2.8)El Sabio de las sombras

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Leowen estaba sentado en los cómodos sillones de su alcoba, y nunca le habían parecido tan incómodos como en ese preciso momento, sin poder andar era como estar encerrado distanciado de todo, allí lo habían puesto después del incidente de la ventana.

Odiaba estar así, sin poder usar sus piernas era todo tan diferente, tan difícil, pero odiaba mas estar vigilado, y encima el sirviente que estaba ahora mirándolo era extremadamente aburrido se movía menos que él y eso que el si podía hacerlo, estaba harto de aburrirse, harto de ser ignorado, harto de ser vigilado, harto de la eterna comodidad de su sillón, así que decidió hacer algo al respecto.

Busco en los gestos y actos del sirviente, cualquier cosa porque pequeña que fuera en la cara o en el cuerpo por pequeña que fuera, algo que le permitiera actuar.

Se fijo que el sirviente cada vez que pestañeaba 29 veces asomaba su cabeza por la puerta, era un ritual un tanto extraño pensó, pero le brindaba la oportunidad de escaparse de su vigilancia así que disimuladamente busco algo que le fuera útil, entonces vio la manta enrollada que tenia junto al sillón contiguo, espero, espero el momento oportuno y justo cuando el sirviente abrió la puerta Leowen le lanzo con toda su fuerza la manta a la cabeza, este perdió el equilibrio sacudiendo los brazos como si quisiera volar y sin remedio cayó contra la pared como un pato mareado. Justo después entro una sirvienta por la puerta, con una bandeja de plata.

—¡Que! ¿¡que le pasa a Roldar!? ¿por que esta tumbado?

—Estaba algo cansado y le di permiso para que durmiera un poco, no le gustan las camas muy blandas— mintió Leowen intentando que no lo pillaran.

Ella se extraño pero era prácticamente nueva en el servicio y aun desconocía muchas cosas de las costumbres de allí. Así que se dispuso a dejar la bandeja en la mesita junto al señorito.

—Bien pues tendrá usted que cenar aquí. Roldar seguramente no lo lleve al comedor o yo le puedo acomodar después de que pruebe la variedad de quesos que le he traído para la espera, no faltara mucho para la cena, pero así se la ara mas amena con un queso tan delicioso— se le hizo la boca agua al pensarlo.

—No quiero queso y no voy a cen...

—Bien pues vayamos al comedor yo puedo llevarle sola, estoy acostumbrada a llevar sacos de patatas sabe, así que por el peso no sera— se arrepintió al momento de sus palabras al ver la cara desencajada de Leowen —uy... perdone señor no pretendía, usted no es, además no voy a, con delicadeza señor puedo hacerlo, podemos hacerlo, mire levante por aquí y...— la sirvienta le iba dando indicaciones y mientras estaba enzarzada en coger de la mejor manera posible al señorito, cuándo un ruido extraño sonó a sus espaldas.

Roldar recuperó el conocimiento se levanto de mala gana y con cara agria, cogió la manta y la miro sorprendido y dijo:

—¡No me lo puedo creer yo aquí aguantándome la compostura y las lágrimas, y el señor aprovecha cuando me estoy secando los ojos para atacarme de esta manera!— estaba enfadado y muy molesto, ya no se aguanto mas las lágrimas —¡ya no puedo mas!, yo no soy ningún guardia— tiro la manta y se marcho por la puerta terriblemente indignado con un brazo cubriéndose la cara.

La sirvienta después de tal escena miro a la manta, después a Leowen sorprendida y entre risas dijo:

—¿Tu le has? ¿¡y él estaba!?

Los dos cruzaron miradas y empezaron a reírse a carcajada limpia si no fuera porque Roldar cerro la puerta al salir se escucharían las risas de Leowen y de la sirvienta por todo los pasillos de palacio.
Con tanta carcajada Leowen había olvidado todos sus males, hacia tiempo que no reía tanto, cuando parecía que iban a parar de reirse uno de los dos no se aguantaba y volvían de nuevo, así estuvieron bastante tiempo, de echo entre risa y risa Leowen observo que de la cofia de la sirvienta salia un mechón pelirrojo que le llamo bastante la atención, al poco tiempo ella recuperó la compostura y le dijo:

—Venga señorito, hay que espabilarse sin demora ahora tendremos que ir solos al banquete, y debe estar sentado en su lugar para cuando este de comienzo- al momento vio como la cara de Leowen cambió , obviamente el recuerdo que él solo no podía hacer algo tan sencillo, le hizo oscurecer el semblante de una manera realmente aterradora.

—¡No voy a cenar ni ahora ni nunca!, no voy a comer nunca mas me oye, me has visto como estoy, como me he quedado, dime lo has visto, no puedo hacer nada, absolutamente nada, de que serviría malgastar alimento, esta decidido, no voy a comer.

—Pero señor usted.

Leowen se cruzo de brazos y le dio las espaldas como pudo.

Ya en plena noche Leowen estaba en brazos del conductor del carromato, el señor de las caballerizas, Leowen no entiende que esta pasando la preocupación y los comentarios de Lhynna lo ponen nervioso, el rostro de su madre muestra una seriedad indescriptible y decisión determinada, lo dejan en el suelo tal como su madre ha ordenado.

—¡No deje ahí a la criatura, por dios Duquesa, no lo deje en la selva, lo atacaran los zhurigües!, esas terribles bestias no tienen piedad de nadie, ¡son animales salvajes!— dice Lhynna aterrorizada y desconsolada.

—No quería morir— dice su madre mientras le da la espalda -pues que muera.

—¡No, duquesa no!, por favor no, no deje al señoriíto aquí esto es terrible, no ve que— comenta Lhynna desconsolada y entre lágrimas.

Leowen ve como todos tras las ordenes de su madre suben al carruaje y se marchan, sin él.

—¡No mamá no!, ¡no me dejes aquí!— grita asustado mientras oye como el bosque susurra su nombre, no puede ser otra cosa que los Zhurigües acercándose a su presa.

—Mamá no por favor— mientras oye como su madre sigue ordenando la marcha —¡no me dejes solo!— suspira en esa inmensa soledad que le acecha.

Odiaba estar así, todos sus sueños se habían roto, en un solo instante, había pasado de ser un niño alegre, sano y fuerte a ser un desecho humano, jamás podría volver a cabalgar, jamás viajaría a conocer las extensiones de todo Zeehïro, jamás haría nuevas amistades.
Quien querrá hacerse amigo del lastre en el que se había convertido, como pasaría el resto de su vida dependiendo de las piernas de los demás, o estaría eternamente en la cama, no no quería eso, no quería perder la vida que siempre había soñado, quería recuperar sus piernas, quería que todo no hubiera pasado, quería olvidarse de los caballos para siempre, pues hoy que se suponía que tenia ser el día más feliz de su vida y mira como se había quedado, pero si dejaba de lado la ira, los sueños que no haría, tal vez, no imposible, demasiado duro para un niño, el sufrimiento físico y emocional era muy fuerte, pero sin saber exactamente como lo dijo:

—¡Quiero vivir!, ¡mamá quiero vivir!

El carruaje se detiene, su madre se baja y va corriendo a buscarlo, lo coge en brazos y ambos lloran en brazos del otro durante mucho tiempo.

La Duquesa le acaricia las mejillas y le mira a los ojos.

—No se como hacerlo mamá, no se como hacerlo.

—Tranquilo hijo mío, encontraremos la manera- se funden de nuevo en un abrazo y notan los brazos de otra persona y las lágrimas ajenas que les humedecen los hombros.

—¿¡dama Lhynna!?— responden los dos al unísono y esbozan una leve sonrisa en sus labios.

Aquí estamos en final del día del cumpleaños de Leowen y todos se preparan de alguna u otra manera para el mañana que les espera.

Eraknor después de lo sucedido solo podía pensar que por un instante había conseguido detectar a quien tanto tiempo llevaba buscando, estaba seguro que esta vez si lo había encontrado, así que debía volver a la cúpula porque de estar en lo cierto, las cosas en todo Zeehïro iban a ponerse difíciles. Emergió de la tierra como un topo y se puso de pie como un magnul.lo.

—Por fin en casa— dijo contemplando la cúpula que se alzaba delante suya.

El sr. Xaramander estaba a punto de descubrir cual seria su alojamiento en los jardines de palacio estos días, pues no podría marcharse muy lejos si quería observar la evolución del chico en los primeros días, estaba siendo guiado por la sirvienta que ya se había guardado su mechón pelirrojo dentro de la cofia y que iba cargada con las maletas de los instrumentos del doctor.

Lord Shoan Ignorsc estaba en su alcoba mirando por la ventana como Edgar Rubius se subía en su propio carruaje y se marchaba con gesto de despedida. Shoan cogió una copa de su mejor vino de la finca, tomó trago y djó :

—Te echaré mucho de menos Leowen, te echaré de menos— se puso la mano en el costado, acepto lo que le esperaba y cerro los ojos lentamente.

El Jinete de larga melena y Auriel la yegua aún dormían acurrucados en la Cueva de los Secretos, de bien seguro que pasarían una buena noche, queda por ver como amanecen pues a sus pies tienen una nota que han de leer y un enigma por resolver.

El Sargento Lockheart trotaba por las extensiones de jardines lo mas rápido que podía, debía llegar a su destino aunque su vida pendiera de un hilo, tenían que volverse a reunir con Leowen cuanto antes y los segundos que le quedaban antes de desfallecer no eran precisamente muchos.

Roldar una vez finalizado sus tareas en las zonas comunes, se disponía a dormir, pero no podía hacerlo estaba indignado por la actitud de Leowen hacia tan solo unas horas, además le había echo quedar mal delante de la nueva chica del servicio que aún no sabía como se llamaba. Él solo se sentía emocionado por la dura situación que Leowen estaba viviendo, su difunto hijo en una mina se quedo sin brazo a una edad mas temprana que la del señorito, sabia lo duro que era una situación así, por eso el tuvo que aguantarse las lágrimas como pudo, que hubiera pensado el señorito si se hubiera derrumbado en medio de sus aposentos cuando se suponía que debía de vigilar-lo y hacerle compañía.
La noche seria larga para él, los recuerdos familiares y la comprensión le atormentarían hasta el amanecer.

Nuestro querido Leowen ya dormía en sus aposentos, había sido un día duro para él más que para nadie, a su lado estaban la duquesa y la dama que habían acordado turnarse para estar junto al señorito, ninguna de las dos quería ir a dormir a sus aposentos así que improvisaron una cama bastante cómoda para ir durmiendo por turnos.

—Lhynna descanse usted primero, yo quiero quedarme con mi hijo ahora.

—Si señora, pero no me deje dormir toda la noche.

—Con lo ruidosa que es por las noches, tranquila que de bien seguro la acabaré despertando, pero ahora descanse, quiero estar a solas con mi hijo.

—Si señora— respondió la dama avergonzada.

El señor de las caballerizas se había desvelado. Ya hacia varias horas que todos dormían, tanto en palacio como en la Riva. A estas horas normalmente él esperaba al señorito en las caballerizas. Leowen venia todas las noches a tocar los caballos o a subirse en ellos pero jamás le dejaba cabalgar al contrario de lo que pensaba la duquesa, eso si le decía que volviera a sus aposentos para descansar, pero Leowen solo volvía a sus aposentos con la promesa de que algún día le dejaría montar a uno de los caballos.

Él Sabia que el señorito no vendría esta noche pero eso solo lo desvelaba aún más y le impedía que retomara el sueño, así que finalmente se dejo llevar por el impulso y fue a las caballerizas. Lo que vio le dejó sorprendido, allí en la cuadra que había preparado a petición de Shoan esa misma mañana estaba el pura sangre tumbado resoplando y respirando a duras penas, fue corriendo a buscar los mantos que tenia para que los caballos pudieran soportar las salidas en invierno, cubrió al caballo con ellos y además le puso a su alrededor mucha paja para mantener el calor y darle la mayor comodidad posible. Tenia que actuar deprisa si quería salvarlo, cogió un farol encendió las vela de su interior, y salio en busca de agua en el exterior

Cuando volvió con el cubo lleno de agua, unos trapos y todo lo necesario, se encontró que el caballo no estaba, y entonces se pregunto como había entrado en las caballerizas si él siempre cerraba la puerta y como se suponía que había salido. Entonces obtuvo la respuesta el pura sangre era ahora una mujer desnuda que se asomaba por los mantos y la paja.

Hubo un momento de la noche en que Lock estuvo a punto de dejarse llevar por el cansancio, pero estaban tan cerca, que no podían dejarlo, así que Heart se le ocurrió hacer lo siguiente, que fueran transformándose hasta llegar a Palacio, era difícil y doloroso, pero fue precisamente el dolor de cada transformación, que les hacia mantenerse despiertos y seguir adelante.

Cuando llegaron y Heart abrió la puerta justo antes de perder la conciencia, Lock se tumbo en la cuadra donde había una tabla ponía con una letra muy infantil Sargento Lockheart. Lock no sabe cuando ni como pero un hombre le cubrió, cuando volvió la voz de Heart el hombre ya no estaba, pero él no podía mas así que se fue físicamente sin contarle nada a Heart del encuentro.

Heart asomo la cabeza por las mantas y por el montón de paja que la cubría y entonces lo vio, un hombre canoso, fornido, con una mirada un tanto peculiar. Una mirada en la que ella podía ver que era de fiar, una mirada que ocultaba una gran cantidad de conocimiento indefinible, en sus ojos veía la sabiduría de aquel que con lo años sabe cuando hacerse notar y cuando no, de aquel que recopila información, de aquel que sabe cuando alguien necesita algo y que necesita, la mirada de alguien, que es capaz de albergar conocimiento en cada uno de los rincones de su ser, el no era un sirviente corriente sin lugar a dudas así que ella decidió llamarlo en su cabeza como (El sabio de las sombras).
Ella le quito el cubo lleno de agua que él llevaba y bebió desesperadamente, cuando acabo alzó su cabeza mojada y vio como él le sonreía, sin darse cuenta estaban a su merced, su misión de velar por Leowen dependía de que ese hombre velará por ellos, que irónico resultaba todo.

—Conmigo tu secreto esta salvo— le dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Hasta aquí el segundo tomo, se que ha habido momentos que ya habíamos visto, pero era importante para rellenar las lagunas que había en el primer tomo.
Espero que os haya gustado, de ser así mis queridos lectores, os pediré un favor:

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¡GRACIAS!

CRÓNICAS DE ZEEHÏRO

Hasta aquí llegó el día en que todo comenzó, el conocido como día 0. Queden con ese dato cronológico es importante para el resto de tomos.

¿¿Preparados para el amanecer de nuestros personajes??

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