Capítulo 17: Nunca subestimes a Luthor

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CAPÍTULO 17

Nunca subestimes a Luthor


BRUCE

Bruce acabó rápido con la farsa.

Los periodistas apenas tuvieron tiempo para sacar un par de fotos en el apretón de manos más fugaz de la historia.

Se odiaban el uno al otro de tal manera que el ambiente, pese a estar al aire libre, se hizo pesado y ninguno estaba dispuesto a fingir que eran algo que no podían ser. Eso sí lo tenía Luthor, acostumbraba a comportarse siempre tal y como era realmente, de ahí su total ausencia de amistades.

Ya en la cueva, el murciélago empezó a caminar en círculos. Se sentaba y volvía a levantarse delante del ordenador sin siquiera mirar la pantalla.

La impotencia era algo a lo que no estaba acostumbrado.

Le había llamado insistentemente gritando su nombre a los cuatro vientos pero no había recibido respuesta.

- ¡Clark! - Lo volvió a intentar. No quería darse por vencido – Sal de dónde quiera que estés y hablemos – No quería hacerlo, no quería suplicar, no lo haría. Él nunca lo haría – Por favor ... Clark ... por favor ...

Golpeó la mesa de tal manera que sus nudillos empezaron a sangrar. Otra estupidez por su parte. Se levantó y abrió la cámara acorazada donde guardaba sus uniformes.

"Si Bruce no puede parar a Superman, Batman lo hará"

Él no puede fallar.

Él no debe.

"A media noche, en mi despacho" Había dicho Luthor. Un susurro demasiado débil para ser captado por el oído humano, no así para las ampliadas facultadas kriptonianas o para el sistema de videovigilancia que Batman había desplegado en el evento.



KAL-EL

Escuchó su nombre muchas veces. Deseó ir en su busca, deseó estrecharlo entre sus brazos y decirle que todo estaba bien, pero no lo estaba.

Nada estaba bien.

El odio y la rabia eran más fuertes que todo lo demás. Le estrujaban el cerebro hasta sacar el ansia de venganza más incontrolada, hasta dejarlo vacío, sin nada más que ese sentimiento primario para los kriptonianos.

Recordó cómo aquel animal le había arrancado los dedos con una sonrisa clavada en el rostro, recordó el odio visceral que le tenía y que se había vuelto mutuo con el paso de los años.

Lo odiaba.

Odiaba a Luthor y lo culpaba de la muerte de su madre, de haberlo dejado encerrado con el payaso, de haberlo obligado a huir al espacio donde cada día debió luchar por su vida para sobrevivir.

Se encontraba en la estratosfera con los ojos clavados sobre la torre LexCorp de Metrópolis. "A media noche en mi despacho" Las palabras repiqueteaban martilleando su astillada mente en mil pedazos.

Su pecho subía y bajaba violentamente. Ni todo el aire puro de las alturas hubiera saciado a sus pulmones en esa fatídica noche.

"Lo nuestro se habrá acabado" Le había amenazado Bruce. 

Su sentencia de muerte.

Tomó la decisión.

Sabía a ciencia cierta que era una trampa, pero no le importó. No había nada ni nadie en este mundo que fuera capaz de detenerle, no mientras tuviera el Sol como su aliado.

"Bruce"

Una punzada en el corazón hizo que se llevara una de sus manos al pecho. Negó con la cabeza y apretó su mandíbula. Empezó a respirar con más dificultad. No debía distraerse de su propósito.

Quería hacerlo. Quería matarlo. Quería arrancarle el corazón a esa sabandija. Por encima de todo quería hacerlo... pero Bruce ...

"Bruce"

Intentó serenarse, pensar con claridad, pero su mundo ya no era blanco o negro. Las cosas ya no eran tan fáciles como antes. Ya había matado una vez. Ya había traspasado la delgada línea que separa al héroe del justiciero y no había pagado por ello. Pero en este mundo o en el siguiente, todos acabamos pagando por nuestros pecados.

