró incorporándose mientras se transformaba en humano tumbándose a su lado boca arriba.

—Lo has dejado todo lleno de pelos —lo acusó.

—Cuanto antes te acostumbres a ese tipo de cosas, mejor —le advirtió haciendo que él lo mirase con cara poco amigable, cuando se detuvo.

—¿Por qué otra vez estás duro? —comenzó molesto cuando suspiró—. No deberías haberte transformado en humano —se lamentó—. En realidad, no debería haberte dejado dormir aquí.

—Ya te dije la última vez que esto es una reacción...

—No me interesa —zanjó tumbándose dándole la espalda. Al menos podría esperar a que fuese de día para hacerle empezar mal la mañana.

—¿Es eso una invitación?

—Hazme un favor. Muérete.

—No antes de que te marque.

—Pues entones tendrás una vida muy larga.

—Si es a tu lado, no me importa lo larga que sea —contestóNalbrek y él, como respuesta, se tapó con la manta hasta la cabeza. Aquella no era forma de empezar el día.





CC, CC, hay un agujero de guion en tu historia. Dices que los personajes se quitan la ropa cuando se transforman en animales para no romperla, pero en la escena de hoy no lo hacen.

Bueno, en realidad no es un agujero de guion 😎 Cuando los cambiantes cuya forma animal es más pequeña que la humana sienten que pueden estar en una situación peligrosa, solo se pondrán los pantalones, así, cuando cambian, estos caen de manera natural. Por eso Dawi, Hilmar y Nalbrek solo se los ponen, no se los quitan. En cuanto a Sujan... Bueno, Sujan necesitará pantalones nuevos, pero está demasiado enojado como para que le preocupe  🤔 Y aquí acaba la clase para cambiantes y amigos de los cambiantes sobre como conseguir que la ropa dure más tiempo 💖Ah, y si os preguntáis por qué no van sin ropa desde el principio, eso sería una declaración de que solo van a buscar pelea y Baem los hubiese echado a patadas 😅

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