Capítulo 27: La sonrisa macabra

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CAPITULO 27

La sonrisa macabra

KAL-EL

Flashback

Clark abrió los ojos poco a poco. La cruda realidad cayó sobre él, dándose cuenta que seguía atado en aquella minúscula y oscura celda.

Intentó moverse, pero seguía encadenado de pies y manos y en su cuello otra cadena le apretaba hasta casi no dejarle respirar.

El aire enmohecido se adhería a sus fosas nasales hasta provocarle arcadas. Estaba encerrado, sin posibilidad de escapar.

Bajo tierra, desnudo, sucio, y tenía sed. Mucha sed.

No le habían dado nada de beber ni de comer desde que se despertó en aquella húmeda celda con las paredes de piedra.

Casi añoraba el laboratorio en el que le drenaron la sangre, al menos allí, permaneció casi todo el tiempo sedado.

Casi.

No sabía cuánto tiempo llevaba allí, pues perdía sus referencias al no haber luz natural, y al sufrir periodos indeterminados de inconsciencia, pero sabía que era demasiado. Sus fuerzas le abandonaban. Lo sentía en todos los poros de su maltrecha piel.

El hedor de su propia sangre seca y de la infección de se extendía desde sus dedos mutilados ya no le causaba náuseas. Exisitían en aquel lugar, peores demonios por los que preocuparse.

Se había vuelto impredeciblemente familiar.

La puerta se abrió y Superman se cegó por la claridad de la luz artificial de aquella bombilla que parpadeaba en el pasillo.

Entonces el payaso de sonrisa macabra entró en la celda.



- Hola Sups – Rió El Joker– Te han dejado hecho un desastre, por lo que veo – Su voz era afilada y su rostro aterrador.

Llevaba un cuchillo de sierra en una mano, y una pata de cabra en la otra.

- Entre tú y yo, Sups, ese Lex es un maníaco carente de imaginación. ¡Mira que arrancarte los dedos! Está completamente loco – Se llevó uno de los dedos a su sien y empezó a girarlo en círculos - Ahora voy a tener que superarlo – Dijo antes de golpearle en el estómago con la pata de cabra.

Superman se encogió por el dolor, no podía moverse por estar atado, pero dudaba si lo hubiera logrado al estar libre, pues se sentía débil. Enfermo, y carente de toda la fuerza que antaño le caracterizaba.

No gritó.

No le iba a dar esa satisfacción.

- ¿No te duele? – El rostro del payaso se endureció, se acercó hasta el kriptoniano, clavó en él su mirada diabólica – Ellos quebraron tu cuerpo, ahora yo quebraré tu alma.

Fin del Flashback


***

El kriptoniano empezó a convulsionar y a intentar levantarse, pero el lamentable estado de su cuerpo no se lo permitió. Arqueaba la espalda y se revolvía como una anguila atrapada por un doloroso sedal.

- Clark, tranquilo – Le decía Bruce con voz serena – Ya estás a salvo – Le tomó la cara con las manos – Estás conmigo.

A Clark le tomó unos minutos quedarse quieto, aunque no dejó de temblar. Llevó su rostro de un extremo a otro, observando la sala donde estaba. Parecía un hospital. No lo reconocía.

Apretó los ojos, deseando no despertar, deseando quedarse con esa imagen, pero sabía que al abrirlos, ese payaso homicida volvería a entrar por la puerta.

La voz de Bruce le devolvió a la realidad.

- Estás en Star City, en un lugar seguro. Voy a quitarte las vías para que puedas moverte.

Bruce sacó con cuidado los catéteres que se adentraban en ambos brazos cubriendo la necesidad de nutrientes del kriptoniano. Puso unos esparadrapos para que no sangraran, pues de llevarlos tanto tiempo, las venas estaban visiblemente dañadas.

- ¿Bruce? – preguntó el alienígena como para asegurarse que seguía despierto.

- Soy yo – Dijo mientras le abrazaba– Me alegra que hayas despertado, le dijo acariciándole el rostro.



***

Flashback

El Joker cogió el rostro de Superman y violentamente le agarró por el pelo, obligándole a mirar hacia la puerta de la celda.

Ante la sorpresa y el estremecimiento vio cómo entraba una niña pequeña de unos nueve o diez años. Tenía el pelo recogido en dos trenzas rubias, y su cara pecosa estaba mojada por las lágrimas que resbalaban de sus ojos.

Seguido de la niña entró un joven de unos diecisiete o dieciocho años, afroamericano. Miraba al suelo y balbuceaba palabras sin sentido. Estaba aterrorizado.

Anatoli Tinyenko los empujó a ambos hasta que cayeron de rodillas sobre la fría piedra.

El kriptoniano miró al payaso con odio visceral.

Reconocía a la niña y al chico, de aquella ocasión, en el metro de Metrópolis, en la que unos matones pretendían darle una paliza a aquel chaval, y la niña le preguntó si no pensaba hacer nada. Él no iba vestido como Superman, pero la pequeña se había dado cuenta de quién era él y lo había obligado a actuar.

Poco se parecía aquella criatura sonriente, a la pobre muchacha que tenía delante.

No podía ser una coincidencia.

- ¿Qué es lo que quieres? – Le gritó al payaso.

- Quiero que me devuelvas lo que es mío – Dijo arrastrando las palabras – Yo he sido siempre su única obsesión, y tú te has cruzado en mi camino, estúpido alienígena – Le gritó golpeándole con la pata de cabra en la rótula derecha. Cogió el cuchillo y lo apuntó en dirección a las dos víctimas – Escoge a uno de los dos – Sonrió peinándose el cabello con los dedos – Depende de ti quien seguirá viviendo.

- ¿Qué? – Negó Superman con la cabeza - ¡No puedes!

- Claro que puedo. Puedo y lo haré – Se puso detrás de la pequeña, la agarró por el cabello trenzado y dejó expuesto su cuello, para colocarle el cuchillo sobre la garganta.

- NOO. Por favor – Gritó exasperado- ¿Quieres que suplique? Lo haré... - Clamó Superman que seguía luchando por liberarse de las cadenas – Te lo suplico.

- Anatoli, no sabía que los Dioses se doblegaran tan fácilmente – Rió el payaso – ¡ESCOGE! Tienes diez segundos.

- ¿QUÉ QUIERES DE MÍ?– Gritó desesperado el kriptoniano.

- Uno, dos, tres ...

- ¡HARÉ LO QUE SEA!

- Cuatro, cinco, seis ... – tarareaba como si cantara una canción.

- ¡POR FAVOR, NO LO HAGAS!

- Siete, ocho, nueve ...

- ¡LA NIÑA! – Gritó sin poderse llegar a creer que hubiera sentenciado al chico, que lo miró impotente, sabiendo que esa decisión era su sentencia de muerte.

- Y diez – Dijo antes de rebanarle el cuello a la pequeña, que cayó inerte al suelo.

Superman no podía creerse lo que acaba de suceder. Aquel maníaco acababa de matar a la pequeña, de apenas diez años, a aquella pequeña risueña que viajaba en metro con su madre

¿Por qué? – Se repetía en su mente, presa de la rabia - ¿Por qué lo había hecho? - Se preguntaba mientras sus ojos de humedecían.

- ¿Lloras Superman? Ahhhhh, ¿Acaso cuando dijiste LA NIÑA, te referías a que querías que siguiera viviendo ella? – Se acercó al rostro del kriptoniano y limpió la sangre espesa de la pequeña en la cara del alienígena mientras le aguantaba la mirada– Haberte explicado mejor.

El Joker hizo un imperceptible gesto a Tinyenko, que sacó su arma y le disparó en la sien al chico afroamericano, que también murió al instante.

- Ahora sí que nos estamos divirtiendo Alien, y esto no es nada comparado con lo que te espera – Dijo cerrando la puerta tras de sí, dejando los dos cadáveres encerrados dentro de la celda.


Superman todavía podía escuchar el violento gorgoteo de la sangre saliendo del cuello de la pequeña, a la que todavía le latió el corazón unos agónicos minutos más.

Fin del Flashback


****

Clark permanecía inmóvil en su gran cama de hospital, debatiéndose en la semiinconsciencia, mientras veía a Bruce mover los labios, pero la mente del kriptoniano estaba a años luz de aquella habitación.

Notaba cómo le tenía cogida la mano, pero su estado no le permitía centrarse en el aquí y en el ahora y su mente divagaba hacia momentos más dolorosos.

Momentos que revivía una y otra vez en su mente.

Sus labios pronunciaron palabras en kriptoniano.



Flashback

Clark permaneció encerrado con los dos cadáveres durante días, en los que sólo entraba alguien de tanto en cuando para inyectarle kriptonita y otras substancias que no lograba reconocer. Su cuerpo era cada vez más pesado, y estaba cada vez más débil.

El yugo de las cadenas ya apenas le dolía.

Daba gracias por apenas sentir nada.

Permanecía al amparo de sus ojos cerrados, ya que era la única manera de dejar de ver una y otra vez aquella imagen salida del infierno, de la niña y aquel pobre chico.

Sin embargo, el olfato le devolvía al terrorífico presente.

Los cuerpos sin vida no son como los de las películas.

Los cadáveres putrefactos apestan a cientos de metros y se hace difícil respirar la inhalación de la descomposición. La piel de la niña se había tornado negra por la coagulación de la sangre detenida. Sus ojos vidriosos sin vida, permanecían en una posición en la que parecían estar mirando al kriptoniano, recriminándole por su decisión, con su pequeño rostro inflado y casi sin forma humana.

El cráneo del chico afroamericano había estallado en mil pedazos cuando la nueve milímetros le atravesó a quemarropa y sus sesos se habían esparcido por la pared hasta llegar a impactar sobre el cuerpo desnudo del alienígena, que permanecía atado viendo como se consumían sobre su piel.

La puerta se abrió de nuevo y Superman sintió algo helado sobre su cuerpo. Al abrir los ojos vio como alguien le lanzaba un cubo de agua que se tornó roja al mezclarse con la sangre seca que anegaba el suelo de la celda.

Le quitaron las cadenas que le ataban los pies y las manos a la pared, y dejaron únicamente la que le sujetaba el cuello a la pared de piedra.

Superman intentó llevar sus manos a la correa para intentar zafarse, pero sus brazos entumecidos no respondieron y tan sólo se quejaron por el cambio de posición.

Seguramente tenía uno de los huesos fracturado.

El payaso de tez pálida volvió a entrar en la celda, junto con una anciana, a la que Clark reconoció como la que salvó del incendio del Hotel Majestic. Todavía olía a gato.

No ... por favor ... otra vez no.

Fin del Flashback



BRUCE

- ¿Cómo dices? – le preguntó Bruce sin comprender.

- ¿Dónde estoy? – susurró con palabras ahogadas. No recordaba la última vez que le habló a alguien.

- Estamos en Star City, en las instalaciones de Flecha Verde – Dijo mientras señalaba al arquero que llevaba puesto su traje de justiciero. Éste había sido lo bastante prudente como para esconder tras su espalda el dardo de kriptonita.

- No ... puedo ... moverme.

- Llevas casi tres meses en coma, es normal. Tus articulaciones están atrofiadas.

Clark intentó alzar el brazo, que estaba tapado por una sábana blanca, pero tan solo consiguió un casi imperceptible temblor en sus dedos.

- Descúbreme - le dijo a Bruce.

El murciélago no se esperaba esa petición y no sabía cómo actuar. Si Clark veía el estado en el que estaba, no sabía cómo reaccionaría. Acababa de despertarse y no era el mejor momento para asimilar la amputación de sus miembros.

- Necesitas tiempo Clark – Intentó sonar tranquilo

 El kriptoniano lzó la voz aunque con ello sintiera un punzante dolor en su graganta.

- No entiendo – El semblante de Bruce era de preocupación al escuchar la extraña lengua en la que le hablaba.

- ¡Hazlo!

El murciélago agarró la sábana y se detuvo unos segundos antes de dejar al descubierto el torso y los brazos vendados del Kriptoniano.

Clark llevó su mirada hasta su mano derecha y miró impasible los tres dedos que le quedaban.

Todo había sido real.

Dejó caer su cabeza hacia atrás sobre la camilla, y la extraña reacción de tranquilidad turbó a un Batman que sabía exactamente lo que implicaba aquella falta de emoción.



Flashback

La anciana cayó de rodillas sobre la piedra recién mojada de la celda. Tenía el pelo gris enmarañado y su rostro copiado de arrugas denotaba la angustia que estaba padeciendo.

Le habían tapado la boca con un esparadrapo, y eso hacía que le costara respirar.

- ¿Me has echado de menos Sups? – preguntó el payaso - ¿Reconoces a esta anciana? Seguro que sí, eres tonto, pero tienes buena memoria. Hoy no vamos a jugar a escoger, vamos a jugar a que me enseñes por qué él cree que eres tan especial.

Superman y la anciana se miraban mutuamente con miradas rotas por la certeza del inevitable desenlace.

El Joker se acercó hasta la posición de Superman y tiró de la cadena de su cuello hasta que éste quedó de pie. Sus piernas le fallaban y su tráquea se aprisionaba con la cadena cuando su cuerpo caía a peso sobre ella, así que sacó fuerzas de flaqueza para sostenerse erguido, pese al dolor en su rodilla astillada.

- Bien, veo que hoy ya te pusieron tu dosis – Cogió el cuchillo y empezó a cortarle la piel del costado, en otros tiempos invulnerable, justo debajo de las costillas del lado izquierdo.

El kriptoniano agarró con sus frágiles manos la del Joker pero éste le dio un codazo en la sien, sin esforzarse demasiado, y Superman le soltó.

Ya no le quedaban fuerzas.

- No vuelvas a tocarme ¡NUNCA! – Gritó el payaso mientras clavaba más profundo el cuchillo y lo hacía girar en su interior.

Superman no pudo evitar lanzar un alarido por el intenso dolor.

Tinyenko entró en la celda, cerrándola tras de sí y apuntó con su arma a la mujer directamente a la cabeza.

- NO – Dijo Superman – Por favor. Ella no os ha hecho nada.

- Tienes razón, y tú puedes salvarla – Sonreía el payaso mientras paseaba la hoja afilada de su cuchillo por el cuerpo del alienígena, a veces apretando demasiado, provocándole cortes superficiales y otros más profundos– Sólo tienes que hacer lo que yo te diga.

La anciana miró a Superman suplicándole por su vida con el rostro compungido.

- ¿Qué quieres que haga? – preguntó derrotado.

- Quiero que te toques – Le dijo apretando la mandíbula consumido por la rabia – Quiero ver por qué ya no soy su única obsesión.

Superman dudó por un instante, ¿Cómo podría hacerlo? En las circunstancias en las que estaba. Su mente se nublaba por las drogas mientras las paredes de la celda parecían estrecharse a su alrededor.

El ruido de la culata del arma de Tinyenko contra la mujer lo sacó de su letargo. Volvió a abrir los ojos, y la vio tendida en el suelo, sangrando por la sien. Aún con la desgracia de estar consciente.

- ¡Basta! – susurró apenas sin fuerza.

El Joker se abalanzó sobre el kriptoniano y le metió el cañón de una pistola en la boca.

- ¡Chupa, maldito Alien! – Dijo girando el arma sobre sus dientes haciéndolo sangrar- Enséñame cómo lo haces.

Superman se revolvió al notar el metal en la boca, golpeándole con fiereza, pero no le quedaban fuerzas ni siquiera para alzar los brazos. Rogaba al Gran Rao por perder la consciencia, pero los Dioses siempre han sido crueles.

- ¡Mátala! – le dijo el payaso al ruso, que inmediatamente apuntó a la vieja sobre el corazón.

En ese instante, el kriptoniano empezó a chupar con dificultad el cañón de la pistola, cerrando los labios y facilitando el movimiento de vaivén que el Joker estaba tomando con el arma.

- Veo que empiezas a colaborar ... eso está mejor, dijo apretando la pistola contra el fondo de su garganta, para después sacarla bruscamente de la boca del alienígena. – Ahora, tócate para mí, como lo has hecho para él.

Las manos temblorosas y ensangrentadas se dirigieron al miembro dormido del kriptoniano. Echó la cabeza hacia atrás al notar su propio contacto. Sacó fuerzas de flaqueza para empezar el movimiento, pero no obtuvo ninguna respuesta.

Ese maldito psicópata estaba disfrutando con eso.

- No te estás esforzando mucho – le recriminó El Joker – Quizás necesites un aliciente – Alzó su mano en la que llevaba su inseparable pata de cabra y golpeó a la anciana en el estómago. Ésta se revolvió al rompérsele varias costillas, deseando que la muerte la liberara del calvario que estaba sufriendo.

- ¡NO! Espera ... - Susurró Superman cerrando los ojos, imaginando otro momento, otro lugar. Pensando en él.

- Eso está mejor – pronunció el payaso relamiéndose los labios – Mucho mejor – Se rió a carcajadas – Espera ¿En quién estás pensando? ¡SUCIO HIJO DE PERRA! – Le gritó alzando de nuevo el arma de metal y descargando toda su ira sobre el alienígena.

Fin del Flashback




BRUCE

- ¿De nuevo despierto? Me alegro – le dijo Bruce ahuecando la almohada en la que apoyaba la cabeza ¿Quieres intentarlo? – Le dijo Bruce ofreciéndole un vaso de cristal lleno de un líquido naranja – Es zumo de melocotón, como a ti te gusta.

El kriptoniano giró el cuello sin mirarle, observando de nuevo sus dedos temblorosos que al menos parecían moverse unos centímetros obedeciendo la voluntad del kriptoniano.

Clark se llevó la mano izquierda a su ojo izquierdo. Notó las vendas sobre su rostro.

- No es buena idea.

Hizo caso omiso de la advertencia y con esfuerzo y aterradora voluntad, consiguió quitarse la sábana de encima. Llevaba puesto un pantalón de pijama ancho, de algodón blanco, y nada en la parte de arriba. Suponía que para facilitar las curas diarias que recibía.

- Tenías el brazo y la pierna fracturadas, pero parece que se han soldado bien después de estos meses.

Clark hizo el ademán de querer levantarse.

- Te ayudaré – le dijo Bruce, haciendo pasar el brazo del kriptoniano por encima de su hombro. Clark se estremeció evitando el contacto y el murciélago no logró ocultar su preocupación ante esa reacción.

- Ya puedo yo solo – susurró deshaciéndose de su abrazo, todo lo brusco que le permitían sus escasas fuerzas.

Se incorporó y puso los pies en el suelo. Era de color blanco, de baldosas relucientes y limpias. La luz le cegaba.

Vio su pie derecho, con recientes cicatrices, y su pie izquierdo al que le faltaban otros dos dedos.

Ni siquiera recordaba cuándo se los habían arrancado.

Apretó la mandíbula e hizo su mayor acopio para ponerse de pie, pero al echar el peso sobre las piernas éstas cedieron y hubiera caído de no ser por la rápida reacción del murciélago que lo sujetó justo antes de desplomarse. Sin embargo, el kriptoniano, lo apartó de un empujón y él mismo acabó cayendo de rodillas al suelo, ante la mirada atónita de Bruce.

El caballero oscuro de Gotham le tendió la mano, esperando que se la tomara, en un claro gesto de impotencia.

De nuevo, inconsciente.

Óliver entró en la sala cuando se aseguró que el kriptoniano no se despertaría y miró con inquietud a su amigo.

- Te ayudaré a levantarlo – Le dijo mientras le agarraba por los tobillos. Bruce hizo lo mismo por debajo de las axilas y lo dejaron de nuevo sobre la camilla.

El murciélago volvió a taparlo cuidadosamente con las sábanas blancas y le acarició el cabello negro y ondulado que caía sobre su frente.

- Necesita tiempo, no sabemos por lo que ha pasado y necesita ... - Intentó consolarle el arquero.

- No se te ocurra compadecerme Oliver Queen – Estaba furioso – Ni a él tampoco.

- Oye, estás enfadado, y lo entiendo. No tiene nombre lo que le ha pasado. Pero puede que nunca se recupere, que nunca vuelva a ser el mismo, y eso tienes que aceptarlo.

- ¡NO! Él es fuerte. Es fuerte ... - Le miró con ira - Es Superman ... maldita sea ... es Superman.

Óliver se dirigió hacia su amigo, que al principio se mostró esquivo, pero que acabó aceptando el abrazo reconfortante del arquero, deseando que sus brazos fueran los de otro hombre.

- Eyy, esto tiene que afectarte como al resto de los mortales – Hizo una pausa – Conmigo no tienes que mantener esa fachada de superhéroe oscuro. Te conozco desde que éramos pequeños – Le miró a los ojos – Desde antes de las máscaras y de los secretos.

Bruce tragó saliva y fijó su mirada en el suelo.

- ¿Está Felicity arriba? – preguntó zafándose del contacto de su amigo.

- Supongo ¿Por qué?

- Necesito que me haga un favor – Dijo saliendo de la sala médica, subiendo las escaleras de tres en tres.

- ¿No piensas ponerte el traje de murciélago? – Se extrañó el arquero, viendo que Bruce subía con un pantalón deportivo y una sencilla camiseta negra de manga corta.

- ¡Joder! – Dijo al girarse Felicity - ¿¡Bruce Wayne!? – Se levantó y empezó a mover las manos convulsivamente – Bruce Wayne. EL JODIDO BRUCE WAYNE – Hizo una pausa en la que no consiguió serenarse – No puedo creerlo ...

- Felicity, intenta tranquilizarte – Dijo el arquero molesto por la exagerada reacción.

- Eso es más fácil de decir que de hacer ... es que ... yo simplemente – Quedó paralizada observando de arriba a abajo al multimillonario – ¡Ayyy mi madre! Eres tan guapo ...

- ¡Felicity ...! - recriminó Oliver avergonzado.

- No, en serio, podrías ser modelo, o algo así, si necesitaras la pasta , aunque no la necesitas, claro está, porque la mitad del país ya es tuyo, así que ... ¿Cuántos años tienes? ¿Cuánto mides?

- ¡FELICITY! – Le gritó Oliver, siendo la única manera que la informática parara su verborrea.

- Señorita Smoak, confío que sepa guardar el secreto.

- No se preocupe Señor Batman, digo ..., señor Wayne. Aunque hablo mucho, no digo nada que no tenga que decir ... casi nunca.

- Necesito pedirle algo.

- Lo que quiera – suspiró la rubia mujer que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por contentarle.

- Quiero un programa traductor de kriptoniano.

- ¿Cómo?

- Ya lo has oído Felicity – se enorgulleció Oliver de la informática.

- Ya, pero es que eso es una lengua muerta que no habla nadie, y no es que haya un diccionario ni nada parecido ¿sabe?

- No dudo de sus capacidades señorita Smoak – Zanjó el asunto Bruce poniendo sobre la mesa una pequeña memoria USB – Aquí está todo lo que hay en la tierra relacionado con ese idioma.

- De acuerdo – dijo la informática poniéndose manos a la obra, colocándose bien las gafas sobre el puente de su nariz – Veamos lo que me has traído ... en serio no puedo creer que Bruce Wayne sea Batman ... Y en serio, no puedo creer que no se lo pueda decir a nadie – Se giró para echarle un vistazo de nuevo al cuerpo escultural del murciélago.

- Felicityyyyy – volvió a regañarla el arquero.



Flashback

El Joker estaba tras la puerta entreabierta de la celda. Podía escuchar cómo hablaba con una mujer, aunque de manera distorsionada.

Su mente estaba nublada, su cuerpo ya no le respondía en absoluto.

- Nos lo llevamos – Dijo Amanda Waler

- Pues yo creo que necesito unas semanitas más para ...

- Míralo ... no quedará nada de él dentro de unas semanas .... Ya has hecho suficiente y lo necesito vivo. Ahora vete – Le dijo al payaso deseando perderlo de vista - Y vosotros – ordenó a unos guardias - ¡Traedlo!

Superman sintió como lo desataban, lo agarraban de los brazos y se lo llevaban por un pasillo con una luz que lo deslumbraba. Sus pies, que se arrastraban por el suelo, dejaban un copioso reguero de sangre en el suelo.

Lo dejaron caer sobre lo que parecía una silla de un extraño metal. Tuvieron que sujetarlo para que su cuerpo no se resbalara hasta el suelo, pues ya no tenía tono muscular ni para mantenerse sentado.

No era ni tan solo un vestigio de lo que una vez llegó a ser.

Escuchaba varias voces de fondo. Allí había bastantes personas, pero no podía focalizar sus sentidos y volvía a perderse en el adormecimiento de su deplorable estado físico y mental.

Las drogas hacían de manera impecable su deseado efecto.

- Dinos, cómo funciona y te prometo que tendrás una muerte rápida – Le dijo Waller sujetándole el pelo para obligarle a mirarla.

Superman no entendía, su estado de semiinconsciencia apenas le permitía fijar la mirada. Le pareció reconocer una estancia familiar.

Miró de lado a lado.

- Joder. Necesito que no se resista, pero así no nos sirve de nada, está completamente ido.Sabía que no era buena idea traer al payaso - ¡Ponedle adrenalina! – Iluminó con una linterna las pupilas inmóviles del kriptoniano – Quiero hacer esto cuanto antes.

El cuerpo de Superman empezó a convulsionar debido a la substancia que le inyectaron, sus manos agarraron fuertemente la silla donde le habían sentado.

Reconocía ese inhóspito lugar carente de color.

Era una nave kriptoniana.

La nave en la que le había venido a La Tierra.

La estancia tenía unos cincuenta metros cuadrados en los que pudo ver a más de treinta personas. Unos parecían personal armado de seguridad, otros, personal médico y otros vestían con batas, exceptuando a Amanda Waller que permanecía imperturbable ante él.

- Inicia descarga – Le dijo la mujer a uno de los hombres que se había colocado frente a la consola de mandos de la nave – ¡Ahora!

El científico empezó a apretar algunas teclas del ordenador principal kriptoniano, las luces de la consola se encendieron.

- ¡Funciona! – Exclamó con júbilo el hombre - Debía tener un piloto nativo para que todo se conectara.

Superman empezó a sacudirse sobre el asiento. Su cuerpo se revolvía con una ferocidad brutal, pero por alguna inexplicable razón, no podía mover la cabeza del respaldo, y su cuerpo permanecía anclado a la silla.

El dolor fue insoportable, mientras miles de imágenes y el conocimiento de varios milenios se introducían en su mente sin que éste tuviera fuerzas para detenerlos. Los oídos y la nariz del kriptoniano empezaron a sangrar por la presión y gritaba de tal manera que varios de los que estaban allí apartaron la mirada y se taparon los oídos con las manos, compadeciéndose de su sufrimiento.

- ¿Lo desconectamos?

- No – ordenó Waller.

No supo cuánto tiempo duró el proceso.

La consola de mandos emitió un breve zumbido.

- Descarga completada – Dijo uno de los hombres con evidente satisfacción.

- Bien – susurró Waller orgullosa – Ahora nos dirá todo lo que deseamos saber sobre su tecnología.

Superman abrió lentamente su ojo mirando a Waller y pronunció sus primeras palabras en su lengua natal.

Tan solo eso bastó para activar las defensas de seguridad de la nave. Al instante, todos los allí presentes se desintegraron dejando tan solo unas manchas negras sobre el suelo, y un repulsivo olor a carne quemada.

Los Dioses son crueles, y la muerte fue demasiado rápida.

Waller ni siquiera fue consciente de su propio final.

Superman se desplomó sobre el suelo perdiendo de nuevo el conocimiento.

Fin del Flashback



CONTINUARÁ ...

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