CAPITULO 4: Abandonándose al placer de la carne

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CAPITULO 4

Abandonándose al placer de la carne

BRUCE

-Alfred, desactiva la seguridad – Dijo Batman por el intercomunicador instalado en su oído – Llegaré por el aire.

-¿Se ha llevado el bat avión, Señor?

- No

- Entiendo Señor– contestó escuetamente el mayordomo.

Superman descendía  lentamente hacia el ala oeste de la mansión donde se encontraba la habitación de Bruce.

El hogar del multimillonario era enorme pero Clark sabía de sobras cuáles eran los aposentos del murciélago.

Sostenía a Bruce entre sus brazos, sintiendo sus latidos pausados y rítmicos como música para sus oídos.

Al contrario, Clark estaba tan nervioso y a la vez tan ansioso que creía que el corazón se le saldría por la boca. Sin duda Bruce podía notarlo y eso le hacía sentir aún más avergonzado.

Dejó a Bruce en el suelo de una gran terraza por donde se accedía a su habitación. Tenía unas dimensiones aberrantes para el sueldo de un periodista ya que era mucho mayor que el apartamento entero del reportero.

El murciélago abrió la puerta del enorme ventanal y agarró a Superman por la mano, ya que éste parecía indeciso al entrar y Bruce tenía miedo de que saliera volando de nuevo.

- Pasa – le dijo esbozando una tenue sonrisa.

Clark entró en la habitación.

Su pecho subía y bajaba como si acabara de correr una maratón o, en su caso, acabara de dar varias vueltas a la tierra rompiendo la barrera del sonido.

- Desnúdate – susurró Bruce sin más mientras se sentaba en el borde de su cama. Estaba dispuesto a disfrutar del espectáculo.

Superman se tensó al escuchar la orden de Batman.

Permaneció inamovible ante el murciélago que se mostraba expectante examinando cada movimiento que hacía el hombre de acero.

Batman disfrutaba con la expresión temerosa del kriptoniano. Pensó que era la primera vez que lo veía así. Era fácil olvidar que aquel superhombre se crio en una granja, con unos padres que lo guiaron en sus valores, algo de lo que Bruce nunca pudo presumir.

Estaba indefenso.

Dudaba de sí mismo.

Bruce estaba a punto de tomar cartas ene l asunto cuando ante su sorpresa Clark se llevó las manos a los hombros. Se soltó la capa aterciopelada que cayó suavemente al suelo a los pies del Kriptoniano.

Sin desviar la mirada de los ojos del murciélago apretó algún mecanismo en sus muñecas y el uniforme se holgó levemente sobre su piel, permitiéndole quitarse la parte de arriba con comodidad.

Bruce estaba impresionado con que el boy scout de Smallville, el héroe de Metrópolis, estuviera haciendo lo que estaba haciendo y se deleitó ante la idea de que era justamente él, el que lo estaba llevando a ese lado oscuro tan familiar.

La envergadura de sus hombros, con todos sus músculos hinchados pero a la vez perfectamente definidos impactó al murciélago.

Las abdominales marcadas, bañadas por el sol, las dorsales perfectamente dibujadas, los brazos poderosos, las manos grandes e imperceptiblemente temblorosas.

Sabía que Clark no entrenaba ni se esforzaba en mantener ese cuerpo que tenía. A menudo le atormentaba la idea de hasta dónde llegaría el poder del kriptoniano si éste se esforzara. Si no se contuviera.

¡Qué injusto! – pensó Bruce mientras entrecerraba los ojos en señal de agrado.

Clark se quitó el cinturón, las botas y los pantalones.

Se quedó ante Bruce sólo con ropa interior. Unos bóxers azul marino abultados en la parte central, que ya dejaban entrever el buen tamaño de sus atributos.

- Todo – Dijo Bruce pensando que hasta eso compartía el color de su traje.

Superman se bajó los bóxers sin vacilación y se quedó allí parado a escasos tres metros del murciélago, mientras éste seguía sentado en el borde de la cama sobre las sábanas oscuras.

- Desde luego , no eres de este mundo – Sonrió Bruce – Acércate - Le extendió la mano en una clara señal tranquilizadora.

Clark empezó a caminar despacio pero decidido y se paró entre las piernas separadas de Bruce.

El murciélago observó el cuerpo escultural del kriptoniano. Casi le daba lástima profanar semejante hermosura.

Casi. Pero Bruce ya había abierto demasiadas cajas de Pandora como para detenerse al final del arcoiris.

Su miembro era enorme, como todo en el cuerpo de ese hombre y sabía también que no estaba empalmado, así que no podía llegar a imaginarse cómo de grande podría volverse. Eso podría llegar a ser un problema.

Clark estaba muy nervioso. No hacían falta súper poderes para darse cuenta de eso y a Bruce le encantaba.

Le daba sensación de seguridad.

- Nunca he estado con un hombre - Admitió sonrojado el de Kansas.

Bruce agarró suavemente al superhombre por las caderas y lo atrajo hacia sí. 

- Yo nunca he estado con un kriptoniano - le contestó el caballero de Gotham.

Empezó besándole sobre el ombligo y después se deslizó a la derecha rozando suavemente con sus labios todo el vientre del hombre de acero mientras sus manos acariciaban la espalda del kriptoniano. Había tanto que quería hacer, lamer, tocar...

Superman suspiró sin poder contenerse y cerró los ojos abandonándose al placer que le estaba a punto de consumir.

Bruce se ensañó sobre el hueso de la cadera derecha, esta vez chupando con más fuerza. Con más pasión, solo porque el kriptoniano se estremecía con cada roce de sus labios.

Succionó la piel sabiendo que era imposible dejarle ningún tipo de marca. Sus dientes se hundían sobre la carne pero por más que apretara no conseguían traspasarla y eso le puso muy caliente.

Batman podría hacer lo que quisiera con ese hombre sin necesidad de mantener el control pues su cuerpo era prácticamente invulnerable.

Con la lengua empezó a bajar lentamente por la cadera hacía abajo, siguiendo la línea de la pelvis hasta que se detuvo en la otra cadera y succionó la piel de nuevo empapándose del sabor del kriptoniano.

Su piel era dulce y salada al mismo tiempo y su aroma era diferente ¿Cómo era posible, que la gente que conocía a Clark no se diera cuenta de que ese hombre no era humano? Bruce pensó que saltaba a la vista.

Bajó otra vez por la pelvis rozando la piel con sus labios, dando pequeños besos. Evitaba tocar el miembro de Superma, que ahora tenía un tamaño mucho mayor y estaba casi completamente erguido.

Bajó hasta los testículos del superhombre y suspiró muy cerca de ellos, acercándose al cuerpo del kriptoniano, apretándolos contra su rostro. Aspirando su aroma.

Suavemente, sacó la lengua y recorrió uno de ellos para después hacerlo de manera más salvaje con el otro, haciendo suyo el placer que sentía el hombre de acero.

Superman que había estado quieto hasta el momento no pudo contenerse más y le agarró la cabeza hundiendo sus dedos en el pelo castaño oscuro de Bruce pero éste, sin cesar de besarlo, le apartó las manos.

- Quieto – le susurró mientras levantaba la vista para admirar el rostro extasiado de Clark.

Superman cedió y dejó caer sus brazos al lado del cuerpo. Abrió los ojos para ver como Batman recorría su cuerpo besándolo. Hacía pequeños círculos con su lengua sintiendo la saliva sobre la piel de sus testículos. Succionaba con fiereza y esa imagen se le quedó grabada a fuego.

No podía aguantar más.

Echó la cabeza hacia atrás y lanzó un gemido de placer cuando notó que Bruce le cogía la polla con la mano y empezaba a lamer el tronco de su miembro que ya estaba completamente hinchado.

Un mar de sensaciones pasaron por la cabeza de Superman en ese momento.

No era la primera vez que alguien le hacía algo así, pero entonces ¿Por qué esta vez se sentía tan diferente?¿ Sólo por qué era un hombre y no una mujer?

Su corazón estaba a punto de estallar. Tan solo podía notar sus propios latidos retumbando en su cabeza acelerados y el sonido de su respiración entrecortada.

Sentía por primera vez que no había nada más que esa habitación en el mundo. Que todo se reducía a ese único y maravilloso momento. Que la única sensación era la de su amante chupándole el miembro y la de él dejándose llevar por la intensidad.

