Capitulo 25: Descenso al Infierno

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

CAPITULO 25

Descenso al infierno

SUPERMAN

Clark seguía acurrucado en su cama, absorto con los recuerdos de su madre, de su padre, a los que jamás volvería a ver.

No quería olvidarse su voz, ni de su perfume, ni de su característica forma de caminar, no quería que le pasara como con su padre, del que ya no recordaba su olor.

Miró a su lado, sintiendo todas las partes del hueco.

Bruce no estaba.

No sabía dónde se había ido, pero lo que sí sabía era que le había mentido.

En un momento como ese, se había marchado.

¿Qué podía ser más importante que estar con él en esos momentos de pérdida?

Lo había dejado solo.

Se sentía más solo de lo que nunca se había sentido.

En un planeta extraño, rodeado de alienígenas que lo amaban y lo detestaban casi a partes iguales.

Estaba completamente solo.

En parte, lo culpaba por ello.

No se creía con fuerzas para afrontar el funeral que tendría lugar en el cementerio de Smallville por la mañana temprano. Todos aquellos rostros conocidos, otros no ... diciendo palabras de consuelo que en realidad no sentían. Compadeciéndose del pobre extraterrestre que se había quedado huérfano. Que se había quedado solo en el mundo. Si no se concentraba lo suficiente para aislarse, incluso podía oír sus comentarios en el pueblo, como si fuera el último chisme a compartir.

El ruido de cristales rotos sacó a Clark de su ensimismamiento, se incorporó rápidamente de la cama y observó un humo verde salir de unos pequeños botes metálicos.

Al instante sintió cómo sus fosas nasales le quemaban y sus fuerzas disminuían.

¡Que! ¿Kriptonita?

Dejó de respirar y agudizó sus sentidos para notar que había más de cincuenta hombres en los alrededores de la granja. Si no hubiera estado tan afectado por la muerte de su madre lo habría visto venir a kilómetros, pero no era tiempo para lamentarse. Salió volando a través de la ventana, estallando la madera en mil pedazos.

Tenía que escapar, y por aire era su mejor opción, puesto que la casa estaba prácticamente inundada por aquel humo verde tan letal para él.

No llegó muy lejos.

Le apuntaron con un cañón sónico y cayó del aire como un pájaro al que acaban de disparar.

Su cuerpo chocó contra el suelo violentamente. Intentó levantarse lo más rápido que pudo y ya estaba activando su visión de calor cuando otro pulso sónico lo atravesó.

Lanzó un grito de dolor mientras su nariz y sus oídos empezaron a sangrar.

Alzó la vista y vio a Amanda Waller ante él, plantada delante suyo con actitud desafiante. Impasible ante su dolor.

Sus ojos se volvieron rojos, pero se apagaron al sentir un dolor agudo en su espalda, precedido por un ruido sordo. Tuvo la sensación que se partía por la mitad.

Superman cayó de rodillas sobre la hierba mojada por la humedad de la noche de Kansas. Se llevó la mano temblorosa al abdomen y la vio teñida de sangre.

Balas de kriptonita líquida.

Le habían disparado por la espalda y le había atravesado el estómago.

Se giró para encarar a aquel que lo había disparado, y se encontró con los ojos negros de Leocadio.

Otro disparo.

Esta vez en el hombro.

Superman luchaba por mantenerse de rodillas, luchaba por mantenerse consciente pero era imposible con esos niveles de kriptonita en su cuerpo. El dolor era insoportable.

- Cae ya maldito alienígena - Ordenó la teniente al tiempo que le pateaba en el pecho con extrema violencia.

Otro disparo.

En el muslo de la pierna derecha.

- ¡Leocadio, basta! Lo necesito vivo - Le dijo Waller - Luthor, su turno.

Superman tenía los ojos en blanco, apenas podía enfocar con su mirada, pero escuchó la voz de Lex mientras se acercaba a él, tocándolo con sus sucias manos, sin poder hacer nada por evitarlo, pues estaba prácticamente inconsciente y su cuerpo se consumía por la agonía.

Le agarró el brazo y le pinchó con algo.

Superman empezó a temblar, todas sus extremidades se agarrotaron. Sentía cómo fuera lo que fuera lo que le habían inyectado, le desgarraba por dentro provocándole el más extremo de los sufrimientos. Notaba el veneno abriéndose paso entre sus venas, rompiendo los tejidos a su paso.

Ni siquiera le quedaban fuerzas para gritar.



Luthor le puso lo que parecía ser una mascarilla sobre su nariz y boca que liberaba algún tipo de substancia tóxica, para mantenerlo en ese estado.

Más personas se acercaron a su alrededor, observando la lenta agonía sin hacer nada para ayudarle.

- ¿Sufres, Superman? - Sonrió Lex al ver el rostro devastado del kriptoniano - Bien. No estaba muy seguro de que te fuera a doler - Lo agarró bruscamente por el pelo con una mano mientras que con la otra hundía su mano en la herida de su estómago, destrozando los tejidos, para asegurarse de que Kal-El le mirara y supiera que era él, el que le estaba provocando todo este dolor - Esto no ha hecho nada más que empezar.

- Tengo que reconocer - Dijo Leocadio a Waller - Que cuando contrataste al payaso para crear la distracción y para que nos quitara a Batman de encima, no creí que fuera capaz de lograrlo de una manera atan efectiva.

- Nunca subestimes al Joker - Dijo Amanda muy seria observando cómo postraban a Superman encima de una camilla y lo metían en lo que parecía ser una ambulancia - Y lo más importante, nunca te fíes de él.

***

Batman estaba en la celda del Joker, donde un pobre desgraciado, delincuente de poca monta, le había sustituido des de no sabía cuánto tiempo. Su intercomunicador sonó en su oído.

- ¡Estoy ocupado! - Gritó a la amazona mientras seguía ensañándose con el sustituto, ante la mirada atónita de los guardias y Gordon que no sabían cómo parar esa vorágine de violencia. Si aquel hombre no había confesado con la cantidad de golpes que había recibido, era que no sabía nada.

- ¡NO ESTÁ! - Le gritó Diana.

Bruce soltó al delincuente y salió de la celda.

- ¿Cómo que no está? ¿De qué estás hablando Diana? - se desesperó mientras la sangre resbalaba por sus guantes.

- Se lo han llevado Bruce. Se han llevado a Clark.

***

Clark intentó abrir los ojos. Se sentía mareado, cansado y consumido por el dolor. Por mucho que quisiera, su cuerpo no le respondía y sus ojos volvían a cerrarse.

Sabía que había gente alrededor suyo. Podía escuchar cómo hablaban de él. Términos científicos. Gente con bata y mascarillas blancas.

Luchó varias veces por mantener la consciencia, hasta que al final lo consiguió.

Estaba tumbado boca arriba, atado de pies y manos a una camilla, con los brazos en cruz. Numerosos tubos se introducían en su piel, perforándola, algunos succionando su sangre, otros inyectándole sustancias.

- Sácale otro tubo - escuchó.

- Ya le hemos sacado demasiado. ¡Míralo! Waller lo quiere vivo, y cómo sigamos así no llegará a mañana.

Una luz cegadora le impactaba en los ojos haciendo que apenas pudiera abrirlos, mucho menos desatar su visión de calor.

Apenas podía mantenerse sin perder el conocimiento.

Lanzó un ruido gutural al sentir el tubo dentro de su garganta. Lo estaban obligando a respirar aquella substancia verde que le quemaba por dentro, como si respirara el fuego del infierno.

- ¡Está despierto!

- ¡Sédalo, de prisa!


La oscuridad de nuevo.

No sabía cuánto tiempo había pasado.

Volvía a escuchar las voces.

- ¿Para qué necesitamos hacer esto? ¡Ya tenemos muestras suficientes!

- Sólo para ver si se puede regenerar - Esa voz le resultaba conocida. Era la de Luthor.

- Dudo que lo haga, puesto que todas las otras heridas no están sanando.

- Nos arriesgaremos.

- ¡No lo haré! - Dijo una mujer - Esto va contra todas las normas éticas y los derechos humanos.

- Ahhhh, pero es que esto ... - Dijo señalando a Superman - ... No es humano. ¡Ya lo haré yo!

Clark abrió los ojos, sintió la mano de Lex agarrando la suya propia y vio su cara de sádico al coger un cuchillo afilado de una bandeja metálica.

Quiso gritar, quiso preguntar ¿Por qué? ¿Por qué le estaban haciendo esto? Él jamás había hecho daño a nadie Al contrario, toda su vida la había dedicado a salvar gente que ni siquiera conocía ¿Por qué?

¿Por qué?

Lex se dio cuenta de que había despertado y lejos de amedrentarse, su rostro se iluminó. Estiró el dedo meñique de la mano de Superman y lo seccionó con el cuchillo, serrándolo en varias veces. Encarnizándose.

Superman se revolvió entre sus ataduras, pero no podía gritar. El tubo en su tráquea se lo impedía. Empezaba a ahogarse, contrayendo todos los músculos de su cuerpo, arqueando la espalda sobre la camilla metálica, se revolvía como una anguila fuera del agua.

Luthor le sacó el tubo de un brusco tirón y Superman empezó a toser y a escupir sangre. Quiso amenazarle, quiso preguntarle el por qué, quiso decirle muchas cosas pero de su garganta tan solo salió un grito ronco de dolor, que se pudo escuchar en todas las instalaciones.

- ¿Vas a suplicar Alien? - Preguntó Luthor cogiéndole el rostro con las manos - Acabaras suplicándome que te quite la vida.

Estiró otro de los dedos de Superman, esta vez el anular, y también lo seccionó.

El kriptoniano volvió a gritar mientras la sangre fluía a borbotones en su mano, y Lex le ponía delante sus dos dedos amputados, para que los observara.

- ¿Qué está pasando Luthor? - Pidió explicaciones Waller que acababa de entrar en la celda - ¡Yo no he autorizado esto!

- ¿No quería muestras biológicas? - Cogió los dos dedos, los metió en una bolsa de plástico y los tiró a los pies de la mujer afroamericana - Pues ahí tiene sus muestras.

- ¿Era necesario que estuviera consciente?

- No, pero sin duda, eso lo ha hecho más interesante - Dijo Luthor retirándose triunfal de la celda quirófano donde lo retenían.

- Vuelvan a sedarlo - ordenó Waller antes de irse.

La oscuridad.





BATMAN

¿Cómo podía haber sido tan necio? ¿Cómo no lo había visto venir?

Se lo habían llevado.

El Joker no había sido. De eso estaba seguro. No era su modus operandi, ni tampoco tenía los recursos necesarios para planear algo así.

El payaso homicida era tan sólo una pieza más del gran puzle que empezaba a encajar en la cabeza del murciélago.

Habían sido ellos.

Había sido Waller, Luthor, quizás Leocadio. Seguramente todos habían contribuido. No estaba seguro del todo.

¡Ellos se lo habían llevado!

En media hora habían llegado, lo habían secuestrado y habían limpiado la escena con una facilidad pasmosa.

Sin pruebas, sin testigos.

Tan sólo dejaron algún rastro residual de kriptonita en estado gaseoso dentro de la casa, que no habían podido eliminar, y un gran charco de sangre no humana afuera.

El localizador del coronel Trevor había dejado de emitir hacía unas dos horas.

Tenían los medios, las armas y el dinero para hacerlo.

Tan sólo les había detenido el hecho de que él estuviera tan cerca, pero al alejarse, les había abierto prácticamente las puertas.

