002

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Park Jimin.
Hoy.

Feliz cumpleaños, Jimin.
05:23 am.

Kim Namjoon.
Hoy.

LISTO. YA LO HICE.
05:24 am.

NAM CONTESTA PROFAVOR.
05:24 am.

NAMUPORFAVOR
05:24 am.

LO HICE MIRA YA LOHICE
05:24 am.

QUÉ PASO ESTAS BIWN
05: 26 am.

PORQUE M ESTAS ESCRIBENDO A MI Y TUS PADEWS??
05:26 am.

Espera.
05:28 am.

YA LE DESEE FELIZCUMPLE A JIMIN AHORA QUE AHGO
05:29 am.

...
05:29 am.

Reproduce una canción de cuna y duerme.
05:29 am.

ES QUE NO CONTESTA Y SI LO WSTIY MOLESTANDO??!?
05:30 am.

Debe estar dormido.
Yoongi, wtf.
05:30 am.

¿De verdad?
05:30 am.

No sé, pregúntale.
05:31 am.

Uh, está bien.
05:31 am.

Gracias, vuelve a dormir.
05:32 am.

05:33 am.

Park Jimin.
Hoy.

Feliz cumpleaños, Jimin.
05:23 am.

¿Estás dormido?
05:37 am.





















—¿De verdad se lo preguntaste?

—¡Tú me dijiste que lo hiciera!

El menor formó un sutil puchero, arrebatándole su celular a Namjoon, mientras éste reía y lo guardó en el bolsillo de su chaqueta que, así como la gran mayoría de días, usaba su favorita.

Era azul y tenía varios bolsillos. La tela interior era muy suave y le encantaba.

Era casi mediodía y ambos recién habían logrado verse tras sus ajetreados horarios, y lo hicieron con la única afinidad de ir hasta la facultad de Danza Contemporánea para ver al dueño de los pensamientos de Min Yoongi y sus comparaciones de nubes.

Después de que le preguntara a Jimin si estaba dormido, empezó a alistarse para la universidad porque, a diferencia del rubio y el idiota de su mejor amigo, tenía clases desde las siete de la mañana y terminaba entre las tres o cuatro de la tarde; en cambio las de ellos, empezaba a las nueve y culminaba a las cinco o seis, dependiendo del día.

Park le contestó tres horas después que sí, en efecto, estaba dormido, pero que agradece el mensaje porque fue lo primero que vio al despertar y eso hacía sentir cálido a su corazón.

Mientras tanto, el suyo hacía dugun, dugun con rapidez.

Volvió a estremecerse en un quejido y apretó entre sus manos un regalo hecho por sí mismo. Una docena de pequeños mochis.

—Déjame probar uno.

—Que no.

El mayor también se quejó, pero esta vez porque, simplemente, no podía ver esos pequeños dulces y saber que no son para él. Y es que, sin exagerar, que su amigo haya hecho cualquier tipo de comida por él mismo, es un acontecimiento que ocurre cada tanto.

Yoongi odia muchas texturas y sensaciones, no tolera los ruidos estridentes y sus manos siempre deben de estar limpias y secas, por lo mismo, siempre lleva con él un paquete de pañitos húmedos. También odia todo tipo de cremas corporales, aunque después se encuentre en un dilema porque algunas huelen bien y eso le atrae, pero la idea se desecha de inmediato al recordar que debe de tocar un líquido que no es líquido en su totalidad y que es espeso.

Así, muchas cosas más.

Si eso es un problema, cocinar también lo es.

Es decir, puede hacerlo, es un adulto que puede valerse por sí mismo, solo prefiere no hacerlo.

Porque no le gusta tocar el aceite y que sus dedos queden resbaladizos o grasosos, evita tocar el caldo de sus fideos favoritos, el agua que escurre de los vegetales que va a cortar o la que las carnes suelen derramar cuando pasan tiempo fuera del refrigerador. Y si llega a hacerlo o es meramente necesario, debe de lavar y secar sus manos cada que se ensucia y eso es a cada minuto, ya que también es una persona muy torpe.

Ah, agregando algo más, así mismo odia tener guantes, ya sean de cocina o para el frío, es tan incómodo como el hecho de llevar anillos, aunque tiene varios de éstos últimos, le gusta cómo puede hacerlos girar en una superficie para cuando está aburrido.

Y, a pesar que no le gusta cocinar, no es malo haciéndolo. En realidad, es bastante bueno.

Por esto, es que el haber preparado mochis para Park Jimin no era simplemente un regalo, era el regalo.

Nam prefirió no molestar más y quedarse callado, buscando con la mirada al que será afortunado de probar un bocadillo hecho por el mismo Yoongi.

—Por cierto, vamos a ir a una fiesta mañana.

El pelinegro se encontraba parado de puntillas y con la mirada a la entrada del edificio, como si eso le ayudará a ver mejor, a su vez, apoyaba su peso y equilibrio al sostenerse del brazo del contrario, quien lo vio como si hubiera dicho que mañana mismo irían a buscar vida en otro planeta.

—¿Disculpa?

—El mejor amigo de Jimin hará una fiesta mañana por su cumpleaños y me invitó, dijo que también podías ir.

Namjoon seguía creyendo que estaba escuchando mal.

—¿Y aceptaste? — el pálido asintió, aún concentrado en lo suyo — Aceptaste. — repitió con la intención de creérselo él mismo.

—Sí, acepté. Jimin quiere que vaya.

—Yoon, ¿sabes siquiera lo que es una fiesta?

Min detuvo su acción y volteó a verlo con el ceño fruncido, casi indignado y dijo: —Sí lo sé.

—¿Y también sabes que hay mucho ruido en una fiesta? ¿Que es probable que te toquen el cuerpo sin querer y sin tu consentimiento? ¿Que los olores se mezclan tanto que, a veces, hasta puedes oler el vómito de alguien más?

Por la mueca que hizo, Kim supo que no había pensado en eso y no es como que él quisiera asustarlo, solo quería saber por qué había aceptado dicha invitación.

Y es que a Yoongi le desagradan los ruidos, sonidos fuertes, estadillos y todo lo relacionado a las ondas sonoras muy altas que vienen de sorpresa. Puede tolerarlos si no son muy constantes o son lejanos, pero eso no quita el hecho que se siente fastidiado y distraído, lo cual le quita mucha energía en el día porque tampoco es como si pudiera pedirle al mundo entero que se calle aunque quisiera.

Por esto es que siempre lleva con él un par de audífonos que cancelan el ruido exterior, evita aglomeraciones y se encierra en su habitación cada que puede porque tiene paredes insonorizadas.

Ni hablar sobre el contacto físico, no es que le desagrade, pero odia que alguien más le toque sin su permiso. A excepción de sus padres y, a veces, él también.

—¿Aceptaste porque quieres ir? O, ¿porque Jimin te pidió que estés allí?

El menor miró hacia el cielo, buscando entre sus pensamientos una respuesta que no deje en evidencia lo que realmente quiere decir.

—¿Puedes acompañarme? — decidió ignorar la pregunta, volteándolo a ver — Por favor.

Namjoon lo miró con seriedad.

—Solo si me prometes que no estás haciendo estas cosas sin pensar en tu comodidad y bienestar.

—Lo prometo, de verdad. Sé lo que estoy haciendo.

Suspiró, resignado. Es difícil saber la verdad cuando su amigo decide ignorar las preguntas, lo entiende.

«Es un adulto, no un niño.» Se repitió. Él solo lo apoyaría.

—De acuerdo, le pediré prestada la camioneta a papá y te paso a buscar, mándame la ubicación por mensaje.

—Gracias, Namu — dejando de ver un momento la entrada, Yoongi se giró hacia él para extender sus brazos y rodearlo con ellos, pero antes de hacerlo, preguntó: — ¿Puedo abrazarte?

Y lo hizo, después de recibir un asentimiento de cabeza.

—Espera, creo que vi a Park — dijo Nam, segundos después de que hayan roto el abrazo —. Sí, es él. Está viniendo hacia acá.

Con nerviosismo, el menor tragó grueso y se dio media vuelta, viendo al dueño de sus divagaciones ir hasta él con una gran sonrisa, misma que hacía sus ojos más pequeños, convirtiéndolos en pequeñas lunas dignas de admirar.

Apretó la bolsa que contenía los dulces con sus dedos, aunque con cuidado de no estropear su creación y suspiró bobamente cuando tuvo a aquel lindo rubio frente a él.

—Yoon, Namjoon — dijo en forma de saludo, dándole una corta mirada al último porque su total atención estaba dirigida hacia el lindo estudiante de literatura —. Hey, ¿qué hacen por aquí?

—Queríamos desearte un feliz cumpleaños — respondió Kim al ver que su amigo no tenía intenciones en hacerlo —. Así que, una fiesta mañana, ¿no?

—Sí, espero verlos allí — inevitablemente, Jimin no podía apartar la mirada de Yoongi y su evidente nerviosismo al seguir sin decir una palabra —. Será medianamente grande y privado, en su mayoría irán personas de la Universidad Nacional de Seúl.

—¿Conoces a muchos de allá?

—Podría decirse que sí, estudié derecho un par de semestres y luego llegué aquí, abogacía no es lo mío. Sin embargo, mi mejor amigo sigue ahí y un par de conocidos.

—Oh, eso se escucha interesante. ¿Verdad, Yoongi? — Namjoon rio cuando su amigo asintió, distraído y escondiendo su regalo tras su espalda — En realidad, Park, yo estoy aquí porque debía asegurarme que Yoon llegue sano y salvo hacia ti, está emocionado por verte.

—¿E-En serio?

¿Escucharon eso? Fueron las ilusiones de ambos llegando hasta el despejado cielo.

—Sí, yo– Uhm — el pelinegro balbuceó, maldiciendo en voz baja cuando el mayor de los tres le dio un leve empujón en su espalda baja, para nada disimulado —. Traje cumpleaños–, feliz mochi.

Y, frente a Jimin, una bolsita con dichos dulces le fueron extendidos.

Yoongi podría decir que escuchó una tormenta en su interior cuando el rubio sonrió, tan dulcemente como solo él podía hacerlo, con sus ojos entrecerrados, mejillas alzadas y sus labios... esponjosos, tan esponjosos como las nubes que alguna vez imaginó tocar de niño.

Uh, quiere probarlos.

—¡De verdad son mochis! — exclamó el menor, tomándolo entre sus manos en seguida y sin percatarse que rozó la punta de sus dedos con los del pelinegro — ¡Mi nana solía llamarme así! Dios, es–. ¿Tú los hiciste?

—S-Sí, yo... Ayer, los hice ayer.

Con disimulo, Namjoon fue alejándose con un poco de sorpresa al ver a su amigo como si nada hubiese pasado ante el pequeño contacto, por lo que atribuyó su preocupación a su paranoia y vacilación del tema de la fiesta.

—Ah, creo que voy a llorar — Park rio, secando lágrimas imaginarias de sus mejillas —. Es el mejor regalo que me han dado, Yoonie. Gracias.

—Estoy seguro de que eso no es cierto porque hacer los mochis solo me tomó un par de horas y no mucho dinero, puede que ya te hayan dado algo de más valor o lo harán en la fiesta, pero aceptaré tus palabras.

—Es el mejor porque tú lo hiciste, eso supera todos los demás regalos que puedan existir en el mundo.

Yoongi sonrió, sintiendo cómo sus orejas se tornaban rojas y mientras escondía sus manos detrás de su espalda, era inevitable, ¿qué podía hacer?

Era inevitable la manera en la que está cayendo totalmente enamorado de Park Jimin.

—Ay, son tan lindos que me dan pena comerlos. — Susurró el cumpleañero en modo de queja.

—Puedo hacerte más... Si quieres.

—¡¿De verdad?! — el mayor asintió — ¡Gracias, Yoonie!

Pero allí pasó algo que al pelinegro le agradó y desagradó en niveles similares, pero con una diferencia que no podría especificar.

Jimin abrió sus brazos de par en par y, como una brisa rápida, se acercó a su cuerpo hasta rodearlo por completo, haciendo que sus mejillas tengan un leve contacto al ser de la misma altura, se escuchará exagerado cuando diga que pudo sentir los latidos del corazón – que empezaron a sincronizarse con los suyos – de quien estaba invadiendo su espacio personal.

Una llovizna en un día hermosamente soleado le abrazó.

Sus sentidos se activaron y el vello en sus extremidades se erizó, pudo sentir la fría cadena plateada y con una púa de guitarra que adornaba el cuello del rubio y por encima de su ropa. Corroboró sus pensamientos sobre sus mejillas, eran tan suaves como aparentaban ser y tenía mucha fuerza en sus brazos bien formados que ha visto pocas veces, al igual que sus piernas al ser esbeltas y firmes.

Eso o tal vez se estaba quedando sin aire al dejar de respirar por la repentina acción.

A él no le gusta la lluvia, pero sus excepciones son aquellas lloviznas de un día donde el sol se ve más radiante que de costumbre, porque eso significaba que, muy probablemente, un arcoiris se podría ver en el cielo, uno de colores atrayentes que siempre le dejaban imaginando cómo serían el inicio y final de éstos.

Lentamente, inclinó su cabeza hacia un lado, como si quisiera acariciar más ese suave moflete una vez más, pero con miedo de sí mismo, de sus propias acciones y reacciones. Y se sintió aliviado cuando nada pasó, más que su corazón latiendo con más rapidez, mas no creía que eso fuera algo malo y–

Oh, mierda. ¿Esos son– ¡¿Está sintiendo sus labios en su mejilla?!

Sus manos estuvieron detrás de sí todo el tiempo, ansiosas y emocionadas. Un completo torbellino de emociones.

Cuando se separaron, Yoongi buscó con la mirada a Namjoon, quien ya lo estaba viendo con sus ojos completamente abiertos y con claras intenciones de intervenir o socorrer a su ayuda, a lo que negó con su cabeza de inmediato.

Nam no entendió, frunció su ceño y estaba dispuesto a ir hacia ellos, pero la naciente sonrisa en el rostro de su amigo le descolocó un poco, le vio asentir, tratándole de decir que está bien. El mayor detuvo sus acciones, más por la sorpresa que por saber que todo estaba bien, así que siguió observando el piso como hacía hace un momento, buscando alguna planta con la cual distraerse.

«Fue... incómodamente grato.» Pensó el pálido, aún metido en su propio mundo.

El rubio, con mucho cuidado, guardó los dulces en su bolso. Luego maldijo cuando vio la hora en su reloj.

—Me gustaron mucho los mochis, Hyung.

—Aún no los pruebas.

—Pero se ven deliciosos — Jimin sonrió, también escondiendo sus manos —. Tengo que irme, debo presentar el examen de historia de la danza que le conté la anterior vez.

—Suerte. Estoy seguro que pasarás, he visto tu empeño en estudiar, así que confío mucho en ti.

Para Jimin también fue inevitable no suspirar, completamente atontado por el hombre frente a él.

—¿Por qué eres así? Me dan ganas de besarte hasta cansarme.

Con una corta reverencia, el rubio se fue, dejando a un Yoongi sonrojado y con el pulso acelerado, preguntándose si de verdad escuchó lo que escuchó o es una de sus alucinaciones que suele tener cuando está muy aburrido y empieza a imaginar que está entrevistando al mismísimo Michael Jackson.

—¿Estás bien? ¿Qué te dijo? ¿Sientes nervios, náuseas?

Namjoon llegó trotando hasta él y con las palabras en la boca, preocupándose en demasía cuando vio a su mejor amigo apretar sus manos en puños hasta que sus nudillos se tornaron rosados.

—Te dije... — murmuró el pelinegro, aún en un estado dubitativo — Te dije que sus labios parecían nubes.

—¡¿Te besó?! ¡¿Lo besaste?!

—No, pero ahora quiero hacerlo.





















—¿Sabes que, según una encuesta de no me acuerdo qué, las mujeres son las que deciden en su mayoría sobre el diseño interior de sus viviendas, aún si ellas no son especialistas en el área? Puede que esto sea verdad porque mamá eligió todo en casa porque papá no sabe combinar colores, es decir, ¿viste lo que se puso el otro día cuando fuiste a cenar? No soy crítico de moda, pero, ¿quién combina rojo y verde? Muy radiante para mi gusto–, oh, cierto, ¿sabes que mi sueño frustrado es ser modista? Me llama la atención, pero no lo suficiente para estudiarlo y vivir de ello, aunque tampoco digo que podré vivir al cien por ciento de la literatura. Espera, ¡no te conté! Mi tía SoJin, esa que le intenta hacer la vida imposible a mamá, dijo que...

Namjoon asintió, escuchando todo lo que su mejor amigo tenía que decirle, aunque sea difícil entenderle por la rapidez con la que hablaba, obviando que Yoongi tiene problemas para modular sílabas y que, la gran parte del tiempo, reemplaza letras o palabras enteras con sonidos similares o usa onomatopeyas si se refiere a un objeto.

Lo cual le parece adorable, debe de admitir.

Al principio fue confuso, recuerda los primeros días en los que se conocieron cuando él llegó a su instituto, el pelinegro ni siquiera hablaba por haber recibido burlas con sus anteriores compañeros. Su amistad fue toda una travesía.

Le miró con paciencia, llevaban aproximadamente media hora dentro de la camioneta del señor Min, esperando a que el menor decida bajarse e ir a la dichosa fiesta de Park Jimin.

Al principio, pensó que Yoongi bromeaba cuando lo invitó – corrección, le avisó que irían – a dicho evento. Después, quedó en un estado dubitativo sin saber si alegrarse, sorprenderse o regañar a su amigo al haber aceptado esa invitación. Al final, solo decidió apoyar su decisión en silencio, como ha estado pasando los últimos años.

Después de todo, Min Yoongi ya era un adulto. Aunque eso lastime algo dentro suyo, posiblemente sea su hígado.

Aun así, no evitó que su paranoia lo invadiera. Por lo que ahora cargaba una mochila en su regazo con pocas – muchas – cosas que podrían necesitar, por si ocurre algún accidente o crisis. Hecha por él mismo y con ayuda de la señora Min.

Primero y lo más importante, guardaron una muda de ropa por si la que tiene el pelinegro se llega a ensuciar. También, varios productos de higiene como pañitos húmedos – por si quiere limpiar sus manos y no hay un baño, ni jabón cerca –, su snack favorito – por si no encuentra qué comer – y alcohol etílico – en caso que haya olores fuertes en el ambiente, lo cual está seguro que habrá –.

Así mismo, sus audífonos con cancelación de ruido exterior – por si la música es muy fuerte –. Afortunadamente, su amigo no es tan sensible a las luces o destellos fuertes y puede tolerarlos, pues definitivamente no sabría qué hacer ante esa situación.

Se tomaba muy en serio cuidar de él.

Ah, también traía una bufanda y su chaqueta azul favorita por si hace frío.

—Okey, estoy listo — murmuró el pálido —. Vamos.

Nam no dijo nada, esperó un movimiento más, uno que no llegó.

—Podemos regresar.

—No. Dame un minuto más.

Si bien Yoongi nunca ha ido a una fiesta, tampoco ha hecho el intento de ir a una o ha mostrado un gran rechazo a la idea. Le causa incomodidad, no va a negarlo, por lo general, los cambios de ambiente no son sus favoritos, así es el mundo en el que nació y debe de acostumbrarse a él.

Le genera estrés si el cambio es muy repentino, como aquella vez en la que sus padres lo cambiaron de escuela a unos años de terminarla, no le gustó para nada, sin embargo, es algo a lo que ha tenido que acoplarse porque nadie – a excepción de sus padres y Namjoon – va a esperar su tiempo de hacer las cosas.

Tampoco es como si no saliera de su casa, aunque admite estar mejor allí y prefiere hacerlo, ir a la universidad, ir al supermercado por las compras, realizar mandados en la editorial de su padre y muchas cosas más no son un obstáculo para su vida diaria.

Por ello, ir a la fiesta no sonó como una idea tan descabellada para sus padres, quienes son los primeros en apoyarlo en todo momento, ya sea con sus clases, terapias, crisis y demases y a quienes le entrega ese tipo de amor incondicional que se le da a ciertos miembros de su familia.

Porque así como Nam admitió – a medias –, Min Yoongi es un adulto y puede tomar sus propias decisiones. Ellos lo apoyarán y acompañarán siempre.

Aunque la señora Min sí estuvo más preocupada que su esposo e hijo, por lo que ambos chicos llevaban una tarjeta de identificación dentro de sus chaquetas con números de emergencia, dichos eran el señor Min, la hermana mayor de Namjoon y sus padres además de la ya antes mencionada mochila. También con su tipo de sangre, domicilio y universidad a la que asisten.

Por si acaso.

Aunque el pálido comprende que es por su seguridad, no puede dejar de pensar que todos están exagerando mientras aprieta con fuerza una pelota antiestrés con diseño de una mandarina.

Pff, solo es una fiesta.

—¿Estás... estresado? — Yoongi negó con su cabeza, sin mirarle — ¿Ansioso? — volvió a negar — ¿Aturdido? ¿Mareado? ¿Exaltado?

No, no y no.

Lo que ahora estaba sintiendo era extraño, tan familiar, pero a la vez tan desconocido. No lo entendía.

—Jimin dijo que, si no me gusta la fiesta, podríamos ir a otro lugar.

—¿Y eso cómo te hace sentir?

—No lo sé — admitió —. Es decir, es... horrible en el sentido que es horrible no saber qué pasa. Agradezco que me haya anticipado el hecho, sin embargo, ahora es como si esperara que ya llegue la parte en la que nos vamos de este lugar.

—Ah, estás emocionado.

Yoongi frunció su ceño.

¿La emoción? La conoce, siempre está emocionado por comer mandarinas, armar un nuevo violín o editar cuentos mal escritos que encuentra en internet. Pero la sensación causa un gran contraste si se habla sobre emoción al ver a una persona.

—No lo creo. Es lo mismo a cuando tú me dices que irás a casa o que nos veremos en un sitio en específico, es igual y diferente porque estoy reaccionando extraño.

—Eso es porque somos amigos, a ti, Jimin te gusta. Son reacciones diferentes porque tienes sentimientos diferentes hacia los dos. Y pienso que lo verás después cuando él quiera tocarte o tú lo quieras tocar. Deduje que ya habías aceptado tu enamoramiento.

—Lo hago — se excusó el menor, suspirando y encogiéndose en el asiento —. Solo denme tiempo.

—Tendrás tiempo y Jimin también te lo dará, si no es así, que mi premisa de nerd aplicado y adicto a la filosofía no le engañe, le partiré la cara si te lastima.

—Adicto a más de una cosa.

—¡Deja de decir eso! Mi familia me dio una charla de cinco horas sobre las consecuencias de ingerir cualquier tipo de droga, ¡social, económica y médicamente! Mi cabeza dolió más que cuando discutí con el maestro Choi sobre la muerte de Dios.

Yoongi rio con ganas mientras aplaudía, imaginando a su mejor amigo sentado en la sala de los Kim y, frente a él, un médico, una psicóloga y una economista torturando las pocas neuronas que le quedan después de haber leído cientos de libros. Toda una familia de cerebritos.

Él agradece, realmente lo hace, tener una amistad como la que tiene con Kim Namjoon. No solo por las risas que le brindan momentos como éstos, sino que también ha sido una de las personas que más lo ha apoyado, casi al mismo nivel de sus padres.

Incluso lo ha acompañado a sus terapias después de haber sacado la licencia de conducir, teniéndolo así mismo como una persona a la cual puede acudir en una emergencia.

—Pero, hablando en serio. Si no te sientes cómodo con Jimin o irrespeta tu consentimiento, mamá Min y yo lo golpearemos.

—Mi mamá no golpea a nadie.

—Golpea con la mirada, aún recuerdo haber tenido contacto con la muerte cuando quebré una taza de la cocina.

—¡Eso fue hace más de quince años! Además, era su taza favorita de abejas, hasta yo te habría golpe–.

La voz del pelinegro quedó ahogada cuando se asustó tras escuchar cómo era tocada muy bruscamente.

Con el ceño fruncido y ya un poco incómodo, se encogió en su asiento y, de inmediato, sintió la mano del mayor apretar su muñeca con una fuerza no dolorosa, sino más bien liberadora al sentirse seguro.

Unas cuantas personas se encontraban afuera de la casa que emitía música y luces de colores, algunas solo charlaban en pequeños grupos y reían, mientras que a unas pocas les rodeaba el humo gris que expulsaban de sus bocas. También veían la camioneta con extrañeza por el tiempo que ha permanecido allí sin hacer nada, entre ellas, uno de los anfitriones de la fiesta.

Ninguno lo notó hasta que, cuando el pelinegro contó hasta tres y bajó la ventana – un par de centímetros –, unos ojos serios y llenos de intriga se deslizaron por allí, a la par que, con voz profunda, dijo:

—Hey.

Yoongi mostró su descontento con la situación al ni siquiera mirar al desconocido, por lo que Namjoon llegó a saludarlo con un asentimiento de cabeza.

—Hey — repitió, carraspeando y dejando salir una voz más tranquila —. ¿Puedo ayudarlos? He visto que están aquí encerrados desde hace unos minutos...

—Uhm, sí. Lamentamos eso, estábamos–

—No se me hacen conocidos. ¿Alguien los invitó? Es una fiesta privada.

—Sí, Park Jimin lo hizo — con eso dicho, el ya no tan desconocido asintió y, seguido a esto, abrió su boca sorprendido —. Somos de la Universidad de las Artes.

—¡Oh, tú debes ser Namjoon! Soy Kim Taehyung, mejor amigo de Jimin — exclamó, viendo con detenimiento sus facciones y recordando cuando el rubio le habló sobre el lindo estudiante de literatura y quien siempre le acompañaba. Dirigió su mirada hacia el pequeño bulto en el asiento de copiloto — ¿Yoongi?

—No está.

Taehyung lo vio con el ceño fruncido, pero con una mueca divertida por la respuesta.

Bien, ya le agrada.

—¿Qué esperan para entrar? Jimin y los chicos los están esperando.

—Danos un minuto, debo hacer una llamada — el castaño asintió, alejándose de la camioneta para hablar con algunos que cuidaban la entrada de la casa. Mientras tanto, Namjoon soltó de a poco a Yoongi para buscar su mirada —. ¿Quieres entrar ya?

—Quiero ver a Jimin.

—Entonces, vamos — el mayor apagó el motor y guardó las llaves en su chaqueta —. ¿Quieres tomar mi mano para entrar?

—¡No! Sería raro. Solo déjame... agarrar tu manga.

—Eso también sería raro.

—Ambos lo somos.

Con una risa nerviosa, abrieron la puerta y suspiraron ante el frío de la noche. Noche que recién empieza.

amo la amistad de gigi y nam, ¡gracias por leer!

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