XXVII-Circle.

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El camino al bosque resultó ser relativamente ameno. La salida del pueblo llegó en minutos, y el bosque de Sertán se veía a la distancia, con aves sobrevolando en bandada, siendo cazadas por aves mayores. El viento movía los árboles a la lejanía, y el polvo dañaba los ojos sensibles de Aiden, los mismos que captaron que el sacerdote del grupo le observaba con curiosidad. Se dispuso a hablar cuando ambos cruzaron miradas.

—¿A que se debe tan peculiar nombre, Indra? —preguntó Hover.

—A la razón que usted cree —Aiden no fue muy directo, ya que presuponía que Hover conocía la respuesta.

—Es extraño que un jovencito como tu, se interese en los antiguos Guardianes de Thedras, e incluso utilice uno de sus nombres —dijo Hover pensativo.

Aiden asintió, mirando de reojo al bosque que los rodeaba y utilizando su Sonar de sombras. Los guardianes de Thedras eran criaturas temidas, que se decía combatieron junto con los Al-tinhoa durante la Guerra de La Unión. Cinco grandes bestias, que nacieron de la unión del hijo de Thedras, Nocte, con la diosa de la naturaleza, Quetlalí.

Las leyendas cuentan que estos cinco hermanos eran: Shirtov, Líder de los Vientos de la Noche; Brumi, Regente del Fuego Negro; Volko, Creador de Abismos; Indra, Dueño del Mar Profundo; y Magron, Ángel de las Profundidades del Bosque.

Según las historias Nocte sedujo y engañó a Quetlalí,  luego raptó a sus hijos y los entrenó como soldados para su padre, el Dios de la oscuridad. Ellos siguieron al pie de la letra las indicaciones de su progenitor, abandonando a su madre para siempre.

De estas bestias, varias habían combatido durante la Guerra de la Unión, apoyando a los Al-tinhoa, por pedido de Nocte. Actualmente, el paradero de Indra, Magron y Volko son desconocidos. Sólo se sabe que Brumi cayó en instancias tempranas de la Guerra de la Unión, y que Shirtov pereció al final de la misma, siendo el más icónico y fuerte de todos. Un poderoso lobo negro gigante, del tamaño de los edificios del Gremio.

—Leía mucho sobre ellos en mi tiempo libre, ¿Es que quizás el nombre suena muy hostil? —respondió Aiden.

Hover no tenía forma de saberlo, pero Aiden al dominar el agua y la oscuridad, sentía que el nombre le quedaba como anillo al dedo. Iris en cambio lo llamaba pretencioso y egocéntrico, por las mismas razones.

—Quizás. Ya que las leyendas cuentan que si los Al-tinhoa reúnen de nuevo a los Cinco Guardianes, volverán a atacar el continente y tomar venganza —respondió mientras saltaba con dificultad un tronco caído.

Aiden asintió. Hasta ese punto, era conocimiento cultural, pero había algo más que le llamaba la atención.

—¿Acaso hay una forma de devolver a la vida a los que murieron? —preguntó mientras tomaba la mano que Hover le ofrecía para ayudarle a pasar.

—Es una pregunta complicada. De buenas a primeras, la respuesta es no —Luego ladeó la cabeza—. Pero si me presionas un poco, podría decir que no es imposible.

—¿A qué te refieres? —preguntó. El sacerdote parecía analizar sus palabras antes de soltarlas.

—¿Conoces la teoría del dominio, no es así?

Aiden hizo memoria, y luego recordó las palabras de Kai en aquel salón abandonado y polvoriento en el que entrenaban.

—Todos estamos compuestos de lo mismo, partículas muy pero muy pequeñas interconectadas entre sí —respondió, viendo la satisfacción en el rostro del sacerdote.

—¡Exacto! —interrumpió apuntándole—. Y el hecho de poder manipular esa energía en el aire, tierra y todo lo demás, es lo que nos permite hacer magia, en todo caso, dominar. Gracias a la poderosísima Urahvé, que creo todo del mismo material.

Aiden vio como sus ojos se encendían al mencionar a la diosa. "Hombre devoto". Entendió.

—Aún no entiendo qué tiene que ver esto con los Guardianes —respondió Aiden rascándose la cabeza.

—Pasamos al siguiente punto —dijo Hover dando un aplauso—. Sí todos estamos creados de lo mismo, cuando perecemos, no dejamos de existir. Así como no deja de existir el agua luego de evaporarse, o el viento luego de amainar.

"Entonces, si la energía nunca desaparece, sino que varía, se transforma y reutiliza, ¿Qué nos hace creer que ellos no pueden encontrar la forma de rehacerse? ¿Qué nos puede comprobar que es imposible que reúnan cada partícula faltante de ellos y hacerlos regresar?"

—Eso es... una locura —atinó a decir Aiden.

—Por eso la respuesta de buenas a primeras, es que no se puede —concluyó Hover dando un manotazo al aire, restándole importancia. Aunque para Aiden, la idea siguió taladrando su mente.

"Necesitamos los scripta's, ya no son un seguro para la victoria... son una necesidad para tener si quiera una mínima oportunidad de ganar. No puedo considerar que exista una posibilidad así e ignorarla". Pensó Aiden.

—¡Atentos! —El grito de Rosnri hizo que la charla se detuviera.

Sonar de Sombras le mostró a Aiden varias sombras al acecho, y el aire se llenó de sonidos metálicos.

Todos adoptaron sin vacilación las formaciones que habían discutido antes de internarse al bosque, y en pocos segundos de lento avance, las primeras bestias salieron al acecho.

No fueron un problema para nadie. Las plantas carnívoras eran frágiles, y aunque veloces, no eran rivales para el grupo de Aventureros.

—¡La principal saldrá pronto! —gritó Nuria.

Aiden no lo entendió hasta que desde detrás de una pequeña colina, los árboles comenzaron a zarandearse al paso de algo mayor.

—¡Mantengan a raya a los pequeños, Firth, Erl, conmigo! —ordenó Rosnri.

Los tres se lanzaron hacia adelante con velocidades inhumanas, impulsados por dyn, e interceptaron a lo que Nuria llamó "La principal". Una planta carnívora gigante, que sobrepasaba el tamaño de todos los árboles en derredor, cuyas raíces removían la tierra del bosque, saliendo y entrando para desplazarse.

Los tres Aventureros de la vanguardia se encargaron de ella, dejando a los demás con los lacayos de menor tamaño. La dificultad aumentó levemente, pero también lo hizo la participación de los demás miembros. Tomaron sin vacilar la responsabilidad asignada.

Luego de unos minutos, el número se redujo y volvió a ser fácilmente controlado. Aiden giró el cuerpo y lanzó una estocada. La punta de su espada imbuida con dyn fue suficiente para atravesar las fauces de la planta carnívora que se lanzaba hacia Hover.

La batalla era sencilla con el apoyo del grupo. Incluso los rangos S apenas parecían esforzabarse.

Aiden percibía con su bautizado "Sonar de Sombras" cuando las bestias se acercaban más de lo que deberían, y con una leve carga de dyn de agua, Reforzaba la espada corta que Rosnri le prestó para la incursión. Lo tenía muy sencillo. Lo mismo para Iris, quien podía valerse del apoyo de los gemelos para lanzar vendavales sin preocupación alguna.

Quien realmente lo sorprendió para bien, fue Jina. La chica se movía como una serpiente entre las bestias. Era precisa y veloz, sin dar tiempo de reacción o contraataque, seguía a los gemelos que se encontraban en el rango B y exterminaba sin vacilación ni miramientos.

Debido a la tranquilidad, decidió intentar algo nuevo durante la cacería. Algo que llevaba picándole bastante.

Existen tres hechizos dentro de su scripta. Sonar de sombras no contaba, ya que sólo necesitaba concentrarse en el dyn de sombra y lo conseguía.

Lo activó un segundo sólo para ver que no había amenazas cercanas, por lo que simplemente se mantuvo en guardia.

El primer párrafo, aparecía el hechizo de teletransporte de sombras. Iris se quejaba de su mal gusto para los nombres de hechizos, no fue el quien lo había bautizado así. De hecho, cuando intentó pensar en un nombre para los hechizos, una imagen dentro de su psiquis lo invadió. Un escritorio, una persona escribiendo sobre una hoja amarillenta; Parpadeo de Thedras. Comprendió rápidamente que era la respuesta a su pregunta. El mismo proceso se repitió con el segundo hechizo: Casa de las Sombras.

Preguntar sobre el tercer hechizo, solo lo había hecho sufrir con las características náuseas y pinchazos de dolor, por lo cual no sabía el nombre, ni mucho menos como utilizarlo.

Es por eso, que había decidido intentarlo en otra ocasión, que pudiera despertar algo oculto en él.

"Dime, nombre del terc...".

Inmediatamente un pinchazo en su cabeza. Náuseas. Dolor. Abandonó la idea y esquivó a duras penas un proyectil hecho de raíz y tierra que envió uno de los lacayos de la planta mayor. "No podía ser tan fácil". Pensó, decidiendo no volver a intentarlo.

Viró y cortó repetidas veces a las bestias, hasta que Sonar de Sombras volvió a indicarle que la retaguardia podría estar comprometida, y que los gemelos no estaban al tanto, por lo que se lanzó a cubrir la zona.

Al mismo tiempo, Jina llegó. No había rastro alguno de timidez o miedo en ella, y su semblante sereno manchado de savia verduzca la hacía ver totalmente distinta. Aunque dicho semblante desapareció cuando Aiden le agradeció por la ayuda.

Una vez regresó, vio de primera mano la compenetración exacta de los Aventureros del grupo.

Hover, Dalvio y el otro chico se encargaron de bloquear algunos ataques con pantallas de agua, los gemelos protegían a las atacantes de larga distancia que preparaban sus ataques más potentes, creando una afluencia de dyn sofocante a su alrededor. Erl recibía y desviaba los ataques más fuertes de la vid del monstruo, que para este punto Aiden suponía que la planta era de rango A como mínimo. Rosnri se movía a la misma velocidad casi que Firth, y destruían las defensas de la planta carnívora con cada embate, dando espacio a que acierten los demás ataques.

El ataque de Nuria, era un cúmulo de estacas que salieron despedidas con la mayor fuerza que Aiden suponía era posible sin pronunciar hechizos.

La única defensa que pudo proponer su presa, fueron sus dos hojas más grandes en forma de cruz, que ya estaban maltratadas por el embate de Rosnri y Firth. Aiden no podía despegar la vista de la compenetración casi antinatural que poseían. No mediaban palabra, él ni si quiera vio que cruzaran miradas para ponerse de acuerdo.

Apoyó a los gemelos valiéndose de Sonar de Sombras, mientras seguía con la mirada cada movimiento del grupo. Ya debilitada la planta carnívora, enfureció desplegando más raíces y de su perímetro volvían a nacer sus pequeños aunque símiles lacayos.

Aiden ajustó el ritmo al igual que los gemelos. Solo había de las pequeñas bestias al frente, y se lanzó a rebanarlas mientras sentía una inmensa cantidad se dyn gestarse a sus espaldas.

—Mutate Ignis: Aliento de Dragón.

Escuchó gracias a su audición avanzada la tímida voz de Melan provenir de su espalda. Seguido a eso, un proyectil pasó a silbando sobre ellos.

La flecha envuelta en fuego abrasador avanzó sin impedimentos ni defensas. Parecía sólida a la vez que plasmática, el gigante fogonazo que seguía el proyectil evocaba todo el poder que da la pronunciación del hechizo, al impactar estalló inmediatamente en la cabeza del monstruo, destruyendo las conexiones que tenía el cuerpo con el núcleo.

Los lacayos que aún quedaban vivos cayeron y comenzaron a desintegrarse, de la misma forma que la planta madre que hasta hace uno momentos les había dado vida. El trabajo del día estaba hecho.

Aiden sonrió con entusiasmo mientras cruzaba miradas con Iris. Sabía que Rosnri los observaba para ver su desempeño y reacciones, pero no le importaba. De hecho prefería que Rosnri se diera cuenta de lo feliz que estaba. "Esa reacción sería normal en un joven que lo perdió todo y encontró gente fuerte y honesta". Pensó mientras sacudía su espada para deshacerse de la salvia.


Volvieron al pueblo luego de recoger los núcleos, y una vez allí los intercambiaron en el Gremio. La cantidad que Aiden e Iris recibieron fue más que considerable, teniendo en cuenta que nunca estuvieron en un peligro real mientras formaban parte del grupo de Rosnri.

Y aunque no esperaba recibir la paga tan temprano, menos esperaba que Rosnri diga:

—Ustedes ya forman parte de Circle, nadie se niega al ver el desempeño que tuvieron. Múdense a la posada Río Cavernoso antes de que anochezca, tenemos habitaciones libres.

—Iremos señor, gracias por acogernos en su clan —respondió Aiden.

Todos menos Firth se despidieron de buena gana, aunque nadie le prestó importancia.

—Ya está hecho, Aiden —suspiró Iris—. No hay vuelta atrás.

—Nunca la hubo —respondió Aiden.

Aunque en su pecho, seguía reverberando la culpa. Estaba utilizando a esas personas para cumplir sus propios objetivos.

Miro por un rato a Iris sin saber que decir, hasta que un desvergonzado gruñido estomacal rompió el silencio. Pensó que una buena comida podía ayudar a cambiar su humor.

Cuando se lo propuso a Iris, a pesar de que notó que intentaba hacerse la dura, sus ojos brillaban con gula. ¿Gastarse la primera tajada del sueldo en comida?

El plan perfecto.

Caminaron por las calles del poblado pidiendo indicaciones y recomendaciones, hasta que llegaron a un restaurante que se distinguía por sobre los demás edificios del lugar. La construcción de dos pisos era casi enteramente de madera, la caída del techo era curva, con aleros sobresalientes por los bordes, y madera pulida brillando al sol del medio día.

Tres escalones de concreto rodeados por un barandal de madera rojiza indicaban el camino hasta una puerta deslizante que parecía muy endeble, con tonos de color iguales a la barandilla que rodeaba el lugar.

Un pequeño cartelillo colgaba con solo una palabra escrita, "abierto". Desde antes de entrar, percibió un aroma dulce y un olor que le resultaba conocido para él, a pesar de no identificar su proveniencia. Con este olor se mezclaba el irreconocible aroma de la carne en sus primeras etapas de cocción.

Aiden tuvo la suerte de no tener que abrir si quiera la puerta, ya que un hombre de vestimenta extraña, que se encontraba dentro lo hizo por él. Dando así lugar a un pequeño recibidor, que separaba el restaurante por una cortina de pequeñas plumas diamantadas entretejidas. Aunque quería extender la mano y palpar su suavidad, apartó la vista al hombre que los recibió.

Portaba una especie de chaqueta, la cual caía a la altura de los muslos, la tela fina de la ropa no iba cerrada sobre su pecho. Las cejas del portero eran finas, y su ojos rasgados contrastababan con su facciones afiladas, que casi parecían brillar.

Aiden agradeció con la cabeza, y el hombre comenzó a hacer señas apuntando a sus pies. Aiden miró repetidas veces al hombre, luego al brazo con el que gesticulaba, a sus propios pies, y nuevamente al hombre. Iris dió un paso adelante, y con con ligero y sutil movimiento se desprendió de sus calzados. El hombre cerró sus ojos rasgados con satisfacción, y recolocó ambos brazos tras su espalda.

Aiden se descalzó igualmente, y vio que en un costado se la entrada, estaban perfectamente acomodados desde los tacones más finos a las botas de cuero más maltratadas.

Con su entrada permitida, movió la cortina con la mano, y las hebras se apartaron levemente para dejarlo pasar, algunas cosquilleando su rostro y nuca, como buscando evitar que olvide por donde había caminado.

—La cultura occidental es complicada, quizás te cueste un poco este tipo de restaurante —habló Iris mientras se acercaban a las...

"¿Y las sillas?"

Aiden decidió no preguntar y seguir a Iris a una de las pequeñas mesas del lugar, que levantaba apenas su tapa del ras del suelo, por lo que para utilizarlas, debían sentarse en el piso. Claro, las planchas de madera interconectadas que formaban el piso, ofrecían una comodidad y un calor muy diferente al que se tendría en cualquier otro. Aiden lo comprobó al sentarse frente a Iris, doblando sus piernas frente a él.

El olor, la suavidad del tapiz sobre la madera y los extraños palillos y platos boca abajo del lugar ofrecían un ambiente tranquilizador. Las demás mesas estaban pobladas hasta por cuatro personas, y la mayoría mantenía una charla ligera y desinteresada.

Solo un grupo, Aventureros fáciles de reconocer, alzaban más la voz. Y estaban muy eufóricos.

Aiden tuvo que ignorar la pequeña cartilla del restaurante, los olores y los colores cálidos de las lámparas, para concentrar plenamente su audición en ellos.

—... Es imposible, deja esos rumores falsos de lado.

—¡No son falsos! —susurró con apremio—. El mandato del reino cambió, las Jobirds traen noticias. Un pelotón gigante de magos, soldados e incluso Aventureros subcontratados partieron al norte. Buscan a la princesa Iris, para asesinarla y atar los cabos sueltos.

—No creeré eso —respondió uno.

—Yo menos —dijo otro.

—¡Es en serio, la recompensa que ofrece el nuevo rey por la antigua princesa y su lacayo asciende a niveles que nuestra vida podría estar completamente resuelta!

Aiden se estremeció. La última frase fue dicha con tanta euforia que incluso Iris la había escuchado. Le dedicó a Aiden una mirada de alarma, y él asintió, dándole a entender que estaba en la misma página.

—¡Si no me crees mira el mural del Gremio!

Cuando ambos estaban a punto de levantarse para marchar a toda prisa, llegó un mozo, a preguntarles si ya habían decidido que comer. Como Aiden no salía de su estupor, Iris ordenó dos raciones de una comida cuyo nombre no había escuchado nunca. Luego, de que el mozo partiera, comenzaron a susurrar entre ellos.

—Debemos irnos de aquí pronto. Mierda que suerte que nos unimos a Circle

—¿Cuanto tiempo crees que tarden en sospechar que no fuimos al norte? Una vez pincelen por completo las ciudades cercanas y no nos encuentren, buscarán en la dirección opuesta.

—Probablemente sea pronto. El problema es que si las Jobirds están llevando la noticia seremos cazados por todos los Aventureros, de todos los sectores —susurró Aiden.

Iris soltó un largo suspiro.

—Odio que el paso del tiempo me demuestre que tienes razón.

Aiden sólo pudo sonreír en respuesta.

—Mejor hablemos de otra cosa y cenamos —dijo él, sin poder ocultar el orgullo que sentía.

—Creo que desde hoy usaremos nuestros nombres de Aventurero incluso en privado, así evitamos posibles problemas —dijo Iris.

—¿En serio V? ¿Por más que mi nombre te resulte pretencioso y egocéntrico?—respondió Aiden.

—Decidí que el pretencioso y egocéntrico eres tú, Indra, y que el nombre no cambia nada, solo lo demuestra —dijo ella extrañamente de buen humor.

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