Bruce había sido confiado al pensar que no sabrían de sus identidades secretas, y el alcance de su poder y desesperación llegaba hasta a haber utilizado al Joker. El único ser que sabía que le nublaba el juicio, que lo volvía imprudente, por todo el pasado compartido.

Sabían que Batman perdería el control, que se consumiría por la culpa, y cometería algún error, como el ir a comprobar la celda en Arkham, donde él mismo lo encerró hacía tres años, dándoles la oportunidad que estaban buscando.

Él lo había dejado en un lugar aislado, solo, consumido por la tristeza de haber perdido a su madre.

Lo conocían, y no se habían equivocado.

Había caído en la trampa.

Siempre se había tratado sobre él. Desde el principio, todo giraba en torno a Superman y a su plan para capturarlo.

***

Batman puso a toda la Liga a trabajar, mañana, tarde y noche, sin descanso. Les explicó sobre la compleja trama de coaliciones entre la LexCop, el Joker, Leocadio, Waller, el gobierno de los EEUU, Tinyenko y sus mercenarios de la mafia rusa. El robo de armas, el asalto al banco ... todo, menos su relación con el hombre de acero, sobre el pasado futuro de Leocadio y el oscuro secreto que le había confesado.

Le escucharon sin decir nada. No hacía falta.

Le atravesaban con la mirada acusatoria, mientras se desesperaban por su compañero desaparecido y por el brutal asesinato de su madre.

Tan sólo Diana se atrevió a reprocharle el habérselo ocultado.

- Deberías habérmelo dicho - Le dijo apretando la mandíbula - Deberías habérnoslo contado desde el principio. Maldito seas Batman. Esto se podía haber evitado.

Investigaron durante días, durante semanas, en los que la desesperación de los miembros de la Liga los acabó por destrozar ante la impotencia de no saber dónde más mirar. No había rastro de ninguno de sus posibles captores, ni hilo del cual tirar, o Batman ya lo habría hecho, pues estaba realmente obsesionado con el tema.

Había interrogado sin éxito a prácticamente todos los delincuentes que alguna vez habían trabajado para el Joker, o para Luthor, sin conseguir ningún dato de utilidad.

La implacable violencia del murciélago empezaba a preocupar a la policía de Gotham, que veía cada mañana como nuevos maleantes se agolpaban en las salas de urgencias de los hospitales góticos.


SUPERMAN

No sabía exactamente cuánto tiempo llevaba en aquella celda. Seguramente días.

Ya no estaba en el laboratorio, ya no lo tenían atado a aquella camilla. Le habían drenado prácticamente toda la sangre de su cuerpo y le habían hecho muchas más atrocidades que para su suerte, apenas lograba recordar.

Tan sólo eran como flashes en su memoria, inconexos y sin sentido.

Daba gracias por ello.

Ahora lo tenían en una celda de unos tres metros cuadrados, con paredes de oscura piedra maciza y una puerta con pequeños barrotes, como una oscura cárcel medieval.

Sus pies y sus manos estaban atados por unas enormes cadenas de hierro, al igual que su cuello, sujetado con una correa que lo anclaba a una argolla clavada a la pared.

Como si fuera un animal.

No le daban de comer ni de beber y la desesperación hacía mella en la mente de Superman, nublando su juicio, al igual que la inanición destrozaba su cuerpo, que prácticamente no retenía ya nada de su inmortalidad.

Cuando pensó que ya no podía ser peor, lo dejaron en la celda con él.

Lo dejaron con El Joker.

Un hombre sin esperanza es un hombre sin nada, y aquel payaso de sonrisa sádica y homicida había tocado el fondo del alma de Superman, arrebatándole lo que una vez fue, para dar paso a algo distinto y carente de fe.




BATMAN

- Hace días que no come señor - Se preocupaba Alfred.

