Capítulo 9: Cuestión de confianza

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CAPITULO 9

Cuestión de confianza


CLARK

Marilyn estaba entusiasmada con el regreso de Clark Kent a la redacción. No había dejado de sonreír desde que lo vio entrar por la puerta acompañado por Olsen y por Lane. Si a eso se le puede llamar sonreír, porque Marilyn llevaba tanto botox en su rostro que apenas podía gesticular y su sonrisa se había convertido en una mueca esperpéntica de lo que alguna vez fue.

Todo el mundo sabía que Lane y Kent eran grandes amigos. Incluso las malas lenguas, entre ellas la de la propia secretaria de Perry, manifestaban que Lois y el reportero habían tenido una aventura y que él la había dejado por frígida. Por eso se había lanzado a los brazos de aquel maltratador con el que se fue a vivir y con el que Kent se peleó.

Nadie se extrañó de su regreso. Lo que se preguntaban es por qué había tardado tanto tiempo. La mayoría de los corresponsales de guerra pasaban en la zona de conflicto uno o dos años. Pero ¿Cuatro?

Casi parecía como que si el tiempo no hubiera pasado entre aquellos muros, entre el bullicioso teclear de sus compañeros, entre el olor a café y a páginas recién imprimidas.

Clark no sabía exactamente cómo, pero alguien había hecho movimientos con sus tarjetas de crédito desde Afganistán, incluso había pagos a empresas de alquiler de coches, hoteles, material sanitario ... Todo había sido cuidado hasta el último detalle, de manera minuciosa, sin dejar cabos sueltos, para cubrir su coartada en el caso que se diera su regreso.

También se habían publicado artículos en su nombre, relacionados con el conflicto armado en algún diario internacional, que habían recibido muy buenas críticas. Se preguntaba quién los habría escrito ya que Lois le había confesado que ella no tenía nada que ver.

Lane y Jimmy esperaron pacientes a que Kent saliera del despacho de Perry White, aunque no tenían ninguna duda que le devolvería su antiguo trabajo como reportero en el Planet ya que encima se suponía que había acumulado más experiencia como reportero durante esa guerra.

Sin embargo, Clark salió negando con la cabeza, ligeramente entristecido.

- ¿No te ha readmitido? – Preguntó Olsen extrañado.

- No.

- ¡Cómo que no! – Lois estaba indignada y ya se disponía a ir derecha al despacho de White cuando Clark la detuvo.

- Está bien, Lois – Le sonrió – Me ha dicho que le traiga algún artículo que valga la pena y me lo publicará, pero nada de tenerme en nómina, al menos de momento.

- Vayaaa, CK – El fotógrafo se rascaba la cabeza sin saber bien qué decir – al menos eres tu propio jefe  y no es que necesites el dinero para el alquiler ¿No lo necesitas, verdad? – Sonrió nervioso – Porque tampoco tengo con qué pagarte.

- Tengo algo de dinero ahorrado – Les contestó a ambos antes de que Lois le diera un codazo al fotógrafo – Las tierras de mis padres se arrendaron y he sacado algo de beneficio con eso – Bendita familia Lang por ello.

Lois le puso la mano sobre el hombro.

- Smallvile, ya verás como con un par o tres de buenos artículos, el jefe rectifica.

Clark sólo sonrió. No esperaba menos de Perry White. Era la segunda vez que desaparecía sin apenas dar explicaciones. Además su puesto de reportero estaba ocupado por Bobby, y aunque anteriormente solía redactar artículos deportivos, lo estaba haciendo bastante bien en las páginas de nacional.

- ¿Quién sabe? – Lois le guiñó el ojo – Quizás aparece una exclusiva de pronto como la vuelta de cierto héroe y puedes conseguir una entrevista – El semblante de Clark se ensombreció por completo.

- ¿Superman? – Preguntó Jimy. Clark se giró nervioso, sin poder evitar reaccionar instintivamente – LLevamos años sin verlo. Yo creo que si fuera a volver, ya lo habría hecho.

Volver ...


***

Pasaron los días y Clark ya no sabía qué más hacer para mantenerse ocupado. Había arreglado todos los temas económicos derivados de su ausencia. La granja y el piso de Metrópolis estaban a nombre suyo y libres de cargos, comprados a través de un intermediario que trabajaba para otra empresa intermediaria y así sucesivamente para que no se le pudiera seguir la pista al origen del dinero.

"Bruce", pensó. Siempre sopesando hasta el más mínimo detalle. Avanzándose a los acontecimientos dos o tres pasos, concienzudo y minucioso como siempre. Algunos dirían que frío y calculador.

Habían pasado más de tres semanas.

Ninguna llamada. Ningún email.

Nada.

Era como si el tiempo que habían pasado juntos en el espacio no hubiera existido nunca, como si fuera una broma pesada que le había gastado, pero ¿Tenía derecho a reprocharle algo?

¿Cómo podían haber pasado todo aquello y ahora no recibir más que indiferencia por su parte? "No me contactes" resonaba en su cabeza. ¿Por qué debería hacerle caso? Se moría de ganas de presentarse en su mansión y tocar a su ventana como tantas veces había hecho ... Pero las cosas eran distintas.

Él había cambiado y no dudaba que Bruce también.

Podría ir a alguna rueda de prensa donde él estuviera o algún evento al que soliera asistir, alguna inauguración o similar pero últimamente la vida de Wayne se había vuelto más ermitaña. Según la información disponible en internet y en la prensa sensacionalista, se había explicado la ausencia del multimillonario alegando que estaba en una clínica de desintoxicación por problemas con el alcohol y había reducido sus actos sociales a cero.

A nadie le extrañó que la extravagante vida del príncipe de Gotham le acabara pasando factura.

No sabía cómo Bruce soportaba esa doble vida donde todos creían que su alter ego era un ególatra, egoísta y consentido, con más dinero del que podía gastar en su ya de por sí extravagante modo de vida.

Clark también se había informado sobre las noticias de la Liga de la Justicia y Superman, el cual se suponía que seguía combatiendo en algún planeta lejano.

Los humanos al principio parecieron contrariarse, después racionalizaron la figura del kriptoniano y entendieron que no les pertenecía y que bien podía hacer su trabajo en otras galaxias. Pero cada vez que una catástrofe sucedía en el planeta se preguntaban dónde estaba y por qué les había abandonado.

Clark no sabía qué hacer con Superman y mientras, el mundo seguía girando.

Al parecer, no trascendió nada de lo que pasó en aquellas dos cárceles hacía tres años. Pero la gente que lo presenció todo nunca podría olvidarlo ¿Cómo lo harían? Clark lo sabía porque él lo había revivido prácticamente todas las noches en las que se atrevía a cerrar los ojos.

Cogió el teléfono y marcó el número de la comisaría del distrito siete.

- Póngame con el inspector Dan Turpin por favor – Le dijo al policía que atendió la llamada – De parte de Clark Kent.

Se hizo un silencio en el que Clark escuchó una musiquita que le hubiera taladrado el cerebro al más masoquista.

- ¡Kent! – exclamó – ¿Ya estás en Metrópolis? Pensé que seguías en Irak.

- Sí, ya estoy por aquí y era Afganistán.

- Como sea chico ¿Está contigo esa reportera tan guapa que siempre te acompaña?

- Ehh, no, pero si quiere puedo saludarla de su parte – Quería ganarse el favor del inspector y sabía la debilidad de éste con Lois – Le querría preguntar sobre el paradero de un joven que conozco, es que ... he ido a su piso (por no decir mansión) y ya no vive allí.

- ¿Esto me va a suponer un problema, Kent? – Preguntó el policía escéptico.

- No, de veras. Es un buen amigo.

- Bien – Contestó a regañadientes – Dime cómo se llama.



Esa misma tarde en Bludhaven

DICK

Las clases en la Academia de Policía de Bludhaven se habían acabado. Parecía que el día nunca iba a terminar. Les quedaba poco para que se licenciaran y él y los chicos habían decidido ir a tomarse unas birras a un par de calles de allí.

Dick estaba exhausto, ya no por las duras jornadas de actividad física, a las cuales ni siquiera dedicaba un cincuenta por ciento de su potencial, sino por las extensas clases teóricas de derecho penal, administrativo, romano ... y no sabía cuántos derechos más.

Bajaba las escaleras charlando animadamente con Glory. Una preciosa chica pelirroja de curvas generosas.

- ¿Cómo puedes sacar un diez en todas las pruebas físicas? – Le preguntaba retóricamente su compañera mientras tomaba su brazo.

A Dick no le molestaba. Sabía lo que la joven sentía por él y a él también le gustaba, pero prefería no adentrarse en terrenos pantanosos, al menos no antes de los exámenes. Quería centrarse en licenciarse como policía y no se podía permitir distracciones.

Miró al cielo. Con tanta contaminación apenas se veían las estrellas. Ya no llovía pero la acera estaba mojada y reflejaba de manera fantasmagórica las luces que emitían las farolas y los coches que circulaban por la calle.

Fantasmas.

Acababa de ver uno de su pasado. Uno que no pensaba volver a ver.

Frenó en seco y casi hace caer a la pelirroja que se preocupó al ver la expresión de su compañero.

- Dick ¿Qué pasa?

- Nada Glory. Adelántate al bar. Yo iré más tarde.

Sin darle opción a rechistar, se soltó de su suave agarre y cruzó la calle haciendo que un coche frenara bruscamente. El conductor le dijo de todo menos guapo, pero sus insultos no fueron correspondidos.

Su mirada se mantenía fija en aquel hombre joven, de imponente figura, que vestía con una chaqueta universitaria roja, una gorra y ocultaba sus ojos tras unos lentes de pasta negra.



- Clark – Dijo poniéndose a su altura intentando que su nerviosismo no fuera demasiado evidente o quizás era ¿Miedo?

- Dick – Le contestó con una afable sonrisa.

Bien. Al menos sonreía.

Se había dejado toda la kriptonita en su pequeño apartamento de Blüdhaven, hacía ya meses que no la llevaba, haciendo caso omiso a los consejos de Bruce, así que no era una buena idea provocarlo.

- ¿Qué te trae por aquí? – Le preguntó, cuando realmente lo que quería decirle era: Maldito hijo de perra, cómo pudiste hacer lo que hiciste y abandonarlo sin más.

- He venido a verte.

- Bien, pues ya me has visto – Le dijo desafiante, repitiéndose en su cabeza que no era buena idea exaltar a probablemente el que era el ser más poderoso del Universo. Aquél que había sido su ídolo de pequeño, aquél que había querido y admirado como un familiar más en el tiempo en el que convivieron juntos en la mansión y aquél en el que se había convertido después de todo aquello.

Su cuerpo se tensó involuntariamente. Uno de sus pies tomó apoyo un poco más atrás que el otro, adoptando una clara posición de defensa. ¿Qué estaba pensando? Si le pateara, sólo conseguiría romperse la pierna. Estaba claro que había recuperado toda su fuerza. No podía verle las manos, ya que las tenía dentro de los bolsillos, pero al menos tenía los dos ojos y no quedaban señales de cicatrices en su cara por lo que suponía que el resto de su cuerpo se encontraría en el mismo perfecto estado.

- No he venido a hacerte daño – El hombre sacó sus manos de los bolsillos y se las mostró. ¿Para qué hacía aquello? ¡Ni que necesitara armas para lastimarle! Tan solo bastaba un leve roce de uno de sus dedos para que todos sus huesos estallaran en pedazos.

¿Ahora también tenía poderes telepáticos? Pasó por su cabeza la imagen de él mismo metiéndole un trozo de kriptonita por la boca y esperó la reacción del alienígena, por si era capaz de leerle la mente.

- No quiero molestarte. Sólo venía a ver cómo estabas. Bruce me dijo que os habías peleado.

- ¿Has hablado con Bruce? – Preguntó inmediatamente, casi con ansia.

- Sí, hemos hablado.

