La señora Jung ya no usaba los lentes oscuros pero esta vez era su forma de caminar la que la delataba.

—¿Cuándo va a inscribir a Hoseok a la escuela?, si sigue así perderá el año— le pregunté curioso mientras miraba al pequeño niño jugar alrededor del restaurante con un carrito de madera.

Ella suspiró de forma cansada  —Hobi ya  ha perdido el año, con la mudanza perdimos mucho dinero y aunque quisiera trabajar para poder pagarle aunque sea este ciclo en una escuela privada para que no lo pierda mi esposo no me deja.

—Bueno si se trata de eso podría ayudarla— le dije ofreciendo mi ayuda.

—No— ella dijo de inmediato —como se le ocurre, para nada, lo inscribiré en la escuela el año que viene, pero eres muy amable.

—Quiero decirle que cuenta con mi ayuda, para todo— recalque lo último esperando que ella hablará y me confesara su problema, sin embargo la mujer sólo sonrió un poco y se marchó pasando las manos por sus costillas como pidiéndoles que aguantaran un poco más.

Hoseok era un niño muy tímido, quería acercarme, platicar con él, decirle que no estaba solo y que podía confiar en mi. Pero no era mi asunto al final de cuentas.

Lo miré cuando me pagó las galletas, tomé su brazo de repente que hice que se asustará, arrepentido, trate de cambiar mi expresión a una amable y cariñosa.

—Debió doler— le dije mirando las marcas moradas en sus brazos.

Él negó una y otra vez —soy un niño muy fuerte, esto me ayudará a volverme más fuerte y aprender.

—¿Él te dijo eso, tu papá?...  pequeño Hobi esto no vuelve fuerte a nadie— tomé su brazo preocupado pero el menor se zafó de mi agarre.

—No se meta, usted no sabe nada— mencionó y salió corriendo sin dejarme decirle que yo sabía mejor que nadie.