Capítulo 5: Espacio Profundo

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng



CAPITULO 5

Espacio profundo


KAL-EL

*DÍA 1

Le había dejado solo.

No habían hecho falta palabras, con el rechazo de su cuerpo, con el estremecimiento y el intento fútil por apartarse de él, le había quedado claro que era mejor alejarse.

Al menos de momento.

Había escuchado como vomitaba seis veces. Un efecto secundario de la desintegración molecular por la tele transportación hasta OA. Aún así, su pulso era regular, pausado y espaciado, como el de un corredor de fondo. Podía escucharlo pese a estar al otro lado de la nave. El cuerpo de Bruce se recuperaba rápido.

No lo había dudado en ningún momento, a veces Kal-El se preguntaba si Bruce era "simplemente" humano, o también ocultaba algún secreto respecto a eso.

Otra cuestión era cómo se recobraría de las heridas psíquicas del asalto sin contemplaciones a su mente, perpetrado por esa raza engañosamente llamada "Los Guardianes"

"Los Guardianes ¿De qué?" – pensó Kal-El furioso por lo que habían hecho.

Habían pasado cinco horas desde que abandonara la sala médica. Había visto a a través de los pasillos como se sentaba y meditaba para que su cuerpo se recuperara más rápidamente. Había escuchado a Bruce moverse por la estancia, sin tocar nada, tan sólo observando, como buen detective que era.

El resto de la nave ya estaba a veinte grados y la gravedad y la atmósfera eran compatibles con las de la vida terrícola.

Kal-El estaba nervioso. El corazón se le iba a salir por el pecho.

Debía tranquilizarse o no conseguiría articular palabra y tenía tanto qué decir.

No sabía si ir hasta allí o esperar a que él saliera por propia voluntad. No quería que pensara que estaba preso en aquella nave ¿Lo estaba? No, pero no podía salir.

No quería abrumar al murciélago, ni que le notara su creciente ansiedad. No deseaba volver a equivocarse con él o escoger las palabras equivocadas.

Oyó como la puerta automática del laboratorio se abría y en décimas de segundo estaba plantado allí.

- Son los efectos secundarios de la tele transportación – Le dijo para tranquilizarlo.

- ¿Me has estado espiando? – Preguntó molesto – Da igual, no contestes ... - Bruce se tambaleó algo mareado apoyándose en la pared - ¿Dónde estoy?

- Esta es mi nave – Se sentía orgulloso – Kriptoniana clase 0|\.-/8/ No es que sea muy grande, unos ciento treinta metros de longitud por unos cincuenta de ...



- ¿Cuándo llegaremos a La Tierra? – Le interrumpió volviendo a emprender el paso.

- En unos veintidós días – Kal, intentaba calmarse sin éxito. Estaba seguro que Bruce oía sus palpitaciones aunque no tuviera super oído.

Lo miró indignado. Casi furioso.

"¿Tan malo era pasar unos días conmigo?" – Pensó el Kriptoniano, sabiendo que no tenía derecho a enfadarse.

- Necesito enviar un mensaje a Alfred.

- Podríamos – Dudó Kal – Pero tardaría más en llegar que nosotros mismos.

Bruce apretó los puños. Irritado por una situación que no había buscado y en la que lamentaba haberse encontrado, pero no dijo nada más.

Kal-El le enseñó la nave, de paredes blancas y suelo reluciente, con grandes pasillos abombados, sin decoración. Era incapaz de quedarse quieto y sus manos gesticulaban nerviosas. Le mostró lo que sería su habitación, una de tantas. Pequeña, de unos seis metros por tres, con una estrecha cama de noventa sin sábanas y un minúsculo cubículo a modo de retrete.



La austeridad kriptoniana no molestaba a Kal-El, que apenas dormía un par de horas a la semana, y que no sentía ni frío ni calor, pero Bruce estaba acostumbrado a otro tipo de ambiente.

¿De qué se avergonzaba? Batman había dormido en las peores alcantarillas de Gotham, así que ...

- Puedes escoger la que quieras – le dijo – Son todas iguales.

Llegaron a una sala más grande, mínimamente decorada. Paredes blancas, suelo gris brillante y un montón de sillas y mesas blancas relucientes. Bruce supuso que ese tipo de naves se diseñaron para albergar más tripulación que la de únicamente su piloto. Observaba todo en silencio, estudiando cada detalle, como buen detective que era.


BRUCE

"Ambiente hostil, frío, carente de atmósfera ... kriptoniano"

- Este es el comedor – Le indicó el superhombre – Tengo comida sintética – Hizo una pausa. Sus nervios estaban a flor de piel – Ni siquiera sé por qué lo llaman comida, pero al menos satisfará tus necesidades básicas – Sonrió nervioso.

Bruce se sentó en una de las sillas frotándose la sien con las manos en movimientos circulares. Los oídos le zumbaban y el dolor en el estómago era difícil de sobrellevar.

- ¿Por qué he sido tele transportado hasta OA? – Preguntó muy serio.

Kal-El le explicó su captura, le explicó sobre la falsa acusación de Siniestro de haber matado a los Nebari, sobre que Darkseid le había puesto precio a su cabeza, sobre el juicio de Los Guardianes y el odio hacia su herencia biológica, y sobre Jordan ... que había pensado que sería buena idea traer al único testigo de lo que pasó en la Tierra.

El kriptoniano endureció su semblante al hablar de esto último.

Por lo visto no quería ocultarle nada más.

¿Las mentiras y las medias verdades los habían llevado a esa situación y ahora pensaba redimirse?

Bruce no dijo nada. Se limitó a escuchar sin que el otro le mirarara a los ojos.

Mejor.

Si no, el kriptoniano no estaba seguro de si habría podido acabar su relato antes de desmoronarse como el castillo de naipes que era en estos momentos.

Wayne entendía todas las palabras, casi todos los conceptos, pues había interrogado a Hal muchas veces acerca de su trabajo como Lantern. El tema le apasionaba.

Bruce detestaba desconocer cualquier tipo de información y no se detenía hasta saber la verdad, así que había profundizado en la creación de los Linternas Verdes, y en todos los tipos de Corps espaciales.

Sin sorpresas, sin imprevistos.

El murciélago conocía quiénes eran Los Guardianes, y sabía sobre sus habilidades telepáticas por las cuales, no preguntó.

El silencio entre los dos se hizo incómodo.

- Bien – Trató de romper el hielo el kriptoniano - ¿Y tú? ¿Qué has hecho durante estos tres años?

Bruce se levantó bruscamente de la silla, miró al hombre que tenía delante, encrespado por la pregunta y se fue con paso decidido.

¿Por qué le había preguntado algo tan estúpido? 

Era como preguntarle directamente cómo se había tomado que le abandonara.

¿Qué pensaba? ¿Qué iba a ser todo tan fácil?

Con Bruce nada lo era.

Y menos cuando estaba claramente dolido.

Al menos lo estaba, sonrió Kal-El. El murciélago estaba dolido, por su partida, por su regreso.

La indiferencia hubiera supuesto la muerte de sus esperanzas.



*DÍA 2

Bruce no salió de su habitación.

Al menos había dejado de vomitar, aunque le había escuchado temblar, probablemente por el frío ... seguramente ...

Le había dejado un uniforme kriptoniano. Gris oscuro y rojo. Con el símbolo de la casa de EL.

No había otra clase de ropa limpia en la nave y Bruce iba descalzo, con un pantalón de pijama y una camiseta interior.

La imagen del murciélago con esa ropa puesta le vino a la mente varias veces ese día y se sintió estremecer.

No podía sacárselo de la cabeza.

Ordenó a Kelex subir la temperatura hasta los 25 grados centígrados terrestres, aunque eso supusiera que tendrían que repostar antes de lo previsto.



*DÍA 3

El uniforme kriptoniano seguía en el suelo, delante de la habitación de Bruce.

Kal-El picó suavemente a la puerta.

- ¿Bruce? – Preguntó - ¡No seas testarudo! Sal de ahí – Empezaba a desesperarse – Llevas más de cuarenta y ocho horas sin comer – Aporreó la puerta - ¡BRUCE! ... Está bien ... - Se resignó - Te dejaré la comida en el comedor ... Yo estaré en el puente de mando – Le dijo, sabiendo que sin su presencia, quizás el murciélago abandonaría su habitación.

No lo hizo.



*DÍA 4

El humano fue hasta el comedor y se quedó mirando la única bandeja plateada que había sobre una de las mesas.

- ¿Esto es comida? – Dijo cogiendo una diminuta pastilla blanca.

- Sí, ya te dije que era sintética – Observó la cara de descontento de Bruce, acostumbrado a los mejores restaurantes del mundo – No sabe a nada – No se había marchado al notar su presencia y Kal-El se alegraba.

- ¿Eso es bueno?

- Podía ser peor – Sonrió el kriptoniano viendo como Bruce se la tomaba y abandonaba la sala con los pies descalzos.

Al menos ya le hablaba.



*DIA 5

Bruce se plantó ante el puente de mando. El kriptoniano lo observaba por las cámaras de seguridad, escudriñando cada rincón de la nave, consumido por su implacable curiosidad.

Sus latidos eran constantes, aunque el bello de la piel estaba erizado. Seguía descalzo y con el pantalón del pijama puesto.

La puerta no se abría.

- *Kelex, abre la puerta – Ordenó Kal desde dentro.

- *Acceso denegado a espécimen biológico no kriptoniano – Contestó la IA de la nave.

- *Anulación -/--|[^'\\__|/

- *Acceso denegado a espécimen biológico no kriptoniano.

- *Anulación -/--|[^'\\__|/ -Volvió a insistir Kal-El

- *Acceso denegado a espécimen biológico no kriptoniano.

¡Sólo le faltaba esto! Una máquina tan terca como el espécimen biológico no kriptoniano que esperaba impacientemente tras la puerta.

Clark se acercó hasta ésta y se abrió, haciéndole un gesto con la mano, impidió que Bruce entrara y salió él.

- De momento no tienes autorización para entrar en el puente – La cara de desagrado del humano era evidente – Lo sé ... intentaré solucionarlo ... Pero es mejor que no lo intentes hasta que esté seguro que las defensas no se activarán.

- No te molestes – Farfulló – Tengo muy claro mi sitio aquí.

¿Qué había querido decir?

- ¿Qué has querido decir? – Le preguntó mientras se alejaba.




*DIA 6

- Clark – A Kal-El le encantaba cuando le llamaba por su nombre humano – ¿Sabes que hay una bola peluda merodeando por la nave?

- ¡Sí! – El kriptonano estaba pletórico ya que Bruce se había sentado en su misma mesa a tomarse la dichosa pastilla de comida artificial – Es Bat.

- ¿Le has puesto mi nombre a una mascota?

- No es una ... mascota ... es un Morwing que ...

- ¿Le has puesto mi nombre a una mascota?

Clark sonrió como un idiota sin saber qué decir.

- Sí, me recordaba a ti ... - Genial, más le valía haber dicho que era una enorme pelusa de polvo kriptoniana.

- ¿Esa bola peluda te recordaba a mí?

- Tienes que verlo enfadado.

Bruce frunció el ceño, detuvo sus ojos en Bat, que giró sobre sí mismo marchándose al instante del comedor y Clark pudo ver un atisbo de sonrisa en su rostro.

Al fin había podido verlo sonreír de nuevo.

El nudo en el estómago volvió a hacer que el kriptoniano se encogiera levemente, incómodo sobre su silla. Bruce se dio cuenta de la reacción y por un momento se miraron.

El gris tormentoso y el azul celeste de sus ojos.

Tan solo fue un instante fugaz.

Suficiente para alimentar las esperanzas de Clark.



*DIA 7

Bruce no salió de su habitación.



*DIA 8

Bruce observó el espacio profundo a través de un gran ventanal. La oscuridad más absoluta estaba salpicada de diminutos puntos de luz brillantes.

Se quedaba contemplando el vasto cosmos sabiendo que era uno de los pocos humanos que había podido hacerlo. Tampoco tenía mucho más que hacer en aquella nave alienígena ya que todos los lugares que realmente podían interesarle tenían el acceso restringido al "Material biológico no kriptoniano".

Sí, Bruce entendía perfectamente el idioma natal de Kripton, pero el hecho de no desvelarlo le daba una ventaja táctica que no pensaba desperdiciar.

Era el mismo cielo de una noche limpia estrellada, como si estuviera mirándolo desde algún lugar despejado del globo terrestre, pero las constelaciones no eran las mismas. Estaba tan lejos de casa ...



La soledad del Universo puede engullir tu alma fácilmente ... El murciélago suspiró, sintiendo el frío suelo bajo las plantas de sus pies descalzos.

No pensaba ponerse ese estúpido traje kriptoniano aunque muriera de frío.

Parecería propiedad kriptoniana y él no era de nadie.

De repente una figura humanoide al otro lado del ventanal, sobrevolando la nave en el espacio exterior, le sacó de sus cavilaciones.

Clark.

Llevaba consigo un trozo de metal, lo estaba soldado con su visión calorífica al casco de la nave. Se paseaba sobre ella sin necesidad de respirar, sin que le afectaran los cerca de trescientos grados bajo cero del exterior.

Bruce no aguantaría más de unos segundos a esa temperatura.  El aire de sus pulmones cristalizaría en hielo y destrozaría los tejidos humanos. Tan solo una grieta en el casco y encontraría una muerte segura.

¡El hermoso, peligroso y hostil espacio profundo!

Su debilidad era apabullante y eso lo cabreaba.

Nunca se sentía tan frágil como cuando estaba cerca de él.

Por supuesto, el kriptoniano se había percatado de su presencia. Le sonrió y le saludó con la mano en un gesto natural.

Parecía humano, allí parado, sonriéndole, pero nada más lejos de la realidad.

Bruce se apartó de la ventana evitando el contacto visual. El corazón se le había acelerado ¡Maldito seas Kal-El!

Se encogió llevándose las manos bajo el diafragma. El estómago le ardía. La cabeza le estallaba y su vista se nublaba. Cayó de rodillas al suelo.

- ¿Qué te pasa? – Le preguntó el kriptoniano 

¿Cómo diablos había llegado tan deprisa? Se sorprendió el murciélago.

- Nada – Le apartó la mano de un manotazo.

- Bruce dime ¿Qué te pasa? – Insistió preocupado.

- Te he dicho que ... - Joder, de nuevo un pinchazo, Bruce se estremeció y un pequeño gemido de dolor se escapó de sus labios. No debía flaquear, no debía ... no delante de él ... sus ojos se nublaron por completo.

Clark se abalanzó sobre él, sujetándolo para que no cayera...

- ¡Estás helado! ¿Por qué no me has dicho que estabas enfermo?

- ¡No me pasa nada! – Le replicó intentando zafarse del abrazo.

- ¡Y una mierda! – Clark lo cargó como si fuera una damisela – Ya puedes tratar de golpearme lo poco que seas capaz, que no te pienso soltar – Se dirigió hasta su habitación y lo dejó caer sobre su cama, tapándolo con una capa kriptoniana roja a la que las manos de Bruce se aferraron con fuerza.

Lo miró fijamente. Sus pupilas se dilataron al máximo y el humano supo que estaba escaneándolo con su molesta visión.

- ¿Desnutrición? – Preguntó algo confundido.

- ¡Pues claro, idiota! Llevo siete días sin comer ni beber y vomitando esas jodidas pastillas todas las veces que me las he tomado.

Su tacto abrasador le traía demasiados recuerdos que había creído falsamente enterrados. Debía zafarse, recuperar el control de la situación y la agresividad era una rápida respuesta a la que estaba acostumbrado. Una que no solía fallarle.

- ¿Por qué no me has dicho que no las tolerabas? – El kriptoniano caminó por la habitación desesperado. Ya casi no se acordaba de cómo podía exasperarle el comportamiento obstinado de Bruce por evitar aceptar sus debilidades - ¿Qué esperabas? ¿Aguantar hasta La Tierra sin comer? - *Kelex, traza rumbo hasta el planeta más cercano de clase E.

- * Trazando rumbo. Tiempo estimado de llegada: dos días, siete horas, cuarenta segundos.

- * Máxima potencia.

- * Tiempo estimado un día, cuatro horas, ocho segundos. Advertencia de seguridad: Camuflaje comprometido durante la aproximación a máxima potencia.

- * No importa Kelex. Activa escudos – Kal-El quería llegar pronto a recoger provisiones y asumía el riesgo de desactivar el camuflaje de la nave. Sabía que no era sensato, sabía que Bruce no lo aprobaría, pero el kriptoniano no era dueño sus emociones, sino esclavo de sus sentimientos. Además, tenía la autorización de Los Guardianes para viajar hasta La Tierra y estaban lejos del territorio ocupado por Darkseid.



*DIA 9

No hubiera sido la mejor opción, aterrizar una nave de guerra kriptoniana cargada con armas de fisión nuclear en el hangar principal, así que Clark había salido a buscar una lanzadera pequeña  para bajar hasta aquel planeta comercial. Lo último que quería era llamar la atención.

Bruce miraba por uno de los ventanales hacia la inmensa masa planetaria de color morado. Le molestaba que Clark hubiera desviado el rumbo hasta allí, pero al menos podrían recoger provisionesque le ayudaran a llegar vivo a su destino.

A Alfred le iba a encantar verlo en ese estado.

Estaría preocupado. A veces se había ausentado durante semanas sin decir dónde estaba, pero siempre se ponía en contacto con él para mantenerlo informado.

Bruce observó a Bat asomándose por una de las puertas del pasillo.

- ¿Tú también añoras tierra firme? – Le preguntó a la bola peluda la cual huyó rodando como siempre.

Kal-El aterrizó la pequeña lanzadera en el hangar y bajó de un salto.

- Te he traído ropa - Ya que no se había dignado a ponerse ningún uniforme kriptoniano, le trajo algo de ropa de civil – Ahí abajo estamos a unos diez grados, pero la atmósfera es similar a la de La Tierra, con la misma composición que tendrías a tres mil metros de altitud.

"Maravilloso" – pensó Bruce – Le costaría respirar pero al menos no se moriría de frío.

Bruce miraba curioso por la ventana ante la atenta mirada de Clark. Su piel había perdido elasticidad a causa de la deshidratación pero su pulso era fuerte y regular.

Sus brazos musculosos y bien definidos se marcaban a través de la camiseta negra que vestía, y del abrigo marrón. Los pantalones bien podían haber sido militares tácticos, de cualquier ejército terrestre y sus pies al fin estaban cubiertos por las botas que le había traído.

Bruce se sentía incómodo. Clark lo conocía y ya lo habría notado. Sabía que no quería estar allí.

Con él.



El hangar donde aparcó la lanzadera era enorme. Cientos de seres de diferentes razas, tamaños y formas se agolpaban en las colas de acceso para que les firmaran los papeles.

Clark cogió un atajo para saltarse ese trámite. Abrió una puerta acorazada de emergencia con un leve empujón y se colaron por allí.

Al salir al exterior, no pudo evitar quedarse boquiabierto ante la gran ciudad nocturna, iluminada por miles de neones de colores. Los rascacielos de extrañas formas geométricas formaban un skyline difícil de olvidar. En las calles se agolpaban cientos de pequeñas naves que circulaban por autopistas imaginarias colocadas a diferentes alturas. Parecían luciérnagas moviéndose en ordenadas ráfagas de luz. Mientras, la gente caminaba frenética a pie intentando no tropezar con el gentío.

Diferentes idiomas y Clark los entendía y hablaba todos.

Ventajas de su programación kriptoniana.

Conoce a tu enemigo y sabrás de sus debilidades.

Alquiló una moto futurista para que les resultara más fácil moverse sin levantar sospechas ya que por mucho que fueran todos de diferentes especies alienígenas, ninguna de ellas volaba por el cielo.

Pagó con unas piedras amarillas.

- Iremos a comer algo.

- ¿Sólo una moto?

- No quedaban más – Mintió Clark descaradamente, además es mejor ir juntos o podemos perdernos entre ...

- Conduzco yo – Dijo Bruce sentándose en el sitio del piloto de la moto, arrancando el motor – Y yo no me pierdo – Le miró desafiante - Nunca.

- Yo he estado perdido Bruce ... - El kriptoniano tragó saliva – Sin ti.

- Sube – Le ordenó para impedir que continuara hablando.

Clark sonrió, se sentó detrás y agarró de la cintura a Bruce.

- ¿Tienes miedo de hacerte daño si te caes?

- Es para guardar las apariencias ... - Volvió a mentir el kriptoniano, feliz ante la proximidad de sus cuerpos.

De nuevo, el nudo en el estómago.

De nuevo, sintió el bombeo del corazón, acelerado y fuerte.

Clark le hizo indicaciones a Bruce para que aparcara la moto detrás de lo que parecía ser un restaurante de los bajos fondos.

Bruce entró con paso decidido al local, seguido por Clark.

Se sorprendieron ambos por las miradas atentas que desataron entre los muchos clientes que abarrotaban el garito, aunque la mayoría de ellos tenía forma humanoide y pese a algunas diferencias, como el color de la piel, el número de ojos o de brazos, no eran tan diferentes los unos de los otros.



- Me miran a mí. No te preocupes – Dijo el kriptoniano algo tenso.

Claro ¿Por qué preocuparse? – se preguntó el murciélago. Ante los ojos humanos, Clark parecía un terrícola más, pero era evidente que aquellas criaturas no resultaban tan fáciles de engañar.

- Tráeme algo de comer ... y de beber – Le dijo mientras se sentaba en una mesa apartada.

El kriptoniano se fue inmediatamente a la barra. Bruce pudo ver que la conversación con la "camarera" se extendía más allá de lo necesario, hecho que denotaba problemas.

- Ya está. Ahora lo trae – Sonrió Clark sentándose – Espero que te guste, te he pedido el especial.

- Ya veremos ...

Wayne miró fijamente a la camarera y ésta le devolvió la mirada seductora, dejándole el plato sobre la mesa, más lentamente de lo debido, observando sin reparos el nuevo espécimen macho no fichado que había entrado en su local. Clark casi pudo ver cómo se relamía y todo el vello de su cuerpo se crispó.

Algunas cosas no cambian nunca.

- ¿Te molesta? – Preguntó el murciélago.

- ¿El qué?

La comida tenía un aspecto horrendo pero no sabía mal. Bruce esperaba poder digerirla sin tener que vomitar de nuevo.

Un alienígena humanoide de aspecto viscoso y más extremidades de la cuenta, empezó a molestar a la camarera de mirada seductora. Ella ya no sabía cómo sacárselo de encima y Bruce ya no sabía cómo quedarse sin hacer nada, así que se levantó dispuesto a zanjar el asunto.

- Debajo de la axila – Farfulló Kal-El mientras seguía masticando aquel mejunje espacial.

Bruce se acercó al viscoso, como el que no quiere la cosa, fingió tropezarse y sin que nadie, a excepción de Clark y la camarera se percatara, le asestó un doloroso golpe bajo la axila.

Aquel alienígena baboso cayó doblado al suelo sin saber qué había pasado.

El murciélago buscó con la mirada a Clark, para agradecerle la información sobre dónde golpear, pero el kriptoniano estaba ocupado con un nuevo comensal.

Sentado frente a él se encontraba Siniestro, vestido con su extravagante traje verde, gritándoles a todos en silencio, que él era el que mandaba allí.

Bruce pudo ver a otros seres en el interior del bar portar el anillo de los Lanterns, aunque escondían su uniforme y no eran tan evidentes a primera vista.

Problemas.

Avanzó hacia la mesa con paso rápido, pero antes de llegar, Clark ya estaba agarrando por el cuello a Siniestro que sonreía sádicamente.

Los anillos de los Lanterns empezaron a brillar. Al menos cinco.

- Clark ¡Suéltalo! – Le ordenó Bruce plantándose ante ambos.

Pero la mirada del kriptoniano estaba llena de ira, una mirada iridiscente que no podía apagarse sin derramar más sangre.



CONTINUARÁ ...



Notas de la autora:

Este espisodio me ha quedado un poco lento, al menos para lo que estoy acostumbrada, pero es necesario para no precipitar las cosas, ya que pronto tomaran un ritmo vertiginoso.

Sabéis que me gusta tomarme mi tiempo para ir desvelando las sorpresas poco a poco.

No he podido resistirme a poner muchas imágenes. Me encantan las películas de SciFi y quería compartir con ustedes cómo me imaginaba este capítulo.

Espero que les guste, y no duden en escribirme si tienen alguna duda, quieren algún Spoiler o simplemente para decirme qué les pareció.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro