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— ¡Con un demonio! — Se quejó el alfa mientras le tomaba por el brazo para sacarlo de la vista de ojos indiscretos, haciendo que ambos se metieran en una de las habitaciones del recinto, luego de que el Jung comprobara que nadie se encontraba dentro. — ¿Qué crees que estás haciendo para presentarte en mi boda, TaeHyung?

— ¡Me lastimas! — Chilló el Kim. Cosa que hizo que el agarre del contrario se aflojara, sin apaciguar su enojo.

— ¡Esa era la idea! — Retrucó. — ¿Qué demonios haces aquí, TaeHyung? —Insistió, tratando de mantener la poca calma que le quedaba.

— ¡Quería verte! — Agregó nervioso ante la posible reacción del mayor. — ¡Necesitaba hablar contigo por última vez! — La mentira se deslizó de su boca con demasiada facilidad para su gusto. TaeHyung estaba seguro que luego sentiría la culpa desbordarle por las noches, un sinfín de auto reproches constantes, pero todo valdría la pena sí quien consideraba su alfa, no se unía a otro hoy.

—Dos segundos. — Habló el Jung con seriedad. Tal vez estaba haciendo demasiadas concesiones considerando que el riesgo de que alguien les encontrara era más de lo que cualquier persona cuerda podría soportar. —Tienes dos segundos para decir lo que quieras e irte por la misma puerta por la que entraste. — Se cruzó de brazos.

TaeHyung se encogió en su posición ante el sujeto que se encontraba a pocos centímetros de su persona, incapaz de reconocer que este alfa que destilaba odio de su mirada, era el mismo que incontables veces le había amado.

HoSeok siempre se había caracterizado por ser un alfa completamente alegre, jovial y tierno. Lejos estaba de este hombre que destilaba furia para con su persona.

Su omega no podía comprender que las manos que una vez le habían acariciado con ternura y pasión, eran las mismas manos que hoy le habían sujetado con hastío.

—Yo...—Murmuró, incapaz de encontrar las palabras justas para poder explicarle al alfa sus sentimientos.

—Habla, TaeHyung. —Ordenó. — No tengo todo el día para tus juegos. —Le cortó, mientras chasqueaba sus labios.

Su alfa se estaba arriesgando demasiado al haber permitido que las cosas llegaran a esta instancia. ¡Debería haber pensado antes en las consecuencias de sus actos!

¡Debería haber podido imaginarse que TaeHyung haría algo como eso!

Después de todo, el omega era solo un crio en más aspectos de los que HoSeok se habría podido imaginar.

Y lo peor de todo era que...

— ¡Estoy enamorado de ti, alfa! — Declaró lisa y llanamente, dejando su alma totalmente expuesta ante el mayor.

Jung se agarró el puente de su nariz, mientras trataba de idear como salir ileso de tal situación y comprobar que sus sospechas eran ciertas.

Aquella sentencia había salido de la propia boca del omega que le miraba con tristeza y amor por igual.

Kim TaeHyung era un pobre adolescente que se había enamorado de la persona más incorrecta que podría existir sobre la faz de la tierra.

Debería sentir una infinita culpa por la inmoralidad de sus actos, pero la realidad era que su pecho se infló de orgullo y a la vez cariño por el menor presente.

Inclusive su alfa comenzó a mover la cola feliz. ¡Maldito chucho traidor!

A pesar de la alegría que sentía al reafirmar los sentimientos de TaeHyung por él, su declaración no cambiaría nada.

HoSeok le rechazaría y continuaría sus días tranquilamente con el omega que había elegido para toda su vida.

Definitivamente, Jung HoSeok era un ser de lo más detestable.

¿Quién en su sano juicio jugaría con el corazón de una persona tan pura?

El agrio sabor de su boca, contrastó con su propio aroma a roble y café. Haciendo que la nariz del omega cosquilleara de desagrado. El alfa sabía cuánto desagrado tenía para el omega el café y todos sus derivados, y sin embargo allí se encontraba, perdidamente enamorado de alguien con esa fragancia en particular.

Parecía una cruel broma del destino.

Entre sus manos tenía colgando el alma del castaño, en su poder estaba el futuro del joven y el suyo propio y sus cavilaciones se dirigían a cosas sin sentido.

El omega se le había quedado mirando, esperando algún tipo de respuesta o indicio de los sentimientos del alfa, sin poder descifrar nada de su rostro, siendo la única pista para sí, las feromonas que estaba destilando.

—Entiendo. —Murmuró secamente, haciendo que el malestar en el menor se incrementara. — Ahora, — Continuó, — Retírate, por favor. —Dicho esto, se dio media vuelta, incapaz de poder cruzar miradas con el Kim.

TaeHyung abrió y cerró su boca, procesando lo que acababa de suceder. ¿Eso sería todo? ¿Sería el final? ¿Así y ya?

—No. — Murmuró por lo bajo.

—¡¿No?! — Preguntó alarmado, temiendo de la escena que el menor pudiera armar.

Jamás se había imaginado que el Kim pudiera desafiar algo que el le dijera, y más cuando era tan especifico con un pedido para con él.

—¡No! —Levantó su voz, —¡No pienso retirarme así como así hasta que no me escuches, alfa! — El omega dio un paso más adelante, para luego rodear al mayor y ponerse en frente. —Mírame a los ojos y dime que nada de lo que sucedió entre nosotros tiene sentido. — Tragó grueso, tratando de controlar sus lágrimas. — Mírame y júrame que no sientes nada por mí, — Su voz se quebró. —¡Tan sólo sé valiente por una vez en tu vida, Jung HoSeok.! — Tomó su rostro entre sus manos, posando su vista sobre la del contrario. — Demuéstrame que eres un hombre y no un maldito cobarde.

Esta era su última oportunidad para luchar por su amor.

TaeHyung había hecho lo impensado presentándose de esa manera en un lugar donde las cosas podían empeorar antes de mejorar. La suerte estaba completamente echada. Se había presentado con sólo sus sentimientos para poder ofrecerle, ahora dependía del mayor sí lo tomaba o lo dejaba para siempre.

Porque de algo el Kim estaba seguro, y era que sí HoSeok le rechazaba hoy, sería para siempre.

—TaeHyung...— Habló entre suspiros, mientras su mirada se clavaba sobre los belfos del menor.

—Anda, alfa. — Murmuró, notando el foco de interés del mayor. —Te reto a que me digas que no...— Continuó, mientras se acercaba a los labios del contrario. — Te desafío a que niegues lo que sucede entre nosotros dos... — Llevó uno de sus dedos hacía la curvatura del Jung, quien cerró los ojos durante un instante para saborear la sensación que recorría su cuerpo. — Dime que no sientes nada por mí, dime que tu sangre no corre con mayor velocidad cuando estoy cerca. —Su voz sonaba oscura por el deseo del cuerpo contrario, mientras que la habitación se llenaba de las feromonas a peonias y a lavanda fresca. —Tan sólo intenta mentirme, alfa.

HoSeok no pudo resistir la tentación que el menor le representaba, por lo que soltó un gruñido ante su falta de auto control.

Antes de que TaeHyung pudiera emitir palabra alguna, sintió como era empotrado contra una mesa que se encontraba a pocos metros de distancia.

Sus mejillas se tornaron carmesí cuando notó la mirada de deseo con la que el alfa le miraba, siendo el rojizo de sus orbes, una señal de que su parte animal estaba cerca de la superficie.

El Kim mostró su cuello en señal de sumisión, a lo que el mayor respondió mordiendo la zona, lo suficientemente fuerte como para provocar un pequeño gemido en el omega, sin rasgar la piel debajo de sí.

—Serás mi perdición, Kim TaeHyung. —

Sabía que esto rozaba la locura, el reconocer que nunca sería más que una mera sombra en la vida de la persona que más amaba, ¡Aceptar no ser el único!
Y sin embargo, no le quedaba de otra sí quería permanecer a su lado.

—Y tú ya eres la mía, Jung HoSeok. —Sentenció, para luego sentir como los labios del alfa reclamaban los suyos, como propios.

El alfa de cabellos oscuros apresuró su camino hacía la habitación en donde su amigo le había indicado que se encontraría el omega al que debía escoltar al altar.

Se sentía nervioso, inquieto, incapaz de descubrir la razón por la que no podía mantenerse en paz.

Su alfa no estaba mejor que su parte humana, corría de aquí para allá, aullando en lo profundo de su mente, recordándole la época en la que era un simple cachorro.

La lógica le había abandonado y simplemente quiso creer que era la emoción de que alguien que consideraba como su hermano, alguien parte de su manada, estaba a punto de dar un paso tan significativo como el unir su alma al de otra persona.

Tan sólo rogaba que la persona que HoSeok había elegido, fuera una buena persona que le amara con todo su corazón, ya que YoonGi no soportaría verle sufrir.

—Es hora. —Murmuró para sí mismo. Tragó grueso, tratando de acomodar su voz, alisando su traje y acomodando su cabello, para luego tocar la puerta que tenía en frente.

Su corazón se paralizó en el instante en que el hermoso omega se plantó en frente.

Su parte humana se olvidó de como respirar y su lobo daba vueltas eufórico en su interior.

Todo su ser se agitó en sincronía con la serendipia más hermosa de todo el universo.

¿Cuántas personas en la actualidad tenían la dicha de encontrar a su destinado?

¡Min YoonGi era un alfa completamente bendecido!

¡Por fin había llegado el glorioso momento en dónde sus días y noches de soledad se acabarían!

Tan sólo con sentir la brisa atrayendo su dulce aroma, supo que él era la persona por la que había estado esperando durante toda su vida.

Sus miradas se cruzaron y en dónde YoonGi sólo esperó encontrar alegría, pudo vislumbrar el verdadero pánico.

Así como él había reconocido a su pareja, el omega que tenía en frente también pudo reconocer a su alfa, su destino, el gran amor de su vida...

O más bien, quien podría haber sido el amor de su vida...

Sólo que el hermoso joven parado a centímetros de sí no estaba dispuesto a dejar ir su camino actual.

—¿Qu-quién? —Intentó formular, mientras enfocaba su hermosa mirada castaña en la suya, tratando de comprender qué estaba sucediendo con su cuerpo, con su alma, con aquel tirón mágico que atraía su ser hacía ese completo desconocido que se había posado sobre el umbral de su puerta.

—Y-Yo...— Esbozó, igual de nervioso que el omega, mientras inhalaba en profundidad el suave aroma a arándanos y pitaya...

Su sorpresa y entendimiento se difuminaron al sentir la presencia de una tercera esencia a lirios colmando su ser.

— ¿Lo sientes verdad? — preguntó con dificultad, tratando de que todo fuera una simple ilusión producto de sus nervios.

El alfa asintió, dando otro paso más hacia el omega.

Una fina lágrima rodo por el rostro del joven y YoonGi no pudo evitar acariciar su recorrido.

Una pequeña descarga eléctrica viajó por su cuerpo, otra señal de que todo lo que estaban viviendo era real, aumentando la angustia.

— Yo... — habló el alfa.

¿Qué decir cuando su voz estaba a punto de dejarlo mudo?

Las palabras no podían alcanzar para describir el sinfín de emociones que tenía al haberlo encontrado.

"Mira sí busqué, mira sí busqué..."

Tal vez pecara en atrevimiento, pero no pudo evitar tratar de tocar por sí mismo aquel hermoso rostro que parecía cincelado por los mismísimos ángeles.

Él que había estudiado tantas historias a lo largo de su vida, jamás estuvo preparado para la hermosa sinfonía que representaba el haber coincidido en esta vida.

