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No arriesgaría a decir que estaba nervioso porque lo suyo era más anticipación, que estar preocupado por la velada en casa de Kim Seokjin. Salió del trabajo, conversando con Kim Namjoon sobre cualquier cosa, y cuando llegó a su apartamento fue que reaccionó que era el día de la cena con Seokjin y tuvo que apurarse en vestirse para emprender viaje y llegar temprano.

Jungkook se supo desde el principio capaz de conseguir un trato más beneficioso que apenas un poco de sexo en su lugar de trabajo. Incluso si estuvo duro y fantasioso al respecto, o si cedió un poco en su coche aquella vez, se conocía mejor para entender que de continuar en ello habría rechazado rotundamente al jefe antidisturbios. Y podían tomarlo como soberbio, pero no se conformaría con un polvo en la oficina. Si ese era el trato con Min Yoongi, pues su asunto.

No obstante, podía ver a través del reproche al acto de infidelidad inicial para darle una oportunidad a Kim Seokjin. ¿Por qué? ¿Acaso le gustaba? ¿Ya no era mera atracción, o quizá lo era en proceso de mutar a algo más sólido? Pero no podría nunca averiguarlo si no permitía un acercamiento.

Había llegado a Mokpo decepcionado de sí mismo y las relaciones, teniendo largas y ebrias pláticas con Kim Namjoon y con Ahn Jiyoung, otra amiga que conocía de la escuela, que calmaron la inseguridad repentina de encontrarse en la recta final de sus veinte años y con un corazón roto. 

Tenía que, como le repetían cada que podían, superar la ruptura con Kim Taehyung. Y aunque encontraba la noción de superación trillada y forzosa, haría esto para demostrarse que estaba bien. Lo estaba antes de permitir el incierto coqueteo con Kim Seokjin, y la prueba era que llegaba a la entrada de la casa de este con una sonrisa pequeña y de confianza.

Y solo porque estaba en ese ánimo, y por su bienestar mental, se había limitado durante el día a una hora de noticieros, actualizaciones de las manifestaciones y la represión de las mismas. No quería resolver cómo se sentía con el trabajo de Seokjin y sus propias convicciones sobre política y ciudadanía. Por eso, cuando estuvo parado frente a la puerta de la casa de Kim Seokjin no tuvo más que concentrarse en contener el choque del cuerpo del otro:

—¡Mi postre favorito! –dijo Seokjin cuando lo recibió; superando la sorpresa de Jungkook, lo acercó para besarlo suavemente—. Mmm, y sabes como te recuerdo. Delicioso.

—Traje helado –levantó la bolsa en cuestión una vez pudo dejar de besar a Seokjin—. Pero no me quejo de esa bienvenida.

—Claro que no lo harías, te gusto –recalcó Seokjin, invitándolo a pasar.

La velada fue agradable. Un poco de conversación del trabajo se abrió paso, pero nada opacó los humores o causó tensiones. Y, sin saberlo, la guardia de Jungkook bajó para permitir que Kim Seokjin lo bese con más hambre del que demostró mientras cenaban el encargo de comida Thai.

—Lamento ser un asco en la cocina y tener que recurrir a delivery –murmuró sobre su boca—. Pero lo compensaré con sexo. 

—¿Así resuelves todo? Vaya de efectivo resulta –Jungkook enroscó los brazos en el cuello de Seokjin, intentando atraerlo hacia sí, pero encontrando resistencia; se separó para replicar, y leyó la diversión escrita por toda la cara del jefe antidisturbios—. ¿De qué te ríes?

—No aquí.

Trasladándose al cuarto, se desnudaron con paciencia ante la cama que los aguardaba. Pero una vez subieron a ella, toda reserva pareció diluirse entre los besos calientes que se dieron. Las manos que tenían todo el camino libre hicieron suyos los terrenos del cuerpo ajeno, pero el mayor de los dos, con astucia y buen sentido de competencia, logró vencer en la lucha al otro.

Jungkook cedió cuando los dientes de Kim Seokjin capturaron su erguido pezón y tuvo que hacer de cuenta que no oía la risa de este cuando lo tomó de la cabeza y lo presionó hacia abajo. En cambio, aprovechó para repasar la espalda magullada de Seokjin, su piel amoratada. Gajes del oficio, había dicho cuando la inquisitiva y preocupada mirada de Jungkook escaneó los golpes, pero que no te dé pena, igual te haré gritar esta noche. Y tenía que admitir que iba por buen camino.

Separándose del maltratado pezón, Seokjin lo observó con malicia antes de bajar a chupetear sus clavículas y repasar con los dientes la extensión de su garganta. Tras esto, en un vuelo sutil y exasperante, la boca de Seokjin viajó por el estómago de Jungkook, quien sintió sus entrañas reaccionar en contracción ante el toque ligero, hasta que chocó con la punta de su erección. Atendió en principio la zona curva del hueso en v de la pelvis y esquivó habilidoso las indirectas de las caderas de Jungkook que se movían siguiendo su lengua.

¿Sería maleducado gruñirle? Solo que Jungkook no conseguiría reunir las fuerzas suficientes para detener las burlas que de todos modos sumaba a favor de la previa; en cambio, enfocó el rostro de su atacante. La humedad perlada brilló mientras Seokjin la recogía con la punta de la lengua y aunque contuvo la respiración esperando que este lo tragara, tuvo que bufar al verlo apartarse.

—¿Qué…?

—Abre las piernas y clava los talones para elevarte un poco.

Seokjin acomodó una almohada bajo Jungkook y se deleitó en su escrutinio hasta que hizo que se sonrojara. Apretó los gruesos muslos de Jungkook mientras se impulsó hacia adelante. Fascinado, Jungkook observó cómo la larga erección de Seokjin se meneaba. Mas se distrajo al sentirse apresado en la mano que Seokjin envolvió en su pene. Le lanzó una mirada ardiente al jefe de policía, para dejar caer los ojos a la paja en cuestión. Era insultantemente bueno que otro se lo haga, y se estremeció cuando Seokjin rascó con el pulgar en su hendidura que despedía un par de gotas blanquecinas.

—No juegues.

Y en lugar de responder, Seokjin siguió trabajando arriba abajo en su pene, mientras se echaba sobre su pecho para atender su cuello. Había algo de adolescente en la insistencia de chupar, morder allí como si quisiera marcarlo, pero ni uno ni el otro querían verdaderamente imprimir tales decorativos. No eran, en el orden de intenciones, una manifestación positiva de cariño si se pensaba.

Pero Jungkook no estaba realmente pensando en ello, sino que enterró la cara en el cabello de Seokjin. Le gustó estar en el cuarto de Kim Seokjin y que el espacio huela a él, y que estén las luces altas porque hacía del momento tan ordinario, que lo maravilloso residía en las caricias que compartían. Y en los besos, cosa de la que no podrían estar saciados en un tiempo cercano, si es que la urgencia con la que se los devolvía al jefe antidisturbios indicaba algo.

La otra mano libre de Seokjin acarició sus bolas, y más abajo con el dedo presionó en círculos justo detrás de ellas. Jungkook pudo percibir cómo su miembro palpitó en la mano que lo pajeaba. Rescató de su amante la precisión de los gestos, y había que perdonarle a Jungkook que en pleno beso jadeara vulgarmente cuando Kim Seokjin tiró de su saco hacia abajo con rudeza. No, pensó, esto no era un juego. 

Intentó cerrar las piernas, pero el cuerpo entre ellas se lo impidió y por reprimenda a tal acción recibió otro jalón en sus testículos que hizo que alce los párpados que se sentían pesados —¿cuándo es que los cerró?— y deje el beso. Los ojos de Seokjin se habían oscurecidos y fue quizá ese brillo peligroso que lo envió más y más cerca  de su orgasmo, aunque todavía no lo quisiera. ¿Acaso Seokjin se limitaría a otra sesión de paja mutua…? Porque del modo en que Jungkook se aferraba a los antebrazos del otro costaría desprenderse si no le daba chance de recuperar la compostura.

Aunque la mano constante en su erección no aminoró su tarea cuando bordeó con un dedo de la otra por su ano. Y se aventuraba a considerar que era esa la imperiosa voluntad de Seokjin, de arrojarlo al punto de no retorno porque se introdujo hasta la segunda falange y, pues, poco hubo por hacer para rescatar a Jungkook. 

Se vino, abundantemente, sobre la mano de Seokjin, y sobre su estómago. Los muslos se le endurecieron alrededor de Seokjin mientras este seguía penetrándolo y estirando su entrada hasta rozar sin verdadero afán de complacer a su próstata. Y la mano que lo estrujó como si quisiera asegurarse de que Jungkook no se guardara nada, siguió impulsándose hasta la base, donde se quedó ya una vez se detuvo la emisión.

—Tomo a victoria personal tu sonrojado y sucio estado actual –se mofó Seokjin, pero su propio miembro goteante no engañaba a nadie de que estaba en mejor condición.

Los sonidos erráticos de su respiración coparon el cuarto, pero hasta que se dejó caer de espaldas nuevamente, no pudo advertir que estaba presto a endurecerse con solo la vista sobre él. Recogiendo con el pulgar un poco de semen, Seokjin lo probó mientras le guiñaba un ojo. Volvió a recoger otra muestra para pasársela a Jungkook, quien se saboreó con deleite. 

El pulgar de Seokjin presionó en su lengua y cuando Jungkook sorbió el dedo, inició un mete y saca que, por mucho que pensó que no, lo excitó. Su boca era sensible no solo al sabor, sino al modo en que el pulgar recorría como si quisiera hacerle una demostración de la siguiente actividad. Lo que reemplazó el dedo, mejorando la experiencia, fue la lengua de Seokjin, quien se echó en su abdomen. 

—Es tu turno –habló Jungkook, grababa un patrón con sus dedos en la desnuda espalda de Seokjin—. Deja que haga algo por ti, podría chupártela.

—Lo harás luego, ahora quiero cogerte.

Sin ayuda, Jungkook se acostó boca abajo y atrajo otra almohada para abrazar mientras Seokjin, que había rescatado más semen, untaba en su entrada y lo empujaba dentro. Le siguió a tal rudimentaria preparación un poco de saliva y buena predisposición de Jungkook, y ya se acercó la tensa erección a su puesto.

—Hazlo de una sola vez –pidió Jungkook, viendo cómo Seokjin manoseaba su culo—. ¿Seokjin?

—Me gustas desnudo, ¿te lo dije o lo pensé?

Rodando el condón en su sitio, abriendo las nalgas, Seokjin empujó hasta que se hizo espacio en el estrecho camino. Jungkook relajó su cuerpo, pero Kim Seokjin era largo y ligeramente más grueso de lo que su memoria recordaba albergar. Por lo que agradeció con una exhalación una vez llegó hasta el fondo y se estacionó allí, dejándolo acostumbrar a la sensación. 

Jungkook no fue capaz de quedarse quieto, así que pidió moverse hasta que se sostuvo del cabecero y de rodillas sacó el trasero hacia atrás para indicarle a Seokjin que era tiempo de seguir. Kim Seokjin lo sostuvo de las caderas durante las tentativas iniciales de penetrarlo, y si bien era exquisitamente enloquecedor sentir cómo su cuerpo disfrutaba abriéndose a la lenta marcha de la erección del otro, Jungkook no estaba en el tren de ternuras y compasión. Quería que fuese bruto, plagada su mente de imágenes de un Kim Seokjin apasionado y con disciplina suficiente para manipular el impulso violento para el placer.

—No te contengas –gruñó, y la respuesta de Kim Seokjin fue salirse entero para volverse a empujar, una y otra y otra hasta que Jungkook apretó la frente en el cabecero y se golpeó en él con la vehemencia con que el otro lo partía al medio.

Como sincronizadas, un par de manos llegó hasta la saltarina erección de Jungkook y descubrieron que estaba llena nuevamente y apuntando alto. Seokjin le oprimió la base hasta estrangularlo, pero el que atendió el negocio fue el propio Jungkook mientras su culo resentía los embites. Para no ser menos, contrajo su canal mientras contenía a Seokjin y se jactó de desestabilizarlo. 

Por sobre su hombro izquierdo, Seokjin buscó su rostro y se besaron tan patosamente que sería algo de risa en otro contexto; pero en el actual, donde las bolas de Seokjin chochaban contra Jungkook y el sudor de los dos se reunía para volverlos brillantes y resbaladizos, poco daba risa. Más bien nada. La seriedad erótica con la que se unieron bastó para despejar las emociones que estaban caóticamente desalineadas en su interior, y la revelación de que verdaderamente le gustaba Kim Seokjin tomó por sorpresa a Jungkook y lo hizo morderle el labio hasta que este protestó.

De ser posible tal cosa, Kim Seokjin se condujo más profundo y chocó su próstata las veces necesarias para atormentarlo. Jungkook se levantó y dejó caer la cabeza en el hombro de Seokjin. Le dio luz verde a que llegue a su zona favorita: el cuello. ¿Podía ser que estuviera siendo esta una alerta de posesividad? ¿Qué más da? Por lo que interesaba en su mente, lo que era primordial era que Kim Seokjin deje de ahorcar su miembro y le permita una liberación pronta. 

Lo que retrasó, sin embargo, su culminación fue el modo en que de sopetón Kim Seokjin se salió por completo y lo tumbó boca arriba. Le abrió las piernas, tomándolo de los muslos, por detrás de las rodillas que se vieron empujadas hasta su pecho, y se clavó en él con espíritu renovado. Por si fuera poco ya el trato exorbitado y caliente como la mierda, Jungkook captó la expresión perdida y salvaje de Kim Seokjin mientras martilleaba su culo. 

Y fue ese el puntapié que lo lanzó hasta el espacio sideral; porque una vez se ubicó en la cama y retomó la masturbación, atrajo la nuca de Seokjin para besarlo y hacer que este se trague el gutural gemido. Jungkook se corrió viendo tras sus párpados apretados un poco de fuegos artificiales y temió que si esta fuese una estación previa a la muerte, debiera irse del mundo sin haber hecho a Seokjin venirse también. Pero sin fallar sus súplicas jadeantes, Kim Seokjin perdió el compás con el que lo cogía y se quedó tan quieto que la tensión de su cuerpo le indicó a Jungkook que tenía su anhelado orgasmo. 

Desplomado encima de él, el blando pene de Kim Seokjin dejó su tembloroso cuerpo que titilo en ausencia de algo que lo llene. Suspiró y abrazó a Seokjin mientras este recuperaba su mente de donde sea que se marchó hace segundos.

—Diablos –dijo Kim Seokjin, como aquella vez en su auto, pero agregó—: Siento que podría pedirte matrimonio ahora mismo.

—No lo hagas –sonrió Jungkook, besando la frente sudorosa de Seokjin.

—Bien, a la próxima te joderé sin tintes nupciales.

—¿Crees que dejaré que me jodas otra vez? 

Se acomodaron en la cama, sin abrazos, frente a frente. Sintiéndose aletargado y saciado como para un año, pero incapaz de esperar tanto, Jungkook observó la expresión socarrona del otro.

—Por supuesto –dijo sin abrir los ojos—, mi radar sexual me dice que en unos minutos más estarás suplicando por otra ronda.

Y vaya que era efectivo aquel radar suyo.

FIN.

     
  

     

Nota:

Calculé mal las partes del OS, así que, sorry por no anunciar ayer que era el fin salía hoy jajaja

Queda epílogo y quizá un extra (depende de si me sale o no) y adiós Free the animal.

:)

Anaka, expresa tus quejas con palabras porque no tengo en mi cursado análisis e interpretación de emojis, ¿vio?

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