9._ F.R.I.E.N.D.S

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-No quiero que vallas –murmuro el hombre apretando contra sí la figura femenina entre sus brazos.

-Te prometo que no pasara nada –tranquilizo la fémina- ¿Confías en mí? –pregunto obteniendo solo silencio de su acompañante- Meliodas… ¿Confías en mí? –repitió conectando su mirada azul con la verde del rubio.

-Con mi vida –se lamentó en un suspiro- Pero, ese Seraph no es de mi agrado –argumento con el ceño fruncido.

-Es tu competencia directa en el área automotriz, es lógico que no te caiga bien –analizo Elizabeth –Además es solo la cena familiar de los jueves.

-No es por eso que no me caiga bien; estuvimos en el mismo internado un par de años, nos tratábamos con cordialidad, un día se acercó a mi diciendo tonterías, nos fuimos a las manos –conto- Le rompí la nariz ese día.

-¡¿Tú le rompiste la nariz a Mael?! –exclamo la chica alarmada.

-¿Qué con eso? –cuestiono con una ceja alzada.

-¡Yo estuve en emergencias ese día con él! Mamá y Reduciel estaban en no sé qué conferencia… Le desviaste el tabique nasal, Mel –comento pérdida en sus recuerdos- Eres un bruto –molesto al rubio.

-Él me busco y me encontró –respondió con simpleza- Sigo sin entender porque tanto alboroto.

-Creo, que yo puedo explicar eso… -confeso con las mejillas tintándose de un leve rosado.

-Esa es una historia que me gustaría escuchar.

Flash Back.

Fin de semana largo, y la platinada de ojos azules apenas despertaba. La joven de catorce años llego bastante tarde a casa luego de acompañar a su padre y hermanas en una fiesta de beneficencia que realizaba la empresa Lyonesse anualmente, sus padres llevaban seis años divorciados y como hija de dos empresarios importantes, había tenido que aprender a moverse entre dos aguas. Y esa fue una de esas ocasiones. Se desperezo y arreglo con una sonrisa.

Bajo al comedor encontrándose con su amigo Mael que durante los fines de semana vivía en su casa, ya que estudiaba en un internado japonés a pesar de que su familia residía en Noruega. Ella estaba segura que aquel curioso arreglo, era para fomentar una relación entre ella y el peligris, el fallo, era que al conocerlo desde siempre no lo veía como más que un hermano, a pesar de que en su infancia fue su amor platónico; el joven de ahora, no era para nada su tipo y Elizabeth era una joven segura de sus gustos.

-¿Por qué tan feliz, Lizzie? –pregunto el adolescente.

-Ya te dije que no me llames de esa manera –repitió por millonésima vez en su vida.

-Pero cuando eras pequeña te encantaba que tu nombre y el de Lizzie McGuire* fueran iguales, tu querías que te llamaran así –repitió su argumento de toda la vida.

-Las cosas cambian, Mael –contesto en un suspiro, sirviéndose Froot Loop’s en un tazón y vertiendo leche sobre ellos.

-Okay. Entonces… cuéntame ¿Por qué tan sonriente?

-Es que anoche conocí a un chico –comento con una sonrisa enamorada- Se llama Tristán, es rubio de ojos increíblemente verdes, bailamos juntos varias canciones y me dijo cosas tan lindas, casi me sentí una princesa.

-Vives como una, Elizabeth –recordó Mael.

-¡Cállate! ¡No me revientes la burbuja! –exclamo- Paseamos en el jardín durante el espectáculo de fuegos artificiales y nos besamos, mucho… -susurro lo último.

-Con razón no podía encontrarte.

-Seguro fue por la peluca.

-Elizabeth, sé cómo luces castaña, azabache, pelirroja y hasta rubia. Solo los tontos caen en tu truco.

-Da igual, así puedo relacionarme con las personas sin que sienta que solo me tratan bien por mis apellidos –argumento.

-¿Y cómo termino el asunto con el príncipe encantador? –pregunto sin mucho interés, más que un deje de celos, que atribuyó a la supuesta hermandad que sentía por la platinada. Los colores se subieron a las mejillas femeninas -¡Elizabeth! No me digas que…

-¡No! –exclamo- ¿Por quién diablos me tomas?

-Por una chica ilusionada –respondió.

-No es como que fuera a caer ante cualquier sonrisa galante –dijo cruzándose de brazos.

-Los hombres tenemos nuestros trucos, terribles trucos –acoto.

-Espero que no seas así…

-No he tenido que usarlos, pero los conozco. Igual que todos.

Tres días después Elizabeth corría como alma que lleva el diablo por los pasillos del instituto al que asistía, rumbo a la oficina del director, necesitaba salir de allí para auxiliar a Mael. Le avisaron que se había involucrado en una pelea y ahora estaba en urgencias con la nariz rota.

Esa mañana, Mael ingreso a su aula temprano, se sentó en su lugar acostumbrado en el medio del aula, frente suyo estaba Meliodas Demon y su trio de amigos: Harlequin “King” Fairy, Gowther Spiegel* y Ban Hudson*. Saco un libro y se introdujo en la lectura.

-Deberían haberla visto, ese cuerpo de infarto ¡De solo recordar esas tetas se me para! –exclamo el rubio. Hablando tan fuerte que saco a Mael de su lectura.

-¿Y te la cogiste, capi~? –cuestiono Ban.

-Eres un cerdo, Ban –acoto King a lo que Mael internamente apoyo.

-Solo llegamos a besarnos y toquetearnos por encima de la ropa en el jardín del hotel –respondió.

-Eso es raro, el capitán tiene un índice de conquista del 96.7%

-Al parecer ella era parte del otro 3,3% -dijo King ahogando un bostezo.

-Sí, debió ser algún tipo de santurrona. Luego de eso desapareció con una excusa tonta –pauso para sonreír con suficiencia- Aunque me gustan los retos.

-¿Cree volverla a ver capi~? –pregunto Ban.

-No estoy seguro, nunca la había visto y nuestro mundo es ciertamente pequeño, es difícil no conocerse –analizo- Pero la buscare por Facebook. Es una chica peculiar, no me dijo su apellido pero se llama Elizabeth.

-Una búsqueda de una en un millón –dijo King con ironía- Es un nombre muy común.

-Pero esos cabellos chocolates y ese cuerpo es muy distintivo, no pierdo nada con intentarlo ¡En serio debieron verla! Caderas medias, senos de copa C, mínimo, y sus ojos ¡Wow! Era como ver el mar de las Maldivas desde un helicóptero –Mael entendió de quien hablaban.

-Pareces enamorado –tercio King.

-¡Que va! Solo quiero ponerla a gemir mi nombre, nishishi –el peligris apretó los puños.

-¿Ella sabe quién eres? –cuestiono Gowther.

-Probablemente, se hizo la tonta de no conocerme. Así que le dije que me llamaba Tristán –el vaso de Mael se reboso, levantándose de su asiento- Es posible que fuera una táctica para ser interesante, puede ser una puta sedienta de dinero y cree que me atrapara –razono riendo, Mael se acercó al asiento de Meliodas.

-¿Y pensando así, piensas buscarla? –intento entender Gowther.

-Yo siempre obtengo lo que quiero –dictamino riendo. Mael estaba tras el rubio y los otros tres chicos se le quedaron viendo, en un momento tenso y silencioso.

-¡Buenos días, Seraph! –saludo- ¿Se te ofrece algo? –pregunto.

-¡Eres un maldito cabrón! –exclamo, conectando su puño derecho con la quijada contraria.

Meliodas y Mael se golpeaban, gritando insultos; todo terminó cuando el rubio conecto su izquierda con la nariz de su oponente, quebrándosela. Mael miraba al rubio con rabia desde el suelo, con su diestra tapando su sangrante nariz, Meliodas apenas tenía una ceja partida y enrojecida la quijada por el golpe inicial, este vio desde arriba a su oponente, con rabia contenida.

-¡Que mierdas, Seraph! Te metes con el hombre equivocado –exclamo molesto y dispuesto a dejar inconsciente al ojiazul.

-¡No puedes hablar así de ella! –exclamo.

-¿Qué? –cuestiono confundido, pero la información calzo en su cabeza- ¿Todo esto por una puta? –dijo incrédulo- ¡Escucha! Me cojo a quien yo quiera cuando YO quiera –dictamino con egocentrismo- No es mi culpa que te ganara la partida, ella eligió al mejor a sus ojos –pauso- Y al parecer no es solo a sus ojos. No vuelvas a meterte conmigo Seraph, o lo siguiente será tu mandíbula –amenazo saliendo del aula seguido por sus amigos.

En la puerta se habían aglomerado estudiantes y profesores, nadie intervino por miedo al poder de las dos familias de los muchachos, una vez el rubio y su equipo salió, los profesores se dignaron a ayudar al peligris. Llamando a una ambulancia para desplazarlo a una clínica, donde recibiría el mejor tratamiento y no quedara con la nariz deformada, lo que podía causar la ira de Reduciel Seraph, uno de los más importantes beneficiarios del internado desde que su primogénito estudiaba en las instalaciones.

La platinada entro corriendo a la sala de emergencias, donde el peligris estaba acostado en una camilla, le hacían limpiado la sangre, pero la inflamación era bastante, además de las otras contusiones que le adornaban el rostro, en su brazo derecho tenía una intravenosa, seguramente administrándole analgésicos para el dolor.

-Mael –susurro la joven tomando la mano izquierda de su amigo, llamando su atención haciendo que este abriera los ojos para verla.

-Elizabeth –susurro- ¿Por qué?

-Tenía que venir a verte ¿Qué te paso?

-Lizzie –viéndola a los ojos- Quiero que prometas algo.

-Joven Seraph –dijo un doctor entrando al cubículo- Lo moveremos a quirófano, para corregir cualquier posible daño estético.

-Un momento –pidió.

-Prométeme que nunca te volverás a acercar al tal Tristán.

-¿Qué diablos tiene eso que ver? –inquirió.

-¡Júramelo! –exclamo, con la desesperación en sus facciones, y un nuevo hilo de sangre se escapó por la magullada nariz.

-Joven Seraph –insistió el doctor.

-Elizabeth…

-¡Bien, lo juro! Sal de ese quirófano y nunca más hablare con algún Tristán en mi vida –acepto Elizabeth.

-Bien –se dio por satisfecho y le hizo una seña al doctor, quien llamo a los enfermeros para ingresarlo a cirugía.

Fin del Flash Back.

-Aunque meses después le pregunte a Mael que sucedió, y me conto que Tristán era un estudiante de intercambio en su aula, y le escucho hablar de mí, no le di mucha importancia.

-¿Y no me reconociste después? –cuestiono el rubio- No es como que haya cambiado mucho desde los dieciséis.

-Sinceramente no, el evento quedo olvidado hasta que me dijiste que tú le rompiste la nariz –se burló.

-¡No es gracioso! Tuve que transferirme de internado a uno en Alemania a mitad de mi último año, fue duro –dramatizo.

-Y Mael se atrasó un año entero por el proceso post-operatorio –rebatió.

-¿Le defiendes?

-Un poco, sí. Él me defendió primero –argumento pensativa.

-Uhm… -murmuro- ¿Así que fui tu crush weekend a los catorce? Nishishi –bromeo tratando de quitarle tensión al ambiente.

-Y tú te querías follar a una niña de catorce –rebatió sonriente.

-¡Touche! Aunque… ¡Vaya niña!–bromeo, una notificación llego al teléfono de Elizabeth, esta lo reviso y se levantó del sillón donde reposaba sobre el pecho del rubio- No te vayas.

-Debo hacerlo, Mel –comento con cierto cansancio, para luego darle un beso e ingresar a la ducha privada de su habitación. Dejando al rubio levemente irritado con la situación.

Media hora después Elizabeth se paseaba por la habitación mientras se arreglaba, un vestido amarillo pastel largo, de escote modesto, maquillaje ligero, los accesorios necesarios y el cabello en una trenza francesa de espiga. Meliodas miraba como su pareja se movía por la habitación, embelesado por aquella mujer que a su parecer había salido de un libro de mitología.

-Entonces ¿Regresaras o dormirás en tu casa? –pregunto el rubio fingiendo desinterés.

-En cuanto termine la cena y una conversación que no supere la hora y media regresare –contesto mientras revisaba tener los objetos necesarios en su bolso de mano.

-Bien –murmuro- Supongo que iré a molestar a los chicos un rato, antes de volver a mi departamento –comento levantándose de la cama y siendo seguido por su pareja.

-Mel, no es necesario… Puedes pedir algo de comer a domicilio y esperarme aquí –propuso.

-No me quedare encerrado aquí como un niño –comento sonando un poco más borde de lo que pretendía- Lo siento, Ellie. Solo no es mi estilo.

-Comprendo –susurro con la cabeza baja.

-No, preciosa… No quise –se disculpó acercándose a la platinada.

-Está bien, de verdad te entiendo –respondió con una sonrisa- Yo regresare más temprano que tarde, lo que decidas hacer está bien para mí, pero…  -dejo inconcluso mientras buscaba algo en una mesa alta al lado de la puerta de entrada al departamento- Déjame aclararte algo. Tu lugar, siempre será a mi lado –comento depositando unas llaves en la palma derecha del rubio- Úsalas en caso de emergencia –guiñándole un ojo.

-Sí –susurro dejando escapar el aire que estaba conteniendo, por un segundo creyó haber cruzado un límite y haber molestado seriamente a su novia- ¿Solo en caso de emergencias? –bromeo volviendo a ser el mismo.

-Cuando quieras.

-Temí por un minuto que tendría que ponerme creativo para inventarme emergencias –continuo con su buen humor.

-Me habría gustado ver que inventabas.

-Entonces lo hare por usted señorita –respondió con una sonrisa mientras ambos atravesaban la puerta- ¿Te llevo? –cuestiono haciendo tintinear las llaves de su vehículo en la mano.

-No, prefiero ir en mi propio auto, así tendré como huir –bromeo abordando el elevador.

-Buen plan –convino el rubio.

Una vez en el estacionamiento ambos se pusieron junto a sus vehículos, estacionados uno al lado del otro, Meliodas junto a la puerta del conductor de su deportivo y Elizabeth al lado de la de copiloto de su propio vehículo. La conexión entre sus miradas se negaba a ser rota, tenían miedo de las circunstancias imprevistas que podrían suscitarse en aquella cena familiar en la villa Goddess.

-Te amo –suspiro Meliodas- Luces hermosa –halago, acercándose a besar los labios rosados cubiertos por una ligera capa de brillo labial.

-Y yo a ti –respondió una vez cortado el contacto- Siempre –girándose para ir hasta la puerta del conductor de su propio vehículo.

Los costosos autos salieron del estacionamiento y enfilaron por las mismas calles, ya que la zona residencial de clase alta de la ciudad era una sola, donde se ubicaban las inmensas mansiones con grandes hectáreas de áreas verdes que la separaban la una de la otra, todos en la zona conocían los nombres de los propietarios de cada edificación, mas no por ese hecho, significaba que todos confraternizaran los unos con los otros; y por supuesto las más alejadas la una de la otra, eran la mansión Demon y la villa Goddess, Elizabeth llego primero al enrejado de su residencia, y Meliodas siguió de largo rumbo a su hogar familiar.

-¡Ellie! –exclamo Nerobasta muy emocionada en cuanto su hija cruzo las puertas- Tanto que te he echado de menos, ya no paras por casa mi niña –dramatizo la mujer ante la cara escéptica de la platinada, no tragándose el teatro de su madre.

-Mis disculpas madre, había tanto trabajo estas últimas semanas que he preferido quedarme cerca de la ciudad.

No era totalmente una mentira, era más práctico quedarse en la ciudad ya que entre semana, con el tráfico, el camino de ida a la compañía desde la mansión Goddess podía tornarse en uno de dos horas, cuando normalmente era de cuarenta y cinco minutos.

-Mi niña, tan dedicada al trabajo –volvió a “halagar”- Pero no debes olvidar así a tu madre.

Entonces la platinada comprendió, no muy alejado de su posición se encontraba Reduciel, observando complacido el despliegue de maternidad de la pelirosada. Elizabeth llevaba años sospechándolo, que su madre tenía algún tipo de crush por su mejor amigo, pero este siempre la trato más como una hermana que otra cosa, con el pasar de los años el de largos cabellos azabaches se casó y tuvo al primero de sus hijos, estando Nerobasta aun soltera, un año después ella simplemente acepto la propuesta del abuelo de Elizabeth de presentarle a uno de sus amigos.

Así la ambiciosa y despechada Nerobasta, conoció al recientemente viudo Bartra Liones, no tardaron en casarse y formar una buena alianza comercial entre ambas empresas, la cual aún se mantiene luego de su divorcio, pero desde los términos más fríos posibles. La pelirosa quería que la trataran como una diosa y vivía obcecada con su trabajo, lo cual debilito regular relación entre ambos empresarios, aunado a ello, el frio trato de la mujer hacia las hijas de la difunta esposa de Bartra, eventualmente todos esos factores fracturaron la relación. Y hoy en día, la matriarca Goddess, aún se deshacía en atenciones para con su mejor amigo, aparte de fingir actitudes que no eran las propias, para quedar bien ante los ojos de este.

-Bueno, ya hablaremos de cómo reducir tu carga de trabajo –comento la pelirosada- Es mejor que pasemos a cenar; fuiste la última en llegar –murmuro lo último en tono reprobatorio, acercándose al Seraph mayor.

-Un placer verle gozando de buena salud, señor Seraph –saludo Elizabeth realizando una breve inclinación de cabeza.

-Oh, Eliza ¿Cuántas veces te he dicho que dejes de llamarme tan formalmente? –dijo el azabache.

-Aun me cuesta un poco –se excusó.

-Buenas noches, Lizzie –intervino una nueva voz masculina.

-¡Mael! –exclamo viendo a su viejo amigo- ¿Hasta cuándo seguirás llamándome de esa manera? –regaño fingiendo molestia.

-Toda la vida –dijo en tono ronco.

-Entonces tendré que dejar de hablarte esa cantidad de tiempo –reprocho.

-No contraríes a la señorita hermano –intervino un joven de baja estatura y cabellos celestes.

-¡Sariel! –exclamo Elizabeth abrazando al joven, quedando su cara entre los senos de esta.

-¡Elizabeth! ¡No respiro! –exclamo desde el regazo femenino, logrando que la platinada lo soltara descubriendo su evidente sonrojo.

-¡Eres un exagerado!

-Elizabeth, ya no deberías hacer eso, soy un hombre ahora.

-Hablo el niño de quince años –bromeo un pelinaranja que se había mantenido en silencio hasta ahora.

-Tarmiel –saludo Elizabeth una vez las risas y de todos cesaron.

-Señorita Elizabeth –respondió.

