16._ Algo de ti

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El sonido del celular llamó la atención del rubio conductor de un elegante deportivo, quien regresaba al trabajo, luego de una rápida parada en el aeropuerto.

-Dime, preciosa – contestó un sonriente ojiverde con el accesorio manos libres de su teléfono.

-Hola amor… Salí temprano del trabajo hoy y pensé que podía pasar comprando algunas cosas para la reunión del fin de semana –informó la voz femenina- Y debo admitir que estoy perdida entre los anaqueles de licores sin saber que comprar, aparte de Bernia Ale –comentó entre risas.

-Preciosa, sabes que no era necesario que fueras sola… -dijo preocupado- Dame unos minutos, voy manejando, pero estoy por llegar a la compañía, te mandaré una lista.

-Eso es nuevo… Comprar alcohol con una lista –bromeó.

-Créeme, cuando la recibas lo agradecerás, seré muy específico. Nishishi.

-¡Claro! El Gran Meliodas Demon debe tener gustos increíblemente refinados –comentó irónica.

-¡Así soy, mi Diosa! Ámame –dijo con una gran sonrisa.

-Y porque te amo esperare la dichosa lista –respondió entre risas.

-Bien, te amo –dijo a modo de despedida.

Minutos después Meliodas aparcaba en su lugar designado de estacionamiento en la Torre Demon, totalmente sonriente se bajó del vehículo y comenzó a mensajearse con su novia por WhatsApp, indicándole decenas de nombres y sabores de distintos licores que, según él, necesitarían para darle una buena fiesta de despedida a su mejor amigo.

Para la pareja, las últimas dos semanas habían sido absolutamente accidentadas; luego de la terrible noche que tuvieron en la fiesta de fundación de Lyonesse, su ritmo de vida no se recuperó mágicamente cómo en un principio planearon. Todo inició con un cambio de planes de Eliott Danafor para quedarse más tiempo en Japón por reuniones concertadas con varios empresarios durante la fiesta de Lyonesse, incluyendo dentro de estos al mismísimo Baltra. Lo cual, por supuesto, incluía más tiempo con Lizzette alrededor del rubio, teniendo francamente disgustada Elizabeth.  

Sumándole a ello, la presencia extrañamente prolongada de Damián Demon en el país, con quien Meliodas no volvió a establecer una conversación medianamente civilizada luego de su amenaza en el evento, salvo por la vez en que dejó en claro su enojo con el rubio por haberse salido con la suya.

Flash Back.

Era jueves por la noche, los Demon y los Danafor estaban cenando en la mansión de los primeros, en la mesa bullía un ambiente bastante amistoso, y era extraño que fuera así cuando Damián estaba en casa, pero ese día este lucia extrañamente complacido y comunicativo, tal vez por el acontecimiento estelar del día, la cita de Meliodas y Liz.

Para el Demon mayor, parecía que sus planes estaban por consolidarse por la simple “advertencia” que hizo a su primogénito. Esa mañana fue informado por la misma pelirroja a quien su hijo en persona, citó para almorzar a solas aquel día, y aunque no conocía los pormenores de aquella reunión, veía con complacencia el intercambio verbal y físico entre ambos adultos jóvenes.

Meliodas y la pelirroja de ojos azules bromeaban entre ellos, incluyendo a Zeldris de vez en cuando en sus anécdotas de infancia; aquella complicidad entre ambos hijos mayores era observada por sus progenitores con felicidad, quienes no podían evitar rememorar la relación de juventud del rubio y la joven.  

-¿Recuerdas lo ridículo que se veía luego de esa golpiza? –cuestionó Meliodas sonriente.

- ¡Jajaja! Definitivamente, ese ojo morado fue magnifico –convino la ojiazul.

-¡Oye! –exclamó el azabache menor- Al menos yo hice algo por defenderte de ese mastodonte –rebatió.

-¡Era mi novio, Zeldris! –confesó la fémina.

-¡Qué! –exclamó sorprendido- ¿Y porque montaste ese teatro de que estaba acosándote? –acusó.

