3. Fiesta

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Viernes, 8 de Marzo de 2019.

—Entonces, ¿ya sabes qué usarás para la fiesta de hoy? —Camile pregunta. Nos encontramos sentadas en una de las mesas de la cafetería mientras consumimos nuestros desayunos.

—No, porque no iré —respondo con tranquilidad, haciendo énfasis en cada palabra.

—¿Qué clase de amiga serías si me dejas ir sola a esa fiesta? —inquiere.

Despego la mirada de la bandeja de comida y la elevo para enfocar a la pelirroja chantajista que tengo frente a mí. La miro con ojos entornados, a lo que ella me dedica una sonrisa inocente y empieza a pestañear repetidas veces en mi dirección. Eso me hace rodar los ojos y reprimir una sonrisa.

Esta vez no voy a caer, querida amiga.

—Tus chantajes no van a funcionar esta vez, Camile. Así que, olvídalo. —advierto.

—¿Cómo te atreves? ¿Estás insinuando que soy una chantajista? —cuestiona de forma exagerada, llevándose una mano a su pecho para darle más dramatismo.

—No estoy insinuando nada —digo—. Lo estoy afirmando.

Camile suelta un jadeo extremadamente exagerado, llevándose ambas manos al pecho para formar un corazón con ellas y al que termina partiendo a la mitad.

—Has roto mi corazón —exclama haciendo un puchero. A éstas alturas, me es inevitable soltar una carcajada ante su actuación.—. ¡No te rías, insensible!

—Ya, deja el drama —digo una vez superado mi ataque de risa.

—¿En serio me dejarás ir sola? —pregunta de nuevo—. Ya es tiempo de que empieces a salir de tu caverna Emma, apenas cumplirás 18 y eres más aguafiestas que mi bisabuela.

Su comentario me ha causado gracia, pero no voy a reírme porque es a mí a quién intenta ofender. Así que en su lugar, ruedo los ojos.

—Sabes que no me gusta estar en lugares donde hay mucha gente. A duras penas soporto estar en la escuela, por lo tanto, las fiestas quedan fuera. —oh rayos, si soy peor que su bisabuela.

—Vamos Emma, sólo será ésta vez —suplica. Yo entorno los ojos.

—¿Qué te traes, Camile Abigail Lancaster? Tu nunca insistes para ir a una fiesta. —inquiero, señalándola con mi dedo índice de forma acusatoria y achicando mis ojos en el proceso.

—Joder. —masculla—. Bien, me atrapaste. Marco está en la ciudad y me dijo que estará en la fiesta de hoy. Pero no quiero ir sola Emma, no sé si tendré el valor para mirarlo a la cara después de todo lo que pasó; aún así, quiero verlo aunque sea de lejos. —confiesa, mordisqueando su labio inferior de manera nerviosa.

Ya sospechaba que algo así pasaba, mi amiga se había comportado muy extraña desde aquel día que fuimos por los licuados. Aunque dicha rareza desapareció por un momento mientras le contaba lo que había sucedido con Matthew. Camile estuvo soltando chillidos consecutivos como por media hora después de haberle contado mi pequeña interacción con el castaño.

—Oh no —niego con la cabeza. La señalo nuevamente con mi dedo índice, como si la hubiese descubierto cometiendo un crimen—. Que ni se te ocurra, pelirroja —amenazo.

—Por favor, Emmy —suplica—. Sólo serán unas horas.

—Ni hablar —digo, antes de tomar la manzana que se encuentra en la bandeja—. Ese tipo se comportó como un completo cretino contigo, así que no. No iré, y tu tampoco deberías. —concluyo, dándole una mordida a la manzana, zanjando la conversación.

A pesar de su inconformidad con mi respuesta, Camile no vuelve a insistir en el tema —por ahora—, y yo se lo agradezco mentalmente. Lo menos que quiero, es tener una discusión por no querer ver el rostro del fulano que le rompió el corazón a mi mejor amiga y por el que pasó meses lamentando y derramando lágrimas, y a él ni siquiera le importó.

No soy una chica agresiva, pero si ese tipo le vuelve a hacer daño a mi querida pelirroja, le terminaré sacando los ojos por haberlos puesto en ella, luego le cortare la lengua por haberle mentido, para después terminar descuartizándolo sólo porque se me da la gana.

[…]

Camile y yo bajamos del auto apenas éste es estacionado detrás de una gran fila de autos que se encuentran de igual forma estacionados en esa calle. Parece que este asunto es algo grande, ya que estamos a una cuadra de donde se encuentra la lujosa casa en la que se está llevando a cabo la dichosa fiesta.

Porque sí amigos, mi loca amiga pelirroja se salió con las suyas después de haber llegado a mi casa con un gran maletín en el que llevaba una exagerada cantidad de maquillaje y la ropa que se pondría para la fiesta. La muy sinvergüenza le dijo a mi madre que una compañera del instituto nos había invitado a su gran fiesta de cumpleaños y que como buenas compañeras que éramos, no debíamos faltar. Y mi madre como buena persona que es, alegando en que no debemos decepcionar a nuestra “nueva amiga", me daría el permiso. Sí, mi madre a veces suele ser más ingenua que yo, o es lo que parece.

Camino por la acera a pasos perezosos, realmente mis ganas de estar en ese lugar son nulas. Voy enfundada en un vestido negro ceñido a mi figura que me cubre hasta la mitad de mis muslos, con un escote muy pronunciado en la zona de mis pechos y unos zapatos altos del mismo color. Debo aclarar que el vestuario fue idea de mi amiga quien no sólo me obligó a venir a la estúpida fiesta sino que además me obligó a vestir de una manera para nada propia de mí. Llámenme mojigata pero simplemente era yo no queriendo mostrar más piel de la debida, y no le veía lo malo a eso.

A diferencia de mí, Camile iba a paso apresurado sin verse incómoda con esos tacones de casi 15 centímetros de alto. Impresionante.

Yo también sé caminar a la perfección con zapatos de tacón alto, ya que en los eventos que hace mi padre en la empresa (y a los que toda la familia asiste) siempre me presento vestida de manera elegante y los zapatos altos nunca faltan, sin embargo, no son de mi agrado. Me gustan más mis Convers  junto a unos vaqueros y una blusa sencilla, punto. Nada de riesgos para mis pobres tobillos ni exposición para mis piernas, era así de simple pero mi amiga se empeña siempre en recordarme lo anticuada que soy por no querer vestir de forma sensual y a la moda.

—Date prisa Emma o a éste paso llegaremos hasta mañana —me apura.

—Esa no sería tan mala idea —digo, sopesando su comentario. Me mira con cara de póker y yo me encojo de hombros—. No es cómo si tuviera muchas ganas de estar aquí.

—Sé una buena amiga y compórtate, por favor.

—Camile… —digo con cansancio y ella me interrumpe antes de que le dé mi discurso.

—Por favor —suplica—. Sólo serán unas horas, te prometo que me abstendré lo más que pueda para no acercarme a él Y que después de esto no volveré a forzar ningún encuentro. Quiero mirarlo de lejos y saber qué tanto me sigue afectando su presencia. Por eso es que estoy aquí Em, y no quería hacerlo sola. Necesito a mi mejor amiga conmigo. —confiesa.

Camile me mira suplicante, y lo cierto es que no logro entender el punto de todo esto. Sin embargo, es mi mejor amiga y por lo tanto debo estar a su lado para cuando me necesite, así cómo ella lo ha estado para mí. Así que sin más remedio, me masajeo las sienes.

—De acuerdo. —acepto—. Pero sólo será un momento y… —hago énfasis—. De lejos.

Camile da un chillido y se acerca a mí dando pequeños saltitos como una niña pequeña.

—Gracias, gracias, gracias… —dice abrazándome con mucha efusividad, y yo le devuelvo el gesto.

—Muy bien, andando, antes de que me arrepienta. —mascullo rompiendo el abrazo y retomando nuestra caminata.

—Eres la mejor —chilla mi amiga al tiempo en que enrosca su brazo en el mío.

—Sí, sí, lo que tú digas. —farfullo de mal humor y escucho que ella ríe.

❁ ════ ❃• ༻֍༺ •❃ ════ ❁

Llevamos ya un buen rato dentro de la impresionante mansión en la que se está llevando a cabo la fiesta de una de las animadoras del instituto, su nombre es Keyla Olson. Debo decir que ha sido una pésima idea venir; ¡la chica es la mejor amiga de Chloe! Y es necesario recalcar que la chica ha participado muchas veces en las agresiones que su mejor amiga ha hecho contra la pelirroja y contra mí. Por esa razón me siento incómoda estando en éste lugar sabiendo que Camile y yo no somos bien recibidas. Es decir, ¡la rubia lunática es nuestra enemiga! Y su amiga ni hablar, eh. ¿Quién en su sano juicio iría a la fiesta de su enemigo? Pues obviamente nosotras, y sinceramente, estoy empezando a cuestionarme si realmente no necesitamos ir a un psiquiátrico.

—Camile —la llamo, tratando de que mi voz se escuche por encima de la música que parece a segundos de romper los cristales de la casa—. Creo que deberíamos irnos.

—¿Estás bromeando? —su voz es incrédula—. Pero si acabamos de llegar, ni siquiera he visto ha Marco.

Camile sostiene en su mano uno de esos vasos rojos típicos de las fiestas. Y le da un sorbo a su bebida. Yo no quise tomar un vaso de las mesas que están acomodadas estratégicamente por lo que parece ser la sala de estar (una muy exagerada debo decir) porque todas las bebidas que se encontraban ahí contenían al menos el 60% de alcohol, y yo soy conductora designada, así que definitivamente no beberé eso.

Y, por otra parte… realmente quiero irme de aquí. Sonara loco lo que voy a decir, pero la verdad es que, desde que entramos a éste lugar me he sentido observada. No sé cómo explicarlo. ¿No les ha pasado que hay momentos en los que se sienten de esa forma? Una mirada tan pesada, que es imposible no sentirla sobre ti.

No quiero ser paranoica pero he observado a mi alrededor con disimulo tratando de encontrar al responsable que me provoca ese sentimiento y simplemente no he encontrado a absolutamente nadie. Y eso es lo que me causa aún más temor.

—Quizá Marco decidió no venir a la fiesta y no te avisó. —trato de convencerla para irnos. Hace una mueca de decepción.

—Ahora vuelvo —pasa junto a mí y la tomo del brazo.

—¿A dónde vas? —cuestiono un poco exaltada.

—Tranquila, sólo iré a dar un vistazo por ahí para verificar que él ni está. No tardo. —trata de tranquilizarme pero no funciona. No sé porque tengo cierto temor de quedarme sola en éste lugar.

Camile me regala una sonrisa tranquilizadora y no me queda más remedio que soltarla.

—Sólo date prisa, por favor —pido casi suplicante.

Mi amiga suelta una risa y me mira divertida.

—Tranquila Emmy, no tardaré. —y sin más, se pierde entre el montón de jóvenes que se encuentran bailando al ritmo de la música electrónica que retumba por toda la casa y de la que no tengo ni la mínima idea de dónde proviene.

❁ ════ ❃• ༻֍༺ •❃ ════ ❁

Voy. A. Golpearla.

He estado esperando a que Camile vuelva, ha pasado alrededor de una hora y de ella ni sus luces, ni una señal de vida.

Estoy sola en éste lugar, no conozco a nadie más,  y a quienes conozco me odian fervientemente. Ni siquiera tengo algo en lo qué entretenerme. Así que, después de unos minutos más, decido aventurarme por la casa en busca de la cocina.

Necesito beber algo, la garganta se me ha secado debido a la irritación que siento por haberme quedado como una tonta asocial durante toda esta estúpida fiesta en la que, en primer lugar, no quería asistir pero me obligaron a hacerlo.

Éste lugar parece más como un club nocturno. Me causa cierta curiosidad de donde es que proviene esa tenue luz roja que a duras penas ilumina todo el lugar.

Empiezo con el exhaustivo trabajo de pasar entre los cuerpos que se encuentran moviéndose al compás de la música, conforme me voy adentrando más a la masa de cuerpos sudorosos, más se impregna en mis fosas nasales el olor a alcohol y cigarrillos, mezclado con el olor a sudor de todas estas personas. Es asqueroso.

Después de unos tortuosos minutos, a mi derecha logro divisar un largo pasillo, a lo lejos se mira una puerta de cristal corrediza que deja vista a un gran jardín, sin embargo, por la distancia no logro apreciarlo bien.

Sin perder más tiempo apresuro mis pasos para poder llegar al pasillo que, curiosamente tiene más iluminación que la sala de estar.

Cuando por fin pongo un pie en el pasillo, me es inevitable soltar un suspiro de alivio. Así que, sin más preámbulos mis pies avanzan a lo largo del pasillo y cuando encuentro la primera puerta no dudo en tomar la perilla y abrirla.

¡Bingo!

Sin pensarlo por más tiempo me introduzco en la cocina y me dirijo al gran refrigerador que se encuentra aquí dentro, en este lugar todo parece ser exagerado. Lo abro y mi vista barre con todo su interior hasta que mis ojos encuentran un recipiente con limonada. Lo tomo entre mis manos y con mi cadera golpeo la puerta del refrigerador para cerrarlo.

Dejo descansar el recipiente sobre la barra de la cocina y localizo uno de esos tontos vasos rojos, en fin, vierto la limonada dentro del vaso y me dispongo a guardar el resto del jugo en donde lo encontré, y así lo hago.

Una vez que he logrado mi objetivo me permito darle un sorbo a mi bebida, y rayos, debo decir que está deliciosa.

Después de haber vaciado casi la mitad del recipiente decido que es momento de regresar al lugar donde Camile me dejó hace una hora atrás, no quiero que se vea a la tarea de buscarme por esta mansión tan grande al percatarse de que no estoy en donde me ha dejado.

Me dirijo de nuevo a la puerta de la cocina. Tomo la perilla y abro la puerta para salir, en cuento mis pies dan un paso fuera de ahí mi cuerpo golpea con el de alguien más provocando que mi mano en la que llevaba el vaso perdiera el equilibrio y la limonada me cayera encima.

Al instante en el que el líquido frío cae sobre la piel sensible de mis pechos, un grito ahogado sale de mi garganta.

—Mierda —digo mirando el desastre que es mi vestido.

—Lo lamento, no fue mi intención —escucho una voz ronca y extremadamente varonil.

Elevo el rostro para encontrar al dueño de la voz y al responsable de mi desgracia, y entonces mi mirada colisiona con unos impresionantes ojos grises muy peculiares que hacen que todo el aire salga de mis pulmones debido a la impresión.

Me dedica una mirada de disculpa y yo, yo sólo puedo inspeccionar su rostro minuciosamente sólo para llegar a la conclusión de que es increíblemente atractivo.

Cuando su mirada cambia a una divertida entonces me doy cuenta de que lo he mirado más de lo debido y la vergüenza me ataca provocando que mis mejillas se sonrojen así que decido bajar el rostro para que él no se percate de ello. Y ahora creo que lo mejor será huir de aquí.

Me aclaro la garganta y lo miro.

—Descuida, no pasa nada. —digo atropelladamente—. Si me disculpas, debo irme.

Dicho esto, salgo disparada de la cocina sin esperar respuesta, y camino por el pasillo a paso apresurado sin siquiera dedicarle una última mirada.

❁ ════ ❃• ༻֍༺ •❃ ════ ❁

¡Hola! Bueno, aquí está el tercer capítulo de esta increíble historia.

Apenas iniciamos, así que les aconsejaría que no saquen conclusiones aún porque la verdad es que la historia tendrá muchos giros inesperados.

Espero me disculpen si encuentran faltas ortográficas ya que esto sólo es el borrador.

Y pues, ¿Quién creen que sea el mushashon de los ojazos grises? 😏 Jajaja

Espero que hayan disfrutado del capítulo, y por favor no olviden votar en la historia.

Besos 💋💋💋

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