Esta de vuelta

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Irene se encontraba acomodando algunos libros en la estantería del salón cuando vino la primera acción sospechosa, Camilla debía acomodar algunos libros que les acababan de entregar, podría haberlo hecho justo el lado de Irene, sin embargo no fue así, prefirio empujarla con ayuda de su cadera antes de soltar un comentario acerca de su complexión que Irene deseaba no recordar ahora mismo. Aquello la aletro pero de alguna forma justificó a Camila, pensando que de verdad era culpa suya por estorbar, aunque realmente no estuviera haciéndolo, luego llegó algo más, siempre que intentaba mantener alguna conversación con Camila sobre cualquier cosa, tenía dos opciones: o la ignoraba por completo o soltaba uno de sus ya conocidos comentarios sarcásticos para mandarla a callar.
Después la crítica de su peso, de su rostro e incluso de como se movía al caminar, según ella y Aby eso era gracioso, aunque en realidad no es que caminara distinto al resto. Poco a poco fue avanzando hasta que Camila dejó de sentarse junto a ella, pero eso sí, quería que siempre en clase de matemáticas la ayudara a resolver las ecuaciones qué el profesor les imponía como ejercicio.

Claro que no tenía este tipo de comportamientos cuando estaba con Helena, porque de un tiempo para acá dejó de sentarse con ellas y cuando Helena quiso saber la razón de aquello, Camila simplemente respondió con un: "pues ya sabrás tú", algo rarisimo, así que habían estado comiendo solas las dos, de hecho Gabriel no iba a sentarse con ellas como al inicio de las clases. Eso era algo que la ponía feliz, pero la situación con Camila comenzaba a recordarle a sus años de secundaria y debía admitir que no le agradaba ni un poco que la historia volviera a repetirse y pero aún sin ningún sentido.

Helena hablaba sin parar sobre un incidente con Gabriel, al parecer un beso casi robado y decía casi porque al parecer su amiga logró esquivarlo a tiempo, seguía hablando con Gabriel con normalidad a veces, pretendiendo que nada extraño sucedió esa tarde en el parque, sin embargo Irene sentía la tensión entre ellos, era casi palpable y muy incómoda si no eras parte de aquel dúo.

-¿Entonces quién quieres que te bese?, seguramente Adrián-le dijo tratándome de restarle importancia al romance, ¿qué más daba?, tarde o temprano terminaría por tornarse oscuro, por ello Irene prefería no enamorarse jamás.
-...si-Irene frunció el seño al notar como su amiga se ruborizaba un poco al imaginar aquel escenario.

No podía creerlo de verdad, cuando le hicieron mención de aquel individuo por alguna razón Irene lo imagino muy distinto, quizás rubio, de ojos claros y con mucho dinero. Pero no, el tipo de atractivo solo tenía uno ochenta de altura, de rostro en realidad era bastante feo y por lo poco que le comentó Helena, venía de una familia peor acomodanda económicamente que la suya, de inmediato se lo imagino viviendo en una especie de vecindad, con toda su parentela en la misma casa, aplastados como...no sabía, pero tan solo de imaginarse a Helena en esa situación sentía ganas de vomitar, ya que, para ser la hija de dos grandes empresarios, su amiga tenía muy pocas aspiraciones y eso la hacía sentir un poco mal, quizás ella era demasiado criticona...para ser ella.

¡Pero Dios, ni si quiera tenía buen cuerpo, estaba todo flaco!

Aunque no es que ella pudiera criticar mucho el físico de las personas, Irene estaba bien consciente que no era bonita, tenía algunos kilos de más. El regresar a la realidad y recordar quien era la hacía sentirse peor persona de lo que seguramente era Adrián.

Tenía que dejar de ser así.

