Capítulo #14

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La vida como los momentos, son inesperados o talvez si sean esperados pero aún así nos sorprenden, nos toman y nos sacuden, nos gritan para que entendamos que son reales.

Los meses se sentían como semanas, las semanas apenas llegaban a días, los días eran sólo horas, las horas duraban escasos minutos y los minutos transcurrían como segundos.

El tiempo y su afán de ir deprisa cuando debería ser eterno como si su misión fuese acortar y terminar con lo que nos hace feliz.

Jamás el tiempo había volado tan deprisa, y quizás, no pueda controlar su rapidez; pero puedo decidir a donde ir, puedo elegir donde estar y como aprovechar cada instante.

Hace poco más de un mes que conocí a Parsley. Los encuentros con ella desde ese entonces han sido sin planearlos.

La veía cuando la luna se volvía mi cómplice y me premiaba con su presencia, cuando las estrellas se juntaban para indicarme su dirección, cuando los astros conspiraban a mi favor.

Por ahora solo Ellie sabe de su existencia y aunque me recalca una y otra vez que saldré lastimada, no entiende que lo que más me destruiría ahora mismo sería alejarme.

Sí, puede que la esté queriendo y necesitando más de lo que debería, puede que esté pasando lo que no debía ocurrir.

Nadie más sabe de Ella y por ende tampoco que me gusta una mujer, pero no me preocupa, no me asusta y es que ni siquiera me importa porque nada se compara a lo que me hace sentir, nada se siente tan condenadamente bien.

Nada se siente como ella.

Tomé un trabajo después de clases, nada con lo que me vaya a volver millonaria; pero si algo que me va a proporcionar ingresos y con suerte en algunos meses podré irme de casa.

La estadía allí se ha vuelto un infierno, una guerra constante dónde los que siempre salen jodidos son mis sentimientos. El ambiente está extremadamente hostil y no sé que bicho le picó a mi madre pero cada día es más cruel y dura conmigo.

Hoy es sábado, Ellie irá al Fallen Empire con el italiano y hoy no tengo ganas de jugar a los detectives. Las cosas entre ellos se están desarrollando bastante bien podría decirse, aún así mi corazón se sube a la boca de mi estómago cada vez que sé que están juntos.

No sé si serán ideas mías, pero también la he pillado en más de una ocasión mirando a Ryan, no sé que se trae entre manos.

Tengo muchas ganas de ver a Parsley, llevamos días sin coincidir y últimamente hemos hablado poco, está muy ocupada con su trabajo, del cuál no me ha querido hablar.

¿Será que su trabajo es asesinar políticos o quizás vender órganos?

No sé realmente cuál es el misterio, solo espero que no sea algo que la ponga en peligro.

Una idea burbujea en mi cabeza, un plan algo retorcido que espero logre atraerla hacia mí.

Pareciera que siempre sabe dónde estoy, aunque no tenga ningún motivo para saberlo pero esta vez le daré motivos porque realmente quiero y necesito verla.

Tomo mi celular y abro la aplicación de Uber, pido uno para dentro de una hora.

Me dirijo a la ducha dejando que el agua hirviendo alivie las tensiones de mi cuerpo, en instantes el lugar se llena de vapor y olor a vainilla.

Una vez terminada la ducha, elijo la ropa que usaré. El vestido rojo vino me hace señas, así que lo tomo y me lo pruebo.

La tela se ciñe a mi cuerpo como si se tratase de una segunda piel, las pequeñas cadenas que en este caso son los tirantes del vestido, apenas pueden sujetar mis pechos. La espalda queda totalmente expuesta, excepto por la fina cadena que une los tirantes y conecta la parte inferior del vestido.

Pequeño, atrevido y picante.

Me recojo el pelo en un moño alto para que mi espalda siga quedando al descubierto y me maquillo sutilmente dado mis escasos dotes en el maquillaje.

Una vez arreglada me tomo una foto, la subo a mis redes señalando la ubicación de la discoteca a la que iré y en el pie de la misma escribo: "Si de pie me veo rica, imagínate encima de ti".

Salgo a la carretera y el auto que pedí llega enseguida, lo abordo y en media hora estoy entrando a la discoteca.

La iluminación del sitio es tenue en su mayoría roja, el olor a alcohol sobresale y está lleno de personas que bailan y saltan al ritmo de la música.

Me dirijo a la barra y pido un whisky doble sin hielo, el trago resbala por mi granganta cuál fuego, ayudando a mi cuerpo a entrar en calor.

Mis ojos la buscan, pero no la encuentran.

Never Be the Same de Camila Cabello se toma el lugar y me acerco hasta el montón de personas que bailan y dejo que la canción inunde mi cuerpo.

Somethin' must've gone wrong in my brain
Got your chemicals all in my veins
Feelin' all the highs, feelin' all the pain

Comienzo a mover mis caderas suave, al ritmo que la música marca, dejando que los movimientos fluyan libremente.

Let go on the wheel, it's the bullet lane
Now I'm seein' red, not thinkin' straight
Blurrin' all the lines, you intoxicate me

Pienso en ella y en como se ha convertido en una droga para mí, en cómo la necesito y en todo lo que provoca en mí.

Just like nicotine, heroin, morphine
Suddenly, I'm a fiend and you're all I need
All I need, yeah, you're all I need

La canción describe demasiado bien como me siento y el miedo se instala en mi cuerpo al pensar en la sensación de no tenerla. Suena el coro y mi voz se une a todas las voces que comienzan a gritarlo con euforia.

It's you, babe
And I'm a sucker for the way that you move, babe
And I could try to run, but it would be useless
You're to blame
Just one hit of you, I knew I'll never be the same
It's you, babe
And I'm a sucker for the way that you move, babe
And I could try to run, but it would be useless
You're to blame
Just one hit of you, I knew I'll never ever, ever be the same

Cuando termina el coro y baja un poco la euforia siento que toman mi mano, por un momento mi corazón palpita más rápido; pero no es su tacto; es áspero y me giro en lo que intento que me suelte.

—Suéltame —grito intentando zafarme del agarre que solo se intensifica cada vez más—. Me estás haciendo daño —vuelvo a gritar pero no afloja mi brazo.

—Baila conmigo, preciosa —el aliento a alcohol me llega hasta aquí y su intento de coqueteo me da asco.

—Le dije que me soltara, señor. ¿Cómo coño tengo que explicarte que no voy a bailar contigo? —la frustración me toma al no poderme soltar.

El hombre es grande y evidentemente tiene más fuerza que yo, todos están en su mundo y nadie se da cuenta de la situación en la que me encuentro y por más que grite, mis gritos son ahogados por la música.

—Tu quisiste que esto fuera por las malas muñequita.

Jala mi brazo arrastrándome detrás de él, el miedo se instala en mi cuerpo, mis ojos se humedecen pero no dejo que las lágrimas broten de ellos; intento frenarlo pero eso solo hace que sus movimientos sean más bruscos y fuertes.

De repente la siento, su mano toma mi mano libre. Mi mirada conecta con la de ella y el miedo que sentía un segundo atrás se esfuma, como si a su lado fuera invencible.

El movimiento frena al señor que mira hacia atrás y tuerce los ojos.

—Me parece que la chica dijo que no quería bailar contigo, ¿no te quedó claro? —espeta Parsley expelendo fuego por sus ojos.

—No me hagas reír y mejor lárgate —dice el hombre con aires de suficiencia.

El hombre casi no terminó la frase cuando Parsley lanzó el puñetazo que lo dejó en el suelo. Todo comenzó a suceder demasiado rápido y lento a la vez, pero antes de que ella volviera a golpearlo tomé su mano, evitando comenzar una contienda.

Con los ojos supliqué que lo dejara y supongo que ella al ver el terror en los míos, terminó dejándolo.

La abracé y me quedé allí por algunos segundos, inspirando su olor; ese que huele a casa y a seguridad.

En esos segundos me convencí que el mejor de los lugares, reside en sus brazos, oyendo el palpitar de su corazón.

—Gracias —dije en un susurro muy cerca de su oído.

—No, no tienes nada que agradecer.

—Sí, si tengo que agradecerte sino hubieras llegado... —soy interrumpida por ella.

Mis ojos son un charco que vuelven borrosa mi vista, aún así no he dejado salir a ninguna de las lágrimas que los llenan.

—Hey mírame —toma mi cara entre sus manos y me hace mirarla a los ojos—. Yo siempre voy a estar, bebé.

Sus palabras se clavan en lo más profundo de mi alma y las lágrimas contenidas ruedan por mis mejillas, sus dedos las limpian y vuelve a susurrar para ambas.

—Siempre.

Me tomo dos segundos para recomponerme del momento y pasados la atraigo hacia la multitud.

Coloco mis manos en su cuello para bailar la canción suave que está puesta, no la conozco.

Su mirada ya no está enturbiada por el genio ahora se muestra.. ¿divertida? No sé, eso creo. Me acerco a su oído para susurrarle.

—Viniste.

Borro la experiencia anterior de mi mente centrándome solo en ella, en la música y en el momento.

—Claro que vine. Espero que la indirecta haya sido para mí —dice con un deje de advertencia.

—¿O sino que? —pregunto traviesa.

Su cara se traduce en un eterno dilema, separa sus labios para hablar sin embargo no sale ninguna palabra así que prefiero terminar el momento.

Me acerco hasta su boca queriendo besarla, pero se aleja unos centímetros cada vez que estoy por besarla. La anticipación y su jueguito aviva el fuego de mi interior.

Luego de algunos intentos fallidos termina dándome el apasionado beso que me deja literalmente ardiendo y mucho más hambrienta que antes si eso es posible.

Seguimos bailando y cada roce, cada susurro, cada toque, cada beso aumentan el deseo creciente de mi interior, el deseo culposo que me atormenta desde que la conozco, el deseo que ahora vive en mí.

Siento que terminaré arrancándole la ropa sino respiro un poco de aire fresco así que me escuso diciendo que necesito pasar al baño.

Entro en él apoyo mis manos en el lavabo, abro el grifo y tomo una gran bocanada de aire. Levanto mi vista hacia el espejo y...

Los ojos cafés que me desvelan me miran curiosamente y una sonrisa traviesa aparece en su rostro, se acerca hasta mi espalda y susurra en mi oído.

—¿Qué pasa bebé? ¿Caliente? —inquiere con una sonrisa maliciosa.

Mis mejillas se encienden, muerdo mis labios y mi pecho comienza a acelerarse. Aún no entiendo su forma de ponerme, aún no entiendo como hace para estar en mi mente siempre, como hace que mis ganas por ella lejos de terminarse se vuelvan una necesidad.

Soy adicta a Parsley Case; es mi puta droga y desearla es mi peor vicio.

—Caliente no es nada en comparación a como me tienes.

Invierto nuestras posiciones y ahora es ella quien se encuentra contra el lavabo, deslizo mi mano hacia su nuca atrayéndola hacia mí y junto nuestros labios.

La beso con muchas ganas porque en serio la necesito, la beso como si la vida se me fuera en ello, como si fuese la última oportunidad que tendría de probar sus labios.

Quiero prenderme de ella y no soltarla jamás.

Comienzo a desabotonar los botones de su camisa, la desesperación me hace perder un poco los nervios cuando algunos botones se me resisten y ella me ayuda con la tarea.

La vista de su torso desnudo incendia mi interior, pierdo el control que me quedaba y llevo mis manos hacia sus pechos, los aprieto y estrujo a mi antojo y luego es mi boca la que se encarga de ellos.

Sus pezones se vuelven erectos y duros ante el contacto de mi lengua y la sensación manda corrientes de electricidad hacia mi entrepierna que es un charco.

Subo hasta su cuello acariciando y besando cada centímetro de piel. No quedó un puto lugar de su espalda y hombros en que no besara, explorara y tocara.

—Te necesito tanto joder —mi voz sale como un jadeo ronco

Y es que, sí que la necesito.

Tengo unas ganas incontrolables e insaciables por la mujer que llegó a poner mi vida patas arribas, por el huracán llamado Parsley Case.

Sigo a por el botón de su pantalón, me quedo en un cuclilla mientras deslizo la prenda por sus piernas. Mis dedos se quedan en el elástico de sus bragas y pido permiso con mis ojos para quitarlas, ella asiente entendiendo mi mirada y saco el último trozo de ropa de su cuerpo.

La observo sin pudor alguno, memorizado cada lunar, cada tatuaje, cada detalle de su cuerpo y aunque quisiera mirarla por horas, no puedo controlar la pesadez de mi lengua por probarla y de mis manos por tocarla.

Dejo que mis rodillas toquen el suelo, y con mis manos torneo sus piernas desde abajo hasta casi rozar su sexo. El interior de sus muslos está mojado y es lo que acaba mandando al caño mi autocontrol.

Mi lengua recoje los fluidos de su sexo y saboreo el que es desde ya mi sabor favorito. La primera probada me vuelve más loca aún y empiezo a devorar su coño queriendo que su sabor se quede por siempre en mi sistema.

Ella lleva su mano a mi cabello, y ahora es quien dirige los movimientos y yo intento memorizarlos, porque así le gusta pero el primero de sus gemidos hace que olvide mi tarea.

Sus gemidos son la melodía más exquisita, sé con certeza que podría pasar todo un día escuchándola gemir, mi coño palpita y podría correrme solo así.

Joder creo que este será el escenario de mis fantasías por mucho tiempo.

Con mis dedos empiezo a trazar círculos sobre su clítoris mientras mi lengua no deja de arremeter contra sus pliegues. Sus jadeos y gemidos aumentan llenando cada espacio del lugar, aprieta el agarre de mi cabello dirigiendo mi cabeza e intensificando los movimientos que ahora realiza a su antojo, follándome la boca.

De su garganta sale un grito ahogado y mi boca recibe gustosa los fluidos calientes de su orgasmo, reafirmando la sentencia de que le pertenezco.

Vendería mi alma al diablo si eso me asegurara tenerla siempre. Nunca antes me había asustado un sentimiento pero las cosas que siento por ella comienzan a aterrarme.

Como una advertencia sorda regresan sus palabras a mi cabeza, repitiéndose, como otras veces.

«Hagas lo que hagas, no te vas a enamorar de mí»

El contacto de su mano con la mía invitándome a levantarme me hacen volver a la realidad.

—Preciosa, desvístete —deberían poder escuchar su puta voz ahora.

Joder.

...


¿Se han preguntado a qué o quién se parecen?

Muchos cuando les piden que nombren algo que les represente, nombran algún animal imponente, pero eso no ocurre conmigo porque mi mente viaja automáticamente a lo que contemplan mis ojos justo al frente: el mar.

Imponente y temperamental cuando el viento lo embravece; quieto y pacífico cuando el sol brilla en todo su fulgor.

Justo así me siento yo, justo así aprendió a leerme Alexa, y es que la mujer que se aferra a mí en este instante, no solo me seduce con su cuerpo; sin darse cuenta llegó a ser capaz de ver más allá de lo superficial como si sintiera una imperativa necesidad de desnudarme el alma y debo reconocer que su esfuerzo cada vez la conducen más cerca de aquello.

Su cuerpo me llama pero su mente de cierta manera me atrapa.

Miro Alexa de reojo mientras se mantiene aferrada a mí; mi mente viaja hasta el momento en el que ese cabrón quería forzarla.

Mi ira enardeció y puedo jurar que a no ser por la mirada de terror de Alexa hubiese salido medio muerto de ahí; hijo de puta.

Mínino debería haberle roto un par de huesos por tratar de forzar a una mujer y más aún porque esa mujer es mía, sí.

Alexa es mía.

Lo veo en sus ojos y sé que hay amor, ella nunca demanda nada, nunca se queja ni reclama; sigue las reglas sin objeciones; pero se que su corazón ansía más.

Sus ojos lo gritan cada que su mirada conecta con la mía, mas nunca dice nada porque en su mente se grabó la regla que le dí aquel día.

La observo contemplar el mar perdida en sus pensamientos y se que lo que haré tendrá consecuencias pero estas nunca me han frenado.

La junto a mi cuerpo y su mirada conecta con la mía, las reacciones de su cuerpo frente a mis toques son algo que siempre avivan el fuego que nunca se apaga en mi interior.

Subo su vestido, el cual quisiera arrancar porque la ropa siempre sobra cuando estamos juntas, pero me contengo.

La cargo encima de mí para que rodee mi cintura, quiere besarme pero no la dejo y me arrodillo en la arena con ella encima de mí; la acuesto en ella y voy directo a su oído donde suelto un susurro cargado de hambre:

—¡Eres mía!.

Su cuerpo se estremece y no necesito ninguna otra señal más que ver como aprieta sus piernas para saber que su sexo ya está preparado para mí; como siempre desde que comenzamos hablar.

Arranco sus bragas y comienzo a deslizar mis dedos en su lubricado coño, cada que la encuentro así mis ojos se llenan de la lujuria que me cargo, me los llevo a la boca y saboreo su humedad y es que su sabor aunque ella no lo sepa es adictivo para mí. Conecto su mirada con la mía y le doy solo una orden:

—En todo momento quiero tu mirada conectada a la mía —ella asiente.

Comienzo a embestirla con mis dedos, controlo mis jadeos y empiezo aumentar la velocidad de las embestidas, lo único que se escucha es mi nombre entre sus gemidos lo cual pone mi cuerpo a arder, mis dedos comienzan arquearse dentro de ella y comienzo a hablar.

—Decidiste jugar en un infierno en el que sabías te terminarías quemando —digo sin dejar de mirarla a los ojos—. Te quemaste pequeña Alexa porque ya no hay escapatoria. No quiero más encuentros casuales —hago una pausa y veo como sus ojos se cristalizan, sé que piensa que es el fin pero no, aún no. Continúo; las embestidas no cesan, sus gemidos no paran—. No quiero títulos ni ninguna de esas cursilerías pero el mundo debe saber que eres el demonio que pertenece a mi infierno —sus ojos se van oscureciendo cada vez más y noto como sus paredes comienzan apretar mis dedos y lo poco que le falta para llegar al orgasmo—. De ahora en adelante solo ardes para mí porque a partir de ahora este infierno solo pondrá arder a un solo demonio.

Suelto esta última frase con una embestida que logra que contraiga el cuerpo y libere el grito con el que alcanza el orgasmo, llevo mi boca hasta la suya, el beso con el que cierro el momento esta cargado de posesividad y fuego. Vuelvo a mirarla a los ojos y le digo:

—Alexa ahora eres mía, pero te lo vuelvo a repetir, esto es sin enamorarse.

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Holi bebeses les dejo por aquí unos dibujitos de las chicas hechos por Nia_Lara y aprovecho de volver a agradecerle y recomendarla🧡✨

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