Capitulo 6: Furia

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CAPITULO 6

Furia

MARTHA

Clark estaba tomándose el desayuno que Bruce le había preparado. Se había quedado frío pero no le importó. Era el mejor desayuno que jamás había probado.

Miraba a Bruce que se paseaba por su comedor mientras hablaba por el manos libres. Al otro lado estaba Lucius. Charlaban sobre una venta de acciones, activos y mercados de bolsa. Algo por lo que Clark nunca había sentido el más mínimo interés.

Bruce se abrochaba los botones de la camisa de forma automática mientras seguía conversando. Se metió la camisa por dentro de los pantalones, se ató el cinturón y se dispuso a hacerse rápidamente el nudo de la corbata.

El kriptoniano lo miraba como si Bruce no fuera de este mundo, abrumado por su belleza. Nunca pensó que podría sentir algo así por nadie, fuera hombre o mujer. Llegar a ese estado de complicidad absoluta.

Estaba feliz por haber pasado la noche con él y entristecido por el pasado día.

Sentimientos contradictorios atravesaban la mente de Clark como las mentiras de su vida atravesaban su corazón.

El reportero se levantó y sigilosamente se plantó ante Bruce.

- Tienes la corbata torcida – le dijo mientras intentaba ponerla en su sitio, sin conseguirlo.

- ¿Estarás bien? – preguntó Bruce juntando su frente con la de Clark.

El kriptoniano suspiró ante ese contacto que significaba tanto para él – Sí, no te preocupes.

Bruce cogió el abrigo, su móvil de última generación y se puso unas gafas de sol oscuras que le hacían parecer aún más seductor y sin más, cerró la puerta del apartamento tras de sí.

-Cuídate, Clark – susurró al llegar a la planta baja, sabiendo que él le escucharía. Se metió en el flamante coche negro que había venido a recogerlo – Trevor, a Gotham. Tengo que llegar a la torre Wayne en hora y media máximo.

-Sin problemas, señor Wayne – contestó el chofer, y ex marine condecorado.

Algunos vecinos se asomaron a ver aquel carísimo coche negro, tan poco habitual para la zona en donde estaban de Metropolis. Incluso algunos chavales y pequeños delincuentes del barrio se preguntaban de quién sería un coche como ese y ¿Cómo lo robarían si volvía a aparecer por allí?

Clark dejó de mirar por la ventana una vez el vehículo dobló la esquina y miró hacia el interior de su apartamento.

Volvía a sentirse solo.

Volvía a estar solo y de nuevo recordó a aquella rehén muerta. Recordó que Perry tenía cáncer de pulmón y recordó las afiladas palabras de la teniente Leocadio.

- Puto Alien, que se vuelva a su jodido planeta – Dijo la policía sabiendo que él la escucharía.

Nunca había podido plantearse esa posibilidad. No había hogar al que regresar.

No había planeta al que volver.

El único lugar donde Clark se sentía como en casa era en la granja, en Smallville. Aunque a veces, estar allí, le devolvía recuerdos amargos de su infancia.

- Mamá - dijo cuando la la señora Kent cogió al fin el teléfono – ¿Puedo ir a casa a comer?

- ¡Claro hijo! No tienes ni que preguntarlo – Se hizo el silencio - ¿Pasa algo, Clark?

- No, mamá – Mintió – Todo está bien.

En menos de cinco minutos , Clark fregó los platos y se puso su traje kriptoniano . Supuso que Bruce podía cocinar, pero fregar la vajilla ... ya era algo muy diferente . Sonrió al imaginarse a Bruce en delantal. Casi rió al ver esa imagen mental en su cabeza y dio gracias porque Wayne se hubiera presentado la noche pasada.

No sabía lo que habría hecho si él no hubiera estado allí compartiendo su dolor.

***

A medio camino entre Metropolis y Gotham, Bruce respondió a una llamada encriptada de su teléfono. Antes de descolgar accionó el mecanismo que levantaba el cristal entre la zona del conductor y la de los asientos de atrás para aislar la cabina.

- Dime, Alfred.

- ¿Cómo se lo ha tomado? – preguntó el mayordomo preocupado.

- No se lo he dicho.