Cuando llegó el final de la jornada escolar tuvo que marchar a casa, se dispuso a hacer la tarea y luego a ponerse algo más cómodo, pues más tarde Helena pasaría a buscarla para ir a un entrenamiento...no es que ella fuera a entrenar, claramente, pero si le gustaría ver a su amiga en acción y quizás después aprender alguna cosas en privado, justo como lo habían estado haciendo las últimas semanas.
Pues se escabullian en las activaciones físicas, al salón de Irene o al de Helena, dependiendo de cual fuera más conveniente, bailaban e incluso Helena optó por llevar audífonos inalambricos para hacer más amena la experiencia, cada uno en una oreja de cada chica, así podrían seguir hablando y divertirse, Helena le propuso comenzar a entrenar juntas, sin embargo Irene rechazó la propuesta amablemente.

Eso hasta que los comentarios hirientes, los empujones, los golpes intencionalmente bruscos en educación física con ayuda de los balones. Fue entonces que los recuerdos de sus años de secundaria la llenaron de pavor, en esos momentos no sabía cómo defenderse, pero ahora tenía en la palma de la mano a alguien que estaría gustosa de enseñarle si tan solo lo pidiera, bien sabía que ella no se negaría, pero debía admitir que tenía unas ganas inmensas de verla en acción y ese día era su día de suerte.
Juntas se trasladaron al gimnasio, por un momento Irene peco de mal pensamiento y creyó que esa cinta negra de la cual gustaba tanto presumir se le fue otorgada únicamente gracias a que su familia era dueña de la institución. Sin embargo, en cuanto se sentó en las sillas para loa acompañantes de los años, supo que aquello no se debía a solo su parentesco con el entrenador.

Comenzaron con el calentamiento y pudo percibir a leguas la rivalidad que Gabriel y Adrián se traían entre manos, a veces se dirigían miradas discretas pero llenas algo similar a la envidia, cuando Gabriel pateaba con una fuerza descomunal o cuando Adrián, con sus piernas largas y habilidad lograba ejecutar patadas complejas, no es que estuvieran peleando por llamar la atención de Helena en realidad, demandaban la atención del otro para lucirse y eso se le antojo un poco extraño. Sin embargo el verdadero espectáculo llegó a la hora de los combates.
Helena se acomodo el casco que usaban para protegerse de los golpes, algo llamado careta según le explicaron con anterioridad. La chica se posicionó en medio del área de entrenamiento y Adrián emergió de las sombras, la diferencia entre estaturas y peso era demasiado notoria, sin embargo su amiga no pareció asustarse, no como ella ya lo estaba. El combate dio inicio y Helena atacó primero, la primera patada conecto, con la pierna delantera aprovecho para acercarse y cerrarse para compensar la clara ventaja que llevaba Adrián, pateó un poco a las costillas, Adrián en algún momento dado, giro sobre su propio eje para atrapar la cabeza de la chica entre su talón y su pantorrilla, eso se llamaba gancho, según le explico Helena.
La llevo al suelo casi de inmediato, su cuerpo callo de bruses en el suelo del gimnasio con un estruendo, los chicos en vez de escandalizarse observaron la escena indiferentes aunque si un poco preocupados por la seguridad de su compañera, las más pequeña la parecer, después de todo se trataba de un grupo conformado por varios hombres, el más chico de edad era Gabriel, calculaba que los demás debían encontrarse ya en la universidad, por lo que eso la convertía inmediatamente en alguien a quien gustarían proteger, sin embargo, eso no era así.
Adrián lucía preocupado y en su expresión solo podía notarse la culpabilidad, sin embargo la chica se puso de pie, sacudió un poco la cabeza y miro a su entrenador con una sonrisa, antes de declarar que se encontraba bien y podía seguir. La pelea se reanudó y en vez de echarse para atrás, algo en su mirada cambio, se trataba de enojo, molestia por la casi humillación de hace rato, jugo inteligentemente sus cartas, se alejaba cuando era preciso y se acercaba por la misma razón, hasta que su adversario, bastante confiado, dejo al descubierto su rostro, fue en ese momento en el que Helena ejecutó su venganza; su pierna derecha subió con velocidad más que con potencia, hasta que estampó directamente en uno de los costados del rostro de Adrián, sonrió y continuaron la contienda. Hasta que el entrenador los detuvo.

El resto del entrenamiento Irene se dedico a admirar lo bien que su amiga lucía haciendo lo que más le gustaba y concluyó que si ella, siendo de apariencia pequeña y débil, podía enfrentarse a personas que la superaban en altura y peso, ella sería capaz de quizás, probar que el baile no se limitaba únicamente a los cuerpos delgados.

Esa tarde, Irene terminó de definir su pasión.

Práctico y práctico las mismas coreografías una y otra vez aprovechando la soledad de su habitación durante las noches, gracias a los turnos nocturnos de su hermana y en las mañanas podía divertirse con su amiga.
Habían pasado varios días así hasta que la bomba explotó.

Entró al salón de clases, como comúnmente lo hacía, con un par de audífonos puestos mientras repasaba los movimientos de una coreografía en su mente, se encontraba tan concentrada que ni si quiera notó, las miradas burlonas que la sentenciaban a su alrededor. Aby fue la primera en hablar.

-Es como ver a un lechón-dijo, en voz alta para que todos pudieran escucharlo, incluso ella, con los audífonos puestos, pauso la música para poder descubrir a quien se referían. Sin embargo no tardó en darse cuenta de lo que estaba pasando.
En el teléfono de Camila se reflejaba un video donde aparecían ella y Helena.
-La verdad pensé que eran novias o algo así-comentó de manera muy casual la dueña del teléfono-¿Por qué se encerrarían todas las mañanas, solas?-las risas comenzaron a desbordarse-Nada más les gusta hacer el ridículo, Helena no se ve mal, porque es delgada, pero tú pareces un lechoncito-lo decía demasiado tranquila, como si estuvieran jugandose una broma un poco cruel entre amigas, pero ellas no se llevaban así.

Camila había escondido su teléfono esperando encontrar algo morboso en las grabaciones, sin embargo solo encontró con que burlarse de ella, algo le decía que en realidad le hubiera gustado burlarse y reírse de su mejor amiga, sin embargo, al no poder hacerlo había descargado todo su enojo y frustración en la presa más fácil que encontró: Irene.
Y vaya que había elegido bien.

Pronto una oleada de burlas la atacó, creyó haber olvidado parcialmente como se sentía, pero ahora estaba de nuevo en ese lugar.
Volvió a tener trece años, encerrada en el baño de la escuela, intentando esconderse de las personas que se burlaban de ella. Nadie vendría a rescatarla...jamás lo harían.

Ojalá tuviera un poco más de carácter para enfrentarse a ese tipo de problemas, hubiera deseado gritarles que todos eran unos idiotas y que la dejaran en paz, pero, su voz parecía haberse ido a algún otro lado, un nudo en la garganta le impedía hablar y no se fue, durante los próximos días se quedó ahí, sin dejarla defenderse.
Ni siquiera cuando los balones de basket impactaban muchas veces contra su cabeza, cuando le llegaron los stickers que hicieron para burlarse de ella.

Una de esas tardes, Camila volvió a sentarse con ellas y mientras desayunan no desaprovechó para hacer sus comentarios despectivos, aunque no precisamente sobre ella.

-La verdad es que no sé que le ves a Joshua, no es que sea guapo y es tan...
-Claro, alguien como tú jamás podría rebajarse a estar con él...alguien como yo si-Irene continuó comiendo, sin entrometerse.
-¿Qué te pasa últimamente?-dijo, encarandola, Camila no retrocedió y se puso de pie-Estás con tus comentarios chinga quedito desde hace rato, Irene me ha dicho que la molestas y no has venido a sentarte con nosotras hasta hoy, ¿qué te pasa?-Camila parecía realmente molesta, tenía los puños apretados al igual que la mandíbula, respiro hondo antes de responder.
-¿Le dijiste a Joshua que no querías salir con él porque te daba lástima que no me hiciera caso a mi?-eso era algo ridículo, estar molesta por un simple rumor, pero Irene se esforzó por entenderla, aquello era como una traición y era peor si se trataba de tu mejor amiga-Que a ti si te gustaba pero...
-¿De verdad le crees?, sabes bien que a mi Joshua ni me cae bien.
-Siempre fuiste así, todos los niños que a mi me gustaban solo me hablaban para conocerte a ti-Helena estaba claramente confundida, se le notaba en el rostro, pero no quería dar alguna opinión para no empeorar las cosas-Solamente porque eres bonita no tenías derecho a quitármelo.
-Es que yo no te quite a nadie, yo no quiero ni estar cerca de ese wey y lo sabes-Helena intentó acercarse, pero Camila retrocedio y incluso le dio un manotazo cuando trato de tomarla de la mano, en un acto algo impulsivo por calmarla. Irene pudo percibir algo distinto en la mirada de su amiga cuando recibió aquel golpe. Era lo mismo que vio en el entrenamiento, cuando Adrián la llevó al piso. Pero se contuvo-Bueno creele a él entonces, no a mi, que me conoces desde hace años para variar.
-E-eso es verdad-al sentirse respaldada por Helena tuvo el valor de hablar.
-Tu cállate, lechoncito-comenzó a acercarse a Irene, en un acto casi instintivo Irene retrocedió a una velocidad que ella no conocía. Camila levantó una mano, con la palma abierta, sabía lo que seguía, una cachetada seguramente, por inercia cerro los ojos esperando el golpe.

Pero no pasó.

Cuando abrió los ojos vio a Helena frente a ella, así como era, más bajita que ella y Camila, no dudo en protegerla, sostuvo la muñeca de la chica evitando que llegara a tocarla, después la empujó lejos, Camila pareció retroceder torpemente.

-¿Qué chingados te pasa?-nunca la había visto tan molesta como para hablar con groserías. Esperaba que no las escucharan, nadie podía verlas debido a la vegetación que rodeaba ese pequeño jardín, pero si comenzaban a gritar las cosas se pondrían feas.
-¿Vas a defender a tu noviecita?, creo que ya esta bastante grandecita-intentó acercarse nuevamente pero Helena dio un paso al frente para impedirlo.
-Lo que te haya dicho el pendejo de Joshua no tiene nada que ver con Irene, déjala en paz, ¿o qué?, ¿te quieres desquitar con ella porque conmigo no puedes?-esto pareció enfurecer más a Camila, pero no volvió a levantar la mano o hacer algo más-Solamente estás ardida, y Joshua no te pela tanto por mi, simplemente no le gustas y ya-auch, eso debió de dolerle, pero por alguna razón, le agradaba que alguien la pusiera en su lugar.
-Son unas pinches arpías las dos-dicho esto, Camila salió de la escena, recogió sus cosas y se fue del lugar. Helena se sentó en el pasto y se llevo una mano a la cabeza, respiraba profundo y por alguna razón, Irene se sintió culpable, así que se sentó a su lado y recargo su cabeza en el delgado hombro de la chica, tratando de ofrecer un poco de consuelo.
-¿Estás bien?-fue lo único que salió de los labios de Helena, se le notaba un poco angustiada.
-Yo si, ¿y tú?-la miró de vuelta y le regalo una sutil sonrisa.
-Pues, estoy enojada, no puedo creer que nuestra amistad se viniera abajo por culpa del pendejo de Joshua.
-Más culpa ella, que le creyó-aquello era verdad. Pero por el momento no quedaba nada por hacer.

Creyó que con esa intervención por fin la dejarían en paz. Y aunque ya no tendría amigas en el salón, si podría contar con una fuera de este, bueno dos, si contaba a Brenda, aunque no la había visto esos últimos días.

Para cuando el receso termino Irene se dirigió a su salón, esperando que todo se encontrara más tranquilo y pudiera regresar a la tranquilidad de los primeros días de escuela, cuando todo estaba bien aún.
Sin embargo no fue así.
En cuanto puso un pie en el salón y se sentó en su banca predilecta (la cual se encontraba hasta el fondo del salón), sintió una mirada cargada de odio sobre ella. No era difícil de adivinar de quien se trataba.

En ese momento supo que la intervención de su amiga, no había logrado más que empeorar las cosas.

El aire comenzaba a faltarle.

___________________________

Después de receso tenía clase de contabilidad, le gustaba, podía concentrase en los números, lo cual no era tan difícil teniendo una calculadora al lado, le ayudaba a distraerse de lo ocurrido hace unos minutos atrás, realmente se sentía triste, pero...no era algo que no se esperara. Había notado antes el tono con el que Camila hablaba a veces, los comentarios jocosos, las miradas llenas de envidia, incluso antes de que Irene llegara a la escuela.

Era algo que ya tenía previsto, pero no tan pronto y no así, no esperaba que su amistad terminara por un hombre.

Respiro profundo, debía priorizar las cosas y en ese momento, su prioridad, debía ser terminar el ejercicio de esa clase, mantener sus calificaciones y seguir siendo buena estudiante, la escuela siempre debía estar primero.
Cuando estaba casi a la mitad, intentando decidir que tipo de pasivo era pagar la renta de un local, su teléfono vibró dentro de su bolsillo, no pudo evitar sacarlo para ver de quien era el mensaje. No se sorprendió cuando la pantalla reflejó un mensaje de Gabriel.

"Estás enojada conmigo?"

Había pasado un tiempo desde que intento besarla aquella tarde en el parque, por un momento creyó que no podría esquivarlo, pero lo hizo, al último momento se echó para atrás y decidió que no quería arruinar su amistad de esa manera.

" Por qué lo estaría?"

Alcanzó a escribir, sin que su maestro le dijera algo, ocultó el teléfono entre sus rodillas

"Por lo del parque"

"Gabriel, eso ya pasó, estamos bien"

No sabía porque estaba tan ensimismado en hablar del tema, solamente quería olvidarlo y seguir siendo tan amigos como siempre.

"Yo si quiero hablar de esto"

"Ahorita?"

"Pues si, bueno no ahora, te parece a la hora de la salida?"

"Claro, me gustaría"

Cerro el chat y se dispuso a prestar atención a su clase, cuando su teléfono volvió a sonar, esta vez alguien la estaba llamando, su hermano. Pidió permiso para retirarse un momento del salón, y se lo concedieron, así que salió un momento y se sentó en las escaleras de la construcción para tomar la llamada.

-Heli, no podré ir por ti hoy a la escuela, perdón, surgió algo en la universidad-aquello era algo poco usual, pero no podía pedirle que simplemente dejara todo de lado para ir por ella, así que su mente comenzó a maquinar formas para irse de la escuela, quizás Gabriel podría acompañarla o quedarse un rato con Irene. Pero para su buena suerte, Lalo ya tenía una idea-No te preocupes, Adrián va a ir por ti, te dejara en casa y luego se ira-sintió que el corazón se le cayó a los pies, por un momento se quedó sin aliento, las mismas palabras se repetían en su mente una y otra vez. Trago saliva y solo pudo emitir un pequeño sonido de afirmación cuando su hermano le preguntó si estaría de acuerdo.

No podía estarlo más.

Adrián tenía una moto.

Era de color marrón y parecía un poco antigua, pero no del tipo antiguo descuidado y feo, más bien del tipo vintage y elegante.
Por un momento se emocionó, sin embargo había un problema, llevaba puesta su falda escolar, no el uniforme de deportes, no podría irse así, ahora lamentaba haber recortado la falda.
Volvió al salón y le envío un mensaje de texto a Irene.

"Adrián va a venir por mi"

"QUE?!"

"Te veo en el baño cuando empiece la última clase"

En realidad esos minutos no pasaron rápido, solo podía mirar el reloj y pensar que cada segundo era como si pasara una eternidad, hasta que dejo de serlo.
La siguiente clase era inglés.
No le representaba mucho problema, así que pidió permiso para ir al baño y bajo a toda velocidad hasta el sanitario de mujeres. Irene ya estaba ahí, esperándola.

Se pusieron manos a la obra, ese día llevaba el cabello atado en una coleta, así que Irene sugirió soltarlo, se veía mucho más linda con el cabello suelto y quizás aquello era su mayor atractivo, trataron de que sus pestañas se levantarán un poco, y finalmente Irene le aplicó un poco de labial, uno muy tenue, siempre lo llevaba escondido en la mochila, era un regalo de su hermana mayor, le dijo que en algún momento lo usaría, pero que su padre no fuera a verlo.
Para cuando terminaron.

La campana que indicaba el final del día para los estudiantes, resonó por toda la escuela, a Irene no le agradaba Adrián, creía que su amiga podría enamorarse de alguien mejor, sin embargo la veía tan emocionada que prefirió no decir nada.
Salieron del baño e Irene decidio irse primero, no quería ver como su amiga se marchaba con aquel tipo y sentir como el estómago se le revolvía.

Helena subió a su salón, tomó sus cosas y salió con dirección a la puerta de salida. Sin embargo, Gabriel la interceptó como el primer día de clases.

-¿Podemos hablar?, t-tengo que decirte algo importante-se le veía nervioso, jugaba con sus manos y la voz le temblaba, jamás lo había visto así.

Pero para su sorpresa, por primera vez, notó que Gabriel había crecido.
Era consciente de la diferencia de estaturas, desde hace mucho lo sabía, sin embargo, por alguna razón, en su mente él seguía siendo el mismo niño temeroso que conoció en preescolar. Por primera vez notó los hombros anchos, como el cabello le cubría un poco la frente y parte de las pestañas, le ensombrecia la mirada pero a la vez lo hacía verse más adulto.
Estuvo reprimiendo su atracción por él porque creía que seguía siendo un niño, era más pequeño que ella y era algo difícil de ignorar. Para Helena, Gabriel era un chico que debía cuidar, no lo quería como a un hermano, pero de alguna manera se sentía responsable de él, ella quería sentirse protegida, no al revés.

Pero en ese momento, sentía que se encontraba en igualdad de circunstancias, notó la manzana de Adán resaltando en su cuello, las manos anchas y grandes, la mirada seria, similar a la de Adrián cada vez que se encontraba parado en el área de competencia.

Por primera vez...lo veía como un adolescente, casi un adulto.

-Perdón, ¿lo hablamos después?, tengo que irme-sin darle más explicaciones, corrió hacía la salida, Gabriel hizo lo mismo, pero no corrió, camino tranquilamente hasta la puerta.

Salió de la escuela y lo encontró afuera.
Ahí estaba, recargado en la motocicleta que a ella le parecía vintage, mientras revisaba algo en su teléfono, él levantó la mirada y se encontró con la de ella.
No le sonrió, guardo el teléfono antes de hablar.

-Ven aquí-era casi hipnótico, nunca le había gustado seguir ordenes, pero camino hasta él sin chistar mucho y si apartar la mirada de Adrián-Toma, no tengo otro casco pero puedes ponerte el mío, ah y también te traje esto-recibió en sus manos el casco y espero a que él terminara de buscar algo en la caja de la moto, de ella, extrajo un pantalones de tela, color negro, probablemente eran de él, se los ofreció-Lalo me dijo que hoy traías falda, no puedes subirte así, te traje estos, son míos, puede que sea algo incómodo usarlos pero te ayudarán por ahora.
-Gracias-no pensó mucho, solo que quizás se trataba de un lindo gesto, el que se preocupara por ella, deslizó la prenda por sus piernas, cuidando qué la falda no fuera a levantarse, se puso el casco y finalmente Adrián le explico como subirse.
Cuando estuvo arriba, abrazando al chico de sus sueños por la espalda, emprendieron camino.
Estaba segura de que no olvidaría nunca ese día, debía abrazarlo muy fuerte para evitar caerse y el olor de su colonia le llegaba a la nariz con un efecto tranquilizador.
Cerro los ojos todo el camino porque realmente quería grabarse a fuego cada sensación.

El calor de su piel.
Su olor.
Como se sentía su estómago completamente plano.

Quería recordarlo absolutamente todo.

Pero como cualquier sueño, tenía que terminar tarde o temprano.

Llegaron a su hogar y descendió de la motocicleta, aferrándose a los hombros de Adrián para evitar caerse. Intentó devolverle el pantalón pero Adrián insistió en que se quedara con él hasta que volvieran a verse, no quería exponerla a que probablemente la falda del uniforme se hubiera desacomodado en el trayecto y fuera a provocar una situación incómoda.

Helena le sonrió. Completamente prendada de él.

______________________

Gabriel caminaba de regreso a casa, pateaba una piedra por el camino sin detenerse a mirar mucho al frente.
Otra vez se le había escapado, y luego con quién.

¿Tan fácil era dejarlo botado a él?
Aunque claro no podía molestarse del todo, él solo era amigo de Helena, no su novio o su prometido...solo era su amigo.

Sabía que su amiga era bonita.
Todos excepto ella...o le gustaba fingir que no solo para ser adulada. No importaba.
Ella llamaba la atención a donde sea que fuera.
No podía evitar mirar las piernas torneadas y la cintura pequeña, su torso pequeño y los ojos rasgados, la miraba y sentía que quería correr a abrazarla y colmarla de besos sin embargo, muy en el fondo sabía que no serían bien recibidos, aunque le gustaba fantasear con ello a veces.
Le gustaba su cabello negro hasta la cintura, amaba sobre todo cuando se había peinados lindos, cuando usaba vestidos cortos, pero odiaba cuando usaba pantalones anchos aunque eso no era muy recurrente, le gustaba su olor a frambuesa y su piel suave, sus manos pequeñas.
Quería que fuera para él de todas las formas posibles.
Sin embargo, siempre que se decidía a hacer algo, cuando juntaba el valor suficiente, algo lo detenía y eso era, como Helena miraba a otro chico, al otro hombre.
Y solo bastaba un poco de sentido común para notar que el brillo en sus ojos rasgados, podría iluminar cualquier obscuridad cuando él estaba presente. Cada vez que ÉL aparecía Helena parecía desconectarse del mundo, para ir a una realidad aparte, donde todo se resumía a Adrián...sabía que él jamás podría recibir algo así, se enamoró de unos ojos que no lo miraban con amor.

Y eso dolía. Y el resultado era odiar a aquel muchacho alto y esbelto.
Lo odiaba porque a pesar de no tener mucho...si la tenía a ella. A su mundo entero, a su amiga, la chica que le gustaba.

Ojalá se destruyeran entre ellos...

______________________

-¿Qué te dice mi hermano?-le preguntó Helena, mientras trataba de quitarse el casco para regresarselo a su dueño, quien tecleaba sin parar en su teléfono.
-No estoy hablando con él, Heli-esto la desconcertó un poco, ¿entonces?
-Ay, entonces con la novia, saludala de mi parte-dijo, sin pensar mucho las cosas, claramente no se trataba de eso, Adrián había estado soltero desde hace mucho tiempo y no pensaba que fuera conseguir pareja próximamente.
-De hecho si estoy hablando con mi novia-el corazón se le cayó a los pies...no como hace un momento de emoción. Ahora se sentía distinto, como si acabara de recibir un golpe directo en el rostro, pero dolía mil veces más, dolía mucho más que cualquier lesión que hubiera tenido antes.
Por un momento el casco se le escapó de las manos, pues ya había logrado quitárselo y casi lo dejaba caer. Pero por fortuna, alcanzó a sostenerlo, sin ocasionar mucho escándalo, Adrián ni siquiera lo notó.
-...debe ser muy linda-dijo, en un hilillo de voz, el chico apartó la mirada del teléfono y una sonrisa boba se le formo en el rostro, sabía que significaba eso, porque ella siempre sonreía de esa manera cuando lo tenía a él enfrente, cada vez que pensaba en él, cada vez que se imaginaba "algo con él".
-Es muy linda-tomo el casco y se lo puso, arrancó la moto con un solo movimiento-Vamos entra a casa, te veré en el entrenamiento-coloco una de sus manos en la coronilla de Helena, en un gesto fraternal.

La chica se dió la media vuelta y camino hasta la casa, sin mirar atrás. Cuando hubo cerrado la puerta escucho el motor de la motocicleta y posteriormente como el sonido se alejaba poco a poco.

Se quitó la mochila y la arrojó con fuerza contra el piso antes de ahogar un grito con ayuda de sus manos.


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