-Era el tipo de chicos que no entendía un terminamos. Pero fue magnifica la llave que le hiciste, aunque quedaras peor después.

-En alguna parte debo tener respaldo de ese video, era cómo ver a un perro y a su pulga peleando. Nishishi –se carcajeaba el rubio.

-¡Pudiste ayudarme, hermano! –recordó con ironía en la voz.

-¿Y quién sostendría la cámara para documentar tu perfecto acto heroico? –se burló el ojiverde- Además no habrías quedado tan bien con esa chica si hubiera intervenido –comentó socarrón, recordando a la sensual castaña que no se despegó de Zeldris en toda la noche al estar “preocupada” por su herida.

-De todas maneras gracias, Zeldris –dijo en tono dulce la pelirroja- Siento que quedaras como uva dos semanas, jaja.

-Los moretones pasaron en dos semanas, él tendría que pasar por cirugía para ponerle esos dos dientes que le derribé –bromeó el azabache- A la próxima, que este mequetrefe se enfrente al siguiente mastodonte –señalando a Meliodas.

-Trato, hermanito –convino el rubio.

Un par de horas después y terminada la cena; Eliott y su unigénita se retiraron de la mansión. Zeldris y Meliodas tomaban algo en compañía de su padre cuando Mirana irrumpió en la sala para avisarle a su jefe que una llamada importante le esperaba en su oficina. El mayor se retiró para contestar, dejando a un sonriente Meliodas sentado cómodamente en el sofá que compartía con su hermano, quien junto a Mirana miraban confundidos su sonrisa que asustaría al mismísimo gato Cheshire de Alicia en el país de las maravillas.

-¿Qué hiciste, Mel? –cuestionó la albina con tono acusatorio.

-¿Eh? –entonó Zeldris confuso- ¿A qué te refieres?

-La llamada es de la señorita Danafor… -explicó la peliblanca.

Luego de media hora, el rubio decidió que era hora de retirarse; con una platinada en mente subió las imponentes escaleras de mármol hasta su habitación donde dejó su celular cargando, pero antes de llegar a su alcoba se topó con su progenitor, quien le dedicó una mirada helada.

-¿Nunca sabes seguir instrucciones, verdad? –cuestionó el mayor.

-¿Disculpa? –cuestionó el rubio haciéndose el desentendido.

 -Acabo de hablar con Lizzette –dictaminó- Sé que la convenciste de anular el compromiso.

-Yo no la convencí de nada, ella eligió, solo despejé el panorama que tú te encargaste de pintarle como quisiste –acusó sin dejarse intimidar.

-No te detendrás, hasta lograr lo que quieres… -acotó con tono decepcionado.

-Así me educaste, padre –contestó con tono irreverente.

-Vas a destruir todo cuanto has logrado si no aprendes a dejarte guiar.

-Ya soy un hombre, no un niño que debe ir de tu mano o un empleado bajo tus órdenes –dictaminó siguiendo su camino por el pasillo.

-Sigues siendo un mocoso –alcanzó a oír Meliodas tenuemente.

Fin del Flash Back.

Teniendo a Liz de su lado; Meliodas no tenía por qué estar bajo la presión de su padre. Incluso alcanzó a disfrutar brevemente de los días extra que la pelirroja permaneció en el país, almorzaron juntos un par de veces en compañía de Zeldris y Gelda, hasta llegaron a pasar en armonía los breves ratos que el rubio paraba en la mansión Demon para visitar a su adorada nana.

Y aunque pareciera que el rubio y Liz compartían demasiado tiempo juntos, no fue así; Meliodas comenzó a retirarse puntualmente del trabajo a la hora del almuerzo y regresaba a su oficina al cabo de una o dos horas, también concluía su jornada de trabajo más tardar a las seis de la tarde, acabando definitivamente con su hábito de hacer horas extras cuando fuera.

Todo aquello era con la finalidad de poder almorzar con su platinada novia todos los días, siempre y cuando no tuviera alguna cita programada con sus socios; y retirándose a una hora razonable le daba tiempo para regresar a la casa de playa donde ahora vivía con Elizabeth. Y para sumarle más a su tranquilidad, aquella tarde Damián Demon, por fin, había abordado un vuelo con destino a China, donde pensaba pasar al menos dos meses, supervisando las pruebas finales de calidad a los dispositivos que Demon Tech lanzaría en la temporada de invierno.

El rubio salió del elevador con una sonrisa y avanzó por el vestíbulo que conectaba con su oficina en un despliegue antinatural de buen humor, a pesar de no haber almorzado junto a Elizabeth, la ausencia de su padre lo tenía exultante, por lo tanto, haber pasado su preciada hora de almuerzo en la mansión junto a su progenitor no le supuso la incomodidad que normalmente representaba. Tanto era su buen humor que entró silbando a su oficina luego de dar un cantarín saludo a su secretaria.

-¡Vaya al fin te dignas a aparecer! Y vienes con cara de que tuviste un rapidito –molestó Zeldris.

¡Waoh, tengo comité de bienvenida! –exclamó ante la presencia de su hermano en su oficina- Y no, no tuve ningún rapidito, pero me encanta que así lo parezca. Nishishi –respondió.

-¿Aun sigues célibe? –cuestionó extrañado.

-Sí –confimó sentándose frente a su escritorio.

Tan imposible como sonaba, Meliodas y Elizabeth llevaban dos semanas sin relaciones sexuales, desde que dejaron claro lo que sucedió con Lizzette en la fiesta, establecieron de mutuo acuerdo darle una pausa a su relación física, para centrarse en la parte emocional, que fue lo que más se vio lastimado con la intervención del rubio. Y aunque ambos estaban deseosos de retomar el curso del libido que los unió en un principio, en más de un sentido disfrutaban de la nueva etapa que estaban viviendo, aprendiendo a conocerse de manera más profunda, amando hasta los defectos que son imposibles de captar más que con la convivencia prolongada.

-¿Sabes? Estoy feliz del nuevo curso que llevan mi cuñada y tú –comentó Zeldris.

-Qué raro… ¿Hicimos alguna de nuestras apuestas ridículas de la que no me acuerde? –cuestionó buscando en su memoria el motivo por el que su hermano podría estar feliz por cómo llevara su relación.

-No, pero siendo honesto, y no me lo estás preguntando, me preocupaba que el ritmo acelerado de su relación no les permitiera conocerse verdaderamente y que no estuvieran fundando nada solido entre ustedes –admitió.

-¡Cuanta preocupación! –exclamó el mayor sorprendido- Pero aquí entre nosotros, y no es cómo que no extrañe el sexo, que no es por presumir, pero es fantástico entre Ellie y yo… -divagó.

-¡Al punto Meliodas! –exigió el azabache con un leve rubor en sus mejillas.

-Nishishi, te sonrojas ahora, pero quien supiera lo que haces a puertas cerradas con mi cuñada –molestó al menor.

-¡Meliodas!

-Yo también siento que estar de esta manera nos está ayudando –terminó por confesar el rubio- Es difícil de explicar, pero creo que ahora conozco aspectos más recónditos de ella y amo con locura cada uno de ellos –admitió con una sonrisa de enamorado.

-De verdad que Elizabeth te hace bien –comentó con satisfacción- Por cierto ¿Qué tal la despedida con nuestro padre?

-Tan fría cómo todo trato con él en los últimos quince días, durante el almuerzo la única que hablaba era Mirana, casi obligándolo a hablar –refunfuñó ante el recuerdo de su adorable figura materna desviviéndose por crear un ambiente cordial en el almuerzo con su tiránico padre.

-Sí fue tan incómodo… ¿Qué te hizo tardar tanto? –inquirió el azabache.

-Pues llevé al viejo al aeropuerto y me quedé media hora luego de que hubo despegado.

-¿Por qué? –cuestionó intrigado.

-Debía cerciorarme de que no se arrepintiera y bajara del jet para quedarse otro par de meses ¡No lo soportaría ni dos días más! Iba a terminar asesinándolo sí seguía sobre mi cómo un acosador –exclamó dejando salir su irritación.

-Normalmente diría que exageras, pero… En vista de las circunstancias, concuerdo –acotó el menor- Bueno, yo te dejo terminar tu jornada, seguro quieres irte temprano a casa.

-Algo –admitió con una sonrisa- Por cierto, no es necesario que pases buscando a Mirana, yo iré por ella al salir.

-Está bien, nos vemos esta noche –aceptó el azabache retirándose de la oficina.

Ambos hermanos tenían planeada una velada familiar con sus chicas y Mirana, en la casa del mayor, y aunque la mayor discrepó, la insistencia de los cuatro individuos fue tanta que terminó aceptando pasar todo el fin de semana en la propiedad del rubio, donde también celebrarían la fiesta de despedida de Ban y Elaine, quienes partirían pronto a su gira europea de “negocios”.

Meliodas revisaba documento tras otro, sin distraerse, luego de casi una hora entre papeles, pasó a revisar las estadísticas que le entregó Melascula durante su reunión matutina, estaba tan concentrado que solo apartó la vista de la computadora cuando sintió los ojos escocerle, reclinándose en la silla cerró los ojos y se los masajeó con el pulgar en índice izquierdos, buscando aliviar el cansancio en estos, cuando una llamada entró a su celular y contestó instintivamente, sin abrir sus parpados para observar el identificador de llamadas.

-Meliodas Demon –contestó con voz seria.

-¡Hola querido! –exclamó Elizabeth- ¿Por qué tanta formalidad? ¿Interrumpí algo?

-E-Ellie, disculpa preciosa, contesté sin mirar la pantalla –admitió sorprendido.

-Bueeeno –aceptó- En fin solo llamaba para contarte una estupidez, pero como seguramente estas ocupado, mejor te llamo luego… -argumentó fingiendo tristeza en su voz.

-¡NO! Para nada… ¡Dime, amor! –se apresuró a evitar que la platinada cortara la comunicación.

-¡Oow! De amor y todo… -se escuchó una segunda voz del otro lado- ¡Sabía que tenías un lado de gomita, pero escucharlo en vivo es una experiencia alucinante, Mel!

-¿Mi-Mirana? –cuestionó con el rubor de la vergüenza subiéndole hasta las orejas.

-¡La que viste y calza, príncipe! Jajaja –dijo entre burlas.

-¿Qué hacen las dos juntas? –inquirió.

-Tu hermosa novia y yo nos encontramos por el camino de la vida… 

-¡Y ahora iremos de compras! –intervino Elizabeth divertida.

-En fin, Mel. Solo queríamos avisarte que no es necesario que me pases buscando, todo quedó en perfecto orden por casa y de lo demás me encargo yo. Adiós, príncipe – se despidió la albina en tono cantarín.

-Ma… ¡Mirana! –exclamó pero ambas mujeres ya habían colgado.
Un potente suspiro de derrota se escapó de los pulmones del rubio, por su cabeza pasó la imagen de su niñera contándole sus anécdotas más vergonzosas a su novia, sabia de sobra que cuando a la peliblanca se le ocurría establecer una conversación confianzuda con alguien, esta no tenía filtro. Un escalofrió recorrió la columna del rubio, tanto que se había esforzado en su imagen de hombre implacable a lo largo de los años, ahora Mirana, con su increíblemente basta colección de fotografías y videos caseros iba a echar todo eso a la basura, y lo peor era, que quedaría como un mocoso frente a una chica que realmente le importaba.

Meliodas estaba por hundirse más en su miseria, recordando los cientos de fotos “vergonzosas” que poseía su niñera en su celular, cuando un sudado y sonrojado Zeldris atravesó intempestivamente las puertas de su oficina.

-¡Maldita sea! ¿No sabes tocar? –exclamó aparentando más enojo del que de verdad sentía.

-¡Sí! ¡Pero ese no es el jodido problema aquí! –gritó de regreso el azabache, mientras cerraba la oficina de un portazo.

-¿Qué pendejada te pasa ahora?

-¡Mirana está con Elizabeth y Gelda! ¡Me llamaron y se burlaban como colegialas al teléfono! –explicó.

-¿Así que también está Gelda? –preguntó con la frente coloreada de azul- Eso lo hace peor… ¡Diablos ya ni a mi cuñada podré ver a la cara!

-¡Estamos FRITOS, JODIDOS, hermano! –expuso alterado.

-¡Cálmate de una puta vez, Zeldris!

-¿Calmarme? ¿Me estás diciendo que me calme? –cuestionó histérico- ¡Estamos hablando de la mujer que tiene fotos mías de cuando aprendía a ir al baño! ¡Decirme que me calme es cómo apagar un incendio con gasolina, Meliodas!

De pronto una carcajada surgió de Meliodas, ante la incrédula mirada de su hermano.

-¿De qué te ríes, tarado?

-¡Míranos! Estamos hechos un manojo de nervios porque nuestra madre emocional saque el álbum de los recuerdos a nuestras novias –explicó con buen humor.

-No es para menos –comentó modulando su voz a un tono medianamente parecido al usual- Ella tiene fotos de nosotros durmiendo juntos cuando estábamos cagados del miedo por lanzarnos una maratón de El Aro.

-¿Acaso no lo entiendes? –cuestionó el rubio entre risas- Sabíamos que esas fotos estaban en poder de Mirana hace quien sabe cuánto tiempo, y nunca nos importó, pero ahora que se las está, posiblemente, mostrando a nuestras novias, no, mejor dicho, específicamente a Gelda y Elizabeth entramos en crisis nerviosa ¿No notas cómo nos importa la opinión de ellas? Los hermanos implacables, hijos del Rey Demon, están temblando como gelatinas porque un par de mujeres sepan de nuestros momentos vulnerables ¡Ese par nos tienen atrapados hasta por los cojones! –explicó con absoluta felicidad.

-¡Es obvio! ¡Claro que me importa la opinión de Gelda, hermano! –expuso irritado sin profundizar mucho en la explicación del mayor- ¡Oh por todos los infiernos! ¡Ya no podré casarme! –siguió con su ataque de pánico.

-¡Ya párale al drama, víbora! –gritó exasperado.

Ante la mención de ese apodo, el azabache dejó sus elucubraciones dramáticas y respirando profundamente, regresó a su seriedad habitual. Internamente agradeció la intervención de su hermano, ya que él era el único capaz de detener sus huracanes emocionales cuando estos se desataban.

-¡Deberías dejar de ver animes con Mirana! –recomendó- Ahora vuelve a tu oficina, terminemos con la jornada, así estaremos antes con las tres y evitaremos una humillación más profunda –habló, intentando convencer a su hermano y a sí mismo.

Del otro lado de la ciudad en un gigantesco centro comercial, un trio de mujeres extremadamente atractivas paseaba por los anaqueles de un supermercado, mientras se reían sonoramente, llamando la atención de más de un hombre, casado o soltero. Pasaban por la sección de golosinas y cada una metía al carrito de compras cuanto dulce o frituras se les antojara.

-¡Llevemos este! –exclamó Mirana mostrando a las otras dos chicas un inmenso paquete de gomitas en forma de ositos marca Haribo.

-¿No es mucho solo para las tres? Ya llevamos otras seis bolsas de gomitas –preguntó Gelda.

-¡Para nada! Dato curioso, Zel y Mel son fanáticos de los osos de gomitas –reveló la peliblanca.

-¡NO! –exclamaron ambas amigas llenas de incredulidad.

-¡SI! Meliodas suele comer gomitas cuando se desvela trabajando y Zeldris siempre come gomitas cuando ve anime conmigo.

-¿Zeldris mira anime? –cuestionó Gelda sorprendida por la revelación sobre su “serio” novio.

-¡Sí! Déjame buscar una foto… -algunos minutos después Mirana puso ante la atónita mirada de la rubia la pantalla de su smartphone, donde mostraba una imagen de Zeldris y ella con un tazón de palomitas de maíz y una bolsa grande de osos de gomitas, al fondo de la fotografía se veía una inmensa pantalla plana donde se identificaba una serie animada, pero lo más impactante de la imagen no era la mirada juguetona de ambos protagonistas sino la camiseta de Zeldris donde estaba estampada la imagen de Calcifer, un demonio de fuego de la famosa película de Estudios Ghibli: El castillo ambulante, que hasta ella misma había visto un par de veces.

¡Waoh! Nunca imaginé eso de Zeldris –intervino Elizabeth.

-¡Oh! Y esta es de Meliodas –dijo la mujer buscando nuevamente en su celular y mostrando una fotografía de Meliodas sentado tras un gran escritorio de madera, tecleando en una laptop con una mano y la otra metida en una bolsa de osos de gomita. Aunque el detalle desconcertante para la platinada eran las gafas de lectura de montura negra y estilo hipster que descansaban sobre el tabique nasal de su novio.

-¿Mel usa lentes? –cuestionó impresionada.

-Solo cuando tiene la vista cansada, pero casi nunca los usa –informó Mirana- Y Zeldris también –puntualizó.

Y para dar fuerza a su testimonio buscó una nueva foto, en la que se apreciaba al azabache recostado en un gran sofá de cuero negro mientras leía, haciendo uso de unas gafas cuadradas de montura fina.

Las damas se decantaron por seguir sus compras o jamás terminarían de seleccionar los víveres que necesitarían durante el fin de semana si continuaban viendo fotos, cuando ya estaban listas con dos carritos de compras hasta arriba de productos y creyendo que tenían todo lo necesario, fueron a pagar, donde Mirana exigió ser ella quien pagara la factura con la tarjeta que Damián Demon le había entregado para los gastos de la mansión, ante las negativas de ambas jóvenes la peliblanca tuvo que explicarles su pequeño acto de “rebeldía” contra su jefe, con quien estaba severamente molesta desde que se enteró por boca de Gelda de la amenaza que este hizo a Meliodas y de los comentarios despectivos que emitió sobre Zeldris. Y solo así consiguió convencer a ambas jóvenes, quienes apoyaron contundentemente su emancipación.

El crepúsculo caía, cuando el grupo de damas abandonó el centro comercial, luego de una sesión de compras express por algunas boutiques, el camino hasta la casa de playa fue bastante animado, cantando a todo pulmón las canciones que Mirana se encargaba de seleccionar en el smartphone de Elizabeth, el cual estaba conectado al reproductor del vehículo. Cuando Elizabeth aparcó frente a la casa, se percataron de que fueron las ultimas en llegar, ya que los automóviles de ambos hermanos Demon estaban allí, y apenas bajaron, la peliblanca fue abordada por los dos adultos jóvenes en cuestión.

-¡Mirana! –gritaron ambos ojiverdes al ver a su niñera.

-¿Q-qué paso? –cuestionó ella, incrédula ante tanto bullicio de los normalmente, en público, calmados hermanos.

-¡No te hagas la inocente! –exclamó Meliodas.

-¡Exacto! ¿Qué hiciste con ese diabólico teléfono tuyo? –secundó Zeldris.

Los alegatos incongruentes continuaron por un par de segundos hasta que la agobiada albina se sacudió a ambos hombres de sus costados.

-¡Basta! –exclamó irritada- ¡No mostré nada vergonzoso! Y más les vale callarse antes de que me arrepienta –“amenazó”- Ahora saluden a sus novias apropiadamente y bajen las compras del auto –ordenó- Gelda, Elizabeth, vamos a la cocina, necesito algo fuerte sí voy a soportar a estos dos en su modo insidioso.

Mirana entró a la casa sin más dilación, dejando a las dos parejas atónitas ante su arrebato, más a las féminas que a los hombres, quienes ya conocían el comportamiento de la mayor cuando estaba irritada. Y cómo niños regañados, ambos hermanos saludaron a sus novias con unos breves abrazos y besos, para ponerse manos a la obra con el mandato de su segunda madre.

Mientras, las mujeres en la cocina organizaban los contenidos de las bolsas y dejaban sobre el mesón los ingredientes que la mayor indicaba para reparar la cena, todo esto mientras mantenían una amena conversación.

-Es impresionante como esos dos te obedecen –halagó Elizabeth.

-Años de práctica, tesoro. Ya verás que pronto te saldrá igual, se necesita temple para vivir con los Demon –dijo con una sonrisa.

-Quedaron como cachorritos –acotó Gelda compasiva.

-Ya volverán a ser los mismos, saben que no estoy verdaderamente molesta.

-Eso es cierto –dijo Zeldris.

-¿Acaso compraron todo el supermercado? –se quejó Meliodas.

-No se compró nada que no fuera absolutamente necesario, Mel –informó la mayor.

-Piensas alimentar un ejército… -acotó Zeldris.

-Los ebrios comen como uno, en especial ustedes y piensan tener invitados mañana ¿O me equivoco?

-Para nada –corroboró el rubio.

-Entonces no hay crimen –expuso la albina zafándose de discusión.  

-Por cierto, amor –llamó Elizabeth- Cerciórate de que traje lo correcto de tu lista –pidió.

-Claro, preciosa –aceptó en tono dulce mientras revisaba las bolsas con botellas que dejaron sobre la mesa del comedor- ¡Hey Zel! Deberías subir con Mirana para que se acomode en una habitación.

-¿Y porque no tú? Es tu casa –trató de esquivar el azabache.

-Yo estoy ocupado ¿Qué no ves? –mostrando sus manos ocupadas con dos botellas, una en cada mano, mientras las organizaba, algunas en el refrigerador y otras en una estantería del área de minibar.

-Voy. Mirana, si gustas acompañarme –pidió el menor del grupo tomando una maleta de color celeste que intuyó le pertenecía a la peliblanca.

Una vez en una de las habitaciones, la mujer de ojos azules organizó sus prendas en la cómoda de la alcoba, estaba por regresar a la cocina cuando un zumbido, proveniente de su bolso, llamó su atención. Sacando el dispositivo se percató de que era la notificación de su sexta llamada perdida. Y también tenía mensajes sin leer en WhatsApp, los cuales revisó con rapidez.

Demon D

“Llegué”

“Ya puedes redirigir todos los recados a mi teléfono”

“¿Mirana?”

“Es extraño que no contestes”

“Llamé a Tanaka, me dijo que te tomaste el fin de semana”

“Debiste avisarme antes”

“Pero un descanso está bien de vez en cuando”

La ojiazul dejó escapar un profundo suspiro ante los mensajes de su jefe, normalmente le contestaría de inmediato, pero esa tarde se había enterado de su último acto contra sus hijos, causándole una profunda decepción y aunque su corazón se contrajo ante la mera idea de no responder los mensajes, fue lo que hizo, muy a su pesar, bloqueando nuevamente el dispositivo, dejando los mensajes cómo vistos y sin devolver ninguna de las llamadas que el patriarca Demon le hizo.

Mirana estaba por volver a bajar cuando una nueva llamada generó un zumbido en el aparato, estaba indecisa entre contestar o no, pero terminó obedeciendo a su sentido común de empleada.

-¿Diga? –habló.

-Mirana, ya estaba un poco… eh… Estresado, por tu falta de respuesta, yo, eh, necesitaba saber si antes de irte recibiste una llamada de Danafor, hasta ahora no se ha comunicado conmigo y dijo que lo haría –explicó.

-No señor, el señor Eliott no se comunicó con la mansión mientras estuve allí –informó con seriedad.

-¡Ah! Ya veo… sobre eso…

-¡Mira! –llamó Meliodas sin ingresar a la habitación -¿Todo bien?

-Sí, tesoro. Me reúno contigo en un momento –dijo la albina con un tono animado, muy diferente al que usaba hablando con Damián -Señor Demon, disculpe, voy a colgar –se despidió fríamente.

