Capitulo 2: Chispa

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng



CAPITULO 2

Chispa


En el presente:

LOIS

- Pero ¿Por qué has tardado tanto? – Preguntó su hermana harta de esperar – He estado a punto de tirar la puerta abajo.

- Seguro.

- Bueno ¿Me vas a explicar cuándo, cómo, y dónde te acostaste con Bruce Wayne? – Volvía a arremeter Lucy que estaba como histérica con la noticia.

- No.

- ¿Cómo es en la cama?

- No voy a decirte nada.

- ¡Ohhh, POR DIOS! – Se desesperó su hermana entrando en el baño – Debes ser la única mujer que no alardea de habérselo tirado.

La pequeña de los Lane fue mucho más rápida que su hermana, apenas veinte minutos después ya estaba secándose el pelo frente al espejo, intentando domar sus ondas rubias rebeldes. Escogió un vestido verde oliva brillante por encima de la rodilla, de manga larga, se puso unas medias negras opacas y zapatos de tacón alto.

- Cámbiate ya o llegaremos tarde - Dijo Lucy mirando el reloj. Eran las Ocho menos cuarto de la noche.

- Ya estoy cambiada.

- ¡¿Vas a ir así?! - Exclamó al ver a su hermana con un pantalón tejano, jersey de lana, y zapatillas deportivas.

- ¿Y qué esperabas? Yo venía a esquiar y no a una cena de gala – Le recriminó a su hermana que parecía lista para desfilar sobre una pasarela – Sólo tú llevas unos zapatos de tacón alto en la maleta para pasar unos días en la nieve.

- Bueno, nuca se sabe cuándo va a surgir la oportunidad de ponérselos – Sonrió su hermana que no parecía tan molesta por el atuendo de la morena. Así su belleza resaltaría más.

- Me temo que el restaurante está completo – Le dijo altaneramente el metre del lugar, exquisitamente engalanado para su pomposa inauguración.

- Bruce Wayne nos está esperando – Dijo orgullosa Lucy para que el fastidioso hombrecillo se tragara sus palabras.

- Por supuesto – Admitió el metre mirando a Lois de reojo. Ni siquiera intentaba ocultar la desaprobación a su atuendo. De seguro que si hubieran dicho otro nombre, no las hubieran dejado pasar. Al menos a ella. Pero, Claro, eran las invitadas del dueño, así que aquel lamentable ser, tuvo que callar.

- Mira Lois, esto es precioso – Se entusiasmó Lucy mientras le seguía hasta la mesa designada – Nunca había estado en un restaurante tan lujoso. Le parecía mentira que un lugar así pudiera estar en medio de las montañas de Aspen.

- Sí, sí, muy bonito – Dijo la reportera desganada.

Lois lo vio al final de la sala, en la mejor mesa de todas, con unas increíbles vistas a la noche de reflejos azulados. Miraba por el gran ventanal y parecía algo distraído, pero antes de que llegaran, alzó su vista con esos infinitos ojos grises y esbozó una leve sonrisa que dejaría sin aliento hasta a la más insensible de las mujeres ... y de los hombres.

Vestía un traje azul cobalto, camisa negra y corbata azul. Aún a través de la chaqueta, se podía vislumbrar la impresionante musculatura que tenía.

Lucy casi tropieza con sus altísimos tacones ante el magnetismo animal que desprendía Bruce Wayne. Lois, sin embargo, veía a una máquina perfectamente entrenada en el cuerpo a cuerpo y se lo imaginaba pateando delincuentes en las calles de Gotham. Sólo tenía una ligera idea de lo que podían hacer esos brazos a los indeseables que osaban cruzarse en su espiral de violencia.

Parecía casi irreal que el mujeriego y extravagante Bruce Wayne fuera el caballero de Gótica y en su día el amante de Clark.

De Superman.

- Señoritas – Dijo levantándose educadamente – Un placer volver a verlas. Por favor – Dijo retirando la silla para que Lucy se sentara, a lo que ella sólo pudo sonreír tontamente. Iba a hacer el mismo gesto con Lois, pero ésta se le adelantó y se acomodó en su silla.

No estaba acostumbrada, ni le agradaban tantas cursilerías.

