12._ Ángel

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-¡Por los siete infiernos, Ellie! –exclamo Meliodas al teléfono- Llevamos dos semanas sin vernos.

-Lo sé y yo también quiero verte –consoló con voz dulce- Pero luego de que pase la fiesta, podremos volver a lo nuestro.

-E-es que yo. Te necesito –murmuro cubriendo con su cabello su rostro desconsolado.

-También te necesito –confesó sin dudar- Solo será por unos días más –prometió Elizabeth.

-Siento que estoy a punto de volverme loco.

-Yo también, salir del trabajo, pasar horas y horas al teléfono con mis hermanas para organizar todo, es agotador, sumándole que los viernes he tenido que viajar para ayudar personalmente. Ha sido una quincena extenuante –relato.

-¡Y que lo digas! Desde que mi viejo está aquí, todos nos movemos el triple de rápido para complacer su ritmo –se quejó el rubio.

-Mi madre está en las mismas, como no estoy para ella, quiere encargarme el doble para castigarme –concordó Elizabeth- Supongo que son celos, después de todo tengo la nariz tan metida en la compañía de mi padre estos días que ya empezó a dramatizar por todo.

-Nishishi, seguramente –dejando escapar una sonrisa- ¿Cómo van los arreglos para el fin de semana?

-Todo lo bien que podrían estar, tenemos planes de contingencia sobre los planes contingencia –bromeo.

-No esperaba menos de Ellie Liones –comento con orgullo.

-Mel ¿Tu padre ha vuelto a preguntar por mí? –cuestionó con tono serio.

-Te llama la novia fantasma, aunque sinceramente se ve tranquilo. Al parecer le gusta que remitieran la cantidad de escándalos amorosos ligados a mi nombre –comentó.

-Entonces… -Meliodas escuchó atento a que su novia completara la oración- Supongo que es lo mejor, que no le de tanta importancia al asunto más que simple bromas ¿No? –emitiendo un suspiro.

-Exactamente –convino el rubio- Después de todo sé cómo darle el esquinazo, además casi ni vivo en la mansión, solo me quedo allí a veces entre semana y los fines de semana ¿Tu madre sigue con bodas imaginarias?  -cuestionó.

-Que vaya acompañada de Mael a la fiesta es lo único que mantiene su malhumor como tal y no como una catástrofe natural –bromeo- Le falta combinar su corbata con mi vestido y un sacerdote para que este medianamente feliz.

-Sí, Seraph Mael –pronuncio con asco.

-¡Oye! Mira que no soy la única con pareja para la fiesta… ¿Tu amiga cuando llegara? –pregunto con un deje de celos en la voz.

-Supongo que esta semana. Ellie recuerda que ella es solo mi amiga, no ha habido ni habrá nada entre nosotros –explico con convicción- Mael tiene el apoyo de tus padres para ir a segunda base contigo, y quién sabe que más –comento con sorna.

-Solo de mamá, papá lo detesta. Le ve una mano en un sitio inadecuado y es capaz de cortarle la mano –comento de buen humor.

-No sería el único~ –canturreó, escuchando como alguien más hablaba con Elizabeth del otro lado del teléfono.

-Sí –dijo para la otra persona- ¿Amor? ¿Sigues allí? –pregunto.

-Sí.

-Debo colgar, pero te prometo comunicarme pronto. Te amo –se despidió la platinada.

-Y yo a ti, preciosa –colgando la llamada.

El rubio dejo escapar un gruñido y reprimió las ganas que tenia de estrellar su teléfono contra alguna superficie lejana. Ambos no se habían visto desde que Meliodas llamo a su platinada novia para avisarle de que su padre le pidió que escoltara a Liz, este no entro en muchos detalles de la chica, pero si dejo en claro que solo fueron amigos de la infancia y que no la veía desde hacía tres años cuando fueron a Alemania por “vacaciones” familiares.

A partir de allí, los compromisos de ambos aumentaron. Meliodas se vio cubierto de proyectos y documentos hasta el techo de su oficina; por otro lado, Elizabeth tenía que ayudar con los preparativos para el aniversario de la compañía Lyonesse C.A, acompañada de sus dos hermanas mayores, haciéndola viajar y no teniendo tiempo para concertar ninguna salida, ni para comer, junto al rubio.

La lejanía y los profundos celos de la incómoda situación, les tenía un gran peso sobre los hombros. Elizabeth muchas veces pensó seriamente en tener algún accidente menor que la imposibilitara de asistir a la celebración, pero nunca decepcionaría a su padre, para ella el problema no era el evento, sino la compañía a su lado. En el caso de Meliodas, varias veces en un arranque de celos, quiso desvelar el secreto de su romance, evitando que Mael ponga sus manos sobre SU Ellie y bajar a la maldita Nerobasta de su nube imaginaria de vestidos blancos y de Elizabeth portando el apellido Seraph, pero con solo pensar en los posibles daños colaterales le dolía la cabeza, cesando su impulso machista de marcar a la platinada como suya.

-¿Maldiciendo a alguien? –cuestiono Zeldris entrando a la oficina de su hermano.

-Tan oportuno como siempre, Zeldris –mascullo en respuesta.

-Adivino ¿Alguien de apellido Seraph?

-Tch –chasqueo la lengua mirando a Zeldris con el ceño fruncido- ¿A qué vienes Zel?

-¡Que humor! –exclamo- Padre dice que viene en camino, y que Liz y su padre llegan hoy en el último vuelo del día –aviso.

-Sí tan solo la tuviera tan fácil como tú –murmuro más para sí mismo que para su hermano.

-Meliodas… -llamo.

-¿Algo más? –pregunto ignorando que su pensamiento se convirtió en una oración que abandono sus labios, siendo escuchada por su hermano.

-Nada –descarto Zeldris dándole la espalda y caminando hasta la puerta- Estas viendo el problema en cuadrado –comento antes de tomar el pomo de la puerta y abandonar la oficina del rubio.

Esa noche, luego del último aterrizaje en la pista del aeropuerto. Una joven de cabellos fucsia oscuro, que podrían pasar por rojos, se quitaba los audífonos de la cabeza y volteo en dirección a su madre.

-Hemos llegado, Liz –dijo Elliot Danafor a su unigénita.

-Sí papá –respondió sonriente, expectante ante la idea de ver nuevamente al rubio de ojos esmeralda.

Los Danafor fueron recogidos por un vehículo enviado por los Demon, pero rechazaron las órdenes que tenía el chofer de desplazarlos hasta la mansión Demon. Elliot llamo a Damián, disculpándose con él por los inconvenientes, alegando estar muy cansados del viaje como para asistir a una cena, también rechazo de plano la invitación a hospedarse bajo el techo Demon, alegando tener reservaciones de hotel. Damián no insistió más, se sintió un poco decepcionado, por la negativa de su amigo, hasta un poco apesadumbrado por que la fantástica cena planeada por Mirana no sería disfrutada por todos los comensales pensados; aunque se sintió aliviado de cierta manera, Meliodas tenía un humor de perros ese día y no sería conveniente que su futura prometida se reencontrara con él en esas circunstancias.

Padre e hija se acomodaron en sus respectivas suites, luego se reunieron en el restaurant a cenar, antes de subir a descansar.

-¿Estas segura de eso, Liz? –cuestiono Elliot.

-Sí, realmente me hace muy feliz –contesto sin un ápice de duda- Hemos sido amigos por años, seguramente llegaremos a ser muy felices –argumento con una sonrisa resplandeciente.

-Hija, que sean amigos no es sufriente para un compromiso –advirtió con seriedad.

-¿Acaso hay algo que no te guste de Meliodas? –intervino.

-No es eso. Solo quiero que seas feliz –dijo suavizando su gesto.

-Y lo seré, papá. Meliodas y yo sentimos algo el uno por el otro desde pequeños. Pero pasábamos tanto alejados que era difícil iniciar algo –confeso recordando breves momentos en los que ambos se tomaban la mano de pequeños, cuando nadaban juntos en la alberca de la mansión Danafor o aquel beso –No te preocupes, papá. No lo comente antes porque no quería ilusionarme con un romance infantil, pero las cosas son diferentes ahora…Desde la última vez que nos vimos –admitió sonrojada.

-De ser así, no puedo dar más que mi apoyo –aceptó Elliot.

El miércoles, Meliodas tuvo un día francamente tranquilo, la montaña de contratos a revisar había disminuido considerablemente, al parecer por orden de su padre. En su opinión, aquel conocido como el Rey Demon decidió bajarle intensidad a su reino de terror laboral, y aunque el rubio no pudo contactarse con su novia y eso lo desanimo un poco, una reunión con Ban, acompañados de un par de cervezas pudo animarlo.

-Mejor me voy, me esperan en la mansión –comento Meliodas viendo la hora en su celular, 5:30 pm.

-Quédate unos minutos más, capi~. Esta será nuestra última cerveza en un tiempo –comento el ojicarmesí.

-¿De qué mierdas hablas, zorro? –inquirió el rubio.

-Elaine y yo iremos a ese viaje que sugirió, probablemente la próxima semana nos vayamos –contó.

-Eso es genial ¿Pero porque sería nuestra última cerveza, zorro dramático?

-Es un viaje algo largo, capi~ –argumento.

-¿Olvidas quién soy? Tomar un vuelo internacional es mi pan de cada día. Hacer un viaje para molestar a mi mejor amigo no será problema, nishishi.

-¡Me va a hacer llorar, capitán! –exclamo Ban denotando su estado de ebriedad.

-Debo irme, pero seguramente les organizaremos alguna despedida ¡No te atrevas a huir! –advirtió en broma.

-¡Lo que ordene el capitán dragoncito! –dijo feliz.

-Ban… -llamo con tono tétrico- ¿Qué dijimos de apodos alusivos a mi altura? –intento hacer recordar al albino.

-¿Algo de una pala? –argumentó con su nebulosa mente- ¡Pero no tienes complejos de altura, capi~! –exclamo alegre- ¿No es así?
-Una paliza, Ban –completo la idea antes de pegarle una fuerte patada por la espalda, dejando al albino tirado en el suelo, con un labio sangrante por el impacto –Nos vemos, zorro. Y no, no los tengo, pero… Por otro lado, no puedo dejar a nadie pisar ese terreno. Va en contra de mi imagen, nishishi –bromeo abandonando el departamento del Hudson.

Meliodas estaba algo cansado, y sabía que tenía aun la cena de bienvenida para los Danafor en la mansión, no eran personas particularmente molestas o difíciles de tratar, pero el estricto protocolo en la mesa, ya le hacían querer escapar. Para consolarse se imaginó con Elizabeth planeando una fiesta de despedida para sus amigos en la casa de playa, yéndolos a visitar en las vacaciones de invierno, pasear juntos de la mano por las calles frías de algún destino turístico europeo. Ese conjunto de ideas le hizo entrar a su casa con una enorme sonrisa, siendo embestido por una figura femenina para nada extraña.

-¡Meliodas! ¡Qué alegría verte! –exclamo la pelirroja apretándolo contra su prominente pecho.

-Liz –saludo alejándose de manera amable de aquel abrazo inapropiado- Es bueno verte con salud –comento educadamente.

-¡No tienes que ser tan serio conmigo! ¡Soy solo yo! –palmeando con rudeza la espalda masculina y colgándose del brazo derecho del rubio.

-Lo sé, no estoy serio –tranquilizo a la fémina con una ligera sonrisa, soltando su brazo del agarre ajeno- Voy a saludar al señor Elliot, seguramente llegue de ultimo. Mi padre no estará feliz –intento sacar conversación.

-En realidad, Zeldris aún no ha llegado con su invitada… -menciono Liz.

Luego de la llegada de Zeldris junto a Gelda, todos se desplazaron al comedor, Damián miro complacido como Liz tomaba asiento junto a su hijo mayor. Durante la comida hablaron de temas laborales, a pesar de los múltiples intentos de la pelirroja de conducir a Meliodas por una conversación más personal, este nunca cayo en los intentos repetitivos de Liz por inmiscuirse en su vida. Para Gelda, quien observaba complacida la actitud que tomaba su cuñado para con la invitada, comenzó a ser evidente que allí había gato encerrado.

-Es un placer conocerla finalmente, señorita Edinburg –comento Estarossa con una sonrisa.

-Muchas gracias, he oído algunos comentarios de usted –contesto estoica.

-Espero que cosas buenas –declaro sonriente.

-De hecho, mi amiga Ellie fue muy detallada en su encuentro con usted –completo con algo de saña, indicándole que no valía la pena que intentara llevarse bien con ella.

-¡No sabía que estaba pretendiendo a alguien, joven Estarossa! –Acoto Liz emocionada- ¿Cómo se conocieron? –cuestiono encantada con el rumbo romántico de la conversación.

-Fue gracias a Meliodas, después de todo es una conocida en común ¿No es así, cuñado?

-Para ser franco, ella es mi… -hablo Meliodas siendo interrumpido por su padre.

-Una amiga fantasma, señorita Liz. Es un nombre bastante mencionado en los últimos días, pero parece ser una joven demasiado ocupada. Casi una extraña ¿Verdad hijo?

Meliodas comprendió las intenciones de su padre tras aquel comentario, pero tampoco podía contradecirlo frente a los invitados y dejarlo en vergüenza.

-Sí –acepto el rubio- Aunque te sorprenderás cuando la conozcas –acoto sonriente con una chispa de diversión en la mirada.

Una vez servido el postre, Mirana se reunió con ellos con un servicio de té para Zeldris, Gelda y ella, el resto tomaba café con su tartaleta de fresas. La mujer mayor hablaba encantada con Gelda, escuchando de la boca de la joven la historia tras la primera cita con el menor de los Demon. Zeldris solo apartaba la vista sonrojada, Damián Demon mantenía una amena conversación de negocios con Elliot Danafor, en la cual Estarossa se empeñaba de participar. Meliodas comía en silencio su postre, apenas dando comentarios concretos cuando su padre pedía su intervención, Liz miraba a Meliodas como tonta, encontrándose ciertamente incomoda, volteo a la conversación de las mujeres esperando el momento apropiado para integrarse.

-Una cita en el jardín botánico es lo más romántico que he vivido –comento Gelda.

-¿Allí fue su primera cita? –intervino Liz ilusionada- ¡Eso es tan lindo, Zeldris! –este solo murmuro algo inentendible ya que obstaculizaba su boca con la taza, evitando que el resto de los comensales notaran su rostro sonrojado.

-Según sé, fue idea de Mel –bromeo Mirana.

-¡Se supone que eso era confidencial, Mirana! –exclamo el rubio avergonzado.

-Ese niño rudo, resulta ser un Romeo a veces –continuo molestándolo Mirana.

-Mirana… -murmuro avergonzado Zeldris- Me dejas mal.

-En realidad me parece muy tierno que pidieras apoyo de tu hermano, Zel –acoto Gelda con una sonrisa, inclinando su cabeza al hombro masculino a su izquierda.

-¡Que envidia! Yo también quiero conocer ese lugar. Suena tan encantador en boca de la señorita Gelda.

-Meliodas podría llevarte, Liz –propuso el señor Demon.

-Padre, para mañana se adelantó la  reunión de la junta directiva. Necesito estar en la oficina todo el día y dejar todo cerrado antes de viajar –argumento Meliodas.

-Yo mismo me hare cargo, hijo –dijo Damián- Me hará bien pasar un día de vuelta en el cargo –opino sonriente.

-Pudiéramos ir juntas en una salida de chicas –se ofreció Gelda.

-¡Vayan los cuatro! –propuso jovialmente, involucrando a Zeldris.

-¿Se-seguro que podrá con todo padre? –cuestiono Zeldris.

-¿Acaso me estas llamando viejo, muchacho? –reto el azabache mayor.

-¡No me atrevería, padre! –negó en rotundo.

-¡Entonces será una cita doble! –exclamo Liz emocionada.

-¿Cita? –pregunto Gelda con un tono levemente hostil.

-¡Claro! Tú y Zeldris; Meliodas y yo –observo.

-Si así quieres llamarlo… –dijo Gelda sin evidenciar su rechazo.

-Seremos buenas amigas.

Aquella reunión se dio por concluida y Zeldris se encargó de llevar a su novia de regreso a su hogar, en el trayecto esta dejo en evidencia su descontento. En la mansión Demon luego de despedir a los Danafor, Meliodas siguió a su padre a su oficina.

-¿Qué pretendes? –fue directo en cuanto atravesó la puerta.

-¿De qué hablas hijo?

-Es evidente que quieres involucrarme con Liz –argumento el rubio.

-Escucha hijo, simplemente quiero ofrecerle la mejor hospitalidad a la hija de un íntimo amigo –se excusó- Zeldris tiene novia, la confianza de Liz a Estarossa es nula y ustedes siempre fueron amigos ¿Hay algo de malo en ello?

-Bien –acepto con el ceño fruncido- Pero ni se te ocurra idear alguna de las tuyas, no estoy disponible y en caso de estarlo YO decido con quien estar.

-Una relación que no parece más que un juego, lo más serio que ha sucedido con esa tal Ellie es presentársela a Mirana, y no veo con buenos ojos que involucres a la familia o la empresa en tus arrebatos –argumento Damian- Liz es una excelente chica –comento simulando casualidad.

-¡Ella no es un arrebato! Y si me permites. Te pediré encarecidamente que no envenenes la mente de Liz –pidió el rubio- Se enamora de sus elucubraciones mentales y si le das señales que no son se creara una idea equivocada.

-¿Tan malo sería intentar acercarte a tu amiga de la infancia? –cuestiono- Es de buena crianza, tiene sentimientos nobles, además de que no te busca por tu posición social –enumero.

-¡Claro! Tiene una posición social propia adecuada para un Demon, es bella, rica y cuenta con tú aprobación –dijo con amargura- ¿Alguna vez dejaras que escojamos por nosotros mismos?

-Zeldris escogió a una buena joven.

-¡Basta! –exclamo el rubio- Vuelvo al punto, YO decido con quien estar y cuando sea el momento en que Ellie y yo queramos, sacaremos todo a la luz, hacemos las cosas así para no ser la comidilla de los medios.

-¡Y eso es excelente! ¿Pero porque ocultarla de tu familia? –razono-

-Buenas noches, padre –se despidió hastiado de la conversación, dándole la espalda al hombre y saliendo del estudio de este- No es de la familia, es de ti –susurro en la soledad del pasillo.

En su habitación de hotel, Liz recién salía de la ducha, realizo su rutina de cuidado de la piel concienzudamente, para sorprender a cierto rubio en su próxima cita, con un cutis perfecto. Al terminar todos sus tratamientos nocturnos, se lanzó a la cama, abrazo una almohada, perdiéndose en sus recuerdos antes de caer dormida.

Flash Back.

En la piscina climatizada de una gran mansión se encontraba un rubio sentado con los pies metidos al agua, con una botella de cerveza nacional en la mano.

-¿Sueles beber solo? –cuestiono Liz sentándose junto a Meliodas.

-Puedo beber como sea, hasta en el desayuno. Nishishi –bromeo con una enorme sonrisa.

-¿Sabes? Siempre he creído que eres un hombre extraño, parece que ves a todos como tus amigos, pero luego te transformas y rechazas al resto –analizo mirando el cielo estrellado.

