12. Guerrero de hierro

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Una nueva era, un nuevo mundo.

El caos por doquier y la muerte acechando.

La tierra, una vez bulliciosa y fértil, se había transformado en un sitio inhabitable, donde cada criatura debía luchar por su propia supervivencia.

Como una cadena alimenticia que iba en declive, los humanos y las criaturas mágicas se hallaban en el eslabón más débil, mientras que en la cúspide se erguían los vampiros. Esos seres despreciables que carecían de escrúpulos algunos.

Luego de 10 años, Taehyung, había luchado incontables batallas, había asesinado a miles de esos monstruos y aún así no encontraba el perdón en su corazón. Él albergaba un odio profundo hacia ellos; cada fibra de su ser ardía con una rabia incontrolable al enfrentarse a esas bestias. Su espada, afilada y letal, no dudaba en atravesar la carne de esos demonios con cortes certeros. Sin embargo, su sed de venganza nunca parecía saciarse; necesitaba más.

Taehyung anhelaba ver la cabeza del mismísimo rey adornando la pared de su hogar.

Inerte, sin vida...

Un ruido lo sacó de sus pensamientos.

-Toma.

Taehyung dirigió su mirada hacia la izquierda, donde el chico de cabello rapado a los lados y ojos severos le ofrecía su espada con determinación. La hoja brillaba tenuemente bajo la luz de la luna naciente.

-¿Qué dijo Jimin? -le preguntó Taehyung, tomando la espada entre sus manos.

Hoseok se tumbó a su lado mientras veían a sus camaradas heridos ser atendidos.

-Que no habrá problema la próxima vez que se la entierres a una bestia. -Hoseok hizo una pausa, observando el rostro de su amigo y compañero de guerra.

Taehyung se encontraba rodeado por una extensa capa de sangre que manchaba su cuerpo, un testimonio silencioso del horror vivido en la última batalla. A pesar de las heridas abiertas que adornaban su piel y el poco descanso que tuvieron, él se mantenía imperturbable, como si el dolor no tuviera cabida en su existencia.

El guerrero de hierro, así le llamaban. Un apodo que resonaba en los ecos de las leyendas; un hombre cuya insensibilidad le permitía asesinar con una sonrisa siniestra dibujada en el rostro

No era un secreto para nadie que Taehyung era el mejor cazador que poseía la legión. La familia Kim había sido venerada por su destreza en combate y sus victorias inquebrantables. Él, el único sobreviviente de la masacre de Daegu, encarnaba esa herencia con cada paso que daba.

-Es extraño, la magia con la que fue forjada falló en la última batalla -murmuró Taehyung, frunciendo el ceño mientras recordaba la lucha de horas antes-. Ese vampiro por poco se me escapa, es una suerte que llegaras.

-Eran vampiros de Busan. No es un secreto que están ligados a la magia de la antigua hechicera -le recordó Hoseok, su voz grave resonando en el aire frío de la noche.

La rabia comenzó a burbujear dentro de Taehyung, y apretó los puños alrededor del mango de la espada.

-Esos malditos...

-Muchos de nuestros hombres cayeron y otros fueron capturados -continuó Hoseok con tristeza en su tono.

-La situación es crítica, pero los vengaremos a todos. Nadie se irá sin recibir su merecido.

-Suenas como todo un justiciero. -Hoseok sonrió débilmente, comprendiendo el ardor en las palabras de su amigo.

-Soy un cazador, mi deber es vengar a los caídos.

La determinación de Taehyung era palpable; sus ojos brillaban con una intensidad feroz.

-Lo sé, Taehyung, todos aquí compartimos tu deseo. Pero no permitas que la ira te consuma. No te conviertas en uno de ellos.

Hoseok lo miró fijamente, buscando calmar su fuego interior. Aunque parecía ser en vano, Taehyung iba más allá de lo brutal, iba más allá del deseo de venganza. Anhelaba algo más profundo: una forma de sanar el dolor causado por las pérdidas sufridas.

-Los vampiros destruyeron mi vida. No pasa una noche sin que sueñe con clavar mi espada en el cuello de su rey y cortarle la cabeza.

Taehyung respiró hondo, dejando escapar un suspiro cargado de frustración y ansias. Cerró los ojos por un momento, dejando que los recuerdos lo invadieran.

En medio del caos y la pérdida, él vino a su mente.

Jeon Jungkook, el mismísimo rey oscuro; el nombre resonó en su mente como un eco siniestro. Se había autoproclamado así tras su fuga años atrás y ahora era un ser sanguinario que gobernaba con puño de hierro sobre un clan de demonios sedientos de devastación.

Taehyung no encontraba palabras suficientes para expresar el odio que sentía hacia él ni el daño irreparable que había causado a su vida. Durante diez años había estado mentalizándose para aceptar que Jungkook, aquel bebé inocente que alguna vez sostuvo entre sus brazos, ahora era su enemigo y su principal rival.

Después de aquella confrontación que tuvo lugar en Aetherwyn, Taehyung comprendió su origen y el verdadero propósito que lo guiaba en esa vida: convertirse en un cazador de vampiros.

Su aldea había sido un refugio para aquellos que una vez sufrieron a manos de la oscuridad. Ahora, él era el último pilar de esperanza contra el terror que asolaba el mundo. Cada batalla lo acercaba más a su destino; cada derrota lo fortalecía en su búsqueda insaciable por justicia.

Morir o ganar.

Ese era su lema y no iba en vano. La muerte nunca fue una opción; acabaría con todo lo que se interpusiera en su camino para lograr su objetivo.

-Deberíamos entrar al campamento; el sol ya se ha puesto por completo y el líder nos dará las coordenadas del ataque. -Hoseok rompió el silencio, mirando hacia el horizonte donde las sombras comenzaban a extenderse.

Taehyung asintió lentamente y dejó que Hoseok se adelantara.

Cuando se quedó completamente solo, levantó la vista hacia las estrellas que comenzaban a brillar en el vasto cielo oscuro. Cada estrella era un recordatorio del pasado y una guía hacia el futuro que anhelaba construir: uno donde Jeon Jungkook no pudiera reinar nunca más.

Con cada paso hacia el campamento, sentía cómo crecía dentro de él una determinación indomable; estaba decidido a luchar hasta el final por aquellos que ya no podían hacerlo.

Costara lo que costara, incluso si eso significaba enfrentar al que un día creyó amar ciegamente.

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