[9] Esto Apesta

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Maratón 2/3

Barney's POV

Después de unas semanas, Lauren se recuperó y regresó a su apartamento. No la había visto en un tiempo... Realmente debería llamarla... Me senté en el bar con Ted, mientras me contaba la historia de que no fue a su habitación para conseguir un cupón de pizza porque estaba demasiado lejos.

— Acabé comiéndome la pizza entera. Me desperté sudoroso y grasiento. Mis sábanas parecían las pringosas tapas de un sándwich — me reí, tomando un trago de mi bebida — Debería apuntarme en un gimnasio. ¿Tú vas a alguno?

— Voy al Total Rip Fitness, pero no hago ejercicio — le conté.

— ¿Qué haces entonces?

— Invierto — Ted frunció sus cejas hacia mí — Vamos, te lo mostraré.

— Oh, ahí va una de mis inversiones. Cheryl, el trabajo está dando su frutos. Sigue por ese camino — llamé, aplaudí y le enseñé los dos pulgares.

— ¿Tus inversiones son mujeres?

— Sí. Mujeres que... ¿Cómo expresarlo de una manera delicada? — pregunté y me llevé una mano a la barbilla — Son focas. Así que vengo aquí, y les dedico toda mi atención. Y luego, cuando estén buenas, ¿quién crees que será el primer tío al que acudirán? Aquel que invirtió en ellas cuando no lo estaban.

— Vaya. No sé si sentirme profundamente asqueado, o realmente impresionado — me dijo Ted.

— No todas las inversiones producen dividendos. ¿Ves a aquella chica de la máquina expendedora, Tanya? Está a un Kit Kat de convertirse en un bono basura. 

— ¿Quién es esa? — señaló a una morena corriendo en una cinta de correr. Su espalda daba para nosotros, pero su cuerpo...

— Ni idea. Nunca la había visto antes... pero pienso averiguarlo — se detuvo, bajando y agarrando una toalla, limpiándose el cuello antes de dar la vuelta para revelar una cara bastante familiar.

— ¿Barney? ¿Ted? ¿Qué hacéis aquí? — preguntó Lauren, apretando su coleta alta. Pero, ¿qué estaba haciendo? ¿Por qué estaba espiando a esas mujeres cuando esta estaba justo delante de mí?

— Barney me estaba explicando su-

— ...interés para empezar a entrenar aquí — lo interrumpí. Él me dio una mirada extraña — Sí, Ted y yo estábamos buscando algunos gimnasios.

— Hola, Barney — dijo Becky, saludándome. Como si estuviera al mando, le respondí.

— Hola, Becky. Esa cinta te está dando resultado. Buen trabajo — me congelé, dándome cuenta de lo que acaba de pasar, volviendo para mirar a Lauren, quien alzó una ceja.

— Sí... suena como si el gimnasio no era todo lo que estabas buscando. Pero si realmente están buscando un gimnasio, acabo de empezar a venir aquí, y es bastante bueno. Os lo recomiendo mucho.

Cuando me presenté en Total Rip Fitness a la mañana siguiente, vi un montón de caras familiares. Barney, Lily, Marshall... Ted y Robin...

Estaba mejorando. Seguía enfadada con ellos, pero ya no estaba triste. Quiero decir, Ted y yo no estuvimos juntos tanto tiempo.

— Hola chicas — saludé. Robin y Lily estaban estirando mientras Ted y Barney estaban cerca. Barney no llevaba ropa de ejercicio, lo que no me sorprendió en lo más mínimo.

— Oh, hola Lauren — saludaron ambas.

— Ah, me encanta esto. Somos simplemente mujeres normales que quieren ponerse en forma. No necesito estar maquillada, ni peinada, ni ir a la última moda.

— Sí, este sitio es genial. Hemos quedado aquí con nuestra amiga Robin. Espero que no la odiéis. Está bastante buena — dijo Ted acercándose hacia nosotras y me reí.

— Cállate. Lily, dile que se calle.

— Disculpa, celadora lesbiana, ¿nos conocemos de algo? — señalándose a sí misma y luego a Robin. 

— ¿Lauren? ¿Tú lo entiendes? — dijo Robin señalando un programa de ejercicios — Vienes aquí.

— Oh, escuché sobre ese programa de ejercicios para indigentes. Realmente eres valiente — dije, sonriendo. Todos nos reímos, incluyendo Robin. Esto era bueno. Todo era normal... espero. Barney se acercó.

— Ted, Lily, hola Lauren. Ah, hola tío. me llamo Barney — me reí.

— Bueno, los veré más tarde, ¿de acuerdo? — caminé hacia la elíptica, la encendí y me puse mis auriculares. 

Después de unos veinte minutos, Barney apareció frente a mí, agitando una mano frente a mi cara. Me detuve, quitándome los auriculares.

— Realmente te concentras cuando haces ejercicio, ¿eh? — preguntó él — He estado tratando de llamar tu atención durante unos diez minutos.

— Lo siento. No podía oírte. Tenía los auriculares puestos.

— Sí, ya... Lo entiendo... Eh, sí, s-solo venía a.. A-Adiós — dijo con rapidez, tartamudeando un poco y luego se fue corriendo. Yo fruncí mis cejas.

— Em... ¿vale?

Barney's POV

¡Qué te pasa, hombre! ¡Mantén la calma! Has estado y hablado con incontables chicas. ¿Por qué es tan difícil? Solo necesitaba olvidarme de ella... ¿Qué mejor manera de hacerlo que estar rodeado de cientos de tías buenas?

Había conseguido tres entradas para Ted, Marshall y yo para ir a la fiesta privada tras el desfile de lencería de Victoria's Secret. Desde que se quedó en mi apartamento, no podía sacar a Lauren de mi cabeza. No podía mirar a las mujeres de la misma manera... ¡¿Por qué me pasa esto?! Ted y yo caminamos hacia un par de modelos en el bar de la fiesta.

— Modelo. Modelo.

— Eh... ¿Hola? — dijo una de ellas.

— Lo sé, ¿vale? Esta fiesta es legen... espera... — ¿qué? ¿Qué viene después de eso? Legen... ¡Lo he dicho miles veces!

— Emm, ¿cuánto más tenemos que esperar? — dijo la Australiana.

— Creo que le está dando un infarto — explicó la otra, arrastrando a su amiga lejos de nosotros. Me apoyé en el bar.

— Oh, ¡¿Qué es lo que me pasa?!

— No lo sé — dijo Ted, tan confundido como yo.

— Espera, espera, espera. ¿No creerás que me ha dado un yuyu? — pregunté.

— No, no, relájate.

— Oh, no. No puede darme un yuyu, no puede darme un yuyu. ¡Aquí no! ¡Ahora no! ¡Soy yo Barney! ¡Barney! — me abofeteé en la cara — ¡Heidi Klum! Es perfecto. Puedo hacerlo, puedo hacerlo — me dirigí a ella, apartando con quién estaba hablando.

— Heidi Klum, soy Barney.

— Hola, Barney. Encantada de conocerte — nos dimos la mano.

— Tía buena, tía buena, tía buena, tía buena — puse mi cabeza en la mesa junto a la de ella.

— No sé lo que me pasa. No puedo pensar directamente alrededor de una chica debido a... ella.

— ¿Ella? ¿Quién? — preguntó Ted.

— Oh... Sé lo que te pasa. Estás enamorado — dijo Heidi — Ni siquiera puedes pensar en otra mujer, ¿verdad? — agité la cabeza.

— ¿Quién? — repitió Ted.

— ¡Lauren! — solté y él levantó sus cejas — No puedo sacarla de mi cabeza, y cuando estoy cerca de ella yo sólo... me convierto en un idiota, y cuando no está cerca, me gustaría, no, necesito y deseo que esté a mi lado...

— Espera... ¿estás enamorado de Lauren? ¿Cuándo pasó?

— No puedo.. ni siquiera señalar un cierto momento cuando pasó. Creo que fue cuando... la conocí. Luego llegué a conocerla mejor, y ahora sólo quiero llegar a conocerla aún más.

— ¿Puedo darte un consejo? — preguntó Ted.

— ¿Eres realmente la mejor persona para pedir un consejo sobre Lauren?

— Vale... me lo merecía. Pero... Barney... se amigo de ella primero. Para llegar a conocerla aún más antes de hacer nada, ¿de acuerdo?

— ¿Por qué , de todas las personas, me estás dando este consejo?

— Porque... si es la primera vez que te has enamorado...

— ¿Me estás diciendo lo contrario de lo que harías tú? — le pregunté. Puso los ojos en blanco.

— Barney... pregúntate a ti mismo, ¿te gusta lo suficiente esta chica como para no arruinarlo?

— No sé... ¿quizás? ¿Eso creo?

— Barney — dijo Ted, escéptico. Suspiré.

— Bien... sí.

— Sí...

— Sí, me gusta esta chica lo suficiente como para no arruinarlo, ¡¿vale?! — dije exasperado — Es que... no lo entiendo. He estado con miles de mujeres... ¿Qué tiene este que me confunde?

— Así aparece el amor para ti, Barney — dijo, dándome palmadas en la espalda — Esto apesta.

Fue entonces cuando sonó mi teléfono.

— ¿Hola?

Barney, hola — sonreí al oír su voz.

— ¡Hola!

¿Estás ocupado ahora mismo? — preguntó ella.

— No, no estoy ocupado. ¿Por qué?

— Bueno, estaba pensando, han pasado ya unos meses desde todo el asunto de Ted. Creo que es hora de que vuelva a salir por ahí. Y me vendría bien un compañero — fijé mi mirada en Ted.

— Ve, sé su amigo — susurró.

— Sí, claro, dalo por hecho.

— Bien, nos vemos en Mclaren's en unos... ¿veinte minutos? — asentí, aunque ella no me podía ver.

— Sí, suena como un plan... hasta luego — colgué, mirando a Ted.

— ¿Y?

— Tienes razón — le dije — Esto apesta.

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