- ¿Cómo está?

- Pues – Se frotó la nuca con su mano izquierda, que tenía todos los dedos que debía tener ¿Cómo se le habían regenerado? – Está ... no sé cómo está. Ya sabes que no es muy dado a expresar sus sentimientos.

- ¡A mí me lo vas a contar! – Miró al kriptoniano. Estaba tranquilo, quizás preocupado. No le parecía que se fuera a volver loco en cualquier momento pero no debía fiarse. Eso era siempre lo que le recriminaba Bruce. "No puedes confiar en nadie" Pero ellos no eran iguales. Él no podía vivir así - ¿Quieres tomar una birra o algo?

Clark se sorprendió por la invitación y llegó a extrañarse por la misma. Estaba claro que Dick ya no era un niño y tampoco lo parecía. Medía uno ochenta de altura y, aunque delgado, su espalda era ancha y fuerte. Se había convertido en un hombre de veintiún años. Un atractivo joven de ojos claros y cabello oscuro.


- Así que policía – Le dijo el kriptoniano dando un trago a su botella.

- Sí. Me gradúo en dos semanas –Dick miraba al superhéroe más fuerte que había tenido La Tierra sin creerse todavía que lo que estaba viendo era real. Se sorprendía que nadie en aquel bar supiera quién era. Nadie excepto él. Era como saber un secreto evidente que te quema por dentro del que sabes que jamás podrás hablar - ¿Cuándo has vuelto? – Prefirió dejar de hablar de sí mismo y de sus problemas con Bruce.

- Hace cuatro semanas.

Hacía cuatro semanas que Batman había vuelto a reaparecer en las calles después de una larga ausencia de casi un mes.

- ¿Tuviste algo que ver con la desaparición de Bruce? – Le preguntó temiendo que le incinerara allí mismo con su visión calorífica.

-  Yo jamás haría daño y tú lo sabes - Contestó claramente eludiendo la pregunta.

- Tú le has hecho más daño a Bruce del que nadie le ha hecho nunca, Clark y yo ... ya no confío en ti. Pensé que te conocía pero ... - No sabía cómo continuar sin decirle a la cara todo lo que pensaba, pero la tristeza en aquellos ojos que le miraban hizo que se apiadara y detuviera su discurso.

- Lo sé Dick - Tomó aire o al menos lo pareció -  y no te culpo. Me merezco tu desconfianza... pero voy a hacer todo lo posible para arreglarlo.

- Hay cosas que no se pueden arreglar, ni siquiera tú, con todos tus poderes, serías capaz de recomponerlo.

Clark miró su botella, la levantó y la llevó hasta sus labios temblorosos, pero fue incapaz de beber. Sus ojos se humedecieron y se llevó una mano a la frente, intentando taparse el rostro.

Dick se quedó observándolo, sin pronunciar palabra ¿Qué era eso? Casi le dieron ganas de consolarlo.

Al poco, saludó a unos compañeros de clase estrechándoles la mano. También habían decidido ir al mismo bar en el que ellos se encontraban pero notaron la tensa situación y desaparecieron enseguida no sin antes preguntarle si necesitaba algo, a lo cual éste negó con la cabeza.

- ¿Y qué has hecho? Me refiero ... - Intentó no sonar como un interrogatorio, para desviar el tema ante aquel hombre que parecía a punto de desmoronarse - ¿Has vuelto al Planet?

Clark no contestaba. Se tomó un tiempo para que su voz no sonara tan quebrada como estaba su corazón. 

- De momento mi jefe no quiere readmitirme así que estoy por mi cuenta.

- Siempre has sido un buen reportero, encontrarás otro trabajo – Dick se sorprendía cuando hablaba con el kriptoniano de trabajo, esforzándose en mantener una vida humana normal, cuando podía fundir con su visión calorífica un trozo de carbón y hacer diamantes con él.

- ¿Por qué os peleasteis Bruce y tú? - Interrogó el kriptoniano.

- Pregúntale a él.

- Ya lo hice y no me contestó. No me malinterpretes, pero es que ...

