🎪Circo 9🎪

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Agosto de 1920.

El delicado arte de danzar, como los suaves pétalos de una rosa a compás del viento; el tímido balanceo de los pies desnudos en la fría madera de un escenario iluminado de luces y de sueños.

La sonrisa en su rostro; algo tan magnífico, tan inocente y hermoso que servía de encanto y de esperanza para todas las almas que vivían en un mundo gris y carente de gozo.

Hay quienes dicen que los cuentos de hadas existen; alimentan el blanco espíritu del sincero soñador, e iluminan el camino de todo aquel que se cree perdedor. Esperanzas forjadas desde el fondo de un cálido corazón, sirviendo de espectáculo al oscuro ser que se oculta en su podrido interior.

¡Oh, felicidad dichosa! Cuanto tiempo te has quedado; armando de una vacía voluntad a aquella alma misteriosa, que servía de espectáculo en el circo de su inocencia dolorosa.

La vida misma contiene muchos secretos que el cuerpo y el alma no son capaces de comprender, llevando la locura a rastras consigo en una voluntad impuesta por el lado inhumano que existe desde el mismo momento que una nueva vida es anunciada para dejar algo de que hablar en este mundo tan falso y tan ruin.

Verdades a medias, secretos guardados que hacen dudar de la verdadera esencia del ser humano.

Ange Rouge se había convertido en la noticia más popular de la época.

Niños y niñas de todas las edades pedían a sus padres que los llevasen al famoso circo que abría cada noche sus mágicos telones para dar vida a aquel hermoso ángel que tanto les había encantado.

El encanto nato y extraordinario que acompañaba al hermoso omega servía de múltiples encabezados de la acalorada prensa, la cual vivía para dar más gloria y fama al circo, donde las sonrisas más brillantes competían con los grandes y brillantes escenarios que servían como virgen lienzo para cada perfecta función.

Sí, todo era mágico y hermoso que nadie jamás podría imaginar el nido de sombras que poco a poco se iba forjando con pilares sólidos en aquel inocente y apetecible corazón. Tan puro y latiente, sediento del sentimiento fuerte y ausente.

Amor.

—¡Jimin! Mira como me ha quedado el tutú que hiciste para mí.

El pequeño pelirosa observó con una sonrisa a su amiga. La adorable enanita corre hacia él con aspecto brillante y actitud jovial, mientras balancea en el aire su pequeña cintura haciendo relucir la bonita falda corta de tejido vaporoso de un brillante tul verde, que su fiel amigo había confeccionado especialmente para ella.

Cuando por fin llega hasta donde se encuentra el omega le regala una brillante sonrisa, dando saltitos de emoción para demostrar su felicidad.

—¿Qué opinas? —pregunta con ilusión.

Él sonríe brillante, observando con ilusión compartida a la pequeña. —Luces muy hermosa, Naly.

—¡Ahora podré participar en la función estelar como una de tus bailarinas! —exclama entusiasmada, contagiando aquella energía en su amigo.

—¡Excelentes noticias! —dice sonriente, le toma de la mano y la guía al centro del escenario—. ¿Qué te parece si ensayamos juntos? Esta noche habrá una gran función ya que es la apertura de temporada y tenemos que ser perfectos.

—¿En serio puedo ensayar contigo? —pregunta perpleja, pero con evidente emoción en su voz.

Jimin se coloca a su altura y le abraza cálidamente, los pequeños bracitos de la joven se enroscan en su cuello y ambos ríen con jovialidad cuando el pelirosa mece el cuerpo de ambos.

—Por supuesto que puedes —dice—, ambos seremos el dúo perfecto.

De pronto; un manto de tristeza se apodera del pequeño rostro, llenando de preocupación al omega.

—¿Pasa algo, Naly?

Ella se sonroja. —Creo que no soy tan buena como tú. Si me equivoco te atrasaría, y no quiero arruinar tu ensayo.

—¿Pero, que dices? —hace una mueca de indignación provocándole risas a su amiga—. Eres muy talentosa, y me sentiré más que honrado de poder ensayar contigo —asegura.

El corazón de la pequeña se sintió cálido con aquellas palabras, y la nueva sonrisa que había nacido en su rostro no pudo ser contenida.

—Eres tan bueno, Jimin —le toma de las manos y las acaricia con afecto—. Eres un ángel.

El omega infla el pecho sintiéndose orgulloso.

—Lo sé; después de todo, yo soy Ange Rouge.

La suave melodía cubría cada centímetro de la pequeña habitación; el silencio creado de la suma concentración solo lograba acentuarla y hacerla más magnífica, más perfecta.

Los dedos expertos se movían con gracia divina en el pulcro piano; la respiración del artista era acompasada, al igual que sus suaves movimientos que creaban aquella obra de arte que serviría de perpetuo encanto en compañía del canto del ángel estrella del circo.

Jang MiKwan sonríe desde su asiento, mientras sus ojos escrutadores observan con intensidad al talentoso joven tocar el piano tan perfectamente.

Min Yoongi, la estrella del piano de aquella época.

Al principio no estaba muy seguro; había escuchado del joven artista y creía fervientemente que las noticias exageraban, ya que no existía ser más perfecto que su pequeño ángel. Pero, ahora que era testigo mismo del arte que componía aquel alfa, admite con todas las de ley haberse equivocado. El chico es talento nato, una obra sublime que merece estar en su show principal como pieza de arte que complemente a su gran estrella.

Dos ángeles unidos creando una sinfonía divina que deleitaría a toda la audiencia.

El blanco casto, puro e inmaculado del arte virgen, siendo Ange Blanc su perfecta presentación. Mientras, del precioso carmín de una rosa perfumada y hermosa, naciendo de ella el elixir de la divinidad que mancharía esa blancura, siendo Ange Rouge aquel ángel rojo dueño de tal encanto.

Una unión hermosa, pero también poderosa.

La melodía murió con gracia digna de su artista, y solo en ese momento el dueño del circo salió de su ensoñación. Se levantó de su lugar y se acercó con una sonrisa llena de satisfacción al joven rubio, quien esperaba en silencio por una decisión.

—Estoy sin palabras —fueron las palabras del mayor, haciendo sonreír al artista—. Definitivamente eres mejor de lo que hubiese imaginado, simplemente magnífico.

El menor hizo una respetuosa reverencia. —Es un honor para mí escuchar sus palabras, y me alegra que le haya gustado mi trabajo.

—Me ha encantado —enfatizó—. Tanto así, que quisiera proponerte hacer la firma del contrato ahora mismo —dijo, sorprendiendo gratamente al contrario—; solo si tú estás de acuerdo, por supuesto.

—Por supuesto que sí, señor —respondió rápidamente.

Ambos alfas salieron de la pequeña habitación para dirigirse a la oficina del mayor, donde se llevaría a cabo la firma del contrato para poder pertenecer de manera oficial a aquel famoso circo.

—¿Qué te parece? —pregunta Jang al ver a su acompañante bastante entretenido con las coloridas instalaciones.

—Alucinante —responde con un brillo en sus azules ojos—. Siempre me han gustado los circos, y ahora que tengo la oportunidad de hacer lo que me apasiona en uno, es simplemente...

—Alucinante —concuerda el mayor.

Siguieron caminando por los estrechos pasillos, había mucho movimiento y personas realizando arduos ensayos para la función principal que se presentaría esa misma noche. El señor Jang le había comentado que por el talento que había mostrado se había ganado el estelar, tocando para la estrella principal del circo.

Y Yoongi no pudo estar más que emocionado.

Había escuchado hablar del hermoso ángel que mantenía cautivado al público, y se le hacía sumamente interesante todas las noticias que se decían de él.

"Sus ojos son dos preciosos luceros que iluminan las noches de gloria del gran circo"

"Tiene la belleza de un ángel"

"Su voz es especial, te envuelve e hipnotiza, haciéndote caer en un hermoso sueño del que no quieres despertar"

"Ange Rouge es un ser tan puro, que no merece ser tratado como un igual"

Esos y muchos más eran los comentarios que el rubio había estado escuchando en los últimos días. Para un joven como él, que se consideraba amante y reconocedor del arte, fue imprescindible el hecho de querer conocerle.

Y ahora tocaría para él, para que ese encanto creciera y si fuese posible lo envolviera.

Ambos entraron en la elegante oficina, y Yoongi no perdió detalle de ella. Tonalidades rojas y cálidas con luminosidad tenue gracias a las candelas que yacían encendidas, con poca cera recogida en su base, un escritorio de madera pulida posicionado justo en el centro, con una silla de cojines rojos y dos más pequeñas ubicadas al frente; al fondo se lograba apreciar un librero y un piano (más pequeño que el que él había tocado), pero lo que capturó su completa atención fue la imponente pintura que cubría todo lo ancho y alto de la pared izquierda.

En ella se mostraba una hermosa rosa de un color rojo sangre; sus pétalos cubiertos de pequeñas gotas brillantes realzando su belleza, mientras que del centro de la misma la figura delgada de un joven se alzaba con orgullo. Cabellos rosas, piel de porcelana y la posición tan perfecta de su cuerpo en aquel paso de danza le atraparon. Y aunque no podía ver su rostro por el diseño de la pintura, sí supo de quien se trataba.

Jang se percató de que el joven artista se había quedado callado por varios minutos, tan solo observaba atentamente su pintura sin decir palabra o mover un músculo. Se sintió incómodo y aclaró su garganta, con el objetivo de recuperar la atención del rubio.

—Llegó el momento de firmar —anunció el mayor, con una sonrisa que no llegó a sus ojos.

Yoongi espabiló e inmediatamente se acercó al escritorio. El mayor le ofreció tinta y una pluma, mientras observaba en silencio como el rubio grababa su nombre en el papel amarillento.

—¿Te gustó? —no pudo evitar preguntar.

El menor le entregó el contrato firmado y le observó confundido. —¿Señor?

—La pintura —aclaró con voz profunda—. ¿Te gustó?

Yoongi volvió a observarla. —Sí, mucho.

El mayor oscureció la mirada y apretó los puños, observaba profundamente al joven rubio, quien permanecía en silencio y sin percatarse del cambio tan drástico en el alfa mayor.

—Ya veo...

Cuando sintió que tenía suficiente de haber estado observando aquella pintura, Yoongi encaró al mayor y le sonrió ampliamente.

—Muchas gracias por esta oportunidad, señor —hizo una reverencia más—. Le doy mi palabra de que no le fallaré.

El carácter en el mayor se ablandó. —Eso espero, muchacho. Ahora descansa, esta noche tendrás tu primera función.

El rubio sonrió agradecido, se despidió educadamente de su ahora jefe para poder descansar por algunas horas, pero la voz de Jang le hizo voltear una vez más.

—Y Yoongi...

El mencionado le observó desde la puerta, a la espera de que continuase.

—Bienvenido a Circo Sonrisas.

—¡Damas y Caballeros! ¡Niños y niñas! Esta noche es sumamente especial —el maestro de ceremonia contagiaba de su energía al público feliz que esperaba ansiosamente el inicio del espectáculo principal—. Por primera vez en Circo Sonrisas, dos grandes talentos se han unido para traernos un show único e inolvidable —la multitud enloquece en gritos y aplausos, aumentando los nervios en el joven rubio que yacía sentado tras las finas teclas del piano blanco, mientras permanecía cubierto por el gran telón—. Y es para mí un verdadero honor presentarles a Ange Rouge, en compañía de Ange Blanc ¡Ambos ángeles y estrellas del circo!

Y solo eso basta para que la audiencia se ponga de pie, con gritos y aplausos frenéticos.

El corazón del alfa late con fuerza, sus manos han adquirido un leve temblor que lo hacen dudar por un momento; sus ojos no son capaces de ver al público y siente que pronto se quedará sin respiración.

Cierra los ojos, en su mente imagina un escenario diferente que logra tranquilizarlo. Una pradera verde con un único piano, sonríe ante esa imagen, y con ella en mente es que por fin da inicio con la melodía.

Le sorprende el silencio sepulcral que ha envuelto al público, mas no se atreve a abrir los ojos. Sus manos se guían solas, a compás con los latidos de su corazón; se siente pleno, feliz y envuelto, sonriendo ante la calidez que las teclas del instrumento son capaces de proporcionarle.

Y solo cuando las lilas y cerezas inundan el escenario es que el alfa se atreve a abrir los ojos.

Sus ojos se encuentran y ambos caen en un profundo abismo, desolador y desconocido, pero también lleno de encanto.

El precioso omega vestido de rojo da inicio a su danza. Suspiros del público son robados sin piedad ante la belleza de sus movimientos, pero el pequeño está únicamente concentrado en aquel desconocido que, con el encanto de su arte le ha cautivado e inspirado en cada uno de sus movimientos al bailar.

Yoongi no puede evitar sentirse cautivado por aquella hermosa criatura que danza atraída por su melodía. Su corazón se siente dichoso y lleno de gozo cuando le ve tan libre y tan feliz, mientras es admirado como una brillante pieza de arte; algo único e inigualable que no puede ser tocado por manos terrenales.

Ahora sabe que la pieza de su arte ha sido creada solamente para aquel precioso ángel; su nueva inspiración había nacido bajo las luces cálidas de un circo, donde ambos desconocidos llenos de talento habían descubierto la pieza que faltaba para crear una sublime unión que envolvería sentimientos más profundos.

Sin saber que, también sería el desencadenante de aquella maldición.












Presten mucha atención a los capítulos narrados en el pasado.






YOONGLH🎪

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