IX-Resolución y Recompensa.

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Hacia él se aproximó una feroz bola de fuego que consumía todo a su paso. Sintió su núcleo crujir como si fuera cristal apunto de partirse, y una descarga de energía que precedió a todo lo que había logrado anteriormente.

La gigante esfera de agua que soportaba dejó de ser la misma. Antes era cristalina debido al brillo del sol, pero de sus manos se extendió una negrura que la transformó. Como si estuviera en el fondo de un lago, oscuro, compresivo y desolado. Un hechizo llamativo, extraño, nuevo... anormal.

Todo ocurrió muy rápido para Aiden, que estaba lagrimeando por el esfuerzo y el dolor que le provocaba seguir.

—¡Dominium Aqua: Expulsar!

Atacó para rebatir, y con una velocidad mayor que la de su rival, su embate se acercó vorazmente al choque. El agua turbia de azul marino impactó contra el fuego carmesí, y la onda de choque resonó en el estadio a pesar del griterío.

Ambos jóvenes con los brazos extendidos al frente, buscaban por toda costa no perder la batalla de aguante que se había generado.

Lo extraño era aquella negrura inusual en el hechizo de Aiden, que parecía consumir y apagar las llamas del fuego rival. "¡Más, maldición un poco más!"

Oía a Parzo gritar, pero el crepitar del fuego chocando con su oleaje parecía callar a todo el mundo. Se encontraban expectantes por el desenlace de la batalla.

Ambos hechizos se enturbiaron por la carga de energía, y un estallido más fuerte que el anterior generó un silencio de cementerio al rededor.

Aiden cayó de rodillas, incapaz de mantenerse en pie. Su núcleo parecía fragmentarse con solo pensar reunir dyn con él, y su respiración agitada daba indicios del esfuerzo que había hecho.

Alzó la vista con pesimismo, viendo que Parzo se acercaba a él con porte altivo.

"¿Cuántas reservas de dyn tiene este desgraciado?". Pensó al borde de la desesperación.

El combate aún no terminaba, y Aiden lo sabía. Tenía que utilizar todas las posibilidades que tenía. "Solo piénsalo, piensa un poco". Se dijo a sí mismo antes de tener a su rival en frente.

—¿Eso... es... todo? —preguntó él rival, su voz chillona siendo acompañada por sus bocanadas.

Aiden no respondió. Debía guardar fuerzas para lo que seguía.

Parzo extendió el brazo, y la bola de fuego que se formó era mucho más pequeña que las del comienzo de la batalla. "Por fin está cansado". Pensó Aiden.

Desde el piso, cubierto de barro, sus piernas parecían temblar mientras miraba el intimidante crepitar del fuego.

—¡Dominium Ignis: Expulsar!

Giró sobre su cuerpo como pudo, y el fogonazo impactó en la parte trasera de la túnica. Sintió el impacto más no el calor. "Hecha de Serpiente de Eriacus, muy resistente a la magia". Se recordó mientras otra bola de fuego impactaba en él. Aun así, cada impacto dolía como el puñetazo de un hombre adulto.

"No, de hecho duelen menos que sus puñetazos".

—¡Vamos acomodado, levántate! —gritó entre risas.

El humo generado hacía que la visión disminuyese, y su túnica seguía aguantando los débiles embates de un cansado Parzo.

—Es hora de acabar con esto, pero primero dime algo, ¿que se siente ser un fracasado a pesar de tenerlo todo para triunfar?

Otro ataque más que recibió, está vez en su pierna, donde no le cubría la túnica. Chillo de dolor y siguió intentando defenderse. "Está demasiado cerca". Pensó.

Otro bolazo de fuego, y otra llamarada que le quemó la mano. Escuchó como el relator pedía la intervención del juez. Aiden aún no se daba por vencido.

—¡Levántate, vam...!

El parloteo de Parzo fue interferido por un Aiden hincando la rodilla, poniéndose de pie, y lanzando un puñetazo a la par que se acercaba de un salto. Todo en menos de un segundo. Algo totalmente inesperado para todos, menos para aquellos que lo apoyaban.

Vio su rostro de espanto, su labio cortado. Aiden se enorgulleció por momentos al escuchar los gritos de júbilo.

—Es mi turno ahora —respondió Aiden con la voz más calma que pudo. Se acercó con lo que daban sus maltrechas extremidades hasta acortar la distancia. Se vió falto de respiración pero no se rindió.

—¡Dominium Ignis: Expulsar!

Recibió el impacto en el pecho, donde el retroceso fue nulo, y el efecto aliviado por Reforzar y la túnica.

—¿Por qué...? —dijo, a pesar del dolor que le generaba respirar y moverse, su voz salió con una fuerza sorpresiva hasta para él —¿Por qué crees poder decidir mi futuro?

El siguente puñetazo que lanzó fue al rostro. No iba imbuido de magia, si no de pura determinación.

El que vino después, fue con su mano hábil, y cargaba mucha más fuerza que el anterior.  Parzo retrocedió tosivo por el impacto en su pecho y luego alzó la mano.

—¡Dominium Ignis: Expulsar!

"Ese fue su último hechizo". Reconoció mientras lo recibía de lleno, éste quemó un poco su cuello, más no le importó, ya que Reforzar cubrió su rostro.

Se concentró en buscar un hueco en la protección del torso.

—¡Dominium Aqua: Reforzar! —gritó sacando sus últimas reservas de dyn.

En primer puñetazo con sus brazos enteros imbuidos en agua llegó, y el intento de bloqueo de Parzo acabó con los brazos expulsados hacia atrás, con una guardia abierta a la que le llovieron una cantidad ingente de golpes. A la barbilla, la boca del estómago, al rostro, a la nariz. Era un muñeco roto, un saco de golpes, un maniquí de prueba.

Parzo cayó al suelo sangrante, sin poder reaccionar de cualquier otra forma.

—¿¡Quién te dio el derecho de elegir, sobre mi futuro!? —gritó— ¡Sobre el el futuro de mi familia! ¡La única que me queda!

Su voz salía rasposa por la fuerza que ponía en ella.

Y los ojos de Parzo, estaban rebosantes de miedo. Un miedo al que no pudo reaccionar con satisfacción, si no con asco.

—¡No somos juguetes tuyos! ¡Nadie lo es!

Aiden se sentó sobre su estómago con solo el brazo izquierdo imbuido en dyn debido al cansancio. Descendió con un puñetazo y escuchó el crujido de su nariz al hacerse trizas. Se incorporó y la lanzó el siguiente. Creyó ver un diente volar, pero pudo haber sido cualquier cosa.

Juntó ambas manos, imbuyendo ambas de dyn. Cuándo iba a martillarle el cráneo a su rival con todas sus fuerzas, se detuvo. Su rival estaba inconsciente, inmóvil.

—Al final si te tuve piedad, bastardo —escupió Aiden levantándose y deshaciendo el hechizo.

Por detrás de él llegó el supuesto juez del combate, quien no había mostrado interés en intervenir en ningún momento.

—Se acabó, el ganador del combate es Aiden Fletcher —pronunció. Estaba tan pálido que podría ser un cadáver.

"¿Cuánto te habrán pagado para arbitrar esto?"

—¡Ya lo oyeron gente, el sobrino del Mago Más Fuerte, demostró ser el más fuerte de su generación con un combate espectacular! ¿Estará recibiendo lecciones privadas por parte del director?

Su cabeza embotada apenas procesaba los gritos de euforia. Se paró y apartó de su rival, que rápidamente fue puesto en una camilla y llevado por los médicos del lugar.

Oía los cánticos de los ebrios, las recriminaciones por apuestas que no se pagaban y las quejas de la gente que no había dado en el clavo con sus predicciones. Apenas de pie, viró en dirección a sus amigos que se acercaban por el campo de batalla. Éste tenía charcos de lodo o tierra chamuscada por doquier.

Cayó de frente y los tres lo sujetaron como pudieron.

—Ahora sí, Aiden. Eres oficialmente un inamovible alumno de la academia —felicitó Maggie.

En los brazos de sus amigos, con la satisfacción de haber ganado, hasta el dolor de su núcleo parecía haberse calmado.

—¡Hay que celebrar! —gritó Drazen con una petaca en la mano.

—¿De donde sacaste eso? —preguntó Kai curioso.

Mientras sacaban a Aiden de la arena de combate, los gritos ensordecedores volvieron a callarse por la expectación.

Había una mujer parada en el centro de la arena, y ésta tenía ambas manos extendidas en un fogueo infernal. Su túnica roja se levantaba a los lados por el viento que producía su ataque, y su cabello rubio cenizo revoloteaba por los aires.

—¡La vestimenta característica de los Coruto! ¿Puede que tengamos en frente a la hermana mayor del joven Parzo? ¿¡Se está preparando para atacar!?

—¿Qué demonios estás haciendo? —gritó Maggie amontonando el dyn a su alrededor

Drazen hizo lo mismo.

—¿Quién te crees que eres para hacerle eso a mi hermanito? —gritó la chica que había aparecido de la nada.

Aiden la miró desconcertado. ¿No estaba muy mayor para esto? Escuchó que Maggie y Drazen mutaron dyn, y conjuraron hechizos defensivos que no pudo reconocer.

Lo sorpresivo fue que lo estaban haciendo por que la mujer que había entrado a la arena, los estaba atacando.

El ataque de la desconocida creó la cabeza de un fulgurante dragón, que se precipitó hacia ellos casi con vida propia. Al mismo tiempo, Maggie alzó una muralla de agua que caía con fuerza a la tierra, y en frente de ésta, el hechizo de Drazen alzó una pared con acabados de castillo en los bordes superiores.

El dragón impactó, su velocidad disminuyó, y el rugido de los tres hechiceros se intensificó. El dragón cruzó el adarve deshaciéndolo y luego chocó con el hechizo de agua. El vapor se desprendió por partes de inmediato, y la estudiante prodigio de segundo año no pudo contener el ataque.

Por suerte para ellos, sus esfuerzos sirvieron para desviar el dragón, que formó un boquete chisporroteante y calcinado en la parte baja de las gradas.

No hubo tiempo de pensar, ya que la muchacha preparaba nuevamente otro ataque.

La afluencia del dyn en su aura generaba temor. "No podrán bloquear otro igual". Pensó Aiden mirando a sus amigos. No era lo mismo enfrentar a otro estudiante que a un mago capacitado por años.

Se preparó para reunir su dyn de la misma manera que sus amigos. No iba a dejarlos solos.

—¡Mutate Ign...

—¡Suficiente! ¿Qué crees que estás haciendo Pericia Coruto?

El mandado provino de una voz femenina, la voz amplificada por un símil al megáfono del presentador y relator. Todos quedaron asombrados una vez vieron de dónde provenía ésta voz, y más aún cuándo la mujer respondió con un grito desde abajo.

—¡No me jodas ahora Iris, viste lo que le hizo a mi hermano!

—No es forma de dirigirte a la princesa —respondió Iris—. ¿A caso tu hermano fue obligado a participar?

Los murmullos y gritos de sorpresa no se hicieron de rogar. Llegaron en bandadas y y hambrientos.

—Eso no fue así pero...

—¿Acaso no había un juez vigilando que el combate no acabe con heridas mayores?

—¡Lo había, e incluso así este chico fue un desalmado, viste lo que le hizo!

—Suficiente, Per —habló la princesa en un tono cariñoso, muy diferente a su tono de demanda anterior.

—¡Increíbles acontecimientos el día de hoy! ¡La princesa Iris Blem detiene el furtivo ataque hacia Aiden Fletcher! ¿Habrá algo especial allí? ¡El sobrino del Mago Más Fuerte no deja de sorprender!


Luego de aquel surrealista suceso, las cosas fueron aún más extrañas.

Ya que en la pequeña enfermería del estadio, Aiden descansaba en una incómoda camilla mientras sus amigos lo rodeaban.

Cuándo la mismísima princesa Iris Blem ingresó a la enfermería, hasta los más heridos se inclinaron para mostrar su respeto al linaje real.

—Descansad y reponeros vasallos del reino, hoy habéis probado vuestra valía —indicó, mientras escaseaba el lugar con la mirada

Aiden tenía algunos vendajes donde había resultado herido, y cargaba consigo una fatiga brutal debido al combate. Probablemente tardaría un día entero en hacer magia nuevamente. Le costaba incluso mover sus músculos

Cuando Iris lo vió, se acercó inmediatamente a él.

—Nos volvemos a ver, estudiante Fletcher —habló acercándose a la camilla.

Aiden vio de reojo que Drazen casi escupe espuma por la boca, y como los ojos de Kai se agradaron aún más. En cambio a la expresión de Maggie, no pudo ver mucho debido a que rápidamente hincó su rodilla en el suelo.

Los demás, menos Aiden, la siguieron.

—Saludos cordiales, alteza —dijeron los cuatro al unísono.

—Podéis levantaros, estudiantes. Vine para ver a este jovencito de aquí —dijo Iris.

Drazen tosió agresivamente, quizás atragantado con su saliva.

—¿Qué se os ofrece, Alteza?

—Nos vimos dos veces, y las dos fuiste una sorpresa para mí —habló Iris.

—No era mi intención...

—¿Cómo hiciste eso? —demandó tajante, cortando al estudiante.

—¿Perdón? —respondió desconcertado.

—Sabes a lo que me refiero, todos vimos ese agua oscura y misteriosa. ¿Cómo lo hiciste? ¿Combinaste tu hechizo de agua con uno de tierra?

—¿Cómo podría hacer eso? —preguntó Aiden.

—Entiendo que no quieras contar tu secreto, pero créeme que no seré la única en preguntarlo.

—Disculpe alteza, no quisiera poner en duda su visión, pero no creo que haya habido nada inusual en el combate —interfirió Maggie—, y creo que debido al teatro de la señorita Coruto, todos estamos muy cansados como para debatir sobre magia.

—Quizás tengas razón, jovencita. Por cierto, ¡Per, pasa ya!

Seguido a eso, la muchacha de túnica roja que los había atacado anteriormente entró a la enfermería. Hasta Aiden se puso en guardia con su presencia.

Iris Blem le puso la mano en la cabeza y la agachó a la fuerza.

—Lo siento mucho por atacarlos repentinamente, fue un acto de bajeza por mi parte impulsado por el amor hacia mi hermano —recitó veloz su disculpa —¿Ya me puedo ir Iris?

Pericia Coruto levantó la vista y dedicó una mirada de odio hacia los estudiantes.

"No parece estar muy arrepentida por nada". Pensó Aiden evitando sonreír. Temía que con el temperamento explosivo que mostró, la chica arme un escándalo en la enfermería.

—Ya cambia esa cara, no fue culpa de ellos. Y no, no puedes irte.

Ambas parecían tener un tipo de amistad que trascendía lo jerárquico.

—Aiden necesita descansar, por lo que deberíamos retirarnos —habló Maggie en un tono sorpresivamente tajante.

—No sé si te estás olvidando de quién soy, rubia, pero tengo asuntos a tratar con este chico —respondió la princesa.

—Disculpe alteza, pero no sé a que te refieres con la "magia que hice". En el fragor de la batalla lo unico que hice fue centrarme al máximo en atacar —habló Aiden para zanjar el tema con amabilidad.

—¿Es así?

—Claro —mintió.

Muy en el fondo, interpretaba que su núcleo adolorido tendría algo que ver con aquel extraño hechizo que lanzó. Quizás también con la carta, la cual el director le había encomendado tener cerca siempre. Su nivel de curiosidad se elevó como sus cejas.

"Cuándo vuelvas del campo de batalla deberás explicarme muchas cosas, tío".

—Me gustaría que si se te ocurre algo, vayas a comunicármelo al castillo, te estaré esperando.

—¿A qué se debe tanta curiosidad por este bello galán? —preguntó Drazen alzando las cejas con intención.

"Ya había estado callado mucho tiempo". Suspiró Aiden.

—Eso no le interesa a usted joven... Barna, ¿No es así?. Espero verlos el día del festejo, os dejaré descansar. Ese combate fue excepcional para su poca formación como magos —dijo despidiéndose.

—Acepto el halago —respondió Aiden agachando la cabeza.

Una vez fuera las dos amigas, el ambiente tenso de la enfermería se disipó.

—¿Pero qué le pasa a esa princesita? ¿Cómo se le ocurre interrogarte así apenas a minutos de lo que ocurrió? —Maggie se veía más enojada de lo que Aiden esperaba que estuviese.

—¿Hiciste algo que en serio sea tan digno de curiosidad? —preguntó Kai—, no sé si sea por mi discapacidad pero no vi nada extraño como lo que mencionó ella.

—Realmente no lo sé —siguió Aiden.

—Obviamente, lo que ocurre es que la princesa cayó enamorada al ver la masculinidad, fortaleza y habilidades mágicas de este chico —teatralizó Drazen apuntándolo.

Aiden sólo sonrió. No era poco común que Drazen relacione cada aspecto cotidiano con el sexo. Maggie rodó los ojos y Kai quien al parecer se lo tomó muy en serio, se limitó a decir:

—No creo que sea eso, Drazen. ¿O sí?

Ante su desconcierto siguieron unas cuantas risas, y Maggie habló diciendo que deberían irse y dejarlo descansar.

—¡Pero yo quiero seguir hablando con Aiden! —exageró Drazen con un puchero.

—Y-yo quiero seguir preguntándole sobre magia —siguió Kai.

—Que sí, que sí, vamos a hacer todo eso mañana —dijo empujándolos por la espalda.

—¿Y tú porqué te quedas? ¿Eh? ¡Habla!

El ruido que hacían los jóvenes colmó la paciencia de los heridos.

—¿Quieres dejar de gritar? —reclamó de repente un paciente algo hastiado.

—Lo siento —respondió Drazen como un niño regañado.

—Hablaremos de algo y luego también se irá —interfirió Aiden reprimiendo una risa por el regaño de su amigo.

—Oh, ¿así que esas tenemos eh? —siguió hablando Drazen gesticulando con las cejas.

Si Aiden no hubiera convivido un mes con él, no tendría idea de que rondaba por su cabeza. Pero como lo hizo, sabía perfectamente que tipo de cosas imaginaba.

Cuándo los chicos se fueron, Maggie se acercó a él a paso sutil. Su caminar lo ponía nervioso, como si pudiera manejar el palpitar de su corazón con sus pasos.

No se ponía así de nervioso ni cuando la enfrentaba en sus entrenamientos, y eso que para el aún era imposible vencerla.

Aiden la vió acomodarse el pelo detrás de las orejas y sonreírle una vez estuvo más cerca. Él en cambio no pudo evitar pensar que estaba todo menos presentable para hablar con una mujer.

—Vendré a buscarte esta noche, hay algo que quiero mostrarte.

—¿Qué es eso? —Maggie estiró una butaca de madera para sentarse y posar ambos codos en la camilla.

—No preguntes mucho, tu me llevarás al castillo, así que yo voy a mostrarte un lugar que me gusta y aprecio.

—Está bien, creo que estoy un poco ansioso —dijo Aiden expresando sin querer sus pensamientos.

—¿Por la noche en el castillo?

—Por la de hoy —se sinceró.

—No te preocupes, como dije, será nuestra pequeña celebración por todo el progreso de este mes —Se levantó y guiñó un ojo.— No falta mucho para que la noche caiga por completo. Espérame, Aiden.

"Claro que lo haré".

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