- Mira Clark – Le interrumpió – No voy a decirte nada de Bruce y no estoy cómodo contigo, así que si no tienes nada importante que decirme ...

El kriptoniano se levantó dejando su cerveza prácticamente intacta.

- Lo siento mucho, Dick. Siento haberte incomodado. No era mi intención. Sólo pasaba a ver cómo estabas – Le dio un extraño reloj negro – Si necesitas mi ayuda, púlsalo y vendré lo antes posible.

Dick vio como se alejaba de la mesa en dirección a la salida, esquivando a todos los clientes del concurrido local. Estuvo a punto de llamarle para que se metiera ese reloj por donde le cupiera.

- Eyyyy, Clark – Dijo sabiendo que él le escucharía – Me alegro de verte recuperado – Quizás no era tan mala idea tener un dispositivo de contacto con el ser más importante de la galaxia, pero eso no significaba que fueran a volver a ser más que meros conocidos.

El joven aspirante a policía observó como una pequeña sonrisa se dibujaba en el rostro del kriptoniano, antes de desaparecer tras un grupo de chicas que charlaban animadamente.



CLARK

Clark supo que era una mala idea en cuanto entró en el local de la mano de Jimmy, pero todos habían quedado para celebrar su regreso sano y salvo de Afganistan y en cierta manera, se sintió obligado a asistir.

- ¿¡Karaoke!? – Exclamó el kriptoniano negándose a entrar a la sala privada en la que al parecer, se encontraba al menos la mitad de la plantilla del Planet.

- ¡Sí! – Olsen estaba pletórico. Intentó empujar a Clark dentro, pero parecía como si intentara mover un bloque de cemento - ¡Joder Clark! ¿Cuánto pesas? – Se preguntó utilizando toda su fuerza para empujarlo sin obtener resultados.

Finalmente, Marilyn se percató de la presencia de ambos jóvenes y se levantó ajustándose aún más su escote palabra de honor de su minivestido blanco. Le cogió la mano a Kent y éste no pudo más que dejarse hacer.

La rubia siliconada se sentó a su lado, rozándole la pierna de manera descarada mientras Lois no podía aguantar la risa de verle la cara de incomodidad.

- ¿Te hace mucha gracia? – Le preguntó el kriptoniano retóricamente a lo que la reportera asintió.

Aquel lugar era demasiado pequeño para albergar a tanta gente y estaba escasamente iluminado con una pequeña bola de cristales plateados que emitía pequeños destellos de luces lilas y verdes en una sala que no tendría más de veinte metros cuadrados.

Sobre el pequeño escenario, sus excompañeros Lombart y Ron, actuales periodistas del Planet, "cantaban" una canción de Elvis que lo haría revolver en su tumba.

Cat Grant, la nueva editora, ayudante de Perry, se partía de la risa, ayudada por el vodka que mojaba sus labios.

Grant era una gran profesional. Clark la conocía de la WGBS y era el último fichaje de la plantilla del Planet.

- Clark ésta es Cat, Cat éste es Clark – Les presentó Olsen que ya mostraba su mejor sonrisa a la rubia editora.

- Ya nos conocíamos – Gritó ella por encima de la música – Admiro mucho tu trabajo – Le dijo en voz alta al oído mientras ambos se sentaban.

- Gracias – Le respondió Kent, que lo único que quería era salir huyendo de aquel lugar estruendoso.

- Relájate – Le dijo Marilyn agarrándole el muslo con su mano cubierta de uñas postizas. Clark se levantó de un respingo y todos empezaron a aplaudir.

¿Qué? ¿Por qué todo el mundo le estaba mirando?

El kriptoniano se dio cuenta al instante que la canción se había acabado y que lo que habían preguntado era quién iba a ser el siguiente. Empezó a negar con la cabeza mientras todos vitoreaban su nombre:

- CLARK, CLARK, CLARK CLARK – Entre aplausos y risas.

Miró a Lois con cara de cordero degollado esperando que su amiga lo librara de la más terrible de las experiencias.

Lane lo miró sonrient, sabiendo que era la única allí que le conocía de verdad, cómplice de su doble naturaleza. Detrás de aquella mirada vergonzosa, de aquel granjero tímido criado en un pequeño pueblo de Kansas se escondía el hombre de acero. El último hijo de Kriptón, un pueblo de conquistadores espaciales. Aunque fue enviado a la Tierra para condenarla, lo que había decidido hacer era dar esperanza a la gente, y aunque últimamente las cosas habían cambiado un poco, para Lois, aquel chico de mirada celeste siempre sería Superman.

Se levantó apiadándose un poco de su amigo.

- Vamos Smallville, cantaremos juntos – Le dijo cogiéndolo de la mano y alzándola para contentar a sus conformistas espectadores. Aunque no era lo que Clark esperaba, el estar junto a ella le reconfortó un poco. Lois siempre lo había apoyado. En aquellos momentos se puede decir que era su única amiga – Anímate, Kent – Seguro que has estado en peores situaciones.

Clark no estaba muy seguro de eso, al menos en lo que a la vida del humilde reportero se refería.

Agarraron un micro cada uno y esperaron pacientemente el título de la canción que aparecía en pantalla: Human, de Rag'n'Bone Man

Clark no podía creérselo. Ironías del destino. Estuvo a punto de dejar caer el micro y marcharse volando, atravesando la pared de aquella habitación sin ventanas.

Lois lo agarró fuerte rodeando su cintura por la espalda y empezó a cantar animándolo a hacerlo también.

Todos se rieron viendo desafinar al pobre granjero de Kansas. Sus compañeros se alegraban de que Clark hubiera regresado  y brindaron en su nombre. Cualquier excusa era buena para que el alcohol siguiera corriendo por sus gargantas.

Después de hacer el ridículo más espantoso, Clark tomó asiento al lado de Olsen, para evitar más contacto con Marilyn que lo miró de pronto con cara de rechazo y se apartó de su lado. ¿Qué acababa de pasar? No es que se quejara de la falta de atenciones de la secretaria, pero ... ¿esa reacción de repente?

- Cantas muy bien – Le dijo Bobby con una sonrisa encantadora saludándolo.

- Mientes, pero igual te lo agradezco – Le devolvió la sonrisa estrechándole la mano. Se quitó la chaqueta, ya que parecía que allí hacía calor. Todos iban en manga corta pese a que en la calle hiciera frío y decidió imitarlos. Ya no tenía ningún traje que ocultar debajo así que no había motivo para desentonar.

Este gesto no pasó desapercibido por ninguna de las féminas del lugar ni por algunos de los hombres y la temperatura aumentó considerablemente al ver los musculosos bíceps del recién llegado reportero.

- Chica ¡Ese Kent está cañón! – Dijo la reportera encargada de gastronomía, a lo que las demás asintieron sin ápice de dudas, comiéndoselo con la mirada.

- Lástima que sea gay – Dijo Marilyn.

- ¿¡Gay!? – Se extrañaron todas al unísono.

Clark no podía creerse la conversación que estaban teniendo las féminas, pero escuchaba claramente las palabras como si se las estuvieran gritando al oído, a la vez que Bobby le preguntaba sobre su experiencia en Afganistán.

- Me lo acaba de decir Olsen – Prosiguió la rubia de bote con el cotilleo – Me he quedado muerta – Lo buscó con la mirada – Con ese cuerpo ¡Qué desperdicio!

Clark miró a Jimmy y tuvo que hacer su mayor esfuerzo por evitar que sus ojos se tornaran incandescentes. No es que le importara ser gay, aunque solo había estado con un hombre, era que se trataba de su vida privada y no le gustaba que la gente hablara sobre sus tendencias sexuales que no eran de la incumbencia de nadie y menos, si él mismo no había decidido hacerlo público.

- ¿Qué pasa? – Le preguntó Lois viendo lo tenso que estaba su amigo.

- Jimmy le acaba de decir a todos que soy gay – Clark se pasó la mano por el pelo peinando sus indomables ondas oscuras. Siempre hacía eso cuando algo le preocupaba.

