EP 06

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( Maratón 1/2 )

Las fiestas se supone que deben ser divertidas y llenas de personas, cuando esa mañana Jungkook le avisó que haría una fiesta había imaginado que su apartamento compartido estaría repleto hasta estallar de chicos jóvenes bailando y bebiendo como locos, definitivamente no esperaba... esto. No lo llamaría una fiesta exactamente, tal vez la palabra "reunión" es más adecuada para esta situación pues está seguro que se necesita más de diez personas para catalogarlo como una fiesta y si sus matemáticas no le fallan, apenas son ocho personas contando a él mismo. Por supuesto, no le molesta en absoluto y no hay nada de malo con los amigos de su hyung pero por alguna razón, no se siente del todo cómodo, la diferencia de edad no ayuda mucho además de que apenas conoce a los seis chicos que lo visitan esta noche.

— Binnie ¿puedes pasarle otra botella de soju a Yoongi? — le pide Jungkook desde la sala, puede escuchar a los demás reír de un chiste que no logra entender.

— ¡Claro hyung! — dice amablemente asomándose desde la pequeña cocina y echando un vistazo a todos los invitados que están acomodados en la sala de estar, ocupando todos los sillones y parte de la alfombra, todos tienen cabelleras de distinto de color, sin embargo Soobin aún no puede diferenciar a la mayoría.

En silencio intenta repasar todos los nombres que escuchó cuando se presentaron: Namjoon, Seokjin, Hoseok, JiMin y su novio Yoongi, y obviamente Taehyung, el novio de Jungkook. Es fácil recordarlos pero sigue sin poder asociar los rostros a los nombres, definitivamente tuvo que poner más atención mientras se conocían, el problema es que no podía dejar de preguntarse qué estaría haciendo Yeonjun en ese momento, no lo había visto en todo el día y ya se había hecho costumbre saludarlo cada vez que se encontraban.

Suelta un suspiro mientras rebusca en la nevera, sus manos congelándose por el aire gélido en lo que remueve todos los alimentos dentro del refrigerador en búsqueda de una de esas curiosas botellas verdes de cristal pero termina rindiéndose al poco tiempo al darse cuenta que probablemente la última la habían tomado minutos atrás. Sale de la cocina con las manos vacías y se dirige hacia la salita donde todos continúan charlando sobre alguna de esas graciosas anécdotas que Soobin ha escuchado desde que llegaron.

— Hyung... — dice con timidez tratando de no llamar tanto la atención de los demás para no romper su burbuja de diversión de la que Soobin no es parte — Jungkook hyung — murmura por lo bajo un par de veces más hasta que logra conseguir que el castaño lo mire en medio de carcajadas.

— Ah... Binnie... ¿Y la botella? — dice entre risas ahogadas y limpiándose algunas lágrimas de las comisuras de sus ojos.

— Ya no queda más soju.

— Ugh, rayos — se queja ya un poco más relajado después de detener su ataque de risa — Creí que había comprado suficientes. Iré a buscar más — anuncia Jungkook con una expresión de fastidio, claramente no tiene la disposición de dejar la reunión ahora que ya todos están medio ebrios.

— Puedo ir yo — se apresura a decir Soobin antes de que el many ir se pueda levantar de su lugar. La idea de quedarse a solas con los amigos de su hyung le hace sentir tímido y un poco nervioso, tal vez ellos son demasiado intensos para él, además no sabría que hacer con ellos — Puedo ir a comprar más, la tienda no queda muy lejos de aquí.

— ¿No te molesta? — duda el castaño enarcando las cejas.

— Para nada, de cualquier forma también quería ir a comprar algunas golosinas — inventa rápidamente esbozando esa sonrisa gentil que lo caracteriza.

El camino hacia la tienda de conveniencia no es largo, le toma diez minutos llegar hasta ahí caminando y por primera vez no se siente apenado cuando la señora que trabaja de cajera le mira con una sonrisa cómplice al cobrar las diez botellas de soju que deja sobre el mostrador. En su viaje de vuelta al edificio, no puede evitar divagar en lo que ha estado rondando en su cabeza todo el día: Yeonjun. ¿Dónde se habrá metido? ¿Qué estará haciendo? ¿Estará con alguien más? Hay tantas cosas que aún quiere averiguar sobre él y, sin embargo, cada vez que lo encuentra en su camino nunca se atreve a preguntarle.

"Es como si fuera obra del destino" piensa inmediatamente cuando escucha esa voz que ahora le resulta tan encantandoramente familiar, proveniente de la callejuela olvidada a un lado del edificio de departamentos. Se acerca con cautela procurando no emitir ni el más mínimo ruido y se asoma escondiéndose en la sombra, una sonrisa se dibuja en su bonito rostro al presenciar esa escena tan enternecedora; Choi Yeonjun, su curioso vecino, se encuentra agachado en cuclillas bajo la luz tenue de la lámpara, extiende su mano —ofreciendo un poco de lo que parece ser comida— hacia los felinos bebés que lo rodean, ronroneando y maullando para él mientras se restriegan contra sus piernas.

— Lamento haber llegado tarde hoy — murmura el peligris con tristeza genuina, sus labios abultados en un ligero puchero de arrepentimiento al dirigirse hacia los gatitos que le maúllan en respuesta — Lo sé, he estado muy ocupado últimamente, lo siento.

Le parece una escena demasiado linda, es dulce que Yeonjun esté charlando con los gatitos como si pudiese comprenderlos, realmente luce como si estuviese teniendo una verdadera conversación con los mininos; Soobin simplemente puede soltar un endeble y diminuto suspiro por lo bajo, por un momento olvida que está espiando a su vecino y que al menos debería intentar permanecer callado para no ser descubierto. Por suerte, el peligris está demasiado inmerso en su conversación con los gatitos que ni siquiera se percata de la presencia del azabache a pocos metros de él.

— Oh, ¿no ha vuelto? — pregunta con preocupación, sus cejas casi uniéndose en una sola. Los gatitos maúllan en respuesta — Bueno, puedo llevarlos conmigo mientras esperamos a que su mamá vuelva.

Soobin no se da cuenta que ha soltado un quejido hasta que ya es demasiado tarde, Yeonjun levanta la cabeza y sus ojos rápidamente comienzan a buscar a su alrededor sintiéndose totalmente observado. El azabache se esconde pegando su espalda contra la pared, sus manos aprietan la bolsa de plástico contra su pecho y contiene la respiración rogándole al universo por no ser atrapado.

— Vamos pequeños — escucha decir a Yeonjun y los ronroneos llevan el silencio del callejón.

Soobin se apresura a moverse fuera del lugar antes de que Yeonjun lo atrape en el camino, su andar es apresurado pero cauteloso mientras se dirige al interior del viejo edificio donde ambos viven, el portero le saluda con amabilidad como siempre lo hace y el azabache sólo puede asentir con educación mientras sus pasos se hacen cada vez más largos y apresurados, atravesando el lobby en tiempo récord e introduciéndose en el ascensor aprovechando el hecho de que su vecino le tiene un particular miedo irracional a los elevadores. Cuando las puertas de éste se están cerrando, Soobin alcanza a obtener un pequeño vistazo de la silueta del peligris, contiene la respiración esperando pasar desapercibido y por suerte lo hace; el viejo pedazo de metal parece estar en su contra pues avanza mucho más lento que de costumbre haciéndolo perder la ventaja que tenía, una vez que el ascensor se detiene en su piso y las puertas comienzas a abrirse de nuevo, Soobin salta fuera y prácticamente corre por el pasillo hasta dar con la puerta de su apartamento, el —no tan lejano— eco de los pasos de Yeonjun y varios maullidos agudos comienza a hacerse cada vez más audible hasta que finalmente Yeonjun aparece atravesando el pasillo con una caja de cartón entre sus brazos.

— ¡Oh! Soobin-ah, hola — saluda amistosamente con lo que parece ser una sonrisa reprimida pero un tono amigable que el mayor no puede disimular — No te he visto en todo el día.

Soobin finge buscar ávidamente las llaves de su apartamento en los bolsillos de su chaqueta para evitar mirar directamente a su vecino, trata de encubrir sus mejillas sonrojadas y su respiración por la carrera que se ha montado para llegar hasta ahí sin ser descubierto.

— ¡Ah, hyung! No lo escuché llegar — miente descaradamente y al instante se arrepiente pues suena totalmente absurdo, es imposible no escuchar el coro de gatitos que se esconden en esa caja — Hola.

— Hola — repite el mayor y por un momento un silencio embarazoso se apodera de ambos, ninguno de los dos sabiendo qué decir y esta es la primera vez que Soobin se siente realmente avergonzado de sí mismo frente a su hyung y a pesar de todo, la sensación le resulta extrañamente encantadora y nueva.

— ¿Tendrás una fiesta alocada? — es Yeonjun quien rompe el silencio con su pregunta aleatoria.

Soobin parpadear varias veces y sus cejas se levantan naturalmente en un gesto que completa confusión, su cerebro no logra captar a qué se refiere el peligris hasta que esté suelta lo que parece ser una risilla ahogada ante su reacción y finalmente levanta la barbilla para apuntar en dirección a la bolsa de plástico que el azabache llevaba en una mano. Claro, lo había olvidado.

— ¿Eh? No, no, no — se apura a intervenir, un tono rosado tomando posesión de su cuello y orejas — Es para mi compañero de departamento y algunos de sus amigos que han venido a visitar.

Yeonjun le mira con ojos entrecerrados por unos segundos, como si estuviese dudando de él pero pronto termina asintiendo aprobatoriamente. De nuevo el silencio reina entre ellos y Soobin se debate mentalmente si debería arriesgarse y preguntar por la caja con los mininos o dejarlo pasar, abre la boca para hablar pero en ese instante Yeonjun lo interrumpe sin intención antes de poder decir lo que sea.

— Te veré después Soobin-ah — dice a modo de despedida mientras abre la puerta de su propio hogar. El menor siente la urgencia de decir algo por alguna razón y antes de si quiera pensar en ello, las palabras se escapan de sus labios de forma atropellada.

— ¡Hyung espera!

El peligris se detiene antes de entrar a su apartamento y da media vuelva un tanto titubeante, parece desconcertado por el repentino apuro de Soobin. Su mirada recae sobre el menor con expectativa, sus ojos abiertos de par en par y las mejillas ligeramente sonrosadas; en ese momento su rostro le recuerda a un gatito.

—  ¿Te gustaría... unirte a la reunión? — la invitación suena de alguna forma tímida pero genuina — La verdad es que me siento un poco solitario allá dentro y me gustaría tenerte ahí conmigo para pasarla mejor.

Soobin se asegura de agregar a su propuesta una sonrisa dulce y encantadora que sabe que lo hace lucir excepcionalmente bien. Y por un momento cree que ha logrado convencer a su particular vecino, nota el brillo en sus ojos y puede sentir que finalmente se han hecho cercanos. Solo quiere escuchar un "sí" salir de sus labios pero de un momento a otro el peligris se descompone, su rostro palideciendo y poniendo nervioso repentinamente.

Antes de si quiera poder decir algo más, Choi Yeonjun ya se ha escabullido al interior de su apartamento sin decir mucho más, dejando a Soobin totalmente abatido por sus extraños comportamientos. Comienza a creer que después de todo, ese sentimiento que creía compartir con el chico tal vez no es compartido.

╰ ✧ ╮

La sensación que lo invade es nueva y abrasadora, puede sentirla a través de todo su cuerpo viajando como una corriente eléctrica que le recorre de pies a cabeza, su corazón latiendo a mil por hora y su estómago gruñendo en protesta por esas molestas abejas que zumban dentro de él. Sólo puede catalogar este sentimiento como... exhorbitante. No existe otra palabra para describirlo.

Lo odia.

Sobre todo odia el no poder controlar esas horribles emociones humanas que le causa la simple sonrisa de su adorable vecino, lo odia porque puede sentir sus entrañas tirando y enredándose a causa de todos esos revoloteos alarmantes y latidos atronadores que no sabe como detener y que al parecer solo surgen por una única razón: Choi Soobin.

Su cuerpo comienza a actuar de esta forma tan bizarra y es muy difícil para él contenerse, no puede evitarlo; cuando las emociones fuertes lo invaden es difícil mantener su forma humana estable. Es como si una parte de él quisiera refugiarse en el cuerpo de un felino para siempre y recibir mimos del chico sin sentirse avergonzado por eso.

Ha pasado una hora desde que entró en pánico y, como si fuera ya un hábito, dejó a Soobin en el pasillo totalmente confundido por su actitud, no obstante su cuerpo sigue sin poder calmarse y mientras tanto su mente continua dando vueltas y vueltas el rededor de una idea que definitivamente no es para nada buena.

— Tal vez podría... — se sorprende murmurando para sí mismo y antes de poder terminar la frase, se interrumpe y con unos manotazos al aire ahuyenta de nuevo esa idea tonta que no quiere dejar su cabeza — No, sólo arruinaría todo — se reprende.

Sin embargo, pasan otros treinta minutos en los que Yeonjun no puede dejar de evocar el rostro de Soobin sonriéndole con calidez y gentileza, lo cual sólo empeora la situación y le hace desear aún más poder salir y convivir con todos ellos sin miedo a llevar la mala suerte. Y así pasan otros veinte minutos, la sonrisa de Soobin ataca cuando Yeonjun cree haber superado la absurda idea hasta que finalmente se da por vencido ante esa terrible necesidad de volver con el chico.

Salta fuera de su cama y se apresura a colocarse unos jeans, ni siquiera se da tiempo de analizar lo que está a punto de hacer, simplemente obedece a su deseo de actuar como un adolescente normal por sólo esta noche. Antes de que pueda pensarlo mejor y arrepentirse, sale de su apartamento y cruza el pasillo con largas zancadas hasta que se encuentra frente a la puerta de sus vecinos, sus nudillos chocando un par de veces contra la madera mientras se mordisquea el interior de la mejilla con nerviosismo. El murmullo de varias voces se filtra por las delgadas paredes y Yeonjun comienza a ponerse ansioso ¿Cuándo fue la última vez que asistió a una fiesta?

La puerta se abre y casi al instante toda esa emoción contenida se derrumba hasta el suelo. Probablemente se haya reflejado en su rostro pues Taehyung deja escapar una risotada burlona al encontrarse con un Yeonjun un tanto decepcionado de tenerlo en frente.

— ¿Qué sucede, Junie? ¿Esperabas ver a alguien más? — dice su primo con actitud airosa, una sonrisa descarada en su rostro y ese tono sugerente en la voz.

— No... Olvídalo — masculla desanimado.

— ¿Te nos unes? — pregunta con diversión el mayor.

Eso es todo, está debe ser la señal del universo para detenerlo antes de que cometa una estupidez. El peligris está a punto de retractarse y volver a su hogar pero...

— ¡Yeonjun hyung!

Ese bonito y adorable rostro aparece detrás Taehyung, Soobin se asoma por encima del hombro del mayor y Yeonjun se pierde por un momento en la manera en la que su sonrisa hace desaparecer sus ojos tras sus mejillas regordetas, siente el impulso de llevar sus manos hasta ellas y pellizcarlas simplemente para comprobar si son tan suaves y esponjosas como lucen, aunque termina no haciendo caso a su instinto.

— Hola de nuevo. Yo- — comienza a hablar, no sabiendo muy bien qué rayos quiere decir. Por suerte, Soobin no espera explicaciones, simplemente se estira evitando a Taehyung y sus dedos se ciñen al rededor de su muñeca para luego tirar de él con fuerza hacia el interior del apartamento.

— ¡Vamos!

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