|Celos endemoniados|

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Título: Celos endemoniados.

Advertencias: Spoilers de la primera temporada. Apto para todo público.

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Black Hat, era consciente de que envió a sus esbirros directos a una trampa, era obvio que ese adolescentes hormonal llamado Ghoul estaba en una especie de control mental. Apestaba a feromonas y a pubertad. Solo podía sentir asco.

No era bueno usando la tecnología, pero podía encender una vieja televisión que al menos estuviera a color. Se sentó en su sofá individual y tomando el control remoto cambió los canales.

Se detuvo en las noticias, justo a tiempo. Flug y esa chica exageradamente rosada estaban en el titular, miró sin mucho interés el en vivo y algo dentro de él crujió al ver como esa mujer besaba a su científico.

Black Hat, destruyó el control remoto de un solo apretón y rechinó los dientes. Debía controlarse, uno de sus enojos fuera de control acabaría con la vida en ese planeta. Suspiró. ¿Cómo se atrevía Flug, a besar a una heroína?. Era una tradición y debía pagar el precio.

Comenzó a pensar en las mejores maneras de torturarlo, tal vez quitándole la lengua o enviándolo a una dimensión plagada de demonios. No, no era suficiente. Quería desmembrarlo personalmente.

Caminó hasta su oficina y miró por la ventana. Ansioso por la llegada de esos parásitos inservibles.

(...)

Flug, estaba aterrorizado. Si Black Hat, sabía de aquel beso podía empezar a cavar su propia tumba en el patio delantero.

—Tranquilo, nerd. ¡Tal vez el amo Black Hat, ni siquiera lo sepa!— Exclamó la chica dándole un empujón para que se apurara.

—¡¿Bromeas?!. ¡Estoy perdido!— La idea de huir era estúpida, su jefe lo encontraría aunque se fuera a otro universo —Ya mi pachoncito— 5.0.5 lloró a su lado y lo acarició para tranquilizarlo.

La tríada se detuvo frente a las rejas de la mansión y Flug, pudo vislumbrar la sombría silueta de su jefe observándolos desde la ventana. Un escalofrío recorrió su espalda, ya un poco más resignado a lo que venía.

—Si mueres, ¿puedo quedarme con tu cosas?— Preguntó la chica en un tono divertido.

—Te odio— Demencia, solo rió y se escabulló dentro de la mansión.

(...)

Flug, tenía que dar el reporte de la misión personalmente a su jefe. Todo su cuerpo temblaba cual gelatina mientras avanzaba a la oficina de Lord Black Hat. El ambiente se volvía gélido mientras más se acercaba, abrió la puerta y su voz salió chillona debido al pánico.

—¿J-jefecito?— Llamó y un aura roja lo rodeó antes de ser atraído hasta la mano de su patrón el cual lo apretó por el cuello.

—Dígame una cosa, doctor— Flug, tembló al escucharlo hablar —¿Cuál es la regla número 10V3 que todo villano debe conocer?.

—No involucrar al corazón— Respondió mecánicamente.

—Y se puede saber...— Apretó más y los ojos del científico casi se salían de sus cuencas —¡¿Qué demonios hacía besando a esa mujer?!— Gritó con esa voz distorsionada, todo a su alrededor comenzó a temblar.

Black Hat, estaba muy enojado, pero no era un enojo normal, usualmente su jefe ya lo habría golpeado contra la mesa hasta tumbarle un par de dientes, pero si Black Hat, fuese humano podría jurar que estaba celoso.

—S-señor...— Trató de hablar lo más claro que pudo pero la presión en su cuello se lo impedía —¿Acaso está celoso de mí?.

Ahora Flug, sí había despertado a algo peor que el demonio. El monóculo de su jefe se oscureció y vio fuego en su ojo, acto seguido fue lanzado al otro extremo de la oficina sin el mas mínimo esfuerzo.

La espalda del humano crujió y con torpeza intentó levantarse, solo atrayendo más furia sobre él.

La imponente y endiablada figura de su jefe se acercó a él con pasos firmes, amenazante y con sus garras advirtiendo con abrirlo por la mitad. Flug, hizo una reverencia y se quedó en el suelo, postrado, suplicando clemencia.

—¡Lo lamento, juro que no volverá a suceder, jefecito, pégueme pero no me mate!— Lloriqueó y solo obtuvo un gemido de desagrado.

—¡Largo de aquí y termina tu maldito trabajo!— Exclamó el mayor y el científico se puso de pie de un salto —Vuelve a decir una estupidez como esa y te juro que desearás estar muerto— Sentenció como última advertencia y Flug, salió corriendo, alegre de estar vivo.

Black Hat, gruñó, exasperado por no ser capaz de matar a aquel hombre. Tal vez... Tal vez, Flug, tenía razón y estaba algo celoso. Solo un poquito, pues aunque odiara admitirlo quería ser quien le quitara el primer beso al científico, aunque jamás se atrevería a dar el primer paso.

Aborrecía esas desagradables emociones que el provocaba el científico, pues durante toda su existencia se había encargado de erradicarlas. Pero parecía que su coraza podía ser atravesada fácilmente por ese chico con bolsa de papel en la cabeza.

—Maldito, Flug.








Gracias por leer.

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