VII

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

No pensé que moriría al cogerla. Esto no está bien. Me siento enferma. No está bien. Mi vestido ondeando en la brisa nocturna se me hace extrañamente hipnótico. Me deja somnolienta. No hay forma de poner esto en palabras. Una realidad improcesable que se te enquista en la garganta. Las voces han vuelto a su ululato coreado por los grillos y la corriente. A unos cuantos metros un perro devora los restos de un ciervito con hojas. Esto no puede estar pasando. Pensé que podrías ayudarme más. Nunca creí que te apagaras al cogerte. Mi mente no puede asimilar lo que están viendo mis ojos. Dime algo, por favor. Si pudiera cerrar los ojos por más de un minuto dormiría durante días. No puedo dormir. Estos gritos no cesan. Mañana volveré a las cuevas, tal vez pueda llegar al otro lado de las montañas. O simplemente... dormir.

"El cerdo ha salvado más vidas que las vacunas." - dijo una voz que me arrancó de mi sopor -. "Pero claro...aquí no hay cerdos. Tenemos los sotocorzos pero no son lo mismo. He probado a hacer chorizo con ellos pero nada bueno. Y la carne que tienen en los jamones no da para medio bocado." Era un hombre mayor, de aspecto austero y desarrapado. Tenía un ojo vago y la barba blanca a parchetones en las mejillas. "Yo antes criaba cerdos. Vamos, me dedicaba a ello. Había buen dinero y era un gusto verlos vivir a cuerpo de rey hasta que les tocaba." "Usted tampoco es de aquí" articulé a decir. "Hombre, hija. Aquí no hay humano autóctono. Aunque a muchos se les olvidé de dónde vienen. ¿Tú que tal la cabeza? No te había visto antes." Tardé un momento en responder. Todo esto me sobrepasaba. El vestido ondeando me daba paz. "No lo sé" - solté casi en un suspiro -. "No estoy bien. No entiendo nada. Todo me indica que me estoy volviendo loca. Sería fácil no lucharlo pero realmente no soy capaz de desdeñar esta realidad ¿tiene sentido?" "Pues diría que sí. Todo esto es bien raro. Pero no te estás volviendo loca. Échale cuenta a la razón. Ya verás. ¿La memoria bien?" "Si, creo que sí. No puedo dejar de pensar en Celia." "Cuéntame ¿Cómo es Celia?" "Celia es mi pareja" "Si, si, muy bien, pero ¿Cómo es?" "Pues es... es maravillosa" tardé unos instantes en darme cuenta de que había roto a llorar. "Seguro que lo es" - me dijo con una calidez que me sobrecogió -. "Y seguro que es preciosa. Dime ¿Qué cosas le gustan?" Me paralicé. No sabía que responder y eso me asustó. El hombre se agachó y me cogió con ternura la mano. En ese instante pude ver a Celia, sentada en nuestro sofá, con su bata de pelitos rosa. "Le gusta hacer manualidades. Cositas lindas pero prácticas. Una vez me hizo un cenicero que era un cerdito. El cenicerdo lo llamamos." "Eso me gusta" - dijo con una sonrisa -. "También le gustan las novelas victorianas. Sobre todo si son malas y pastelosas y con algo de sexo." "Eso ya lo entiendo menos pero ¿ves? aférrate a eso; aférrate a Celia." No podía dejar de sollozar. No podía comprender como no había sido consciente de lo mucho que la echaba de menos. Como si un dique acabara de reventar en mi memoria. Le apreté con fuerza la mano. "...Y dime ¿Cuál es tu nombre?" "Hyra" - le contesté -. "Extraño nombre. No lo olvidaré." Sonrió y me devolvió el apretón. "Yo soy Antonio. Encantado de conocerte." Se me escapó una risita, aliviando un poco mi llanto. "Igualmente" - le respondí -. "¿Tienes hambre?" - me dijo incorporándose -. "Mucha" - respondí, aun con mi risa nerviosa -. "Muy bien. Ahora te preparo alguna cosita. Primero vamos a hacer un fueguito que te vas a quedar arrecida." "Gracias. De verdad."


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro