Capítulo 21: El hexágono de Goeta

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    Un cambio repentino y desconcertante se había producido en la actitud de Linah, la profesora de Desarrollo del Maná y Magia. Si bien siempre había mantenido una postura neutral hacia Shinryu, tratándolo como a cualquier otro alumno, ahora irradiaba una especial ternura hacia él, como si finalmente hubiera reconocido su lugar en Argus. ¿La victoria de Shinryu contra Hasan tendría algo que ver? 

    Kyogan, cada vez más extrañado por esta transformación, no lograba discernir qué pasaba por la cabeza de la docente ni menos suponía qué tipo de sorpresa le había preparado a Shinryu. Cuando la profesora hizo su entrada en el aula de clases con una sonrisa entusiasta, la escaneó de pies a cabeza.

    Sin embargo, como cientos de veces había sucedido, Kyogan se distrajo incómodamente al verla usando esa ropa tan holgada y deportiva contrastando con su vejez de setenta años. Suspiró seco. A pesar de todo, a pesar de ese aspecto tan cutre y chocante, mantenía cierta cautela con ella —la necesaria—, ya que Linah era una de las profesoras más poderosas de Argus, ostentando un impresionante nivel setenta y cinco.

    El inicio de la clase trajo consigo una sorpresa inesperada pero tal vez muy significativa. Linah anunció que repasaría un tema que todos los alumnos ya conocían. Para Shinryu, quien había luchado arduamente por mantenerse al día con los conceptos avanzados de la escuela, la noticia supuso una puerta.

    Todos sabían que Shinryu había sido abrumado por la cantidad de información que había recibido en apenas unos meses: conceptos sobre el maná, etherio, enzimas encargadas de metabolizarlo, las tendencias del maná, la segunda inteligencia almacenada en todas las personas. No carecía de la capacidad para comprenderlos, pero se enredaba con lo básico mientras era bombardeado con explicaciones cada vez más avanzadas. Los libros que se le entregaban a la clase B2 trataban algunos asuntos como aprendidos. Y, teniendo en cuenta que ningún compañero lo había ayudado a pesar de las solicitudes de los profesores, era que Shinryu se hallaba en una posición complicada de la que debía salir solo.

    Por eso Linah había decidido ayudarlo en persona. Consideraba que era el momento adecuado para que Shinryu terminara de entender uno de los sistemas más fascinantes del mundo del maná: 

    El hexágono de Goeta.

   El maná tenía seis tendencias y el hexágono de Goeta era una gráfica clara que servía para comprenderlas. Su nombre se debía al apellido del mágico-científico que lo descubrió: Alder Goeta, un hombre del que se creía fue capaz de hablar con Arcana, una de los tres dioses divinos; quien transmitió su propio intelecto en el maná de los seres humanos, su propia esencia y la anatomía de su espíritu.

    —Sí, muchachos, es hora de repasar —anunció la profesora tras dibujar el hexágono en la pizarra—. Como ustedes muy bien saben, el maná no es solo energía, también es un sistema estructurado y ordenado que posee inteligencia, a la cual llamamos: intermediario. Este intermediario es como un cerebro oculto que está vinculado al sistema nervioso entérico, y es el encargado de regular seis tendencias muy importantes de nuestro maná.

    Sacó una varilla y apuntó a la palabra fuerza en el hexágono.

    —Todos tienen muy entendido que el maná otorga capacidades extras a los seres humanos, pero ¿cuáles? Aún recuerdo cuando algunos de ustedes creían que el maná era solo... maná —dijo con una leve risa, no para burlarse, sino para resaltar la comprensión adquirida en el tiempo—. Pero se sorprendieron al descubrir que era una energía inteligente que se repartía en el cuerpo de manera organizada para cumplir funciones determinadas y para dar capacidades específicas.

    »Repasemos las seis capacidades principales. Fuerza: la potencia que el maná inyecta principalmente sobre los músculos esqueléticos, avivando cada una de sus células para potenciar su trabajo en diferentes grados, logrando perfectamente triplicar la fuerza media de una persona en niveles muy altos del maná.

    »Conservación: representa el equilibrio. Esta tendencia trabaja hondamente en los organelos de todas las células para que haya una correcta coordinación entre la energía física y espiritual, y los sistemas no se vean sobresaturados. Se encarga de conservar los tejidos en un buen estado cuando son llevados más allá de sus capacidades innatas. Y, en caso de daños, ayuda en la regeneración.

    »Por su parte, la solidificación se encarga de proteger el cuerpo, produciendo una capa dura pero móvil alrededor de la piel, los huesos, los tendones y articulaciones.

    Con otra sonrisa que irradiaba entusiasmo, mas sin borrar su rectitud, Linah se detuvo para observar a la clase B2.

    —Como pueden ver, solo he dado una breve descripción de tres tendencias. ¿Por qué? ¿Alguien me quiere decir qué tienen en común? ¿Shinry...?

    —Son las llamadas tendencias del área somática —interrumpió un chico llamado Rain, conocido por ser el sabiondo de la clase, alguien que no demostraba muchas emociones más que la seguridad y el dominio—. Porque las tres tendencias trabajan directamente sobre el cuerpo, sobre lo que se ve, sobre lo material. Es sencillo. ¿Puedo preguntarle por qué lo estamos repasando?

    Linah suspiró algo molesta. Había querido que Shinryu respondiera.

    —Gracias, Rain —contestó de manera cortante—. Como has dicho, estas tres tendencias trabajan directamente sobre el cuerpo, lo material, lo que vemos. ¿Entonces qué hay de las otras tres tendencias? Las restantes no trabajan sobre ningún sector del cuerpo propiamente tal, aunque sí lo ocupan como envase y un conjunto de instrumentos para manifestarse. En cambio, trabajan sobre nuestro espíritu y desde él. Por eso son las tres tendencias del área espiritual.

    Linah trazó pequeñas líneas para separar el área izquierda del hexágono con su lado derecho, y volvió a sacar la varilla, esta vez para apuntar a la palabra poder.

    —Primero tenemos al poder, que se entiende como la intensidad de los hechizos, la fuerza mágica. Su potencia dependerá del nivel del maná, y se ubica en la mente del espíritu, manifestándose principalmente a través de las manos, frente y los ojos del cuerpo natural.

    »La proyección, por su parte, indica cuánto puede extenderse el maná más allá del cuerpo. Trabaja a la par con el poder para entregarles a todos los hechizos mayor efectividad y rango.

    »Finalmente, la percepción, la tendencia más ligada a los sentidos del espíritu. Es la habilidad de discernir, predecir y entender intenciones ajenas sin explicación natural. Está localizada en el entrecejo del espíritu, en la nuca, los oídos y en la nariz. La percepción se ve altamente influenciada por las magias etéreas o la cantidad de magias elementales. Debido a esto, los magos suelen desarrollar esta tendencia con mayor facilidad.

    Los ojos de Shinryu brillaban como nunca, reflejando la luz de quien se abría a un nuevo y rico mundo. Su sonrisa, llena de energía y entusiasmo, era el espejo de su creciente renovación. Con una concentración casi hipnótica, tomaba apuntes, capturando cada palabra que Linah decía. Para Shinryu, que siempre había sido más receptivo a los métodos auditivos y visuales, esta era una forma de aprendizaje mucho más efectiva.

    Los libros que había leído hasta ahora le habían servido para enredar más las cosas, presentando los conceptos básicos de una manera complicada y confusa. ¡Linah explicaba todo con absoluta claridad! 

    «¡El maná es algo realmente maravilloso!», admiró. El anhelo por obtenerlo solo aumentó cuando pensó que ya no podía elevarse más. Quería desarrollar las tendencias. ¡Quería descubrir cuál era su potencial!

    —Cada persona tiene su maná inclinado a una de estas seis tendencias —prosiguió Linah—. ¿De qué depende esa inclinación? En gran parte de la personalidad. Por ejemplo, las personas que tienden a ser muy centradas y luchan por mantener su posición, suelen tener su tendencia en la conservación. Aquellos que son muy expresivos suelen tener su tendencia en la expansión.

    Shinryu ya había entendido semanas atrás que el maná, su forma, tendencia e incluso color, dependían en parte de la personalidad. «¿Qué tendencia tendré yo? ¿De qué color será?», se preguntaba. Por el momento, creía que su tendencia estaba en la conservación. Él luchaba demasiado, estrujando todo de sí para mantenerse lúcido.

    «¡Sí, soy un luchador!»

    Linah, emocionada y relajada, ya que todo lo relacionado con el maná la fascinaba, inhaló una gran cantidad de aire. Acto seguido, borró la palabra «intermediario» del hexágono y dibujó líneas entre los puntos opuestos, utilizando diferentes colores solo con el propósito de diferenciarlas. 

    —El hexágono de Goeta no es un hexágono porque sí, cada tendencia está localizada en un punto específico por una buena razón. Hoy no repasaremos todos los detalles, pero lo que quiero que recuerden es que cada tendencia tiene su lado opuesto, y lo he representado con líneas. Por ejemplo, la fuerza es la contraparte de la percepción. Si se fijan, la fuerza y la percepción están de lo más separadas. Así mismo ocurre con el poder y la solidificación; la conservación y la expansión.

    »¿Qué significan las tendencias opuestas? Significa que son áreas a las que más les cuesta trabajar juntas. Si alguno de ustedes tiene su tendencia en la fuerza, le costará de sobremanera controlar la percepción. ¿Por qué? Según Goeta, porque la brutalidad no es compatible con la sensibilidad. Lo mismo ocurre con el poder y la solidificación. El primero tiende al ataque, el segundo busca defenderse. La conservación, por su parte, busca preservar la energía, mientras la expansión intenta liberarla.

    »Sin embargo, chicos, las diferencias entre las tendencias no hace que su coordinación sea imposible.

    Shinryu era un despelote de ideas que se disparaban entre todos los paisajes de su mente. Con los brazos encima de su pecho y las manos sobre su boca, ocultaba una sonrisa incontrolable. Casi se sentía como en el primer día de clases, lleno de ansias por obtener conocimientos. Lo mejor de todo era que ya no había nada lastimando su alrededor: no estaba Regan y sus amigos.

    Sin embargo, su entusiasmo se vio estremecido cuando Linah les anunció a los estudiantes que debían reunirse en parejas, el momento más apocalíptico para él.

    «¡No! ¿Por qué? ¿Con quién me emparejaré yo?

    »¿Será que me hace emparejar con Kyogan?», Shinryu observó cautelosamente al mago, notando su mirada resentida. Agachó los ojos, triste una vez más por no tener un solo amigo consolidado.

    Entretanto, los alumnos de la clase B2 se colocaban de pie y emocionados empezaban a organizarse en parejas.

    —¡No, no! —advirtió Linah con estricta autoridad—. Quiero que se reúnan con alguien que tenga una tendencia opuesta a la suya. Los que tienen tendencia en la fuerza, busquen a alguien de percepción. ¡Vamos! —ordenó con un aplauso seco.

    »Akari Shinryu, ven adelante. —Le señaló, con una sonrisa que guardaba compasión y ternura—. Quiero que desde aquí observes la actividad.

    Shinryu se apuntó a sí mismo, preguntándose tontamente si la profesora se refería a él. Ella asintió, entonces pasó adelante con las piernas entumidas. Desde allí pudo tener una mejor visión de todo lo que sucedía. Vio a Kyogan, sentado en su pupitre solitario, sin hacer esfuerzos por conseguir un compañero. Linah volvió a ensombrecer su rostro como si un conjunto de monstruos impacientes se albergaran en su semblante.

    —Kuhira Kyogan...

    El mago desencajó los labios en una expresión rabiosa pero preocupada. Luego se puso de pie con un aire conclusivo, como diciendo: «por ahora le haré caso a la vieja desteñida».

    Shinryu lo vio emparejarse con un chico que se dedicaba al arte de los paladines. Supuso así que la tendencia del mago era del poder, ya que su compañero tenía tendencia en la solidificación, área opuesta. 

    Fue como si el corazón de Shinryu se dejara envolver por un remolino. ¿Cómo no lo había concluido antes? ¡Era más que evidente que Kyogan tenía su inclinación al poder!

    —Una de las mejores maneras para cazar zeins es trabajando en grupo donde haya compatibilidad de tendencias —explicó Linah—. Pocos en este mundo han dominado todas las tendencias para llegar a aquel maná tan codiciado, a aquel maná... perfecto —explicó con un dejo de añoro dolido, como si fuese el sueño perdido de tantos seres humanos en el mundo—. Los tres dioses divinos jamás se interesaron en el individualismo, nos crearon para que nos necesitemos unos a otros. 

    »Muchachos, ustedes tienen el dominio total sobre su tendencia principal, pero les costará dominar sus demás tendencias y por sobre todo la opuesta. Por eso... ¡mis chiquillos, tenemos que trabajar en equipo! —ordenó con dos aplausos más—. Los dioses divinos crearon un sistema para que, con la ayuda de nuestros compañeros, podamos complementar nuestras debilidades. Por ejemplo, los protectores buscan a compañeros con tendencia en el poder. ¡Qué gran combinación! Tampoco olvidemos a aquellos que gastan todos sus recursos en la batalla y se ven beneficiados por la energía que prestan los conservadores. —Linah sonrió, recordando algo gracioso—. Ja, sigo viendo a los de fuerza dándose cuenta de que la percepción es importante, así que buscan compañeros para que sean sus ojos.

    Rio para sus adentros cuando observó a varios chicos quedarse sin pareja. Había muchos con tendencia a la fuerza y pocos a la percepción. Los que tenían esta última debieron haber desarrollado una personalidad más sensible, intelectual y atenta antes de haber despertado su maná. Sin embargo, a lo largo de los años, las personas han perdido mucha sensibilidad. A Linah no le causaba gracia en lo absoluto, pero le era satisfactorio ver cómo aquellos alumnos de fuerza se quedaban solos, ya que muchos no valoraban la percepción e incluso la despreciaban.

    Ella tenía su tendencia localizada en esta área y sabía muy bien lo que se sufría a causa del desprecio. Como profesora, trabajaba día a día para demostrar la vital importancia de la percepción.

    —Y una última cosa. ¿Qué es la comunión del maná? ¿Lo sabes, Shinryu? —le preguntó con otra sonrisa.

    Shinryu aún tenía la costumbre de querer pasar desapercibido, así que su respuesta se hizo escuchar baja y breve, aunque efectiva.

    —La capacidad que tiene el maná para tocarse con otro...

    —Eh... sí —titubeó la profesora.

    »¿Por qué quiero hablar de la comunión del maná? —preguntó, redirigiéndose a la clase—. Porque cuando hay confianza entre dos personas, sus manás se pueden tocar. Si hay aún más afinidad, el maná se puede impartir entre ambos. Esto es esencial para que los conservadores puedan prestar su energía.

    Shinryu bajó la mirada, no por angustia, sino porque su imaginación viajó hacia otra maravilla del mundo: «la comunicación del maná».

    Él sabía mucho sobre esta materia de la vida, incluso desde antes de llegar a Argus, pues mamá se lo había explicado y él aún recordaba varias de sus palabras. Lo primero que le dijo ella fue que un día tendría maná y que con él no solo experimentaría fuerza extra, sino una conexión genuina con otro ser humano.

    En aquel entonces, a Shinryu le costó demasiado entenderla, pero con el pasar de los años lo hizo.

    Cuando dos o más personas compartían sentimientos genuinos de amistad y confianza, el maná permitía el toque, e incluso, en casos demasiado afines, la impartición mutua, algo exageradamente útil para que un grupo de caza pudiera funcionar en conjunto y en totalidad, ya que la energía fluía entre los integrantes.

    Gracias a esto, nadie podía formar un grupo con relaciones superfluas o falsas; de ser así, el maná de los integrantes se repelería mutuamente. 

    El sistema, ideado por Loíza, instaba a las personas a abrirse, a confiar, a tener sentimientos reales por el otro si es que se pretendía obtener resultados satisfactorios y grandiosos. Así, por ejemplo, un protector podía cubrir a los demás con su maná.

    Para Shinryu era algo sublime. Y por si fuera poco, a través del toque de las manos y con la pronunciación de un hechizo no mágico, se podía confirmar qué tipo de sentimientos existían entre las personas y si eran reales, formándose una dibujo de energías que describía el tipo de relación. 

    Gracias a este mecanismo divino, era imposible, sí, imposible engañar a alguien con un falso amor o amistad. 

    Pero sin duda era muy difícil lograr la comunicación del maná, especialmente gracias a la mala influencia de la cultura contradictoria de Sydon.

    —¡Sé que es muy difícil de entender! —le había dicho mamá en ese entonces, cuando él era apenas un niño de cinco años—. Pero estoy segura de que algún día lo comprenderás incluso mejor que yo. ¡Te darás cuenta de que Loíza sí existe, porque solo un ser lleno de amor y luz pudo haber creado un sistema así...! Porque ella está en contra de la crueldad y el engaño.

    —Pero, ¿qué es crueldad y engaño? —preguntó Shinryu.

    Ella derramó una lágrima con una sonrisa temblorosa. Se la limpió con rapidez, cerró los ojos y continuó sonriendo.

    —¡Cosas feas, Shinryu!, pero recuerda que nosotros no hablamos de cosas feas.

    —¡Huy, cierto! —apoyó con la nariz arrugada—. ¡Atrás, cosas feas!

    En Argus, a pesar de todo lo que había vivido Shinryu, aún había demasiado espacio para el amor y la amistad. Sin embargo, era un mundo que mantenía sus puertas cerradas para él. Había visto muchas amistades en los pasillos y jardines. Había observado parejas estudiando bajo los árboles y a grupos inseparables de amigos hablando de sus hazañas y metas. 

    ¿Sería posible que ahora, con todo lo sucedido, experimentara una entrada en estas áreas?

    —Quiero que trabajen en la afinidad con su compañero —indicó Linah. En la dedicación sincera de sus ojos, demostraba que era de esos profesores que ayudaba a corregir el corazón oscuro de los demás—. No es necesario que sean amigos para que sus manás se puedan tocar. No habrá figura ni impartición, simplemente. Pero la confianza mutua es vital para que al menos halla un toque.

    »Los que se han quedado sin pareja, quiero que se reúnan con quien normalmente no lo harían. Trabajarán en lo mismo.

    Shinryu observó solo unas pocas conexiones desplegadas entre sus treinta y tres compañeros de clases. Cuando había amistad se formaban trenzas, como enredaderas unidas en diferentes grados de armonía. Sin embargo, había pocas figuras así; la mayoría de los alumnos no sentía nada por el otro, situación que superaba el promedio de lo que debería ser normal. 

   Shinryu recordó todas las veces que había escuchado que la clase B2 era una de las clases más desunidas de la escuela, con muchos manás que ni siquiera se podían tocar. Había un laberinto de frías murallas separando a todos.

    El mago no la estaba pasando nada bien. Linah lo estaba haciendo trabajar en lo que más odiaba y rechazaba.

    El paladín, su compañero, se acercaba con la certeza de que el maná de ambos se repelería con una chispa peligrosa al no existir ni siquiera una pizca de confianza. Así fue, apenas rozaron sus manos.

    Entonces se manifestaron las críticas de Linah.

    —¿Sigues creyendo que puedes tú solo contra el mundo, Kyogan? Tu nivel y poder no lo son todo. Me parece decepcionante que aún no logres formar al menos algo de confianza con alguno de tus compañeros. Esto ya no me preocupa, me alarma de enorme manera.

    Kyogan la miraba desde una sombra extra debido a la poca luz que daba a su rincón. La negrura que se extendía desde sus párpados hacia su nariz era un velo de odio y dilemas, como si mirase desde una cueva donde un centenar de escorias lo acompañaban fielmente. Sin embargo, detrás de esta pantalla, una solicitud clamaba reposo contra esas miradas y manos que buscaban cambiarlo día tras día.

    Una vez más, Linah concluyó que no debería estar en Argus.

    Al final de la clase, se llevó a Kyogan a un lugar desconocido del palacio. La ausencia de Kyogan duró un tiempo, y cuando regresó, se mostró más agotado que nunca y extrañamente inquieto, con ansias de hacer algo para darle un vuelco a su entorno.

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