Capítulo 7: Inevitable

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CAPITULO 7

Inevitable

CLARK

No podía dejar de mirarle.

Bruce seguía dormido, tumbado de lado sobre las sábanas blancas, mientras Clark permanecía detrás suyo, agarrándolo por la cintura.

Sentía su respiración lenta y profunda. Sentía el rítmico vaivén de sus pulmones llenándose, chocando contra su propio pecho desnudo.

La calma después de la tormenta.

Muy pocas veces lo había visto dormir tan profundo. Normalmente Bruce tenía el sueño muy liviano y en escasas ocasiones el kriptoniano había podido deleitarse con tal escena. Con aquel cuerpo que tan loco lo volvía. Con la perfección de su forma, que hacía que lo deseara más que nada en el mundo. Con la extraña convicción de que se enamoró de él la primera vez que lo vio, aunque entonces no se dio cuenta. Con la pérdida total de rumbo cuando lo abandonó y la desesperanza a la que eso le llevó.

Ahora yacía en sus brazos después de hacer el amor, relajado y tranquilo.

Era más que consciente de que no se lo merecía y sin embargo, allí estaba.

Con él.

Le plantó un beso en el cuello, justo debajo de la oreja y ni aún así se movió. Habían pasado ya varias horas así que volvió a intentarlo de nuevo con uno más cálido, más húmedo que sí que hizo que el cuerpo del humano se estremeciera y se diera la vuelta hasta quedar boca arriba.

Abrió los ojos lentamente, como un niño que prefiere seguir soñando.

- Buenos días – Le dijo Clark mientras le acariciaba la mejilla con sus dedos.

La respuesta fue un ligero ronroneo de disconformidad. Se tapó el cuerpo con las sábanas, cubriendo su pecho descubierto.

- ¿Desde cuándo te has vuelto tan dormilón? – Le susurró mientras se incorporaba ladeándose un poco por encima de él, con cuidado para que no notara su peso – Han pasado más de ocho horas.

- ¿Ocho horas? – La expresión del murciélago era de incredulidad. No podía creerse que llevara tanto tiempo dormido. Se llevó una de las manos al rostro para restregársela por los ojos y desperezarse.

Clark observó cómo arqueaba su espalda y las sábanas se deslizaban, destapando de nuevo su torso.

Su reacción no se hizo de esperar. ¡Cómo podía aquel hombre tener tanto poder sobre él! Con sólo un gesto suyo perdía el mundo de vista.

Clark se tumbó completamente encima de él, buscando el calor de su pálida piel y volvió a besarle esta vez en los labios. Primero un casto beso, después uno más profundo, introduciendo su lengua en la boca ajena, que se dejó hacer.

Las dedos del kriptoniano bajaron sinuosos hasta la cintura de Bruce y éste lanzó un gemido doloroso. De inmediato Clark retiró la mano.

- ¿Qué te pasa? – Se alarmó retirándose, poniendo de nuevo el peso del cuerpo sobre sus poderosos brazos.

- Nada – Dijo tapándose aún más con la sábana.

- Sé cuándo me mientes –Dijo Clark convencido.

- Lo dudo mucho – Dijo Bruce más convencido aún.

Eso descolocó al kriptoniano que le quitó la sábana de encima, aunque Bruce utilizó toda su fuerza para aferrarse a ella.

Kal-El vio el cuerpo de su amante cubierto de moretones y rojeces, pero en la cadera, tenía una herida bastante fea. Parecía como si le hubieran ... ¿Mordido?

Clark se llevó las manos a la cabeza, negando con el rostro con gesto de preocupación. No podía creérselo ¿Cuándo le había mordido? Ni siquiera lo recordaba.

- No saques las cosas de quicio – Le dijo el murciélago sentándose en el borde de la cama – Esto no es nada.

Pero para Clark sí lo era. Su semblante atormentado hacía que moviera los ojos nervioso, de un lado para otro.

- Clark – Le rozó la mejilla con el dorso de la mano ¿Por qué sentía la necesidad imperiosa de consolarlo? – Lo de ayer fue genial. No cambiaría nada – Lo agarró por la nuca y lo atrajo hacia sí para plantarle un apasionado beso – Se levantó estirando los brazos y bostezando – Hacía tanto tiempo que no dormía así que ya ni me acuerdo. Alfred se pondrá contento.

El kriptoniano se levantó y le abrazó con fuerza, con su enorme cuerpo musculado de piel inmaculada. Era curioso que entre los potentes brazos de su amante, Batman se viera... como decirlo... pequeño.

Se dejó hacer sintiendo el calor ardiente sobre de sus cuerpos desnudos.

Quiso disculparse de nuevo, pero sabía que eso enfurecería a Bruce, dejando patente su fragilidad ante él y no había cosa que más detestara el murciélago que sentirse débil. Debía controlar su fuerza. Lo haría la próxima vez.

Llevaba tanto tiempo sin tener contacto físico con otra persona que se le había olvidado lo fácil que es quebrar a un ser humano.

- ¿Cómo está Alfred? – Preguntó curioso intentando desviar su mente hacia pensamientos más apropiados.

- Alfred está bien – Dijo Bruce mientras se ponía los pantalones.

- ¿Y Dick?

El rostro del murciélago se ensombreció. Clark se extrañó por la reacción.

- Richard está bien. Supongo – Contestó tajante.

- ¿Supongo?

- Hace tiempo que no nos vemos – Se puso una camiseta – No quiero hablar del tema.

Bien. Más valía no estropear ese día insistiendo en una lucha dialéctica que sabía que perdería.

- ¿Te preparo algo de comer? - Le sonrió cambiando de tema – Al menos no es comida sintética.

- ¿Crees que no soy capaz de hacerlo yo mismo? – Replicó el murciélago.

- Sé que eres capaz – Mintió el kriptoniano sabiendo que Bruce se desentendía totalmente de los quehaceres domésticos – Pero me gusta cocinar para ti.



BRUCE

Clark había cocinado una especie de hamburguesa. Parecía hecha con algún tipo de carne, pero Bruce prefirió no preguntar. "Lo que no te mata, te hace más fuerte"

- Toma – El kriptoniano le ofreció un vaso lleno de un líquido azul claro.

- ¿Qué es esto?

- Te gustará.

- Ya ¿Pero qué es?

- Una sorpresa.

¡Maravilloso! Detestaba las sorpresas, y aquello tenía el color de un enjuague bucal.

Lo probó ¿Por qué obedecía al kriptoniano?

- Sabe a whisky escocés – Se relamió sorprendido. Volvió a darle un sorbo, a sabiendas que era demasiado para un almuerzo, pero qué demonios, aquello era el espacio profundo. No se distinguía entre la noche y el día, así que podía imaginar que se lo tomaba para cenar - ¿Lleva alcohol? – No quería acabar borracho por algún rincón de aquella nave y que Clark tuviera que cargarle hasta su habitación.

- No lo sé ... no lo pregunté.

O sea que sí, pensó el multimillonario, observando perspicaz al kriptoniano.

- ¡Bat! – Llamó Clark alzando la voz, con algo de comida en la mano.

- No te esfuerces, no vendrá mientras yo esté aquí.

- ¿Por qué dices eso?

- Esa bola peluda me detesta.


***

Clark se levantó de su silla y se sentó sobre la mesa al lado de Bruce.

- Yo también te detestaba la primera vez que te vi – Le dijo mirándole con admiración de arriba abajo – Y ahora estoy loco por ti – Le dijo con mucha seguridad, mientras lo miraba directamente a los ojos.

¿Pero qué era eso? Bruce se estremeció con las palabras del kriptoniano y un escalofrío recorrió su espalda ¿Estaba seduciéndolo? Con su voz tan segura de sí mismo y su cuerpo esculpido por los Dioses.

No iba a funcionarle ...

El murciélago le tomó de la camisa con violencia y le besó salvajemente. Se puso de pie, entre las piernas del kriptoniano que seguía sentado a  en su sillay se rindió ante lo inevitable. Le quitó la camisa para devorar su cuello, tirándole del pelo para que se lo mostrara en toda su extensión.

Quizás sí le había funcionado...



***


- Tengo que ir al puente de mando – Le dijo el kriptoniano poniéndose los pantalones.

- Yo iré a ducharme a mi habitación – Bruce sintió el líquido viscoso resbalar entre sus muslos cuando se puso su ropa. Se sentía cálido y pegajoso. Quería dejar descansar su cuerpo, pues aunque esta vez el kriptoniano se había contenido más que la vez anterior, el haberlo hecho sobre una mesa metálica no había ayudado a paliar los hematomas.

Clark y él caminaban por los pasillos de la nave, uno al lado del otro. Sabía que la intención del kriptoniano era darle la mano. Lo notaba con cada roce forzado de sus dedos en cada paso que daba, por eso mismo se adelantó unos metros.

Cuando estuvo delante de la puerta de seguridad del puente de mando, ésta se abrió ante la sorpresa del murciélago.

- ¿Has arreglado la puerta? – Preguntó desconfiado alzando una de sus cejas.

- No – El kriptoniano se mostraba realmente sorprendido – Aunque no es que estuviera rota.

Bruce hizo ademán de entrar pero Clark lo paró en seco.

- No es seguro. Kelex se lo puede tomar como una amenaza – Dijo preocupado intentando entender qué estaba pasando pues aquella puerta estaba cerrada a todo el que no fuera de su raza.

- Aparta – Se limitó a decir el murciélago molesto. Le interesaba en gran medida saber qué escondía aquella nave en su computadora central. Era una oportunidad que no pensaba desaprovechar.

Bruce escudriñó el interior de la sala, de unos cincuenta metros cuadrados, con equipos informáticos demasiado sofisticados como para entenderlos a primera vista. Dio un paso al frente.

- No – Clark le puso una mano en el pecho deteniendo su avance.

- Quítame las manos de encima – Le dijo desafiante - ¿Qué escondes ahí dentro? – Arremetió con todo el rencor que llevaba acumulando durante esos años, con toda la desconfianza que sentía que se había labrado el kriptoninano.

- Yo no escondo nada – Kal-El fue tajante y agresivo – Pero no pienso ponerte en riesgo. *Kelex – Llamó Clark a la IA kriptoniana – Escanea material biológico de la nave.

- *Escaneando:

Sujeto: Bat – Morwing – Categoría F

Sujeto: Kal-El – Kriptoniano – Categoría A

Sujeto: Batman – humano – Auto-Anulación de seguridad clase 5896521 - detección de ADN kriptoniano en espécimen terrícola – Categoría Y

Clark miró a Bruce sin poder evitar que una sonrisa de dibujara en su rostro.

- No digas una palabra – Le amenazó el murciélago, alzando uno de sus dedos.

Los hombros de Clark empezaron a moverse y sus ojos se humedecieron ante la inevitable explosión de la carcajada.

- ¡Te he dicho que ni una palabra! – Volvió a repetirle muy serio, aunque a Bruce también empezaba a hacerle gracia la risa de su amante. Desde antes de su secuestro no le había visto reír así. Era refrescante después de todo lo que les había pasado – Vete a la mierda Clark – Le insultó y por mucho que le fastidiara, prefirió no entrar en aquel puente de mando que tanto ansiaba conocer. Tampoco es que tuviera otra opción pues si el kriptoniano no quería apartarse, no había manera posible de que él pudiera moverlo.

- Ohh, vamos ... Bruce – Le llamó siguiéndole por el pasillo – ¡Ni que hubiera sido culpa mía!

- Pues no sé de quién ...

- Te lanzaste a mi cuello ¿Qué podía hacer? – Siguió riéndose – Sabes que eres irresistible.

- Me voy a duchar – Dijo con voz enojada, entrando en su habitación - ¿Dónde te crees que vas? – Paró su avance poniéndole una mano en el pecho.

- Pensaba ducharme contigo – le dijo algo dubitativo.

- Ni lo sueñes kriptoniano, en mi habitación sólo entra ADN humano.

- ¿Así que es eso? – Sonrió perverso el alienígena sabiendo lo competitivo que era Bruce - ¿Quieres estar a la par conmigo? – Entró en la habitación arrollando el cuerpo de Bruce que intentó interponerse a su intromisión – Porque se me ocurre una brillante idea - Se puso de rodillas ante él y empezó a bajarle el pantalón del pijama, retirando la ropa mientras acariciaba sus muslos, colmando de pequeños besos su abdomen.

El maldito kriptoniano jugaba con él. Se sabía vencedor y jugaba bien sus cartas.

 – Puedes hacer conmigo lo que quieras Bruce, sólo tienes que decir que me vaya y me iré – Le dijo muy serio mientras bajaba más allá del ombligo.

Al no obtener más respuesta que un gemido de placer del humano continuó con lo que estaba dispuesto a hacer para equilibrar la balanza.

Bruce se sintió tan débil que sus piernas empezaron a temblar.



***

*DIA 22

Bruce y Clark miraban por una de las ventanas el pequeño planeta azul. Tan solitario y hermoso.

En su interior, el humano se sintió en el hogar. Un hogar plagado de mentiras, de falsas apariencias, de dolor, de desesperación, pero un hogar al que ansiaba volver de todos modos.

El peso de sus responsabilidades cayó sobre él como un enorme bloque de piedra. Había tantos asuntos que solucionar. Esto lo había cambiado todo y no había cambiado nada.

- Cogeré la lanzadera hasta la Atalaya – Le dijo al kriptoniano dejándole claro que pensaba irse solo de allí – No hace falta que te diga que no aterrices esta nave en La Tierra.

- Lo sé – Kal-El estaba confuso. No habían hablado de lo que pasaría al llegar a su destino. El murciélago siempre se mostraba esquivo con el tema y él no quería presionarle, pero ahora que el tiempo se le echaba encima sentía la necesidad imperiosa de aclarar en qué términos estaban en su relación.

Bruce se dio cuenta y habló antes de que lo hiciera su amante. Llevó la conversación a su terreno y la acabaría cómo y cuándo él quisiera.

Siempre había sido así.

- No me contactes – Separó su mano de la de Clark que buscaba estrecharla – Yo lo haré – Le miró a los ojos directamente, sólo un instante, para luego desviar su mirada al suelo y meterse en la pequeña lanzadera con paso apresurado.

En cuanto se fue, Bat rozó una de las piernas de Kal-El pero el kriptoniano miraba con la mandíbula apretada cómo el murciélago se alejaba otra vez de su vida. Aunque no necesitara aire, sintió que se asfixiaba entre aquellas paredes alienígenas que habían vuelto a sentirse como una extraña prisión.



KAL-EL

Kal-El dejó su nave con los escudos activados en uno de los cráteres más profundos de la cara oculta de la Luna. No pensaba arriesgarse a que la detectaran al entrar en la atmósfera terrestre, pues era un pedazo de su hogar. Un pedazo de su civilización y su cultura y como tal, era una nave de guerra cargada con armamento de fisión capaz de volar el núcleo de un planeta pequeño con solo unos pocos disparos.

Un planeta ... como La Tierra.

Llegó volando hasta Smallville. Fue demasiado rápido para ser captado como algo orgánico por los radares militares que prácticamente habían dejado de buscarle. Quizás pensaran que era un pequeño meteorito.

No quiso tomar tierra. No se sentía digno de volver a aquel lugar al que antaño llamó hogar.

Los Guardianes le habían obligado a regresar ¿A quién pretendía engañar? Les hubiera hecho caso omiso de no ser porque debía llevar a Bruce de vuelta, porque él era un terrícola y debía estar allí. Con su gente.

Pero ¿Dónde debía estar él?

Olió el heno en los vastos prados de Kansas. Era tan familiar que le embriagaban los recuerdos de su infancia. Una niñez que fue difícil, pero una en el que al fin y al cabo, fue feliz, pese al extraño sentimiento de desarraigo que siempre sintió.

Sus amigos, sus padres...

La brisa de la mañana temprana enredaba juguetona los cabellos azabaches de Clark. Se pasó los dedos por el pelo recordando lo mucho que le gustaba cuando Bruce hacía eso.

Bruce.

"No me contactes. Ya lo haré yo" había dicho ¿Por qué sonaba a que pasarían un largo tiempo sin verse?

De nuevo esperando por él.

El que más ama, siempre es el que más sufre... Pero no fue el murciélago el que lo abandonó sin dar ninguna explicación. Fue él.

Viró hacia la izquierda, hacia su casa, la que fue la casa de sus padres. La sobrevoló desde lo alto sin atreverse a entrar. Vestía un traje kriptoniano. La "S" en su pecho era similar pero con colores diferentes. Más oscuros.

Así se sentía, igual, pero diferente.

Se detuvo en el pequeño cementerio de Smallville. Sus padres estaban enterrados en un prado verde, algo retirado. Ahora pertenecían a la tierra por la que su padre tanto luchó y a la que tanto amó.

Sus pies tocaron la hierba húmeda por el rocío que acompañaba los primeros rayos de sol.

- Hola papá, hola mamá – Les dijo parado ante sus tumbas.

Se llevó una mano a la frente en un claro gesto de desesperación.

- Sé que ha pasado mucho tiempo – Prosiguió en voz baja – Ni siquiera estaba seguro de que algún día volvería, pero aquí estoy – Se cogió las manos tembloroso – Lo ... siento mucho – Cayó derrotado, de rodillas al suelo – Os he fallado – Sus manos se cerraron en puños – He fallado a mamá... yo ... no pude protegerla ... ¿De qué sirven estos poderes si ni siquiera pude proteger a mi propia madre? – Sus ojos se humedecieron por la rabia y la tristeza – Y te he fallado a ti, papá, a los valores que me inculcaste – Su voz se quebró – Y ahora ... no sé qué hacer. Me siento perdido.

Clark miró al cielo, intentando ahogar sus lágrimas silenciosas.

- Ojalá estuvierais aquí para aconsejarme – Se limpió las mejillas con el dorso de la mano – Sé lo que mamá diría: "Hazle caso a tu corazón" pero mi corazón está roto mamá. Una sombra se cierne sobre él y ya no soy el hombre que una vez fui. Ya no estoy seguro de hacer lo correcto.

Se levantó intentando serenarse. Su semblante se tornó serio.

- No volverá a pasar – Apretó la mandíbula – Ningún ser querido mío sufrirá si yo puedo evitarlo - Sus pies se elevaron y como una exhalación se dirigió volando hasta Virginia.



Arlington, Virginia ( El Pentágono)

SAMUEL LANE

El general Lane entró a su despacho con el café humeante que recién acababa de traerle su secretaria.

Un día soleado, una mañana tranquila. Un par de reuniones con la junta de presupuestos para un nuevo prototipo de arma nuclear de la que todos negarían su existencia si les preguntaran.

¿Quién había echado todas las cortinas? La habitación estaba en penumbras. Cerró la puerta tras de sí.

- Buenos días, general Lane – Escuchó una voz de ultratumba.

La taza de café se escurrió entre los dedos del militar que no podía creer lo que veían sus ojos. En un parpadeo, el demonio kriptoniano se plantó ante él, recogiendo en el aire el vaso que dejó sobre la mesa sin derramar ni una gota.

El general se metió la mano en el bolsillo y sacó un trozo de kriptonita. Una roca de una densidad aproximadamente de medio kilo. No se había separado de ella en más de cuatro años.

El alienígena, lejos de verse afectado, se dirigió hasta él, le abrió la mano y le quitó la roca para acercársela a su propio rostro que se iluminó con el reflejo esmeralda de la misma reaccionando ante su presencia.

- Esto ya no funciona conmigo – Dijo apretando la piedra que se hizo añicos entre sus dedos.

Aquel ser había asesinado a sangre fría al Joker y a Tinyenko sin importarle quien estuviera delante.  Aunque el gobierno lo hubieran silenciado todo en los medios para salvaguardar la seguridad nacional, él sabía que también había calcinado, Dios sabe cómo, a todo el equipo médico y científico de Waller, demostrando lo que siempre creyó: Que era una amenaza para la humanidad que debían neutralizar y ahora, lo único que sabía que podía detenerlo parecía no afectarle en lo más mínimo


- ¿Qué es lo que quieres, Kal-El? – Le preguntó haciendo acopio de toda su fuerza, que disminuía como disminuían las posibilidades de salir vivo de allí a cada segundo que pasaba.

El invasor alienígena arrugó su nariz y sus ojos se volvieron del rojo carmesí del infierno. De la sangre.

- General, como vea a uno solo de sus hombres, tan siquiera acercarse a alguien que yo conozca – Se puso a escasos centímetros de su rostro, sintiendo su aliento dantesco sobre la piel - Ya sea como Clark Kent o como Superman – Hizo una pausa deleitándose en sus afiladas palabras – Cogeré a sus dos preciosas hijas – El rostro de Lane palideció al instante – Y les cortaré la puta cabeza – El general empezó a temblar – Para que puedas compartir un atisbo del dolor que me hicisteis pasar.

Superman alzó el puño y el general cerró los ojos con fuerza.

Cuando los abrió un segundo después, el demonio extraterrestre ya se había marchado dejando un reguero de cristales rotos.

Al instante, un policía militar irrumpió bruscamente en su despacho.

- ¿Está bien, general Lane? – Le preguntó viendo la ventana rota y el estado en el que se encontraba su superior.

- Sí ... - Dijo arrastrando las palabras sin mirarle – El viento rompió la ventana – Evidentemente, el policía no creyó que un cristal blindado se rompiera por un golpe de aire – Retírese soldado.


CONTINUARÁ ...




NOTAS DE LA AUTORA:

Espero que les haya gustado.

Ya están de vuelta a la Tierra, aunque todo ha cambiado, tal y como se dice Bruce en un momento del caítulo.

Lo del general, fue un punto que no pude evitar. Fue ... Inevitable ... de ahí el título del capítulo, al igual que la reacción de Bruce ... inevitable ... al igual que los sentimientos de Clark por él ... inevitables ...

Pd: Tengo una duda existencial sobre algún personaje al que quiero dar un papel importante y no me decido entre Jason Tod, Damian Wayne, Barbara Gordon o Shazam. Sí, como lo oyen, sobre todo porque el pequeño Billy me daría mucho juego con eso de que es vulnerable a la magia. Y más sabiendo que la kriptonita ya no es lo que era para Superman ...

¿Qué opinan?

Muchas gracias por leer y por vuestros reviews.

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