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El país se enfrenta a la hora de la verdad este domingo en el que los ciudadanos ejercerán su derecho al voto, conscientes de que las elecciones están divididas y de que gane quien gane la situación económica roza lo preocupante. El actual mandatario, Jung Hoseok, confía en lograr más del %45 de las papeletas en urna, lo que le libraría de una segunda vuelta. Por otro lado, Ahn Hyejin, candidata liberal de fuerte peso en las encuestas, cree en su propia cosecha de boletas para que superen las del candidato Jung. Los más reservados sobre sus números son los candidatos Lee Hongbin, Kang Hyori y Song Jongho, quienes coinciden en que los ánimos agitados de las elecciones no pueden asegurar un resultado certero puesto que se está constantemente balanceando la columna de candidatos en cuanto a popularidad. 

Sin embargo, amanecimos el pasado miércoles con la noticia de que el Servicio de Inteligencia Nacional (en adelante SIN) mantiene estrecha relación con uno de los dos candidatos que resuenan con fuerza en las estadísticas Jung Hoseok y la fortaleza del postulante ya no brilla como pensó. Por supuesto, ya en el pasado esta institución se vio comprometida con los gobiernos de turno, pero nunca se había sabido hasta que se filtró su directa contribución a la reelección de Jung cuán afianzadas estaban las alianzas.
SIN, establecido en Mokpo, pero relacionado con los demás establecimientos repartidos en el país, es, sin dudas, uno de los más adecuado para tales asociaciones puesto que el presidente Jung y la candidata opositora Ahn residen actualmente en esta ciudad, no obstante, no es la base general de SIN por lo que se han pedido declaraciones del Director principal, Park Jimin, quien no tuvo inconveniente en otorgar unas palabras a este medio vía teléfono y esto refirió:

Park Jimin: "...somos una organización de apoyo al Estado, por supuesto que nos rigen lineamientos políticos. No quiero decir con esto que adscribamos a propuestas de un determinado candidato con ojos vendados o que los resultados de urna nublen el desempeño del centro SIN de Mokpo o algún otro. No hay que apresurarse a castigar a SIN. Mantenemos, pese a ser un brazo más en lo que respecta al cuidado de la nación, cierta autonomía para llevar adelante nuestro trabajo" 

Entrevistador: Por lo que nos comenta, ¿cree entonces que Jung Hoseok no estará desayunando con la victoria el lunes temprano?

Park Jimin: "no me corresponde presumir sobre el resultado de las elecciones; me atengo a lo que como pueblo decidamos"

Entrevistador: ¿Y concretamente sobre SIN establecido en el puerto Mokpo, podría presumir que sus actuaciones no serán puestas en jaque o que sus esfuerzos no serán mermados si no obtiene la victoria su candidato favorecido?

Park Jimin: "En absoluto. Confío plenamente en su Jefe de Inteligencia [Min Yoongi] y en sus elecciones departamentales para manejar SIN. Quiero desterrar dudas al respecto. Somos un servicio principalmente dirigido a la protección de la Nación, como mencioné hace un momento, independientemente de nuestras propias elecciones en cuanto a partidos. Lamentamos, y extiendo una disculpa de parte de todos los que conformamos SIN, si esto genera temores sobre nuestro trabajo, pero le agradecemos si no retiran su confianza de que, como hemos venido haciendo desde hace más de setenta años, seguiremos actuando para y por el pueblo coreano"

La entrevista completa ACÁ 


El caos se desató el miércoles temprano. Hubo una protesta frente al congreso en cuanto se notificó que se estaba discutiendo la ley 24.5451 por última vez. Paralelo a ello, las candidaturas estaban generando reacciones violentas al punto de que Kim Seokjin se había visto demasiado ocupado hasta para molestar a Jungkook. El mismo Jungkook, además, tuvo que ocuparse de analizar lo que en otro distrito estaba etiquetado como incipiente actividad terrorista y Min Yoongi tuvo que consentir que persiga esa línea, pese a que ya lo había regañado por ello.

Pero lo que empeoró la situación fue la filtración de las inversiones del SIN que apoyaban la candidatura conservadora de Jung Hoseok y que puso al bloque opositor en contra y cuestionando realmente la eficacia del centro. Sobre todo, apuntando a que un organismo que se encarga de la seguridad nacional no debería tomar partido y mantener la imparcialidad suficiente para que su gestión y cumplimiento del deber no esté eclipsado por la ideología de la bandera política que izan.

Tras ser despachados de la sala de juntas, luego de soportar el mal genio de Min Yoongi, quien a su vez tuvo que soportar el mal genio de Park Jimin –y Jungkook se compadeció tan solo un poco por su jefe, porque conocía a Park enojado y era horrible—, salieron dispuestos a almorzar y pretender que no estaban casi enclaustrados en SIN por temor a represalias de la gente.

De ahí que la seguridad del edificio fuese reforzada, y de ahí que ni Kim Seokjin ni Jungkook tuvieran un rato libre para hablar de lo que pasó en el auto. Y, ciertamente, no había mucho que decir. Había sido una paja mutua, ¿qué con eso? 

—No debes decírmelo porque ya lo sé –comenzó Namjoon en el almuerzo—. Tarde, pero sé qué sucedió.

La bola cálida que se asentó dentro de Jungkook ya tiempo atrás, se agitó como despertando ante lo que decía Kim Namjoon. Sin embargo, el exterior de aburrida apariencia no proporcionó información a Namjoon de si era cierto o no lo que decía saber.

—Supongo que tengo que preguntar para que así generes intriga y luego acabes por contarme de todos modos –barriendo la carne de un lado a otro en su plato, Jungkook siguió viendo por el ventanal. 

No es que la vista fuese alentadora con la protección extra para evitar las pedradas que arrojaban al pasar algunos ciudadanos ofendidos. Incluso aquellos que se decantaban por las propuestas de candidatos menos fuertes en las nóminas, no exclusivamente los que apoyaban a Ahn, se llegaban hasta el edificio a expresar su descontento. Jungkook supuso que a veces era fácil redirigir el odio a un punto que podría atentar contra los intereses comunes. Eso, o estaban deseosos de romper cosas y el SIN en tela de juicio era idóneo para la práctica vandálica. 

—Exacto –Namjoon se llevó a la boca una cuchara llena de arroz, tragó y bebió un poco de agua antes de continuar—. Ahorramos palabras: sé que tuviste algo con Kim Seokjin.

—No es verdad –mintió, rápido, y su voz se elevó un poco. Lo suficiente para confirmar lo dicho por Namjoon.

—No me digas sino quieres, pero lo sé. 

Se midieron, siendo amigos desde hace meses, encontrando que no era momento ni lugar de conversar de ello. Pero la pequeña elevación de ceja de Kim Namjoon indicó que la charla sería a la primera oportunidad que tuviera. Jungkook anotó en su mente no quedarse a solas con su amigo.

—Bien. ¿Qué has sabido de las llamadas a...? –y se enfrascaron en comentarios sobre lo que se trae entre manos el grupo delatado como incitador de células terroristas.

Ni siquiera notaron, tan sumergidos en pensar de qué modo hacer caer la fachada del sospechoso identificado, cuando alguien se les acercó. Apenas sí por el deslizar de la silla junto a Jungkook, y por el brazo pesado que cae en sus hombros antes de oír la voz de Kim Seokjin en su oído. Y el calorcito dentro de Jungkook pareció menearse como un cachorro que quiere mimos.

—Ven conmigo, tenemos que hablar –son las primeras palabras que se dirigen desde la vez en el coche y no parecen augurar algo bueno.

Sin embargo, no es sorpresa que Kim Seokjin no esté sugiriendo, sino que su tono exige y demanda obediencia. Y hay algo, debe reconocer a estas alturas Jungkook, que le niega la insubordinación. Por lo que se despide de Kim Namjoon, que le guiña en absoluta carencia de discreción mientras es llevado casi a trote por el jefe antidisturbios.

Kim Seokjin no lo suelta hasta que están en una oficina dos por tres, con armas en exhibición en una de las paredes, otra llena de imágenes de planos de la ciudad y un curioso pizarrón donde se han pegado fotografías de lo que supuso que eran civiles marcados como problemáticos. A pesar de que está todo moderadamente ordenado, a Jungkook le inquieta el lugar. No reconoce que es más bien el estar a solas con Kim Seokjin.

—¿Alguna vez pides? –se suelta, y, curioso, sigue observando todo lo que hay a la vista—. Puede que te parezca descabellado, pero la gente entiende sin que estés en modo imperativo veinticuatro siete. 

—¿Puedes besarme, Jeon Jungkook?

—¿Eh? ¡No!

Seokjin chasqueó la lengua. Va a su escritorio, aunque parece pensarlo mejor y regresa delante de Jungkook. Se cruza de brazos. Lleva el pantalón del uniforme, pero su pulóver es uno gris de lana que no corresponde a la vestimenta requerida. Lamentó no verlo con su vestimenta oficial.

—¿Ves por qué no pido? 

—Pero si me besas a la fuerza –advierte—, puedo denunciarte por acoso, ¿recuerdas?

—No lo harás, porque quieres que lo haga. Lo que no comprendo es esa primera negativa. 

No había modo de entender el procesamiento de Seokjin para un Jungkook que se encontró retrocediendo hasta la puerta por el lento avance del jefe antidisturbios. Podía darse la vuelta y echarse a correr, pero, como bien acertó Seokjin, no lo haría. Y condenado sea si no estuvo en alerta los días posteriores a su encuentro en el auto por si Kim Seokjin lo acorralaba en los pasillos o al salir al estacionamiento.
Incapaz de admitir, sin embargo, que se decepcionó de que no ocurriera.

—¿Qué querías hablar conmigo? –cambia de tema, y cuadrando los hombros como si por dentro no estuviera aullando una alarma de incendios y pidiendo que cualquier pensamiento de rechazar el beso sea evacuado de su cerebro.

—Nada, solo quiero besarte antes de irme.

Ese día había sido ajetreado por la preparación del equipo antidisturbios que se encargarían de reprimir a las masas que protestaban ante el congreso. Jungkook se debatía moralmente sobre entender el trabajo de Kim Seokjin y entender que la gente salía a las calles harta de ser ignorada y abusada por el estado. Por esta razón, apenas se dedicó a lo suyo, considerándose un cobarde.

—Estábamos bien ignorando el hecho de que... ya sabes, mejor dejarlo estar.

—¿Y eso qué? Quiero que me beses –se encogió de hombros. Hombros anchos, apreció Jungkook fugazmente—. Bésame, Jeon Jungkook.

—Pide, no demandes.

—Bésame, ¿por favor? ¿Me quieres de rodillas, también? No traje anillo, pero puedo chupártela.

Ignoró la más que tentadora propuesta.

—¿Me dejarás en paz si te lo doy? 

La sonrisa de Kim Seokjin fue tal que tuvo que echarse valor para encarar lo que haría. Asintiendo, Seokjin lo tomó de las caderas para acercarlo y bajó un poco el rostro hasta que Jungkook hizo lo suyo yendo a su encuentro. Un segundo beso, y este tampoco traía en sí romanticismo ni significaciones del corazón. Apenas una continuación de lo que sea que inició aquella vez que Jungkook se lo topó recibiendo una felación. Y no era necesario ponerle nombre por ahora, ¿no?

Lo primordial en ese instante era reconocer que Kim Seokjin besaba de puta madre, con un modo tan propio de ser mandón incluso cuando saborea su boca y busca que Jungkook deje que le meta la lengua. Pero Jungkook es terco y lo esquiva, chupándole el labio grueso que tanto le jode la existencia siendo tentador. Y al final, de todos modos se subordina al otro, admitiendo el saqueo de Kim Seokjin mientras las manos de ambos están haciendo su propio trabajo investigativo por sobre la ropa. 

Olvida eso. Bajo la ropa también. Cuando Kim Seokjin saca de debajo del pantalón la camisa de Jungkook y lo toca, un contacto directo de piel que lo hace vibrar entero. Y es extremadamente difícil apartarse cuando las manos de Jungkook despeinan las mechas oscuras de Seokjin, y cuando la boca de uno de ellos se suelta del beso bruto para tomar aire mientras la otra boca se desliza por la mejilla, descendiendo hasta el cuello y la garganta donde se posa con afán de dejar huella.

—Seokjin... —suspira Jungkook mientras se deja marcar como un adolescente, ¡con lo que siempre se quejó de esto ahora lo ansía!—. Quiero, yo quiero...

—Shhh, yo también –murmura Seokjin, y es beso, lengua, dientes y chupón hasta que se aparta como puede, ebrio del sabor de Jungkook—. Pero debo irme.

—Hijo de puta.

—Lo sé, también me odio ahora –los dos se miran fijo hasta que inevitablemente vuelven a devorarse y a apartarse con reticencia mientras pegan sus frentes—. ¿Puedo verte mañana? 

—¿Por qué no hoy?

—No creo que termine hasta la madrugada y estaré probablemente golpeado como para asaltar tu cama. Mañana vendrás a mi... lo siento, ¿quieres ir a casa mañana? Prepararé de cenar, solo trae el postre.

Sin que venga a cuento, Jungkook serpentea hasta que Seokjin le deja sitio para mover los brazos. Y... ¡oh! ¡Sus manos hallaron el uniformado culo de Seokjin! Y... ¡oh, se siente bien cuando amasa sus nalgas y Seokjin se presiona contra él! Riendo, deja de bromear —¿Jungkook bromeando es una buena señal? Seokjin quiere creer que sí— y se hace a un lado.

—De acuerdo, suerte.

—¿Suerte? –Seokjin meneó la cabeza, su mano viajando hasta el cuello de Jungkook y el jodido pulgar acariciando su garganta mientras le estampa otro beso—. De acuerdo.

Namjoon no se privó de alardear que lo sabía cuando Jungkook regresó a su mesa para almorzar; este le hizo saber que ya no era el único Kim que le agradaba. 





Nota:

Iba a publicar ayer, pero pobreza, ¿vio?

Este cap parece relleno, pero no lo es. No del todo, al menos. Es necesario ver lo que pasa alrededor, creo yo. Y en algún lado debía cortar el extenso -extensísimo- OS jajajaja

Depende de cómo me va luego, tras la videoconferencia de una clase, veré mis ánimos para revisar la parte siguiente que tendrá la "cena jinkook".

Amén por mí. Amén por mis datos.

:)

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