Aquella era una noche despejada, la Luna menguante brillaba en el firmamento acompañada de alguna nube alta solitaria y de unas cuantas estrellas. Casi era media noche.

Emprendió el vuelo a velocidad sónica al principio, mucho más lento cuando empezó a acercarse al objetivo. Su humanidad aún le hacía dudar.

Se detuvo de repente. Estaba seguro de que él vendría.

Observó el Batplane suspendido en el aire a varios cientos de metros de la LexCorp. No pudo atravesar su revestimiento de plomo con su visión y agradeció enormemente no poder verle la cara.

En esos momentos, no estaba seguro de poder continuar con lo que iba a hacer si veía su rostro. Sin embargo sabía que el murciélago sí le observaba. Kal-El sintió el zumbido que le provocaba el localizador del avión clavándose en sus oídos mientras lo apuntaba con alguna clase de arma. Seguramente sería algún cañón sónico o algo peor.

No podía culparlo.

Él era Batman. Él era fuerte en sus convicciones.

Era, en muchos sentidos, más fuerte que él.

Mejor.

La lealtad que Bruce le procesaba a Batman, era mayor que cualquier sentimiento humano que pudiera tener hacia él.

La escotilla del avión se abrió y Batman se dejó ver y oír.

- Clark – Su voz era suave y controlada pero no conseguía esconder todo el sufrimiento que llevaba por dentro – Clark, escúchame, si lo haces, nada te diferenciará de él – Hizo una pausa – Nada. Perderás tu humanidad y me perderás a mí, con una muerte que no aliviará tu dolor.

Superman permaneció inmóvil en el aire, con la mandíbula temblorosa y mirando hacia el suelo. Podía sentir su corazón quebrarse con esa voz que le llegaba tan a dentro.

- ¡Joder, Clark! – Batman perdió la compostura y cedió a sus sentimientos – No me hagas esto ... No puedo perderte de nuevo ... Clark ... por favor – Suplicó.

No hubo reacción por parte de Superman. Esperaron largo rato hasta que Batman no pudo con la presión.

- Ahora me iré – Dijo el murciélago – Pero te juro que si debo hacerlo, te cazaré Kal-El y no descansaré hasta verte encerrado por el resto de tu vida.



El kriptoniano escuchó aquellas palabras que se quedaron grabadas a fuego en su memoria. Sabía que cumpliría todas y cada una de ellas, pero no tenía elección.

Vio alejarse el batplane y reanudó el vuelo hasta las oficinas centrales de Luthor.

Lex había dejado un gran ventanal abierto. Le estaba esperando.

Superman no quiso que sus pies tocaran el frío suelo de mármol blanco y permaneció en el aire. Un escalofrío recorrió su columna al entrar en los dominios del perverso multimillonario.

No había luz, tan solo la que se colaba por aquella pared acristalada. Las lejanas luces de la ciudad que hervían bajo aquel amasijo de edificio. A lo lejos, un solitario escritorio de madera blanca quedaba iluminado por una pequeña lamparita y sentado sobre la enorme silla de cuero negro estaba él.

Lex Luthor.

Lo miraba con sonrisa maquiavélica, con sus dedos cruzados delante de su cara, como si lo estuviera disfrutando.

Superman se transformó en un borrón en su retina y al segundo, la espalda del magnate estaba empotrada contra la fría pared de cristal. Lo agarraba por el cuello con una sola mano, alzándolo a más de medio metro del suelo.

En un gesto instintivo, Luthor llevó sus manos a las que le aprisionaban la garganta. El dolor del cuello hubiera hecho desmayarse a muchos mortales, pero él no era un humano normal.

Es curioso como a veces creérselo, basta para que se haga realidad, y basta un poco de realidad, para que te saquen de la mentira.

Kal-El le agarró uno de los dedos del humano con su mano libre y le partió el hueso ejerciendo la equivalente presión que haría un humano cuando le destroza sus alas a una mariposa.

Porque eso era Luthor para él, un insecto disfrazado con una piel de camaleón.

Luthor sacó un trozo de kriptonita y se lo acercó a la cara, pero lo único que consiguió fue enfurecer más al kriptoniano, que la hizo añicos en su puño.

Su sonrisa había desaparecido ante aquella inesperada resistencia al mineral pero aún retorciéndose por el aire que le faltaba y el dolor pudo pronunciar unas palabras.

- Bruce Wayne, sé que ... - A Luthor le constaba hablar con ese yugo cerrándose en su tráquea – Sé que estáis ... juntos.

Superman abrió su mano y el humano cayó al suelo, tosiendo. Se separó algo de él, no quería ni que su aliento le rozara. Lo miraba con furia y sus ojos estaban encendidos con el mismísimo fuego del infierno.

Luthor se agarraba su mano con la otra, en un intento de controlar el dolor pero el kriptoniano no iba a detenerse ahí. Agarró otro de sus dedos y tiró de él con fuerza, rompiendo todas las falanges de su interior.

Sin embargo, Luthor no gritó.

- ¡No pronuncies su nombre! – Gritó Kal-El – Ese hombre es la única razón por la que aún sigues con vida – El kriptoniano empezaba a perder la razón, como le pasó días antes con Boodika. Cerró los puños con fuerza, clavándose las uñas en la propia carne. El dolor lo devolvería a la realidad, el dolor era su aliado.

Pisó la pierna de Lex con su bota y sintió el crack que precede al astillado de la tibia y el peroné.

- ¡Agghhh! – Esta vez Luthor sí gritó y Superman se sintió complacido por ello - ¿Quieres matarme? – Preguntó desafiante.



Kal-EL empezó a hacer acopio de toda la fuerza de voluntad de la que era capaz en aquel momento en la que solo el odio le movía. Ya no estaba seguro de nada. Lo tenía ante él y sería tan fácil ... tan fácil ... destriparlo con un simple movimiento, chafarle el cráneo o quemarlo con su visión de calor.

Lex supo entonces que era el momento. Lo supo cuando el azul turquesa de sus ojos desapareció y solo quedó el rojo sangre. Se sintió feliz por su creación, pues le habían dado a un héroe que inspiraba esperanza a la humanidad y él lo había convertido en aquella máquina de matar movida por oscuros impulsos de venganza y odio.

Aquello que tenía delante era obra suya y no podía estar más orgulloso.

Su gran obra maestra.

Una que caería a sus pies.

Se llevó la mano sana al bolsillo de su chaqueta y sacó unos papeles cuadrados. Los tiró al suelo para que cayeran boca arriba.

Al principio Kal-El no quiso mirarlos, apenas había reparado en esa acción, lo único que pensaba era en su dilema de retener o liberar su ansia de matarlo.

La risa de Alexander Luthor lo devolvió al aquí y al ahora.

Aquellos papeles desparramados por el suelo eran fotos antiguas ¿Por qué haría algo así en aquel momento? Se fijó un poco más y vio que eran fotos de un adulto corpulento abrazándose a un niño desnudo. Con su visión amplió el rostro de aquel chico de apenas ocho años.

Aquellas imágenes detestables de aquel pobre niño desnudo siendo manoseado y violado por un adulto. Ver aquella aberración sólo animaba sus ganas de asesinar a aquella escoria moribunda que no dejaba de sonreír.

Aquel chico le resultaba extrañamente familiar. Una punzada en el estómago le obligó a doblarse hacia adelante.

- Mira bien, Kal-El ¿No lo reconoces? – Preguntó casi carcajeándose.

El kriptoniano intentó focalizar su atención en las imágenes. Ya había visto aquel rostro colgando de las paredes de la mansión Wayne.

Palideció al instante y cayó de rodillas al suelo mientras la foto se escurría entre sus dedos y caía sobre las otras a cámara lenta en lo que le pareció una eternidad.

No.

No podía ser.

No era posible.

Aquel niño era Bruce, con apenas ocho años ... siendo forzado por ... su padre.

- JA JA JA – Rió Luthor con ganas - ¿No te lo había contado? – No se extrañó en absoluto – ¡El bueno de Thomas Wayne no era tan bueno después de todo! – Siguió carcajeándose – Cada noche iba a la habitación de su único hijo para violarlo y hacerle fotos ¡Mientras mamá Wayne hacía como que no veía nada! – Su mandíbula se tensó con fuerza como si eso fuera más divertido que todo lo demás.

Superman estaba en shock sin poder apartar la vista de aquellas imágenes que le dolían como dagas clavándose en el corazón. Ahora el que respiraba con dificultad era el kriptoniano.

Luthor se apoyó en la pared y con dificultad se puso de pie para mirar aquel Dios que se postraba ante él.

- Ahora entenderás muchos de los traumas que tiene – Tiró de uno de sus dedos para colocarse bien las falanges dislocadas – Alguna razón debía de haber para que se disfrazara de rata voladora y saliera por las noches a combatir el crimen – Se relamió los labios – ¡Pobre niño rico! – Gesticuló con ganas como haciendo una tragicomedia – Presenciando la muerte de sus padres en aquel callejón. Ahora ya sabes por qué no derramó una sola lágrima – Se colocó bien la chaqueta y la corbata – Pero antes de morirse, el buen doctor tuvo a bien enviar esas fotos con mi padre pues compartía esa clase de aficiones con él – Rió – Pero no te aflijas, mi padre jamás me tocó un pelo – Rió, pero al instante su semblante se ensombreció – Creo que yo no le gustaba ni para aprovecharse de mí.

Kal-El estaba destrozado.

Pensó en Bruce y en la infancia terrible que debió de padecer, en la que ni su propia madre le ayudó. Pensó en todas las veces que había llevado flores a la tumba de los Wayne y recordó que jamás había visto a Bruce allí. Recordó que nunca los había mencionado, ni para bien ni para mal, ni hablado de ellos. Nada. Recordó que no colgaban retratos de sus padres de las paredes de aquella enorme mansión aparte de los suyos con Alfred.

El odio que sentía hacia Luthor se desplazó hacia el progenitor de los Wayne, pero Luthor no lo iba a dejar así. Todo lo que estaba pasando esa noche tenía un propósito en la estudiada vida del malnacido humano.

- Si algo me pasa, estas fotos estarán en la primera plana de todos y cada uno de los diarios de este país ¿Te has enterado? – Le agarró por el cabello ondulado y tiró con fuerza - ¿Te has enterado? – Repitió furioso escupiéndole mientras hablaba - ¡Todos sabrán que a Batman lo violaba su papá!

Batman.

Sabía que Bruce Wayne era Batman.

¡Qué estúpido había sido! ¿Por qué no lo haría si sabía que Clark Kent era Superman?

Clark asintió con la cabeza.

Sabía lo que supondría para Bruce aquel escándalo. Ni siquiera se lo había contado a él. Dudaba que alguien más lo supiera. Para un personaje público como lo era Bruce Wayne eso sería la muerte en vida. Clark era reportero, sabía cómo funcionaba la prensa, lo crucificarían con preguntas hasta hundirlo en la más absoluta de las miserias.

Pero a Batman ... ¿Qué le haría la opinión pública a Batman?

- A partir de ahora, tu vida me pertenece kriptoniano – Tiró de su cabeza para encontrarse con aquellos ojos turquesa vivos, que contrastaban con el rojizo de la córnea - ¿Entendido?

Clark volvió a asentir sin saber bien qué era lo que implicaba tal afirmación.

- Bien – Luthor pareció tranquilizarse o al menos lo intentó – Sellemos el pacto.

Acto seguido, arremetió con sus labios los de Superman y forcejeó hasta que introdujo su lengua en el interior de la boca del kriptoniano. Fue breve. Lo justo para notar su nauseabundo sabor.

No se resistió. Estaba paralizado. No sabía cómo podrían afectar sus acciones y por nada del mundo dejaría que nadie le hiciera daño a Bruce si él podía evitarlo.

Cuando Luthor lo soltó, el kriptoniano agachó la cabeza como un cordero al que llevan al matadero.

Había ido hasta allí para matarlo y lo que había sucedido había sido todo lo contrario, pues algo murió en Superman ese día.

Algo que jamás recuperaría: Su libertad.



BRUCE

Bruce miraba el reloj en la pantalla de su computadora. Las horas no pasaban, apenas los minutos lo hacían.

Ya no llevaba el traje del murciélago, ya solo quedaba el hombre deshecho y roto por la espera.

Pocas veces había estado tan nervioso y angustiado. Su cuerpo y su mente no padecían algo así desde el secuestro de Clark.

No quería ni pensarlo. Recordarlo tullido y en el estado en el que lo encontró le revolvía el estómago. Entre sus manos apretaba con fuerza aquella nota de despido que tantas veces intentó quemar y nunca pudo.

Sintió la breve ráfaga de viento que precedía a su aparición y se giró para ver ondear la capa roja. Su cabeza estaba gacha y sus manos tenían un leve resquicio de sangre seca. Poca, para tratarse de una herida de gravedad, pero a Clark no le hacía falta utilizar los puños para asesinar a alguien.

No podía verle bien pues mantenía su rostro mirando al suelo.

Se acercó temeroso para detenerse junto a él. Su mundo podía acabarse o seguir adelante en aquel preciso instante el el que le miraría a los ojos y conocería la verdad. A Batman no le hacía falta más para saber si Clark mentía.

Estiró algo tembloroso una de sus manos para rozarle la barbilla y suavemente tiró hacia arriba para encontrarse con los ojos de su amor.

No supo qué pensar. Ese rostro afligido, esos ojos humedecidos por lágrimas no derramadas. No estaba seguro.

Clark avanzó un paso y le abrazó fuerte, escondiéndose entre su hombro y su pecho. Casi podía escuchar sus imperceptibles sollozos.

Quería devolverle ese abrazo necesitado, de verdad quería hacerlo pero antes debía saber la verdad.

- ¿Lo hiciste? – Volvió a repetir la pregunta pavoroso de la respuesta - ¿Lo mataste?

- No.

Aquella negación había sido escueta pero fue la palabra más ansiada por Bruce en toda su vida. Le devolvió el abrazo lo más fuertemente que pudo para hacerle notar a aquel cuerpo indestructible que estaría ahí para él y que siempre sería así.

- Clark – Se separó para mirarlo fijamente con una leve y melancólica sonrisa en sus labios. Demasiada tensión, demasiados sentimientos como para contenerse – Clark, te quiero – Y selló esa confesión juntando sus labios con los del kriptoniano.



CONTINUARÁ ...




Notas de la autora:

¡Puffff!

Este capítulo ha sido muy intenso.

Nadie apostaba por Luthor. Todos teníamos pensado que el verdadero dilema era si Superman le dejaría vivir o no. Pues ya veis que como dice el título del capítulo, un Luthor no debe subestimarse.

Sé que a much@s les habrá angustiado este capítulo, pero ya sabéis que yo soy así. El que haya leído la primera parte ya sabe a qué atenerse, tan solo era cuestión de tiempo que la vida se volviera dura y cruel...

Tiempo que me he tomado también para escribir este capítulo. Realmente no encontraba el momento de sentarme frente al ordenador y empezar a teclear. Os pido mil disculpas por la tardanza, pero al menos actualicé antes de irme de vacaciones de verano.

Espero que pese a todo, hayáis disfrutado el capítulo y sobre todo, la confesión final de Bruce que al fin se ha decidido a decir en voz alta lo que tod@s sabíamos. Lástima que Clark no esté en, como lo diría yo, su mejor momento.

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