-Tan distante como siempre –susurro la platinada.

El grupo se movilizo al inmenso comedor y por petición de Nerobasta se saltaron los modales protocolares pertinentes*, ya que eran “familia”, según el argumento de la pelirosada; Reduciel tomo una de las cabeceras, Mael a su izquierda, Nerobasta a su derecha, lugar que normalmente le correspondería a la esposa del azabache, pero desde hace algunos años el matrimonio Seraph estaba pasando por un distanciamiento y por ello Reduciel andaba solo.

-Sariel cariño ¿Podrías sentarte junto a mí? Quiero que me sigas comentando  de esa maravillosa chica de tu clase –pidió Nerobasta- ¿No te importa verdad Ellie? Puedes sentarte junto a Mael, seguro tienen tanto que contarse.

-Por supuesto, madre –respondió la platinada con una sonrisa, tomando el asiento a la izquierda del ojiazul y a su izquierda Tarmiel- Entonces ¿Tienes novia, Sari? –cuestiono mientras los empleados servían los entrantes.

-Sí, la conocí en el internado, es nueva –admitió el joven un poco avergonzado.

-Se odiaban a muerte –intervino Tarmiel- Pero les toco hacer un proyecto juntos.

-Desde eso son novios, es tan cliché –comento Mael.

-Es una jovencita brillante de muy buenos modales –tercio Reduciel- Lastima que no sea de una familia de renombre.

-Si yo le pongo un anillo en el cuarto dedo de su mano izquierda, lo será –murmuro Sariel

-Hijo, quedamos en que pensarías bien lo que dices, hay amores que solo son pasajeros –comento Reduciel con una sonrisa falsa.

-Pero los amores de preparatoria pueden ser para toda la vida –dijo Nerobasta.

-Personalmente –murmuro Elizabeth, ante la directa de su madre al azabache- No hay nada más maravilloso que poder amar a la persona que quieres libremente ¿No lo creen? –expreso con una resplandeciente sonrisa y un sonrojo en sus mejillas.

-Antes no pensabas ese tipo de cosas, preferías no pecar de ingenua –recordó Mael.

-Una chica puede tener un cambio de corazón, Mel –dijo sonrojada, escapándosele el apodo del rubio de los labios.

Una gota de sudor bajo por la sien de la joven, miro por el rabillo del ojo a su madre, que la veía extasiada y aunque todos estaban en silencio, sonreían como si no hubiera pronunciado el nombre de otro hombre. Lo comprendió, Mael y Mel, sonaban parecidos, la expresión de su madre se debía que ella creía que estaba teniendo un cambio de corazón respecto al joven a su lado. Por un segundo agradeció aquella coincidencia, pero debía ser más cuidadosa o terminaría por soltar el nombre de Meliodas a pleno público.

-Por supuesto, Ellie –Elizabeth torció la boca ante el sobrenombre, solo Meliodas, sus hermanas y amigos más cercanos la llamaban así, y Mael no entraba en esa categoría.

La cena transcurrió sin más contratiempos, la conversación fluyo entre ambas familias de forma amena; luego del postre, Elizabeth se disculpó para ir al sanitario y en vez de ir a uno cercano, subió al cuarto piso donde quedaba su habitación y usó su baño privado, tardando más de la cuenta.

-¿Por qué no tomamos el café en el salón? –propuso Nerobasta, todos asintieron y siguieron a la mujer- Mael ¿Por qué no esperas a Elizabeth?

-Sí

Minutos después la platinada por fin bajo de sus aposentos, encontrándose con el comedor vacío, estaba por buscar a todos en la planta baja pero el peligris apareció a sus espaldas.

-Ellie –llamo.

-Ma-Mael –tartamudeo.

-Puedes llamarme Mel, si quieres. Como hace rato –propuso con un leve rubor.

-Mael… -susurro- Tartamudee un poco y termine pronunciando mal, lo siento –se excusó.

-De igual manera, no me importaría si decidieras hacerlo –dijo amablemente- Tu madre dijo que tomaríamos el café en el salón.

-En esta casa hay como tres salones ¿No pudo ser más específica? –Pregunto a la nada irritada- Supongo que es el salón de lectura, es el más íntimo.

-Eso creo –murmuro.

Ambos caminaron en completo silencio por los pasillos de la mansión y antes de entrar a la estancia donde debían estar sus familiares, Mael la tomo por la mano, deteniéndola.

-Elizabeth, yo siempre quise… -murmuro con algo de vacilación en la voz.

-Mael, n-no es necesario –dijo Elizabeth nerviosa, en cuanto se le confesara debía rechazarlo de frente y tendría que dar cien explicaciones después de porque lo rechazo a su madre.

La mente femenina maquinaba a toda potencia, buscando excusas para explicarle a su madre que se encontraba en una relación, y aunque su madre exigiera conocer a su pareja, debía encontrar la manera de evitarla un tiempo. Pero, la sonrisa del rubio lleno su cabeza, que el mundo supiera de ellos, no le desagradaba, le entusiasmaba, no más pelucas, vidrios tintados, solo ellos, Meliodas y Elizabeth; Melizabeth. Aunque el mundo explotara por parte de su madre, era mejor amar que vivir vacía.

-Y-yo –tartamudeaba Mael.

-¡Hermano! –interrumpió Sariel- Entren ya iba a buscarles.

Nerobasta se encontraba un poco enojada por las acciones de Sariel, ya que creyó que su hija y Mael estaban teniendo algún tipo de acercamiento al estarse tardando tanto, y por el sonrojo evidente en las mejillas de Mael al entrar, concluyo que el peliceleste había interrumpido algo importante. Apenas paso media hora cuando Elizabeth se despidió de su madre e invitados, alegando un desayuno temprano con un posible socio y prefería evitarse la posibilidad de llegar tarde volviendo a su departamento.

Reduciel comprendió y alabo la responsabilidad de la joven, despidiéndola con excesiva familiaridad. El retorno a su hogar fue tranquilo, coreaba las canciones de su reproductor, estaciono en su lugar y subió al elevador, abrió la puerta y sus ojos se abrieron por la sorpresa.

-Hola, preciosa –saludo su rubio novio desde el sofá, viendo alguna serie en Netflix con un six pack de cervezas Bernia Ale en la mesita, unas cuantas bolsas de Doritos y Ruffles de crema y cebolla.

La platinada se lanzó a los brazos de su novio y lo beso ferozmente, nunca se imaginó sentirse tan completa al volver a casa y ver a alguien esperándola. Deslizo sus manos por el abdomen marcado de su pareja, ya que este usaba unos pantalones a la rodilla deportivos, un chándal abierto con las mangas subidas a los codos dejando a la vista su musculatura

-¿Paso algo que deba saber? – cuestiono sonriente, al separarse del beso.

-Nada, solo te extrañe –se explicó, volviendo a tomar posesión de los labios masculinos.

Meliodas se dejó llevar, no pregunto nada más y apretó lo más posible el cuerpo femenino contra sí, llevando las manos a la espalda del vestido localizando el cierre, bajándolo lentamente, descubriendo las cumbres blanquecinas de su novia, cubiertos por un brasier de encaje sin tirantes color piel; beso el cuello femenino y mordisqueo el lóbulo derecho con maestría, sacando gemidos de la chica. Elizabeth se paró para que el vestido cayera al suelo como acariciando su cuerpo y se volvió a sentar a ahorcajadas sobre el rubio, friccionando su pelvis contra el miembro erecto de su amado; para ella, los Doritos y Ruffles nunca supieron tan bien como en ese momento.

Nada mejor que el sexo vespertino, para que una chica llegue animada a su trabajo. Elizabeth ingreso a su oficina saludando con una sonrisa resplandeciente a quien se cruzaba, trabajo de buen ánimo toda la mañana, a la hora del almuerzo estaba dispuesta a bajar al comedor con los demás empleados, a pesar de no ser necesario, pero cuando se estaba despidiendo de Zaneri; Mael apareció desde el elevador, cargando una docena de rosas blancas en sus manos. Sonrojado se las entregó a Elizabeth.

-¿Quieres que vallamos a almorzar? –propuso.

-Uhm, déjame consultar con mamá –intento escapar, se dirigió a la oficina de su madre con las flores en mano- Mamá voy a almorzar –aviso esperando que la regañara como de costumbre por perder el tiempo saliendo de la oficina.

-Ve –respondió sin apartar la mirada de unos documentos- ¿No quieres venir? –volvió a intentar.

-Escucha Elizabeth… -empezó a hablar molesta- Pero vio a su hija con las flores en mano y al peligris atrás suyo- ¡No! Lamento no poder acompañarlos –dijo con evidente emoción.

Elizabeth volteo y vio al joven a sus espaldas, su plan se había ido directamente al infierno. Junto al peligris subió al elevador luego de dejar las flores en manos de Zaneri para que las colocara en un jarrón en su oficina, una vez en el sedán del ojiazul saco su Smartphone pulso la aplicación de Whatsapp e ingreso al grupo que tenía con sus amigas:

Girl power:

“S.O.S”

“Es Dereck Smith”*

A los dos minutos llamo Gelda, Elizabeth contesto el teléfono en altavoz, mientras fingía retocar su maquillaje para justificar la llamada en ese modo:

-Hola Gel – saludo.

-¡Ellie! ¿Qué te parece si almorzamos? –pregunto.

-Lo siento, voy a almorzar con alguien –rechazo fingiendo pena.

-¿Algún socio? –cuestiono.