Ningún lienzo podría esbozar lo que su alma necesitaba decir a gritos, aquello que su voz era incapaz de pronunciar.

Durante un instante, deseó que la persona que tenía en frente pudiera escuchar sus pensamientos, que pudiera adueñarse de la frecuencia en la que su corazón latía, y reconocer que ahora, él era el dueño de la melodía de su alma.

Min YoonGi descubrió que daría todo por tan sólo rozar sus labios una única vez, por probar un suspiro de sus belfos, por escucharle pronunciar su nombre, por reconocer a gritos el gran hallazgo que habían realizado.

Inconscientemente, comenzó a acercarse, siguiendo los designios de su parte animal que suplicaba reclamar al hermoso ser de cabellos rojizos que se encontraba a centímetros de distancia.

— ¡No! — le detuvo el contrario, sin embargo su mano se posó sobre la del alfa. Incapaz de resistirse a probar aunque fuera tan sólo una vez el toque de su destino, sólo necesitaba una pequeña pizca de la vida que no se atrevía a vivir. — ¡No puedo hacerle esto a él! — Trató de autoconvencerse.

La comprensión le llegó como un balde frío.

Por mucho destino que les uniera, eso no era suficiente para una vida juntos.

Las crueles palabras que le había mencionado a su amigo retornaron a su mente con un amargo sabor en conjunto.

Estaba claro que sus caminos estaban cruzados pero eso no significaba que fueran hacía el mismo lugar.

YoonGi no conocía a la persona que tenía en frente, pero se atrevería a decir que ya le amaba...

Amaba la voluntad de dejar ir sus deseos para no lastimar a alguien más, amaba su sacrificio y valentía de la decisión que estaba tomando.

Su alfa respetaba eso...

A pesar que su elección terminara por condenarlos a ambos.

Pero la decisión nunca había sido suya, sino de la persona que tenía su alma colgando en sus níveas y pequeñas manos.

Acarició nuevamente su fino rostro, tratando de grabar en su mente cada pequeño detalle para poder recordarle en las noches más frías en las que su corazón pidiera el contacto del menor y poder consolarse con el recuerdo de su toque.

Min YoonGi, a sus casi treinta y cinco años, acababa de aprender de la peor manera que no importa cuán cercano estés a la cima, algunas veces quizás nunca llegues a conquistarla.

El alfa aprendió que existen amores que marcarán profundamente tu vida, pero que no serán para tus días...

El mayor había tenido la bendición de encontrar a su destinado, y la maldición de ser quien tuviera que entregarlo a otro.

— Entiendo... — aceptó... —Antes de que cruces por esa puerta y nos dejes en el olvido, — Tragó grueso. — Me gustaría saber tantas cosas de ti... —Le admiró con el mayor de los anhelos, cual oasis perfecto en el medio del desierto. — Sólo quiero que sepas... — YoonGi necesitaba que su omega supiera que él siempre había estado en su mente, que le había buscado en cada amanecer y que sólo le quedaría el consuelo de haberlo encontrado — Te he buscado en un millón de auroras... — se tomó el atrevimiento de besar su frente despejada, saboreando el contacto con su piel y el exquisito aroma que el omega tenía... — Lamento haberme tardado tanto, — un nudo amenazaba con formarse en su garganta, sin embargo no arruinaría el momento, luego tendría toda una eternidad para llorarle. Con delicadeza, tomó ambas manos del omega y dejó un tibio beso en ellas. — Espero que seas infinitamente feliz con tu alfa, JiMinnie...

De todas las pruebas que la vida le había interpuesto en su camino, dejar ir a la persona que complementaba su ser, había sido la más difícil.

Más aun, cuando los pequeños brazos del omega se habían cruzado sobre su cuello, reposando su cabeza sobre los latidos de su corazón.

—Eres un buen hombre, Min YoonGi.

—Pero no lo suficiente, Park JiMin. —Susurró mientras absorbía el champú a vainilla de sus cabellos.

