𝐯𝐢. 𝐡𝐨𝐠𝐬𝐦𝐞𝐚𝐝𝐞

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━━━━━CAPÍTULO 6━━━━━
hogsmeade

      NEFERET MANTUVO SU SONRISA LADEADA observando al pelirrojo, quien estaba a la espera de su respuesta sin apartar sus ojos de ella viendo, curiosamente, cómo jugueteaba con el colgante de su cuello con una pequeña sonrisa.

—Eso dependerá del porqué quieres saber mi nombre, Charlie —dijo al fin, encogiéndose de hombros de forma desinteresada. El chico pareció divertirse con aquello, ya que sonrió con sorna e inclinó un poco la cabeza observándola con los ojos entrecerrados.

—¿Qué malas intenciones puede haber en querer saber tu nombre?—preguntó con diversión—. Tu sabes el mío.

—Pero yo no lo pregunté — la castaña se volvió a encoger de hombros aún sin dejar su sonrisa ladina—. Y, respondiendo a tu pregunta, solo voy a decirte que los nombres son muy poderosos.

—No es como si tu nombre fuera Voldemort, ¿o si?—se burló él mientras recargaba su espalda contra la valla.

La sonrisa de Neferet tembló y ella se estremeció, sintiendo como un escalofrío le recorría el cuerpo al escuchar ese nombre. Sin embargo, su sonrisa se recuperó tan rápido que Charlie apenas fue capaz de notar como aquel nombre había causado tanto en ella en un solo segundo, pero lo notó y su mente comenzó a trabajar rápidamente, viendo cómo la chica se tensaba y se cruzaba de brazos manteniéndose tranquila. Era normal que la gente tuviera ese tipo de reacción al escuchar su nombre, al fin y al cabo, era el nombre del mago tenebroso que provocó tanto pánico y terror hace unos años, por lo que tampoco le pareció tan extraña su reacción.

—No lo es—dijo ella soltando una risa seca. A pesar de la tensión en su cuerpo, su sonrisa se había mantenido y ahora su actitud juguetona y coqueta había vuelto—.Y, volviendo al tema anterior, se me ha ocurrido algo...—alargó moviéndose un par de pasos más cerca del pelirrojo quien entrecerró sus ojos hacia ella al ver su acción.

Claramente él había notado como ella escapaba del contacto físico cuando uno de sus hermanos había colocado su brazo sobre sus hombros, también era obvio que no le gustaba nada el que invadieran su espacio personal, por lo que aquella acción proveniente de ella le sorprendió y él supo, entonces, que Neferet estaba poniendo los límites entre ellos. Era ella quien se estaba acercando a él, rompiendo con el gran espacio que les separaba e invadiendo su espacio personal sin mostrarse afectada, ni incómoda por su propio movimiento.

Así que él se mantuvo quieto, observando con curiosidad como ella iba desarrollando la situación y disfrutando de las extrañas sensaciones que le provocaba.

—¿Por fin vas a decirme tu nombre?—preguntó interesado y ligeramente ansioso por conocer el nombre de la bonita chica.

A lo que Neferet rodó los ojos y negó, sin perder su actitud juguetona.

—Aún no—bufó en respuesta encogiéndose de hombros—. Pero podemos hacer una clase de intercambio—insinuó, ganándose rápidamente una mirada cargada de interés por parte del chico, lo que provocó que ella embozara una sonrisa divertida al notarlo.

—¿Qué clase de intercambio? —quiso saber observando como ella, nuevamente, jugueteaba con el colgante de su cuello.

Estaba tan cerca que con el mínimo movimiento de su parte podría tocarla, no obstante, él siguió sin mover un músculo con miedo a que, si él llegara apenas a rozarla, se retirara de forma inmediata. Cosa que no quería.

—Me han hablado muy bien del pueblo cercano y aún no he tenido la oportunidad de visitarlo...—expuso con pena fingida y haciendo su mejor cara de animalito abandonado—. Si tu fueras un chico amable y caballeroso dispuesto a darle un recorrido por el pueblo a una bonita chica como yo... estaría dispuesta a decirte mi nombre sin ningún problema.

El pelirrojo frunció el ceño confundido, pero claramente divertido ante las palabras de la castaña, quien lo observaba expectante. Sabía que estaba jugando y él, por primera vez, estaba dispuesto a seguirle el juego; dejándose caer en sus encantos.

Neferet lo notó, supo que ya lo tenía al ver cómo sus ojos tenían ese brillo particular y sonrió con los labios sellados, encantada. Sabía que no se negaría y, si lo hacía, encontraría la manera de persuadirlo pues, a ella le hacía ilusión visitar Hogsmeade y no regresaría a su colegio sin haberlo hecho. El sitio se le hacía interesante, su hermano le había hablado mucho sobre él, sobre los establecimientos y lo pintoresco que podía llegar a ser en algunas épocas del año, también había comentado lo bien que se lo pasaba con sus amigos siempre que iba. Sin embargo, aunque Kilian había insistido ese día en que le acompañara, no quiso hacerlo porque Nathaniel estaba entre su grupo de amigos y si iba, se arruinaría su plan de evitarlo todo lo posible.

Además, Charlie sería una excelente compañía.

—Dicen que es un lugar muy bonito...—continuó ella al notar que el pelirrojo aún no decía nada—y que hay sitios interesantes a los que ir—a Neferet se le hizo difícil no tener pensamientos inapropiados ante la idea de pasar el rato a solas con aquel guapo pelirrojo—, aunque no más interesante que un campamento improvisado de Dragones, pero creo que valdría la pena visitarlo.

El chico alzó una de sus cejas y con una gran sonrisa preguntó:—¿Estás invitándome a una cita?

La castaña se mordió el labio inferior, evitando rodar los ojos ante la vista de la bonita y estúpida sonrisa del chico; que lo único que hacía era volverlo más atractivo ante sus ojos.

—Probablemente...—tanteó con picardía—. Míralo como quieras—le restó importancia elevando apenas sus hombros y sonriendo con cierto toque de malicia—. Puede ser lo que tú quieras... mientras aceptes mi propuesta.

—¿Segura? —el quiso corroborar y esta vez ella no se contuvo, rodó los ojos pero asintió de todos modos—. ¿Quieres tener una cita conmigo?

—Bueno, tu no estas tan mal— Charlie se rió ante la naturalidad con la que hablaba—. De hecho, eres muy guapo pero, como me sigas haciendo esas preguntas voy a arrepentirme.

El pelirrojo elevó sus manos en forma de paz riendo suavemente.

—Entonces acepto—dijo sin pensárselo tanto, es decir, ¿por qué tendría que pensárselo? le gustaba las sensaciones que aquella chica le provocaba cuando estaba cerca y no le molestaba acompañarla a Hogsmeade, al contrario, le encantaba la idea.

—¿A que esperamos entonces?

—¿Ahora?—frunció el ceño.

Neferet se encogió de hombros, despreocupada, y asintió.

—Yo no tengo nada que hacer—comentó y sus ojos recorrieron los alrededores antes de dejarlos puestos en él—. Y, como hasta ahora he visto que nadie ha venido a buscarte, debo suponer que tú tampoco tienes nada que hacer.

Ella tenía razón, en todo el tiempo que ha estado hablando con ella nadie ha ido a buscarle, ni siquiera Bastian (quien claramente se enfadaría con él por estar perdiendo el tiempo con esa niñita, como él le había llamado). Aquello era bueno, pues significaba que no estaban teniendo ningun problema con los dragones, sin embargo, el sabía que en cualquier momento las cosas se podían torcer y los necesitarían a todos para poder controlar cualquier situación que se presentara. Pero el no queria perderse aquella oportunidad (sabía que no la volvería a tener), asi que se lo pensó unos segundos y luego sonrió, como si se hubiera ganado un premio.

—Dame un segundo.

Ni siquiera esperó una respuesta, se movió rápidamente y, con la misma agilidad que antes, volvió a cruzar la valla comenzando a trotar en dirección a las tiendas del campamento en donde Neferet le perdió de vista después de unos segundos.

Al momento de quedarse sola, la muchacha pensó que había sido mala idea lo de ir con Charlie, no porque no quisiera (porque ella claramente ansiaba ir), sino porque sabía que allí lo más probable era que se encontrara con su hermano y sus amigos, incluso con sus propias amigas. El primero sería el mayor de sus problemas si llegaba a verla junto a un traidor a la sangre; se enfadaría con ella y armaría un gran revuelo debido a su actitud inapropiada para una señorita, por salir con un chico que no era su prometido y, sobre todo por incumplir las normas de sus padres y juntarses con las escoria (como sus progenitores le llamaban), sabía que Kilian incluso podría contárselo a sus padres, sin importarle las consecuencias que a ella le traerían. Los segundos no serían gran problema, ni siquiera Nathaniel lo sería, ya que a ellos (a pesar de ser amigos de su hermano), no se metian en su vida. Las terceras, sin embargo, armarian un revuelo aun mayor que el de su hermano, con el fin de conocer todos los detalles y lo que se proponía con aquel pelirrojo. Cosa que era obvio, pues lo que ella buscaba era distracción.

Pero definitivamente no le importaba y si aquello le traía problemas con sus padres, al menos se aseguraría de disfrutar al máximo.

—¿Nos vamos?

Ella sonrió ladina y asintió, comenzando a caminar a la par del muchacho, dispuesta a disfrutar lo que restaba del día.















***














Era extraño. Neferet no podía explicar exactamente cómo se sentía en ese momento, es decir, había salido con varios chicos otras veces pero ninguno de ellos había despertado esos sentimientos tan ajenos e impropios en ella. Ella solo disfrutaba del placer que ellos podían proporcionarle, que en algunos casos era nulo, se había involucrado con más de uno, llegando incluso a tener relaciones largas con ellos (la cual se basaba solo en mantener relaciones sexuales), pero nunca había llegado a sentir nada más por ellos. Entonces, ¿que le estaba ocurriendo? No lo comprendía, lo único que sabía era que Charlie la hacía sentir bien, cómoda y, extrañamente, feliz. Era muy extraño.

Aunque no lo quisiera admitir, había sido genial pasar la tarde con el pelirrojo. Él, aunque ella se había mostrado bastante seria e imperturbable la mayoría del tiempo, no había dejado de sonreír en ningún momento mientras le daba un recorrido por el pequeño pueblo. Le había mostrado las diferentes tiendas del lugar, habían entrado a Zonko (solo por curiosidad de parte de ella) para ver los distintos y variados artículos que allí vendían, pasaron de largo por la tienda de té de Madame Tudipié (porque a ninguno de los dos le hacía gracia el sitio), contemplaron a lo lejos La casa de los gritos (con Charlie explicándole la procedencia de su nombre) y terminaron en Las tres escobas, donde ambos se habían entretenido descubriendo cosas sobre el otro.

No podía evitar actuar con naturalidad al estar con Charlie, con las demás personas e incluso con su hermano, tenía que contenerse, pero él tenía algo... ¡Demonios! No lo comprendía y eso la estaba volviendo loca. Quería convencerse a sí misma que lo único que él le provocaba era interés y atracción...sexual, sin embargo, lo que sentía eran tan parecido a cuando estaba con su hermano...

¡No! Mierda, ella lo único que tenía que recordar en esos momentos era que las emociones y los sentimientos te convierten en alguien débil.

Y ella no era débil.

Pero sin quererlo, estaba cayendo. Porque los sentimientos sí eran importantes y nadie puede simplemente privarse de sentir.

—¿Así que, ademas de los dos gemelos cotillas, tienes cuatro hermanos más?—preguntó ella, queriendo evitar el lío que comenzaba a formarse en su cabeza.

Ambos se encontraban caminando de regreso al colegio, caminando con tranquilidad por el sendero totalmente solos. Parecía que todos los estudiantes ya habían regresado pues, en lo que llevaban de camino, no se habían cruzado con ninguno, exceptuando a uno que otro habitante del pueblo que les había saludado amablemente.

Ellos apenas habían notado que ya empezaba a oscurecer, el cielo se había llenado de nubes y probablemente en cualquier momento comenzaría a llover, sin embargo, ninguno pareció prestarle especial atención a aquel hecho.

—Sí, somos una familia numerosa—en ningún momento pareció avergonzado al hablar de su familia, al contrario, hablaba con total orgullo y Neferet no pudo evitar sentirse curiosa—. Mi hermano mayor, Bill, trabaja como rompemaldiciones en Egipto...

—Veo que lo de los trabajos peligrosos es de familia.

El pelirrojo se rió.

—Lo que Bill y yo tenemos en común es que no nos dejamos llevar por lo que digan... los demás—por lo que diga mi madre, quiso decir, pero simplemente se encogió de hombros. Eso era algo que ella no tenía porqué saber—. Decidimos hacer lo que a nosotros nos gusta, aunque sea arriesgado.

Escuchar aquello fue como una puñalada para ella y sintió envidia, porque, a pesar de todo lo que ella intentara, sabía que nunca podría hacer algo como eso. No podía elegir lo que ella quería; con quien estar, ni a lo que dedicarse una vez terminar la escuela y eran cosas deberían ser el sueño de cualquier chica, sin embargo, a ella nunca se le permitió soñar. ¿Por qué? Era simple, lo tenía todo. O eso era lo que su madre le recordaba todo el tiempo.

Elizabeth había dicho que una chica siempre sueña con su boda perfecta, con el novio perfecto y la vida perfecta, Neferet tendría todo aquello; esa boda escandalosamente lujosa que cualquiera querría, al guapo Nathaniel Nott como su novio y una vida de desgracia, llena de infelicidad y arrepentimiento por delante. No podía desear nada más porque, además, tendría una cantidad absurda de dinero con la que intentaría llenar el vacío que aquella vida miserable le dejaría y ella simplemente no lo quería. 

Odiaba la idea de casarse, odiaba tener que atarse a alguien por el resto de su vida y odiaba querer algo con tanto fervor y no tener la valentía suficiente de obtenerlo.

—Sus profesiones son muy interesantes—admitió con sinceridad—, peligrosas, pero interesantes.

—Aceptamos los riesgos—dijo el pelirrojo con una sonrisa de orgullo antes de aclararse la garganta y proseguir—. En fin, mi hermano Percy (que es el que sigue después de mi) trabaja en el ministerio, creo que es el único que tiene un trabajo del que mi madre no puede quejarse—comentó encogiéndose de hombros, restándole importancia y rodando los ojos mientras soltaba esas palabras—. Luego están los gemelos, que ya los conoces, Ronald y mi hermana menor, Ginevra.

—Debe ser duro para tu hermana ser la única chica entre ustedes—señaló.

—Hay ocasiones en las que se le es difícil, pero sabe cómo sobrellevarlo y nuestra madre siempre está de su lado—río —. Así que ella lo disfruta demasiado algunas veces—. Charlie notó que la castaña estaba particularmente callada para ese momento, parecía perdida en sus pensamientos, con su habitual ceño fruncido y una mueca en sus labios—. ¿Qué me dices tú de tu familia?

En aquel momento, el estruendo de un relámpago hizo que ambos se sobresaltaran y que instintivamente ambos dirigieran su mirada al cielo. Neferet, a pesar de que no era gran fan de los rayos o relampagos, agradeció a la tormenta que avecinaba porque aquel agradable tiempo compartido con Charlie no tenía porque estropearse hablando sobre su familia

—Ese será tema para otro día —bufó con suavidad, esquivando el tema con rapidez—. Creo que será mejor que volvamos—dijo observando claramente que en cualquier momento el agua se desbordaría sobre ellos—. Lloverá en cualquier momento.

—Tienes razón—asintió el pelirrojo apartando la vista del cielo y centrándose en la chica—. Pero aún no puedes irte.

El ceño de la Avery se frunció mostrando su confusión.

—¿Por qué no?

Charlie río de algo que al parecer solo él entendía.

—Aún no me has dicho tu nombre—. La mente de la muchacha pareció conectar nuevamente, lo había olvidado, embozó una sonrisa burlona y se dirigió al pelirrojo.

—Adiós, Charlie.










































después de mil años vuelo a decir: ¡HOLA! volví xd

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