Lois le dió una colleja al fotógrafo sin pensarlo dos veces y le lanzó una mirada asesina.

- Ya hablaremos tú y yo - Desafió al pelirrojo antes de volver a girarse hacia el kriptoniano -Entiendo ... pero no dejes que eso te afecte, Clark – Dijo retirándole un rizo revoltoso de la cara – La verdad siempre acaba sabiéndose – Pensó en voz alta más como una autoconfesión – A tus verdaderos amigos, les dará igual que seas hetero, gay o de otro planeta.

Clark sonrió, mientras la reportera se perdía en aquellos hermosos ojos celestes.

Dos horas después, el kriptoniano se había alegrado de haber pasado el rato con sus antes compañeros de trabajo. No se había dado cuenta de lo mucho que había echado de menos esas conversaciones amenas entre colegas, esas risas espontáneas y la capacidad de decir y de hacer cualquier tontería sin pensar en medir sus palabras o sus acciones.

Clark recordó por qué le gustaba tanto ese planeta y por qué entre aquella gente se sentía como en casa. Se sentía que podía ser uno más, aunque nunca terminara de encajar totalmente.

Eso era suficiente.

Tenía que serlo.

Todos empezaron a despedirse pues al día siguiente tenían que trabajar. Todos menos Olsen que seguía agarrado al micro, balbuceando canciones de amor para Cat, aunque la música hacía rato que ya no sonaba.

Clark prácticamente tuvo que bajarlo en brazos del escenario. Se pasó su brazo por el hombro y lo cargó hasta el primer taxi que paró Lois ya en la calle, pues sabía que si ellos lo intentaban, en el estado en el que el fotógrafo se encontraba, ninguno los tomaría como pasaje.

Al llegar a casa, tumbó a su "amigo" en el sofá y le quitó los zapatos.

Hubiera preferido vivir solo, pero no podía dejarlo tirado con todos los problemas económicos que tenía, aunque fuera un bocazas ¿Pero en qué se gastaba todo el salario que ganaba? Le puso una manta encima.

- Clarkkkkf – Balbuceó – Eres uNNnn guen tío – Rió – CrrrEo keLlledixo a Bobby keras gGgay – Siguió riéndose.

- ¿Sólo a Bobby? – Le recriminó - Duérmete ya – Le tiró un cojín a la cara.

- EzzpEro Keno TeMmmolezte.

Clark se metió en el baño para darse una ducha. Antes de abrir el grifo miró su móvil.

Nada.

Ninguna llamada. Ningún mensaje.

¿Por qué seguía sorprendiéndose?


***

A la mañana siguiente, entró en el restaurante en el que había quedado para comer con Jimmy. Era la primera vez que entraba en aquel local. Demasiado elegante para los gustos de su amigo.

Le diría que no aireara a los cuatro vientos su vida sentimental entre sus compañeros de trabajo. "Ja" se rió mentalmente "¿Qué vida sentimental?"

Uno de los camareros le preguntó si tenía reserva. – ¿Olsen? – Dijo sorprendiéndose de la respuesta afirmativa, ya que esta mañana, antes de irse a trabajar, apenas se mantenía en pie aquejado de una gran resaca.

Otra camarera le guió hasta la mesa y allí estaba sentado Bobby Bibbowsky, en una romántica mesa para dos. El actual reportero del Planet se puso de pie y sonrió nervioso saludándole.

- No sabía si vendrías – Le dijo ante la mirada atónita de Kent que por alguna razón permanecía de pie como si estuviera petrificado.

- Voy a matar a Olsen – Dijo el kriptoniano intentando que sus ojos no se tornaran del color de la sangre.

- Ohhh, vaya – El hombre miró al suelo totalmente avergonzado – No te lo dijo – Se rió de sí mismo por la cara de lástima que debía estar poniendo – Jimmy me dijo que te habías fijado en mí y yo quise creerle – Se puso de pie torpemente – Siento toda esta situación, de hecho he estado a punto de no venir ... No he tenido una verdadera cita en más de seis meses, desde que mi novio me dejó por ... Que más da, no quiero aburrirte con mis problemas.

Bobby cogió su chaqueta dispuesto a ponérsela, pero Clark vio algo en sus ojos que reconocía cada vez que él mismo se miraba en el espejo.

- Espera – Le dijo tomándole por el brazo – Tengo hambre y ya que estamos aquí ...

Bobby sonrió como si se tratara de un niño pequeño con zapatos nuevos y es que alguien como Clark Kent, con ese rostro de mandíbula cuadrada y ese magnífico cuerpo esculpido por los dioses, no pasaría desapercibido por nadie. Era extraño que no se hubiera dado cuenta antes.

La camarera les ofreció la carta de los menús después de ocultar una leve sonrisa por la tensa escena vivida. ¡Qué lástima que sean gays! – Pensó, pues Bobby tampoco estaba nada mal. Rubio, de uno ochenta de altura, ojos verdes, músculos definidos y bien proporcionado.

- No sabía que eras gay – Prosiguió Bobby – Cuando Olsen me lo dijo, casi pensé que era una broma de las suyas – Clark sólo sonrió, dejando ver su perfecta dentadura sin saber bien qué decir- ¿Sales con alguien?

Sin saberlo, aquel reportero había pronunciado la pregunta del millón de dólares. Algo que debería tener una simple respuesta, como un Sí, o un No, pero que resultaba mucho más complicada de contestar.

- Pues, sinceramente, no lo sé – Clark se encogió de hombros – Tengo "algo" con alguien pero no sé exactamente cómo definirlo.

- Ya – Bobby le dio un sorbo a su copa de vino – Te entiendo perfectamente.

- ¿Ah sí? – El kriptoniano lo dudó.

- Sí. Tú sientes algo, lo tienes claro, pero él no quiere avanzar y cada vez que das un paso al frente, retrocede dos más.

- ¡Exacto! – Exclamó Clark maravillándose de que aquel tipo prácticamente desconocido le hubiera calado a la primera.

- Y encima, te sientes culpable y tu autoestima se resiente.

- Es que soy culpable - aunque no creo que tenga problemas con la autoestima, pensó mientras le daba un sorbo a su copa de vino – Yo le abandoné.

- Ah ... - Bobby puso cara de circunstancias - Y ahora él te paga con la misma moneda.

- Eso creo ... puede ser.

- Te lo tienes merecido – Dio un sorbo a su copa de vino - ¿Lo hace por venganza o porque se siente inseguro?

- No lo sé – Clark no se había hecho nunca esa pregunta.

Les sirvieron el primer plato.

- Si lo hace por venganza, déjale claro que ha ganado, que él tenía razón, que ya has pagado suficiente castigo y que harás lo que él quiera. Si lo hace por inseguridad, hazle ver que no tiene motivos para ello, que él es lo más importante para ti, que lo único que quieres es salir corriendo y estrecharlo entre tus brazos por siempre– Bibbowsky se detuvo pensando y su rostro se angustió – Perdona, es que no puedo evitar verme reflejado. En mi caso, yo fui el abandonado.

- Lo lamento.

- Bueno, las cosas son así – Le dio un bocado a su entrecotte - No creo que él piense demasiado en mí. Al menos no en exclusividad porque me engañaba con todos los tíos gays del departamento de bomberos.

- Vaya ...

- ¿Sabes lo que siempre funciona, lo que siempre implica una reacción? Darle celos. Si se mantiene indiferente, es que ya no te ama. No pierdes nada por intentarlo.

"¿Darle celos?"


CONTINUARÁ ...


Notas de la autora:

Espero que les haya gustado la vuelta a su vida como Clark Kent, y sobre todo, el diálogo con Dick.

Cada vez me gusta más Grayson ... y cada vez tendrá más protagonismo. ¿Les gusta la idea?

¿Qué opinan del consejo que le dio Bobby a Clark? ¿Debería hacerle caso, o eso sólo empeorará las cosas?

Espero sus comentarios, y muchas gracias por leer.

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