Podía ser un "buen hombre" tal y como el joven indicaba, pero eso no quitaba que sus deseos de robarle de los brazos de su amigo fueran más grandes que la moralidad y el cariño fraternal que le tenía a HoSeok.

Sumado a que jamás se imaginó que tendría que escoltar a su pareja destinada al altar, camino a enlazarse con otra persona, con otro alfa que tendría la dicha de acompañarle durante cada día de su existencia, alguien que dejaría su marca en aquel níveo cuello, una persona que...

—C-Creo que es hora...— Murmuró el pelirrojo, apartándose del calor del pecho del contrario.

Su omega chillaba ante la lejanía del Min.

Su parte humana también lloraba en conjunto, pero ninguno de los dos tenía voz ni voto en donde las cartas estaban echadas.

El hubiera no existe, y trágicamente, su encuentro había llegado tarde.

Completamente tarde.

Tan imposible como el concebir la idea de cancelar una boda que había sido planeada con tanto esmero y amor desde hacía tanto tiempo.

—Tienes razón. — Señaló para luego volver a aspirar la dulce fragancia del destino que se escurría entre sus manos.

Ambos se acercaron hacía la puerta que marcaba el inicio del fin, aquello que jamás podría ser, y con lo que les atormentaría por siempre.

YoonGi fue el primero en dar un paso hacía la abertura e invitar al omega a dejar aquella habitación que les había marcado por toda la eternidad.

JiMin le siguió a corta distancia, metido en sus propios pensamientos, sintiendo el caos que su mente conformaba, tratando de calmar los designios de su parte animal, intentando consolar a su omega por dejar ir a su alfa.

Mientras que el mayor se encontraba desarmado, completamente desbordado de un sinfín de emociones, alegría y tristeza por igual, a la par que trataba de guardar una imagen de falsa compostura.

—YoonGi... —Habló con duda el omega, llamando su atención por la melodiosa forma en la que su nombre sonaba bajo su boca. —¿Podrías...—La pregunta quedó en el aire, pero no hizo falta que el pelirrojo dijera más, para saber a que se refería.

—Descuida. — Le interrumpió avergonzado. — No te preocupes, no diré nada...

JiMin le regaló un intento de sonrisa que no logró terminar de formarse completamente.

A pesar de no conocerlo profundamente, algo en su interior le decía que podía confiar en el mayor.

—Grac— Su agradecimiento quedó flotando en el aire cuando sintieron unos ruidos provenientes de una de las habitaciones del pasillo.

Ambos se miraron extrañados al respecto, para luego continuar acercándose a la puerta por donde los sonidos provenían.

Alfa y omega se sonrojaron al descubrir que los ruidos no se trataban de ninguna persona herida, sino más bien de seres que estaban disfrutando demasiado de la situación.

Rieron en complicidad, mientras el Min negaba ante lo impúdicos que habían sido esos sujetos que habían osado tener tal actitud en un casamiento ajeno, mientras que JiMin le susurraba cosas como "aguafiestas".

Los dos se habrían alejado de inmediato en búsqueda del novio cuando lograron escuchar un nombre en particular.

—H-HoS-Seok.

Decir que habían sentido como un escalofrío les recorría el cuerpo, sería quedarse completamente cortos con lo que YoonGi sintió al oír como su amigo se hacía presente en un acto así.

Ni hablar del semblante de pánico que recorrió al omega cuando asimiló que el nombre que se escuchó entre gemidos apasionados, correspondía a quien en minutos sería su esposo.

—No. —Susurró el Min, mientras tomaba la mano del pelirrojo cuando este tomó el picaporte. — Puede ser una equivocación. —Explicó.

JiMin asintió, queriendo creer que todo no había sido más que una vil equivocación y que sus oídos estaban mintiéndole.

¡Su querido Jung no sería capaz de engañarle!

Mucho menos el día de su boda y estando próximos a tener un cachorro, ¡Por amor a la diosa luna! Estaba más que claro que su mente estaba jugándole una mala pasada.