Del otro lado, la línea quedó emitiendo tonos intermitentes en el oído de Damián, Mirana le había colgado, luego de que una voz masculina la llamó. El azabache no pudo distinguir la voz, pero estaba seguro de que era un hombre, rabia bulló en su interior tras la idea de la peliblanca con algún hombre, al menos uno que no fuera él. La fuerza de su puño alrededor del aparato lo hizo crujir, para finalmente terminar estampado en el piso por un brutal lanzamiento que lo volvió trizas. Al menos en eso se parecían padre e hijo, descargaban su ira con los inocentes smartphones del mundo.

En Japón, Mirana reía y cantaba mientras preparaba la cena junto a sus hijos de corazón y las novias de estos, envuelta, por primera vez en muchos años, en una dicha absoluta, a pesar de lo que su golpeado corazón guardaba en su rincón más recóndito.

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¡Holita!
Me he recuperado de mi asqueroso bloqueo.
Y aquí les traje un nuevo capítulo, que dividi en dos por lo largo que se estaba haciendo.

Hoy no tenemos minuto de cultura, pero si unos agradecimientos MUUUY largos que dar, así que comencemos:

Ammy_BP2 wolffriki GiAr_12 kagome1315 Aome1507 NonniMaldives UMR386 MelissaDemonsGoddess Vivianariosclaros SanjaJokic0 ina-Kya515 PomaTuber @zeldrisygelda_12 SoyMisel Lopito-Kawaii @kirancatiri suirine20 SoyElizabethGoddess PatriciaLicones randompersonX3 apull123 Mafer240711 @hatorichise2004 Keren011 ThayrahGarcia sakurawolf24 Mari744 HannaKarime15 NaomiMH3 katherine138 lizy312 Dulcemaria2308 MiluskaCieloDelaCruz CarrieKristell Sad_Kunoichi_ @elizabeth_goddness AnahiVals yorupinto KatieWilson396 ValyW13 MayteCuvi ElizabethGonzalez560 GrislyMercedes @melizabeth265 julianna_flor Soygelda2009 VALE3FROST Noreydelaluz2342 dianafabiolatepaneca pameli1384 tytilindabella Michelparrales Andynna77946730 Cailer2104 maryori530 SrtGenesisVillamar JuanPerdomo869 ElizabethDash728 potacioarla astri2934 Pepitoelcrack123 @_-Mitsuha_- luciacuevas1 @AstryVMarte Mariaalv10 ElizabethAcua610 Mahiru002 anime0005 AlissonSalluca -_Persephone_- satesatesa AzucenaRodriguez9736 ElibethGooddes Daysi0Jhonson16 Lucero14pinto MaryLu188 dburgosb meliodad MonseCantero @perritojake gutgjygfwf anakarentorrez CieloLizethAnayaAsca @elizabet_8900801 caro_837 lety221104 girlsblue47 KanaoTsujuri matu_44valen amchica FlorzithaPizarro M3l1z4b3th lazulic1817 Mafer77711 KarenSoacha ReginaTrejo931 AdeebWahab Cerezo4509 Daiankun

Ahora sí,  me disculpo enormemente si sus nombres no salen en la lista, pero es uno de los defectos de no actualizar como se debería,  uno pierde la secuencia de los nombres de las HERMOSISIMAS personitas que hacen grande este mundo con sus votos, comentarios, seguidas, comentarios en los estados.

Estoy ENORMEMENTE AGRADECIDA CON TODOS los que tienen nombre y los que siguen como fantasmitas, no saben cuantas veces me han sacado de fosos en los que creí ahogarme.

Los quiero inmensamente a todos.
Quisiera pedirles su colaboración con algo: ¿Me podrían decir si les sale la portada?
Es que hace días fui notificada por wattpad de que la portada infringia sus normativas y estoy tratando de solucionarlo, pero no logro recibir respuesta de los moderadores.

En Fin...

Besos y abrazos
Mia_Gnzlz

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