- ¿No se lo ha dicho? – se sorprendió el británico – Y ¿Cuándo piensa decirle a Superman que lo del atraco con rehenes era sólo una distracción para robar siete kilos de kriptonita del banco?

- No era el momento – dijo Bruce para sí. Hizo una pausa meditando lo que diría a continuación – Quiero que monitorees el Planet, el apartamento de Clark y la granja de Smallville. Que sea un satélite, nada de escuchas terrestres– ordenó sabiendo que era la única manera de que Superman no detectara que estaba siendo vigilado -Y que Dick no le quite ojo de encima – añadió.

- ¿No se enfadará si se entera, Señor?

- Es muy probable – contestó Bruce importándole más bien poco.


***


- ¡Hijo, qué alegría verte! – exclamó Martha abrazándose a Clark.

El kriptoniano le devolvió un caluroso abrazo sincero y la besó en la frente

- Te he echado de menos mamá.

- Y yo a ti, pasa – le indicó – Hace frío – Aún sabiendo que a Clark eso le daba igual.

Se sentaron en el enorme sofá aterciopelado de la sala de estar.

La señora Kent no había cambiado en nada la decoración de la granja desde que Jonathan murió. Había fotos familiares de ellos tres colgando de todas las paredes.

Parecían una familia tan feliz. En general, lo habían sido, aunque criar a un hijo como Clark no fue fácil.

La madre de Clark era una señora de 72 años, ligeramente rellenita y con el pelo teñido castaño claro sujeto por un moño. Era la típica abuela del centro de EEUU, sólo que con un carácter que podía doblegar al más infame de los hombres cuando le daban motivos. Martha hubiera hecho lo que fuera para sacar adelante a su hijo y así lo hizo.

La mujer había encendido el fuego de la chimenea y las maderas crujían al consumirse por las llamas.

Era un sitio confortable en el que Clark podía relajarse sin necesidad de guardar apariencias. Era el único hogar que había conocido.

La granja más cercana era la de los Lang y estaba a unos tres kilómetros, así el kriptoniano no tenía que esforzarse por aislar sus supersentidos del resto de mundo. Las migrañas de Clark cuando empezó a desarrollar su oído le duraban semanas enteras.

Entre aquellos campos de trigo se sentía en paz.

- ¿Y bien, me vas a explicar lo que te pasa? – le inquirió su madre alzando una ceja - ¿Es por Lois otra vez?

- No, mamá – se apresuró a decir – Lo mío con Lois se acabó, de hecho es que nunca llegó a haber nada – Explicó – Además, ahora ya no importa, está con ese capitán de marines o lo que sea – Se llevó una mano a la frente, frotándosela y se recolocó las gafas.

- ¿Por qué no le dijiste quien eras realmente, hijo? – Preguntó apesadumbrada.

- No hubiera funcionado mamá – se resignó.

- Si no lo intentas, si no confías en nadie, jamás sabrás si funciona – prosiguió su madre cogiéndole ambas manos – Algún día yo no estaré y tengo miedo por ti. Temo que te quedes solo, que no le hayas abierto tu corazón a nadie por miedo. Eres un buen hombre, te mereces a alguien especial que te entienda y con el que puedas compartir las dos mitades de tu vida.

- Hay ... alguien que ...

- ¡Lo sabía! – exclamó Martha con alegría – Sabía que te pasaba algo ¿Quién es? ¿Alguien del Planet? ¿Alguien de tu otro trabajo? – guiñó el ojo refiriéndose a la JLA ¡Ya lo sé! Es esa mujer maravilla – Se dijo para sí como si hubiera descubierto una verdad aplastante.

- ¡No!– contestó Clark contrariado – Jamás se me había pasado por la cabeza.

- Entonces ¿Quién?

- Es ... complicado - Contestó Clark luchando por encontrar una palabra más acertada sin encontrarla.

- ¿Sabe quién eres realmente?

- Sí, mama. Lo sabe.

- Si se lo has dicho es que confías en ella, y si confías en ella, es que es especial – Sonrió su madre cogiéndole de la mano - Estoy muy orgullosa de ti hijo, de verdad ¿Cuándo me la vas a presentar?

Clark se levantó rápidamente del sofá y empezó a subir las escaleras nervioso.

- Mamá, estaré en mi cuarto buscando unas cosas que necesito para la llevarme. Avísame para la comida, te ayudaré a poner la mesa.

- ¡Clark Joseph Kent! No te escaparás de esta conversación por mucho que seas capaz de irte volando a la Luna – dijo alzando la voz su madre.

- Otro día, mama – le dijo asomándose desde el último piso – Otro día

- Está bien – Martha sabía que su hijo le ocultaba algo. – Por cierto , si vas al granero, hay un murciélago que ha anidado allí hace unos días y no soy capaz de echarlo. Deshazte de él. Ya sabes cuánto odio a esos bichos – Dijo mientras ponía cara de asco.

Clark sonrió al escuchar a su madre y pensó que tenía razón.

Cuando un murciélago se mete en tu vida ya no puedes deshacerte de él.


LOIS

- Hey, Clark – dijo Jimmy sentándose sobre la mesa del escritorio del reportero ¿Has visto la que ha liado Wayne en el puerto?

Clark dio un respingo al oír el apellido de Bruce en labios de su amigo - ¿Qué?

Clark había llamado por teléfono a Bruce varias veces la semana pasada pero no había recibido respuesta ninguna. Le había dejado varios whatsapps y tampoco había tenido contestación. Tan solo un "Esta semana estoy muy ocupado" la primera vez.

Incluso hace dos días se había plantado en la puerta de la mansión Wayne, aunque se prometió no hacerlo, dispuesto a pedir explicaciones al murciélago.

Habían tenido un par de noches de sexo y ¿Eso había sido todo? – Se preguntaba.

Clark no entendía nada.

Se sentía confuso.

Utilizado.

Alfred le había contestado al interfono de la verja de entrada a la mansión.

Sobrevolar la casa no era buena idea si todos los sistemas de defensa seguían activados y Superman no iba a arriesgarse.

- El señor Wayne ha dicho que le diga que no está en casa, señor Kent – contestó el mayordomo – Lo siento mucho.

Clark pudo escuchar la respiración de Bruce junto con la del mayordomo que le contestaba, pero no había dicho nada.

De eso habían pasado ya 14 días y tres horas.

No es que Clark llevara la cuenta.


***

- Mira – le dijo el fotógrafo irlandés mostrándole las páginas de sociedad del dominical – Ha estampado su yate en el puerto de Metropolis. Lo han tenido que remolcar hasta los astilleros.

Clark cogió el suplemento del domingo entre sus manos y observó el reportaje sobre el multimillonario más famoso de Gotham. En la primera foto se veía el yate de Bruce siendo remolcado por otro barco de la administración portuaria. En otra se le veía besándose en la boca con una mujer morena de cuerpo espectacular y en la última foto, besándose con un chico joven de pelo rubio mientras lo agarraba por la cintura sosteniendo una botella de whisky con la otra mano.

Clark se puso de pie mientras la silla caía estrepitosamente al suelo. Apretó los puños y la mandíbula con fuerza.

En ese mismo instante estaba tan furioso que si lo viera, le reventaría esa preciosa cara de un puñetazo.

Se sentía traicionado.

-Ese miserable hijo de ... – pensó para sí, lamentándose. Él, que estaba pensando que el murciélago estaba ocupado cazando delincuentes en Gotham, cuando lo que estaba haciendo era emborracharse y morrease con dos supermodelos.

Mentiroso patológico.



Jimmy se dio cuenta de la rabia reflejada en el rostro de su amigo – Hey – Le dijo - ¿Qué tienes tú con Bruce Wayne? – Preguntó refiriéndose a la manía que también le tenía Lois – Si yo estuviera podrido de dinero como Wayne, seguro que haría lo mismo.

-¿Ser un imbécil rematado? – preguntó sarcástica Lois apareciendo de la nada.

El fotógrafo hizo una pausa y se le ocurrió la mejor idea del día.

– ¿Salimos a echar unos tragos? – preguntó Jimmy

-Me apunto – Lois se puso muy contenta– Hoy me apetece llegar tarde a casa. Clark ¿Tú también vienes verdad?

-Sí – afirmó Clark sin pensarlo, sabiendo que estar con sus amigos sería la única manera de no salir volando hasta Gotham.

- ¡Genial! – exclamó Jimmy alzando los brazos en señal de victoria.


***

Esta vez Lois no quiso ir al Jousy's, decía que era un tugurio andrajoso y ... tenía razón. Se dirigieron a la discoteca de moda de la ciudad. El local Manhatan, donde la florinata de la sociedad metropolitana bebía y bailaba los últimos éxitos musicales.

Ni Clark ni Jimmy habían pisado un sitio así antes en el que era imposible entrar sin estar en lista pero Lane conocía al dueño. Escribió un artículo sobre el local con muy buenas críticas así que no tuvieron problemas para acceder. 

En un principio se quedaron en la planta de abajo. En la zona de reservados VIP, exquisitamente engalanada con muebles minimalistas, sofás de cuero blanco y gente con mucho dinero.

Clark se sentía completamente fuera de lugar. Lois por el contrario estaba encantada y Jimmy ... Jimmy había sacado el periscopio para ver si encontraba alguna mujer que le aguantara la mirada más de dos segundos.

Los tres amigos charlaban animadamente.

Bueno, Jimmy y Lois hablaban de todo un poco mientras que Clark no podía disimular que su mente estaba distante, en algún otro lugar.

- La tierra llamando a Clark- Le dijo burlona su amiga por segunda vez.

- Ahhh, lo siento Lois ... no estaba ... prestando atención

- ¡Deja en paz al grandote! - Le recriminó Jimmy a la reportera – ¡Está enamorado! – exclamó sabiendo que no debería haberse tomado ese último whisky y rezando para que Lois no lo hubiera escuchando.

- ¿Cómo que enamorado?- Interrogó la reportera con cara de pocos amigos

- Genial, Jimmy, genial, de verdad – Susurró Clark disgustado con su compañero.

- ¿Cómo que enamorado?- Volvió a arremeter Lois. No se iba a rendir tan fácilmente - ¿Quién es ella? – Preguntó con algo más que curiosidad.

- Ella no, "ÉL" – Contestó Jimmy sabiendo seguro que no debería haberse tomado ese último trago.

Clark no podía creer que su supuesto amigo se lo hubiera soltado de esa manera a Lois. Se llevó las manos al rostro tapándoselo sin saber qué decir.

-¡No puedo creerlo! – exclamó Lois enfadada - ¡Qué vergüenza Clark!

El reportero levantó la vista hacia su compañera, sin poder creer lo que acaba de decir. No pensó que Lois se lo tomara así. Ella había estado siempre de su parte y ahora esto. 

-¿No te gustan los gays? – preguntó muy serio.

- No seas cretino, Clark – Le respondió condescendiente – Lo que no puedo creer es que se lo hayas contado a Jimmy antes que a mí.

Una vez en la planta de arriba, Clark no estuvo tan seguro que hubiera sido una buena idea salir a un sitio tan abarrotado de gente. La música le abrumaba y tenía que concentrarse en aislarla para que no le reventaran los tímpanos. Su amiga le cogió de la mano guiándolo entre la gente, notando su estado de nerviosismo.

Le recordó a su cita con Bruce. – Ese maldito bastardo – Pensó recordando las fotos.

- Un vodka con limón – Pidió Lois a una camarera despampanante de mirada gélida situada en una de las barras - ¿Tú qué quieres, Clark? 

- Otro para mí – Le dijo el reportero a la camarera, mientras ésta le miraba sonriendo a un cliente por primera vez en todo lo que lleva de noche.

La camarera agarró la botella de vodka ruso y empezó a verterlo en los vasos de tubo. Apenas dejando espacio refresco de limón.

Se sirvió un vaso de chupito para ella misma, lo alzó hacia Clark y se lo bebió de un trago como si fuera agua.

Dejó los otros dos vasos delante de Clark ignorando completamente a Lois que la miraba mosqueada por no querer contarle nada de su "supuesta relación" pero es que en ese momento prefería no hacerlo.

- ¿Cuánto te debo? – preguntó Clark alzando la voz entre la música sacando la cartera.

- Para ti son gratis – Respondió seductoramente con acento ruso.

Lois no podía creerse lo que acaba de decir, pero ¿Qué se ha pensado esa tía? A ella le había cobrado cincuenta y cinco dólares por las dos copas de antes.

La reportera cogió uno de los vasos y se lo dio a su amigo mientras le agarraba por la cintura. Miróo a la camarera de soslayo dándole a entender que él había venido con ella. Al menos se llevaría eso.

Clark ni siquiera se dio cuenta del detalle.

Curiosamente Lois se sentía más tranquila al enterarse de que Clark era gay.

Debía estar loco por ese tipo que pasaba de él para haber estado así durante todos esos días. Tan distante y ausente.

¿Cómo sería? – se preguntó Lois con curiosidad.

Clark sólo había dicho que era inteligente, reservado y muy sexy.

Lois casi se cae de culo cuando nombró la palabra "sexy". Le había extrañado oírla en boca de un hombre educado en unos valores tan tradicionales como Clark. Eso solo podía significar una cosa, pensaba, que ya se han acostado.

Lois imaginó por un momento a su compañero desnudo y le dio un trago excesivamente largo al vodka con el que casi se atraganta. Intentando borrar esa imagen mental.

La periodista siempre había sentido atracción por Clark, incluso salieron un par de veces pero no funcionó. Parecía que Clark no estaba mucho por la labor y siempre estaba ausente o desaparecía durante horas sin dar ninguna explicación. La cosa se fue enfriando hasta que se convirtieron tan solo en buenos amigos.

Ahora que Lois sabía que su amigo era gay se había quitado esa inseguridad de encima sobre la pregunta de si ... ¿Habría funcionado?

Lois observó a su compañero pensando que con un par de vodkas más podría sonsacarle el nombre del susodicho amante. Lo miró con instinto periodístico.

Pensó que Clark era hermoso. Alto, musculoso e imponente. Realmente muy guapo y tenía unos preciosos ojos azul turquesa en los que podías perderte, aunque ahora parecieran algo apagados.

Ojalá se pusiera lentillas en vez de esas gafas de pasta negras.

Había estado distraído en la redacción. Distante.

Eso se había notado en la calidad de sus artículos.

En los últimos cuatro días, Perry se negó a publicar nada de lo que Clark ha escrito. "Vacío y sin contenido" le había dicho a Smallville.

- Clark, vamos a bailar.

- Nooo, mejor que no ... yo ... no estoy de humor – Replicó.

- Venga hombre, solo es bailar ... tan solo ... déjate llevar y no le des tantas vueltas a las cosas.

- Baila con Jimmy – Le dijo mientras lo localizaba en medio de la pista de baile intentando ligarse a una pelirroja que le sacaba un palmo de altura y lo ignoraba completamente.

Pero su compañera volvió a cogerle la mano y lo arrastró hasta la pista mientras sonaba el último éxito de David Guetta.

Clark empezó a moverse. Al principio le costó concentrarse. Escuchaba todos esos latidos, esas respiraciones entrecortadas, sentía la gente rozando su piel. 

Notaba la música taladrándole el cerebro, oía todas esas conversaciones frívolas y triviales. Escuchaba una mujer llorando en el lavabo porque su novio la acababa de dejar, un hombre esnifando una raya de coca detrás del guardarropía, una pelea en el estacionamiento.

Tenía que centrarse o su cabeza le iba a estallar.

Era demasiado.

Toda esa gente.

Bruce.

El ruido.

Bruce.

La rehén muerta.

Puto alien.

Cerró los ojos y se tambaleó sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros.

-Ey ey ey Smallville – Lois le agarró del brazo, sabiendo que algo iba mal - ¿Estás bien? ¿Quieres que nos vayamos?

Clark asintió con la cabeza y los dos salieron del local recogiendo antes los abrigos del guardarropía.

Jimmy había preferido quedarse para ver si la pelirroja le estampaba la cara contra la pared por su insistencia o finalmente cedía ante su cabezonería.

En la calle hacía frío y Lois se refugió pegándose a Clark.

Si estuviera lloviendo, nevaría.

No sabía por qué exactamente, pero Smallville siempre se sentía muy cálido.

Clark se recuperó por momentos pero aún así Lois seguía agarrándole por el brazo temblando por el frío. El reportero se dio cuenta y le pasó el brazo por el hombro, confortándola.

-¿Me puedo quedar en tu casa a dormir? – Le preguntó Lois de sopetón mientras Clark alzaba las cejas incrédulo – Es que me he peleado con Jonathan , por eso me he apuntado a salir. No quiero volver a casa. Esta noche no.

Clark dudó por un instante ¿pero qué iba a hacer? Era su amiga. 

Los dos se subieron a un taxi.


BRUCE

Bruce entró en la cueva con el batmobil.

Llevaba puesto el traje de Batman. Tenía alguna salpicadura de sangre.

No era suya.

-¿Una noche dura? – le preguntó Dick Grayson sin esperar respuesta mientras seguía pendiente de los monitores instalados en la batcueva.

-¿Alguna novedad? – le preguntó Bruce mirando las pantallas.

Había dejado encargado al chico, de 17 años, de hacer el seguimiento del reportero. Evidentemente, no le había dicho que Clark Kent era Superman, y no porque no confiara en el joven sino porque esa decisión debía tomarla cada uno de ellos. Personalmente.

A Dick no le había hecho ninguna gracia esa misión, pero sabía que no podía, ni debía, llevarle la contraria a Batman.

- La única novedad es que tu amigo el reportero ha triunfado esta noche – Dick, sonreía maliciosamente.

- ¿Qué quieres decir? –Bruce se exaltó.

- Pues que tu amigo se ha ligado a una compañera del curro, que por cierto está muy buena,  y se la ha llevado para su casa. Tenías que haberlos visto, a los dos abrazaditos al salir de la discoteca...

Batman golpeo con el puño la mesa donde estaba trabajando el chico agrietando el cristal de seguridad. Dick lo miró con temor por haber dicho algo malo. El murciélago había puesto la misma cara que cuando veía al Joker, pensó.

Bruce se dirigió rápidamente al ascensor de la batcueva mientras se va iba quitando el traje de Batman por el camino.

- ¿He dicho algo malo?- se preguntó Dick extrañado.


***

Hora y media después, Bruce picaba insistentemente a la puerta del roñoso piso de Clark. Si seguía así, la tiraría abajo.

Lo primero que vio fue a Lois Lane.

La estúpida y soberbia Lois Lane.

No soportaba a esa mujer y ahora, aún menos.

Vestía con una camiseta de la universidad de Kansas parecida a la que él se puso el día que le hizo el desayuno a Clark, solo que de otro color. Eso lo puso realmente furioso.

Llevaba el pelo suelto sobre los hombros, despeinado.

La camiseta casi le llegaba a las rodillas y dejaba al descubierto gran parte de sus piernas desnudas.

Entró en cólera.

Segundos después, Clark salió del baño con prisas. Sólo llevaba una toalla blanca que le tapaba lo justo. Empapado.

Lane estaba petrificada en la puerta ¿Qué hacía Bruce Wayne en el apartamento de Clark? Pero el miedo pudo más que la curiosidad.

Sabía que era Bruce Wayne pero aquella mirada felina no parecía la del excéntrico multimillonario. La frivolidad habitual de sus ojos había desaparecido y en vez de eso veía por primera vez a un hombre duro y feroz. Tenía los puños cerrados y la miraba impertérrito.

Lois siempre supo cuando su presencia sobraba y desde luego, esa situación, era una de ellas.

Sin preguntas.

Sin comentarios.

Cogió apresuradamente su ropa que estaba doblada sobre una silla, los zapatos de tacón bajo y huyó pasando al lado de Wayne sin atreverse a mirarlo de nuevo.

He aquí el hombre inteligente, reservado y sexy – pensó la reportera.

Bruce cerró la puerta de un portazo en cuanto Lois se marchó.

- No es lo que parec ...- dijo Clark sin poder terminar la frase.

De repente sintió dolor en la cara.

¿Bruce le había golpeado en la mandíbula?

No lo había visto ni venir ¿Cómo podía ser?

Clark notó el extraño sabor metálico en su boca. Se llevó la mano a los labios y la vio teñida de rojo.

Sangre.

Se tambaleó aturdido por el golpe. Cayó de rodillas ante Bruce. Alzó la vista nublada y observó el anillo de kriptonita en uno de los dedos del caballero oscuro.

Él mismo le había dado ese anillo ¿Pero, por qué?

- Debería ... - dijo Bruce apretando cada vez más los puños – debería partirte la cara.



CONTINUARÁ ....

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