-No, con Mael

-¡Mael! Hace mucho que no lo veo, me encantaría verlo pronto –comento como quien no quiere la cosa- ¿No pudiera acompañarlos? –dijo con tono triste- Es que en este momento necesito contarte tantas cosas.

-No hay problema Gelda ¿Paso por ti? –hablo finalmente Mael.

-¿Estoy en altavoz? –dijo con sorpresa- Hola Mael, lamento interrumpirlos, tal vez estoy siendo inoportuna –gimoteo un poco.

-Para nada… Dime dónde y voy a recogerte.

-¡No! –exclamo- E-es que ya estoy en el carro, dime el restaurante y yo llego –propuso nerviosa.

Mael dio la dirección a la chica y esta se despidió amablemente, quedándose de ver en algunos minutos.

-Lamento no poder comer solos –dijo fingida Elizabeth.

-Para nada, me agrada Gelda, lo sabes –respondió con amabilidad.

Girl power:

Gelda:

“Me debes una grande, estoy con Zeldris”

“Te amo”

“Saludos a mi cuñado”

“Geldris 4ever and ever”

Gelda:

“Dice que te acusara con Meliodas”

“Interrumpiste un momento”

“No es como si fuera un secreto”

“Lo siento”

“Los compensare”

Dos horas después los dos jóvenes de cabellos claros regresaban a la Goddess Company luego de acompañar a Gelda innecesariamente hasta su hogar, a pesar de ir en vehículos distintos, pero Mael insistió. Recién llegaban al escritorio de Zaneri cuando un repartidor con un gran arreglo floral apareció por el elevador y lo coloco sobre el escritorio de la secretaria.

-Entrega para Elizabeth Goddess Liones –hablo el muchacho a la castaña.

-Soy yo -interrumpió la platinada.

-Firme aquí señorita –le indico pasándole un recibo, y Elizabeth firmo con la mano temblorosa de la emoción.

El arreglo era increíblemente grande, al menos dos docenas de rosas rojas con gerberas rosadas en un cilindro alto de vidrio, el repartidor antes de irse saco de una mochila un caja de regalo pequeña, envuelta en papel platinado y con un elaborado listón azul celeste, Elizabeth no sabía si abrir la caja frente a los ojos curiosos de su secretaria y amigo, cargo el cilindro hasta su oficina e invito a Mael a tomar una taza de café, Zaneri fue a prepararlo según las indicaciones de su jefa, dejándolos solos.

-¿Un admirador secreto? –cuestiono Mael fijando la vista en el inmenso arreglo profesional y los flores que hace unas horas el trajo acomodadas en otro jarrón en la oficina.

-No, te comente que estoy saliendo con alguien –respondió dejando la caja de regalo oculta de los ojos del peligris.

-Seguro es otro de tus conocidos que se enamoró solo, otra vez –acoto más para consolarse a sí mismo que para herir a Elizabeth.

-Estas equivocado –repuso.

Ambos charlaron un rato de trivialidades mientras bebían café, luego de agotada la conversación Mael se retiró por la sensación incomoda que flotaba en el ambiente. En cuanto este se fue, Elizabeth casi corrió a su escritorio, para tomar el obsequio. La caja bajo el papel era de una pelota inflable de playa, de esas de franjas transparentes y a color, dentro de la caja estaba dicho juguete y unas llaves con un listón y una tarjeta de regalo.

“Nos vemos en el agua salada, preciosa”

Firmada con una “M” curva de trazos seguros.

-Zaneri –llamo a la castaña y esta entro a la oficina- Quiero llevar las flores a mi departamento, pero estas podrían volcarse ¿Te importaría venir conmigo?

-Como guste señorita Elizabeth ¿Los dos jarrones? –cuestiono.

-Solo el grande, las otras se quedan.

Elizabeth condujo con Zaneri de copiloto hasta su departamento y paseo como una tonta enamorada por todas las mesas, buscando el sitio donde se verían mejor, todo ante la mirada atenta de la castaña, en una de esas la joven capto una chaqueta sobre el respaldo del sofá, una simple y común chaqueta de tela deportiva color negro, pero el dibujo del lado izquierdo fue algo que llamo la atención de la secretaria, un espiral bastante distintivo, el logo de la empresa Demon, entrecerró los ojos, viendo que más podía captar de la misma prenda o en el departamento sin tocar nada, para no llamar la atención.

Zaneri no encontró nada más y bajo con Elizabeth nuevamente al vehículo, regresando al edificio Goddess, la platinada estaciono y Zaneri bajo, esperando por ella pero nunca bajo.

-¿Señorita?

-Tengo un compromiso, terminare mi día por hoy –aviso- Es viernes, puedes salir temprano también –dijo sonriente.

-Sí, señorita.

La ojiazul volvió a su departamento y empaco una maleta de viajes pequeña, compro algunos ingredientes para prepararle una cena especial a su novio, seguramente lo vería luego de las cinco, hora en la que salía del trabajo. Condujo por aquella autopista que ya conocía con los ojos cerrados y bajo por el desvió, estaciono frente a la casa encontrándose la camioneta de su novio estacionada allí.

Bajo del vehículo, topándose con el rubio que la esperaba en la entrada, este la saludo con un beso, que ella correspondió gustosa.

-¿Saliste temprano? –cuestiono una vez adentro.

-No, falte hoy. Le lance el muerto* a Zeldris –bromeo.

-Entonces ambos le debemos una grande –comento en un suspiro.

-Tu sola, yo estoy cubierto y no puedo incluirte en el paquete –se lavó las manos* figurativamente hablando- Zel me llamo y me conto… -dijo serio.

-Dijo que lo haría –dijo con simpleza- Intente darle el esquinazo yo sola, pero no pude. Aunque luego de que viera tu regalo creo que le quedo claro –comento feliz- Por cierto, estaban maravillosas, gracias.

-Lo mejor para mi diosa, nishishi –rio- Aunque si conozco bien a Seraph, no se rendirá hasta que tenga toda la información, nombres y apellidos, es insistente.

-Es el tipo de hombre que no le gusta a las chicas –secundo.

-Con que no te guste a ti me basta –propuso.

-Trato hecho –besando los labios ajenos.

-Invite a los chicos mañana, Ban no dejaba de joder con venir a la playa y Zeldris dijo de bocón que compre una casa de playa recientemente.

-Sera un excelente fin de semana –acepto animada- Tu no fuiste a trabajar, pero yo siento que necesito una ducha –comento cansada.

-Y yo necesito verte tomar una ducha –cuestiono pícaro.

-Y estas oficialmente invitado –respondió coqueta.

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*Lizzie McGuire: Serie de los 90's o 2000 de comedia adolescente, encontré divertida la referencia.

*Spiegel: referencia por Benjamin Spiegel un personaje de mi saga favorita de libros romantico/ exóticos El infierno de Gabriel.

*Hudson: juego de palabras entre Hunter por el ataque de Ban Hunter Fest y Watson, el compañero fiel de Sherlock Holmes, como lo es Ban de Meliodas.

*Protocolares pertinentes: aquí ellos se sientan como si fueran una familia, Nerobasta toma el asiento que le correspondería a la esposa del patriarca, Reduciel en este caso, Mael y Elizabeth son sentados igual que lo harían un matrimonio en una cena familiar, esta dinámica la aplica Nerobasta para mandar un mensaje subliminal a su hija y acercarla a Mael, cosa em la que Reduciel esta de acuerdo. Hay otros protocolos en la mesa que son los que debieron aplicarse al no ser parientes, como el anglosajón o francés.  Es muy interesante el tipo de mensajes que podemos dar  sin palabras.

*Dereck Smith: personaje "antagonista" en la película Loca por las compras, dónde una chica adicta a comprar, es perseguida por un cobrador de deudas e inventa muchas tretas para evitarlo, una de ellas es configuras un tono de llamada que decia "No contestar es Dereck Smith" En el proceso de curar su adicción debe priorizar su carrera, el amor o la amistad. Muy recomendable.

*Lanzar el muerto: expresión latina que quiere decir que te deshiciste de una responsabilidad,  cargandosela a otro.

*Lavarse las manos: referencia bíblica a Poncio Pilatos que con eso quiso decir que se absolvia a si mismo de la culpa por la crucifixión de Jesucristo.

Este capitulo se alargó lo suficiente como para no poder concluir la idea que era otorgarle su momento romántico a Gowther y Nadja (¿Gowdja o Nadther?) Asi que terminaré rodandolo al siguiente capítulo.

Feliz lunes de Nanatsu no taizai

Lopito-Kawaii CoconaniAzul MelissaDemonsGoddess wolffriki Lucero14pinto JoanaNegron kagome1315 ariannaloor77 Oriana_GQ jamiletbri Giullia_07 randompersonX3 mlatru

Agradecida con todos ustedes de maneras que las palabras no alcanzan a expresar, por sus comentarios, listas y votos.

Agradecimientos tambien para los fantasmitas los adoro fantasmagóricamente

HannaKarime15 : Excelente tu capítulo de esta semana, mi sentido pesame, tienes una amiga en mi si la necesitas.

La_Serpiente_Diane siento que tu rondas esta historia ¿Estoy en lo correcto? De ser asi, bienvenida y si no, también.

breackerxD El tonto que me llama Elizabeth por mi amor a NNT, lo conozco en la vida real y esta aquí como juez de mi trabajo. Si me deprimo y no actualizo es su culpa (Bromeo) Te quiero Wil

MiguelPaezAbellan Tenemos apellidos parecidos! Bienvenido ♥

Besos y abrazos
Mia_Gnzlz♥

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