n u e v e

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Querido Alan:

Hay algo que detesto más que las matemáticas. Los hospitales.

Odio el olor a desinfectante, medicina, enfermedades, lágrimas, angustias, desgracias, pérdidas... muerte.

Mi madre quería que fuera doctora, ¡já!

Ahora los odiaba más porque tú estabas ahí.

Conectado a esas máquinas, parecías dormido. Demacrado.

La policía buscó a quienes te habían asaltado. No los encontraron. Sentía impotencia. Yo misma quería salir a buscarlos.

Todo el enojo que tenía contigo fue sustituído por preocupación.

Una semana estuviste ahí internado. Los cortes en tus brazos y las tres apuñaladas que te dieron en el estómago, se estaban curando.

Te llevé flores. Me quedaba a dormir a veces mientras despertabas.

Quería ser lo primero que vieras.

Cuando lo hiciste, me alegré.

Frunciste el ceño y preguntaste quién era yo.

Me asusté.

Te reiste de mi cara y te golpee en el brazo por idiota.

Hiciste una mueca y me disculpé en seguida.

Me contaste como te habían rodeado mientras ibas a mi casa.

Luego bromeábamos, reíamos como niños pequeños. Quería que olvidaras que estabas en un hospital recuperándote. Me gustaba verte con esa sonrisa.

Todo volvía a ser como antes.

Los mejores amigos.

Y ese fue el mejor regalo de cumpleaños.

Supongo que lo olvidaste, no te culpo ni te reclamo nada, estabas internado y lo entendía. Pero sin saberlo, me diste lo mejor.

Estar contigo.

Y no había nada que me hiciera más feliz.

Siempre tuya:

Amelia.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro