CAPÍTULO 23 - Búsqueda

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Narrador omnisciente

Rachel se encontraba preocupada después de la charla que había tenido con esa chica Danny. Lo peor fue cuando se enteró que su descuidada e imprudente hermana había ido por ella.

Solo rogaba con que Danny cumpliera su palabra y no las echara de cabeza.

De repente alguien llegó a su celda y se giró esperando ver a la chica de pelo rizado, pero se sorprendió al ver al joven de cabello castaño oscuro, ojos cafés y piel blanca del otro lado abriendo el candado, Arthur. Se le veía agitado.

—Vamos —le apremió y ella frunció el ceño sin entender—, voy a sacarte de aquí —explicó.

—Pe...pero, ¿por qué? —soltó y él se acercó hasta ella para tomarla del brazo, no podían desperdiciar tiempo.

—Escuché la conversación tuya y de mi sobrina porque estuve espiándolas —confesó y Rachel se maldijo, ahora él buscaría a Scarlette para matarla—. No les haré daño ni a ti ni a tu hermana lo juro, pero tienes que venir conmigo ya —añadió y Rachel no supo de dónde había salido esa confianza porque terminó siguiéndolo por detrás. Solo quería salir de allí y si la mataban en el intento pues ya no perdía mucho.

Llegaron a varios pasillos oscuros, Arthur corría mientras abría puertas hasta que llegaron a unas escaleras que ascendían y él subió primero haciéndole señas de que esperara.
Cuando llegó hasta arriba había dos de sus compañeros y amigos, pero no titubeó y noqueó a ambos en unos segundos antes de  regresar por ella y siguieron corriendo pero Rachel cada vez se hacía más lenta. Estaba muy débil y pedir que corriera era demasiado, Arthur se dio cuenta, así que se volvió y la tomó en brazos, a pesar de las réplicas de la chica él no la soltó.

Llegaron a un enorme estacionamiento y se subieron a una camioneta perteneciente a la organización no sin antes quitarle el chip rastreador que ocultaban en la llanta delantera derecha.

Salió manejando moderadamente saludando al guardia de entrada como si nada pasara mientras que Rachel se escondía en lo asientos de atrás.

Cuando estuvieron en la carretera, él se alejó conduciendo por un largo rato hasta dirigirse a una calle solitaria y poco concurrida para después detenerse frente a una pequeña casa.

—¿Vives aquí? —preguntó Rachel y Arthur negó antes de bajar para abrirle la puerta y con pasos inseguros caminó hacia la puerta de madera.

Arthur tocó antes de que una chica de ojos verdes y pelo castaño claro abriera mirándolos confusa.

—Necesito un favor —anunció él y la chica sin decir nada los dejó pasar observando curiosa el aspecto de Rachel.

—¿Qué está pasando? —exigió saber cruzándose de brazos.

—Ella estaba como prisionera en el Consejo, yo simplemente la saqué y necesito que la ocultes aquí por algunos días —contó Arthur y ella los miró sorprendida.

—No lo puedo creer, rompiste las reglas de tu padre, ¿sabes lo que te hará cuándo se entere? —insinuó y Arthur se encogió de hombros.

—Ella es inocente no se merece estar ahí —se excusó y la chica suspiró mirando a Rachel que estaba de pie mirándolos pérdida.

—Bien, primero creo que tú querrás asearte, así que ven conmigo- le indicó y Rachel la siguió por detrás, no sabía si confiar en ella pero en cuanto mencionó lo de "asearte" no replicó.
La casa era pequeña pero acogedora y se veía que esa chica vivía sola, ella le dio un cambio de ropa limpia junto con una toalla—. Por cierto, mi nombre es Emma —dijo antes de dejarla en el baño para que tomara una ducha. Rachel casi lanzó un gran suspiro cuando el agua caliente dio en su espalda.

—Ahora explícame bien porqué estás haciendo algo tan.... descabellado, tú no eres así —bufó Emma mirando a Arthur. Ellos se habían conocido al ir juntos a la escuela para cazadores y se habían vuelto mejores amigos con el tiempo, incluso llegaron a salir pero no funcionó, sin embargo Emma había dejado de trabajar para el Círculo una vez que conoció bien al padre de Arthur.

—No lo sé —dijo frustrado pasándose una mano por su melena castaña—. Solo sé que no puedo dejarla ahí, ¿me ayudarás con esto?Por favor Emma, eres en la única en que confío —suplicó y ella suspiró dándose por vencida.

—De acuerdo, pero solo por unos días —aceptó y él respiró aliviado, de pronto Rachel salió del baño y se dirigió hasta donde estaban ellos. Ahora limpia, Arthur podía observar detenidamente su rostro, uno muy lindo claro estaba. Su cabello húmedo caía libremente sobre la blusa blanca que Emma le había dado junto con unos vaqueros de mezclilla.

—Gracias —mencionó Rachel a los dos, pero no obtuvo respuesta ya que Emma miraba a Arthur y él la miraba a ella.

Entonces Emma pudo atinar a adivinar que Arthur no sentía lástima ni remordimiento y que por eso había decidido salvarla, no, era algo más fuerte.

Y estaba segura de que eso no le ayudaría en nada a él.

*     *     *

(Scarlette)

Me encontraba bebiendo café para calmarme sin embargo eso no servía, necesitaba un cigarrillo. Lo necesitaba y no me importaba que pareciera una adicta.

—Hey, no te preguntaré qué tal estás porque puedo verlo —dijo Gregory entrando en la cocina y yendo a la nevera para sacar una bolsa de sangre.

—Guarda eso —lo regañé en voz baja cuando estuve a su lado y se la arrebaté metiéndola de nuevo—. Danny sigue aquí —añadí ya que ella no sabía nada del otro asunto. El más importante.

—Pero tengo sed —se quejó como niño pequeño, y solo rodé los ojos negando.

—Tendrás que aguantar por un rato más —comenté y bufó exasperado mientras salía y le seguí. Ya me imaginaba lo que diría.

—¿No tienes casa, rizada? —preguntó él corriéndola, ella ni se inmutó solo decidió mirar al techo ignorándolo.

Después de hablar, Dwight se había ido al Consejo para juntarse allá con Balthazar y Alec.
August tampoco había llegado aún pero para mí era un alivio que así fuera, de todos modos Dwight dijo que le llamaría para que no llegara mientras Danny estuviera aquí.
—Basta Gregory. —Le asesiné con la mirada.
Le había ofrecido a ella quedarse un rato más para que me confesara cosas sobre de la desaparición de Rachel y fracasé, solo sabía que había muerto—. No seas mal anfitrión —le reprendí y él me lanzó una mirada asesina.

—¡Bah! —gimió mientras se sentaba a su lado a lo que ella se removió incómoda y se levantó.

—Eres molesto —espetó y él sonrió por primera vez.

—Bueno linda... —empezó y colmó mi paciencia.

—¿De verdad comenzarás a pelear en estos momentos? —pregunté incrédula y enojada antes de irme a mi habitación para alejarme de todos. Necesitaba una siesta, luego me encargaría de planear mi venganza, empezando por Deverus. O por quien se me cruzara en el camino primero.

Alguien llamó a la puerta y enterré mi cara en la almohada.

—Adelante —me rendí a la quinta tocada  y Danny entró con una sonrisa tímida.

—Oye lamento lo de ese chico, es que me saca de quicio —se disculpó mientras se sentaba en la cama.

—Esta bien supongo, ...es ...solo no sé, no estoy de ánimo para nada en estos momentos Danny —admití.

—Perder a alguien nunca es fácil —dijo tratando de consolarme.

—No, ni te lo puedes imaginar —susurré con voz apagada.

—Escucha Scarlette yo no te conozco del todo, pero se ve sé lo suficiente como para adivinar que quieres venganza.

—¿Y qué si eso es lo que quiero? —repliqué y negó—. Se lo merecen todos esos bastardos del Círculo.

—La venganza, de esa forma en la que la ira te ciega, nunca es buena, debes saberlo. Así tendrás las de perder...

—Lo dices porque no acabas de perder a una hermana y tu única familia —repliqué levantándome indignada.

—Solo te digo las cosas como las veo. Te matarán sin dudarlo.

—Pues ya seremos dos y será mejor que den pelea, sino sería aburrido —hablé molesta antes de suspirar—. Mira Danny, aprecio lo que has hecho por mí, pero esto es algo que decidiré yo misma... Ya no te metas —corté irritada por su raro sermón.

—Bueno, solo avísame lo que decidas, tal vez pueda ayudarte —pidió y asentí.

—Lo haré —acepté y se puso de pie caminando a la puerta.

—Te veré luego —se despidió antes de salir.

Yo me tumbé de nuevo pensando en sus palabras y sacudí la cabeza. No importaba lo que hiciera o lo que me costaría pero me las cobraría todas, en especial la muerte de Rachel, porque esto no lo dejaría pasar jamás. Me importaba un carajo todo eso sobre que yo moriría en el intento, mejor si era así, me llevaría al menos a alguno de ellos conmigo.

Con muerte me lastimaron pues con la misma muerte me vengaría.

Y nada de lo que me dijeran me haría cambiar de opinión.

*     *     *

Abrí los ojos de golpe y me senté con rapidez sintiendo como un sudor frío me cubría la frente, había tenido la misma pesadilla sobre Rachel y la vampiresa de cabello negro con el vestido escarlata.

No sabía como eso se me metía en la cabeza pero algo me decía que esa chupasangre existía.

Bajé las escaleras después de haberme duchado y cambiado, todos los Wellyntong se encontraban charlando en voz baja y se callaron en cuánto llegué.

—August, necesito las direcciones de todos los lugares en dónde los clanes se ocultan —pedí, ignorando su extraño comportamiento—. ¿Y Alec?

—Sigue durmiendo, pero ¿para qué quieres eso? —contestó.

—Comenzaré una búsqueda para encontrar a mi madre —expliqué, ya había decidido que eso sería lo primero que debía hacer.

—De acuerdo, Patrick... me dio una lista, te la entregaré  —accedió antes de irse a buscar para después regresar con una hoja.

—Lamento lo de tu amigo —dije tomándola y sonrió triste.

—Y yo lo de tu hermana.

—Gracias. Por cierto, ¿cómo murió Patrick?

—Causa natural, ataque al corazón, aunque tengo mis sospechas. De hecho yo comenzaré con una investigación porque su muerte fue muy extraña —musitó pensativo.

—Suerte con eso —susurré y me volví a Dwight que no había dicho nada—. ¿Vienes? —pregunté y frunció el ceño.

—¿Saldrás ahora en la noche? —dijo irritado y preocupado.

—Mientras más pronto mejor, pero si no quieres nadie te obliga —hablé indiferente antes de salir guardándome la hoja en la chaqueta.

—¡Hey espera! —me gritó alcanzándome dos calles después en el Volvo, yo resoplé pero me subí.

—Lo siento es que todo esto me tiene agotado —murmuró y asentí sin decir nada, de pronto él me tomó de la mano con cautela, esperando a que yo lo apartara, pero no lo hice y no sabía porqué—, todo acabará bien la encontraremos —aseguró y solté una risa amarga.

—Lo dudo eso de que todo saldrá perfecto, pero... si tu no te vas... al menos tendré un consuelo —susurré en voz baja y sin pensarlo le di un apretón que lo hizo sonreír y sin más arrancó el coche para dirigirnos al primer lugar de la lista.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro