Capítulo 2 Fuera de sí

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CAPITULO 2

Fuera de sí


DIANA

Bruce había convocado a toda la liga de la justicia para una nueva misión. Hacía cerca de tres meses que no se veían todos en la Atalaya, su cuartel general. Barry había llegado a la sala de reuniones en décimas de segundo, por ello era llamado el hombre más rápido del mundo. Hal, se quiso hacer el remolón y pretendía llegar el último dándose más importancia de la que tenía, pero llegó el segundo. 

 – ¿Sólo estás tú? – le soltó desganado a Flash.

- Yo también te quiero, Linterna – le dijo Barry con una burlona pero divertida sonrisa.

- ¿A qué hemos venido? Tengo mundos que liberar, chicas que rescatar, galaxias que salvar...

- O sea que estás tan aburrido como yo – le contestó el velocista.

- ¡Ya te digo! –Le contestó mientras se dejaba caer en una de las sillas giratorias de la sala de reuniones.

Cyborg llegó justo después con ese sonido metálico que le caracterizaba y delataba lo poco que le quedaba de humano. 

– ¡Qué lástima! – pensó Barry para sí – Un chico tan joven.

Diana llegó también en ese momento. Todos se giraron para ver su espectacular entrada porque Diana era ... espectacular.


Medía uno noventa de altura, su cuerpo era fuerte y musculado, su pelo largo, ondulado y negro, su rostro anguloso como el de un perfil egipcio y tenía esos ojos del color del mar embravecido que siembre miraban desafiantes.

Era altiva, incluso soberbia. Lista y dominante. La modestia, desde luego, no era una de sus virtudes. Era muy hermosa pero tan intimidante, que pocos hombres se sentían a su altura.

Un miembro de la realeza, una princesa guerrera, entrenada por y para el combate y eso se notaba en cada palabra y en cada acción de la semidiosa de Temyscira. Sus palabras cortaban más que su espada porque al contrario de lo que se prodigaba en aquella estancia, Diana siempre decía lo que pensaba.

Barry, Hal y Cyborg la apreciaban y la temían a partes iguales. Quizás hoy, más lo segundo que lo primero.

Wonder woman entró en la sala, llenando el espacio con su presencia. Vestía una armadura dorada que a pesar de tener miles de años, lucía impecable pese a tener alguna muesca producida en el combate.

En su mano derecha todavía blandía la espada de Ares y por la hoja de ésta, resbalaba la sangre.

Sangre roja y espesa.

- No es humana – afirmó la princesa ante la mirada temerosa de sus compañeros. – ¿Dónde está Batman? - desde luego, no quería perder el tiempo.

- Aquí – dijo Bruce con su traje de murciélago mientras desplegaba un plano holográfico sobre la enorme mesa ovalada ante la que estaban ya todos sentados.

- ¡Joder, Batman! – exclamó Barry llevándose las manos al pecho - ¿De dónde has salido? - ¡Casi me da un infarto!

Bruce prosiguió a explicar la misión, haciendo caso omiso.

- He llegado a la conclusión que el submarino puede estar en la Fosa de las Marianas. Tendremos cuarenta segundos para que salten las alarmas y minuto veinte para que introduzcan las claves detonadoras. Hal – dijo Batman mirándolo fijamente – Tú te acercarás desde el fondo del agua, sacarás al submarino a la superficie y entrarás en él – hizo un rápido gesto con su mano encima de la pantalla y otro mapa de desplegó sobre la mesa - Éste es el plano del submarino, memorízalo y no la cagues otra vez Jordan. Después envuelve las cabezas nucleares con el poder de tu anillo y sácalas fuera. Yo ya las desactivaré a distancia - Batman se giró para mirar al velocista - Barry si algo sale mal quiero que te lleves dos de los misiles al desierto de Jayapura en Papúa Occidental para que hagan explosión allí sin herir a nadie y tú Diana cogerás los otros dos y los harás explotar en el cielo, tan alto como puedas.

- ¿Qué hará Superman? – Preguntó Diana sin dejar de observar el mapa del interior del submarino

El silencio se hizo eterno.

- No necesitamos a Superman para esta misión - le contestó Batman, aunque tardó algo en pronunciarse, cosa que le restó credibilidad.

