CAPÍTULO 10 - Sin memoria

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Sentía un dolor punzante y fuerte por toda mi columna vertebral hasta llegar a mi cuello, uno que sentía como si fuera de hielo, completamente rígido y duro. Rodé a un lado para tener una posición mas cómoda, pero el dolor atacó de nuevo y abrí los ojos.

Estaba en mi habitación y palpé sin pensar donde me dolía, esperando notar algo raro, pero la suave piel estaba como siempre.

No sé porque tenía la necesidad de tocarme la garganta, era una extraña sensación que atacaba mi mente, aunque no podía adivinar qué era.

No recordaba mucho de la fiesta de ayer, solo recuerdos vagos de haber hablado con Honor después de que bebiéramos mucho. Creo que ya me había perdonado, no estaba del todo segura. A Dwight trayéndome en su coche, yo vomitando afuera de este después de llegar, algo muy, muy vergonzoso, pero él también me había influenciado que tomara hasta quedar atontada. Luego a Rachel furiosa dándome una reprimenda por llegar en ese estado y preguntándome algo sobre el sexo. Dwight llevándome en brazos hasta mi cuarto con expresión seria después de pedir disculpas a mi hermana. Él arropándome en mi cama antes de susurrar: Lo siento Scar, para luego irse.

Después de eso caí en un profundo sueño, sin embargo tenía la sensación de olvidar algo, lo más importante. Pero por más que me esforzara, no conseguía nada, debía de ser por el estúpido alcohol.

Me levanté con un profundo dolor de cabeza y una profunda sed, causada por la resaca; fui al baño para mojarme la cara, miré mi reflejo en el espejo y gemí.
La chica frente a mí, tenía unas grandes ojeras, su rostro estaba mas pálido de lo normal, labios agrietados, cabello enmarañado y una ligera, pero visible línea de saliva reseca haciendo una línea diagonal por su mejilla derecha. Si no fuera yo, diría que está enferma gravemente de gripe o algo peor. Me veía realmente mal así que decidí darme una buena ducha matutina de agua fría, bueno no era tan matutina dado que de acuerdo con mi reloj de pared, eran las doce del día.

Me sentía un poco mejor ya aseada y me observé nuevamente en el espejo, mientras inconscientemente mi mano viajaba hacia mi cuello buscando algo, no tenía ninguna marca en él, pero de todas maneras una incomodidad en la boca de el estomago me llenaba diciéndome que algo andaba mal, que había peligro. La resaca debía de estar poniéndome paranoica.

Bajé con desgana hasta la cocina para hacerme un café cargado. Rachel entró segundos después, ni si quiera la miré, ya sabía lo que se avecinaba...

—¿Ahora me explicarás por qué llegaste así anoche?, porque la historia de tu “amigo” no me dejó muy convencida —espetó haciendo comillas con sus dedos—. Ah, y me explicarás la ausencia de tu virginidad —ordenó.

—No hables tan alto —me quejé mientras me servía en una taza.

—Oh sí, eso te ganas por venir de esa forma, me prometiste que todo saldría bien. Siempre he creído que eres alguien madura y no como los demás adolescentes —soltó molesta, yo cerré los ojos mientras le daba un largo sorbo a mi café sin endulzar—. No hagas que te pierda la confianza.

—Escucha Rachel, aprecio de verdad que confíes en mí y, tal vez te suene un poco mal agradecido de mi parte, pero te pido que lo sigas haciendo — Funcionó, porque pude ver como sus hombros se relajaban considerablemente—. En cuanto a mi estado de ayer, pues... se me salió de control, lo siento, no ocurrirá de muevo —prometí y torció la boca.

—Claro que no ocurrirá de nuevo, porque no dejaré que vayas a otra fiesta.

—No es como que me quedaran ganas de hacerlo —murmuré y era cierto, trataría de evitar ese tipo de reuniones, no me había quedado un bonito recuerdo.

—Bien, solo dime una cosa, ¿tomaste otra cosa que no fuera alcohol? Cómo... ¿drogas? —preguntó indecisa y comencé a reír.

—Oye tal vez me veas borracha y con resaca, pero drogada es algo que nunca llegarás a ver en mí —aseguré y se tranquilizó.

—Más te vale —advirtió—. Dejando a un lado el tema de tu estado y la broma de mal gusto, ese chico Dweight no me dio buena espina.

—Es Dwight —corregí ignorando el comentario. No quería hablar de él, más porque le daba la razón, de hecho ningún Wellyntong lograba obtener mi confianza entera.

—De acuerdo, como sea… ¿acaso te gusta? —cuestionó de pronto y casi escupí el café.

—Claro que no —dije algo demasiado rápido por lo que no me creyó del todo, pero dio fin a la conversación. Él no me gustaba, no podía gustarme, además desde que me había despertado hoy, cada vez que lo recordaba, sentía unos inexplicables escalofríos recorrer toda mi espalda y no era algo agradable exactamente.

Cuando el lunes llegó ya me sentía mejor, y aunque esa incomodidad no se iba, decidí ignorarla por el momento.

Bajé para desayunar algo, pero Rachel me sorprendió con un pequeño pastel de chocolate en sus manos con una vela negra encendida.

—¡Feliz cumpleaños! —exclamó alegre, y fruncí el ceño confundida antes de recordar que hoy cumplía diecisiete.

—Gracias —murmuré tomando el mini pastel para después darle una gran mordida—, esto está muy bueno, pero no era necesario, ni siquiera lo...

—No me digas que lo olvidaste de nuevo —se quejó molesta—. Por dios Scarlette, es tu cumpleaños, deberías estar feliz —dijo con desaprobación al ver mi cara no tan —para nada— contenta.

—Claro, voy a festejar que me vuelvo feliz más vieja —bromeé con sarcasmo.

—Da igual, es tu cumpleaños quieras o no, ¿Qué tienes planeado hacer hoy? —quiso saber  y me encogí de hombros; la verdad no era muy dada a celebrar mi cumpleaños, menos desde la muerte de mis padres.

—No lo sé, tal vez tumbarme en el sofá con frituras mientras veo una película.

—Que cumpleaños más deprimente —soltó y le di una sonrisa de lado.

—Sí, pero es mío y puedo hacer lo que se me venga en gana.

—¿Qué tal si vamos al cine y luego a cenar? —propuso y enarqué una ceja.

—¿No sales tarde del trabajo?

—El fin de semana vamos —explicó y asentí de acuerdo.

—Bien, mientras tanto, tal vez haga lo que te dije —mascullé antes de  llevarme el pastel a mi habitación.

Hice la rutina matutina de siempre, pero cuando iba saliendo lista para irme, frené en seco al ver un BMW convertible negro estacionado en la acera de enfrente. Dwight bajó su ventanilla y me dio una sonrisa, pero había algo en ella que no había tenido antes, fue entonces que me di cuenta que era fingida, porque la comisuras de sus labios estaban rígidas y tal vez demasiado estiradas, sus ojos se veían mas cansados y había oscuridad y remordimiento en ellos.

—¿Qué haces aquí? —pregunté seca cuando estuve frente a él.

—Vine por ti, ¿no es obvio? —respondió alzando sus dos cejas.

—El que haya ido contigo a una fiesta, no significa que ahora tenga que ir en tu coche a la escuela todos los días.

—Bueno hay que probar solo por hoy, ¿te parece?

—¿Tengo opción?

—En realidad sí. O es eso o te escolto por atrás.

Bufé con fastidio pero entré dejando mi bolso sobre mis piernas.

—¿Cómo amaneciste? —inquirió tal vez con demasiado interés, y desvié la vista hacia la ventanilla.

—Pues me he sentido extraña desde la fiesta —confesé antes de mirarlo y pude darme cuenta como se tensaban sus hombros. Parecía culpable pero ¿de qué?

—Pues es obvio, dado que te pusiste toda salvaje —bromeó apretando los labios.

—Fue tu culpa, a cada minuto me pasabas un vaso con cerveza —repliqué golpeándole el brazo no demasiado fuerte como me hubiera gustado.

—Había que quitarte lo amargado —comentó antes de arrancar y dirigirse hacia la escuela.

—¿Y tus hermanos? —pregunté un momento después, eso lo puso serio de nuevo.

—Gregory no irá y Balthazar se quedará con él para vigilar que no se meta en problemas —contestó. Por lo visto Balthazar era el más responsable y serio de los tres.

—¿Y tú sí decidiste ir?

—Necesitaba ver como estabas, después de haberte dejado en tu casa me quedé inquieto. ¿Tu hermana no te castigó o sí?

—No realmente —susurré cuando acomodó el coche en un lugar libre del estacionamiento.

Bajé de su auto y él estuvo a mi lado en un segundo. Pude sentir algunas miradas clavadas en nosotros dos, pero las ignoré fácilmente.

Cuando llegué, Honor nos observaba con el ceño fruncido y sonreí en saludo.

—¿Y Gregory? —soltó en cuanto llegamos, yo rodé los ojos internamente, aunque cuando la escuché preguntando por él pude sentir ese sentimiento en el estomago de incomodidad y desconfianza.

Al menos no había mencionado nada de mi cumpleaños, no quería que Dwight se enterara de eso.

—No, y tal vez no venga en toda la semana —anunció y yo me sentí aliviada, sin embargo pude ver que los ojos de mi amiga se apagaron con decepción.

—¿Por qué? —preguntó ella y Dwight desvió la vista.

—Tiene algunos asuntos que arreglar, pero será mejor te mantengas alejada de él —advirtió con voz dura antes de entrar y dejarnos solas.

—No quiero que te molestes conmigo, pero… creo que tiene razón —concordé sin poder evitarlo.

—Lo dices porque ya tienes al chico —se quejó molesta y la miré sorprendida —, no finjas, él te gusta —acusó.

—¿Te pusiste de acuerdo con Rachel para decirme eso?

—Solo digo lo que veo.

—Escucha... —hablé para seguir discutiendo pero el timbre de clases me calló.

Ambas caminamos hacia los casilleros pero cuando abrí el mío, había una caja, un poco grande envuelta en papel de regalo, metida dentro y llenando todo el espacio.

—¿Pero qué… —comencé a preguntar pero Honor que estaba detrás mío chilló:
—¡Feliz Cumpleaños! —Antes de abalanzarse sobre mí y abrazarme por la espalda.

Yo solo me reí. Sempre se ponía más loca con mis cumpleaños que yo.

—Ábrelo —pidió eufórica cuando me soltó. Me fijé que varios alumnos se nos quedaban mirando extrañados cuando pasaban por nuestro lado. Odiaba que se enteraran.

—Lo podría abrir después —sugerí y negó.

—Ábrelo ahora —ordenó.

—Sí mamá —resoplé, pero obedecí.

No entendí muy bien lo que era, aunque sonreí cuando saqué una chaqueta de cuero negra parecida a la que ya tenía. La otra ya estaba muy vieja, aún así la amaba también.

—Gracias, me encanta —murmuré sincera regresando la chaqueta a su caja y  la metí dentro del locker de nuevo. Para entonces ya no había ningún estudiante en el pasillo. Llegaríamos tarde, mierda que no me importaba. Y al parecer a ella tampoco.

El resto de día pasó aburrido, sin contar  que Dwight no apareció en clase con Zuckerman. Me extrañó no verlo en ningún lado, como si hubiera venido y después hubiera decidido irse.

Pero a la hora del almuerzo, mientras estábamos comiendo afuera de la escuela, una llamada de Rachel me pareció inusual.
—Lamento molestarte, pero solo te aviso que llegaré tarde hoy —habló sin darme tiempo a saludar.

—¿Más tarde? —pregunté y escuché su resoplido.

—El trabajo se acumuló y tengo que terminarlo antes de mañana, así que no me esperes despierta —avisó pero ya no le puse mucha atención porque cuando volteé en dirección a Honor, ella ya no estaba. ¿Dónde se había metido tan rápido?

—Claro —susurré distraída antes de colgarle y acercarme solo para ver que había dejado sus galletas a medio comer, eso no era normal en ella, algo estaba pasando aquí.

—¿Honor? —la llamé andando mientras revisaba a ambos lados.

Estaba a punto de llamarla por octava vez pero enmudecí al ver a una figura entrando al bosque.

No distinguí de quién se podría tratar, solo que era un hombre.

Sin dudarlo corrí en su dirección.

—¡Honor! —exclamé esta vez más alto.

Caminé varios metros adentrándome más y por entre los árboles.

—Hola Scarlette, ¿me extrañaste? —preguntó una voz que ya conocía.

Giré y me alarmé al ver que tenía a mi amiga en su poder.

Tanteé la parte trasera de mis pantalones y me maldije por no estar armada. ¡Joder!

—No te asustes, solo quiero conversar.

—Bien, conversemos entonces —espeté tronándome los nudillos y me acerqué peligrosamente.

Pelear o perder. ¿Cuál era la opción más viable? No lo sabía, pero iba a descubrirlo.

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