🎪Circo 11🎪

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Un sollozo... quizá dos, quizá tres; si es sincero consigo mismo, le ha perdido la cuenta desde hace rato. Sus ojos permanecen cerrados y su cuerpo mojado en sus propias lágrimas le recuerdan la miseria en la que se está revolcando.

Hay oscuridad, mucha oscuridad; los lamentos ocultos bajo el manto negro del maldito verdugo acompañan su desdicha, encargándose de quebrantar las pocas fuerzas que le quedan, dejando un hueco moldeable y vacío, perfecto para sus planes macabros de revivir aquella maldición en el mundo de los vivos.

A la lejanía puede escuchar los gritos de agonía de cada una de las víctimas que aquel ser ha consumido. Un pozo profundo de maldad, un abismo insaciable de inocencia, la cual queda marchita cuando es tocada por sus manos, revelando una maldita esencia que refleja cada pecado.

Sus fuerzas casi han desaparecido, su cuerpo tumbado en el frío lodo se mantiene sumiso; no hay movimiento, no hay convicción; tan solo existe la resignación perpetua de la pérdida de su vigor.

¿Hasta cuando seguirá ahí? No sabe el tiempo exacto que lleva envuelto en aquel pantano apestoso de muerte, como tampoco es conocedor de todas las veces que ha intentado levantarse; en su mente nublada por la desdicha vive perenne la pérdida de la luz envolvente, que se disuelve a medida que su mente recrea aquel espectáculo maldito que dañó a tantas vidas inocentes.

Sus oídos sangran por el dolor inminente que siempre le provoca escuchar los gritos de terror de todas las almas encerradas en aquel vacío; cree recordar a alguna, pero luego su mente débil por la maldad olvida todo rastro de humanidad, dejando el sentir por el dolor ajeno y transformándolo en una pecaminosa dicha perturbadora por el lamento final.

La presentación maldita se repite en su mente a cada minuto y segundo; se extiende y cubre cada milímetro de ella como un potente y mortífero veneno, el cual ha sido creado exclusivamente para crear maldad.

Cada cántico y danza perpetrada es una lucha constante que tiene que superar; la imagen de aquel demonio ha invadido cada fibra de su cordura, encargándose de eliminar todo pensamiento sano y justo; convirtiendo aquel cuenco moldeable en una sucia marioneta que servirá como fiel esclavo para su próximo espectáculo.

¡Maldita peste que lo consume! El veneno abrazador lo mantiene moribundo; aquel ser que vive en las sombras se alimenta de su esencia volviéndolo miserable; revolcándose en el inmundo fango como una apestosa alimaña sin valor alguno, sirviendo de cautivo en el maldito inframundo.

Hay una salida y él lo sabe; las consecuencias de su esperanza las paga con sangre, el tributo al maldito es cobrado con el carmín de la rosa que nace bajo el telón y las luces del circo para inocentes infantes, con una única salida que no sabe si tomar de aquel sufrimiento incesante.

Un llamado en aquel trozo de mente que aún no sucumbe resuena; esa pequeña parte de su mente le recuerda que existe una razón para no dejarse dominar. Sí, la sombra es tentadora y quiere hacerle caer, pero lo único bueno que posee y de lo que no lo han podido desprender lo convierte en una víctima difícil de convencer.

Siente amor; el sentimiento casi ha quedado desprendido de su ser, más persiste el leve cosquilleo que le hace reconocer el leve brillo que parpadea débil e insistente en aquel mundo oscuro, haciéndole increíblemente posible saber el llamado de aquella promesa rebosante de entrega.

El amor de aquella alma gemela es la soga que le es otorgada para salir de aquel pantano oscuro; sus manos débiles y temblorosas se aferran a ella, con fuerza la sostiene y las esperanzas del recuerdo de aquel amor lo impulsan a subir; dejando atrás toda aquella desdicha que tan placentera se estaba volviendo para él.

El veneno aún corre por sus venas. Está ahí, trabajando silenciosamente y a la espera; pero, hay algo que ha cambiado y que ha sido el motivo de furia del demonio encarnado.

Recuerda quien es; recuerda su nombre y de donde viene, así como también vienen a él los recuerdos de un maravilloso hombre que lo ha estado anhelando en sus noches de tormento.

Kim SeokJin, ese es su nombre; un alma medianamente fragmentada que está a punto de volver a donde pertenece.

—¿Te sientes bien? —la pregunta del alfa logró desconcertarlo.

—Lo estoy —respondió con una sonrisa cansada.

Llevaban un par de horas en la búsqueda del omega Kim y no habían tenido resultados alentadores; Jimin se sentía cansado y quería parar, pero sabía que aquella petición sería egoísta, ya que cada segundo en circunstancias como aquella valían oro. Solo esperaba que el equipo que lideraba su esposo tuviera mejor suerte.

Namjoon frunció el ceño. —No pareces bien —observó—; estás sangrando.

El omega llevó una de sus manos al punto que indicaba el alfa; hizo una mueca cuando se dio cuenta que nuevamente su nariz estaba sangrando, expulsando un quejido quedito cuando la primera punzada de dolor azotó su cabeza.

Chanyeol, al ver el estado de su hermano corrió rápidamente hacia él. —¡Jimin!

—Por favor, no grites —pidió el rubio, con ambas manos sosteniendo su cabeza. Se sentía mareado, y sabía que solo era cuestión de tiempo para desvanecerse por completo.

—Deberíamos parar y pedir ayuda —propuso Chanyeol con desesperación, su hermano no lucía bien.

Namjoon asintió al ver el estado del omega. —Le comunicaré a Hoseok.

—N-no —ambos alfas observaron al menor con una mueca llena de confusión—. J-jinnie está en peligro, d-debemos seguir...

El peligris suspiró. —Aprecio mucho tu preocupación por encontrar a mi esposo, pero en estos momentos no te encuentras en las mejores condiciones para continuar con la búsqueda.

—Puedo hacerlo —aseguró con terquedad—. Tan solo denme un minuto, prometo que estaré bien.

Los mayores asintieron con renuencia, Jimin agradeció con una sonrisa cansada y aprovechó aquel minuto para tomar lentas y profundas respiraciones; poco a poco fue recuperando un poco de su fuerza, y cuando se sintió listo se reincorporó y siguió caminando.

—Insisto en que deberías descansar —la voz de su hermano se escuchó clara a sus espaldas.

—Lo haré cuando encontremos a SeokJin.

Chanyeol calló el comentario que su lengua quería soltar por respeto al otro alfa.

Siguieron caminando en silencio, cada uno estaba concentrado en revisar bien el terreno y no dejar pasar por alto cada detalle. Al cabo de largos minutos, se encontraron con el grupo que Yoongi lideraba, sintiéndose inquietos al corroborar que todos seguían un mismo camino y rastro.

El pelinegro sonrió con dulzura al ver a su esposo, sonrisa que desapareció cuando observó mejor su rostro, descubriendo el abundante sudor que lo cubría y la palidez no característica que pintaba sus facciones.

—Cariño, ¿Qué sucede? —preguntó con preocupación.

Jimin sonrió, recibiendo gustoso el beso amoroso que su alfa dejó en su frente. —Es solo cansancio, alfa —aseguró con tranquilidad—. No te preocupes.

Jungkook se abrió espacio entre la pareja, ronroneando quedito al sentir el aroma de Jimin. Había extrañado mucho a su padre omega, y tan solo habían pasado pocas horas desde que se separaron.

—Dulce —susurró entre sus ronroneos, provocando una tenue risa en los mayores.

—Dime que encontraron algo —suplicó Jimin a su esposo, con su rostro oculto en el cuello de éste.

El largo suspiro que expulsó Yoongi lo desanimó por completo. —Encontramos una prenda de SeokJin; con ayuda de Jungkook pudimos rastrear un poco el aroma del omega y nos guio hasta aquí —informó, retomando la caminata junto a los demás—. Esperamos encontrarlo en los próximos cincuenta metros —el tono de la voz del alfa bajaba gradualmente—. Si en la próxima hora no obtenemos resultados, me temo que esta búsqueda será en vano.

A Jimin se le estrujó el corazón al oír aquello; negó con la cabeza mientras en su mente rogaba por encontrar al omega. SeokJin, a pesar de haberlo conocido por poco tiempo le creó gran afecto, ya que el mayor había sido una de las pocas personas que había logrado comprenderlo a la perfección.

En la mente del rubio diferentes escenarios se creaban, cada uno más desalentador que el otro. Sabía que iba caminando a ciegas, el aroma del omega no era esperanza para él, y en aquel momento de incertidumbre era donde se volvía a preguntar si realmente estaba listo para dar frente a todo lo que le esperaba.

Porque si de algo estaba seguro, era de que todo aquello era tan solo el comienzo.

—¡Ahí está! —el grito de Hoseok sobresaltó a todo el equipo.

Aturdidos, observaron el lugar que el alfa apuntaba con insistencia, notando a la lejanía un cuerpo tirado boca abajo en el pasto seco.

—¡SeokJin! —gritó esta vez Namjoon, mientras corría con prisa hasta llegar donde su amado.

El alfa peligris fue rápidamente seguido por el resto del equipo, quienes con los corazones latiendo desenfrenados y llenos de temor alcanzaron llegar al lugar donde el cuerpo del omega perdido estaba tirado, sin rastros de tener vida.

El moreno cayó de rodillas al suelo, de sus ojos nacían abundantes lágrimas que eran derramadas con insistencia al ver el estado en el que su omega estaba. Sus manos temblaban por querer tocarlo, más tenía miedo de voltear el cuerpo y encontrar algo doloroso y difícil de soportar del otro lado.

—Déjame ayudarte —ofreció Yoongi, al saber que Namjoon no podría enfrentarlo solo.

El moreno asintió y con ayuda del pelinegro voltearon el cuerpo inerte, provocando un grito desgarrador y lleno de dolor en el alfa peligris, donde el lamento de su lobo herido estremeció a todos los presentes.

El cuerpo de SeokJin estaba lleno de moretones y cicatrices de mordidas; sangre seca cubría su boca, nariz, oídos y ojos; y su piel tenía un aspecto grisáceo y enfermo. Los latidos en su corazón eran inexistentes y su mirada, carente de brillo estaba puesta en la nada, siendo dolorosamente inalcanzable.

Namjoon tomó el cuerpo de su esposo y lo estrechó fuertemente entre sus brazos, las tibias lágrimas que derramaba el alfa cubrían las congeladas facciones del omega, mientras susurraba miles de veces el nombre de su amado en lamentos entrecortados de dolor.

—J-jinnie... v-vuelve c-conmigo a-amor...

Todo el equipo guardó silencio porque sabían que justamente aquello era lo que el alfa necesitaba. El dolor los había afectado, y sentían aquel inminente vacío que solo una pérdida humana era capaz de provocar.

—Namjoon Hyung —el llamado quedito del omega Min le hizo voltear—. Él no ha muerto.

Todas las miradas viajaron hacia Jimin.

—¿Qué dices, amor? —inquirió Yoongi con confusión—. Tan solo mira su estado.

—Lo veo —respondió Jimin, su mirada seguía fija en el cuerpo tendido—. Y es por eso que les digo que no está muerto.

Una pequeña esperanza nació en el interior de Namjoon, su lobo y él mismo queriendo creer las palabras del menor.

—Entonces, ¿Qué tiene? —preguntó Hoseok, más confundido que nunca.

La mirada de Jimin adquirió profundidad. —Está envenenado —aseguró, llegando a sorprender a los demás—. Por eso luce tan mal, fue mordido por un maldito demonio.

—¿Puedes ayudarlo? —Preguntó Namjoon con súplica, mientras sus brazos aferraban el cuerpo frío de su omega.

El menor asintió, provocando que el agarre que su alfa mantenía en su cintura se fortaleciera.

—¿Estarás bien? —preguntó Yoongi con inquietud, negándose a soltar a su omega.

Jimin sonrió. —Estaré bien, sé que hacer.

El pelinegro lo soltó a regañadientes; no estaba de acuerdo con la decisión que había tomado su esposo, pero sabía que Jimin era la única esperanza con la que SeokJin contaba.

El omega se puso de rodillas al lado derecho del cuerpo, frente a él tenía a un alfa destrozado pero que guardaba una pequeña esperanza; una que caía sobre él y la cual le daba el impulso suficiente para no fallar.

—No importa lo que vea o escuche, por favor no intervenga —pidió el omega observando directamente a los ojos del alfa.

Namjoon asintió sin dudar, estaba dispuesto a hacer lo que fuese con tal de tener a su esposo de vuelta.

Jimin respiró profundamente, sentía las miradas curiosas de los demás calándole en la espalda, y el aroma denso de su alfa no le tranquilizaba en lo absoluto. Extraer el veneno de un demonio no era algo complicado, el proceso en si era sencillo, pero sumamente peligroso; él lo había hecho tan solo una vez en toda su vida, y en ese tiempo deseó con todas sus fuerzas el no tener que hacerlo una segunda vez.

Pero ahora que veía el estado delicado de su Hyung, Jimin supo que tenía que hacerlo una vez más.

—Por favor, retrocedan.

La orden del omega fue obedecida de manera inmediata, todos los presentes le dieron su espacio, incluido Namjoon.

El rubio cerró los ojos cuando supo que el momento había llegado; sus pequeñas manos acariciaban con lentitud los brazos fríos del omega, mientras su mente poco a poco se iba adormeciendo cayendo en el profundo limbo de oscuros recuerdos.

"Necesito tu ayuda" Sonrió cuando su voz pudo internarse por completo en las profundidades del abismo, sus manos seguían acariciando con parsimonia mientras se mantenía concentrado, a la espera de una respuesta.

"No lo hagas" La súplica de aquella voz mucho más grave que la suya causó una lágrima en el omega rubio.

"Tengo que hacerlo, pero no puedo solo. Por favor ayúdame" Suplicó con desesperación.

Un jadeo abandonó sus labios cuando un calor abrazador se apoderó de todo su interior; sudor caliente brotó de su frente, mientras sentía el completo colapso de sus órganos internos a punto de explotar. Jimin soportó aquella agonía lo mejor que pudo, no quería asustar a los demás por algo que sabía, tenía que pagar.

Y cuando el rubio abrió los ojos todo cambió; los orbes que una vez fueron marrón oscuro, ahora eran pintados con el carmín puro de la sangre.

Su nueva visión le mostró con claridad el punto envenenado en el omega desfallecido; justo por encima de la clavícula izquierda, y a punto de alcanzar el corazón, se encontraba envuelta entre medio de la carne aquella maldita alimaña que había sido sembrada en el cuerpo débil en su tiempo de oscuridad.

Las garras crecieron en el rubio, y con ayuda de ellas hizo una incisión en el cuerpo de SeokJin; donde con precisión extrajo aquel bicho maldito que con su veneno estaba extinguiendo la vida del mayor. Sus colmillos crecieron y mordieron la porción de piel abierta, extrajo con vigor la sustancia negra que poco a poco se iba solidificando, hasta que la liberación del mortal veneno fue anunciada con los borbollones de sangre negra que salían sin cansancio de la boca de su víctima.

SeokJin despertó debido a las potentes arcadas, sus ojos llorosos por el esfuerzo y su cuerpo adquiriendo nuevamente el movimiento lo aturdieron por algunos segundos; vomitó toda aquella sangre que lo había mantenido prisionero, sintiendo como el respiro de la vida lo envolvía nuevamente, trayéndolo de regreso.

La piel adquirió el tono rosáceo de la sanidad, su cabello celeste ya no era opaco y las marcas de su cuerpo se habían extinguido. Sus ojos, tan brillantes, asustados y hermosos veían con confusión al rubio de ojos rojos que le sonreía con dolor.

Porque el omega perdido había vuelto; pero a un alto precio que solo su salvador conocía a profundidad.






















Estamos a punto de entrar a lo meramente emocionante de la historia.

Si tienen teorías, ¡adelante! Quiero leerlas.

Cuídense mucho y nos leerémos muy pronto.







YOONGLH🎪

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