- Sí lo necesitamos – Dijo  mirándolo directamente a los ojos. La princesa le atravesaba su máscara como un depredador analiza a sus presas antes de lanzar el ataque.



Batman sopesó sus opciones. 

– Dejadnos un momento – dijo finalmente.

Barry y Cyborg se miraron entre sí sorprendidos mientras Hal buscaba en qué momentor entrar en la conversación para mostrar su indiganción ante el comentario de Batman.

Era verdad ¿Por qué Superman no participaba en una misión de estas características? Querían saber más pero no se atrevieron ni por un segundo a rechistar y sin decir palabra se levantaron y salieron dejando solos a los dos titanes. No era buena idea meterse en aquel fuego cruzado.

- Yo organizo las misiones – amenazó Batman mirando fijamente a la amazona.

- Bruce – contestó la amazona impasible – Tú organizas porque has sido el mejor estratega hasta la fecha. Hal Jordan jamás podrá tomar desprevenida a la tripulación del submarino. Necesitará envolverse en el halo luminoso que desprende su anillo para poder respirar bajo el agua y hará saltar el sonar sin duda alguna.

¿Qué podía decir Batman ante esa retahíla? Lo peor era que tenía razón. Diana era introvertida pero cuando hablaba, la verdad caía por su propio peso, y en lo que a estrategias militares de refiere, poco había que no supiera ya.

La princesa miró al caballero oscuro, que permanecía en silencio, se levantó y emprendió altiva el camino a la puerta de salida 

– Cuando arregles lo que quiera que sea que tengas que arreglar con Clark, me vuelves a llamar. Hasta entonces, tengo más batallas que librar.

- Diana, espera – la amazona se detuvo y volvió a mirarlo a la expectativa.

Bruce dio un golpe sobre el plano holográfico y el cristal se resquebrajó en mil pedazos. Los otros tres miembros de la liga lo s observaban estupefactos desde la entrada y aunque no pudieron escuchar la conversación, una imagen valía más que mil palabras.

- ¡Superman! – llamó alto y claro el murciélago por el intercomunicador. – Ven a la Atalaya.

- Wonder Woman 1, Batman 0 - murmuró Hal mientras a Barry se le escapa la sonrisilla.

En apenas tres minutos Superman entró en la sala de reuniones. Estaba serio y ligeramente asombrado por encontrar a todos los miembros de la liga en el lugar. Normalmente él y Barry siempre eran los primeros en acudir a la llamada de su líder.

- Entrad – dijo Bruce secamente. Barry, Hal y Jordan se acercaron de nuevo a la mesa, hecha añicos.

Bruce empezó de nuevo a exponer su plan, como si se tratara de la primera vez,  sustituyendo en la misión a Hall Jordan por Superman, la opción más lógica.

Hal hizo ademán de protestar pero ahogó sus palabras ante la mirada inquisidora del murciélago. No quería acabar peor que la mesa.

Clark prestaba atención y memorizaba las palabras del caballero de Gotham como siempre lo había hecho. Esta vez no preguntó nada. Ni siquiera porqué había cristales rotos en el suelo.

No es que no tuviera ninguna duda, es que no quería hablar. No quería hablar con él. De hecho ni siquiera le miró a los ojos ni una sola vez.

Diana fue la única que se percató de eso y de que Batman estaba nervioso.

Jamás había visto a Bruce nervioso y las explosiones de ira gratuitas tampoco eran frecuentes así que debía haber alguna razón.

Esa misma noche Superman cumplió con lo que se esperaba de él y los demás miembros de la liga también. No se lamentaron bajas humanas y las cabezas nucleares fueron llevadas a unas instalaciones que Wayne Tech tenía en el desierto de Gobi para su posterior desmantelamiento.


JIMMY

- Oye Jimmy – dijo Clark - ¿Te apetece tomar algo?

Jimmy abrió los ojos a sobremanera y miró el reloj 

– Son las once y media de la noche – le dijo a Clark. Acababan de cubrir una rueda de prensa del presidente de Estados Unidos en relación precisamente al desmantelamiento progresivo de las cabezas nucleares en los países de Oriente Medio y se había hecho tardísimo. – Pero qué demonios, Clark, claro que sí – Le dijo a su amigo intentando cogerlo por el hombro, sin conseguir abarcarlo del todo.

¡Qué menos podía hacer por su colega! Habían trabajado durante cuatro o cinco años juntos y realmente le caía bien.

Jimmy era el fotógrafo asignado a Internacional y Nacional, así que trabajaba muy a menudo con Lois y Clark y la relación profesional era de mutua admiración. Más aún, Clark era su amigo, aunque sabía pocas cosas de él excepto de las que se hablaba en la oficina. Kent era muy reservado con su vida privada y rara vez salía con los colegas de oficina a tomar algo, así que si esta vez era él el que se lo había pedido, no podía decirle que no.

Se encontraban en una mesa en el Jousy's, un tugurio con buena música y mala reputación que le encantaba a Jimmy. Sobre todo le gustaba ir por la camarera, una mejicana de enormes atributos que solía vestir prendas ajustadas con enormes escotes también. La única precaución que había que tener era la de no pedir nada con hielo, pues ni el bar, ni el agua, cumplían con la más mínima norma sanitaria.

Clark estaba sentado en frente de Jimmy y hasta el momento habían tenido una conversación de lo más banal 

– Qué te pasa Clark – le preguntó mientras sorbía su cerveza coronitas.

- Nada ... ¿por qué me tiene que pasar algo? – preguntó el reportero

- Pues no sé ... ¿Por qué llevas tres whiskies dobles y tú jamás bebes alcohol?

- Ah, por eso ... - sonrió Clark recolocándose las gafas.

- Clark, tú eres el que me has pedido que viniera, así que venga , suéltalo.

- Pues verás ... es que hay una persona que ...

- ¡No me digas! Joder, al fin te gusta alguien. Estaba empezando a pensar que eras de otro mundo porque tío, te vistes de pena, pero vamos que si yo tuviera ese cuerpazo tuyo me hubiera tirado a la mitad de las tías de Metrópolis.

Clark se le quedó mirando un poco avergonzado y se acabó el whisky sólo de un trago.

- ¡Eh! – exclamó Jimmy – Tranquilo ¿Es que quieres emborracharte?

- Ojalá pudiera – dijo Clark para sí, mientras le pedía otro whisky a María. La mujer no había parado de sonreírle desde que entró en el bar. – ¡Sin hielo, gracias!- recalcó a la camarera para guardar las apariencias -No, no es eso. Es que esta persona ... no sé cómo explicarlo – seguía sin encontrar las palabras. Vaya mierda de reportero estaba hecho, pensó - La conozco desde hace ya bastante tiempo y siempre la he admirado y yo jamás de los jamases – dijo haciendo énfasis en el jamás – he pensado que se sintiera atraída por mí. Es más, pensaba que ni siquiera le caía bien.

- Tíratela Clark, de verdad tíratela – le dijo su amigo como si tuviera la verdad absoluta - Fóllate a esa tía y saldrás de dudas y si después no funciona, pues al menos has echado un polvo.

- No es una tía – suspiró Clark con cara de preocupación mirando a su amigo.

Jimmy volteó los ojos al techo del mugriento antro y frunció el ceño. ¿Había escuchado bien? ¿Qué había dicho? Todo encajó de repente. ¡Por eso Clark era tan reservado! Por eso nunca le pidió salir a Lois por más que fueran uña y carne. Por eso nunca le había visto con una mujer.

- Oh Dios – Dijo Jimmy como si el cielo se hubiera abierto ante sus pies. – ¿Soy yo? – preguntó entre impresionado y temeroso.

- ¡Qué vas a ser tú! – Le contestó Clark como si su amigo se hubiera bebido el entendimiento

De repente Jimmy relajó todos los músculos y suspiró aliviado pero después su expresión se volvió algo agria 

– Oye ¿Por qué no puedo ser yo? ¿Es que no te resulto atractivo? – preguntó ofendido - Mi pelo pelirrojo no te pone - Al segundo se arrepintió de haberlo dicho dada la expresión de preocupación de su amigo – Está bien Clark, lo siento, continúa,  continua - le hizo un gesto para que prosiguiera.

Clark volvió a llevarse el vaso a la boca que le acababa de traer María y trató de esquivar la exagerada "personalidad" de la mejicana cuando le rozó el brazo a drede.

- Pues de pronto hace unas semanas me besó – Clark se desplomó en la incómoda silla sin que el respaldo apenas le cubriera la mitad de la espalda- Era como si se hubiera quitado de encima el peso que le había atormentado hacía ya casi un mes.

Jimmy volvió a darle un trago a la botella. Al fin tenía una conversación de hombres con Clark y estaba disfrutando de ver a su amigo sincerarse con él de aquella manera. Molaba tener un amigo gay y molaba aún más, que por más que partiera con la ventaja evidente por tener ese cuerpo escultural, nunca le quitaría a una tía.

- Y después, yo estaba muy confundido y no sabía lo que sentía – siguió el reportero – y fui a su casa

- ¡Ése es mi chico! – le dijo Olsen dándole un golpecito a Clark en el pecho. Lanzó un quejido – Joder Clark, ¿Haces pesas?

- No ... no pasó nada ... bueno él sí quería, pero yo ... yo no lo sé. No sé lo que siento por él y yo no me voy a la cama con cualquiera así que ...

- Así que eres virgen – le interrumpió su amigo.

- ¡Yo no soy virgen! – dijo Clark molesto – He estado con muchas mujeres, bueno, quizás no con muchas, pero no soy virgen – bajó el tono de voz al notar que había captado la atención una vez más de María y de un par mujeres de mediana edad que lo observaban con detenimiento desde la barra.

- ¿Lo has hecho alguna vez con un hombre? – preguntó Jimmy apabullante.

- No – dijo Clark sin poder evitar confirmarlo y de nuevo se acabó el whisky de un trago.

- Pues ármate de valor y si realmente te gusta, adelante, no te lo pienses tanto o al final te quedarás solo. ¿Qué es lo peor que puede pasar?

¿Qué es lo peor que puede pasar? – Que parta en pedazos a Batman, pensó Clark.


LOIS

Lois ya estaba en la oficina. Era muy raro verla entrar antes de su hora y a Clark le sorprendió de veras verla allí tan temprano. Aporreaba el ordenador como si se estuviera peleando con él.

- ¡Jodido cacharro! – maldijo desesperada

- ¿Qué te pasa Lois? – preguntó Clark, que se había acercado hasta donde estaba su compañera.

- Pues que Perry me ha vuelto a encasquetar la sección cultural porque resulta que Adam – el reportero que la cubre habitualmente – está con la varicela ¿ Pero cómo se puede tener la varicela con cuarenta años? – gritó para que todos la oyeran en la redacción.

-¿Qué noticia? – le preguntó Clark

- La de la inauguración del museo de ciencias aplicadas

- ¿Cuándo?

- Esta noche a las 22 horas – sonrió Lane a su compañero.  Sabía que éste no la iba a dejar sola – Por favor Kent - le rogó Lois juntando las manos y poniendo morritos – Sabes lo mucho que odio los museos y a todos esos snobs que van allí a pavonearse con sus cochazos y sus ropas caras  y sus ... 

- Te acompañaré, Lois.

La reportera no pudo menos que dar un pequeño aplauso a su compañero, al que adoraba. Sabía que Smallville era un friky al que le encantaban los museos así que la parte de investigación ya estaba cubierta con los conocimientos de Clark. Ella una mujer que pensaba que no había nada más aburrido en el mundo. 

- Ponte guapo – le recriminó Lois mientras bajaban en el ascensor del Planet al acabar la jornada.



Clark pensó en el traje de chaqueta negro, con camisa verde y corbata azul que se ponía habitualmente para asistir a ese tipo de actos.

- Y por Dios Clark, no te pongas la camisa verde – le dijo Lois mirándolo con lástima.

- ¿Qué camisa? – preguntó Clark sonriendo.

Esa mujer lo conocía demasiado bien.



Lois llevaba esperando a Clark más de cuarenta minutos en la puerta del museo y estaba desesperándose 

-¿A qué se ha rajado?- pensó. Pero sabía que Clark siempre cumplía lo que decía y entonces lo vio cruzando la acera ante ella, sin mirar a la calle, corriendo apresurado, como siempre despistado. Lois cerró los ojos cuando vio que uno de los deportivos rojos había tenido que frenar justo a unos escasos centímetros de Clark. El reportero le pidió disculpas con la mano. Por un momento Lois incluso pensó que había llegado a chocar contra su compañero por como el auto se paró en seco.

El propietario del vehículo salió furioso de él y miró a Clark como si quisiera pegarle pero al ver su envergadura decidió voltear sus ojos al capó y vio su coche abollado justo en frente del reportero.

- Lo siento mucho, es que llevo prisa – dijo Clark sonriéndole. 

Pero el hombre no le prestó atención y alzó una ceja cuando vio que la abolladura de la carrocería tenia la forma de ¿Una mano?

Clark pensó en una excusa para decirle a Lois. No podía contarle la verdad: Que había estado apagando un incendio en una petroquímica en medio del atlántico y había evitado que más de treinta personas perdieran la vida esa noche

- Lois, lo siento mu...

- Cállate, Smallville – espetó Lois. Hacía tiempo que ya no se molestaba en pedirle explicaciones a su amigo por sus inexplicable desapariciones o inexcusable tardanzas. Sólo lo perdonó porque Clark era sumamente guapo, estaba sumamente sexy esta noche y la iba a ayudar con el artículo.

- ¿ Y esa camisa azul? – le dijo mirándolo de arriba abajo gustándole lo que veía - ¿Es nueva?

- Al menos, no es la verde – sonrió Clark con esa dentadura perfecta que tenía.

Lane iba con un vestido precioso plateado de espalda descubierta y llevaba el pelo recogido. No es que fuera muy guapa en el sentido estricto de la palabra pero sí que resultaba sexy y muchos hombres habían caído a sus pies.

- Malditos tacones, no puedo ni caminar – dijo Lane mientras subían la gran escalera de piedra del museo agarrada al brazo de Clark - Al final la noche va a resultar menos aburrida de lo que pensaba

- ¿ Y eso por?

- Porque ese malnacido de Wayne está aquí.

Clark frenó en seco y casi hacer caer a Lois

- Pero ¿qué te pasa Smallville?

Clark buscó mentalmente alguna excusa para irse lo más rápido de allí pero estaba totalmente bloqueado entre la gente. Bruce Wayne estaba allí.

Tragó saliva y continuó la marcha, subiendo los últimos peldaños como si sus piernas pesaran toneladas.

Clark pensó que debía solucionar esto de una vez por todas. En las últimas dos misiones de la Liga el clima había estado tan enrarecido que había empezado a afectarle a él y a los demás compañeros. El kriptoniano estaba descentrado y eso en alguien como él podía costarle muy caro. Bruce y él se esquivaban. No se hablaban directamente y eso comportaba consecuencias que Clark no estaba dispuesto a asumir.

- Estos  tacones me están matando – maldecía Lois mientras se fregaba uno de los tobillos. Cuando vea a Adam se los pienso clavar en un ojo.- ¡Oh,mira! - le dijo a Clark - Allí está el playboy de Gotham pavoneándose entre los otros pijos de la ciudad.

- ¿Dónde vas? – preguntó Clark horrorizado mientras veía como Lois se dirigía al grupo donde estaba Bruce.

- Pienso hacerle la entrevista que jamás me concedió. No podrá zafarse de mí entre tanto lameculos. Su ego no le dejará salir huyendo.

Sin saber cómo, Clark se dejó arrastrar de la mano de su amiga hasta que estuvo al lado de Bruce.

Bruce estaba impecable, pensó Clark, con un traje gris oscuro, casi negro y una camisa azul petróleo con corbata del mismo color, que resaltaba ese mismo color en sus ojos. El corazón de Clark empezó a palpitar en su pecho. Su superoído hacía que lo escuchara como si tuviera un coro de tambores kabuki repicando dentro de su cabeza, resultaba incluso doloroso.



Tuvo que concentrarse para escuchar otros sonidos que no fueran los que emitía su corazón. Se centró en las dos, no ... en las tres acompañantes de Bruce.

Por el aspecto seguro que eran supermodelos todas o bailarinas del ballet ruso , muy al estilo de Bruce Wayne. Clark lanzó una mirada de repulsa a esas mujeres que alzaban la vista mirándolo con otra clase de deseos.

- ¡Lois Lane y Clark Kent! –pronunció con evidente teatralidad el multimillonario – Mis reporteros favoritos. Me alegro mucho de veros -Mintió.

Entonces pasó lo que tenía que pasar, que Lane hizo lo que mejor se le daba, destapar la noticia fuera como fuera. 

- Señor Wayne – empezó la reportera sacando una diminuta grabadora de su bolso – ¿Es cierto que industrias Wayne Tech ha mentido en relación al desmantelamiento del armamento militar que fue absorbido en la fusión con Lex Corp?

Mierda, pensó Clark para sí  mientras veía cómo cambiaba el semblante de Bruce.

Era cierto que Batman siempre había sido un buen aliado de Superman, pero cuando el caballero de Gotham colgaba su traje de murciélago y se colocaba el de multimillonario, el kriptoniano dejaba de reconocerlo. Era una persona totalmente diferente que hacía cosas que Batman jamás haría y eso ponía en tensión a Clark. Vivían realmente en mundos diferentes.

No comprendía la extraña dicotomía entre Bruce Wayne y su alter ego, pues en esencia, Superman no era tan diferente de Clark Kent.

Quizás Batman y Superman se parecieran, al menos en cuanto a ideales se refiere, pero Bruce Wayne y Clark Kent ¿A quien quería engañar?

Lois volvió a arremeter a bocajarro.

- Se ha descubierto material armamentístico entre los arrestados en el último atentado de Oriente Medio que provenían de una filial Lex Corp, filial que su empresa absorbió hace más de dos años. ¿ Es que está armando a los sectores más extremistas de ...

- Señorita Lane, esa es una acusación muy grave – Wayne tenía la mirada ida y se le notaba molesto.

- Entonces ¿No lo niega? – sonrió la reportera.

Bruce miró a Clark y su semblante cambió, sonrió como un niño cuando se le ocurre una travesura.

- Mire, señorita Lane – le dijo dulcemente – podría demandarla por difamación y que mis abogados le sacaran hasta el último centavo a ese periódicucho suyo donde trabaja. Pero también podría despedirla y ahorrarme el dinero que esos chupapleitos me iban a pedir. Así que ... - Hizo una leve pausa para disfrutar del momento – Está usted despedida - La reportera lo miró incrédula - ¿ Es que no le ha dicho Perry que empresas Wayne es el nuevo accionista mayoritario del Planet?

El corazón de Lane se paralizó por completo mientras las risitas de las acompañantes de Bruce y de los otros vips de la ciudad resonaban en los oídos de la periodista a la que miraban con desprecio.

Bruce simplemente agarró a una de las modelos por la cintura casi rozándole el culo y se giró para seguir hablando su conversación superficial y absurda.

Clark sabía lo que el Planet significaba para Lois. Era su mundo. Ella vivía para escribir y si le quitaban eso, se quedaba sin nada. El hombre de acero no pudo reprimirse. Cogió a Bruce por el brazo a la altura del bíceps y le apretó más de lo que hubiera debido.

- ¿Cómo has podido? – le interrogó al oído mientras apretaba los dientes y lo miraba con rabia. Estaba Furioso. Se aprovechaba de saber su identidad secreta para hacerle daño a las personas que a él le importaban. No se explicaba cómo Bruce había podido caer tan bajo.

Cuando al multimillonario empezó a temblarle el brazo y sintió su hueso crujir, el kriptoniano abrió su mano rápidamente liberando a su presa. No podía creerse que no hubiera sido capaz de contenerse. Intentó focalizarse en otra cosa para poder tranquilizarse. Se giró para mirar a Lois que ya no estaba.

Clark movió su cabeza, intentó concentrarse en el latir del corazón de Lois. Lo hubiera distinguido en circunstancias normales en medio de un estadio repleto de gente pero ahora estaba fuera de si. Había perdido el control. Había oído crujir el hueso de Bruce y se lo había hecho queriendo. Ahora era él  el que se aprovechaba de su alter ego para hacerle daño a Bruce, pero ¿ Qué le estaba pasando? ¿Cómo podía perder el control de esa manera?

Clark salió disparado de allí. Necesitaba aire, aunque él no necesitaba respirar en el sentido estricto de la palabra, sentía que se ahogaba. Empezó a jadear sin poder calmarse y entró en el ascensor de servicio. La corbata le ahogaba como una soga de kriptonita. Saldría a la calle a ver si veía a Lois e iría más rápido que por la gran escalinata repleta de invitados.

Cuando las puertas estaban a punto de cerrarse, una mano lo impidió y Bruce entró en el ascensor. Estaban solos.

- No lo hagas – dijo Clark intentando serenarse, sin atreverse a mirarlo – No la despidas.

- No lo haré – Hizo una pausa - Si mañana cenas conmigo. Tú y yo solos.

- No todo se compra con dinero Bruce

- Tampoco con arrogancia – dijo mientras se ponía frente al Kriptoniano, tanto que sus alientos se cruzaron en uno solo - ¿Vas a dejar que se quede sin trabajo sólo porque eres demasiado orgulloso para cenar conmigo? ¿Tan desagradable te resulto? – le preguntó mientras se acercaba tanto a él que sus cuerpos se rozaron.

Clark hizo un paso atrás y tocó con su espalda la pared del ascensor. El multimillonario le cogió suavemente la mano y acercó su cara al cuello de Clark, rozándolo con su nariz, embriagándose con su olor salado.

Olía a mar.

Sus labios también rozaron la piel del kriptoniano, que entreabrió los labios y empezó a respirar de manera brusca, temblorosa, y aunque Bruce no podía escuchar los latidos de Superman, sí podía ver su pecho moviéndose arriba y abajo violentamente.

A Bruce le encantó eso, lo puso a mil. Tener al hombre de acero entre sus brazos, apretado contra su cuerpo, consumiéndolo, haciéndolo débil, le hacía sentir a él más fuerte.

Le hacía sentir que tenía el control pero una fuerte sacudida que lo estampó contra la otra pared del ascensor, le devolvió a la realidad. El hombre de acero puso una mano a cado lado de su cabeza, tan fuerte, que el ascensor de salió del eje y se activaron los frenos de emergencia.

Allí estaba Clark, mirándolo fijamente a los ojos como un Miura a punto de envestir. Bruce tuvo que admitir que se arrepintió por un instante el haberlo provocado tanto, pero era eso precisamente lo que había estado buscando.

Bruce sintió la lengua de Clark en su boca, imparable. Se abría paso entre sus labios, devorándolos con más lujuria con la que Bruce jamás había sido besado.

Clark tiró de los cabellos de Wayne hacia atrás y le rompió el nudo de la corbata y parte de la camisa, para empezar a besar todo la extensión de su cuello.

El cuerpo del superhombre se pegaba al de Batman sin existir el espacio entre ellos, y Bruce notó el miembro del reportero clavándose en su entrepierna mientras apenas podía respirar. El ascensor crujía entre las envestidas de Clark que había perdido el control de sí mismo y seguía agarrándolo por el pelo y la cintura, atrayéndolo hacia así, diluyendo cualquier posibilidad de escape.

Entonces escucharon unos golpes en la puerta del ascensor, que se había quedado parado entre dos plantas.

- ¿Están bien? – Preguntó alguien alzando la voz des de el exterior.

Bruce intentó separarse de Superman pero éste no parecía estar por la labor. ¡Dios! Su cuerpo estaba ardiendo.

- Clark – susurró Bruce en un momento que el kriptoniano le dejó para retomar aire – Clark- volvió a decir más alto – Nos han venido a rescatar.

Superman abrió los ojos extrañado, como descolocado. Soltó a Bruce y se separó del otro todo lo que el ascensor le permitió. Todavía jadeaba y miraba a Bruce como si acabara de despertar, como si estuviera sobresaltado y no supera como demonios había llegado hasta allí.

Una palanca tipo pata de cabra abrió finalmente la puerta y tanto Bruce como Clark salieron del ascensor. Se encontraban en una planta de servicio del museo. Por el olor seguramente eran las cocinas.

Bruce miró por última vez a Clark esa noche y vio que estaba completamente fuera de sí . Se acercó y le dio un papel escrito de su puño y letra.

"Mañana a las diez de la noche en mi mansión. No faltes"

Seguramente, lo llevaba escrito de casa, pensó Clark.



CONTINUARÁ ...

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