Bruce ni siquiera le contestó. Estaba cotejando datos sobre la LexCorp y sobre los sistemas gubernamentales que había pirateado, y se quedaba tan absorto que ni se había percatado de la presencia de su mayordomo en la Batcueva, ni mucho menos, la de Dick, que lo miraba entre temeroso y asustado.

Nunca lo habían visto así. Al menos, no durante tanto tiempo.

Hacía ya dos largos meses en los que el kriptoniano había desaparecido y Bruce no lo había superado.

Alfred desconocía muchos de los detalles, pero podía observar el sentimiento de culpabilidad en su señor, el cual no dormía más de dos horas al día, ni mucho menos comía, por no decir que había dejado totalmente apartada su ya de por si escasa vida social y laboral, e incluso la del justiciero de Gotham.

Falcone había salido impune de su juicio y gozaba de nuevo de libertad para cometer todas las atrocidades que quisiera, y eso no había parecido importarle en absoluto.

Tan sólo vivía para y por recuperarlo.

Había adelgazado y su rostro demacrado lo hacía parecer enfermo, cosa que no tardaría en suceder de veras si no cambiaba su manera de afrontar la pérdida.

Los demás miembros de la Liga habían colaborado en todo lo que les había pedido, más por Superman que por él mismo, pero ya casi habían perdido la esperanza de volver a ver al kriptoniano con vida, y eso les había devastado el alma, al igual que la cohesión grupal que era prácticamente inexistente.

Barry y Hal seguían viéndose, aunque el velocista se centraba más en su trabajo policial y en su mujer, que ya prácticamente había salido de cuentas. El Linterna Verde estaba casi siempre en la otra punta de su sector espacial para alejarse lo más que pudiera de la Tierra. Víctor ya nunca salía de la Atalaya, aunque seguía trabajando para el murciélago.

Era el único que seguía haciéndolo.

Arthur tenía que lidiar con una guerra civil atlante que estaba a punto de estallar, y Diana ... Diana había vuelto a su isla.

La pérdida del kriptoniano le había afectado más de lo que ella misma se esforzaba en ocultar.

De pronto una de las alarmas saltó en la cueva. Bruce observó extrañado a la reportera del Daily Planet picando insistentemente al timbre de la cancela de la entrada principal de la mansión.

No pensaba molestarse por la mujer y siguió introduciendo más datos en el ordenador.

- Buenas noches señorita Lane - Dijo por el interfono Alfred, ante el enfado del murciélago.

- ¡Tengo que hablar con Wayne! - Había desesperación en su voz - Es sobre Clark.

Bruce le dio la botón de abrir y desactivó las alarmas.

La reportera ya aporreaba la puerta principal cuando Bruce apareció ante ella.

Lois se sorprendió por su deplorable estado pero no tardó en decir lo que había venido a explicarle.

- Mira, no sé cuánto sabes, pero ... si sabes lo especial que es Clark ... mi instinto me dice que tú ... puede que también seas mucho más de lo que aparentas ... En realidad no sé a quién decírselo - Lloró desconsolada ante la pasividad del millonario que la miraba sin emoción alguna - He estado espiando a mi padre, el General Lane ... no sé si sabrás pero él odia a Sup...

- Lo sé.

- Escuché una conversación telefónica que hablaba sobre un cargamento que llegaba esta noche al puerto de Coast City. Muelle D. Puede que no sea nada, puede que ... pero parecía importante - Hizo una pausa - Sé que Clark jamás se perdería voluntariamente el entierro de su madre. Sé que algo le ha pasado.

- Gracias señorita Lane - le dijo cerrando la puerta. Volvió a abrirla cuando Lois puso el pie para impedir que se cerrara.

- ¿Tú ... le amas?

- Sí - Dijo escuetamente Bruce Wayne, sin pensar que realmente era la primera vez que no se negaba esos sentimientos. Curiosamente delante de aquella mujer a la que detestaba, pero con la que en esos momentos tenía más en común que con cualquier otro habitante en la faz de la Tierra.

- Bien. Entonces encuéntralo - La periodista rompió a llorar - Y tráelo de vuelta.

- Lo haré.

***

El murciélago ya había estado en los muelles de Coast City y allí no había encontrado nada, pero no perdía nada por volver al lugar. Quizás encontrara alguna pista, o a alguien a quién interrogar. Si no conseguía nada esa noche, mañana le haría una visita al General y le rompería todos los huesos del cuerpo si fuera necesario para comprobar si sabía algo del kriptoniano.

La noche era oscura y fría, sin Luna y empezaba a lloviznar.

El muelle de carga D estaba totalmente en calma, pero en ese momento, Batman observó como irrumpían tres furgonetas blindadas con los cristales tintados y un camión de gran tonelaje, estacionando en una de las plataformas.

Tinyenko salió de una de las furgonetas ante la sonrisa de felicidad del murciélago. ¡Al fin alguien que podría saber algo!

El subidón de adrenalina lo hizo meterse de un salto en el batmobil. Había diecisiete mercenarios, todos con armamento militar pesado.

Desde el batmobil lanzó un misil tierra-aire hacia una de las furgonetas, que explotó y saltó por los aires. Todos los hombres abrieron fuego contra el vehículo del murciélago, pero las capas de blindaje hacían bien su labor.

Batman siguió disparando hasta que prácticamente todos quedaron malheridos. El murciélago saltó de su vehículo en marcha y agarró a Tinyenko por el cuello.

Su ferocidad era brutal.

Tinyenko se defendió, pues iba sobrado de formación militar, pero no tenía nada que hacer contra un Batman desatado que no se contenía.

De un puñetazo le rompió la nariz, y de un codazo, le abrió la ceja izquierda.

Volvió a agarrarlo del cuello presionando la tráquea, a la vez que la arteria carótida, para interrumpir el flujo sanguíneo.

- ¿DÓNDE ESTÁ? - Le gritó desesperado el mucielago.

Tinyenko le escupió sangre en la cara.


Bruce perdió el poco control que le quedaba y lo lanzó al suelo, activando a la vez un mecanismo en su cinturón.

El batmobil apareció y se paró justo en su posición, activando los frenos por control remoto, mientras que las ruedas seguían girando a tal velocidad sobre el asfalto, que estaban empezando a levantar el pavimento.

Puso la cara del ruso a escasos centímetros de la rueda delantera que seguía girando. Las pequeñas piedras del asfalto deshaciéndose ante la fricción le golpeaban la cara, desgarrándole la piel del rostro.

- ¿DÓNDE ESTÁ? - Volvió a preguntar el murciélago oliendo ya a carne quemada.

- ¡Contenedor E214! - Gritó desesperado el mercenario

En ese momento, Bruce dejó que la rueda le rebanara la mitad de la cara y el ruso cayó inconsciente al suelo, lo dejó allí tirado, sin importarle lo más mínimo si moría desangrado y buscó con la vista el contendor.

No tardó en encontrarlo. Puso una carga explosiva en la puerta que la hizo volar por los aires.

Sin pensarlo, se adentró en su interior y lanzó una bengala para iluminar entre las penumbras.

El hedor le hizo taparse la boca, y tuvo que hacer serios esfuerzos para contenerlas arcadas. Entonces lo vio.

Desnudo. Desnutrido. Atado de pies y manos, con una venda en los ojos. Su cuerpo yacía inerte al final del contenedor, ensangrentado y envuelto en sus propios desechos, en una posición antinatural para las articulaciones.

Bruce corrió totalmente abatido y lo abrazó con fuerza tirándose a su lado.

- Ya estoy aquí Clark - Le pasó los dedos por el cabello sucio y lacio y se lo acercó al rostro quitándole la venda - Ya estoy aquí.



CONTINUARÁ ...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro