Capítulo 15: Fuera de control

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CAPÍTULO 15

Fuera de control


KAL-EL

Clark quiso salir volando al encuentro de Siniestro, quiso golpearle con su hipervelocidad, pero ver la cara de pánico de su amigo apoyado contra la pared de su propia casa, lo desconcentró.

Debía sacarlo de allí. Debía llevar la lucha a algún sitio lejos para que Jimmy no saliera herido.

El korugariano era un guerrero experto y entrenado. No desaprovechó la vacilación de Superman, apuntó hacia Jimmy y disparó el arma que tenía en la mano.

Kal-El corrió a interponerse entre el proyectil y su compañero y fuera lo que fuera lo que disparaba, impactó de lleno en el costado del kriptoniano.

Lanzó un alarido de dolor. Estaba claro que debía alejarse de aquella arma o podía pagarlo muy caro.

Cayó al suelo de rodillas, tocándose la herida con la mano, notando cómo la sangre caliente resbalaba por su camisa.

- ¡Clark! – Gritó Jimmy, viendo a su amigo herido.

- Vete ... márchate ... - Le dijo el kriptoniano poniéndose de pie.

Siniestro no daba tregua.

Le agarró por el cuello y apretó hasta levantarlo del suelo. El kriptoniano llevó las manos al brazo que lo aprisionaba intentando deshacer el agarre. Utilizó toda la fuerza de la que era capaz, pero estaba perdiendo mucha sangre.

- ¡Suéltalo! – Jimmy  golpeó al Linterna Verde con una silla de madera que se rompió en mil pedazos al chocar contra la espalda del enorme Corp. Siniestro lo miró con sus ojos amarillos de minúsculas pupilas negras. Vestía una túnica negra hasta los pies y poco se veía de su uniforme de policía estelar. Se asemejaba más a un espectro de la noche que venía a reclamar su venganza.

Sin articular una palabra y dándole la menor importancia, el Kurogariano asestó un tremendo golpe al humano. Jimmy salió despedido por la ventana atravesando el cristal y cayendo al vacío.

Clark apretó la mandíbula con fuerza, agarró uno de los dedos de Siniestro y se lo rompió. Al instante, éste abrió la mano dejándolo libre y el kriptoniano se apresuró a lanzarse tras su amigo.

A medio vuelo, se cambió el traje por el de Superman, activando el escudo de su pecho. Lo agarró en el aire a escasos centímetros del suelo.

- ¡Superman! – Chilló Jimmy desesperado – ¡Mi amigo está arriba, tienes que ayudarle!

Kal-El retomó el vuelo tras dejar a Jimmy a salvo y se dirigió hacia su apartamento, pero fue interceptado por Siniestro a mitad de camino, que empezó a golpearlo sin tregua.

Tenía que sacarlo de Metropolis. 

Superman consiguió llevar la pelea cientos de metros más arriba, hacia el despejado cielo nocturno.

Un puñetazo tras otro, una patada tras otra.

Ambos sangraban por la encarnizada pelea.

El kriptoniano le ganó la espalda, y le inmovilizó el brazo con una llave. El Linterna se revolvió como una anguila intentando soltarse. Clark no sabía cuánto más aguantaría y dio gracias al gran Rao porque la herida en su costado ya estaba cerrándose.

- *Voy a matarte (*Traducido del kurogariano) *Al fin tendré mi venganza – Dijo con dificultad.

- ¿Qué venganza? – Gritó Kal-El desesperado mientras apretaba más su brazo – ¡Yo nunca te he hecho nada!

- *Asesinásteis a mis padres – Siniestro sacó de nuevo el arma e intentó girar su brazo para apuntar a la cabeza de su oponente.

Kal–El se apartó en el último momento y el proyectil se perdió entre las nubes. Hizo más presión y sintió el hombro de Siniestro dislocarse y las fibras musculares romperse.

Se miraron a los ojos, como dos depredadores.

- ¡Yo ni siquiera había nacido cuando eso pasó! – Clark respiraba fatigado.

Siniestro era un ser extraordinario, fuerte, muy fuerte y su anillo le otorgaba el poder de su voluntad que en ese momento se centraba férreamente en asesinarle.

- *Lo llevas en la sangre, kriptoniano.

Con la fuerza de su anillo, se envolvió el brazo en una armadura verde que lo ayudaba a moverlo y golpeó con todas sus fuerzas a Kal-El.

Éste salió despedido cientos de metros en el aire y sorpresivamente fue emboscado por un segundo Lantern, Boodikka.

La hembra lo sujetaba con fuerza, desde la espalda, sabiendo que no debía interponerse en su mirada de rayos caloríficos. Siniestro aprovechó la ocasión para crear una lanza con el poder de su anillo. Tomó velocidad y la clavó en la herida del costado de Kal-El.

- ¡Agghhh! – Los ojos del kriptoniano se nublaron por el profundo dolor. Sintió la sangre derramarse a borbotones cuando Siniestro giró la lanza hacia a un lado y a otro, para ahondar más en la herida.

Rabia, furia e ira se apoderaron de su mente.

- ¡NO! – Gritó a los Lanterns, con sus ojos color carmesí - ¡PARA! - Kal-El agarraba la lanza con ambas manos tratando de detener la presión que ejercía siniestro contra su interior.

Pero el kurogariano seguía ahondndo en la herida mientras la Boodika golpeaba sus costillas con los puños envueltos en aquel destello verde que los protegía del cuerpo de acero del Kriptoniano.

- ¡PARA! – Volvió a gritar por última vez. Temía desmayarse y quedar a merced de los dos Linternas.

No hubo nada más.

Ni consciencia, ni pensamientos de culpa ... Nada ... A excepción del fragor de la batalla.

Tenía que concentrarse. No podía rendirse. Su vida estaba en peligro.

Imaginó por un leve instante que no se contenía. Imaginó que agarraba uno de los brazos de Boodikka y tiraba de él, hasta arrancárselo del cuerpo, desgarrando la carne y separándoselo del tronco.

Imaginó que la hembra entraría en shock al ver al kriptoniano sujetando su propio brazo ensangrentado. Visualizó en su mente la sangre púrpura resbalando por su piel violeta y su cara de pánico al verse mutilada. Cerraría los ojos dejándose llevar por el extremo sufrimiento y perdería la capacidad de vuelo antes de precipitarse al abismo de la gélida noche terrestre.

En ese momento, él aprovecharía para abrir fuego con sus ojos  desatando toda su furia sobre el rostro de la Lantern.

Las imágenes de la batalla eran como fogonazos de luz en la retina del kriptoniano.



Olió la carne quemada.

Imaginó el grito de Siniestro antes de ir a buscarla - *¡NOOO!

Sin embargo, en su mente, él mismo no se detendría. Se sentía totalmente desatado. Vencido a sus instintos más básicos.

Mortífero, poderoso y letal.

Intentó serenarse para alejar esas imágenes de su cabeza, pero su mente maquinaba a mil por hora, visualizando la mejor de manera de acabar el trabajo.

Debía calmarse.

Sopesando las diferentes estrategias que le conferirían una ventaja táctica.

No se rendiría.

La violencia de las imágenes, viéndose a sí mismo despedazando el cuerpo de los dos Lanterns mientras gritaba descontrolado, era aterradora.

Debía huir.

No podía seguir allí o todos aquellos pensamientos acabarían por convertirse en realidad.

Demasiado cruel.

Su conciencia tomó el rumbo de sus pensamientos y sintió que ya no lo sujetaban. Salió volando de allí a toda velocidad. Lo primero era ponerse a salvo. No descendió a la tierra hasta que estuvo seguro que no le seguían.

Su aterrizaje fue torpe y sus rodillas golpearon el suelo.

El dolor, curiosamente lo ayudaba a mantenerse despierto.

Se encontraba en un oscuro callejón del distrito de Suicide Slum.



Era noche cerrada. No había nadie allí.

Dio gracias a Rao por ello.

Trató de ponerse de pie, tambaleándose.

No estaba en condiciones de volar, tan siquiera podía caminar. Debía recobrar fuerzas. En unas cuantas horas estaría bien.

No sabía con qué le había disparado ni qué le habían clavado, pero sabía que sus heridas sanarían del todo cuando saliera el Sol.

Jimmy estaba bien y los Lanterns no lo seguían.

No escuchaba sus latidos alienígenas.

Puso sus manos sobre las rodillas para obligarse a mantenerse erguido. No podía quedarse ahí. Expuesto ante la gente.

Herido.

No se dejaría coger de nuevo.

No lo permitiría.

Se apoyó contra la pared y vio una cabina telefónica en la esquina. Una mujer de dudosa reputación estaba utilizando el teléfono.

Activó el mecanismo del escudo en su pecho, para no aparecer ante ella como el Superhéroe.  El traje se plegó sobre sí mismo, dejándolo desnudo, a excepción de la ropa interior. Le pediría utilizar el teléfono apelando a su buena voluntad.

No debía de tener muy buen aspecto, pues la prostituta huyó despavorida cuando lo vio aparecer.

Fue una reacción exagerada.

Clark observó sus manos llenas de sangre.

Un escalofrío recorrió todo su cuerpo cuando vio que su mano derecha se cerraba sobre un brazo inerte, cubierto de sangre.

Lanzó el miembro todo lo lejos que pudo de él y empezó a temblar.

- No ... no ... no – Se dijo a sí mismo.

Superman colgó el auricular del teléfono como pudo y las monedas cayeron en el cajetín.

Al tercer intento consiguió meter una de ellas por la ranura y escuchó que daba línea.

Marcó el número de Bruce y esperó ansiosamente a que descolgara.

No lo hizo.

Sonó el pitido del contestador.

- Bruce ... yo ... - Le costaba mantenerse despierto – Yo ... necesito ... ayuda ... Estoy en ... Lexington ... callejón ... por favor ... Bruce... Te necesito.

Dejó caer el teléfono cubierto con la sangre de sus manos y con la de la Lantern. Se adentró en el callejón sin salida arrastrando los pies. Abrumado por los hechos acontecidos.

Todo aquello ¿Había sucedido realmente?

Debía esconderse. Alejarse de cualquier humano. Abrió la tapa de uno de los grandes contenedores de basura situados en la salida trasera de un restaurante oriental.

Se metió dentro y se acurrucó, esperando la salida del Sol.