A Clark le temblaban las piernas y Bruce no tenía intención de parar.

La polla del hombre de acero le hacía justicia al nombre y era con mucho la más grande que jamás había visto el murciélago.

Superman estaba totalmente empalmado y apenas le cabía la mitad en la boca.

Pero Bruce era un experto en dar placer de esa manera y él lo sabía.

Primero introducía sólo el glande, chupando y besando suavemente y después se metía todo el miembro en la boca, apartando los dientes con cuidado hasta que la punta rozaba con su garganta. Repetía el movimiento varias veces hasta notar las palpitaciones en el pene del kriptoniano y entonces cesaba en velocidad y volvía a comenzar de nuevo ... muy suavemente. Torturaba al hombre de acero que apretaba los puños tensando todos los músculos de su cuerpo.

Pensaba entretenerse en ese momento. Alargarlo lo más posible.

Lo estaba disfrutando ... pero de repente notó las manos de Superman sobre sus hombros, agarrándole por la nuca con firmeza, aplastando sus trapecios. Hizo lo posible por intentar quitarse ese yugo que le oprimía detrás de la cabeza y que hacía que cada vez la polla del kriptoniano entrara un poco más profundo en su garganta.

Quizás no había sido tan buena idea lo de hacer llegar al límite al hombre de acero.

Batman cambió de táctica y se volteó haciendo un giro de 180 grados, de modo que el kriptoniano fuera el que quedara de espaldas a la cama.

Empujó las caderas de Superman y éste quedó tendido sobre las oscuras sábanas.

Bruce sintió que el dolor en la base del cuello cesaba.

El kriptoniano se llevó las manos a la cara tapándose el rostro, consumido por el placer.

Abandonándose al gozo de la carne, Bruce comenzó de nuevo a succionar su pene.


CLARK

Clark no podía aguantar más ... Lo que sentía era un doloroso placer. Quería tocarlo.

Besarlo.

Nadie se lo iba a impedir.

Agarró por las piernas al murciélago y lo tiró sobre la cama bruscamente, quedando el hombre de acero sentado sobre él, con el murciélago entre sus piernas.

Le desgarró la camiseta negra que llevaba puesta, ya que ansiaba quitarle la ropa desde el primer momento que lo vio con ella puesta.

También le rompió los pantalones, cinturón y ropa interior incluida, en un solo movimiento, sin que le supusiera el más mínimo esfuerzo.

Se detuvo un segundo a admirar el cuerpo del murciélago, grande y poderoso como el suyo, pero el ansia del contacto pudo más que la exquisita visión que tenía ante sus ojos y se dejó caer sobre él.

Pecho con pecho, piel con piel. El exquisito contacto de la piel ardiente.

Se frotó en toda la extensión de su cuerpo, apretando con sus brazos el cuerpo de Bruce.

Notó su calor, su sudor sobre él.

Quería sentir todo sobre él.

Inhalar su aroma.

Recordar ese momento que quedaría grabado en su memoria.

Devoró sus labios ... su boca ... su cuello.

A Clark le gustaban los besos y disfrutaba del contacto de sus lenguas, del intercambio de sabores.

Bruce lanzó un gemido y se removió ante el fuerte agarre del kriptoniano, pero Clark no cesaba en su abrazo.

- Afloja un poco, Clark – Le dijo muy a su pesar.

Superman volvió en sí y con la mirada compungida abrió los brazos liberando a su presa 

– Lo siento. ¿Te he hecho daño? – preguntó angustiado.

Bruce negó con la cabeza mientras se recuperaba y volvió a estirarse sobre el superhombre – Mejor así – Le susurró al oído mordiendo después el lóbulo de su oreja - Yo marcaré el ritmo.

El murciélago abrió uno de los cajones de la mesita situada a un lado de la cama y sacó un bote con algún tipo de gel lubricante que extendió sobre sus manos en un gesto muy sexy.

Se las llevó entre las nalgas y empezó a frotar su entrada dejando el líquido fluir.

Sin mediar palabra y ya recuperado, guió las manos de Superman para que se añadieran a esas caricias. No podía dejar de besarle. No quería pensar en su falta de experiencia y en que eso pudiera dificultar más en sí el acto sexual.

- Méteme un dedo – Le ordenó seductoramente el murciélago.

Por suerte, Bruce, le guiaba.

Clark introdujo uno de sus dedos en el ano de Bruce, algo tembloroso al principio. Aún así, éste gimió y se estremeció entre sus brazos. Parecía que disfrutaba tanto como él.

Superman notó el ligero cambio de temperatura de Batman. Sintió como el vello se le erizaba sobre la piel de su espalda y su latido se aceleraba. Eso le había gustado al murciélago.

Introdujo otro dedo más y el cuerpo de Bruce se arqueó encima del suyo mostrándole la amplitud de su pecho. Se sentó sobre sus rodillas y agarró con la mano el miembro del Superman, alzado como un tremendo mástil.

Lo frotó en su entrada.

Empezó a introducirlo lentamente, entrecerrando los ojos deleitándose en ese momento, hasta que la punta estuvo dentro de él.

Superman, estirado sobre la cama, volvió a llevarse las manos al rostro, jadeando. Esto era demasiado. Le sobrepasaba con creces y tenía miedo de hacerle daño. Tenía que calmarse y focalizar su atención en otra cosa.

Bruce se las apartó y las llevó a sus caderas.

Volvió a ver el rostro del murciélago. Era como si le buscara todo el tiempo. No le daba tregua. No había margen de error.

A Batman siempre le había gustado aguantar la mirada.

Bruce introdujo un poco más el pene de Clark en su interior, dando tiempo a la dilatación. Al estar él encima podía controlar la situación. Cuándo y cuánto entraba.

Clark no tenía tanto control sobre la situación. Desconocía la reacción de su propio cuerpo ante tanta sobreestimulación. El momento lo sobrepasaba por completo y se rindió a sus deseos.

Volvió a postrar al murciélago sobre la cama sin salir de su interior, quedando él encima. Envistió al murciélago que lanzó un gemido de dolor apretando los dientes.

Sentía como Bruce intentaba separarse un poco el cuerpo del superhombre pero él no podía para de envestir. Todo su miembro entró dentro de él.

Los ojos de Bruce se humedecieron y sus puños se cerraron en un acto reflejo por sacarse al hombre de acero de encima pero en vez de eso, alzó la pelvis, para que la polla del kriptoniano entrara aún más, en toda su extensión, en su interior.



El dolor se tornó en placer.

Un placer lujurioso que los devoraba a ambos.

Superman no duró mucho más.

Cuando se corrió en el interior del murciélago se dejó caer sobre el cuerpo de él, sudoroso y aliviado por toda esa tensión acumulada.

Estaba agotado mental y físicamente por la experiencia vivida.  Su ritmo cardiaco recuperaba la normalidad poco a poco.

Dejó que Bruce se escabullera de entre sus brazos y saliera de debajo de él para facilitarle la respiración,  pero lo retuvo a su lado pasándole el brazo por el pecho.

No iba a dejar que se escapara.

Clark bajó lentamente ese mismo brazo hasta el vientre de Bruce.

Siguió más abajo atravesando su ombligo y se detuvo aún más abajo, agarrando el miembro del murciélago con suavidad, mientras todavía se recobraba de su explosión de placer.

Empezó a masturbarlo hasta que el pene de Bruce despertó y comenzó a hincharse.

El murciélago empezó a jadear de nuevo ante las caricias de su amante que se incorporó sobre él.

Clark le besó los pezones dulcemente, entreteniéndose en cada uno de ellos, succionando suavemente y bajó con su lengua, recorriendo sus abdominales, sin detenerse hasta que introdujo el pene en su boca.

El interior de Clark estaba tan caliente. Era tan ardiente, que el contacto resultó abrasador. Eso hinchó aún más el miembro de Bruce, que permanecía mirando las acciones del Superhombre. Expectante.

La polla de Bruce desaparecía totalmente en la boca de Clark, que subía y bajaba ganando velocidad. Llegó un momento en que Bruce prácticamente no pudo ver su rostro nítidamente, únicamente notó la vibración, más rápida de lo que ningún humano podría llevar a cabo.

Fue una grata sorpresa que el hombre de acero tuviera esa clase de habilidades.

Jamás había sentido algo así y aunque Bruce solía aguantar mucho más tiempo, se dejó ir, corriéndose en la boca del Superhombre.

La imagen del kriptoniano, lamiendo su semen con apetito voraz, fue la más erótica que recordaba desde hacía demasiado tiempo.

"Ventajas de tener como amante a un extraterrestre" – pensó sonriendo dejando ver su perfecta dentadura.

Superman se alzó y lo besó en los labios.

Bruce sintió su propio sabor en la boca del Superhombre, extenuado.

Después de pocos minutos, Clark estaba totalmente recuperado.

Se sentía feliz y su rostro así lo irradiaba.

Era incapaz de disimularlo.

La noche había sido perfecta.

Había conectado con Bruce de una manera en la que creyó que jamás sería posible.

Su primera noche de sexo con un hombre había mejorado sus expectativas de una manera que no podía llegar a concebir.

Había sido ... genial.

El caballero oscuro era una de las pocas personas sobre la tierra que conocía las dos mitades de Clark. La del superhéroe y la del simple reportero criado en Kansas.

Con él sentía que no tenía nada que ocultar. Sentía que podía ser realmente él mismo en un mundo que lo forzaba a ser la imagen que quería tener para los demás.

Se centró en el hombre que yacía ante él, justo a su lado. Le miró con detenimiento acariciando la piel de su antebrazo y la sonrisa de Clark desapareció.

El cuerpo de Bruce estaba masacrado por numerosas cicatrices que cruzaban su torso, su espalda, sus brazos y muslos.

No había prácticamente ni un pedazo de su piel que estuviera libre de secuelas de antiguas y nuevas lesiones.

Quemaduras, heridas de arma blanca, de armas de fuego y cosas peores que no quería ni imaginar.

Algunas de esas marcas estaban cerca de órganos vitales.

Demasiado cerca.

A veces a Clark se le olvidaba que Batman era tan solo humano, porque ... bueno ... Batman era Batman. El hombre más inteligente que conocía. El mejor estratega. El que controlaba todo y a todos. En la JLA no había ningún líder, pero si alguien hubiera preguntado, sin dudar todos habrían dicho que era el Caballero Oscuro de Gotham.

Batman siempre lo tenía todo previsto y pasara lo que pasara, siempre estaba ahí. Si caía volvía a levantarse una y otra vez.

De pronto observó marcas recientes sobre el cuello del murciélago y sobre sus caderas.

Marcas de dedos. Del agarre de algún degenerado.

El rostro de Clark palideció al darse cuenta de la apabullante realidad.

Aquel degenerado que había hecho estragos en el cuerpo de Bruce era él.

En algún momento confuso en la mente del kriptoniano había perdido el control y ése era el resultado.

- ¿Por qué me miras así? – preguntó seriamente el murciélago notando el escrutinio que le estaban haciendo.

Clark no sabía que contestar 

– A veces olvido que eres solo humano – Confesó arrepintiéndose en el mismo instante en que las palabras salían de su boca.

Bruce se levantó de la cama bruscamente mientras negaba con la cabeza.

– Coge tus cosas y vete – le dijo mientras caminaba hacia el baño de su habitación.

- ¡Bruce! – gritó Superman - Ya sabes a qué me refiero ¡Bruce! No quería decirlo de esa manera, la culpa es mía. Sólo es mía ¡Bruce!

Pero el murciélago ya estaba en el interior de la enorme ducha. El agua helada corría sobre su cuerpo devolviéndolo a la noche tenebrosa en la que vivía.

- Lárgate Clark - Susurró sabiendo que le escucharía – Ya has hecho lo que habías venido a hacer.

Bruce salió de la ducha veinte minutos más tarde.

Su cuerpo todavía ardía aunque la piel pálida estaba gélida como de costumbre.

Sabía que le dolería por unos días.  Estaba acostumbrado a eso y a mucho más, pero hay heridas que dejan cicatrices más profundas.

Entró en la habitación pensando que quizás el hombre de acero siguiera allí pero lo único que encontró fue su ropa hecha jirones tendida en el suelo. Su cama estaba destrozada con tres de las cuatro patas rotas y uno de los ventanales con el pomo destrozado.

Empezaba a pensar que tener al kriptoniano como amante no había sido tan buena idea.


CONTINUARÁ ...

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