Capítulo 28: Tan cerca y tan lejos

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

CAPITULO 28

Tan cerca y tan lejos

FELICITY

Bruce entró en la sala y vio a Clark caminar entre las dos barras, agarrándose a ellas con las manos. Los huesos habían soldado bien y ahora debía reforzar la musculatura, agarrotada y deteriorada por los numerosos cortes en sus fibras y por la larga convalecencia.

En apenas tres semanas, el kriptoniano ya apoyaba ambos pies casi de manera normal. Era evidente que no podría correr, ya era capaz de desplazarse por sí solo, aunque cojeando de manera evidente.

El arquero se sorprendía por su enorme fuerza de voluntad, pues nada hacía presagiar la vuelta de sus poderes, y sus células seguían sin asimilar la luz solar como lo hacían antes, muy al contrario, parecían tener algún tipo de reacción antagónica a la exposición del Sol.

Bruce observaba los pasos determinados del kriptoniano cuando se paró en seco. Su semblante era el de un dolor intenso. Clark apretó las mandíbulas y no pudo contener un gruñido cuando se llevó las manos a la cabeza.

Empezó a sangrar por los oídos y la nariz y hubiera caído al suelo si Bruce no hubiera estado ahí para agarrarlo entre sus brazos.

Se quedaron ambos en el suelo.

- ¿Estás bien? – se apresuró a decir el murciélago.

-escuchó pronunciar entre dientes al alienígena que parecía haber perdido todo contacto con la realidad.


No dejaba de pronunciar lo mismo una y otra vez, como si hubiera entrado en estado de shock.

Bruce le abrazó con fuerza para evitar que con las convulsiones se hiciera daño a sí mismo. Se quitó con un solo movimiento el cinturón de cuero, ya que vestía uno de sus carísimos trajes, y se lo puso en la boca para que no se mordiera la lengua.

Después de dos o tres minutos, el kriptoniano dejó de temblar, su respiración se normalizó y sus músculos se relajaron, poco a poco.

- Es el tercer ataque esta semana ... - Dijo Bruce sin aflojar los brazos.

Clark se revolvió entre los brazos del murciélago hasta que consiguió deshacerse de ellos y apoyándose en una de las barras consiguió ponerse de pie.

- Sabes que puedes contarme lo que sea ... - Le dijo el caballero oscuro que seguía de rodillas– Si te lo quedas todo dentro ... acabará por destrozarte.

- ¿Cómo te pasó a ti? - le recriminó.

- Sí ... como me pasó a mí – Hizo una pausa para mirarle – Han pasado semanas y no has querido hablar de lo que te pasó. Lo respeto, pero sabes que puedes confiar en mí.

- ¿Igual que tú confías en mi? Eres un maldito mentiroso Bruce Wayne – Dijo apretando las mandíbulas.

- ¿Por qué dices eso? – El murciélago se puso de pie desafiante - ¡Yo confío en ti!

- ¿Por eso me tienes encerrado en esta Sala blindada?

- Es por tu propia seguridad.

- ¿La mía, o la vuestra? – preguntó el kriptoniano dando en el clavo, mirando a Oliver que había presenciado la escena desde fuera – Ohh, mírame Bruce, soy un maldito lisiado ¿De qué tienes miedo?

El arquero habló por el intercomunicador que permitía que los de la sala le escucharan.

- Bruce ¿Va todo bien? – preguntó algo nervioso al verlo en posición de de ataque .

Utilizaba su distorsionador de voz, para que el kriptoniano no asociara a Flecha Verde con su verdadera identidad.

El murciélago se relajó y asintió levemente con la cabeza.

- Clark puedes salir de esta sala cuando quieras. Si estás aquí es por propia voluntad – Alzó su mano y la puso en el lector de huella para que la puerta se abriera.

La cara de Oliver era de estupefacción ¿Pero qué coño estaba diciendo Wayne? Clark era como una bomba sin detonador, en su estado, poco daño podía causar, pero no se fiaba de él.

Superman como tal, jamás había tenido la necesidad de entrenar, ya que sus superpoderes le daban una ventaja táctica y física insuperable.

¿Para qué malgastar tiempo cuando lanzas rayos por los ojos y puedes mover montañas con una sola mano?

- Te tomo la palabra – Dijo escuetamente el kriptoniano saliendo por primera vez de esa sala desde que despertara.

Ante la mirada atónita del arquero, Oliver vio como el alienígena se dirigía hacia las escaleras para subirlas con dificultad.

Al llegar al final, se encontró otra puerta de seguridad infranqueable. Se volteó para que alguno de los dos hombres que lo seguían como su sombra se decidiera a abrir.

El murciélago miró a Oliver.

- ¡Joder! Dadme un minuto. Felicity – Llamó a su compañera nervioso. La informática dejó de teclear y se giró expectante – Como sabes tenemos abajo un ...

- Arma – Dijo sin dejar que acabara la frase – Ya lo sé, no soy tonta.

- No ... no es bien bien ... un arma ... aunque podría ser – dijo esto último muy bajo, más para sí que para la mujer – Es una persona ... es un hombre.

Felicity no entendía nada. Normalmente Oliver era más elocuente con las palabras pero esta vez parecía nervioso. ¿Un hombre? ¿Quién puede ser tan importante para tener de niñera a Batman y a Flecha Verde? Seguro que era un supervillano. ¡Oh, por Dios! Qúe grima le daban los enemigos de Batman. ¿El espantapájaros, el pingüino, el JOKER ...? No sabía cuál era más espeluznante.

Al ver al hombre que atravesó la puerta, por primera vez en su vida, Felicity se quedó sin palabras.

Se llevó las manos a la boca en un claro gesto de asombro y posteriormente de evidente preocupación.

- Es ... es ¿Superman? Pero ... ¿Qué te le ha pasado? – Puso cara de circunstancias - ¡Estás hecho un asco!

Tanto Oliver como Bruce hubieran preferido que continuara callada.

***

Desde ese día, Clark no volvió a entrar a la Sala médica. Bruce le puso una cama en el sótano, donde dormía apenas un par de horas al día y el resto, lo dedicaba a entrenar en la planta de arriba, ante el asombro de Felicity, que apenas podía resistir el hecho de no quitarle la vista de encima.

El murciélago se ausentaba algunas horas, dando así la confianza que Clark necesitaba, aunque siempre que volvía a Star City, lo hacía temeroso por si ya no lo encontraba. Pero de momento, allí seguía, en aquellas instalaciones secretas que Flecha Verde tenía en la peor zona de la ciudad, entre industrias abandonadas.

Oliver miraba al kriptoniano con desconfianza. Siempre lo había hecho, desde aquel día en el que le abrió la mansión Wayne en Gotham.

¡Cómo olvidar aquella memorable noche!

Ya no llevaba la capucha, pues el alienígena le había dejado claro que no había disfraz que pudiera engañarle, así que se mostró tal y como era, ante el enfado de Bruce, pero para sorpresa de ambos, no hubo ninguna reacción por parte del kriptoniano.

Bruce se alegró y entristeció de igual manera, por su indiferencia.

***

Clark hacía pesas sentado. Tenía poco peso, pero Felicity había contabilizado que llevaba más de dos horas subiendo y bajando los brazos sin detenerse ni un instante.

¿Seguro que sus superpoderes no habían vuelto? – Se preguntaba la mujer. Aunque la respuesta la tenía ante sus narices. Las marcas de sus cicatrices seguían surcando aquel cuerpo mutilado, aunque visibles, al menos ya no parecían recientes.

Ahora Superman llevaba aquel parche puesto en el ojo, como aquellos que te ponen recién operado de la miopía, sólo que su ojo no se iba a recuperar nunca.

Felicity no podía evitar sentir lástima por él, y por mucho que los otros dos hombres le asesoraran en que no le preguntara nada en absoluto, en la cabecita de la informática se agolpaban miles de cuestiones.

Tenía ante ella a un ser de otro planeta, que había viajado a través de las galaxias y había visto otros mundos, y resulta que le ordenaban que no abriera la boca.

¡Vaya mierda!

El arquero nunca dejaba solo a Superman con su amiga, pero siempre hay una primera vez para todo.

Bruce se había marchado a una reunión como CEO de Industrias Wayne que ya no podía posponer por más tiempo y los rumores sobre su desaparición estaban haciendo mella en las acciones de la compañía. La rubia casi se cae de culo de su silla cuando vio a aquel hombre, ya de por sí exageradamente sexy y atractivo vestir con un traje de diseñador impronunciable. ¡Dios! No le extrañaba que Oliver estuviera loco por aquel tipo.

Pensó que si volvía a verlo vestido así, ella misma se le lanzaría al cuello, aunque no creo que llegara a tocarle, porque tratándose de Batman, seguro que con una patada la lanzaba hasta la otra punta de la habitación, o peor ¡Seguro que le clavaba un batarang en algún doloroso rincón de su poco musculado cuerpo!

¡En fin!

Después resultó que Diggle había localizado al Conde, que intentaba introducir en Star city un cargamento de vértigo, una nueva droga sintética que estaba causando estragos entre la población más desfavorecida de la ciudad.

Así que Oliver, muy a su pesar la había dejado sola con el kriptoniano.

- No te preocupes – Le había dicho ella - ¡Es Superman! Un boyscout. El tipo más bueno del planeta ¿No? – Aunque por la cara que había puesto el arquero, parecía que tenía dudas más que razonables.

Pensándolo bien, el semblante de Superman siempre estaba serio, aunque qué le podía reprochar. Lo que quiera que le hubiera pasado, había sido pero que muy jevi, y además, sus poderes no volvían ¿Cómo estaría yo si me pasara eso? Pensaba Felicity. Pues hecha un asco, que era precisamente como estaba el kriptoniano.

Y allí estaban los dos solos.

Felicity empezaba a arrepentirse de haber dejado marchar al arquero. La tensión se podía cortar con un cuchillo.

- ¿Quieres dar una vuelta? – Le preguntó él ante su sorpresa.


- ¿¡Qué!?

- Que si quieres ir a dar una vuelta. Me apetece salir de aquí – Lo dijo como si fuera lo más natural del mundo, pero Felicity apostaba a que si no había salido en dos meses de aquella nave industrial, era porque tanto Batman como Flecha, tenían razones de peso para no haberle dejado.

- No no no no no ... no podemos.

- ¿Por qué no? – Dejó las pesas en el suelo, se quitó la camiseta y agarró una toalla que se puso sobre los hombros – Voy a ducharme, después saldremos.

¿Por qué parecía que eso había sido una orden? Y ¿Por qué todos tenían que sacarse la camiseta delante de ella? Y ¿ Por qué le estaba pasando esto a ella? ¿ Y por qué estaba tan macizo? Sacó el móvil nerviosa para llamar a Oli, pero no contestó.

¡Joder con los superhéroes! Dónde están cuando se les necesita.

Estuvo tentada de marcar el teléfono de Bruce Wayne, pero ese hombre sí que daba miedo. Era como si siempre llevara puesta la máscara de Batman, aunque no fuera vestido como tal.

Temía incluso comentarle lo que estaba pasando.

Su mente se desvió a la imagen que había visto segundos atrás del kriptoniano ¿Por qué estoy rodeada de tíos buenos que pareen no darse cuenta ni de que existo? ¿Es que todos son gays?

***

Clark prefería estar en un sitio cerrado pues no se acostumbraba a la sensación térmica del frío así que a la mujer se le ocurrió ir a un sitio que seguramente rechazaría.

Sí, el señor Kent debía ser el único hombre al que le había apetecido acompañar a una mujer el segundo día de rebajas.

Felicity y Clark bajaban por una de las escaleras mecánicas del centro comercial.

Miró a Superman, una mole de casi dos metros. Tenía el pelo bastante más largo de lo que ella recordaba de las fotos de los diarios y también barba de varios días.

Varias cicatrices cruzaban su mejilla, y su ceja derecha, pero eso, lejos de afearlo, le daba un toque sexy y peligroso. Llevaba puestas unas gafas de sol tipo piloto que no dejaban que se viera demasiado el parche sobre su ojo izquierdo.

Su otro ojo era verde intenso, como una esmeralda que brilla con la luz del Sol.

No sabía por qué, pero siempre había pensado que Superman tenía los ojos azules...

Vestía con unos tejanos desgastados y una sudadera que Oliver utilizaba para entrenar. Le venía un tanto pequeña, así que marcaba su algo recuperada musculatura, cosa que no importaba lo más mínimo a la rubia.

La informática no podía creerse que ella estuviera allí, y que estuviera acompañada por el alienígena más poderoso de la tierra. De acuerdo, quizás ahora ya no era tan fuerte, pero seguía siendo un alien, y eso era raro, hasta para ella, que se sabía de memoria todas las películas de la saga de Star Wars y Star Trek.

Felicity empezó a relajarse poco a poco, a medida que iba teniendo conversaciones más normales con el señor Kent, y hasta empezó a mirar escaparates. Pues, no es tan raro como creía – pensó – Casi parece "humano".

Se enamoró de unos zapatos de tacón rojo de precio desorbitado que vio en una zapatería de la segunda planta.

- ¡Oh! Qué bonitos.

- Pruébatelos – le dijo el kriptoniano.

- ¿De veras? ¿No te importa? Porque sé que para un hombre estar en un centro comercial puede resultar agob ...

- Entremos – le dijo arrastrándola de la mano.

Felicity pudo observar la cara de envidia que corroía a la dependienta por estar sentada junto a aquel portento físico, que podía protagonizar cualquier anuncio de moda íntima.

¡Oh, por favor! ¿Por qué no podía sacarse la imagen de ese hombre en ropa interior!

- Felicity ¿Qué número? – le preguntó el alienígena.

- ¿Qué? – preguntó saliendo de sus pensamientos viendo la cara expectante de la dependienta – Ahh, el treinta y ocho – Acabó diciendo sonriendo como una niña con un caramelo.

Cuando Felicity estaba dudando de si debía pagar la millonada que valían, su acompañante se adelantó y pagó con un billete de los gordos.

- No tienes por qué hacerlo, yo ... Oliver me paga bastante bien.

- No te preocupes, le he cogido dinero a Bruce ¿Crees que echará de menos trescientos pavos?

- No. Supongo que no – Dijo riendo como una boba mientras cogía la bolsa de diseño con sus zapatos nuevos – ¿Te apetece tomar un helado? – Le preguntó señalando una heladería que tenían delante.

- ¿Por qué no?

- ¡Genial! - Y allí estaba ella, devorando un helado de tres bolas de fresa, con la nata que rebosaba, llena de nueces caramelizadas. ¡A la mierda el régimen! - ¿Seguro que no quieres nada? Han traído dos cucharas ... claro ... se piensan que no soy capaz de comerme todo esta copa de helado yo sola.

El kriptoniano sonrió y Felicity pensó que se deshacía de gusto por dentro, y estaba segura de que no era por el sirope de fresa.

- ¡Oh mierda! – Se quejó la mujer intentando taparse el rostro con la mano.

- ¿Qué? – Preguntó inquieto el kriptoniano sin querer girarse.

- Es Mandy Firewell, la jodida Mandy Firewell – Siguió hablando – Esa zorra me robó a mi novio en el instituto, sólo para demostrarme que podía hacerlo – Cogió una enorme cucharada de nata y se la llevó a la boca hablando con dificultad – La muy guarra lo tenía todo, pasta, estilo y un pelazo de anuncio, y me tiene que ROBAR a mi novio, que por otra parte, ni siquiera era guapo – Volvió a llenarse la boca con cuatro o cinco nueces – El único novio que he tenido – Cogió media bola de helado de una sola cucharada – Olvida eso último. – Se la llevó a la boca - Tuve que ir sola el día del baile de fin de curso ¿Sabes cuánto he tenido que pagar a mi psicóloga para quitarme ese trauma?

Clark negó con la cabeza sin poder evitar sonreír.

- ¿Qué te parece tan divertido? – Se indignó la mujer - ¡Ayyyy Joder! – Se tapó la cara con ambas manos – ¡Me ha visto y viene hacia aquí!

- Felicity Smoak – Se alegró falsamente la mujer morena - ¡Qué alegría verte! – Pero sus ojos se desviaron automáticamente al acompañante de su antigua compañera de instituto – No sabía que tuvieras un hermano tan ...

- Oh, no es ... no es .. mi hermano ... es mi ... - Vaya momento de mierda para quedarse sin palabras, pensó la rubia maldiciéndose a sí misma.

- Soy su prometido – Dijo muy risueño Clark poniéndose de pie. Felicity arrugó la nariz temiendo que le hubieran puesto alcohol a su helado, pues empezaba a alucinar – Mi nombre es Kal-El – Mandy tuvo que alzar la vista para contemplar a semejante espécimen.

- Vaya Felicity, qué callado te lo tenías ... - Murmuró la mujer muerta de celos.

- Sí ... - Rió la informática – ¡Casi que no lo sabía ni yo! – No sabía dónde meterse.

- Yo soy Mandy y ¿Qué clase de nombre es Kal- El?

- Es que es ... extranjero – Se apresuró a decir la rubia – De ... ¡Rúsia! – Dijo lo primero que le vino a la mente.

- Mi primer marido era ruso, me enseñó unas cuantas cosas ... aparte de cómo ganar dinero en poco tiempo. Priyatno poznakomit'sya – pronunció en algo que Felicity supuso que debía de ser ruso.

Bien, ahora mismo, la rubia sí que quería que la tierra se abriese y la tragase para no tener que hacer frente a la humillación más humillante delante de la guarra de Mandy, pues qué posibilidades tenía Clark de hablar en ... ¿Ruso?

- To zhe samoye. Druz'ya Felisiti, moi druz'ya – Dijo el kriptoniano sin alterarse ni un ápice, poniendo una mano sobre el hombro de Felicity, que lo miraba incrédula. - Bien, ha sido un placer verte, y a ti también Kal–El.¡Falsa, hipócrita, guarra! Pensaba Felicity mientras sonreía pero ésta vez de verdad, ya que no podía dejar de pensar que se la había devuelto al ver la cara de cabreada que tenía la morena mirando a aquel hombre al que ella creía su prometido. - Do svidaniya – Se despidió el moreno con la mano, sentándose de nuevo. - ¡Oh! Ha sido memorable – Exclamó cuando se aseguró que la morena se había ido, no sin girarse hacia atrás varias veces - No sé por qué has hecho eso, pero ha sido memorable. Puedes pedirme lo que quieras porque me has ahorrado años de terapia – Acabó por comerse la última nuez caramelizada - Por cierto ¿Desde cuándo hablas ruso?



- Desde ... - Funció el ceño como si la pregunta lo hubiera sorprendido– Desde hace poco, supongo – Hizo una pausa – De hecho sí que hay algo que quisiera pedirte.

- Suéltalo Kal – le guiñó un ojo - ¿Te molesta que te llame así?

- No. Para nada – Se quedó pensativo algo sorprendido– Me gusta. Ése es mi nombre real.

Era una extraña petición, pero no podía negarse. No, después de lo de Mandy, lo único que la inquietaba un poco era que había perdido el móvil y no sabía ni cómo ni cuándo, pues ella siempre había sido muy cuidadosa con esas cosas. Habían vuelto a la heladería, a la zapatería ... al coche ... pero nada. No aparecía.

Oliver la iba a matar, porque ese teléfono estaba encriptado con la más alta tecnología, pero en fin ... La iba a matar igualmente por haberse ido a pasear con el kriptoniano, y si no era él, Batman lo haría, pues su atención por el alienígena rayaba en lo obsesivo.

Kal, como así le llamaba Felicity, había querido ir a laboratorios S.T.A.R. Bueno, realmente había preguntado cuáles eran los laboratorios más punteros en lo que a biotecnología se refiere, y resulta que la informática conocía a alguien dentro de los mismos, así que Kal-El había insistido en ir esa misma tarde.

No había querido explicarle el motivo.

- Hola Cisco – Saludó con la mano, a través del cristal de seguridad que separaba los laboratorios de biotecnología de S.T.A.R LABS.

Cisco la sonrió desde el otro lado. No era la primera vez, y seguramente, no sería la última vez que Felicity estaba allí para pedirle algún extraño favor para Flecha Verde, y el chico bebía los vientos por complacerla. Incluso le había conseguido a Felicity un pase de seguridad.

Su sonrisa desapareció al ver al gigante moreno que la acompañaba.

- Desde ... - Funció el ceño como si la pregunta lo hubiera sorprendido– Desde hace poco, supongo – Hizo una pausa – De hecho sí que hay algo que quisiera pedirte.

- Suéltalo Kal – le guiñó un ojo - ¿Te molesta que te llame así?

- No. Para nada – Se quedó pensativo algo sorprendido– Me gusta. Ése es mi nombre real.

Era una extraña petición, pero no podía negarse. No, después de lo de Mandy, lo único que la inquietaba un poco era que había perdido el móvil y no sabía ni cómo ni cuándo, pues ella siempre había sido muy cuidadosa con esas cosas. Habían vuelto a la heladería, a la zapatería ... al coche ... pero nada. No aparecía.

Oliver la iba a matar, porque ese teléfono estaba encriptado con la más alta tecnología, pero en fin ... La iba a matar igualmente por haberse ido a pasear con el kriptoniano, y si no era él, Batman lo haría, pues su atención por el alienígena rayaba en lo obsesivo.

Kal, como así le llamaba Felicity, había querido ir a laboratorios S.T.A.R. Bueno, realmente había preguntado cuáles eran los laboratorios más punteros en lo que a biotecnología se refiere, y resulta que la informática conocía a alguien dentro de los mismos, así que Kal-El había insistido en ir esa misma tarde.

No había querido explicarle el motivo.

- Hola Cisco – Saludó con la mano, a través del cristal de seguridad que separaba los laboratorios de biotecnología de S.T.A.R LABS.

Cisco la sonrió desde el otro lado. No era la primera vez, y seguramente, no sería la última vez que Felicity estaba allí para pedirle algún extraño favor para Flecha Verde, y el chico bebía los vientos por complacerla. Incluso le había conseguido a Felicity un pase de seguridad.

Su sonrisa desapareció al ver al gigante moreno que la acompañaba.

- ¿Te han puesto seguridad? – preguntó a través del comunicador sin abrir las puertas.

- ¿Él? – Preguntó incrédula – Oh, no no, de hecho YO soy su guardaespaldas – Dijo orgullosa de sí misma - ¿Podemos entrar?

Cisco dudó por un instante pero acabó accediendo. No parecía que Felicity estuviera coaccionada, así que si traía a alguien allí, sería por una buena razón. Confiaba en ella, pues si Felicity era realmente buena en algo, era que siempre era sincera.

Abrió las puertas desde dentro.

Al pasar por la barrera de seguridad, todos los escáneres se volvieron locos y una luz roja intermitente inundó el lugar.

- "Material genético no identificado" – Decía una voz metálica que salía de de la zona informatizada del control de acceso - "Material genético no identificado"

- Pero ¿Qué? – le preguntó Cisco a su amiga alzando la voz, viendo el escáner. Esto es ... es imposible.

- Apaga eso, por favor, antes de que vengan los guardias de seguridad – Le imploró Felicity - Por favor Cisco.

Kal-El empezó a ponerse nervioso y sus músculos se tensaron. De manera instintiva llevó sus dedos al teclado del panel de acceso y empezó a teclear una serie de códigos que consiguieron que la situación volviese a la normalidad.

- ¿Cómo has hecho eso? – Le preguntó el científico al kriptoniano.

- Eso ¿Cómo lo has hecho? – preguntó algo inquieta Felicity, sabiendo que la seguridad en S.T.A.R era primordial y no escatimaban en gastos.

- ¿Todo correcto profesor Ramon? – Preguntó un hombre impecablemente trajeado desde la entrada, que tenía más pinta de mafioso que de miembro de seguridad privada.

Kal-El fulminó con la mirada a Cisco y este se estremeció – Sí, todo bien – Sonrió forzadamente.

- Pero ¿Quién demonios es este tío? – Le preguntó a la mujer en cuanto el trajeado desapareció tras la puerta.

- Tranquilo Cisco, tranquilo – Continuó Felicity cogiéndolo de la mano – Es un amigo.

- ¡Ni se te ocurra tocar ese ordenador! – Se atrevió a decirle el científico cuando vio que aquel enorme hombre empezaba a teclear rápidamente en lo que consideraba su juguete favorito, pues nadie en el planeta poseía un procesador más potente que aquel – Estás flipando si piensas que podrás acceder sin autorización.

- ¿Qué estás buscando? – Preguntó Felicity acercándose a Kal, pero éste no parecía haberse dado cuenta de su presencia, y seguía golpeando ágilmente las teclas del ordenador sin ni siquiera mirarlas, mientras era Cisco el que flipaba porque había desbloqueado todos los firewalls.

- ¡Joder! Estás accediendo a la base de datos del ¿Pentágono? – Cisco se llevó las manos a la cabeza - ¡Soy hombre muerto! – Se decía para sí mismo – Nos van a rastrear y nos van a ...

- No nos rastrearan – Dijo muy seguro aquel hombre de semblante serio que no dejaba de trabajar.

En la pantalla leyó:

Amanda Waller: Desaparecida

Lupe Leocadio: Desaparecida

Anatoli Tinyenko – Prisión de BlackGate (Área hospitalaria. Unidad de quemados)

Sus dedos se detuvieron un instante antes de teclear el siguiente nombre.

El Joker: Belle Reve (Área hospitalaria. Unidad de cuidados intensivos)

Borró la pantalla, antes si quiera que la rubia y el científico pudieran empezar a leerla, y siguió buscando en los archivos federales hasta que Felicity pudo ver en la pantalla lo que parecía un prototipo de nave o cohete.

Localización: Confidencial

Volvió a teclear algo en el ordenador. Empezaba a perder la paciencia.

Localización: Confidencial

- ¡Joder! – Kal-El perdió los estribos, y acabó golpeando el teclado. Tecleó algo más y acabó por apagar el ordenador.

Cogió un papel y empezó a dibujar rápidamente lo que parecía una cadena de ADN, o una molécula.

Se lo mostró a Cisco.

- ¡Memorízalo! – Le ordenó el hombre que estaba visiblemente furioso – Quiero que lo encuentres para mí. Esto emite una radiación que tus equipos serán capaces de localizar.

- Pero – se quejó el científico – Eso ni siquiera existe en la tabla periódica.

Superman se guardó el papel en el bolsillo.

- Encuéntralo – le dijo algo más calmado al chico – Lo necesito – Dijo dirigiéndose a la puerta.

- Pero ¿De dónde has sacado a este tío? – Preguntó el joven científico a su amiga.

Felicity se encogió de hombros – Es que ... es ruso. Ya sabes, antigua KGB y esas cosas ... Tú sólo llámame cuando localices lo que quiera que sea eso ... ¿Vale? – Le cogió de la mano – No te preocupes, es de los buenos – Dijo tratando de sonar sincera.

- Pues a mí no me lo parece.



CONTINUARÁ ...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro