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Seungmin miró el celular sobre la mesita de centro, tentado sobre si podría pedir nuevamente en aquel restaurante. No lo malentiendan, no se trataba con la intención de volver a ver aquel chico repartidor, solo tenía apetito de comer algún platillo de ese restaurante en específico, nada más.

Se inclinó para agarrar el celular, buscando en sus contactos el número del restaurante antes de meditar qué pedir. Dudando por un minuto, antes de que se pudiera arrepentir apretó el botón de llamar, escuchando el pitido desde la otra línea en espera a que contestaran.

Alzó su brazo sobre su rostro, sintiéndose cada vez más impaciente conforme tardaban en contestar. Pensaba en colgar cuando la línea fue contestada.

—¡Hola! Little Corea, ¿En qué te podemos ayudar?—Escuchar nuevamente la voz animada del otro lado de la línea le puso nervioso, pero se tragó sus nervios para pedir.

—Hola... Quisiera pedir una porción de pollo picante y una porción de calamares fritos.—Pidió, casi pegándose en su frente contra la mesa al percatarse que había pedido lo mismo que la vez pasada.

—Claro, ¿Sería algo más?—La persona al otro lado de la línea pareció reconocer su orden, cambiando su tono de voz, pero aún escuchándose animado.

—Es todo.

—Bien, ¿Sería para recoger o a domicilio?

—Domicilio.

—Perfecto, ¿Me podrías proporcionar tu dirección para la entrega?—Cuando Seungmin recitó su dirección, recibió un gesto afirmativo de la parte contraria.—De acuerdo, entonces estimo que tu orden saldría en unos cuarenta a cincuenta minutos, si tienes algún problema con la entrega puedes volver a marcar y nosotros lo resolveremos. ¡Muchas gracias por tu preferencia! Adiós.

Seungmin colgó, buscando el dinero en su habitación mientras llevaba la hora de la llegada de su comida.

Minho anotó la orden con una sonrisa y la llevó a la cocina, donde Felix terminaba de empacar una orden y Hyunjin usaba su celular para matar el tiempo esperando a que pudiera salir a repartir los pedidos.

El pelirrojo alzó la nota.—Tenemos la misma orden del mismo lugar de la última vez.

—¿Qué pidió?—El castaño cuestionó, cerrando la bolsa del pedido.

—Pollo picante y calamares fritos.

Hyunjin elevó la mirada de su celular, frunciendo el ceño.—Ese chico es un tanto extraño.

—¿Por qué lo dices?—Los dos mayores cuestionaron.

—Cuando le fui a dejar la comida pareció no reaccionar, me cerró la puerta en la cara tan pronto como me dió todo su dinero y me quitó el pedido de las manos.—Se quejó, recordando el momento.

—Probablemente se asustó de lo feo que eres.—El mayor soltó una carcajada, recibiendo un codazo del pelirrojo.

—Pero no fue nada malo, o sea, te pagó al final de cuentas y disfrutó de la comida como para volver a pedir, eso es bueno.—Trató de mostrarse optimista, sin convencer a los otros dos.

—Cómo sea, ahora no me mostraré amable con él si la última vez recibí ese trato.—Se cruzó de brazos, mirando nuevamente su celular.

Y mientras Felix preparaba la siguiente orden, Minho rodó los ojos.—Un día nos iremos a la quiebra, y será por su culpa.

No tardó mucho cuando Hyunjin se encontraba guardando las bolsas en el compartimento de la motocicleta, cerrando su chamarra para evitar que el frío lo golpeara mientras conducía a hacer las entregas. Acomodó el casco sobre su cabeza y, con una última mirada por los espejos, arrancó en dirección a su primer destino, acostumbrado a transitar por las calles de los barrios de Seúl.

El negocio era un emprendimiento de los tres, dividiéndose las tareas conforme a como mejor se les acomodaran y se desenvolvieran mejor. Los pagos universitarios los estaban carcomiendo, los trabajos de medio tiempo no parecían ser suficientes, así que en medio de sus ahorros y posibilidades económicas, decidieron buscar ayuda económica a entidades reconocidas. Actualmente les iba muy bien con su negocio, teniendo casi el pago completo de su préstamo, recuperando su inversión y manteniéndose en sus estudios, aún y cuando Felix ya había logrado graduarse, los dos menores aún se encontraban en ello. El mayor era quien más procuraba el restaurante al tener más tiempo libre, junto con su otro amigo cercano Bangchan, que se había mudado a Seúl en busca de más oportunidades, creando un lazo con los tres chicos y aliándose para mantener vivo aquel negocio.

Hyunjin terminó las primeras entregas con éxito, recibiendo un par de propinas y comentarios positivos sobre el servicio, agradeciendo por su preferencia. Cuando fue turno de entregar el característico pedido de aquel chico, soltó un suspiro mientras acomodaba su casco contra su cadera y maniobraba con la bolsa al subir por el ascensor, esperando pacientemente a que las puertas se abrieran antes de caminar hasta el departamento correspondiente.

Meditó si tenía que ser amable otra vez, él tenía el pensamiento sobre que trataba a las personas como a él le gustaría que lo trataran, pero si le cierran la puerta en el rostro a pesar de hacer su mejor trabajo entonces no tenía mucha alternativa sobre cómo actuar. Además que solía ser muy resentido, un punto negativo para él y su personalidad.

Con un leve quejido de molestia, tocó la puerta y esperó para ser atendido. Pasos se escucharon desde adentro, y cuando los seguros de la puerta lograron distinguirse, mostró una sonrisa y alzó el pedido a tiempo que fue abierta, deslumbrado la chico al otro lado de la puerta.

—Buenas tardes, ¿Pedido de pollo y calamar frito?—Cuestionó, recibiendo un asentimiento del chico.—Espero que le guste su pedido, muchas gracias por su preferencia.

Recibió el dinero, y cuando estaba contando para darle el cambio, escuchó como el chico le hablaba.

—Perdón por cerrarte la puerta la vez pasada... y gracias por darme mi cambio, aunque te lo hubieras quedado como propina.—Susurró, aferrando sus manos a la bolsa con algo de fuerza y miraba al suelo.

El azabache mostró una expresión de sorpresa, pero aceptó sus disculpas y agradecimientos.—Mientras los clientes no nos digan que es propina, nosotros no podemos agarrar más de lo que está escrito en la cuenta.

Cuando le entregó el cambio, el contrario negó.—Tómalo como propina.

—De ser así, gracias.—Asintió, permaneciendo su sonrisa en su rostro.

—Adiós.—Hizo una pequeña reverencia antes de cerrar la puerta con cuidado, terminando cualquier conversación.

Hyunjin miró la puerta por un momento antes de bajar la mirada al dinero, sorprendiéndose que la propina era casi al equivalente del costo del pedido. Satisfecho y contento con la disculpa, se encaminó hacía el ascensor para salir del edificio, sin duda alguna sus hyungs estarían muy sorprendidos cuando les relatara lo que había sucedido.

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