-Ya que estamos siendo sinceros –murmuro- Me pareces una mujer increíblemente hermosa.

Las mejillas de Meliodas estaban levemente sonrojadas por la cantidad de alcohol en su sistema, aunque Liz lo justifico por el momento “romántico” que les rodeaba; los ojos verdes ciertamente estaban nublados y con las pupilas dilatadas. Al rubio le costaba enfocar la vista y realizar un hilo lógico de pensamientos, el último resquicio de cordura dentro de él no dejaba de pasarle la imagen de una copa que compartió con una mujer en un bar alemán en el que estuvo horas antes.

Meliodas y Liz se inclinaron hasta topar sus labios en un contacto torpe, la pelirroja se subió al regazo masculino, llevados por el momento se sumergieron en las tibias aguas de la alberca, el ojiverde tenía a la chica acorralada entre su cuerpo y la pared embaldosada, ella rodeaba con sus piernas la cadera masculina, las manos de Meliodas se movieron por instinto a las caderas contrarias, apretándola contra sí. Un sentimiento extraño detuvo al rubio de sus acciones, probablemente era el dolor en su cabeza, la forma de las caderas femeninas que se le hacían desconocidas o porque la parte inferior de su anatomía no le respondía como debería.

Se detuvo, separando delicadamente a la fémina de él, permitiéndole que se apoyara en sus propios pies, se llevó su diestra a los ojos donde los estrujo junto con su tabique nasal, buscando aclarar su mente o de reducir el maldito silbido en su cerebro. Miro detenidamente a su acompañante, identificando brevemente el cabello rojizo y los ojos azules.

-L-lo siento, Liz. Me estoy sintiendo mal, no soy yo mismo ahora –se excusó, apoyando sus manos en el borde de la alberca e impulsando su cuerpo hacia arriba, para salir.

Con el agua chorreando por su cuerpo, entro a la mansión Danafor, sin mirar atrás, sin ninguna palabra más. Haciendo creer a Liz que se arrepintió, porque se sintió nervioso de iniciar algo con su amiga de la infancia, que él se fue con el corazón tan acelerado como el suyo y la mente tan confusa como la propia.

Fin del Flash Back.

-Meliodas –susurro la dormida Liz entre sueños.

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Hola preciosuraaaas♥

Aquí traje un nuevo capítulo,  leí por allí algo que es muy cierto, ponemos en la mayoría de los fanfics como una perra y si no es a Zaneri. No ahondo en ete punto porque pronto entenderán como va la cosa.

Por cierto ¿Qué les pareció la nueva portada? Soy un asco en eso pero es con amor. 

En cuanto a los personajes que aun no tienen colores oficiales en el anime Nadja o Gelda pueden seguir mi criterio o usar el que gusten, igual en cuanto confirmen los colores yo cambiaré estos en la historia.

Los capítulos se volverán un poco más cortos de ahora en adelante, para no repetir lo del anterior que fue excesivamente largo, aunque algunos de ustedes me hiceron saber que se sintieron complacidos con este a pesar de lo extenso, trataré de mejorar eso en el futuro.

Ahoraaaaa los saludos:

Empecemos hoy por los fantasmas preciosos que desde lo oscurito apoyan con sus lecturas.

Y: kagome1315 wolffriki Lucero14pinto Lopito-Kawaii HannaKarime15 lizbclili Giullia_07 tsukihimekoomori Oriana_GQ JoanaNegron Vivianariosclaros MelissaDemonsGoddess ariannaloor77 SoyMisel Sirayukhi2004

Bienvenida afectuosa para: Mafer240711 katiewilson069 KimberlyEstrella6 (quién es nueva seguidora y aunque no estoy segura de que lea este fanfic, sigue otros perfiles de autores de FF de NNT y eso me hace sospechar :) )

Gracias enormes para todos, por sus lecturas, estrellas, comentarios y apoyo, tanto en la historia como en el muro de mi perfil. Son mi razón de continuar.

Besos y abrazos.
Mia_Gnzlz♥

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