CAPÍTULO 9 - Vampiros

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Cuando llegué a la escuela, Honor no me esperaba como siempre. Vaya, sí que estaba furiosa.

Entré y fui directo a su casillero. Debía arreglar este problema ya.

—Honor —hablé y sin embargo, no me hizo caso. Cerró dando un fuerte golpe antes de girarse e irse hacia el aula. Sí, sin duda era la típica ley de hielo.

Yo la detuve por el brazo e hice que diera la vuelta hacia mí.

—Sé que estás molesta conmigo y lo siento de verdad —dije mirándola fijo pero ella me observó achicando los ojos sin creerme.

—Lo estoy y no aceptaré tus disculpas hasta que me digas lo que ocultas. Cuando quieras hablar sobre eso, estaré esperando —contestó y sin más se fue hacia clases. Yo suspiré frustrada antes de seguirla.

No podía decírselo. Ella me pedía demasiado. Y si no me aceptaba de esta manera pues... no había nada que hacer por el momento.

Algo inusual que noté al entrar, fue la ausencia de Dwight y, cuando la jornada terminó, pude adivinar que ningún Wellyntong había asistido a clases.

Ese día no le vi nada de extraño, pero la semana siguió y ninguno fue en todo lo que quedó de ella. No me importó mucho, al contrario, me sentía aliviada por ese lado, porque por otro mi situación con Honor era la misma.

Por fin llegó el fin de semana, algo que me alegró. Pero cuando estaba dormida mi celular sonó despertándome. Gruñí y lo tomé con enojo. Digo, ¿uno no podía dormir en paz ni en sábado?

—¿Qué? —solté adormilada y poniéndome boca abajo.

—Siempre con tus dulces actitudes —comentó una voz varonil del otro lado, una que reconocí al instante.

—¿Dwight? ¿Cómo conseguiste mi numero? Sabes que te puedo demandar por acoso sexual —advertí sentándome lentamente y escuché su suave risa.

—Solo te puedo decir que amenacé a varias personas, en especial a Honor, hasta que me lo dio —contó y suspiré, claro, ella no me hablaba, pero si podía darle mi número a cualquier chico que se lo pidiera. Ridículo.

—Mas te vale llamarme para algo importante, porque me despertaste y eso me molesta siempre —me quejé.

—Tú siempre te molestas —observó y lancé un bufido.

—Bueno, dime ya, si no quieres que te cuelgue —advertí.

—Tranquila, solo te hablaba para avisarte que iré por ti a las siete —explicó.

—¿Venir por mí?

—Eres más despistada de lo que creía —dijo—, para ir a la fiesta, ¿recuerdas? —añadió y gemí internamente, lo había olvidado.

—Bien. Nos vemos —le colgué sin darle oportunidad de decir nada más.

Intenté dormirme de nuevo, pero gracias al estúpido de Dwight, el sueño se había esfumado.
Con un quejido me levanté de la cama y bajé a la cocina.

—Buenos días —saludó alegre Rachel mientras freía unos huevos.

—Hmm-mm —murmuré de mal humor mientras sacaba el cartón de leche y me servía en un vaso.

—Alguien no está de buenas —comentó mirándome y alzando una ceja. Yo solo puse los ojos en blanco, aunque de pronto recordé que no le había pedido permiso aún.

—Oye, te quería decir que hoy iré a una fiesta —solté con desgana.

—¿Con el permiso de quién?

—Con el mío —dije guiñándole un ojo y negó.

—Pídeme permiso bien y podrás ir.

—Bien, ¿me das permiso de ir? —pregunté y volvió a negar.

—No —soltó con una sonrisa, le hice una mueca.

—¡Ey! ¿por qué no? Vamos, déjame ir haré lo que me pidas.

—Bien, lavarás la ropa y los platos por todo un mes.

Fruncí el ceño y entonces me pregunté si lo valía. Pero Honor con ese chico no me daba buena espina así que acepte el trato.

—Pero te quiero aquí antes de media noche —añadió y asentí.

—No planeaba quedarme mucho tiempo —dije, y era cierto.

Me puse a ver televisión con un tazón de frituras picantes —hacer eso era algo que me encantaba—, pero cuando llegaron las seis, me tuve que ir a arreglar de mala gana. No sabía que ponerme, así que al final me decidí por unos vaqueros de mezclilla, una blusa de encaje rojo y unas botas rojas con un tacón no muy alto. Opté por dejarme el cabello suelto.

Sentí ganas de llevarme armas pero dudaba que algo malo ocurriera. Así que me guardé solo un cuchillo, más por costumbre de cargar algo filoso.

Un claxon sonó en la calle. Miré el reloj, eran exactamente las siete, bueno, al menos era puntual.

Bajé las escaleras lista para irme.

—No me dijiste que irías con alguien —la voz de Rachel me detuvo y se acercó a mí con el ceño fruncido.

—No creí que fuera necesario —mascullé

—Es muy atractivo, ¿es tu novio? —preguntó acusatoria y negué rápidamente.

—Solo un… amigo. Si tuviera novio ya lo sabrías —contesté, decidiendo que amigo se escuchaba mejor que conocido.

—Bueno, ten cuidado con él, no quieres que te dé la charla, ¿verdad? —insinuó y arrugué la nariz.

—Sé perfectamente lo que es el sexo —solté. Ella me miró con los ojos abiertos de par en par.

—No me digas que tú ya… —dijo un poco asustada y levanté las manos.

—Alto, no se dicen las cosas privadas —repliqué.

—¡Scarlette Bloodwod, dime con quién te has acostado! —gritó indignada.

—No lo haré y no puedes obligarme —me burlé antes de correr a la puerta y cerrársela en la cara.

Sí, tal vez no fuese virgen y claro que sabía que Rachel eso no le agradaba precisamente, aunque tampoco podía mentirle.
Fue en una época en la que un chico me había gustado de verdad —por suerte, no enamorado—. En una fiesta, me emborraché, él se aprovechó y... no hay que ser idiota para adivinar lo demás. De ahí mi aversión a los hombres.
Y para mi desgracia, no volví a ver a Adam después, desapareció... maldito cobarde.

—¡Scarlette!

Me apresuré a ir al coche negro que me esperaba y antes de que llegara, Dwight se bajó y me abrió la puerta.

—Que caballero —comenté con sarcasmo, él solo sonrió antes de cerrarla y caminó rápido hacia la suya.

—Te ves… muy bien —halagó cuando estuvo adentro mientras me miraba de arriba abajo. Él también se veía bien, chaqueta negra, vaqueros y botas café oscuro, pero era algo que no se lo diría.

—Sí, bueno solo te advierto que si intentas algún movimiento esta noche, te arrepentirás —avisé y se rió antes de arrancar el coche.

—Ya veremos —susurró en tono divertido mientras manejaba hacia la casa de Sábana.

El viaje fue en un silencio cómodo, uno que ninguno de los dos rompió hasta que llegamos a una enorme casa, con varios coches estacionados afuera y varias luces fluorescentes salían de esta.

Dwight estacionó lo más alejado que pudo y me bajé antes de que me abriera la puerta.

Hasta acá se podía escuchar los gritos de quienes se divertían adentro.

Comencé a caminar hacia la casa, con esperanza de poder encontrar a Honor lo más pronto posible.

Dwight me alcanzó mientras buscaba algo con la mirada.

—¿Honor ya está aquí? —pregunté.

—Es lo que busco, el auto de Gregory, pero al parecer aún no han llegado.

—¿Balthazar vendrá? —quise saber.

—No tolera mucho este tipo de lugares —explicó y asentí, ya éramos dos.

Cuando llegamos a la entrada de la casa él posó una mano en mi espalda y estuve a punto de sacudírmela, pero al entrar, inconscientemente me acerqué más a él.

Adentro era muy amplio, pero no lo suficiente para albergar a tantas personas. Muchos adolescentes estaban en el interior bailando pegados unos a otros, moviéndose como si tuvieran un ataque de asma.

Puse los ojos en blanco al ver a una chica meneándole el trasero a uno que bailaba contra ella. ¿Por qué no se iban a un cuarto de una vez?
Aunque frené en seco al darme cuenta de que esa chica, era Honor.

—¿Qué ocurre? —preguntó Dwight al ver que me había detenido. Fui incapaz de responder cuando vi que Gregory le daba la vuelta y la besaba apasionadamente en los labios para después arrastrarla fuera del gentío.

Me apresuré a seguirlos empujando a cualquiera que se atravesara en mi camino, salí al aire libre donde estaba una gran piscina con varios chicos borrachos en ella, pero no vi ni rastro de mi amiga.

Suspiré frustrada y di media vuelta para volver pero me encontré con Dwight.

—¿Estás bien? —cuestionó agarrándome del brazo.

—Vi a Honor —expliqué y luego fruncí el ceño—, que por cierto tu hermano no se veía nada inocente. Te juro que si le hace daño... —avisé y negó.

—Honor es lo suficiente mayorcita para saber con quien acostarse, ¿no crees?

—Lo es, pero es débil mentalmente. Cuando tú hermano se canse de jugar con ella, me llevara semanas ayudarla y consolarla —mascullé cruzándome de brazos.

—Solo te digo lo que veo. Además, Gregory también sabe que le patearías el trasero, así que no te preocupes. No es tan idiota —aseguró.

Suspiré y no dije nada más, sentía que algo estaba mal, pero tal vez solo eran imaginaciones mías. O eso deseaba.

—¿Quieres bailar? —ofreció.

—No me agrada mucho bailar —dije y puso los ojos en blanco.

—A ti no te agrada nada, Scar —se quejó. Ya me estaba acostumbrando a que me llamara así—. ¿O será que te da vergüenza porque bailas pésimo? —añadió sonriente y bufé molesta.

—Bailo mejor de lo que lo haces tú, seguramente —protesté.

—Demuéstramelo entonces —pidió y lancé una risa seca.

—Mala táctica. Así no persuadirás a nadie.

—Vaya, que poco colaborativa —gimió

—Es lo que hay. Tómalo o déjalo —le reté.

—Coopera conmigo por favor. ¿No deberías ser como una adolescente normal y querer salir y bailar?

—Y tú, ¿no deberías ser un caballero y entender el significado de la palabra no? —me defendí y suspiró derrotado.

—¿Quieres salir a tomar aire?

—No.

—¿Quieres salir y hacer nada? —intentó de nuevo.

—No te darás por vencido, ¿verdad? —inquirí irritada y curvó sus labios—. Bien, vamos —cedí al fin y pude ver alivio en su rostro.

Me alegré en mi mente. Era lo que quería lograr, desanimar para que me dejaran tranquila.

Caminé para alejarme de todo el bullicio y saqué un cigarrillo de mi bolsillo. De verdad que me estaba estresando no ver señales de Honor.

—Perfecto, ¿me compartes? —la voz de Dwight sonó a mis espaldas.

—¿Qué no deberías haber buscado a una chica cooperativa? —solté frustrada queriendo que me dejara sola.

—Oh, ya entiendo... —murmuró y lo miré fijo—. Querías que me alejara de ti. Pero eres mi pareja esta noche y aunque no lo creas me estoy divirtiendo.

—Mientes —afirmé y sacudió la cabeza.

—De verdad Scar. Eres... diferente y me gusta.

—Entonces tú eres un raro.

—Quizá —concordó y sin querer hice una leve sonrisa que se esfumó al instante.

—Oye, ¿serías tan amable de traerme algo para beber?

—Si sabes que aquí no será agua precisamente, ¿cierto?

—Lo sé —contesté y con eso se fue.

Respiré profundo varias veces y observé el comienzo del bosque que quedaba a unos diez metros de la casa. Sin pensarlo me adentré entre los árboles, tenía la intuición de que había algo.

Cuando estuve frente a una distancia lejana, miré hacia atrás. No se veía ni rastro de Dwight así que continué. Tal vez de esa manera me dejara en paz.

Caminé por algunos minutos sin rumbo fijo, no sabía que estaba buscando exactamente pero algo me decía que tenía que seguir adelante.

A lo lejos pude escuchar la risa de una chica y anduve más rápido hacia ella. Me sonaba familiar.

Cuando estuve más cerca, la reconocí como si fuese la mía propia.

Honor.

De seguro se estaban dando el lote, algo que no me apetecía ver, pero tampoco era el lugar adecuado para eso. Por lo que me armé de valor para ir a reprenderlos.

Los vi, por entre las ramas de unos árboles que ocultaban mi rostro, ella estaba recargada en un tronco mientras le rodeaba el cuello a Gregory. Se estaban besando y tocando como si se les fuera la vida en ello, como si sus manos no abarcaran lo suficiente. No era una bonita imagen para nada. De todos modos avancé, sin embargo, me detuve abruptamente cuando escuché que ella decía:—¿Gregory qué haces?

—Será divertido, tú solo déjate llevar —pidio él con suavidad.

Me quedé quieta, ¿acaso iba a violarla? Que ni se lo ocurriera...

De repente ella lanzó un grito aterrado y con eso salí corriendo hasta donde estaban ellos.

—¡Aléjate de ella! —grité furiosa.
Pero él no se giró al instante y vi confundida como Honor ya no luchaba, parecía más bien… anestesiada.
Él la soltó y ella cayó al suelo con un sonido sordo. Observé sorprendida la sangre en el cuello de mi amiga, pero me quedé helada cuando Gregory se giró lentamente hacia a mí, con los colmillos de fuera y llenos de sangre.

Un vampiro. Un maldito vampiro.

Retrocedí instintivamente y me maldije por no estar preparada.

Aunque... si él era un vampiro, eso significaba que los Wellyntong también. Estuve conviviendo con el ser que más odiaba sobre el planeta. Todo este tiempo habían mentido, lo peor es que no me di cuenta antes y eso encendió más mi furia.

—Vampiro —escupí con desprecio y él sonrió mientras se pasaba el dorso de su mano para limpiarse la sangre de su barbilla.

—¿Gregory que ocurre aquí? —preguntó Dwight apareciendo de entre los árboles y me alejé de él también.

—Solo tenía hambre, eso es todo —respondió indiferente y apreté la mandíbula. No podía luchar contra dos vampiros y un solo cuchillo, tenía todas las de perder. Me matarían en seguida.

—¡Este no es lugar para eso! —exclamó furioso antes de volverse a mí—. ¿Scarlette te encuentras bien?

—Aléjate de mí —espeté y su mirada se endureció. No sabían que era cazadora y ese era un punto a mi favor. No podían enterarse si quería salir con vida y salvar a Honor también, así que me tragué todas las amenazas que lichaban por salir.

—¡¿Qué le hiciste a Honor?! —chillé fingiendo.

—Ella estará bien, no recordará nada al despertar —contó Gregory y era cierto, si recibías la mordida de un vampiro, ellos podían borrarte la memoria de ese suceso—. Yo creo que lo mejor será que Scarlette tampoco recuerde —añadió acercándose a mí, pero Dwight se puso en su camino con una velocidad increíble y lo detuvo.

—No la toques —advirtió y su hermano rió.

—Si lo quieres hacer tú, no hay problema, yo ya me alimenté, pero date prisa —ordenó y Dwight cerrando los puños se giró lentamente para enfrentarme.

—Lamento esto Scar, pero tiene razón —habló con voz inexpresiva, aunque podía ver que lo hacía contra su voluntad.

Entonces supe que estaba perdida…

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