Sin embargo, los ruidos volvieron a hacerse presentes, los gruñidos y hasta un pequeño grito se escuchó.

Una vez puede ser una equivocación, pero dos veces ya es traición.

JiMin hizo caso omiso de la mano del alfa y giró el picaporte lo suficiente como para abrir la puerta.

Sus ojos se cristalizaron al instante, sus manos comenzaron a sudar y sus piernas se volvieron de gelatina ante la inexplicable imagen que se encontraba a pocos metros de distancia.

Allí se encontraba su adorado alfa, Jung HoSeok, poseyendo a otra persona que no era Park JiMin.

La pareja se encontraba tan entretenida en su encuentro que no repararon en la reciente intromisión.

Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, incapaz de procesar tal información.

No fue consciente de como, ni de cuanto tiempo había estado frente a ese teatro, cuando sintió las manos del Min rodeándole, cerrando la puerta frente sí.

YoonGi negó, sintiendo como su universo estaba desgarrándose. ¿Cómo demonios su amigo había podido ser tan imbécil para perder todo en milésimas de segundo? ¡Él habría inventado lo imposible con tal sólo lograr que JiMin mirara en su dirección! ¿Y qué hacía el estúpido de HoSeok?

La rabia llenaba todo su ser, y sí no hubiera sido por ver al omega completamente destrozado, le habría partido la cara al otro alfa.

Pero la prioridad no eran sus deseos, ni tampoco HoSeok, sino el pelirrojo que lloraba silenciosamente.

—Y-Y-YoonG-Gi. —Trató de articular — ¿T-Tú sabías algo de esto? —El último atisbo de esperanza se refugiaba en esa pregunta. Si el Min respondía de forma afirmativa, el menor dejaría de tener cualquier tipo de expectativa con un mañana.

El mayor llevó la mano del omega hacía su pecho, justo sobre los latidos de su corazón, rezando por que el pelirrojo le creyera.

—Juro por el destino que nos une, que no. — Durante unos instantes, ninguno dijo nada, sus orbes hablaron, haciendo caso omiso a los gemidos de fondo.

—¿Me amas? — Se atrevió a preguntar.

YoonGi asintió, deseando que el omega no temiera de la ferocidad de sus sentimientos.

Sí no fuera que se tratara de un lazo divino el que los unía, Min no creería en que sentimientos tan profundos pudieran desarrollarse tan rápido ni tan intensamente.

—¿Te asustaría sí dijera que sí? — Murmuró atemorizado.

—No. —negó suavemente. —Yo también puedo sentir los jalones de mi alma. — Tocó su propio corazón. — YoonGi...— Volvió a nombrarle. —Sí tu amor es tan grande como dices que lo es, — Tragó grueso. —Llévame de aquí. 

Ya, aquí les dejo mi corazón también 😭😭😭😭 que llore dice ahí!
Ay, ¡Por fin llegamos al quiz de la cuestión!

Ahora sí, rompí todo 😈
Siempre el caos puede traer nuevas estructuras y no hay mal que por bien no venga ❤️
adio, HoSseokkie infiel, 😡
Tete, te amo pero fíjate que estás mal mijo, pero bueno, ¿Quién no cometió una locura por amor?

Que levante la mano quien alguna vez no fue con los ojos cerrados detrás de una persona que no se merecía ni la suela de nuestros zapatos.

Lo importante es aprender, soltar y perdonar.

Ojo que lo de perdonar, no es perdón al otro, porque perdón a otros lo da Dios y yo no olvido 😈 pero sí perdonarnos a nosotros mismos, querernos y abrazarnos, comprendernos el porqué hicimos o dejamos de hacer algo, y entender que hicimos lo que pudimos con lo que tuvimos en ese momento.

Bueno bebés, no les quitó más tiempo, les dejo todo mi amor y nos vemos pronto para más actualizaciones ❤️

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