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—¿Ya lo vieron?

—Pues, no he visto a ningún chico con cara de gato. Aunque no puedo hacer mucho con esa información.

—Espera, ¿cara de gato?

—Así lo describió el joven Romeo aquí a mi lado.

—Ahora me imaginé a un chico con cara de gato, literalmente, con sus bigotes y todo.

—Ugh, cállense.

Jin rio ante lo dicho por Jungkook, quien los veía con una mueca al recién llegar con sus amigos, mientras que Jimin fruncía su ceño y bebía más de su gaseosa.

—Eres un idiota, ni siquiera nos mostraste una foto de él para empezar a buscarlo.

—Porque no tengo una, Kook — el rubio mordió sus labios mientras que, un poco resignado, se apoyó en una pared cercana —. Y no me llames idiota, idiota.

—¿Acaso no pudiste buscar una de Instagram?

—No tiene perfil allí y en ninguna red social. Namjoon tiene sus cuentas privadas.

—Genial, te enamoraste de uno de los inadaptados sociales y misteriosos. Felicidades, esto cuenta como un cliché.

—¡Jeon Jungkook!

—Tú, un joven que solía tener muchas parejas tanto sexuales como románticas con el tímido chico que, muy probablemente, jamás vio otro cuerpo desnudo, cohibido e inexperto. Un romance totalmente opuesto, pero tan complementario a la vez — ignorando al rubio, Jungkook siguió divagando en voz alta —. ¿Crees que a Namjoon le atraiga? Necesito mi romance adolescente.

—Tú ya tienes la mayoría de edad.

—¿Te pregunté, Jin? — el nombrado volteó los ojos, tomando de la cerveza que sostenía con su diestra — Como decía. Míralo por el lado positivo, Jimin. Por lo general, historias como la tuya suelen terminar bien.

—¿Por lo general? — preguntó Kim, a lo que Kook se alzó de hombros.

—Siempre habrá alguien cruel en el mundo que les impida estar juntos.

—Jungkook, no es momento para tus ideas de novelas. — Dijo el rubio, revisando la hora en su celular para guardarlo al instante.

—¡Sería un éxito! ¡Mi best seller!

—Le agradarás a Yoongi, él también quiere ser escritor.

—Oigan, concentrémonos en lo importante — Jimin y Jungkook se miraron entre sí, acercándose más al mayor de los tres porque la música subió un poco de volumen y un par de gritos se escuchaban a lo lejos —. ¿Qué se supone que haremos cuando éste nos abandone porque prefiere a su Julieta?

—No es mi Julieta. Además, ¿Julieta? ¿En serio?

—Aún, mi querido amigo, aún no lo es — con esto, el menor del grupo se ganó un pequeño golpe en su frente —. ¡Te apoyo y así me tratas!

—¿Estás borracho?

—Un poquito, sí.

Jimin suspiró sonoramente mientras ignoraba las nuevas palabras que su amigo escupía. Vio la hora en su celular, casi era medianoche y, honestamente, esperaba ver a Yoongi hace un par de horas, pero seguía sin aparecer.

¿Acaso su propuesta fue muy acelerada? Creyó que debía ser así, es decir, Min es confuso – y es una de las cosas que más le atrae de él – de descifrar, muy espontáneo y también muy cohibido. Una inusual mezcla que, junto a su personalidad firme, le parece muy atractiva. Fácilmente, podría ser directo en lo que quiere decir o no o bien, podría quedarse callado como lo ha hecho un par de veces.

Como la primera tarde que compartieron en su nuevo parque favorito, cuando lo invitó sin hablar a caminar y comer un helado, con sus pequeños, tiernos y expresivos ojos junto a un movimiento de cabeza mientras señalaba la calle opuesta a la que suelen tomar.

—Volviendo al tema principal — dijo Kim —. El plan es alejar al grandote del chico bonito, ¿no?

—Sí, aunque no creo que sea muy difícil. Pasan siempre juntos, pero suele alejarse cuando estoy cerca.

—Ahí es donde entro yo y mis encantos — Jungkook sonrió y acomodó su cabello con su diestra, luego se quejó cuando recibió un golpe en su nuca —. ¡Oye!

—Tú no entras en ningún lugar, acabas de cumplir veinte. Tu madre me matará si se entera que quieres estar con alguien cinco años mayor que tú.

El menor de los tres se quejó en voz alta, siendo ignorado por sus amigos que conocían el tipo de borracho que era mientras se iba alejando de a poco, como si lo dicho hubiese sido el puñal que necesitaba para destruir su alma.

Jeon Jungkook era un borracho muy llorón, dramático y escandaloso.

—Oye, ahora que lo pienso, tu plan es muy estúpido — el menor le vio con el ceño fruncido —. Quieres que alejemos al pequeño de su amigo para que puedan salir de la fiesta porque, muy probablemente, a ambos no les guste este tipo de ambiente. ¿No era más fácil invitarlo a otro lugar?

—Lo intenté — admitió y suspiró —. Lo invité a hacer tareas en mi casa y me contestó que sería una pérdida de tiempo porque todo lo que necesitamos está en la biblioteca e internet.

—Uh, ¿y así estás pensando que le gustas? Lo siento, pero solo quiero proteger tu pequeño corazón.

—Es confuso. A veces pienso que sí le gusto y otras veces, no, aunque éstas son muy pocas.

—Entonces, ¿cuándo piensas declararte?

—Por lo pronto, no. No quiero que me rechace.

—No lo va a hacer.

—Eso no lo sabes.

—Eres Park Jimin, duh. Y mi mejor amigo, eso te hace aún mejor.

—No conoces a Yoongi — dijo el rubio, jugando con sus manos por los nervios —. Primero quiero asegurarme que mis sentimientos son cien por ciento correspondidos. Ya no quiero nada pasajero.

—Oh, así que vamos en serio — murmuró el mayor, pensando bien en sus palabras —. ¿Qué te gusta de él?

—Diría que todo, pero no lo conozco del todo.

—Qué jodido eres.

—Se llama ser precavido. Yoongi es... No lo sé, solo es diferente a cualquier persona que me haya gustado y sí, no me gusta como suena, pero la premisa de Jungkook es certera, a simple vista somos muy diferentes en todo, sin embargo, nos complementamos muy bien. Me escucha y yo lo escucho. Le gusta hablar sobre pianos y a mí sobre cualquier tema que se me venga a la cabeza. Me gusta.

—Eso es bueno, ¿no? — Jimin se encogió de hombros, sí, parece que sí —. Siempre quisiste una pareja de la cual puedas aprender sobre cosas nuevas y, a su vez, tú enseñarle de la misma manera.

—Lo sé... — murmuró.

Y es que Park Jimin tiene unas que otras inseguridades que trata de minimizar en cuanto a sus relaciones pasadas, no porque él lo haya querido así, sino por todos aquellos que se aprovecharon de él

—Me da miedo arruinarlo.

Jin lo vio, se veía un poco asustado de sus palabras. Era cierto que nunca terminas de conocer del todo a una persona, puesto a que él no sabía mucho sobre el pasado de su amigo, aquel del cual se niega a hablar por lo mal que lo pasó, haciendo que éste haga como si no existiera.

Pero sí sabe y recuerda las noches en las que tuvo que consolarlo mientras lloraba.

Desde que conoció a Yoongi, ha visto un cambio en él. Sus sonrisas eran más lindas y transpiraba amor cuando le contaba las tardes que pasaban juntos o las pequeñas peculiaridades que habían vivido, como la vez que el pelinegro le contó que escuchó a Harry Styles por él y que no le gustaron sus canciones.

Por lo que, decidido, bebió el último trago de su cerveza y dejó la lata en una estantería cercana a él donde fotos familiares reposaban, alguien más la recogería.

—De acuerdo, hay que hacerlo — estiró su cuello, se colocó sus lentes de lectura y su celular, en busca de algo —. Tú vas con el chiquito y yo con su amigo. En algo debe relacionarse la carrera de filosofía y creación teatral para hablar.

—¿Sí?

—Suelen decir que los de esa facultad son aburridos y EunYeong me terminó por ser aburrido, debo sacar provecho de eso.

—Gracias, Hyung. Te avisaré si necesito ayuda extra.




























Yoongi, aunque esperaba que sea así, se sorprende al estar bien.

Un poco aturdido, pero bien.

Namjoon permanece a su lado y tampoco es como si le está dando cavidad para irse, porque el agarre que tiene en la manga de su chaqueta es muy resistente.

—Taehyung dijo que nos llevaría con Jimin.

El pelinegro asintió, tratando de esquivar a todas las personas que se le atravesaran, a pesar de ser una tarea difícil porque el lugar parecía tan pequeño para los que estaban allí.

Cruzar la calle fue sencillo, el viento de la noche parecía prepararlo para lo que se avecinaba. Al entrar a la dichosa fiesta que, si bien se veía medianamente decente por fuera, la realidad lo golpeó como un ladrillo en la cara cuando, en primer lugar, sintió el cambio abrupto de temperatura.

Tuvo que esperar unos segundos más en la puerta para ponerse su chaqueta azul y poder pasar con la respiración tranquila.

La música estaba muy alta e, inesperadamente, no había mucho movimiento, al menos no en la entrada. Porque no veía a alguien con comportamiento caótico o en un estado muy etílico, sí, el olor a alcohol estaba presente, pero nada que le haga perder tanto la compostura. Hasta puede afirmar que vio a un grupo de jugar cartas en una esquina y otros enfocados en unos videojuegos.

Tanta tranquilidad a lo que imaginó era sospechoso.

—¡Yoongi, Namjoon! ¡Por aquí!

Ambos chicos giraron su cabeza ante la voz de Tae, quien iba hacia ellos abrazando el cuerpo de un chico un poco más grande que él.

—Vengan, creo que Jimin está en el segundo piso — con una sonrisa, empezó a caminar hacia unas escaleras que podrían apreciarse en el fondo, sin darse cuenta del par de miradas curiosas en él y su acompañante —. No pude avisarle que ya llegaron porque olvidé dónde dejé mi celular.

—¿Estás bien? — preguntó Namjoon al ver que su amigo no daba ningún indicio de avanzar.

—S-Sí, vamos.

Cualquiera que pudiera ver a Yoongi – los sobrios que merodeaban el lugar – podrían notar su rostro rígido y mueca seria, sus hombros se mantenían firmes al igual que sus ojos, como si estuviera buscando un solo objetivo y muy determinado a ir por él. Su espalda recta le daba un aura intimidante.

Y era todo lo contrario, estaba un poquito ansioso.

Toda esa fachada se perdía cuando veían sus manos, una sostenía un juguete y la otra a Namjoon.

Su ceño se fruncía cada vez más cuando sentía uno que otro toque en sus brazos y espalda, sabe que no puede hacer algo para evitarlo, pero eso no quita el hecho que le haga sentir irritado.

El camino hacia las escaleras pareció eterno, aunque solo era él deteniéndose cada tanto para evitar el mayor contacto no deseado con su cuerpo. Y pudo respirar más tranquilamente cuando vio a Park Jimin, sonriendo y luciendo tan reluciente como siempre.

Ahora que lo nota, siempre ve al rubio con una sonrisa en el rostro, ¿acaso no le duelen sus suaves y esponjosas mejillas?

Sus miradas se conectaron una vez Taehyung llegó hasta él, quien a su vez hablaba con otro chico más alto y de hombros anchos – quien ignoró, por su puesto –, logrando que el agarre en su pelota y en la chaqueta de Namjoon sean más fuertes.

—Hey — dijo Jimin una vez estuvo frente al grupo de cuatro amigos, siendo tan encantador como Yoongi lo tenía idealizado — Yoongi, Namjoon, ya conocieron a Taehyung, él es Jin — el desconocido asintió en forma de saludo, mismo que fue correspondido solo por Nam —. Y ese es Jungkook. Está borracho, así que está hablando incoherencias, no lo escuchen.

—Tae, será mejor que lleves a Kook a tu habitación o lo tires en la piscina, como quieras — dijo Jin —. No lo puedes estar cuidando toda la noche.

—¡Dijiste que tú me ibas a cuidar!

—El mundo te miente, niño.

Con un poco de disimulo, Park se deslizó hasta llegar al lado de Yoongi, quien se había arrastrado hacia la pared más cercana para permanecer casi arrimado a ella, con Namjoon a su lado.

—Lo siento, no debías conocerlo así — dijo, refiriéndose al menor del grupo —. Estaba nervioso por conocerte, usualmente es muy tímido cuando está sobrio.

El pelinegro asintió, soltando a su amigo para jugar con su pelota con ambas manos mientras miraba al suelo. De acuerdo, tal vez sí fue mala idea ir a la fiesta, sabe que ahora tiene una horrible mueca en su rostro que cualquiera puede malinterpretar.

El ruido ya le estaba molestando un poco.

—¿Por qué estaría nervioso por conocerme? — preguntó, como si él no estuviese a punto de vomitar por tener la mirada del tal Jin encima.

—Les hablé de ti. Uh, él también quiere ser escritor, pero no pudo entrar a la universidad por trabajar en el restaurante que sus padres tienen en Busan.

—Está bien.

El rubio suspiró, cruzándose de brazos. Aunque las quejas de Jungkook y la música se escuchan con mucha atención, Jimin estaba únicamente centrado en Yoongi, tratando de descifrar qué es lo que ocurría en su cabeza al tener una mueca de desagrado, a punto de pensar en lo peor.

Cuando, en realidad, Min estaba pensando con mucho esfuerzo temas de conversación que resulten interesantes tanto como para él y Park.

Definitivamente, él escribiría un libro que trate sobre qué hacer en estos casos, si tan solo supiera qué hacer.

En busca de ayuda, intentó buscar ayuda en Namjoon y frunció su ceño cuando lo vio alejado de él, con una sonrisa y lo que parecía ser una lata de cerveza mientras conversaba con Jin, sin Jungkook y Taehyung alrededor.

—¿Estás aburrido? — preguntó el menor, después de unos minutos mirando a su alrededor — ¿O no querías venir?

—No quería venir.

Bueno, ambos estaban conscientes que Min Yoongi es y siempre será sincero y directo.

¡Esto no era parte del plan!

—No tenías que haberlo hecho, no quiero que–

—Pero quería verte — dijo, firme, con una firmeza que apareció de la nada —. Estaba... emocionado, sí. Emocionado por verte.

Jimin se quedó callado, un poco sorprendido, pues es él quien hace este tipo de afirmaciones con regularidad y de manera indirecta – mismas que el mayor no logra captar, a veces –. ante esa pizca de miedo al rechazo – y por un poco de timidez, debe admitir, tampoco es que sea la persona más coqueta del mundo –.

Rápidamente, sus mejillas se alzaron con un poco de rubor encima y sus ojos se cerraron, Yoongi sintió una inmensa necesidad de tocarlas.

Y lo hizo.

Alzó su diestra con lentitud, una lentitud que solo ellos la percibieron. El rubio miró la mano pálida del contrario, sus dedos eran largos y varias venas se marcaban en el dorso de la misma.

Usó su dedo anular, pues recuerda haber visto en un vídeo que era el indicado para tocar su propio rostro cuando se está maquillando ya que no tenía mucha fuerza en este – o algo así – y, claramente, él quería tocar con toda la delicadeza a Park Jimin.

Lo merece.

—Son suaves. — Susurró, aunque nadie más que él pudo escucharlo, después de haber delineado el pómulo de sus mejillas.

«Sus labios deben ser igual o más suaves.»

Tal vez, el ambiente a su alrededor no era el mejor o el que ambos hubieran querido para ese tipo de tactos que son poco comunes en ellos. Sin embargo, y aún a pesar del ruido exterior, ambos se encontraban sumergidos en una burbuja – o nube, como quieran llamarlo – donde no existía ninguna otra persona más que Park Jimin y Min Yoongi.

—¿Tienes maquillaje?

Avergonzado, Jimin bajó la mirada y deshizo el contacto.

—N-No.

—Sí — contradijo, mirando con más detenimiento el bello rostro del menor —. Oh, tienes brillitos en los párpados.

De acuerdo, se supone que Yoongi no debía haber notado eso.

—Solo un poco... Sombra y rubor.

—¿Y tus labios siempre han sido así de brillantes y llamativos? Porque antes no lo había notado.

El rubio sonrió, menos cohibido que antes, al saber que el pelinegro ha estado viendo sus labios, y sacó del bolsillo de su pantalón un bálsamo que su hermana mayor le regaló hace unos días, con el fin de usarlo de vez en cuando como retoque en cualquier ocasión.

—Últimamente uso esto — señaló, recargándose en la pared a sus espaldas, listo para cualquier movimiento —. Sabor a cereza.

—Me gusta la cereza.

—¿Quieres probar?

Yoongi alzó sus cejas, asintiendo sin dudar. Él ama las cerezas, es su segunda fruta favorita después de las mandarinas, su textura es ideal y magnífica a su paladar, sin contar que puede comerlas sin semillas cuando las saca antes de servirlas.

Simplemente maravilloso.

—¿Puedo? — preguntó, como de costumbre.

—Tienes todo mi permiso.

Jimin suspiró cuando vio el cuerpo contrario acercarse más y fue cerrando sus ojos, sus labios cosquillean anticipando un sutil toque. Toque que no llegó al pasar los segundos.

Porque el pelinegro le había arrebatado el bálsamo de sus manos y quitar su atención de él para estar sumergido en el cosmético, mismo que destapó y para ver que era un labial líquido, le vio fruncir un poco sus propios labios.

Aun así, Min puso una gota de producto en su dedo – anular, por su puesto – y lo llevó hasta su nariz para olerlo, aún con la mezcla de olores a su alrededor, pudo sonreír al percibir el deje de cereza que tenía.

Sin embargo, cuando se lo puso en su labio inferior, no le gustó.

Rápidamente, se limpió la boca con el dorso de su mano, asustándose luego cuando se dio cuenta que pudo haber manchado su chaqueta ante el movimiento brusco.

—Me abstengo — dijo para después entregar el bálsamo a su dueño, disimulando que nada pasó con la dignidad que le quedaba —. Pero se ve bien en ti. Lindo.

—¿Ah? Sí, okey — respondió Park —. G-Gracias.

—Las sombras también. Resaltan tus ojos y me hace querer verlos por más tiempo.

Tragó grueso, ¿Yoongi le estaba coqueteando o solo era su imaginación?

—Puedes verlos toda la noche...

—Eso es literalmente imposible, tienes que dormir.

El menor, sin saber si sentirse rechazado o ignorado, asintió y suspiró.

Esa era una de las razones por las cuales el declararse no está en planes ahora. Es decir, Yoongi es una persona sumamente interesante y atrayente, además de atractivo, por su puesto, ¿quién no podría caer ante sus encantos?

Y una parte de él estaba seguro que sus acciones denotaban que se gustaban mutuamente, pero había ciertos momentos en los que se confundía un poco.

Sabe que no le gusta mucho el contacto físico, lo ha ido notando desde que lo conoció y se asustó cuando tocó su hombro, esa tarde cuando lo vio por casualidad y no se le ocurrió otra manera de acercarse a ofrecerle una galleta de avena, con la excusa que había comprado un paquete más por equivocación.

Casi sale mal. Casi, porque no alcanzó a golpear su nariz ante el sobresalto.

Una parte de él sufre por ello al ser una persona que demuestra su cariño mediante abrazos y tacto, pero está consciente que no puede hacer nada, si el mayor no quiere que lo toque, él no lo hará sin su permiso.

Admite estar intentando acercarse más a él con pequeños roces que parecen accidentales, se arriesgó mucho cuando ayer lo abrazó al recibir su regalo. Aun así, espera que Yoon le permita tocarlo más de ahora en adelante.

Ahora, la otra razón por la cual no comprende lo que siente hacia él es por... su voz.

No, la manera en la que usa su voz. ¿Acaso eso tiene sentido? Hasta parece que se está excusando a sí mismo de su inseguridad.

El pelinegro no habla mucho, si no fuera por el pequeño grito que soltó en su primer encuentro, pensaría que es mudo. Solo eso, no habla mucho y, si lo hace, es mediante monosílabos.

Al pasar de los días es verdad que fue sintiéndose más cómodo con su presencia para decir los detalles de información que hay en su cabeza – que parecen ser muchos –. En la actualidad, no hay día en el que no conozca nada nuevo junto a Min Yoongi.

Sin embargo, algo también que caracteriza al pálido es su voz plana, casi sin emoción. Quiere creer que es porque sus conversaciones – la minoría en las que están frente a frente – también son planas, a excepción de cuando se pone a hablar sobre pianos y la fabricación de violines.

Ahí puede escuchar y sentir su emoción, pero es extraño cuando se trata de dar ánimos, felicitaciones o lo que sea que esté haciendo esta noche. Parece que le es tan fácil decir lo que a muchos les daría nerviosismo, como a él.

Ni hablar de los mensajes de texto, todo es más confuso ahí.

Puede que una respuesta a sus preguntas sea solo... preguntar al respecto. Mas le teme al rechazo y que todo se vuelva incómodo.

Prefiere vivir en la incertidumbre que alejarse.

—Oye — dijo SeokJin, apareciendo inesperadamente frente a él junto a Namjoon y tratando de llamar su atención —. Te estoy hablando desde hace rato.

—Fueron veinte segundos, Jin.

—Tú dime Hyung, pequeñito — dijo el mayor de todos hacia Yoongi, quien frunció su ceño ante el apodo —. Taehyung llevó a Jungkook a su cuarto, se puso a llorar por su papá.

—Oh — murmuró él con una mueca —. ¿Debería ir con él?

—No, solo te estoy avisando por si su madre te escribe. Sabes como es, hoy está llorando, mañana lo va a maldecir y luego le dirá a su padrastro que lo ama. Además, Tae está con él. Ten lista su orden de brochetas de cordero, yo pagué la vez pasada.

—Yo pagué la orden en su fiesta de graduación.

—Entonces le toca a Taehyung, asunto resuelto — concluyó —. Te pregunté si querías algo de tomar porque la cerveza se está acabando e iré a comprar más con Namjoon.

—Uh, no. Nada — volteó su cabeza, viendo a Yoongi mirarlo con una expresión neutra —. ¿Y tú?

—Quiero agua.

—Te traeré un poco. — Se apresuró a decir, buscando la manera perfecta para hablar con SeokJin y pedirle ayuda.

Pero sus intenciones murieron ahogadas cuando Namjoon ya estaba extendiendo una botella con agua frente al pelinegro. Claro, hasta le había quitado la tapa y Yoongi se lo estaba agradeciendo.

Sin decir nada más, miró a su mayor con sus cejas juntas y ojos más abiertos que de costumbre. Sabe lo que está haciendo, maldición que lo sabe, pero como él siempre ha dicho, no se puede perder la dignidad si nunca la tuviste.

Jin lo vio con una ceja alzada, casi riéndose de su rostro aniñado y raro, sin embargo, abrió su boca con poco asombro después de entender.

Algo estaba saliendo mal.

Por lo que, llamó la atención de los tres chicos a su alrededor cuando se dio un golpe en la frente.

—Qué idiota soy — se lamentó falsamente, por situaciones como estas es la razón por la cual quiso estudiar teatro —. No puedo conducir hasta al supermercado porque tomé alcohol.