BRUCE

Batman descendió del Batmobil y se dirigió hasta el ordenador central de su cueva. Metió las muestras en el espacio dedicado para ello y esperó que los resultados arrojaran algo de luz a la investigación sobre las bombas en las fábricas y en la graduación de Dick.

Efectivamente, los componentes eran muy comunes, fáciles de encontrar. Lo que suponía que eran difíciles de rastrear pero las proporciones eran las mismas, así que podía decirse que el artífice también lo era.

¿Qué tenían en común aquellas fábricas con la ceremonia de final de curso de los cadetes de policía de Blüdhaven? O mejor dicho ¿Quién?

Eran las cinco y media de la mañana y Bruce empezaba a sentirse cansado.

Escuchó a Bat chasquear ¿Los dientes?

Aquella bestia ponía nerviosa a los murciélagos que se habían retirado a una zona menos accesible de la cueva. Pensó que debía agradecerle, pero hacía mucho que Bruce se había acostumbrado a aquellas pequeñas criaturas aladas y ahora las encontraba a faltar.

Debía llamar a Clark, aunque seguramente estaría dormido.

Debían hablar. Aclarar las cosas.

Miró su teléfono particular, el que llevaba cuando sólo era Bruce Wayne y vio una llamada perdida. Tenía un mensaje en el contestador "¿Quién diablos le dejaría un mensaje a las dos de la mañana?" Esperó pacientemente a que empezara la grabación.

"Bruce ... yo ... yo ... necesito ... ayuda ... - Prácticamente saltó sobre su Bat avión cuando oyó el tono de voz con el que dijo su nombre - Estoy en ... Lexington ... callejón ... por favor ... Bruce...."

Era la manera más rápida de viajar a Metrópolis. Poco le importaba que quedara poco para la salida del Sol, aunque raramente se dejara ver durante el día.

Al llegar a Lexington descendió por un cable hasta el suelo. Había seis callejones en aquella calle que empezaba a ser transitada por obreros del turno de mañana y taxistas en su mayoría.

La cara de incrédulos al ver a Batman caminando por Metropolis era digna de ser grabada. Algunos pensaban que sería algún perturbado disfrazado, otros se decían a sí mismos que sería un efecto secundario del estrés, o de dormir poco. Solo un adicto al crack que buscaba dinero en un bolso de mujer salió corriendo ante la presencia del caballero oscuro.

En el cuarto callejón que recorría vio la sangre púrpura sobre la acera que manchaba el asfalto. Los restos de carne y piel sobre el teléfono público. Siguió el rastro hasta un contenedor y abrió la tapa temeroso.

- ¡Clark!

Lo encontró semidesnudo, vistiendo solo la ropa interior y el escudo de la casa de El sobre su pecho. Tenía una fea herida en el costado cubierta de sangre seca y hematomas por casi todo el cuerpo. Saltó al interior apresuradamente, hundiendo sus pies entre la basura.

Por un momento, el tiempo se paró. No podía escuchar nada excepto su propia respiración entrecortada. Las imágenes de Superman medio muerto en aquel contenedor donde lo encontro hacía ya años abrumaron sus recuerdos.

El dolor punzante volvió a resquebrajar teníendo la absoluta certeza de que no podía pasar de nuevo por lo mismo. Esta vez, su alma dolorodida no podría soportar otra vez la pérdida de la otra mitad de su yo.

La convicción absoluta se abrió paso como una gran espada desgarrando carne en vez de muros contruidos a lo largo de los años, de las penas y del dolor. No volvería a dejarlo ir. No podía dejarlo ir.

- ¡Clark! – En un acto reflejo buscó el pulso en la yugular del kriptoniano. No sentía nada - ¡Clark! ... por favor, por favor, no me hagas esto otra vez ...

- Batman – Pronunció en voz baja – Estoy bien.

El kriptoniano se zafó con dificultad del abrazo del murciélago, sacando fuerzas de flaqueza. Llevó una de sus manos a la herida de su costado y agradeció que ya no sangrara, aunque le faltaba mucho para estar curada.

- Clark ¿Qué ha pasado? – Bruce estaba sumamente nervioso, preocupado y sus manos y voz temblaban.

- Nada – Se incorporó y se deslizó fuera del contenedor tambaleándose, picando de rodillas contra el suelo – Estoy bien – Se irguió con dificultad.

- ¡No! No estás bien - ¿Por qué se comportaba así el maldito kriptoniano? - ¿Quién te ha hecho esto?

- Nadie – Dijo apoyando su mano contra una de las paredes de ladrillo. Empezó a caminar en dirección a la calle principal.

- Pero ¿Qué estás haciendo? – Saltó para detenerse a su lado y lo empujó levemente. Lo justo para que el kriptoniano perdiera el equilibrio y cayera al suelo – Déjame que te mire esa herida.

Bruce estaba dispuesto a examinarlo aunque fuera a la fuerza, cuando observó que Clark se acurrucaba sobre sí mismo, abrazándose las rodillas con las manos, hundiendo la cara entre sus piernas.

Batman se puso de cuclillas y le tocó el hombro con la mano, para hacerle notar su presencia allí. Esperaba infundirle algo de tranquilidad aunque el miedo se adhería a la voz que salía de su garganta seca.

- Yo ...- Dijo el kriptoniano – Siempre quise llevar una vida normal – Su voz sonaba cada vez más quebrada – Nunca quise hacerle daño a nadie – Alzó la vista hacia Batman que se mantenía frente a él, con sus miradas a la misma altura. Las lágrimas empezaron a brotar de los ojos celestes– Yo ... sólo quería ser feliz ... contigo – Escondió el rostro entre sus manos – Pero no puedo luchar contra esto - susurró entre silenciosos sollozos mirándose las manos.

Batman le abrazó rápidamente.

Lo estrechó contra su cuerpo buscando el mayor contacto posible con su piel. Hundió sus dedos enguantados entre el cabello azabache de Clark.

- Lamento que te sientas así, Clark – Su abrazo se hizo más fuerte – De veras que lo lamento y sé que tengo mucha culpa de todo lo que te ha pasado - Se separó de él para que sus irises se encontraran – Te perdono – Hizo una pausa para acariciarle la mejilla rozando una de sus lágrimas – Te perdoné hace tiempo, pero mi orgullo no me permitió decírtelo – Volvió a abrazarlo tiernamente – No estás solo. Yo estoy contigo. Siempre estaré contigo.

La expresión de Kal-El era incierta.

No podía recriminarle nada. Llevaba tanto tiempo negándole sus propios sentimientos que había estado a punto de destrozar su relación con el kriptoniano antes de que pudieran darse la oportunidad de un nuevo comienzo.

Clark siempre tuvo razón desde el principio. Batman tenía miedo de salir herido, tenía miedo a amar de nuevo y de que volviera a romperle el corazón.

Había sido un cobarde.

Hasta tal punto había intentado hacérselo pagar que, herido como estaba, rehuía de su contacto. De su ayuda.

Había luchado con todo su ser para que esa dependencia que una vez tuvieron no volviera a repetirse, pero había fracasado.

Una hermosa derrota donde no hay vencedores, solo vencidos.

Aquel hombre entre sus brazos lo significaba todo para él.

- Tenemos que irnos de aquí. El Sol ya está saliendo – Pasó su mano por la cintura para cargar el cuerpo de Superman y lanzó su gancho – Te tengo - Activó el mecanismo que los llevó a los dos a la azotea de un edificio cercano.

Sentó a Kal-El sobre el piso y él mismo apoyó su espalda contra el pequeño muro de cemento que albergaba la caja de máquinas del ascensor. Abrió las piernas y atrajo el pesado cuerpo del kriptoniano hacia sí e hizo que recostara la espalda contra su pecho. Cruzó los dedos sobre su torso de acero asta que ambos quedaron tumbados, uno encima del otro.

- Esperaremos la salida del Sol.

Los primeros rayos no tardaron en llegar y sintió la calidez apoderándose de nuevo de la piel desnuda de Superman.

A través de la sangre seca observó cómo la herida de su costado se cerraba, al igual que el corte en su labio y los hematomas de su rostro desaparecían.

Nunca se cansaría de ver semejante milagro.

Esperó unos minutos hasta que el Sol prácticamente se tornó del rojo amanecer al amarillo más hiriente ante sus poco acostumbradas pupilas. Rebajó la intensidad de la luz de su máscara para no acabar cegado.

- ¿Estás mejor? – Preguntó el murciélago.

- Sí – Murmuró sin dejar de acariciar las manos de Bruce sobre su pecho.

- ¿Quién te ha hecho esto?

- Siniestro – Hizo una pausa - ¿Lo que dijiste allí abajo era verdad? – Giró el rostro para mirarlo

- Yo nunca bromeo.

El kriptoniano apretó sus manos de nuevo, cruzando intercaladamente sus dedos con los del murciélago.

- Clark ...

- ¿Qué?

- Me haces daño.

- Ohh – Soltó su agarre – Lo siento. Creo que ya estoy recuperado.

- ¿Con qué te hirieron? - Era increíble que hasta hacía unos poco minutos, el kriptoniano no parecía más que un moribundo herido, pálido y desorientado.

- Con un arma – Su semblante se ensombreció – No sé qué disparaba, nunca había visto una tecnología como esa.

- ¿De quién es la sangre púrpura? – El detective salía de su letargo- ¿De quién es el brazo amputado que estaba detrás del contenedor?

- Ellos me atacaron primero – Se alzó y se puso a la defensiva – Ellos irrumpieron en mi casa y me golpearon sin ningún motivo - Parecía fuera de sí.

- Lo sé, Clark – El murciélago también se levantó – Lo sé. Sé que tú no iniciaste esa pelea pero debemos pensar en las consecuencias de lo que ha pasado.

- Boodikka . El brazo es de Boodikka, una Lantern del sector 1414 – Se llevó una de sus manos a la frente, en un gesto claro de ansiedad.

Batman no quería preguntar, pero debía hacerlo. Debía sopesar todas las variantes posibles de lo que acababa de suceder y en qué medida podía o debía arreglarse.

- ¿Está muerta? - Se atrevió a preguntar al fin.

- *¡NO! – se apresuró a decir en kriptoniano – No ... no lo sé ... Todo está borroso en mi cabeza – Tengo que asegurarme que Jimmy está bien. Activó de nuevo su escudo y el traje de Superman volvió a cubrir su cuerpo por completo.

Inestable.

El cuerpo del murciélago se puso alerta. Clark parecía estar fuera de sí. Primero lo llamaba pidiendo ayuda, luego negaba que hubiera pasado nada y ahora prácticamente le decía que había asesinado a unos Linternas que para empezar, nunca deberían haber estado en el planeta.

No podía dejar que el kriptoniano se fuera en ese estado. Debía ganar tiempo, debía ...

- Déjame acompañarte - Sugirió. Debía evaluar lo que pasaba por su cabeza.

-No, iré más rápido yo solo - Dijo alzando el vuelo.

- Entonces me pasaré por tu apartamento a las cinco - Debía asegurarse de que Clark estuviera centrado y no herido de alguna manera.

- Sí, claro. Te estaré esperando – Contestó Superman como si hubiera sido una pregunta.

- ¿Seguro que estás bien? - No podía evitar que se fuera, pero debía vigilarlo con todo lo que tenía. Para protegerlo... para protegerlos ¿de él?

Superman sonrió con una perfecta pose afable, pero Batman no estaba ni de lejos convencido.

Superman  se dirigió volando al callejón y lo limpió todo. Borró cualquier rastro de sangre o de violencia y salió disparado hacia el cielo.



CLARK

Clark entró en su apartamento vestido con ropa ordinaria y su amigo Jimmy se le tiró al cuello en cuanto lo vio cruzar el umbral de la puerta destrozado.

- Lo siento tanto, Clark – Casi estaba llorando – He llamado a todos los hospitales pero nadie sabía nada de ti.

- Estoy bien, Jimmy. Estoy bien – Abrió sus brazos para que su compañero lo examinara.

- Jo tío, todo esto es culpa mía – Clark puso cara de no comprender – Le debo pasta a los tíos equivocados – Se sentó sobre el sofá cubierto de escombros – Perdí una apuesta y después no supe cómo parar y pedí un préstamo y luego otro.

Era genial que Olsen pensara que todo había sido por un error suyo. Bueno, no era genial que pensara que unos tipos querían matarle, pero eso mantenía su coartada. Dio gracias a que el ataque de Siniestro fuera rápido, de que llevara una capucha que casi le tapara el rostro y de que el humano no pudo entender ni una sola palabra del kurogariano.

- Lo siento mucho, Ck ... Tú te has portado tan bien conmigo ... Menos mal que Superman apareció porque si no ...

- ¿Cuánto? - El fotógrafo puso cara de no comprender - ¿Cuánto debes? 

- Cincuenta mil dólares.

- ¿Cincuenta mil? ¡Joder, Jimmy! – Clark ya sabía por qué a su amigo no le llegaba para pagar el alquiler y por qué salía cada vez menos de casa – Bueno, ya buscaremos alguna solución – Le palmeó la espalda.

- Sí, dejar que me partan las piernas.

- De momento nos centraremos en arreglar la puerta y la ventana.

- ¿Bricolaje? Yo no sé nada de arreglar ... nada.

- Yo lo haré y tú me ayudarás.

- Lo que tú digas, Ck – El irlandés se puso de pie para darle un fuerte abrazo a su amigo, que éste correspondió de corazón .


El tiempo pasó de prisa y dieron las cinco de la tarde. La puerta y la ventana ya estaban arregladas. Bueno, más bien, habían sido sustituidas por otras, porque las primeras estaban prácticamente desintegradas.

Clark había comprado una puerta blindada para contentar a Jimmy, que todavía tenía el miedo en el cuerpo y la habían subido hasta su quinto piso sin ascensor. El fotógrafo tuvo que parar en todos los rellanos para coger aire ya que la maldita puerta pesaba una tonelada.

El kriptoniano lo imitó.

Resultaba "reconfortante" volver a ser humano, al menos, simularlo.

La vida de Clark Kent era mucho más sencilla que la de Superman y eso le ayudó a no recordar la sangre de los Lanterns sobre sus nudillos.

- ¿Te pasa algo? – preguntó Jimmy.

- No, es solo que ... recordaba que he quedado con alguien.

- ¿Una cita?

- Sí, una cita – Clark sonrió como un niño con zapatos nuevos.

- ¿Bobby?

- No – Se metió en el baño pensando que debería tener unas palabras para que su amigo dejara de encontrarle ligues a sus espaldas - ¿Qué hora es? – Alzó su voz.

- Las cuatro cuarentaicinco.

- Vendrá sobre las cinco – Abrió el grifo.

- Ya pillo la indirecta, Ck – Olsen agarró su chaqueta – ¡Me voy! – Le gritó a su amigo – Vendré para cenar. Espero que hayáis acabado.

- ¡Espero que no! Ja ja ja – Rió Clark desde la ducha, cuando escuchó la nueva puerta cerrarse.



BRUCE Y CLARK

Puntual como un reloj, Bruce hizo su aparición a las cinco en punto de la tarde. Sintió sus latidos acercándose desde hacía más de quince minutos. Estaba nervioso.

El murciélago siempre despertaba en él emociones muy fuertes. Le alegró pensar que eran recíprocas.

Batman no le era indiferente a nadie. Era un individuo carismático, enigmático, del que todos hablaban en la Liga, cuando no estaba presente, por supuesto.

Pese a no tener poderes, todos acataban sus órdenes y aunque ninguno escogió a un líder, todos lo respetaban como tal.

Resultaba ser en la mayoría de ocasiones el foco de atención, tanto como Batman como con Bruce Wayne. Era uno de sus súper poderes ocultos y del cual, más renegaba.

Antes que picara al timbre, Clark abrió la puerta que olía a madera nueva y observó su ropa casual, sus tejanos gastados y su gorra, cuya visera le tapaba los ojos.

- ¿Identidad secreta? - Rió - ¿Cuántas tienes?

Bruce enarcó una ceja y antes de poder rebatir  una afilada réplica, el kriptoniano lo agarró por la camiseta y lo hizo entrar en el interior. 

Todavía no había cerrado la puerta que ya le estaba devorando los labios, agarrando su hermoso rostro con sus vastas manos. Bajó una de ellas hasta la cintura de Bruce y la otra la puso en la nuca para impedir que se alejara.

- ¿Así que me has perdonado? – Clark bajó sus labios hasta el cuello del humano, inhaló el dulce aroma del de Gotham y besó suavemente todo su recorrido, sabiendo que eso le excitaba a sobre manera.

- No pienso repetirlo – Echó su rostro a un lado para facilitarle la tarea, mientras empezaba a jadear.

- No hace falta – Siguió besándole – Tengo súper oído ...

Volvió a sus labios, mezclando sus lenguas en un baile acompasado en el que ninguno se quedaba atrás. Juntando sus deliciosos sabores en solo uno, mientras caminaban hasta la habitación del kriptoniano.

Clark se separó de él, viendo cómo Bruce buscaba sus labios con ahínco. Abrió los ojos y vio sus irises grises, más claros a la luz del día.

Eran unos ojos tan hermosos, que casi dolía mirarlos.

Le abrazó fuerte, estrechando sus cuerpos y le dio un sensual beso, rozando sus carnosos labios suavemente, sin introducir la lengua, después otro y otro, hasta que fue el murciélago, con los ojos cerrados, el que demandó profundizar en la húmeda cavidad.

Ahora era Bruce el que lo sujetaba por la nuca para atraerlo hacia sí. Sacó su lengua fuera de la boca y Clark hizo lo mismo, para darse pequeñas lamidas, pequeños toques húmedos que acabaron de nuevo en un beso salvaje imposible de contener.

Clark no se anduvo con rodeos y llevó su mano a la entrepierna de Bruce. Sintió como su miembro se alzaba tan hinchado y erguido como el suyo propio.

Llevó sus fuertes manos a la espalda y descendió dando pequeños y suaves besos por el pecho y el vientre del murciélago, por encima de la camiseta, mientras él le miraba atento, acariciándole el pelo, hasta que quedó de rodillas entre las piernas del murciélago.

Le desabrochó el cinturón y lanzó una pequeña mordida a su miembro, por encima del tejano, que Bruce sintió sin dificultad.

Gimió de puro placer y cerró los ojos apoyándose en la pared de la habitación.

Clark le quitó el cinturón y arrancó de un solo golpe los botones de su pantalón. Volvió a morder la tela de sus bóxers, sacando su lengua e humedeciendo la punta de su polla a través de la tela negra.

Le bajó los calzoncillos y su pene se liberó en todo su esplendor, desapareciendo en la boca de Clark poco después.

Aquellos labios se lo tragaban desde la punta hasta el tronco, subiendo y bajando en un erótico vaivén. A Clark no le hacía falta respirar y tampoco se iba a atragantar. Bendita anatomía alienígena que le brindaba el mayor de los placeres. Sentía la calidez invadiendo su cuerpo... Los espasmos en su entrepierna denotaron que no podría contenerse mucho más y la electricidad empezó a recorrer toda su espalda hasta que se escapó en forma de pequeños gemidos por sus labios doloridos.

El kriptoniano leía sus constantes como un libro abierto y ya sabía exactamente qué le gustaba a Bruce y cómo quería que se lo hicieran. Simplemente observaba las reacciones traicioneras de su cuerpo anhelante de deseo y se cebaba en sus puntos de placer.

No eran necesarias las palabras.

Bruce se llevó una de sus manos a la boca y se mordió un dedo hasta que sintió el familiar dolor mezclado con el más absoluto de los placeres para acallar aquellos gemidos que sin duda llamarían la atención de todos los vecinos.

Volvió a mirar aquella criatura hermosa que venía de las estrellas, succionando su polla. Separándose de ella a veces, observando cómo de sus labios se escapaba un hilo saliva mezclado con líquido preseminal que salía de la punta de su glande. Para luego volvérsela a meter en la boca hasta su base.

Acariciaba sus testículos con sus manos abrasadoras mientras el ritmo se volvía mucho más rápido ... más enérgico.

- Aggghhh – Bruce se mordió el labio arqueando su espalda completamente, temblando cuando el orgasmo le invadió.


Dio fuetes estocadas en el interior de la boca de Clark, agarrándole la cabeza con ambas manos, para derramar toda su esencia entre sus labios. 

Le encantaba follarse la boca de Clark sin tener que pensar en reprimirse.

Sonrió.

El kriptoniano se alzó y le besó.

Bruce se separó y le miró a los ojos. Observó unas gotas de su semen sobre el rostro de su amante y las lamió lentamente, sacando su lengua fuera de la boca. Se recreó  en su propio sabor mezclado con el sudor perlado del superhombre, salado y dulce a la vez.

Una imagen de un erotismo inconmensurable. Casi parecía irreal que él fuera suyo. Ahora que se había rendido a lo inevitable, ahora que Clark había escuchado las palabras salir de sus labios era como si todo se hubiera convertido en más real y había dejado de ser un mero sueño que se empeñaba en negar.

Clark llevó sus manos a uno de los glúteos del humano, sobándolos con ansia los duros globos perfectos, mientras volvían a fundirse en un beso feroz. Se puso a su espalda y le besó en la oreja, suspirando sobre su oído, mordiéndole la suave carne del lóbulo.

Escuchó el corazón del murciélago latir con fuerza dentro de su pecho. Sus latidos acelerados eran música para su súper oído.

El cuerpo de Bruce se arqueó y sus caderas fueron hacia atrás en busca de las de Superman. Frotó su culo contra el miembro palpitante del hombre de acero, que pese a llevar la ropa puesta, se marcaba notablemente debido a su extraordinario tamaño.

Clark le cogió una de las manos y le besó el dorso.

- *Te deseo tanto ... (Traducido del kriptoniano)

- *Y yo a ti.

El rostro de Kal-El se iluminó, mostrando esa dentadura perfecta, al escuchar las palabras en kriptoniano pronunciadas por los labios de su amante.

Se dejó caer sobre su hombro, abrazándole, cerrando sus brazos sobre el trabajado pecho del murciélago.

Sus manos se deslizaron por debajo de la camiseta de Bruce para quitársela hábilmente, dejando al descubierto su espléndida y a la vez castigada piel, llena de antiguas y nuevas heridas.

Besó su espalda, dando pequeñas mordidas bajando por su columna vertebral hasta acabar chupando su entrada, ensalivándola con ahínco.

Bruce se apoyó contra la puerta de la habitación y se agachó, alzando sus caderas. Separó las piernas y le mostró lo que quería que hiciera exponiéndose completamente.

La lengua del kriptoniano rodeó el orificio para luego colarse en su interior, separando los glúteos con sus manos para facilitarle la labor.

Bruce volvió a gemir, incapaz de reprimirse.

No le importaba que él supiera cómo se sentía.

Era sencillamente inevitable.

Aquella confesión dicha en un momento de debilidad le había liberado de ataduras y fingimientos.

Clark engullía su entrada como si fuera el más exquisito manjar que jamás había degustado y así lo creía realmente.

Tener al murciélago entre sus manos, darse placer mutuamente, era mucho más de lo que últimamente había podido imaginar.

Bruce se giró y empezó a desabrocharle la camisa.

- Me gusta verte desnudo – Le susurró al oído – Es injusto que sea yo el único que no lleve ropa.

Le rompió todos los botones del pantalón, al igual que el kriptoniano había hecho anteriormente con el suyo.

Lo lanzó sobre la cama y se colocó sobre sus caderas, frotando su culo y sus testículos con la polla de Superman.

Se sacudió de placer.

Clark no podía soportar verle la cara cuando se dejaba llevar de esa manera, sumido en el goce más absoluto. Con su pecho jadeante subiendo y bajando, haciendo que todas sus abdominales se marcaran aún más.

Tomó el miembro del kriptoniano entre sus manos y lentamente lo introdujo en su interior.

Al principio era doloroso.

Siempre lo era.

Pero al final ... el dolor se convertía en una deliciosa sensación que le daba una familiar bienvenida a su amante sin necesidad de preparación. 

Su cuerpo recordaba. Añoraba.

Empezó a moverse, arriba y abajo, lentamente, para darle tiempo a su cuerpo a adaptarse a esa divina intromisión.

De repente, el sonido de unas llaves abriendo la puerta los sacó del paraíso.

- ¡Clark! ¿Estás aquí? – Preguntó Jimmy. El fotógrafo vio la puerta de la habitación medio cerrada – Lo siento tío, es que Perry me ha llamado para un trabajo y vengo a buscar la cámara – Empezó a buscar por los cajones del comedor – Ya me voy ... en cuanto la encuentre.

Bruce tensionó todos su músculos.

- Es mi compañero de piso, Jimmy – Susurró en voz baja el kriptoniano sorprendido de que ni siquiera lo hubiera visto venir.

- ¿Tienes un compañero de piso?

- No te hagas el inocente, estoy seguro que ya lo sabías.

- Sobreestimas mi interés en ti, alienígena ¿Por qué debería saberlo?

- Porque tú lo sabes ... todo - Sonrió pícaro.

A Bruce le complació la respuesta y lejos de amedrentarse por la intromisión inoportuna, siguió moviéndose encima del kriptoniano, cada vez más rápido y más profundo. Empalándose con ansia, arqueando la espalda y sujetándose con las manos sobre los muslos de Superman.

- Shhhh - Chisteó el alienígena - Nos va a oír - Sus mejillas estaban rojas por la lujuria anterior y ahora también por la vergüenza. Se llevó las manos a la boca para no gemir y que su amigo se enterara de lo que estaban haciendo a escasos metros. Brce aprovechó este hecho para verse liberado del abrazo de las manos de Superman a sus caderas y lo aprovechó moviéndose más rápido, botando sobre los muslos de su amante.

- No pienso parar hasta escucharte gritar de placer - La sonrisa lasciva que se dibujaba en el rostro del humano era demoníaca.

- ¡MMmmmnn! – Susurró Kal-El al sentir el estrecho interior de su amante, cerrarse todavía más sobre su miembro, engullendo su polla una y otra vez - Eres mi perdición.

El murciélago rio, haciendo unos giros de cadera que provocaron aún más al kriptoniano, apretando su entrada a voluntad. Alzó sus brazos y juntó sus manos por detrás de su nuca, mostrándole sus enormes bíceps y su ancho torso perlado por el sudor, en una pose tentadora que poco dejaba a la imaginación. Sabía cuánto le gustaba a Clark disfrutar de la vista.

Clark perdió toda la vergüenza ante ese hermoso dios griego de cuerpo escultural.

- Te equivocas, Bruce – Ahora era Clark el que tenía una sonrisa de oreja a oreja – ¡Serás tú el que clame por más! – Susurró – ¡No te preocupes, Jimmy! – Gritó para que su amigo le escuchara mientras agarraba fuertemente a Bruce por las caderas– ¡Tómate el tiempo que necesites!

Podían escuchar a Jimmy rebuscar en los cajones de los escasos muebles de la cocina. Si al menos fuera más ordenado, sabría dónde había puesto la maldita cámara.

El murciélago alzó una ceja.

Superman se alzó de tal manera que su cuerpo dejó de tocar las sábanas y quedaron suspendidos en el aire, en mitad de la habitación.

La incertidumbre junto con esa muestra de habilidad, turbó un poco al humano que a veces, y solo a veces, olvidaba la verdadera naturaleza del ser que se adentraba en su interior.

No le gustaban las sorpresas.

El kriptoniano lo agarró fuerte y lo estampó contra el techo de la habitación. Ahora era Kal-El el que arremetía con fuerza contra su cuerpo.

El muy cabrón sabía perfectamente qué punto tocar y en qué medida y se deleitó en esa zona erógena, como ningún humano podría conseguir.

Sintió cómo el cuerpo del kriptoniano empezaba a vibrar, moviéndose demasiado deprisa como para tener una imagen nítida del mismo.

El murciélago se sintió desfallecer.

Todo aquello era demasiado intenso. Su punto de placer estimulado de aquella manera antes vivida era demasiado para pensar en nada más que en deshacerse en la excitación.

Bruce rodeó el cuello del kriptoniano con sus brazos, incapaz de mantener su voluntad, totalmente sobrepasado e invadido por la situación.

Fuera lo que fuera lo que estaba haciéndole, se preguntaba por qué había tardado tanto en mostrárselo.

- ¡MMMnnnn! – Gimió el murciélago. La sensación de placer era desbordante. Casi insoportable. Era lo mejor que le habían hecho en toda su vida sexual. Se prometió a sí mismo no abrir la boca. No quería darle la satisfacción al kriptoniano de haberle ganado en su propio juego, pero no había contado con que utilizaría sus poderes sobrehumanos – Aggghhhh – Gritó cuando no pudo contenerse "Mierda" - tramposo – Consiguió decir jadeante.

- Puedo parar, si quieres – Le murmuró al oído mientras le mordía el lóbulo de su oreja.

- ¡NO! – Se molestó por haber respondido tan rápido – No pares – Le sobrevino el orgasmo – NO PARES – Gritó muy a su pesar – NO PARES ¡Aggghhhh!

Los gritos se escucharon por todo el apartamento. Seguramente, por todo el edificio.

- Esto ... chicos ... ya me voy – Dijo en voz alta Jimmy, muerto de vergüenza guardándose la cámara en la mochila - Ustedes sigan con lo que estaban haciendo ... - Cerró la puerta nervioso. ¿Quién lo iba a decir? sonrió  ¡Clark debía ser todo un semental!

- Eres un bastardo – Se quejó Bruce – Bájame ahora mismo.

- Ohhh vamos, Bruce, no seas tan orgulloso - Dijo bajando al reino de los mortales - Sé que te ha encantado.

El murciélago sonrió incapaz de negar la evidencia.



CONTINUARÁ ...



Notas de la autora:

Esta vez no tardé tanto en actualizar, así que no se me pueden quejar, eh!

Clark inestable, fuera de control ... con todo ese poder.

Mortífero y letal.

¿En serio mató a Boodikka?

¿Qué pensáis vosotros?

¿Realmente no se acuerda? ¿O mintió a Bruce y fue plenamente consciente?

A veces creo que la verdadera naturaleza de Kal-El tomará el control y devastará al planeta, que es precisamente por lo que fue enviado a La Tierra.

No sé ...

A Siniestro no le faltaban ganas para matar al kriptoniano, pero ahora tampoco le faltan razones. Boodikka era su compañera. Su amiga, si es que Siniestro puede llegar a ser realmente amigo de alguien.

Y lo de Bruce ... Yo ya sabía que le había perdonado, y seguramente vosotros también. Sólo hacía falta que se lo dijera en voz alta, porque a veces, con los sentimientos, no basta con saberlos, hay que escucharlos de la boca del amado.

Como siempre, espero que les haya gustado y espero vuestros reviews.

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