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Nunca se esperó tener un lugar al que regresar que no fuera la base de los Ikari, daba gracias a quién fuera porque no soportaba a ese cabeza de dinamita, aunque tampoco es que soportase a los que se encontraban a su alrededor.

- ¡Entonces dijo "NO PASARÁS" antes destruir el puente! 

- ¡No!

- ¿Podemos simplemente ver la película? será mucho más rápido que leer el libro entero como un cuento.

Estaba en el segundo piso, pero sus gritos desde la primera planta eran demasiado notorios como para ignorarlos pensando en cualquier otra cosa, pensaba seriamente en comprar unos audífonos, de esos que vienen con un reproductor, bueno, hace años vio uno de esos, no sabía si aún los vendían, pero suponía que al menos se compraría uno de esos audífonos con la zona del auricular cómoda y lo suficientemente grande para cubrir sus oídos por completo.

- ¿Cómo te atreves? las películas son buenas, pero el libro, um, ya no recuerdo si vi primero el libro o la película.

- Kula quiere ver la película también.

- Muy bien, pero no es una película en su ley si no hay algo que comer.

- Eh, tú sólo querías dulces, ¿no es así?

Eran ruidosos, siempre lo han sido, quiere decir que son molestos porque realmente lo son, pero a la larga solo tuvo que acostumbrarse a ello, o hacer como que no estaban ahí.

Un ejemplo era la niña, que siempre hablaba aun si la ignorabas, gritaba por muchas emociones, tratando de exponerlas al mundo tanto como podía, un gran contraste a como era antes, apenas y decía palabra, se parecía mucho más a él, nunca lo admitiría pero llegaba a ser aterrador el cambio que sufrió esa vez, bajo el control de otros la gente puede cambiar, convirtiéndose en una maquina para matar así como él.

- ¡Kula quiere 8 malvaviscos en su chocolate!

Por supuesto, luego ella mostraba como era realmente, y su estado de niña mimada le daba más repelús y cansancio que su fase de asesina.

- Si la princesa puede comer 8, yo tomaré el doble.

- ¿Pero entonces dónde va el chocolate? con tantos ya tienes la taza llena, cuando se derritan quedará tan meloso que ni gusto tendrá.

Otro punto era Máxima, tratando de ir con la corriente, o simplemente haciendo lo que podía para tratar de hacer ver qué las cosas eran "normales", que estaban viviendo una vida normal, antes no lo hacía tanto, después que Kula sufrió un lavado de cerebro momentáneo era mucho más evidente sus intenciones de hacer como si todo alrededor de ellos era lo más común.

- ¿Les parece bien los malvaviscos más pequeños? Momento, ¿Desde cuándo tenemos de este tamaño?

- Algunas compras en internet nunca son malas -incluso fingía que todo era normal alrededor de la otra chica, como si no lo hubiera visto más de una vez conectado a la red sentado en su sofá.

Quizás trataba de verse lo más normal alrededor de ella porque ella la ancla de "normalidad" a la cual la niña había decidido aferrarse por el momento.

- Un día de estos voy a regresar a casa y encontrarme con una casa de gengibre tamaño real, ya lo veo.

- ¡Con un estanque de chocolate!

- Interesante opinión, princesa.

- Kula, no le des ideas, lo mismo para ti, Máxima.

¿Donde habia quedado el tipo que hablaba de gastar lo mínimo para no dejar rastros? Aunque de todas formas a nadie se le cruzaría por la cabeza que un grupo de armas mortales compraría dulces en cantidades industriales.

¿Cómo podían hacerlo tan fácilmente? Fingir que eran "normales", que no tenían demonios carcomiendo sus recuerdos, que ellos mismos no habían interpretado a monstruos que trabajaban bajo órdenes de otros.

Que no fueron mocosos ignorantes que en el último momento dudaron y perdieron aquello que se había quedado con ellos desde el primer momento.

Quizás eso aplicaba más para él, pero no quería admitirlo, no quería recordarlo, lo enfurecía, y su guante aún no estaba en las condiciones como para resistir su ira con tantas partes faltantes.

Partes faltantes, fragmentos perdidos, memorias distorsionadas, preguntas recurrentes, se había dicho que quería vivir solo por él, y por los otros dos aunque nunca lo iba a admitir del todo ni en sus pensamientos, se dijo que iba a vivir por su propia cuenta, dejando el resto atrás junto a lo que pudieran haber dicho de él, de lo que hubieran pensado de él.

Porque ella le dijo que podía seguir con su camino.

Porque ella le dijo que los chicos cool podían seguir con la frente en alto sin importarles mucho lo que dirían otros, que los admiraba por eso.

Qué podían hacer sus propias reglas, podían hacerse sus propio camino.

- Los chicos cool son únicos.

Los chicos cool no eran normales, no trataban de ir con lo que otros pensaran.

Llegaba a olvidar que los chicos cool no se quedan estancados con el pasados aún cuando ellos mismos se convencían de que ya nada lo seguía amarrando atrás.

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