—Podemos ir caminando. — comentó Namjoon, característico en él siempre querer encontrar soluciones.

—¿Someterme al frío de la noche? Paso.

—Bien, yo conduzco. Yoongi y yo vinimos en la camioneta de su padre.

—No, tampoco puedes porque te tomaste una lata de cerveza.

—¿Y? Era solo una, no estoy borracho.

—Sería muy irresponsable de mi parte permitirte que hagas eso, ¿y si un oficial de tránsito te hace la prueba de alcoholimia? — exclamó — Ya perdí a Jungkook, no debo permitir lo mismo con ustedes.

—No perdiste a–. Uh, ¿siempre eres así de dramático?

—Jimin, debes ir tú — dijo el mayor, extendiéndole una tarjeta de débito —. Es de Taehyung, trae varios packs y papas fritas. Ah, también deja pagando la orden de brochetas en un restaurante cercano, te mandaré la ubicación por mensaje. Ve con Yoongi.

—¿Conmigo? — preguntó el pelinegro, que se mantenía al margen de la conversación y el protagonista de la misma.

Jin le daba un poco de miedo.

—Sí. Tú, pequeñito.

—No me digas pequeñito.

—Eres del mismo tamaño que Jimin, sus apodos serán tus apodos.

Y él le quiso replicar que no le llamaba por ningún apodo respecto a su estatura.

—Como decía. Papas fritas, refrescos, esas bolitas de queso que nos gustan...

—¿Quieres ir con él? — Namjoon le preguntó a su mejor amigo, por lo bajo para que los otros no los escucharan mientras se ponían de acuerdo de lo que comprarían.

Asintió.

Después de todo, se iría del lugar por un tiempo y eso es lo que quiere. ¡Con Jimin! Eso no era ningún castigo.

—¿Estarás bien?

—Sí, iré con Jimin — dijo, como si aquello fuera una nueva seguridad —. Pero necesitaré la mochila.

—Claro, ten cuidado. Me llamas por si no te sientes cómodo y quieres que vaya por ti.

Yoongi asintió, ignorando lo último y tomando la mochila entre sus manos, pues sabe con certeza que muy pocas veces el rubio le ha hecho sentir incómodo. En realidad, estar junto a Park Jimin es bastante agradable.

—Hyung, son muchas cosas — se quejó el rubio, anotando lo que podía en su celular —. ¿No estás abusando de la tarjeta y confianza de Tae? No podremos cargar con tanto.

—Irán en la camioneta, solo deben cargar desde la tienda hasta ella.

—Eh, no iremos en la camioneta — aclaró Yoongi —. No tengo licencia de conducir.

A Jin también le había arruinado todo su plan.

—No importa. Hyung, iremos solo a la tienda de convivencia que queda a unas cuadras y traeremos lo que haya allí.

Antes de que los mayores pudieran decir algo más, tomó la mano de Yoongi para dirigirse hasta la entrada – tal vez por el afán de irse rápidamente de ahí, no notó cómo ésta quiso alejarse de inmediato –, quien lo siguió con el corazón saliendo por su garganta, por lo que se soltó del agarre pocos segundos después de que habían salido de la casa.

—S-Si vas a tomar mi mano... — murmuró, tragando grueso —. Pídeme permiso.

—Te pido permiso, anotado — respondió, con una sonrisa ladina —. ¿Puedo tomar tu mano?

El pelinegro, con su corazón nuevamente haciendo dugun, dugun, asintió.

Y sus manos se entrelazaron como las nubes encontrándose en el cielo. Diferentes, pero complementándose tan bien.

Por motivos de tiempo no pude seguir escribiendo más, aún tengo otra parte con más de mil palabras en borrador, pero quería actualizar, así que dividiré esta noche en la historia en dos partes. Espero que el miércoles o jueves pueda volver a actualizar para que vean a este par vacilando porque los amo mucho ajsjkas.

Pan les tqm, ¡gracias por leer!

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