Capítulo 14: Malas compañías

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CAPITULO 14

Malas compañías

CLARK

Clark salía pletórico del despacho de Perry. Había leído su artículo sobre la fraudulenta adjudicación de unos terrenos, que en principio estaban destinados a albergar edificios de alquiler social. Era uno de los distritos más vulnerables y necesitados de Metropolis y a casi nadie le importaba qué sería de esas familias a las que se les había prometido una casa a bajo coste, pero a Clark sí.

A él le importaba.

Toda la investigación apuntaba a la organización criminal Intergang.

Las últimas tres semanas de trabajo del reportero habían dado sus frutos y White decidió publicarlo en el suplemento del domingo. El más vendido de la semana.

La sonrisa de Kent era triunfal.

Se sentía bien consigo mismo. Su labor como periodista era reconocida y sus superpoderes y origen extraterrestre no tenían nada que ver.

Volvía a ser Clark Kent, el reportero. Hacía mucho que no era sólo Clark. Hacía mucho, demasiado, que no se sentía simplemente ... humano.

Era una extraña pero reconfortante sensación de pertenencia.

Además, la noche anterior la había pasado con Bruce. Habían hecho el amor en aquella discoteca. Un ligero rubor tornó sus mejillas rosadas. Se sintió un poco abochornado al recordar lo ocurrido, pero claro, ayer no lo pensó tan fríamente como ahora.

De hecho ayer no pensaba en nada.

No con Bruce gimiendo de placer sobre el lóbulo de su oreja.

Sólo se dejó llevar.

Las imágenes se agolparon en su mente y su entrepierna se hizo eco de una ardiente picazón.

Le vino a la mente la fea mordida que le dejó en el hombro y solo eso hizo que superara el momento lujurioso.  Debía disculparse con él.

Estaba harto de disculparse. Estaba harto de tener razones para hacerlo.

¿Se habría enfadado por eso?

Quizás no había sido el mejor momento para llevarle a Bat, pero ¿Qué podía hacer? El morwing se estaba agobiando en la nave y más valía tenerlo contento.

- Tssst , Smallville - Lo llamó Lane desde su mesa.

Clark se dirigió hasta ell, con una sonrisa plantada en el rostro. Seguía escuchando los comentarios de algunas féminas de la redacción que hacían alusión a su condición sexual pero no iba a dejar que eso lo irritara. 

¿Por qué les interesaba tanto si era gay, hetero o lo que fuera que fuese?

Lois dio un sorbo a su azúcar con café y le señaló con el dedo la primera página del diario Gotham Gazette. Perry se revolvería en su silla si se enteraba que una de sus reporteras estrellas había comprado el material de la competencia, así que lo medio escondía entre sus otros papeles.

La sonrisa de Clark se esfumó al instante.

¿Qué?

Prácticamente arrancó de los dedos de Lois aquellas páginas impresas y empezó a pasarlas más rápido de lo que ningún humano sería capaz de hacer. 

Lois se preocupó cuando todos los papeles que tenía en la mesa salieron volando como si se hubiera abierto una ventana en un día de tormenta.

- No te preocupes, en ninguna se te ve la cara – Le dijo su amiga. Dejó el vaso vacío sobre la mesa – Pero a Wayne sí se le reconoce perfectamente.

- Gran Rao ¡Bruce me va a matar!

Las fotos estaban algo borrosas y oscuras. Él salía de espaldas en todas y aprisionado con sus brazos, tenía a Bruce Wayne contra la pared de la dichosa discoteca.

La cara del excéntrico multimillonario era del más puro placer. Clark lo observó con más detenimiento reviviendo aquel momento carnal y casi notó cómo la sonrisa volvía a sus labios.

¿Tan malo sería que supieran que salían juntos?

Pero la realidad no tardó en golpearle, aunque realmente fue un codazo de la reportera lo que le pegó en el brazo.

- Yo no le daría más importancia. Es otro escándalo en la extensísima carrera de Bruce Wayne.

A Lois no le faltaba razón, pero si ella había podido deducir que aquel hombre que salía de espaldas era él, quizás sus amigos de la Liga también habrían llegado a esa conclusión.

Bruce estaría enojado, por decirlo suavemente. Dio gracias porque la kriptonita no le afectara como antes, o seguro que a estas alturas ya se la hubiera hecho tragar.

- Tengo que irme – Dijo el kriptoniano dándose la vuelta. Debía hablar con Bruce de inmediato.

- Espera Smallville ... tengo algo que decirte – La expresión de su amiga era de evidente preocupación.

Clark se detuvo

- ¿No puede esperar? - La periodista negó con la cabeza - Bien, dímelo.

- Aquí no – Cogió su chaqueta y su bolso y lo agarró de la mano, sacándolo de allí - Jimmy, vuelvo en diez minutos.


LOIS

Se sentaron en la cafetería que estaba justo delante del Planet. El café no era de los mejores, pero estaba cerca y Clark parecía tener prisa por irse.

Él ni siquiera había pedido nada y ella sólo removía la cuchara en el interior de su taza. Supuso que Clark podía escuchar su corazón palpitar con fuerza y su respiración entrecortada.

Estaba tan nerviosa que no sabía si le saldría la voz cuando al fin reuniera el valor para confesárselo.

"Debería haber pedido un descafeinado"

Posiblemente si el kriptoniano se esforzaba, podría sentir hasta la culpa corroyéndole las entrañas.

Le agradeció que esperara pacientemente hasta que estuvo preparada y que la telepatía no fuera uno de los superpoderes de su amigo.

- Clark, hay algo que debo decirte – Dejó la cuchara en paz y juntó sus manos tratando que el leve temblor de sus dedos pasara inadvertido – No te lo he dicho antes porque quería que tuvieras tiempo para adaptarte ... Parecías estar tan ... "perdido" ... cuando volviste, que no quise empeorar la situación.

Su amigo la miraba con atención, sin articular palabra. Sabía que fuera lo que fuese lo que quería decirle, era importante para ella.

- Quiero que sepas que mi intención fue explicártelo desde el principio y que ... ¡Joder! Qué difícil es esto ... - Desvió la mirada de la de Clark incapaz de aguantársela.

La elocuente periodista se quedaba sin argumentos ante un Clark perplejo que ya sabía que lo que estaba por escuchar no iba a ser bueno.

- Sabes que puedes contarme lo que sea – Dijo él sincero dándole ánimos para que continuara.

- Sí ... ya lo sé ... - Suspiró reuniendo valor - Yo me sentía muy sola cuando te fuiste y en cierta manera, de un modo algo enfermizo, él me recordaba a ti. Compartíamos tu secreto y eso lo hacía más fácil, aunque sabes que no lo soporto. Nunca lo he hecho – Clark fruncía el ceño sin entender nada pero no la interrumpió – Entonces él me salvó de unos maleantes y yo até cabos para saber su identidad ... y simplemente ... pasó ...

- No comprendo.

La reportera miró a su amigo ¡Lógico! No se entendía ni ella. Cogió aire y lanzó la noticia, clara y concisa, como solían ser los titulares de sus artículos.

- Me he acostado con Bruce Wayne ... o sea, con Batman.



El kriptoniano no expresó ningún sentimiento, tan solo se quedó paralizado ante ella. Estaba apoyado en el respaldo de su silla procesando lo que acababa de escuchar.

- Sólo fue una vez y hace más de un año. Desde entonces, apenas nos hemos vuelto a ver y siempre ha sido casual – Clark por favor, mírame – No significó nada. Sólo fue ...

Superman se levantó de la silla súbitamente y se quedó un segundo de pie ante ella.

- ¿Estás enfadado?

- Yo  ... Yo ...Te agradezco que me lo hayas dicho – Dijo antes de irse.

No mostró sorpresa, ni ira, ni compasión, ni nada.

Eso la asustó aún más que si hubiera incinerado todas las mesas del local con su visión calorífica.



SUPERMAN

Ya casi había anochecido cuando Superman sobrevoló la mansión a una distancia prudencial. Podía sentir todos los sistemas de defensa del murciélago apuntándole con sus misiles tierra-aire. Escuchaba el zumbido de los radares como si estuvieran dentro de su oído.

No los había desconectado.

Tampoco estaba en casa.

Quiso pensar que era esa la razón.

Se concentró para escuchar su corazón.

El latir de Bruce era fácil de rastrear. Pausado y rítmico, mucho menor que el de cualquier humano ordinario, por más entrenado y deportistas que fueran, nadie se comparaba con el lento vaivén que tantas veces había escuchado cuando descansaba su rostro sobre su pecho . Había escuchado ese latido tantas veces  que podría distinguirlo fácilmente de entre los millones de corazones que palpitaban en Gotham.

Era como una dulce melodía que podía reconocer por más ruido que hubiera en el exterior.

Lo localizó al Este de la ciudad, en una zona arbolada.

Un club de polo de los más elitistas de la ciudad.

Le sonreía a un chico moreno, de unos veinticinco años, muy alto y corpulento, de ojos azules, mientras le seguían un par de periodistas haciéndoles fotos.

Le estaba enseñando cómo se lanzaba con uno de los palos. Bruce estaba colocado detrás del joven, cogiéndole de las manos, a la vez que éste agarraba el palo con fuerza. Sin dejar espacio entre sus cuerpos.

Se reía, como hacía tiempo que no veía, mostrando su mejor sonrisa falsa y sus bellas palabras.

Miró hacia otro lado cerrando los puños con fuerza, frenando en seco en el aire.

¡Por el gran Rao! Aquel tipo incluso se parecía a él.

Sabía por qué lo hacía. Después de tantos años empezaba a discernir los engranajes de la perfecta maquinaria de pensar que era el mejor detective del mundo, pero aún así, verlo en esa actitud lo ponía furioso.

Para ser justos, ya estaba enfadado antes de llegar.

Trató de serenarse. Buscó el Sol, pero el anochecer se había apoderado del firmamento.

Sólo sexo.

"No significó nada" – Le había dicho Lois.

Nada.

Pero ¿Sería igual con él?

Quería pensar que no. Negó con la cabeza.

¿Qué tipo de relación tenían?

¿Había alguna relación?

¿Por qué con ella?

De entre todas las mujeres del planeta ¿Por qué con ella?

No es que tuviera sentimientos profundos hacia su compañera, pero ... era su amiga. Al menos así la consideraba. Se había sincerado con ella y ahora se sentía que le habían mentido a la cara.

Se sentía traicionado y encima le había explicado que lo hacía por su bien.

Se llevó una mano a la sien.

Era tan obvio el paralelismo con las propias mentiras que le había contado a ella durante años escondiéndole quién era realmente, que resultó abrumador.

"No puedes huir de tu pasado"

Las palabras del caballero oscuro de Gotham en la Atalaya se clavaron en el corazón de Kal-El como una daga de kriptonita en su corazón.

"No mereces estar aquí"

Quizás Bruce lo había perdonado ¿Pero Batman?

Debía tener las dos mitades o su relación se desmoronaría.

Pero ¿Qué demonios estaba pensando? Bruce y Batman eran la misma persona al igual que Clark Kent y Superman lo eran.

- Clark, sé que estás ahí – Escuchó con su superoído – Cámbiate y baja. Te lo explicaré.

Superman focalizó sus sentidos en Bruce. Había sacado el teléfono de su bolsillo y actuaba como si alguien estuviera al otro lado de la línea, mirando hacia el cielo. Alzaba la vista mientras agarraba las riendas de un  caballo negro de pelaje brillante, sobre una pradera de un césped brillante iluminado artificialmente.

- ¿Has visto la portada de La Gazeta de Gotham? – Le preguntó – Sabrás entonces por qué dejo que me hagan estas fotos - siguió hablando con el móvil en la mano.

- La he visto – Clark apareció entre los arbustos, vestido con unos vaqueros y su más que típica camisa de cuadros azules, con el pelo alborotado por el vuelo y sus gafas de pasta tapando su hermosa mirada.

El joven que Alfred había contratado lo miró de pies a cabeza preguntándose qué hacía ese tipo allí ¿Por qué habrían contratado a otro modelo?

- Sabrás que esto lo hago para preservar tu intimidad.

- ¿La mía o la tuya?

Bruce exhaló aire tratando de no empeorar un día que ya había empezado de la peor manera. Bajó del caballo.

- ¿Tanto te disgusta que sepan que follas conmigo? – Preguntó el kriptoniano, aún sabiendo las consecuencias.

- ¡Maldito seas Clark! No sé por qué tengo que darte ninguna explicación – Dijo dándole la espalda, intentando contener a su animal, agarrando fuertemente las riendas - Fuiste tú el que se puso como un macho Alfa en celo ayer.

Wayne le hizo un gesto a su mozo de cuadras para que llevara el  caballo a la cuadra y a los fotógrafos para que se alejaran.

Los equinos se habían puesto nerviosos ante la presencia del alienígena.

- ¿Así que ahora follamos? – Preguntó molesto Wayne – Yo creía que hacíamos el amor.

Clark se acercó a su amante.

- Yo también lo creía, pero empiezo a tener mis dudas.

- ¿Por qué estás enfadado? – Bruce abrió los brazos - Por estas fotos no es, así que ¿Por qué?

El modelo moreno que había contratado se acercó, dispuesto a ganarse los más de cinco mil dólares que le iban a pagar por dejarse hacer un par de fotos en actitud comprometida con Wayne.

- ¿Te está molestando, Bruce?

- Piérdete – Le dijeron al unísono ambos héroes, sin dignarse a mirarlo.

El kriptoniano encaró al murciélago.

- ¿Te avergüenzas de estar conmigo? – Preguntó.

- ¿Por qué dices eso? ¿Por las fotos? No, Clark. No me avergüenzo de ti, pero si quiero hacer público lo nuestro seré yo el que decida cuándo y cómo y no un paparazzi mal pagado.

Clark quería creer aquellas palabras.

- Lo nuestro ... - El kriptoniano repitió aquellas palabras– No es solo sexo ¿Verdad?

Bruce le miró sopesando las opciones, pero no tardó mucho en responder.

- No. No lo es – Hizo una pausa – Nunca lo ha sido.

El kriptoniano avanzó seguro hacia él, acortando la poca distancia que los separaba. Le cogió ambas manos y posó su frente sobre la de él.

- No podría soportar que me abandonaras, Bruce – Escondió su rostro sobre su hombro – Haría cualquier cosa por ti ... Cualquier cosa.

En ese instante, la señal murciélago se proyectó entre las nubes de Gotham.

- Tengo que irme – Dijo – Seguiremos esta conversación en mi mansión, cuando acabe con el trabajo – ¿Me oyes, Kent?

- Cuándo tú quieras ... Cuándo y como tú quieras – El semblante de Clark era serio. Preocupado.

- ¿No vas a disculparte por la mordida? – Le recriminó enarcando una ceja, tratando de cambiar de tema.

- Estoy harto de disculparme.



GORDON

Gordon lo guió hasta una fábrica de productos químicos donde acababa de producirse una explosión. El comisario siempre dejaba que Batman inspeccionara el lugar antes que llegaran los de la científica. Eso le había ganado más de una enemistad con el FBI, pero al policía le traía sin cuidado.

Confiaba en Batman, más que en cualquiera de sus agentes.

Con el tiempo esa confianza se había convertido en respeto, y el respeto, en amistad y compañerismo.



- Tienes diez minutos antes de que entren los chicos – Dijo Gordon.

Las lecturas eran claras: Nitrato de amonio y queroseno.

De nuevo.

Al igual que en la explosión de la graduación de Dick, al igual que en la documentación que "accidentalmente" leyó en el despacho de Harvey de otra fábrica propiedad de S.T.A.R LABS.

Demasiadas coincidencias.

Batman no creía en las coincidencias. Creía en el razonamiento, en la lógica, en las pruebas y en la investigación derivada de ésta.

- Cinco cadáveres, por la vestimenta, trabajadores de la empresa. Quedaron atrapados en la sala de tratado de residuos.

- Encerrados – Corrigió Batman – Asesinados. La puerta se atrancó desde fuera.

- ¿Alguna hipótesis? – Preguntó el comisionado tosiendo sonoramente. La investigación había llegado a un punto muerto y pensó que Batman arrojaría algo de luz.

- Cuando tenga algo firme, te lo haré saber, Jim – Dijo dirigiéndose hacia el borde del tejado.

- Te pasaré los archivos ...

- Ya los tengo.

- Claro ... no sé por qué me molest... - Pero Batman ya había desaparecido.

Gordon se pasó el pelo por la mano y sacó un cigarro de su bolsillo. Desde el divorcio de su mujer había vuelto a fumar. Trató de encenderlo en vano, pues la llama se apagaba una y otra vez.

"¿Es que nunca para de llover en esta maldita ciudad?"



DICK

Dick había dejado su moto aparcada a varias calles de la comisaría.

Entró por la gran escalinata de piedra resquebrajada y se avanzó a la pregunta del vagabundo.

- No. No tengo tabaco - ¿Es que no se iba nunca de ahí?

Se fue a poner su uniforme de agente de policía y bajó hacia los calabozos. Ese era su castigo desde que Todd se escapó, hacer un día tras otro de agente de custodia de los arrestados.

Cachearlos, hacer un recuento de los objetos que llevaban, tomarles las huellas y meterlos en la celda correspondiente. A partir de ahí, darles de comer cuando tocaba y ponerles en la radio el último partido de la NBA para que dejaran de pelearse entre ellos.

La declaración de la doctora del hospital había ayudado en la exclusión de responsabilidades de Dick, pero estaba en periodo de prácticas y eso lo ponía nervioso.

Estaba en la cuerda floja y lo sabía.

Si lo expedientaban o lo echaban del cuerpo, dependía del capitán y de si encontraban de nuevo a Todd.

¿Cómo se lo explicaría a Bruce?

Él no quería que fuera policía. De hecho habían tenido una fuerte discusión cuando le confesó que se había apuntado para las pruebas de selección y ahora ¿Esto?

Prefería no pensarlo demasiado.

Siempre tenía miedo de defraudarle, de no ser lo que se esperaba de él.

Pero ¿Qué esperaba Bruce de él?

¿Para qué lo había estado entrenando tan severamente durante tanto tiempo, si no era para algún día tener que utilizar todas esas habilidades?

Cuando tienes un padre multimillonario, inteligente, con un físico envidiable y que se convierte en el que mejor detective y/o superhéroe por las noches ... eso pasa.

Cuando tu padre es Batman ... todo resulta insultantemente complicado.

Al principio puede resultar divertido, pero no lo es.

Con el paso de los días, te das cuenta de que no lo es, y con el paso de los años, cuando llegas a la edad adulta, te das cuenta de las cosas que has tenido que sacrificar.

Es difícil hacer algo mejor que Bruce Wayne.

Es casi imposible salir de su sombra sin que ésta te consuma y acabe por apagarte.

Por eso se fue.

Aparte de por muchas otras cosas más.

Necesitaba poner distancia.

Ya estaba sumido en la rutina, mirando algunos archivos policiales sobre la última banda de matones de Gotham y su vecina Blüdhaven.

Varias explosiones en diferentes puntos de la ciudad llevaban al departamento de Policía de Gotham y de Blüdhaven de cabeza.

Ohhh, cómo echaba de menos la computadora de Bruce. Se preguntó si él ya sabría algo.

Seguro que sí.

Dos de sus compañeros tocaron al timbre de la puerta metálica de la entrada de detenidos, rompiendo su ensimismamiento.

Grayson miró por la cámara de seguridad antes de abrir ¡No podía creerlo!

- ¡Mira quién te traemos, novato! – Rieron los dos agentes veteranos – Tampoco ha sido tan difícil atraparlo. El muy idiota estaba a la vuelta de la comisaría.

Todd le buscó con la mirada y sus ojos agresivos le miraron sonriente al encontrarlo, ajeno a los comentarios de sus dos captores.

Grayson suspiró al ver al joven. En su interior pensó que aquel chico podría estar muerto, tirado bajo cualquier alcantarilla y el verlo allí, plantado ante él, le alegró la noche, aunque hizo todo lo posible para no mostrar ninguna emoción.

Eso lo había aprendido de Bruce.

- Entra ahí, despojo – Le ordenó al chico uno de los agentes, empujándolo por la espalda.

Todd le lanzó una mirada de desprecio a los oficiales y entró en la habitación donde realizaban el cacheo, seguido de Grayson. Éste se colocó detrás de él.

- ¿Vas a portarte bien esta vez? – Preguntó Dick antes de quitarle las esposas.

- No prometo nada agente – Le dijo mirándole de arriba abajo. Estaba sonriendo.

Grayson se incomodó.

Le quitó las esposas esperando un intento de huida que no se produjo.

- Me alegro que estés bien – Le dijo Grayson.

- Yo también me alegro que pienses que lo estoy – Sonrió lascivamente.

Ya atacaba de nuevo.

- Quítate las botas y la chaqueta.

Todd obedeció.

Lo hizo sin apartar la mirada del joven policía, ni un solo instante. Entreteniéndose con cada movimiento.

Dick carraspeó un poco sin poder evitarlo. Pensó en las cámaras de seguridad grabando y en sus dos compañeros que lo esperaban afuera, cumplimentando los documentos de la detención.

- Apoya las manos en la pared y separa las piernas – Ordenó Grayson tratando de parecer profesional.

El joven hizo lo que se le pidió, pero de manera excesivamente lenta. Con movimientos insinuantes, volteando su cara para no perderse la expresión de su carcelero. Se mordió sutilmente el labio inferior.

- Mira al frente – Le ordenó.

- Sus deseos son órdenes para mí, agente.

Grayson se armó de valor para acercarse a él y puso las manos sobre el hombro derecho, resiguiendo el brazo del joven hasta la muñeca. Después volvió al hombro y bajó por el costado hasta la cintura, palpando con sus guantes de latex, por encima de la tela ajustada que vestía el delincuente.

Sin duda aquel chico estaba en buena forma.

Era alto, fuerte, y su espalda era más ancha de lo que cabe esperar para un chico de su edad. Apenas tenía diecinueve años.

Sintió el estremecimiento en Todd y notó como éste echaba el cuello hacia atrás, disfrutando del contacto como si de una caricia erótica se tratara.

Hizo lo mismo con el otro lado, intentando obviar la reacción de Todd, suspirando sin desearlo, encima de la piel del chico.

Había cacheado a decenas de maleantes esas últimas semanas ¿Por qué esta vez era distinta? ¿Por qué se sentía así de alterado?

Colocó sus manos en la cadera derecha y bajó lentamente por la pierna, rozando el miembro de Todd con la mano izquierda. Deslizando lentamente la mano por la cara interna del muslo, palpando la carne a través del pantalón militar negro que llevaba puesto el chico.

Ya ni siquiera se trataba de un cacheo para encontrar armas u objetos peligrosos. Ahora solo quería acabar con aquello lo antes posible, aunque de una manera enfermiza, lo estaba disfrutando.

Sentía que el rubor había incendiado sus mejillas. Nunca le había excitado un hombre. Prácticamente estaban los dos jadeando.

Deseó que sus compañeros no se percataran de la erótica escena.

Cuando acabó su labor, se separó de aquel cuerpo endemoniado como si le quemara.

- Ya hemos terminado – Suspiró – Puedes ponerte las botas.

- No, novato – Le hablaba con voz grave y masculina. Todd se sentó en la silla de plástico que estaba en medio de la sala.

- Esto no ha hecho más que empezar - Sus ojos de diferente color se clavaban en los de él como si pertenecieran a una fiera salvaje – Tenemos que repetirlo en algún sitio ... con más privacidad – Dijo poniéndose de pie. Era algo más alto que Grayson y de más envergadura.

- Dame el dedo índice.

Todd alargó su mano con un gesto sinuoso y Dick no pudo evitar ver antiguas cicatrices a la altura de sus muñecas y antebrazo. Tomó uno de sus dedos para embadurnarlo con la tinta negra. Lo dejó caer sobre el papel blanco para que la huella dactilar quedara marcada.

Sintió como el menor le seguía mirando. Sintió la calidez de su cuerpo ante la incipiente proximidad. Sus mejillas casi se rozaban. Alzó sus ojos azules y se topó con los de él. Notó como entreabría los labios.

Unos labios carnosos ... apetecibles ... jugosos.

- ¿Cómo te llamas, novato? – Preguntó con voz seductora, susurrando las palabras.

Los otros dos agentes entraron en la habitación. Ambos jóvenes salieron de su ensoñación.

- Todd, firma la lectura de derechos – Le dijeron al chico.

El detenido firmó sin dejar de mirar al joven Grayson.

- Acompáñame – Le dijo Dick, haciendo que le siguiera hasta una pequeña celda que quedaba libre. Sentía su corazón palpitando como si tuviera una maldita banda de percusión dentro de su pecho. Sabía que le seguía escudriñando, como un depredador que calcula la mejor forma de atacar a su presa. No debía relajarse o podría saltarle encima y no sabía bien si sería para besarlo o para despedazarlo.

Todd entró en la celda y se echó sobre la cama de cemento armado. Cruzó sus manos detrás de la nuca y puso sus piernas una encima de otra buscando la comodidad que sólo adquieren los que han dormido en sitios peores.

- Me he dejado arrestar ¿Sabes? No quería que tuvieras problemas por mi pequeño numerito del hospital y aparte ... quería darte las gracias por lo que hiciste por mí.

Grayson no dijo nada. Cerró la celda, girando la llave dos veces.

Caminó por el pasillo hacia la salida para asegurarse que sus dos compañeros se habían marchado, reculó sobre sus pasos y se plantó ante la celda.

- Dick – No supo por qué se lo dijo – Me llamo Dick.

- Encantado, Dick – Se puso de pie y agarró los barrotes con sus dedos – Puedes llamarme Jay.

- ¿Dónde aprendiste a pelear así?

- En la calle, o aprendes rápido o mueres de prisa.

- Esos movimientos no se aprenden en la calle – Sentenció sin que pudiera engañarle.

- No tuve la suerte de tener un papá y una mamá que me pagaran las clases de defensa personal, como a ti – Sonrió fanfarrón.

- Mis padres murieron cuando tenía ocho años.

- Oh – Su semblante cambió – Lo siento ... Es solo que pareces alguien con familia, ya sabes, que no se ha criado en un orfanato.

- Me adoptaron.

- Tuviste mucha suerte, Dick – Le miró agarrándose aún más a los barrotes – Las familias solo adoptan bebés babosos que se cagan y mean en los pañales. Nadie quiere en casa a un pobre chico preadolescente traumatizado y sinceramente, hay casas en las que es mejor no entrar.

- ¿Traumatizado? - ¿Hablaba de él mismo? Era como mirarse a un espejo.

- Eso decía aquella doctora de Arkham ... la doctora Quinzel ... desde que puso en mi historial que padecía transtorno límite de la personalidad, no quisieron adoptarme más – Hizo una pausa – Debo agradecérselo algún día, aunque no pienso volver a ese sitio.

- La doctora Quinzel ya no trabaja en Arkham.

Todd sonrió

- ¿La conoces?

- No – Mintió - Todd Mañana declararas y con tu historial es posible que entres en Black Gate.

- ¿Te preocupas por mí, Dick? – Volvió a arremeter sugerentemente – Eres adorable – Jason vio al oficial desaparecer ante sus narices, pues los barrotes no le daban más ángulo de visión que lo que tenía justo delante - ¿Dick? ¿Dick?



CLARK

Clark estaba cansado.

Sabía que físicamente no era posible estarlo y menos en aquel planeta de Sol amarillo, pero mentalmente lo estaba.

Había sido un día muy largo.

Su trabajo en el Planet, la declaración de Lois, la discusión con Bruce ... El rescate de un barco pesquero que se había visto envuelto en una tormenta en la costa Oeste, el derrumbamiento de unos edificios en la India a causa del desbordamiento del Ganges ...

Demasiadas variables impredecibles para un chico de granja como él. Clark era un hombre sencillo. Le gustaban las cosas sencillas y la vida tranquila.

Suspiró al meter su llave en la cerradura de su casa, sintiendo el corazón de Jimmy en su interior.

Añoraba la privacidad de su hogar, pero no podía echar a su compañero. Después de todo, era su amigo, y no es que tuviera muchos.

- Hola Ck – Estaba mirando unas fotos sobre la mesa del comedor – Son de la feria del automóvil que se inaugura mañana ¿Cual te gusta más? Irá en la primera página de la sección de motor – Le mostró un par de fotos de dos autos que le recordaron a los que solía conducir Bruce.

- No entiendo de coches de lujo – Le contestó desganado – Voy a darme una ducha.

- Bien ¿Te espero para cenar? Sé que es casi de madrugada, pero tenía hambre y he pedido comida libanesa.

- No ... puede que tarde – Pretendía estar un largo rato bajo el agua fría, para ver si sus preocupaciones también resbalaban hasta la alcantarilla.

Dejó correr el agua y antes de que pudiera desvestirse escuchó un latido desagradablemente familiar.

Salió del baño como una exhalación, pero ya era tarde.

- ¡JIMMY, APÁRTATE!

La puerta de entrada de su apartamento se había hecho añicos y su compañero miraba estupefacto aquel ser de piel magenta, ojos amarillos y orejas puntiagudas. Vestía un traje negro y verde y  atravesaba los escombros de lo que antes había sido la puerta,  hablando en un idioma ininteligible para un humano.



CONTINUARÁ ...




Notas finales de la autora:

Este capítulo es un poco de impás, para ponernos en situación, pero ya les aviso que vienen curvas.

Se puede intuir con la presencia del linterna Verde irrumpiendo en el apartamento de Clark.

¿Creiais que me había olvidado de él?

No.

No me olvido de ninguno ... ya sé qué otros supervillanos tienen en mente y les tengo preparado algo muy especial.

Nada de lo que ha pasado hasta ahora es gratuito o fortuito, ya lo supondrán por mi forma de redactar.

PD: Muchas gracias a Lyra por sus correcciones y anotaciones. Sin ella, la calidad de este fic no sería la misma.

Arigatogozaimashita Lyra sama.


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