El metre del local les trajo las cartas, y el sommelier abrió una botella de vino, que seguro era muy cara. Llenó la copa de Bruce que asintió al probarlo y después hizo lo propio con la de las dos mujeres.

Lois no esperó más y se la bebió de un trago. "Joder. Y pesar que ella también se lo había tirado. Era como traicionar a Superman. Como engañarle con su amor. Sólo que Clark no estaba para enterarse. A lo mejor ni siquiera se encontraba en la galaxia. Necesito otro trago"

- Lois no me ha querido explicar cómo os conocisteis – Expuso la rubia a bocajarro, intentando que Bruce se mostrara más colaborador que su hermana, que estaba dispuesta a acabar con el vino ella sola.

- Pues fue al salir del juzgado, cuando me acusó sin pruebas de que mi empresa fabricaba armas químicas para luego venderlas en Oriente Medio, a través de LexCorp.

La reportera se extrañó "Así que se acordaba"

- Ah – Se desilusionó Lucy con la respuesta – Pero bueno, seguro que luego su relación mejoró – Le dijo dándole un pequeño golpecito en el hombro – Vaya ¿Haces pesas Bruce? – Sonrió – Porque ¿Te puedo llamar Bruce?

- Sólo si me dejas que te llame Lucy.

La rubia volvió a sonreír bobamente y por un momento Lois pensó que hasta se le caería la baba.

- Lucy, seguro que a Bruce le encantará oír los detalles de tu próxima boda, además, podrías aprovechar su refinado gusto por las cosas caras para pedirle consejo.

La rubia se entusiasmó ante la propuesta de su hermana y monopolizó la velada con los triviales pormenores de su fantasioso enlace.

La conversación fue tan superficial como esperaba que sería y Lois apenas se atrevió a mirar a Wayne a los ojos, sólo se dedicaba a asentir o a negar con la cabeza cuando le preguntaban algo y a acabarse su copa de vino, una y otra vez.

Su aguante al alcohol era digno de alabanza.

Se relajó un poco al ver que ya traían los postres. Cogió su cucharita y apenas respiró hasta acabarse aquella especie de ... no tenía ni idea de lo que era ... pero estaba delicioso.

- Lois, por favor, ni que llevarás días sin comer – Se avergonzó su hermana tratando de dejarla en evidencia.

- En fin – Se levantó de la mesa – Yo ya estoy así que me voy a mi habitación, que estoy muy cansada y mañana quiero empezar a esquiar temprano.

- Ahhh no – Negó Lucy con la cabeza – La que se va soy yo, que seguro que vosotros tenéis muchas cosas que "rememorar" – Se puso en pie y le agradeció a Wayne la estupenda velada, a lo que él volvió a besarle de nuevo el dorso de la mano, mientras toda la sala la observaba con envidia. Lucy, consciente de ello, se fue del local pavoneándose ante todas las atentas miradas.

"Maldita rubia de bote – Se maldijo Lois para sus adentros – Mañana pienso empujarte del telesilla para ver si te partes una pierna"

Se sentó de nuevo a la mesa, algo más incómoda al saber que Bruce ya no tendría que seguir con la farsa de playboy multimillonario.

Alzó la vista nerviosa y se topó con sus ojos profundos. El semblante era ahora serio y su sonrisa había desaparecido por completo.

- No respondiste a mis llamadas – Le dijo él.

"Bien. El Caballero Oscuro no se había hecho esperar y se mostraba en todo su esplendor"

- He estado muy ocupada.

- Sí, he leído tu artículo sobre Intergang.

- ¿Tienes algo que añadir?

- No deberías haber culpado a Bruno Mannheim de liderar esa organización criminal hasta haberlo tenido entre rejas.

- ¿Dónde estaría la gracia entonces?

- La gracia, señorita Lane, es seguir con vida – Dijo dando un pequeño sorbo a su copa de vino.

Wayne se aflojó la corbata y se desabrochó el primer botón de la camisa.

"Ya ataca de nuevo. Desafiante como siempre. Empiezo a vislumbrar lo que Clark vio en este hombre"



En el pasado (Hace siete meses)

Lois llevaba puesto un vestido negro con escote en V, largo hasta los pies, con una generosa abertura en un lado que mostraba una de sus esbeltas piernas. Los tacones eran de color rojo carmín y aunque resaltaban aún más su tonificada figura ... le estaban destrozando los pies.

