CAPÍTULO 82 Instinto

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Porque mi libro es más importante que mi vida, ¿Eh...?

No, quise decir que, en cierta forma, es lo único que me queda, más o menos.

Pero no me hagas caso, todo el mundo está aquí por el capítulo y aquí va.

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Narra Kenny

Por más que lo intente, por más que me esfuerze, no puedo hacer que todo lo que pasó tras eso llegue a mí, el tiempo lo hizo imposible pero lo poco que si recuerdo es suficiente para mí, lo suficiente para no recordar el dolor que sentí al haber visto a mi amigo por última vez sin que yo lo supiera.

Mary:Yo si puedo recordarlo Kenny, estuve allí, te veías tan indefenso... yo te cargué en mis brazos, yo te salvé y te hice mi hijo... y hermano de Sinec.

Narra Mary

Yo tenía un hijo, lo consideraba un hijo, un hermoso niño de tres años que nombré como Sinec, siempre lo fue todo para mí, tenía una familia, yo, Sinec y mi esposo, era feliz con ellos, pero a mis padres no les gustaba que yo esté con quien amaba, no les agradaba la idea de que me fuera a Hidren Laitons.

Ya habíamos planeado mudarnos a Hidren Laitons, un día antes de que pasara todo lo relacionado con Kenny, mis padres me pidieron por última vez que reconsidere mi, según ellos, inmaduro plan, dijeron que mi hijo y yo no tendríamos un buen futuro con mi esposo, pero me negué, habíamos planeado y puesto en marcha tantas cosas que parar era imposible.
No tuve más opción que despedirme, ellos lo aceptaron con algo de dificultad, deseándome todo lo mejor, yo estaba triste, me sentía mal al abandonar la ciudad en la que crecí, por no poder volver a ver a mis padres dentro de mucho tiempo y también estaba insegura por varias cosas, pero ver a mi hijo y a mi esposo, fue suficiente para continuar.

Salimos de noche, mi marido estacionó su auto en una gasolinera para el gran viaje que nos esperaba, Sinec se quedó con él porque así lo quiso y mientras tanto, yo salí a caminar hasta donde alcanzara llegar por ser el último día que estaría en mi ciudad natal, el último lugar al que pude llegar fue a la parte trasera de un orfanato.
La noche era silenciosa y lo único que oía eran mis pasos en el suelo cubierto de pasto... hasta que contemplé algo que me sorprendió tanto como me asustó, un Torchic malherido estaba en el suelo y muy cerca de él, un Sceptile que inspiraba terror únicamente con la mirada, en ese instante, mi corazón se aceleró drásticamente, mi mente me decía que corriera lo más rápido que podría... pero mi estado de mujer como madre me gritaba que lo ayudará, entré en conflicto, ya no por qué haría, sino por cómo lo haría, en un intento desesperado de ayuda, casi revelé mi presencia, pudo haberme costado la vida, pero lo oportuno se hizo presente, recordé que tenía algo en mi bolso, algo que mi esposo siempre insistía en que la llevara y que me serviría en aquella situación tan horrorosa, una Pokebola.

El miedo era cada vez mayor y la desesperación me invadía cada vez más, todo lo que sentía hacía que temblara y que se hiciera más difícil hasta utilizar mis manos para ayudar a ese niño indefenso pero pude controlarme y concentrarme lo mejor que podía para arrojarle tal esfera.
Aún me sentía con un gran nerviosismo por si es que fallaba, no solo delataría mi posición, sino también empeoraría la situación, pero no debía pensar en eso, solo tenía que hacerlo, di un último suspiro y arrojé el objeto con todas mis fuerzas hacia el Sceptile, recé por que haya acertado, mi corazón no hacía otra cosa más que acelerarse pero el alivio fue sublime en cuanto vi que efectivamente sí pude contenerlo, instantáneamente después de comprobar eso con la mirada, corrí hacia el niño que visualmente parecía estar inconsciente salvo por la respiración entrecortada que daba, lo levanté suavemente y con mucho cuidado para no lastimarlo ya que estaba herido y una vez que lo sostuve bien, comencé a correr con todas mis fuerzas sin ver hacia atrás, en ese momento la paranoia me hizo su presa, de solo pensar en que el Sceptile podría estar persiguiéndome con malas intenciones me hacía entrar en pánico, acelerando el paso y pensando en lo peor a la vez que corría pero eso también hacía que aumentara la velocidad.

Después de correr por unos minutos que parecieron horas por el miedo, al fin pude llegar a la gasolinera y mientras más me acercaba, más rápido corría, al verme, mi esposo se asustó y más al darse cuenta de lo que tenía en brazos.

Mary:¡Abre el auto!

Él no entendía porque traía a un Pokémon en brazos pero aún con sus dudas, fue deprisa a abrir la puerta del auto para mí.
Antes de entrar al auto, vi una última vez hacia atrás para asegurarme si es que el Pokémon que atacó al Torchic me seguía pero por fortuna, no vi nada más que oscuridad en alguna partes de la calle.
Entré al asiento que estaba a lado del conductor y mientras lo hacía, le pedí a mi marido lo que se esperaría.

Mary:¡Enciende el auto! ¡Ahora! ¡Conduce!

Él aún mantenía su cara de sorpresa y confusión, pero Jerry hizo lo que le pedí con toda velocidad.

Jerry:¿Adónde? ¿A qué lugar?

Mary:¡A un centro médico! ¡A un hospital o lo que sea!

Jerry:No te preocupes, solucionaremos esto nosotros, no se ve tan grave... espero.

Como estaba tan desesperada por la situación y con otro miedo igual o mayor, vi al asiento trasero para confirmar algo... y por suerte si, mi hijo estaba dormido sobre el asiento pero mis gritos lo despertaron, se levantaba frotándose los ojos y me buscaba hasta que me vió con el Torchic en mi regazo, el cual estaba inconsciente y eso aumentaba mi desesperación.

Sinec:¿Quién es él, mamá? ¿Por qué está herido?

Mary:No te preocupes hijo, lo llevaremos a un lugar donde pueda recuperarse, acelera Jerry.

Jerry:Estoy al límite de la velocidad permitida, hago lo que puedo.

Me rompía el corazón ver como ese pequeño niño respiraba con dificultad y mucho esfuerzo, lo único que deseaba en ese momento era ayudarlo pero no podía hacer más de lo que ya hice, otra razón para sentirme totalmente impotente, tanto que aquello no tardó en manifestarse en forma de unas lágrimas que salían poco a poco.

Acaricié suave y cuidadosamente al niño, pensaba que eso me calmaría al menos un poco, quizá sentir como mi mano rozaba su cuerpo plumoso me daría algo se alivio, tal vez, solo tal vez...

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