Un día antes de hoy

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YeonJun y SooBin descansaban juntos en la habitación de aquel hotel. YeonJun estaba tranquilo, la compañía de su mejor amigo lo hacían sentirse mejor,
él no lo abandonaría.

Escuchaban música de fondo mientras se daban suaves besos. La iluminación de la habitación consistía en las luces de fuera, estaban casi a oscuras.

Había sido un gran fin de semana.

YeonJun se sentía contrariado al pensar en regresar, afrontar de nuevo a NamJoon, ir a por YoonGi, tratar de controlar a TaeHyung de nuevo. Era todo un maldito desastre.

— YeonJun — lo llamó SooBin — ¿en qué piensas?

YeonJun exhaló, lo besó de nuevo y le sonrió.

— En que ojalá esto durara toda la vida, este momento, contigo.

Se besaron con más fuerza, YeonJun tomó el control de la música y subió el volumen, dejando que inundara la habitación.

La culpa lo inundaba conforme tocaba a Soobin. ¿Estaba haciéndole daño a las personas que amaba? Él no quería que TaeHyung estuviera triste, no quería abandonar a Soobin ni que NamJoon lo odiara. Estaba abrumado.

No quería perder a TaeHyung.

Quería saber por qué había besado a YoonGi, claro, él dijo que era porque había consumido alcohol, pero ni veinte gomitas podrían nublar la razón de esa forma. ¿Qué le gustaba de él que YeonJun no podía darle?

SooBin sonrió cuando se separaron.

¿Qué tenía YoonGi que él no tenía? ¿Dinero? ¿Personalidad? ¿Inteligencia?

La sonrisa de SooBin se borró de un momento a otro.

¿Por qué no podía simplemente TaeHyung amar a YeonJun como él lo hacía al revés? ¿Por qué nunca podía mantener a nadie a su lado? ¿Por qué tenía que mantenerlos en primer lugar? ¿No se supone que las personas que te aman lo hacen incondicionalmente?

— ¿...YeonJun...? — Dijo SooBin angustiado al ver cómo YeonJun soltaba lágrimas con un rostro cada vez más amargo.

¿Por qué le había hecho eso a YeonJun el día que fue a su casa? ¿Por qué le había hablado así a NamJoon? ¿Por qué sentía esa rabia irracional contra YoonGi? Él sólo quería ser un buen amigo, un buen compañero, quería ser una buena persona y lo había jodido todo.

Sollozó y trató de esconderse en las sábanas. SooBin no sabía qué decirle.

Él no quería ser la persona que era, quería cambiar pero no sabía cómo.

Si Jimin, un tipo casi desconocido en la escuela, tenía tantos votos a su favor sólo por ir en contra de YeonJun, tenía que cambiar todo de sí mismo.

Amaba a TaeHyung en el poco tiempo que estaban juntos. Lo sabía y lo tenía claro, pero recuperarlo significaba dañar a Soobin. Su pobre SooBin, que siempre había estado ahí con él desde que podía recordar. Lo miró, seveía preocupado por él, ¿cómo pudo haberle hecho tanto daño? No lo merecía. Quería retirar todo lo que había dicho y deshacer todas sus acciones... pero era imposible.

— Lo lamento — dijo con la voz muy rota — , lo lamento por todo, SooBin.

YeonJun se puso de pie y salió de la habitación lo más rápido que pudo para no tener que oír la respuesta de Soo, tenía miedo de que no lo perdonara.

Quería despejar su mente, pensar en una solución, pero en el camino encontró a su padre.

— ¿Estás llorando? — Le preguntó.

— No.

YeonJun se limpió la cara lo más que pudo, pero sus ojos estaban hinchados.

— ¿Peleaste con SooBin?

— No, papá.

Su padre lo agarró del brazo y lo llevó a su cuarto, su madre no estaba ahí.

— ¡¿Cuál es el maldito problema ahora?! — El hombre se contenía para que los vecinos no escucharan.

— No es nada, estoy enfermo...

YeonJun era terrible para mentirle. Miró a su padre a los ojos y éste se apartó, dándole una mirada de decepción.

— ¿Qué hice mal contigo?

YeonJun bajó la mirada y sintió que lloraba de nuevo. Odiaba esas palabras.

— ¿Yo te crié así? — Preguntó el hombre incrédulo. — Eres un puto inútil que llora por cualquier mierda que sucede.

Yeon trataba de ensordecerse a lo que decía, recordando a su pequeño SooBin, su risa extraña, sus besitos que le daba en el mentón porque era tan bajito que no lo alcanzaba, recordaba cuando hablaban de los cómics que se compartían.

— Respondeme la pregunta — ordenó su padre — ¿por qué mierda lloras ahora?

Entre lágrimas, sólo pudo decir una palabra.

— TaeHyung...

Su llanto era intenso, no podía contenerlo.

— ¿Qué hizo? ¿Te dejó? No me digas que te puso el cuerno...

YeonJun asintió.

— ¿Y qué harás al respecto?

— Ya no sé qué hacer — YeonJun formuló la frase muy apenas.

Pero eso bastó para recibir un golpe de su padre que lo dejó en el suelo, llorando más fuerte. Se estaba asfixiando en ese lugar. No podía respirar, no podía ponerse de pie, mucho menos hablar.

Su padre se calmó después del golpe. YeonJun se sujetaba la cara de lado donde había recibido el golpe. No dolía, no físicamente, pero era un instinto hacerlo. Así el hombre pensaba que había sido suficiente.

— ¿Así es como serás alguien en esta vida? La vida no tiene paciencia con los estúpidos que no saben qué hacer.

Su madre entró a la habitación. Vio la escena, a su hijo en el suelo y a su esposo alterado. No intervino y se pasó directamente al baño.

— Vas a buscar la forma de encontrar al hijo de la gran puta que se llevó a tu pareja y lo vas a destrozar — ordenó su padre.

YeonJun asintió, sin poder respirar bien. Mantenía los ojos cerrados con mucha fuerza, buscando en su mente a NamJoon cuidándolo en la escuela, las risas que compartían, el apoyo que le daba y cómo se sentía querido por él cada vez que estaba cerca.

Cuando pudo salir de aquella habitación corrió a los baños públicos, aún sin aire, alterado, sin poder dejar de llorar. Se miró en el espejo, estaba muriendo en su propia tristeza.

Hizo un último intento y recordó a TaeHyung. Su TaeHyung, el que no le importaba que fingiera para agradarle a su padre, el que soportaba estar con sus amigos aunque no quisiera.

Recordó al TaeHyung que lo amaba y sonreía con él, que le ocultaba sus problemas para que YeonJun no tuviera que preocuparse. Poco a poco recuperó el aliento. Se lavó la cara con agua fría y se recargó de espaldas al espejo.

Pensaba en él y su forma de hablar de reír, de besar. Lo amaba demasiado, no quería perderlo, no podía perderlo.

No.

No iba a perderlo.

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