Se había vestido para la ocasión pues esa noche era la entrega de los premios Laureus del deporte y el Planet tenía pensado dedicarle una página doble, así que más le valía conseguir una buena entrevista con alguno de los galardonados si no quería escuchar a Perry maldecir a todo el santoral al llegar a la redacción.

Olsen la acompañaba, aunque sólo se dedicaba a hacer fotos a las deportistas femeninas que intentaban disimular que no estaban acostumbradas a vestirse con nada que no fuera un chándal. Algunas con más suerte que otras.

Bruce Wayne apareció para sorpresa de todos, pues no solía asistir a ese tipo de actos. Había sido agraciado con el premio solidario por fomentar y financiar el deporte en todas las escuelas públicas de Gotham.

"Al final iba a ser que Wayne hacía algo más con su dinero que comprar recambios para el Batmobil y quemar su fortuna destrozando su flota de yates"

Habían pasado cuatro meses desde que le dijera la verdad, "Su Verdad" en los que no se habían vuelto a ver ni habían mantenido ningún tipo de contacto.

Lois quedó destrozada tras las palabras de Wayne.

Durante varios meses estuvo distraída en el trabajo, ausente. Sus artículos carecían de la chispa que la caracterizaba pues su mente divagaba en las últimas acciones del Hombre de Acero.

La imagen que no había podido ver de Clark mutilado cobraba vida en su cabeza de la forma más espantosa.

Lois no era ajena al dolor y a las desgracias de la guerra. Las había visto en primera persona cuando fue corresponsal en Oriente Medio, en ambos bandos de la contienda. Pensar en Clark de ese modo era ... demasiado doloroso para ella. Y más cuando el motivo tan sólo parecía ser porque él era diferente, porque era un alienígena, porque le tenían MIEDO.

Miedo a él y a su tecnología, cuando lo único a lo que se había dedicado en toda su vida era a intentar ayudar a los demás, a dar esperanza a los que no tenían nada, a ser ... curiosamente ... un símbolo para la Humanidad.

Así era como el gobierno que supuestamente representaba a esta raza humana lo había torturado hasta casi provocarle la muerte.

Quizás,  lo habían conseguido. Quizás habían asesinado la parte de Clark que siempre le hacía contenerse, que siempre le hacía medir las consecuencias.

Lois casi podía entender el arrebato de furia que le había llevado a perpetrar su venganza. Casi podía entender el rechazo de Batman ante esas acciones. Casi podía entender la fingida indiferencia del abandono que sentía Wayne cuando le explicó cómo se marchó.

Casi.

Lois había sentido curiosidad, tanto por el caballero de la noche como por Bruce Wayne, desde aquella noche de revelación de secretos, aunque nunca de manera tan evidente como para levantar sospechas.

No iba a traicionar la confianza depositada en ella. Más que por miedo a Batman, por respeto a Superman.

Ésa era una de las ventajas de ser periodista, podía hacer las preguntas más directas e indiscretas que se le antojaran sin que nadie pensara que había un interés personal en ellas.

Aunque en el caso de Wayne, siempre fue así.

Antes, aquel hombre la irritaba, su fama, su dinero, su escultural cuerpo. Lois no podía evitar pensar que no se había ganado nada de todo eso, y sin embargo ahora ... no podía volver a mirarlo sin sentir ... lástima, celos y temor a partes iguales.

Lástima al haber sido abandonado por el hombre que amaba. Celos por haber tenido la suerte de ser correspondido, aunque fuera sólo por un tiempo, y temor, por la ira que consumía su mirada, alimentando la leyenda del murciélago nocturno de Gotham.

- Señorita Lane, no dudaba que la encontraría aquí – Dijo con su voz más seductora, sacándola de su ensoñación. Bruce como siempre, lucía con su impecable estilo, tan guapo y sexy que prácticamente costaba aguantarle la mirada. Vestía un impecable esmoquin negro y camisa blanca que acentuaba su increíble figura, además, estaba acompañado por todo el equipo de gimnasia rítmica de Bielorusia. Todo el mundo les miraba.

Lois maldijo a las Bielorusas por ser tan exageradamente hermosas "Cuánto más guapa, más tonta" Se consoló al pensarlo, aunque esa afirmación, no valía para Wayne.

- ¡Una sonrisa para el Planet, señor Wayne! – Exclamó Jimmy enfocando con su cámara. Estaba entusiasmado con las gimnastas.

El multimillonario enseñó su perfecta dentadura agarrando y atrayendo hacia sí a un par de esas rubias hiperfibradas que agradecieron el gesto sin cortarse, sobando la espalda y el abdomen del millonario.

- Ohhh, Brucy – Lamentó una de ellas - ¡Te has manchado! – Exclamó con acento ruso. La camisa blanca de Wayne tenía una escandalosa mancha roja a la altura de la nuca – Parece ... como si fuera ... sang...

- Vaya, "Brucy"– La interrumpió Lois – Ya te han vuelto a tirar una copa de tinto – La reportera miró a la Bielorusa que al fin y al cabo, resultó no ser tan tonta, pues la mancha era claramente de sangre – Déjame que te acompañe hasta el baño para ver si podemos quitarla con algo.

Bruce asintió y siguió a Lane hasta el servicio de señoras, donde la periodista se introdujo sin dudar, agarrando a Wayne por el brazo.

El servicio era enorme, más parecía un salón tocador, con cómodas sillas forradas de piel blanca y espejos dorados por todas partes, llenos de unas pequeñas bombillas a ambos lados que iluminaban el lugar como si fuera el camerino de una gran estrella.

"Hasta los ricos necesitan de estos lujos para mear – Pensó Lois. Al menos, no había nadie"

Cogió una de las sillas y la atrancó entre el pomo de la puerta y el suelo, para que ésta no pudiera abrirse.

- Siéntate – Le dijo, como si de un niño se tratara. A veces, se le olvidaba que estaba hablando con Batman.

Bruce obedeció sin rechistar girando su cuello para verse la mancha de sangre en el espejo. Se quitó la chaqueta del esmoquin y resultó ser más grande de lo que pensaba.

- ¿El murciélago? – Le preguntó Lois, evitando decir en alto la palabra Batman, rebuscando algo en los cajones de uno de los muebles.

- Probablemente – Le dijo – No tengo por costumbre pelearme vestido de etiqueta.

Lane se dio cuenta de la estupidez de su pregunta. Ese hombre la ponía nerviosa.

- ¿Tuya o ajena? - Preguntó refiriéndose a la sangre.

- El otro quedó peor.

-Así que tuya - Sonrió Lois sin poder evitarlo.

 Le bajó el cuello de la camisa sin contemplaciones y vio un corte profundo debajo de su trapecio, de unos diez centímetros de largo.

- ¿Cuchillo? – Preguntó con curiosidad periodística.

- Sin comentarios.

- Por supuesto – Lois pensó que en cierta manera estaba entrevistando a Batman. La primera persona que le hacía una entrevista a Batman. Menudo titular habría sido para el Planet. Lástima que sabía de antemano que no le iba a contestar a ninguna de sus preguntas, ni hubiera podido publicar ninguna de sus respuestas.

La reportera al fin encontró un botiquín de primeros auxilios en el último cajón del mueble del aseo. En los primeros solo había maquillaje y colonias de muestra, mucho más importante para las habituales damas que frecuentaban aquel lugar, que esparadrapo y tiritas.

- Quítate la camisa – Le dijo mientras impregnaba unas gasas en yodo. Notó a Wayne tensarse incómodo - ¿Te da vergüenza? – El murciélago lanzó un pequeño bufido y se quitó la pajarita, desabrochando los botones de la camisa ... poco a poco. Lois pensó que la mitad del equipo de gimnasia rítmica lo vería desnudo esa noche, si es que no lo habían visto ya.

Cuando acabó de desabotonarse, se quitó la camisa, dejando un hombro al descubierto, y después el otro.

La reportera lo observaba a su espalda, como si de una película erótica se tratara ... a cámara lenta.

No podía negar que Bruce Wayne era un hombre atractivo, realmente atractivo, y su escultural torso ... sus abdominales perfectamente esculpidas ... sus brazos poderosos cubiertos de músculos ... Lois sintió como el calor invadía todo su cuerpo y el rubor cubría sus mejillas, hasta que miró con más detenimiento.

¡Cielos santo! – Pensó Lois evitando llevarse las manos a la boca para no pronunciar palabra. Su cuerpo plagado de cicatrices ... de heridas antiguas y recientes, en forma de cortes, quemaduras y agujeros de bala ... Hasta ese momento no fue plenamente consciente de lo se jugaba el Caballero Oscuro cada noche.

Hasta ese momento no acabó de creerse que el playboy mimado de Gotham fuera ... Batman.

Bruce miró a Lois, que estaba a su espalda, viendo su rostro compungido a través del reflejo del espejo.

- ¿Quién se avergüenza ahora? – Preguntó cínicamente Wayne.

- ¿Crees que eres el primer hombre desnudo que veo? – La reportera intentó recuperarse con su lengua viperina.

- Ninguno como yo.

- Eres un engreído, Wayne – Dijo en voz baja mientras le limpiaba la herida sin demasiadas contemplaciones – Por suerte hay strips, pero necesitarás puntos.

Lois agarró la camisa y se dedicó a besar las manchas de sangre con sus labios teñidos de carmín con intención de disimularlas.

Cuando Lois acabó su ardua tarea, ya había una larga cola de mujeres agolpadas en la puerta del servicio. Wayne se puso la camisa, pero dejó tres o cuatro botones desabrochados, se despeinó el pelo con los dedos y se colgó la chaqueta sobre el hombro donde tenía la mancha de sangre más grande.

- Muchas gracias, señorita Lane – Dijo mientras abría la puerta y sonreía a todas aquellas mujeres que al darse cuenta de quién era, contuvieron sus improperios – Siento haberlas hecho esperar mis queridas damas, pero es que la señorita no pudo contenerse hasta llegar al hotel y yo no sé decirle que no a una cara bonita – Dijo riendo mientras se abrochaba los botones de la camisa.

Las snobs y alguna deportista de élite miraron con envidia al interior del servicio y vieron a Lois que las contemplaba atónita.

- Maldito cabrón hijo de ....

Al final de la velada, Lois se fue hasta el guardarropía para recoger su abrigo largo hasta los pies. Las noches en Metropolis empezaban a refrescar.

- Jimmy , yo me voy.

- Pero Lois, si ahora empieza la fiesta, no puedes irte, seguro que soy capaz de sacarle una foto a algún famoso en una actitud ... Comprometida.

- Olsen – Le reprendió la periodista – Recuerda que trabajas para un diario de noticias, y no para la prensa rosa.

- Valee – se quejó el irlandés – Pero yo puedo quedarme un poco más ¿Verdad?

- Haz lo que quieras, yo ya tengo mis entrevistas. – Dijo despidiéndose con la mano.

Cuando salió a la calle, se estaba poniendo el abrigo cuando unas hábiles manos la ayudaron en su empeño.

- ¿La llevo a algún sitio señorita Lane? – Dijo mientras uno de los porteros le daba las llaves de su flamante deportivo.

- No – Le respondió escuetamente a Wayne. Después de la escena del servicio, de hacer pensar a todas esas mujeres que lo habían hecho allí mismo, ahora ¿Quería llevarla a casa? O lo que era lo mismo: ¿Quería acostarse con ella? ¡Y una mierda! – Tomaré un taxi – Dijo lanzando un silbido que se oyó hasta en la otra manzana – Que te aprovechen las bielorusas– Le replicó cerrando la puerta del auto.

Cuando llegó a su casa, estaba destrozada y furiosa a partes iguales. ¡Maldito Batman! Se quitó los zapatos de tacón alto nada más entrar en el vestíbulo y empezó a andar descalza hasta el ascensor.

- Buenas noches, señorita Lane – Dijo el portero.

- Buenas noches, Roger – Le respondió con desgana. Estaba realmente cansada, tanto física como mentalmente.

Cuando salió del elevador lo vio delante de su puerta "Pero ¿Qué demonios hacía Wayne allí?"

Sacó sus llaves nerviosa. El corazón se le iba a salir del pecho.

- ¿Qué es lo que quieres? – Preguntó sin contemplaciones a aquel hombre que parecía divertirse con su turbación.

- Lamento la escena del servicio.

- No, no lo lamentas ... la has disfrutado – Apuntó Lois girando la llave y abriendo la puerta de su apartamento.

- ¿Puedo pasar? – Interrogó mientras ponía un pie bajo la puerta, impidiendo que ésta se cerrase.

- ¡Qué! – Lois no sabía dónde meterse ni qué pensar ¿Era Batman el que quería hablar con ella o era el hombre tras la máscara? Aquel tipo la descolocaba totalmente - ¿Quién lo pregunta?

- Yo – Aclaró a medias, acercándose a ella  susurrándole al oído. Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Lois que de pronto ya no necesitaba el abrigo para entrar en calor. Sus defensas se activaron ante la amenaza de aquel depredador. Porque eso era Wayne para ella, un salvaje animal acechando  a su presa.

- ¡No! – negó la reportera - Vio el escepticismo en la expresión de Bruce, como si no acabara de creerse lo que habían escuchado sus oídos - ¿Es que nunca te han rechazado?

- Nunca – Dijo acorralándola entre la puerta, poniendo sus manos una a cada lado del rostro de la reportera.

- ¿Qué es lo que pretendes, Bruce? – Preguntó molesta consigo misma por no ser capaz de haberse negado con mayor rotundidad.

- Pasar página – Dijo mientras le acariciaba la mejilla con el dorso de la mano, para posar uno de sus dedos sobre los labios color carmín de la reportera – Olvidarme de todo ... - Le susurró mientras sus labios recorrían su cuello y hacían que se le aflojaran las piernas – Olvidar ... - Lois entreabrió la boca exhalando un suspiro.

El magnetismo animal de Wayne la había atrapado y no tenía la voluntad suficiente como para resistirse. Aquel hombre, casi desconocido, le estaba rozando la piel de su cuello con sus labios, como le había rozado a él. Sus manos que ahora la acariciaban , también le habían tocado a él en la intimidad, sus labios le habían besado incontables veces ...

De una manera retorcida, Lois cerró los ojos y pensó que se lo merecía, por haberlos abandonado ... a ambos. Que estar entre aquellos brazos poderosos que la atrapaban en la penumbra de su apartamento era lo más cerca que estaría de él ... de Superman.

Le rodeó el cuello con los brazos y lo besó, siendo correspondida vorazmente, salvajemente. No fue romántico, ni tierno. No era hacer el amor, era puro sexo desatado con el ansia por el vínculo que se había creado entre ellos.

El vínculo del dolor.

De la pérdida.

Wayne la agarró por los muslos y la levantó en volandas rasgándole aún más la abertura del vestido de noche que llevaba. No le importó.

Mientras la lanzaba sobre el sofá, seguía degustando los labios ajenos con tal frenesí que hasta su cabeza se nubló por la pasión brutal con la que sus lenguas degustaban el sabor del otro.

Él le bajó la cremallera del vestido sin dificultad y le desabrochó el sujetador con una mano mientras con la otra palpaba el seno desnudo sin sutilezas, hasta que bajó su cabeza sin dejar de acariciar la piel y empezó a morder uno de sus pezones.

Lois no pudo reprimirse y gimió en el placer más absoluto, mordiéndose el labio, mientras seguía bajo aquella montaña de músculos viscerales que palpaba con sus uñas, clavándoselas por dentro del pantalón en su perfecto culo de multimillonario superhéroe.

Wayne se quitó la camisa todo lo rápido que pudo, dejándola caer al suelo, sin dejar de besar su cuello ni por un instante. Pudo ver la herida reciente que justo empezaba a cicatrizar bajo su piel.

En aquel momento, no había distancia alguna entre los dos cuerpos que empezaban a sudar fruto de la fogosidad violenta del momento. Como si la vida les fuera en ello, como si hubieran ansiado por años ese momento casual.

Lois abrió los ojos al sentir sus bragas deslizarse por sus piernas, retiradas por esas expertas manos que desde luego sabían hacer algo más que partir huesos e impartir dolor a aquellos que se lo merecían.

Se tapó la cara con las manos ante la vívida imagen, demasiado erótica como para mantenerla. ¡No podía creerlo! Estaba teniendo sexo con Batman y era realmente ... excitante.

Lois sintió la lengua del murciélago entre sus muslos, sin más preámbulos, masajeando el punto justo de su placer y todas las dudas desaparecieron. Tan sólo se abandonó al placer y disfrutó de ese momento en el que los labios de Batman succionaron su esencia y tuvo el mejor orgasmo de su vida, más rápido de lo que nunca había llegado.

La reportera chilló en medio del más absoluto placer. Nunca se había escuchado a sí misma gritar de esa forma, y no había manera de silenciar tal sensación.

Aquel hombre, antes odiado por ella, ahora temido y respetado, le estaba regalando más placer del que ningún hombre había sido capaz de darle.

Tras varios celestiales segundos, agarró a Wayne por el pelo y llevó los labios del multimillonario a los suyos, besándole, gozando de su propio olor en la boca de él.

No era sucio, era realmente seductor, y quería más de él, inundada por aquel placer erótico que envolvía toda la habitación.

Le ayudó a quitarse el cinturón y él se bajó los pantalones junto con la ropa interior. Introdujo un dedo en su interior, y Lois volvió a estremecerse, asombrándose de llegar al orgasmo de nuevo en tan poco tiempo. Pero ¿Cómo podía conocerla tan bien? Cuando las contracciones todavía duraban, Wayne se puso un preservativo y la penetró hasta el fondo, lanzando también un pequeño gemido que la excitó a sobremanera, mientras era ella la que ahora le besaba el cuello, mordiéndoselo presa del sexo más salvaje y primitivo que nunca había experimentado.

El vaivén de Bruce era lento, pero profundo, tocando los puntos sensibles que justo debía de tocar. No duró mucho y al poco tiempo, su espalda se arqueó hacia atrás contrayendo su musculatura con unos marcados espasmos para luego dejar caer su peso sobre el cuerpo de Lois, respirando entrecortadamente sobre su hombro, al verse liberado de la tensión.

Lois no sabía ni cómo habían acabado en el suelo del salón, encima de la alfombra que le había regalado su hermana. Wayne retiró un poco su cuerpo, para no aplastar a la mujer con su peso y giró la cara hacia el otro lado, de modo que Lois no pudiera ver su rostro.

La periodista miró el techo del salón, con la vista medio nublada por la escasa luz de la noche y por el mar de sensaciones que acaba de vivir. Todavía tenía el brazo de Wayne encima de sus pechos desnudos y sentía su olor sobre la piel.

Tras unos minutos, se incorporó un poco, algo avergonzada por su propia desnudez y se tapó con una manta que tenía a mano en el sofá, dejando que Bruce retirara su brazo poco a poco. "¿Qué acababa de pasar?" Se llevó una mano temblorosa a sus labios hinchados, víctimas de la pasión descontrolada.

Bruce se levantó, y sin ningún pudor aparente ante su desnudez le preguntó dónde estaba el baño.

Lois alzó su mano señalando a la derecha deleitándose con aquella imagen del cuerpo de Batman.

Después de un par de minutos Wayne volvió a entrar al salón tal y como se había ido, totalmente desnudo. "Cielo Santo, pero qué bueno estaba" No podía negar que tenía un cuerpo espectacular y que sabía cómo utilizarlo. No se atrevió a mirarlo directamente a los ojos. Todavía se sentía intimidada con su presencia, aunque hubieran compartido el momento más íntimo que un hombre y una mujer pueden llegar a compartir.

Acababa de tener el mejor orgasmo que nunca había experimentado y nada más y nada menos que con el Caballero Oscuro de Gotham.

Sólo ella podía estar enamorada de Superman, pero acabar tirándose a Batman.

"¿Cómo he llegado a esto?" –Se preguntó confusa.

Lois dio gracias a que Batman fuera un hombre de pocas palabras, y más de acción. Primero se puso sus ajustados bóxers de color azul oscuro, luego los pantalones, la camisa, los calcetines y los zapatos, todo eso, ante alguna mirada furtiva que la reportera no pudo evitar lanzarle.

Se encaminó hacia la puerta.

- Ya nos veremos Lois – Le dijo justo antes de salir de su apartamento.

"¿Ya nos veremos? Pero ¿Qué coño significa eso? Mejor me pongo una peli y me como una tarrina entera de helado de chocolate, para intentar digerir lo que ha pasado"

"Mejor me como dos"



En el presente

Lois observó como Wayne se levantaba e iba tras su posición para ayudarle a retirar su silla.

- No tienes que seguir la farsa conmigo – Dijo Lois pensando que ni siquiera habían pedido la cuenta. Ventajas de ser el dueño.

- Nunca he sido falso contigo, de hecho, eres una de las pocas personas a las que le he contado la verdad.

Lois dudaba de esas palabras pero no quiso contestar. Se dirigió hasta la salida del restaurante.

- ¿Quieres tomar una copa? – Preguntó Wayne – Tengo algo más de una hora antes de volver a Gotham.

- Claro – Asintió la reportera no sin antes pensar que había sido algo dura con él, aunque sin duda, estaría acostumbrado. Cuando se sentaron en la barra del bar, ante el asombro del jovencísimo camarero no pudo contenerse - ¿Has sabido algo de ...?

- No.

- Al menos ¿Sabes si está en La Tierra?

- No me importa lo más mínimo – El camarero les sirvió dos Glenfiddich, mientras el rostro de Wayne se tornaba más y más serio.

- No puedo creerte.

- Ése es tu problema.

- Él te amaba ...

- No sigas por ahí Lois.

- No sé qué pasó entre vosotros para que saliera huyendo de esa manera ... quizás pensó que jamás le perdonarías lo que acababa de hacer y por eso se fue ... quizás ...

 Wayne se bebió el whisky escocés de un trago y se levantó de la barra, mirando a la          reportera como si quisiera fulminarla con la mirada

- Esta conversación se ha acabado.

- NO – Le reprendió – Las conversaciones son cosa de dos y tú no puedes decidir cuándo el otro tiene algo que decir o cuando se te antoja que se calle ... Empiezo a pensar que Clark quería explicarte sus motivos, pero tú no le dejaste.

- ¡Qué sabrás tú sobre lo que yo tenía con Clark! – Bruce perdió los nervios ante esa mujer como pocas veces lo había hecho. Las personas que estaban en el pub en ese momento se giraron al escuchar su voz alzarse por encima de la música que sonaba suave.

Lois pudo ver entonces al auténtico Batman, aunque no llevara la máscara ni el traje de murciélago, al héroe que atormentaba a los maleantes de la ciudad maldita.

Un escalofrío le recorrió la espalda, erizando todo el vello de su cuerpo.

Wayne, relajó sus músculos, y sus manos cerradas en puños volvieron a abrirse.

- Si él me hubiera amado, como te ha amado a ti – Prosiguió la periodista - Buscaría hasta los confines de la galaxia para encontrarle – Aquí Lois se la jugó de veras, pero su lengua, siempre había ganado ante su sentido común. Eso era precisamente lo que la había llevado a ser una de las mejores periodistas del mundo – Yo ... apenas te conozco, pero a Clark sí, más de lo que crees, y créeme, aunque me rompa el corazón decirlo, que él estaba perdidamente enamorado de ti, y ése no es un sentimiento que pueda olvidarse de la noche a la mañana.

Wayne se quedó mirando a la mujer "Pasar página ... olvidar..." – recordó – Y sin decir palabra, salió del pub con paso firme y seguro.

"Así que Wayne es la máscara de Batman y no al revés" – Pensó Lois dando un pequeño sorbo a aquel líquido que le quemaba la garganta.

- Son cincuenta dólares señorita – Escuchó decir al camarero cuando se disponía a irse.

"Mierda"



CONTINUARÁ ...



Notas finales de la autora:

Aquí se acaban los capítulos sobre Lois. La verdad es que me han servido para acercaros a lo que Bruce ha vivido durante estos tres años, tan solo una pincelada, porque no me quería extender mucho en el pasado.
He preferido abordar el punto de vista de la reportera, antes que el de Batman, porque con su cabeza tan complicada y su personalidad tan ... ya sabeis como es ... me gusta más que cada lector o lectora saque sus propias conclusiones de lo que ronda la mente del murcielago.

Los próximos capitulos serán sobre nuestro añorado kriptoniano.
Espero que la escena de sexo entre Bruce y Lois no haya ofendido a nadie, pero ... me apetecía escribirla.
Intensa, pero completamente diferente de las vividas con Clark, ¿Verdad?

Como siempre, deseo que os haya gustado y espero vuestros comentarios.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro