11. Enemigos

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Cuando Jimin, Jungkook y Taehyung llegaron al pueblo, la escena que se desplegaba ante ellos era un verdadero horror.

La devastación era palpable; puestos en ruinas, calles cubiertas de escombros y el eco de gritos lejanos resonando en el aire. La sangre de los inocentes manchaba el suelo, un recordatorio cruel de la masacre que estaba teniendo lugar en Aetherwyn.

Jimin sintió que sus piernas flaqueaban, y antes de que pudiera caer, Jungkook lo sostuvo con firmeza, evitando que se desplomara.

—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó el hechicero, su voz apenas un susurro, mientras los ojos se le llenaban de lágrimas.

Taehyung, con el corazón estrujado por la desesperación, contempló el caos que los rodeaba con desolación y tristeza.

—Otra vez se repite la historia... —dijo tembloroso—. Daegu, el bosque, y ahora Aetherwyn. ¿Cuándo parará esto? ¿Cuándo seremos libres?

Las palabras de Taehyung resonaron en el aire como un lamento, y los sollozos de Jimin se clavaron en las entrañas de ambos. Taehyung sintió que un peso abrumador caía sobre sus hombros; la culpa lo consumía. Si no hubiera tomado la mano de Jimin aquel día en el precipicio, tal vez nada de eso habría sucedido.

En un instante, Jungkook, con su instinto sobrenatural agudizado, tomó a ambos chicos y los condujo rápidamente detrás de unas ruinas. Su mirada era seria y alerta.

—Rápido, escondámonos —ordenó el pelinegro firme y decidido—. Hay vampiros cerca.

—Jungkook... es en vano ocultarnos. Ellos pueden sentir a Taehyung —murmuró Jimin débilmente, las lágrimas corriendo sin cesar por sus ojos dorados.

—Esto es mi culpa —susurró Taehyung para sí mismo.

El castaño sintió una oleada de impotencia recorrerlo. Había una fuerza oscura y vengativa que se extendía por todo su ser, una rabia que no podía contener. Como si algo despertara dentro suyo...

—No entiendo de dónde proviene esta necesidad —declaró Taehyung lleno de frustración—. Pero quiero luchar. Quiero hacerles pagar por esto.

Jungkook lo miró con intensidad, su expresión desconcertada y estoica.

—¿Cómo lo harás, Tae? Le temes a los vampiros.

—No, ya no. —La voz de Taehyung mostraba valentía, aunque su mirada reflejaba el peso de sus miedos pasados.

—Pero temblaste al tenerme frente a ti durante la temporada de Luna de Sangre.

—Es cierto, pero lo haré me apoyes o no. Me sigas o no, acabaré con esas bestias.

La palabra "bestias" resonó en la mente de Jungkook, y tuvo que llevar una mano a su cabeza cuando una punzada lo dejó casi en el piso. Un recuerdo vino a él, uno que había intentado enterrar. La imagen de él siendo atacado, la persona que lo torturaba con esa sonrisa... El recelo lo abrumó.

—Bien, ve entonces —dijo finalmente.

—Pero Taehyung, ¡es una misión suicida si vas ahí tú solo! —le advirtió Jimin, exaltado.

Taehyung hizo caso omiso.

—Una espada, necesito que me des una espada.

—Taehyung... —La preocupación de Jimin se hacía evidente, pero Taehyung no le dio tiempo para protestar.

—Ahora, Jimin.

Jimin asintió casi que en contra de su voluntad. Sabía que Taehyung podía ser obstinado cuando se lo proponía, pero aquello no era un simple juego. Él nunca había empuñado una espada en combate real.

Su vida estaba en peligro. 

—Está bien —anunció Jimin—. Pero necesitas algo más que una espada ordinaria. Voy a imbuirla con magia.

—¿Qué? —preguntó Taehyung, sorprendido.

—Confía en mí. —Jimin cerró los ojos y levantó las manos, concentrándose. Un brillo dorado comenzó a emanar de sus palmas, llenando la calle con una luz sobrenatural. La energía vibrante se arremolinaba en el aire, y Taehyung observó cómo Jimin invocaba la esencia de una espada.

Con un movimiento fluido, Jimin tocó el arma, y el metal comenzó a brillar intensamente. Runas antiguas aparecieron en la hoja, y un aura mágica envolvió la espada, haciéndola resplandecer como si tuviera vida propia.

—Ahora es más que un arma; es un símbolo de protección y coraje —informó Jimin, entregándole la espada a Taehyung.

Taehyung percibió cómo el poder fluía a través de él al tomarla. La confianza creció en su pecho, pero también una sombra de duda. Miró hacia donde Jungkook permanecía a cierta distancia, su expresión tensa y sus ojos llenos de preocupación... y algo más.

—¿Por qué te mantienes alejado? —preguntó Taehyung, frunciendo el ceño.

—Solo... ten cuidado —respondió Jungkook, pero su voz temblaba.

Algo lo estaba inquietando, Taehyung lo supo.

—Debes saber que no son vampiros comunes, Taehyung —le recalcó Jimin—. Pertenecen al clan de sombras, la magia de Yujin está en ellos.

Taehyung asintió, pero su coraje no aminoró.

Sin tiempo para más palabras, un grupo de vampiros emergió de las sombras, sus ojos negros brillando con hambre. Taehyung se preparó, levantando la espada con determinación.

—¡Ahora! —gritó Jimin, lanzando un hechizo que iluminó las runas con destellos dorados. Las criaturas se detuvieron, desorientadas por la luz.

Taehyung aprovechó el momento y se lanzó hacia adelante, su espada cortando el aire con fuerza. Un vampiro arremetió contra él, pero Taehyung esquivó el ataque con agilidad y contraatacó, la hoja mágica atravesando la carne oscura del enemigo. El vampiro chilló agónico y se desvaneció en una nube de sombras.

Por un momento, Taehyung se quedó helado. <<¿Cómo lo hice? ¿Por qué sé usar una espada de repente? Yo... he matado a una bestia>>.

Enseguida aparecieron más, Taehyung se puso alerta.

Jimin conjuró más magia, creando barreras de luz que atrapaban a otros vampiros en su interior. Sin embargo, mientras Taehyung luchaba con valentía, Jungkook seguía observando desde lejos, su corazón dividido entre el deseo de ayudar y un instinto que le decía que debía mantenerse alejado.

—¡Taehyung! —gritó Jungkook de repente cuando vio a un vampiro acercarse por detrás de él.

Pero fue demasiado tarde. El vampiro se abalanzó sobre Taehyung, quien logró girar justo a tiempo para bloquear el ataque con su espada. La magia brilló intensamente al contacto, pero el vampiro era fuerte y lo empujó hacia atrás.

—¡No! —gritó Jimin, sintiendo un impulso irresistible de intervenir.

Pero una parte de él lo retuvo. ¿Y si fallaba? ¿Y si su magia también perjudicaba a Taehyung?

Mientras tanto, Taehyung luchaba con todas sus fuerzas. Con cada golpe y corte, sentía que la magia de la espada lo impulsaba. Se movía con destreza, pero la cantidad de vampiros era abrumadora. Uno de ellos logró rasguñar su brazo herido; el dolor ardió, pero no podía rendirse.

—¡Jimin! ¡Más magia! —gritó Taehyung mientras esquivaba otro ataque.

Jimin extendió las manos nuevamente, lanzando un rayo de energía que impactó en varios vampiros, desintegrándolos en el acto. Sin embargo, no podía mantenerlo por mucho tiempo; cada hechizo drenaba su energía.

La batalla continuaba y Jungkook luchaba consigo mismo. Finalmente, no pudo soportarlo más. Corrió hacia Taehyung, gritando:

—¡Voy contigo!

Con su intervención, logró atraer la atención de un vampiro que estaba a punto de atacar a Taehyung. Jungkook se lanzó hacia él y lo golpeó con fuerza. El vampiro se volvió hacia él, pero su mirada mostró reconocimiento y enseguida emitió un ruido ensordecedor que hizo retumbar las paredes.

Taehyung se tambaleó mientras finos hilos de sangre salían de sus oídos.

—¡Tae! ¡Atrás! —gritó Jungkook mientras retrocedía, intentando mantener al vampiro a raya.

Taehyung miró a Jungkook, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación.

<<Tengo que decirle>>

—Jungkook, yo te am...

Pero ya era tarde.

Jungkook no lo escuchó, sus ojos estaban mirando lo que se acercaba.

Una nube de sombras se abrió paso junto a ellos, una avalancha de vampiros venía a su encuentro. Taehyung quiso protegerlos, pero rápidamente la espada cayó al suelo cuando una energía oscura se la arrebató.

Las sombras se disiparon y un vampiro emergió de ellas. Desprendía poder y dominio, con una túnica negra y una mirada de pura crueldad en sus rasgos envejecidos.

—Jungkook, por fin nos encontramos —dijo el hombre mientras una sonrisa estiraba sus comisuras.

—¿Quién... quién eres? —preguntó Jungkook, temblando ante la confusión y el miedo.

—¿No reconoces a tu propio abuelo? —respondió el vampiro, inclinando la cabeza con desdén.

Taehyung sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. La incredulidad lo invadió.

—¿Qué? —murmuró, mirando a Jungkook, buscando respuestas en su rostro pálido.

Pero ya no había tiempo para preguntas. Las sombras comenzaron a cerrarse a su alrededor, y Taehyung notó que la situación lo sumía en un bucle de desespero.

—¡Jungkook! —gritó, intentando recuperar el arma, pero el vampiro se acercaba, su mirada fija en su nieto. Taehyung se abalanzó con la espada en la mano.

Lo mataría, lo...

—¡Atrás! —gritó Jungkook, levantando una mano para detener a Taehyung—. No lo hagas.

—¿Por qué? —exclamó Taehyung, sintiendo que la rabia y la confusión se apoderaban de él—. ¡Es una bestia!

Jungkook lo miró con una sonrisa irónica, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y desafío.

—¿Y tú no eres también una bestia? —preguntó cargado de reproche.

Taehyung se detuvo en seco.

—Soy diferente —replicó, pero en su interior comenzaba a cuestionarse.

<<He asesinado>>

—¿Diferente? —repitió Jungkook, como si lo estuviera desnudando con sus palabras—. ¿Acaso lo olvidaste?

—¿Qué?

—Fuiste tú quien mató a mi padre.

El aire se volvió helado.

Taehyung retrocedió, el suelo se desvanecía bajo sus pies a una velocidad vehemente.

Jungkook se detuvo, sus ojos fijos en Taehyung, cargados de dolor y furia. La distancia entre ellos parecía un abismo insalvable.

—¿De verdad olvidaste que Daegu era una aldea de cazadores de vampiros? —preguntó Jungkook, su voz resonando como un trueno en el silencio tenso que los rodeaba—. Toda tu familia lo era, tanto tus padres como tus abuelos, incluso tú. Por eso los atacaron aquel día. ¡Porque mataste a su rey!

No, no.

—No... no tiene sentido. —La negación brotó de sus labios mientras recuerdos distorsionados empezaban a aflorar en su mente.

Imágenes de un pasado sombrío comenzaron a surgir: él con 12 años, empuñando una espada, el brillo del acero manchado de sangre... La figura del padre de Jungkook cayendo al suelo, herido y sin vida. Y luego, su abuelo llevándolo al sótano, borrando su memoria con una de sus pócimas y susurrando palabras de protección mientras la oscuridad se cernía sobre ellos.

La revelación lo golpeó como una ola.

—No... —susurró Taehyung, sus ojos abiertos de par en par mientras luchaba por asimilar la verdad—. Yo... no quise...

Jungkook lo miraba fijamente, su expresión era de dolor y comprensión.

—Tú no solo mataste a un vampiro; mataste a mi padre. Ahora estás aquí, enfrentándote a su familia.

Las sombras parecían retorcerse a su alrededor mientras el abuelo de Jungkook sonreía con satisfacción.

—Así es, querido Jungkook. Tu amigo es un asesino. Un asesino que fue procreado por cazadores de vampiros, y está aquí para cumplir con su destino.

Taehyung sintió que el aire se le cortaba en la garganta. La traición y la culpa lo ahogaban mientras miraba a Jungkook, buscando alguna señal de perdón o compasión.

—No soy como ellos, Jungkook... —dijo Taehyung desesperado—. ¡No soy un monstruo!

Pero Jungkook ya no parecía escuchar. La lucha interna en su rostro era evidente; estaba atrapado entre el amor que sentía por Taehyung y la verdad desgarradora que conocía.

—Cuando estábamos en el sótano, mientras caía en la inconsciencia, mi naturaleza vampírica me mostró toda la verdad. Y allí estabas asesinándolo con esa sonrisa de satisfacción en tu rostro... Tú elegiste este camino, Taehyung —le habló Jungkook finalmente, quebrándose—. Y ahora tienes que enfrentar las consecuencias.

El abuelo sonrió con malicia mientras las sombras se arremolinaban a su alrededor. Taehyung sabía que debía actuar, pero la confusión y el dolor lo paralizaban.

—No puedo... no puedo hacer esto... —murmuró mientras retrocedía aún más, sintiendo que la oscuridad lo tragaba.

Pero Jungkook dio un paso adelante, acercándose a su abuelo con determinación.

—Estoy listo.

Las palabras cayeron como piedras sobre el corazón de Taehyung. El caos mental se apoderó de él; cada recuerdo, cada decisión que había tomado, se desmoronaban ante la cruda realidad.

—No... No fue así —atestiguó Taehyung, tratando de aferrarse a su verdad—. No tenía otra opción. Era un acto de supervivencia. Minsoo iba a atacarnos y yo...

Jungkook dio un paso hacia él, su mirada ardiente y llena de rabia. Cada palabra que pronunciaba era como un golpe directo a la herida abierta que ambos llevaban en el pecho.

—¿Supervivencia dices? ¡¿Y qué hay de mi familia?! ¡Ellos no estaban en guerra contigo, Taehyung, todo esto es culpa tuya!

El dolor en la voz de Jungkook atravesó a Taehyung cual un cuchillo. Se sentía atrapado entre su pasado y su presente, entre el amor que había perdido y el monstruo que había creado. La confusión lo envolvía como una niebla densa.

—Entonces, ¿te irás con ellos? —preguntó Taehyung, su voz temblando entre la incredulidad y la desesperación.

Jungkook desvió la mirada hacia el horizonte, donde las sombras de los vampiros acechaban. Su corazón latía con fuerza en su pecho mientras respondía con determinación:

—Son mi única familia ahora. Ellos me aceptan como soy, sin secretos ni traiciones.

Las palabras resonaron en el aire helado y Taehyung notó que un odio corrosivo comenzaba a abrirse paso en su interior. Era un odio hacia sí mismo por lo que había hecho y hacia Jungkook por haberlo perdido.

—Está bien —dijo Taehyung, apretando los dientes mientras una oleada de emociones lo invadía—. Hasta aquí llegaron nuestros caminos, Jungkook. Si eso es lo que eliges, entonces no hay nada más que decir.

Jungkook sintió que su corazón se rompía al escuchar esas palabras.

—No quiero perderte, Taehyung —admitió con pesar—. Pero no puedo quedarme a tu lado sabiendo lo que hiciste... Yo debo odiarte.

Taehyung percibió cómo una punzada aguda atravesaba su pecho; cada palabra parecía un recordatorio del monstruo en el que se había convertido.

—Entonces, que así sea —respondió Taehyung, la oscuridad lo consumía lentamente—. Pero recuerda, tú también eres parte de este desastre.

El silencio se hizo pesado entre ellos, cargado de palabras no dichas y promesas rotas. Ambos sabían que ese momento marcaría el final de una amistad forjada en fuego y risas; ahora solo quedaba cenizas y dolor.

—Enemigos, Jungkook.

—Enemigos, Taehyung.

Mientras se daban la espalda uno al otro, cada paso resonaba como un eco vacío en la noche oscura.

La batalla apenas comenzaba, pero ya habían perdido algo invaluable...

Su amor.

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