Capítulo X: Verdades a la cara

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Piernas y brazos entrelazados, cabellos rojos y negros mezclados en el lecho, Eirian no se fue como prometió. Los rayos dorados que se colaban por los resquicios de las cortinas acariciaban su rostro. Rowan deslizó los ojos siguiéndolos. Detalló el perfil delicado y descendió por el cuello de alabastro. De este ya no colgaba el medallón con el escudo del imperio, sino otro infinitamente distinto. Apenas un rústico y delgado cordón de cuero, del cual pendía un trozo de corteza tallada toscamente como si fuera la cabeza de un lobo. Le pareció escuchar la voz risueña de Eirick cuando les entregó los colgantes a manera de juego muchos años atrás.

Rowan sujetó el que colgaba de su propio cuello. Ni él ni Eirian volvieron a quitárselos. Había sido una broma y terminaron haciéndola una promesa.

Suspiró al recordar la noche junto a él, las declaraciones de amor, los besos, lo cerca que lo había sentido de su corazón, como si fueran dos partes de un todo. Lo único necesario en su vida.

—El Conquistador —susurró muy bajito mientras le delineaba el contorno de la pálida boca con el índice.

Eirian se frotó el labio donde él había tocado y abrió los ojos con pereza.

—Buenos días, cerecita —dijo Rowan con una pequeña sonrisa—. Dijiste que te irías cuando me durmiera, y mira. —Señaló la luz que se filtraba por las cortinas—. Presiento que es mediodía.

—Me quedé dormido. —Eirian sonrió más, le acarició la mejilla y le llevó un mechón de cabello enmarañado detrás de la oreja—. Me gusta dormir contigo. ¿Cómo te encuentras?

—Mejor, supongo —contestó—. Ha sido difícil regresar aquí. Cuando te vean salir de esta habitación será peor.

—Eso no tiene por qué importarte, Rowan. No tienen que meterse en lo que haces, ni juzgarte, eres su príncipe.

—Uno que se acuesta con el enemigo.

El emperador enarcó las cejas y se llevó la mano derecha dramáticamente al pecho

—Anoche dijiste que me amabas, creo que es la primera vez que lo haces sin que te lo pida. —Sonrió—. ¿Soy tu enemigo?

Rowan hizo un mohín y puso los ojos en blanco.

—Sabes a lo que me refiero. Algunos esperan...

Eirian frunció el ceño, su actitud cambió a una más seria.

—¿Esperan qué? Somos un mismo pueblo: La Gran Nación del Norte. ¿Qué más da que te acuestes conmigo? —Ante sus palabras, Rowan apartó la mirada. Eirian lo sujetó del mentón e hizo que lo observara de nuevo—. No dejes que metan ideas en tu cabeza. Somos una sola nación, la más fuerte de Olhoinnalia y tú eres mi espada, mi bastión. Mi gran amor.

El príncipe suspiró.

—Perdóname. —Rowan lo soltó del todo y se levantó de la cama—. No estoy acostumbrado a estar aquí. Tal vez imagino cosas como que me desprecian y se burlan a mis espaldas. Necesito tiempo para adaptarme.

—Quien te desprecie o se burle de ti, me ofende a mí y no perdono ofensas. Si descubro a alguien haciéndote desplantes lo mataré.

—Hoy enterraremos a mi padre, no hablemos de esto, ¿quieres? Como te dije, tal vez imagino cosas.

Ni Eirian ni él volvieron a hablar de política. Se vistieron en medio de un silencio interrumpido por sonrisas y miradas dulces. Cuando estuvieron listos, llamaron para que les trajeran el desayuno. Luego de un cuarto de vela de Ormondú, Eirian se retiró a sus propias dependencias y Rowan decidió hacerle una visita a su hermana en la otra ala del castillo.

El príncipe se anunció con el guardia de la puerta y un breve instante después le permitieron entrar a los aposentos de Andreia.

La habitación de ella se encontraba en una de las plantas altas del castillo y tenía ventanales grandes, abiertos de par en par al balcón, por donde penetraba la luz vespertina e inundaba la habitación de claridad.

El vestido oscuro que usaba Andreia acentuaba las profundas ojeras bajo los grandes ojos ámbar y la palidez de su piel, pero Rowan no se fijó en eso. A su hermana la acompañaba Daviano, el hijo del primer consejero y a quien, estaba seguro, él no le agradaba.

—¿Por qué está el dreki Daviano aquí? —preguntó con voz cortante, una vez estuvo dentro de la habitación.

—Creo que se saluda antes. —Andreia se levantó del asiento y lo miró extrañada. ¿Y cómo que por qué? ¿Acaso no puede estar?

—No es apropiado que recibas la visita de hombres jóvenes a solas en tus aposentos.

—¿Por qué no? —Había algo de inocencia en la pregunta, Rowan se exasperó.

—¡Eres la princesa del reino, debes cuidar tu virtud!

Rowan alternó la seria mirada entre su hermana y Daviano, quien había fruncido el ceño y apretado los dientes.

—¿Qué insinúas? —Andreia lo miró con las cejas alzadas—. ¡Daviano es como mi hermano!

—¡Pero no es tu hermano! ¡No toleraré que hablen de ti!

—¡¿Quién te crees?! —preguntó Andreia, cada vez más enojada—. Vienes aquí e insinúas ese montón de estupideces, como si algo de nosotros te importara después de que pasé una lunación entera escribiéndote, suplicándote que vinieras a ver a nuestro padre sin obtener respuesta.

—¿Qué dices? ¿Cómo que una lunación escribiéndome?

—¡Ulfrgarorg no te importa, así que no tienes derecho a ordenarme nada!

—Con todo respeto, Alteza —dijo Daviano luego de inclinar la cabeza en una pequeña reverencia—, no deberíais preocuparos de que hablen de nosotros, más bien deberíais evitar que hablen de vos por pasar la noche con el emperador, cuando el cuerpo de vuestro padre aún no se enfría.

Rowan lo miró perplejo, casi de inmediato su rostro se contorsionó de rabia. Apretó los dientes, no creía la osadía que acababa de escuchar.

—¡¿Cómo os atrevéis a hablarme así?! ¡¿Acaso queréis morir?! —siseó furioso.

—Solo digo la verdad, Alteza. Señaláis a vuestra hermana, que es del todo inocente, cuando vos...

—¡¿Cuándo vos qué?! —tronó Rowan, acercándose a él como una fiera—. ¿Qué queréis decir, dreki?

—¡Basta ya, Rowan! —intervino Andreia—. ¡No tienes derecho de venir a mis dependencias a importunar! Todavía no eres el rey y aunque lo fueras, lo que insinúas es absurdo.

Sentía que la sangre se le había subido a la cabeza, no continuaría tolerando la falta de respeto del hijo del primer consejero.

—Solo quería saber como te encontrabas —murmuró conteniendo la rabia «Acercarme a ti» pensó. Luego le habló a Daviano—: En cuanto a vos, no puedo perdonar vuestra ofensa. ¡No toleraré insolencias!

Rowan salió de la habitación furioso. Afuera esperaba el guardia de la entrada.

—Buscad otro soldado y arrestad al dreki Daviano —ordenó.

El soldado lo miró con ojos muy abiertos, pero no dio señales de obedecer.

—¡¿Sabéis quién soy?! —preguntó impaciente.

—Su Alteza Real, el príncipe Rowan.

—Así es, y vuestro futuro rey. Obedeced, llevadlo a los calabozos y no permitáis que nadie lo visite.

—Pero... Alteza, la princesa...

Rowan ladeó la cabeza.

—¿Queréis acompañar al dreki en el calabozo?

El soldado se apresuró a negar con la cabeza. Rápidamente, se dispuso a cumplir la orden de Rowan.

Fue a la habitación de su hermana con la esperanza de estrechar lazos con ella, pero las cosas salieron inesperadamente mal. No podía dejar pasar más impertinencias, menos sabiendo que no era apreciado por sus futuros súbditos. Perdonar al dreki equivalía a mostrar debilidad y no comenzaría su reinado siendo tomado como una burla.

Por otro lado, ¿cómo que Andreia llevaba una lunación pidiéndole que regresara a Ulfrgarorg? Eirian solo le entregó una carta, no todas las que ella decía haber escrito.

Cuando llegó a su dormitorio, Idrish lo esperaba junto a la puerta.

«¡Mierda, no ahora!».

—No te veía desde ayer, hace mucho que no hablamos. ¿Puedo pasar?

«Debo terminar con esto de una buena vez».

—Sí, adelante.

Rowan se apartó para darle paso al coronel, luego entró al dormitorio detrás de él. El olor de Eirian aún lo impregnaba, una punzada de culpa lo invadió.

—¿Quieres algo de beber?

—Hidromiel —contestó el coronel—. ¿Estás bien? Luces alterado.

—Mi padre acaba de morir, ¿cómo se supone que debería estar? —El príncipe sirvió la bebida en vasos altos Y le ofreció una a Idrish—. ¿Quieres... decirme algo?

Idrish bebió un gran trago antes de hablar.

—Quiero... me gustaría saber qué piensas hacer ahora que tu padre ha muerto. ¿Te quedarás aquí?

—Supongo que sí. El trato con Cardigan fue que al morir mi padre yo sería el regente de Ulfrgarorg.

—Eso pensé. ¡Quiero seguirte, continuar a tu servicio aquí!

Rowan exhaló. No sería fácil terminar con Idrish. Volvió a recriminarse en su interior la mala decisión que fue enredarse con él.

—No soy yo quien decide eso.

—Lo sé, pero quiero saber si te gustaría que estuviera aquí contigo. —Idrish se había acercado más a él—. Puedo convencer a Eirian de que me envíe aquí. Podemos seguir juntos, amándonos.

Idrish lo abrazó por la cintura y empezó a besarle el cuello. Las manos del coronel hábilmente se deslizaron a los bordes de su chaqueta para quitársela.

—¡¿Te has vuelto loco, maldita sea?! —Rowan se separó de él.

—Me volví loco por ti lunaciones atrás, después de que nos besamos por primera vez.

Volvió a sujetarlo y lo acorraló contra la pared, cuando se pegó a su cuerpo sintió la incipiente erección contra la cadera.

—Sé que te gusto, también me deseas.

El coronel le había metido las manos bajo la camisa y le acariciaba el abdomen mientras le besaba el cuello. Idrish era más alto que él, también más fornido, a Rowan se le hacía difícil quitárselo de encima.

—Idrish, basta.

—¿Por qué he de detenerme si sé que en realidad quieres que siga? —le contestó en medio de los besos que esparcía por su cuello—. Sé que te gusta esto.

El coronel le acarició la entrepierna por encima del pantalón. Rowan no lograba apartarlo.

—¡Basta! —Tuvo que darle un empujón—. ¡Si digo que te detengas, te detienes, Idrish!

El coronel lo miró dolido, pero finalmente se apartó.

—¡Maldita sea!, ¡¿qué mierda te pasa?! ¡Eirian está en este mismo castillo! —lo increpó Rowan mientras se arreglaba la ropa—. ¡Esto se terminó, tienes que olvidarlo!

—¿Olvidarlo? Tienes miedo de Eirian, pero voy a solucionarlo.

Rowan se llevó la mano a la frente. Jamás creyó que las cosas con Idrish se complicarían tanto. Pensó que por el hecho de que el coronel conocía su relación con Eirian entendería el peligro que representaba estar juntos y en el momento en el que regresaran a Doromir se resignaría.

—¡¿Qué?! ¡No! ¡Consíguete una mujer u otro amante! No podemos seguir juntos, Idrish, ¡entiéndelo!

—Huye conmigo, Rowan. —Idrish se acercó de nuevo y le acarició la mejilla—. ¡Vámonos donde él no pueda encontrarnos!

Rowan lo miró y sonrió incrédulo.

—No lo dices en serio, ¿verdad?

Idrish se acercó más y le rodeó la cintura con los brazos, en sus ojos había anhelo.

—Muy en serio. ¡Huye conmigo!

Cuando lo besó, una visión irrumpió en su mente como un relámpago. Vio al coronel de rodillas y con el rostro ensangrentado; frente a él, un hombre de pie, del cual solo alcanzaba a ver las botas adornadas con hebillas doradas, sostenía un látigo. Reconoció el arma y la fina piel de esos zapatos: era Eirian. Después se vio a sí mismo asustado frente a él. La visión se tornó oscura hasta verse en el centro de un charco de sangre. Rowan retrocedió.

—Vete, Idrish.

—Entonces... —Los ojos castaños del coronel se oscurecieron, su voz se tornó profunda—. La única forma de que escapes de él es que lo asesinemos.

El corazón del príncipe comenzó a latir muy rápido, sentía que se mareaba.

—No hablas en serio. —Rowan giró el rostro y dejó de mirarlo—. Enloqueciste.

—Por ti lo asesinaré, así podremos estar juntos para siempre.

—¡No!

Rowan le dio la espalda, horrorizado. Idrish lo sujetó del brazo y lo obligó a girarse. Volvió a acorralarlo contra la pared.

—Sí, voy a liberarte. Viviremos juntos y felices, lejos de aquí.

El aliento del coronel le acarició la piel del rostro antes de besarlo en la boca. A Rowan la situación se le hacía surreal, rompió el beso.

—¡¿Qué te hace pensar que quiero irme contigo?! ¡Suéltame, maldita sea!

—Tú me amas, yo lo sé. Lo he sentido en tus besos cuando hemos hecho el amor.

El coronel insistía pegado a su cuerpo, depositando besos sobre su rostro mientras Rowan giraba la cara a uno y otro lado para que no lo besara en la boca otra vez.

—No quiero escapar de él. Y no te amo, nunca lo he hecho.

—¿Cómo puedes decir eso? ¡Mientes! Sí, me amas, solo tienes miedo de Eirian. Pero no debes preocuparte, lo mataré y podremos estar juntos.

—¡¿Eres un maldito loco, o qué?! ¡No te amo, entiéndelo! ¡Amo a Eirian!

Idrish se congeló por un momento ante las palabras y Rowan aprovechó para alejarse de él.

—¡No! ¡Eres tú quien está loco! —dijo el coronel luego de recuperarse de la impresión—. ¡Él no te ama como yo! ¿Olvidas que se casó? ¡Te traicionó!

—¿Y qué? Era su deber. ¿En serio crees que voy a dejar a Eirian para irme a las montañas contigo? ¿Qué dejaré de ser un rey aquí? ¡Lo nuestro se acabó, Idrish! ¡Fue una aventura, algo bonito, recuérdalo así!

El coronel lo sujetó de los hombros y lo estrelló con fuerza contra la pared.

—¡No! —Los ojos de Idrish se inyectaron en sangre, su ceño estaba fuertemente fruncido—. ¿No signifiqué nada para ti, más que una verga que te calentara en las noches frías de esas putas montañas? ¡Dime, Rowan!

—¡Ya, suéltame, Idrish!—. El príncipe trataba de escapar del fuerte agarre—. ¡¿Quién carajos te crees?! ¡No tengo por qué darte explicaciones! Además, recuerdo bien haberte advertido que todo terminaría en el momento en el que regresáramos a Doromir. No me vengas ahora con que quieres vivir el resto de tu vida conmigo o con que te engañé. ¡Sabías cómo terminaría esto!

Idrish finalmente lo soltó y bajó los brazos, compuso la expresión de su rostro, el cual pasó del horror a la indiferencia.

—Me usaste. No fui nadie en la cama de la «Espada del Conquistador».

—Pensé que era clara para ti la naturaleza de nuestra relación. Lo siento, Idrish, pero tiene que terminar. Recuérdalo como lo que fue.

—¿Y qué fue? ¿Solo sexo? ¿Entretenimiento? ¡Haré que te arrepientas de haber jugado conmigo, Rowan!

Idrish giró sobre sus talones y por fin salió del dormitorio. Cuando lo hizo, Rowan se deslizó por la pared hasta caer al suelo, se llevó las manos a la cabeza.

—Maldita sea.

Odiaba lo que acababa de hacer con Idrish, pero él no le dejó más opción que ser cruel si así lograba que se alejara.

Se levantó y salió de la habitación rumbo al lago, necesitaba pensar. Primero fue la noche con Eirian y el descubrimiento de que lo que sentía por él era mucho más grande y absoluto de lo que había pensado. Luego Daviano y ahora Idrish. Estaba alterado, fuera de sí. 


No se vale funarme a mí 🙈 Ustedes solitas se enamoraron de Idrish. En todo caso funen a Rowan por ser un hijo de su madre 😅

P.D: Y Daviano preso 😣

Ah, casi lo olvidaba, a partir de la próxima semana las actualizaciones serán los viernes mas o menos a las 5:00 pm, hora de Venezuela. Gracias por el amorhs (Para memes y troleo de Rowan, Idrish y Eirian síganme en facebook)

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