Capitulo 7: Venganza

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CAPITULO 7

Venganza


BRUCE

Bruce agarró a Clark por el cuello y éste lanzó un grito sordo. Sintió la presión en la tráquea cuando lo levantó a la fuerza del suelo y lo estampó contra la pared de su apartamento.

La toalla de Clark se cayó por la violencia de la acción y quedó totalmente desnudo. Expuesto.

Sus gafas se rompieron en mil pedazos.

El kriptoniano aferró con sus manos el brazo que le aprisionaba pero el intento por liberarse fue fútil.

La sensación de impotencia fue absoluta.

El murciélago sabía que la kriptonita del anillo no era suficiente como para matarlo y tenía sus dudas de que pudiera causarle daños permanentes. Debía averiguar durante cuánto tiempo y cuánta de su fuerza se debilitaba por la piedra verde.

Eso sí lo sabía y tenía la excusa perfecta.

Un humano desentrenado no tenía nada que hacer contra Batman y menos cuando éste sabía que lo mejor que podía hacer era dejarse llevar.

- Me haces ... daño ... - consiguió pronunciar Clark apretando la mandíbula mientras el murciélago le apretaba el cuello cada vez más fuerte.

Lo pies del kriptoniano ni siquiera tocaban en suelo.

Bruce se movió, más rápido que nunca alzó el puño derecho consumido por los celos y Superman cerró los ojos, preparándose para el impacto.

Aún seguía aturdido por el primer golpe.

El directo de Wayne acabó destrozando la pared justo a unos centímetros de la cara del reportero. Ya estaba seguro era de que reducía su fuerza a la de un humano normal.

El ruido del yeso y el ladrillo resquebrajándose liberó un poco de la tensión de Batman que aflojó levemente a su presa, respirando de nuevo.

Por un momento Clark pensó en excusarse, en decir que no era lo que parecía. Que Lois únicamente se había enfadado con su novio y no quería regresar a casa. Que Clark ya le había confesado con la ayuda de su amigo bocazas, Jimmy, que era gay. Al menos que le gustaba un hombre. Que si antes ya no había sucedido nada con la reportera, ahora mucho menos.

Pero Clark recordó las fotos del reportaje del yate.

Recordó a Bruce borracho morreándose con la chica morena y lo que es peor con aquel chico rubio veinte años más joven que él. Recordó cómo había estado ignorándole desde hacía semanas, cómo se alejaba y se acercaba a su antojo, torturándole sin tener en cuenta sus sentimientos.

Tomó la decisión de que no se merecía explicaciones y aprovechó que en ese momento fue capaz de tomar aire – ¡Que te jodan, Bruce! – le dijo rabioso mientras le lanzaba un puñetazo que Batman interceptó sin problemas.

La mano libre del murciélago se cerró sobre el cuello de Clark.

Presionaba su tráquea mientras que con la otra sujetaba la muñeca del kriptoniano por encima de su cabeza. Con un gesto volvió a golpear la cabeza de Clark contra la pared y éste cerró sus labios con fuerza para no darle la satisfacción de saber que le había dolido.

Bruce le observaba con mirada colérica y se lanzó inesperadamente a devorar sus labios.

Clark se revolvió como una anguila y se quejó. Quería cerrar la boca para que no entrara la lengua del murciélago pero era demasiado fuerte.

Bruce cambió su agarre y liberó la mano del cuello para sujetarle fuertemente por el pelo. Le echó la cabeza hacia atrás violentamente y empezó a succionar su cuello, lamiendo la sangre que brotaba de su labio abierto.

Batman notó como la piel del kriptoniano cedía, se enrojecía y quedaba marcada con sus salvajes acciones. Clark tenía un brazo libre e intentó golpear a Bruce de nuevo pero éste le dio la vuelta inmovilizándole el brazo, de manera que la espalda mojada de Superman quedó pegada al pecho del caballero de Gotham, estampándolo contra la pared.

Pocas veces se había sentido tan vulnerable ... tan indefenso.

Bruce seguía forzándolo para ver hasta dónde podía llegar y le satisfacía que pese a todo, seguía intentando zafarse.

Clark sintió que iba a desmayarse, seguía afectado por la kriptonita que le debilitaba y los golpes que estaba recibiendo no le ayudaban a recuperarse. Las piernas del superhombre flaqueaban y sentía el dolor en su hombro a punto de dislocarse con la inmovilización de Batman.

Superman permanecía quieto, vencido, totalmente desnudo, sabiendo que estaba a merced del caballero oscuro.

Batman se pegó todavía más contra su cuerpo.

Clark pudo notar el miembro erecto de Wayne aún a través de ese traje tan caro que llevaba puesto. Sintió su dura entrepierna sobre sus glúteos luchando por abrirse paso entre las nalgas del kriptoniano.

- Deja de resistirte o te partiré el brazo – Le susurró Bruce al oído.

Clark sabía que no mentía.

No podía escuchar el hueso a punto de romperse pero sí sentía el dolor. El dolor no mentía.

No podía oír los latidos de Bruce en ese momento. No podía saber si decía la verdad pero no pensaba provocarlo. Cedió y dejó de intentar zafarse.

El dolor de su hombro desapareció.

Bruce siguió enganchado a su espalda, pegándose sin dejar espacio para el aire. Las manos del murciélago se paseaban sinuosas por su cuerpo desnudo, masajeando su torso de acero, ensañándose con sus pezones, pellizcándolos más fuerte de lo debido. Clark se quejó pero Batman no aflojó.

Ni siquiera un poco.

Bruce bajó hasta el abdomen y sobó los abdominales marcados de Superman sin detenerse. Disfrutaba del maravilloso cuerpo del Kriptoniano que era simplemente perfecto ante sus ojos.

Se acercó al miembro de Superman, lo masajeó violentamente arriba y abajo sin contemplaciones. Las piernas del reportero perdieron fuerza, pero el murciélago lo sujetó para no cayera atrayéndolo aún más hacia sí.

Superman movió uno de sus brazos mientras gemía de dolor y detuvo su mano sobre los dedos de Bruce. 

Agarró el anillo de kriptonita para quitárselo mientras el murciélago respiraba jadeante sobre la piel erizada de su cuello.

Bruce llevó una de sus manos al cuello del kriptoniano y le hizo girar la cabeza. La boca del murciélago quedó sobre su oído.

- ¿Estás seguro? – Le susurró lujurioso presintiendo la respuesta – Si quieres quitármelo, adelante, no te lo impediré.

Clark no entendía la pregunta ¡Por supuesto que estaba seguro! Su mente le rogaba que lo hiciera, que le quitara el anillo y lo lanzara por la ventana. El dolor desaparecería en unos minutos.

El placer también.

Sin acabar de creérselo, Clark soltó la mano de Bruce y la dejó caer al lado de su cuerpo desnudo en señal de rendición.

- Buen chico – Sonrió Bruce maliciosamente.

Llevó sus manos al pecho trabajado del hombre de acero mientras éste echaba el cuello hacia atrás. Clark dejó caer su peso sobre el del murciélago mientras le presionaba de nuevo los pezones, dejándolos erectos y doloridos...

El murciélago llevó una de sus manos a la cadera del superhombre, recorrió una de sus nalgas, la agarró con fuerza enrojeciendo la zona. Sus dedos rozaron la entrada de Clark que volvió a gemir. La misma mano se dirigió hacia adelante deteniéndose en el miembro mientras la otra se cruzó sobre el pecho atrapando al kriptoniano sobre su cuerpo.

Bruce estaba más excitado de lo que jamás había estado.

Tener así al hombre de acero era más de lo que se había atrevido a imaginar.

Someter al Dios a su voluntad.

Someter ese cuerpo de belleza sobrehumana. Esa fuerza indómita de la naturaleza. Notar el sabor de su sangre en la boca. Sentir su dolor y su placer.

Le volvía loco.

Nunca lo admitiría pero Superman había roto todos sus esquemas y convicciones y Bruce le guardaba rencor por ello. Las barreras de control emocional se despedazaban como un castillo de arena bajo el fuerte viento que soplaba desde Kripton.

Superman le había vencido y ahora él podía cobrarse su venganza.

Le besó el cuello, lo mordió mientras seguía masturbándole el miembro de acero sin vacilaciones hasta que las sacudidas en el cuerpo de Superman le indicaron que el momento había llegado.

Clark gimió sonoramente sin poder evitarlo y se corrió en la mano del murciélago. El líquido salió a borbotones manchando el suelo de su salón.

Bruce aminoró sus movimientos pero no cesó de subir y bajar su mano manchada por el semen alienígena.

Las piernas de Clark temblaron incapaces de guardar el equilibrio.



CLARK

No había tregua para el kriptoniano.

Sin acabar de recuperarse, Bruce lo llevó así, pegado a él, hasta la mesa del comedor y lo lanzó sobre ella.

La cabeza le daba vueltas.

Clark sintió como la madera se clavaba dolorosamente en sus costillas pero el sufrimiento se ahogó cuando notó los dedos de Bruce penetrando en su interior.

- Agghhh.

Los dedos expertos del murciélago exploraron la cavidad buscando el punto de placer, y no tardaron en encontrarlo.

Clark jadeaba sobre la mesa con los puños apretados.

La radiación de la kriptonita lo acentuaba todo. Sentía el dolor más insufrible y el placer más intenso pero dio gracias por no tener que contener esta explosión de sensaciones y poder dejarse llevar.

Sus oídos pitaban. Sus ojos trataban de enfocar sin éxito. Sentía que la cabeza le iba a explotar.

Los ojos de Clark perdieron el color turquesa vivo y se tornaron de un verde oliva apagado, envenenados por la piedra.

La Kriptonita del anillo no era muy grande, apenas del tamaño de una canica, pero la exposición prolongada a ella empezaba a tener efectos nefastos.

Bruce se desabrochó los pantalones y liberó su miembro expectante y preparado desde hacía ya tiempo. Ansiaba penetrar en el interior del superhombre. Clark empezó a temblar cuando sintió la polla abriéndose paso entre sus nalgas sin ninguna contemplación.

Bruce se inclinó sobre él y sintió el aliento en su nuca sudorosa.

Se estremeció.

- Quiero que me lo digas – Pronunció Bruce muy suavemente

Clark luchó por hablar, pero apenas entendía las palabras.

No tenía fuerzas para resistirse. No quería hacerlo.

- Vamos, Clark ¡Dímelo! O ¿Prefieres que me vaya?

- Hazlo – Le dijo entrecortadamente

- ¿Hacer qué, Clark?

Se burlaba de él.

- Métemela – Suplicó Superman totalmente humillado tapándose el rostro con las manos.

Acto seguido, Bruce introdujo su miembro dentro, complaciendo a su amante.

Clark lanzó un grito de dolor que sin duda sus vecinos pudieron oír. Con suerte lo confundirían con una pelea por todo el jaleo anterior.

Bruce siguió envistiendo sin piedad hasta que la estrecha cavidad se hizo más grande. Su enorme glande alcanzó rápidamente la próstata que ya tenía sensible por el masaje de sus dedos mientras agarraba al superhombre por la cintura para hacer que su verga penetrara hasta el fondo. En toda su longitud.

Clark gritó de doloroso placer.

La sensación era contradictoria.

Todo en Bruce ... en Batman ... era contradictorio.

Quería que se acabara, pero no quería que Bruce se detuviera. Por primera vez sintió a alguien en su interior y la conmoción superó todas las expectativas.

Por primera vez, no tenía que contenerse para no hacer daño a nadie.

En ese momento perdió el conocimiento.


***


Clark sintió como alguien le golpeaba en la cara como si fueran pequeñas bofetadas en su mejilla. Abrió un poco los ojos.

-¡Clark, Clark! – Gritó Bruce desesperado mientras lo abrazaba.

El kriptoniano intentó no perder el conocimiento de nuevo.

Todo estaba borroso, trató de enfocar.

Observó la desesperación en los ojos grises de Bruce. Por un momento creyó que estaba llorando pero no podía ser – Se dijo para sí mismo - Batman no lloraba.

Ni ahora, ni nunca.

Clark estaba sobre el suelo del comedor, lo notaba frío y húmedo. Estaba tumbado sobre un charco de sudor.

Se sintió mareado.

Levantó su mano temblorosa manchada del extraño líquido tan poco familiar y lo observó extrañado, como si no se creyera que fuera suyo.

La sangre era espesa, más que la de un humano y su color era oscuro.

Intentó incorporarse pero se sentía débil y volvió a caer, aunque esta vez no golpeó contra el frio suelo. Bruce lo sujetó entre sus brazos gentiles que tan poco se parecían a los que no hacía tanto le aprisionaban el cuello.

-Estás helado – Dijo Bruce para sí.

Cogió a Clark entre sus brazos y lo llevó hasta la habitación para tumbarlo sobre la cama.

Clark empezó a notar el peso de las mantas encima.

Mantas y más mantas.


****

El kriptoniano abrió de nuevo los ojos.

Continuaba mareado y confuso pero al menos el dolor era más soportable.

Miró de reojo y vio a Bruce en su habitación sentado en una silla al lado de la cama, observándolo. Entrelazaba sus dedos sobre su cara en un evidente gesto de preocupación. Movía la pierna nervioso.

Se dio cuenta que Clark había recuperado la consciencia.

Nunca le había visto ese sentimiento de culpabilidad en el rostro, normalmente imperturbable.

- ¿Cuánto tiempo llevo ...? – Preguntó Clark con dificultad.

- Dos horas y cuarto.

Clark se desperezó.

Le dolía todo el cuerpo, en especial el culo. Sentía que le quemaba por dentro. Estaba tan poco acostumbrado a sentir dolor que la sensación era arrolladora.

- Yo .... Lo siento mucho ... - Prosiguió Batman – De verdad que jamás pensé que tan poca kriptonita pudiera hacerte ...

- No fue sólo la kriptonita – Le interrumpió – Fueron los sietes vodkas que me bebí justo antes y que me subieron de golpe cuando te presentaste con el anillo.

- ¿Me estás diciendo que lo que te pasa era que estás borracho? – Preguntó indignado.

- No te equivoques Bruce. La kriptonita me afecta aunque sea tan poca como la que llevas. Para mí es extremadamente doloroso y el directo a la mandíbula y los golpes de después tampoco ayudaron mucho – Le echó en cara sus acciones mientras se rozaba con su dedo la sangre seca del labio.

-No te he hecho nada que alguien entrenado no pudiera sobrellevar, sin embargo tú no has sabido defenderte.

Superman se puso en pie, tambaleándose por efecto del cansancio y del alcohol. Bruce iba a ayudarle agarrándolo por el brazo pero ...

- Puedo yo solo – Afirmó Superman tajante. Alzó su mirada, que todavía tenía tintes verdosos y encontró los ojos oscuros del murciélago – No vuelvas a utilizar Kriptonita contra mí, Bruce, te lo advierto.

Clark se zafó del brazo del murciélago y se fue directo al baño donde Bruce lo oyó vomitar.

Después escuchó la ducha.

Dejó que el agua caliente envolviera su cuerpo sudoroso. Tenía que volver a su temperatura normal o empezaría de nuevo a temblar.

El hombre de acero sintió que poco a poco sus fuerzas regresaban aunque todavía se sentía frágil. Extrañamente humano, abrumado por un mar de sensaciones poco conocidas. "Así que esto era lo que ellos sienten"  pensó.

Sabía que no estaría a pleno rendimiento hasta al menos ocho o nueve horas después.

Debería aguantar ese punzante dolor en su trasero todo ese tiempo. Desde luego, Wayne no ha tenido contemplaciones. Se tocó el labio. No parecía que estubiera roto. La herida ya no sangraba y empezaba a cicatrizar.

Cuando salió de la ducha se secó con la toalla, admirando su cuerpo maltrecho. Se miró en el espejo. Un morado en su pómulo empezaba a hacerse evidente y otros varios en las costillas también.

Suspiró.

También tenía magulladuras en las costillas y en las rodillas. En el cuello pudo ver varios chupetones y arañazos, al igual que en el pecho.

¡Genial! – Pensó que tendría que buscar otra excusa para decirle a Perry que no podía ir a trabajar.

No podía presentarse en la redacción como si hubiera recibido una paliza y al día siguiente no tener ni un rasguño.

Otra mentira.

Acabó de secarse y se puso unos pantalones cortos de deporte. No quiso cubrirse más para que pudiera ver lo que había hecho con él.

Avanzó hasta el salón abrió la nevera y sacó una botella de agua.

Bruce miró sus heridas desde la puerta de la entrada del apartamento con semblante serio, parecía dispuesto a irse.

- Siéntate – Le ordenó Superman señalando una silla, sin mirarlo.

Obedeció sin protestar.

- Hoy te quedarás conmigo. Si yo no voy a trabajar, tú tampoco – Clark dio un sorbo a la botella – Cuando entraste y viste a Lois nosotros ...

- No tienes que darme explicaciones –Le interrumpió.

- Sí – Respondió irritado el hombre de acero – Sí que tengo que dártelas, porque yo también te las voy a pedir, así que cállate y escucha. – Hizo una pausa para acabarse todo el agua – Entre Lois y yo nunca ha habido nada y nunca lo va a haber. Nunca nos hemos besado ni nada por el estilo. Es una amiga a la que aprecio y que me pidió que la dejara dormir en mi casa porque había discutido con su novio. Además de que ya sabe que al parecer ... soy gay. Pero tú – Hizo una pausa - Tú te morreaste con esos modelos el otro día en el puerto y estampaste tu yate delante de todos los medios de comunicación.

- Sabes que es una fachada para guardar las apariencias. Tengo que mantener mi reputación para no levantar sospechas.

- Para seguir pareciendo un multimillonario creído y arrogante no hace falta morrease con nadie - Le recriminó.

- ¿Qué es lo que quieres de mí, Clark? – Preguntó - ¿Quieres que salgamos al parque cogidos de la mano? ¿Quieres que vayamos al cine y nos metamos mano en la última fila? ¿Quieres que te compre un corazón de chocolate para San Valentín?

- ¡No! – Respondió enfadado Clark sabiendo que nunca iba a tener ese tipo de relación con Bruce – Sé que no puedo tener eso. No contigo – Se desesperó por dentro - Pero quiero poder hacer el amor y no tan solo echar un polvo cada quince días. Quiero que me respondas los mensajes y que me cojas el teléfono cuando te llamo. Quiero abrazarte sin temor a que sea la última vez que lo hago – Se acercó a él - Quiero que superes el miedo a salir huyendo de mí.

- Yo no huyo de nadie

- Sí lo haces. A mí no puedes mentirme.

Bruce maldijo el súper oido del kriptoniano.

Sabía que podía escuchar sus constantes vitales, sus cambios cardíacos y aunque en alguien tan entrenado como Bruce eran prácticamente imperceptibles, ahí estaban, como un libro abierto que sólo el kriptoniano sabía leer. 

Bruce se cruzó de brazos, desvió la mirada y suspiró.

No sabía qué decir.

Se quedó así un tiempo ... pensando ... sopesando sus opciones.

-  Las fotos de lo del yate son de hace siete meses, aunque yo mismo las filtré a la prensa ayer. Sólo para que lo sepas.



CONTINUARÁ ...

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